jueves, 30 de enero de 2020

Precariado, análisis de clases y filosofía revolucionaria


Precariado, análisis de clases y filosofía revolucionaria

Popayán, 31 de enero de 2020

Nadie puede negar que las luchas sociales que ocurren en Colombia, Chile, América Latina y el mundo, tienen un componente significativo de acumulados de luchas anteriores. No obstante, diversas manifestaciones de las movilizaciones actuales han desbordado a las direcciones sindicales, y a las organizaciones sociales y políticas que representan o son fruto de esos acumulados.

Por ello, es muy importante comprender la forma como una parte de ese “acumulado” se hizo anacrónico y se convirtió en un obstáculo para el surgimiento de lo nuevo. Además, es clave entender cómo ese acumulado obsoleto impide a quienes se identifican con él, ver la potencialidad de lo que emerge. En la base de todo está una concepción filosófica.

Tiene que ver con no captar el movimiento de la vida. Desde hace 9 años se pudo identificar que el Precariado empezaba a movilizarse. El año 2011 fue muy clave, un momento de quiebre. Esa irrupción insurgente ocurrió con la primavera árabe, el 21M en España, OcupaWS, etc. A partir de ese instante ese sujeto social ha continuado evolucionando y hoy es protagonista principal de las movilizaciones que ocurren a nivel planetario.

Es por esa razón que desde esa época se propuso investigar más sobre el fenómeno del Precariado, tema que aún  hoy es desconocido por mucha gente, incluso hay quienes niegan que esa clase o sector social existe. Algo hemos avanzado en conocer las características y particularidades del Precariado, Guy Standing ha hecho importantes aportes pero falta mucha más investigación social, económica, cultural, histórica, etc. (multi-disciplinaria e integral) en todo el mundo y, sobre todo, en América Latina.

La categoría de “multitud” de Negri-Hardt, que ha sido mal interpretada por muchos analistas, ha hecho mucho daño porque reforzó –sin proponérselo– la concepción de que el análisis de clases es cosa del pasado, que éste no es útil. Lo mismo ha ocurrido con los aportes teóricos de Aníbal Quijano que sus herederos convirtieron en determinantes para la acción política, negando o subordinando la lucha de clases respecto de los conflictos étnico-raciales, de género, ambientales, etc. Según la escuela de pensamiento “decolonial”, el análisis de clases hace parte de las “herencias cientificistas y eurocéntricas” y no sirve para interpretar la realidad latinoamericana.  

Lo paradójico es que pensadores como Immanuel Wallerstein (gran amigo y compañero de Quijano), que venía de la escuela “culturalista” de Fernand Braudel, poco a poco y a lo largo de su trabajo al lado de Giovanni Arrighi y otros estudiosos, fue comprendiendo las ideas más revolucionarias de Marx, y al final de su vida se afincó en los análisis sistémicos y complejos (sistema mundo-capitalista), y por ello, los “Decoloniales” que le deben mucho a Wallerstein, no lo reivindicaron a la hora de su muerte. Solo De Souza Santos lo hizo y algunos otros.

Es evidente que la investigación sobre la evolución de las clases sociales está de capa caída. Aunque existen importantes estudios que son fruto de serios esfuerzos[1], se puede observar que los evaluadores y trasmisores académicos y los “validadores ideológicos”, influidos por ideas acientíficas, por el “animismo-mítico” y por prejuicios anti-marxistas, desconocen las investigaciones y sus resultados, e impiden que la dirigencia social y política acceda a sus conclusiones, lo que la mantiene en un oscurantismo e idealismo absoluto.   

No obstante, debemos reconocer que en esta situación ha influido en forma importante un grave error cometido por Marx que no fue corregido a tiempo por sus seguidores. Consistió en idealizar al Proletariado, en identificar a la clase obrera como el sujeto social que enterraría inevitablemente al capitalismo, lo que se convirtió en una especie de creencia cuasi-religiosa, en un “destino manifiesto”, en una verdad teleológica, en una profecía al estilo de un iluminado o un adivino, lo que ha servido para desprestigiar las ideas de Marx.  

En nuestro caso, concebimos al Precariado como un sujeto social que por sus condiciones actuales (acceso al conocimiento, precariedad creciente en sus condiciones de vida, imposibilidad de organizarse frente a un empleador, etc.), se constituye en un sector social que ayuda a dinamizar las luchas populares, contribuye a hacerlas más políticas porque sus acciones abordan problemas reales como el futuro del “trabajo”, la automatización, el desempleo estructural, la enorme desigualdad, el poder de los monopolios, la falsedad de la democracia, el cambio climático, y muchos otros. No le otorgamos a dicho sujeto social otro papel diferente al que viene mostrando en la práctica tangible y visible.     

