Entre plebiscitos y simulacros…
IMPEDIR LA GUERRA CIVIL Y LUCHAR POR LA UNIDAD E INDEPENDENCIA DE LA NACIÓN
Popayán, 23 de julio
de 2017
A una semana del plebiscito y el
simulacro, el empate técnico entre minorías fanatizadas se mantiene; las
mayorías vacilan frente a la campaña de desinformación mediática. La MUD con
los resultados de la consulta trata de legitimar –con simulacros– a un Estado subversivo
y paralelo, y el gobierno intenta convertir las elecciones de la ANC en un plebiscito
a favor de su Estado “comunal”. Así, la simulación antecede a la guerra en
ciernes; la amenaza y la mentira son instrumentos para amarrar lealtades y, alentar
o neutralizar la intervención extranjera que se avizora como el factor de “desempate”.
La MUD presentó su programa, nombró
magistrados para su TSJ y mostró abiertamente la estrategia golpista dirigida a
atemorizar a las fuerzas que apoyan al gobierno y a ganar para su propuesta a
las mayorías indecisas, escépticas y confundidas. De esa forma, promueven un “paro
cívico” que sería la preparación de una ofensiva mayor para impedir la elección
de la ANC del 30 de julio, que incluye la expectativa de posibles sanciones
económicas, financieras y diplomáticas del gobierno de los EE.UU.
Unos y otros se han colocado por
fuera de la legalidad previamente existente. La lucha por el poder ya no se
juega dentro de la Constitución Bolivariana de 1999. Los dirigentes de la MUD, así
hablen de la defensa de la carta constitucional dejan ver que su objetivo es borrar
totalmente el proyecto “bolivariano”. Y quienes debían defender el principal
legado de Chávez, se lanzan como último recurso al suicidio “constituyente”. Así,
la confrontación violenta de minorías polarizadas está a la orden del día.
Solo la Fiscal General y algunos
sectores “críticos del chavismo” se plantean la defensa de la institucionalidad
debilitada por la crisis política que vive Venezuela. El “poder” va quedando al
desnudo: de un lado, un ejército que parece estar unificado en la “defensa de
la revolución”, o sea del control del aparato estatal (PDVSA y otras instancias
burocráticas), y del otro, las estructuras de la oposición que forcejean por
acceder al control de ese mismo aparato, instrumentalizadas por el gran capital
extranjero.
En esa confrontación de minorías,
las mayorías buscan nuevos liderazgos que impidan la guerra abierta pero la
polarización política invisibiliza dicho esfuerzo. Detener la confrontación fratricida
es la tarea más urgente del momento, por cuanto es parte de la concreción real
de la estrategia imperial que promueve la fracturación total de la nación y de la
sociedad venezolana, para implementar la intervención militar “humanitaria” que
cuente con un apoyo interno viable para derrocar al gobierno bolivariano.
Es visible que la estrategia de
los sectores extremistas del gobierno le hacen el juego al plan intervencionista
del imperio. La carta de la ANC es una apuesta suicida por cuanto significa
violar su propia legalidad; es un acto desesperado de fuga hacia adelante. El
gobierno se enconcha alrededor de sí mismo, se apoya en el mínimo de poder que
tiene, el ejército y la burocracia, perdiendo la iniciativa política. Ya sobrepasa
todo límite: amenaza a su propia base social, muestra el rostro autoritario y quema
sus naves.
No obstante, la oposición es todavía
más torpe. Ratifica a diario su espíritu antinacional, no oculta su alianza subordinada
con el imperio estadounidense y con las derechas más reaccionarias del
continente y del mundo. Y al hacerlo, bloquea cualquier posibilidad de ganar el
apoyo de las mayorías que saben que si se pierde la independencia, no habrá
posibilidad de que Venezuela pueda manejar por sí misma sus inmensas riquezas
naturales y se entraría en un túnel oscuro sin ninguna esperanza hacia el
futuro.
Es urgente y necesario que
aparezca una tercera fuerza política y social que intervenga en forma coherente
y asertiva. Ya existen algunos sectores que se autodenominan “no polarizados”
pero todavía se nota mucho temor y vacilación. El momento exige más audacia que
la demostrada hasta este instante. Impedir la guerra civil es la consigna del
momento para lo cual se tiene que romper totalmente con ambos sectores
extremistas y fanáticos tanto del gobierno como de la oposición. La Fiscal
General, por ahora, es el referente más visible de esa posición pero hay que ir
más allá.
Para actuar con consistencia y
ganar la iniciativa política hay que lanzarse decididamente a la tarea de
construir un frente o coalición política y social contra la violencia y la guerra,
por la paz y la convivencia, por el diálogo civilizado y la superación consensuada
de la crisis económica y política. Hay que garantizar la participación de
dirigentes de organizaciones sociales y populares pero también hay que buscar el
apoyo en otros sectores gremiales, académicos, religiosos, y en general, de
toda la sociedad. Poco a poco se romperá el miedo y se sumarán amplios sectores.
Para hacerlo, se debe tener en
cuenta, entre otros, los siguientes aspectos:
1. Plantear la defensa
irrestricta de la Constitución Política vigente.
2. Velar y luchar por la unidad de
las fuerzas armadas y de éstas con la sociedad.
3. Denunciar la actitud entreguista
y anti-nacional de la oposición.
4. Desenmascarar el
comportamiento antidemocrático y autoritario del gobierno.
5. Buscar la unidad de los
venezolanos más allá de los partidos políticos.
Respaldar la política sectaria y
aislacionista del gobierno por temor a quedar presos de la estrategia de la
oposición, no es la mejor actitud para el momento de emergencia nacional que
vive Venezuela. La ANC no resolverá ningún problema y sus torpes acciones (ya
anunciadas) debilitarán la posición del presidente Maduro y del gobierno. Las
amplias mayorías van quedando en condiciones de apoyar a quienes tomen la
decisión de impedir la guerra y salvaguardar la unidad y la independencia
nacional.
Hay que saltar todas las
talanqueras mentales que impiden la acción decidida. ¡Es ahora o nunca!
Posdata: Colombia sería la segunda víctima de una guerra
intervencionista del imperio en Venezuela. Y detrás de ella, toda América
Latina. Hay que impedirlo.
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