Dice Guy Standing en un artículo de 2014:
Cada vez más gente comienza a comprender su situación dentro del precariado, reconocimiento que se traducirá en la construcción de una conciencia común de clase y que llegará a ser el motor del cambio. En vez de perder las esperanzas, primar la ineptitud o el desconcierto, los sentimientos pueden pronto mover los mecanismos necesarios para pasar de la pasividad a la resistencia de un movimiento activo[2].
En ese sentido, la lección consiste en que todos los análisis, ya sean con un enfoque de clases sociales (que algunos reducen a “lo económico” lo cual es un error, cuando tanto Marx y Engels al hablar de la lucha de las clases se referían a las “condiciones de producción y reproducción”) o ya sean con enfoque cultural, deben trabajarse en un contexto histórico y ubicarse en las condiciones concretas de un espacio y un tiempo específicos.

Es por la misma razón que en el campo de la filosofía cada vez debemos construir visiones y prácticas “empirio-escépticas”, que se apoyen en los métodos científicos de la falsación y la demostración, que no reduzcan “lo productivo” a “lo material”, que no separen la “cultura” del “trabajo” y que sirva para construir una especie de “monismo materialista” que deseche las ilusiones dualistas que llevaron a interpretaciones falsas tanto de la dialéctica como del materialismo.

La lucha en este terreno de la filosofía y de la investigación social sirve para entender también la aparición y la insurgencia del Precariado del siglo XXI y para avizorar nuevos caminos anti y post-capitalistas que le permitan a las nuevas generaciones la recuperación de las mejores tradiciones revolucionarias del pasado y luchar por impedir que el capitalismo lleve a la humanidad –como lo está haciendo– hacia su propia extinción como especie.  





[1] Entre los estudios sobre la evolución de las clases sociales en las últimas décadas se pueden destacar los de Guy Standing y de Erik Olin Wright, y en Colombia cabe mencionar los trabajos de Óscar Fresneda Bautista.

[2] Standing, G. (2014).  Por qué el precariado no es un «concepto espurio». Sociología del Trabajo 82, publicado el 23 de marzo de 2014. http://www.opendemocracy.net

lunes, 27 de enero de 2020

LA DOBLE NATURALEZA DEL “PARO NACIONAL”



LA DOBLE NATURALEZA DEL “PARO NACIONAL”

Popayán, 27 de enero de 2020

De cara al Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales que se realizará en Bogotá los próximos días 30 y 31 de enero de 2020, es importante reflexionar sobre los acontecimientos ocurridos alrededor de la movilización social y política que se desencadenó a partir del 21 de noviembre de 2019 (21N), intentando precisar algunos de los temas que seguramente se debatirán en ese encuentro nacional.

Comprender la naturaleza del movimiento que se desató el 21N es necesario para definir los pasos a seguir, tanto para alimentar la dinámica de la protesta social como para identificar la forma como las diferentes clases sociales y sus expresiones políticas interpretan lo que ocurrió (lo real, fáctico) y cómo construyen el relato de lo sucedido (lo Real, simbólico) para obtener réditos en su favor.

La naturaleza de la movilización se puede entender  teniendo en cuenta varios aspectos: 1. Sectores sociales participantes; 2. Contenido de las reivindicaciones y aspiraciones; 3. Formas organizativas y dinámicas de acción; 4. Comportamiento frente al Estado y la sociedad; 5. Expectativas frente a los resultados de las luchas. El conjunto de estos factores permite identificar las principales características del movimiento teniendo como referente lo acumulado. En anteriores artículos hemos tratado el tema.[1]   

La irrupción en el escenario de la lucha social colombiana del Precariado[2] (que muchos analistas llaman “clases medias”) es un hecho de máxima importancia que contribuye a dinamizar y fortalecer la lucha de los sectores sociales que tradicionalmente se han movilizado. En medio de la movilización de todos los sectores sociales (nuevos y tradicionales) se destacan las mujeres y la juventud. Hasta ahora la movilización social ha sido citadina; por ahora, los sectores rurales no se han movilizado con fuerza.

Cientos de miles de personas salieron a protestar por diversos motivos; muchos sin ni siquiera conocer las reivindicaciones planteadas por el Comité de Paro. El acumulado de problemas que sufre el pueblo colombiano sumado a la incapacidad del gobierno de Duque, crearon un clima de inconformidad que explotó con relativa fuerza el 21N. Paralelo a los 13 ejes y 104 puntos del pliego de exigencias, los temas que movilizan a la gente tienen que ver con la consolidación de la paz, el asesinato de líderes sociales, la desigualdad social y económica, la corrupción política y la defensa del medio ambiente.

En cuanto a las formas organizativas y dinámicas de acción se pueden identificar las “tradicionales” y las “nuevas”. Las primeras giran alrededor del comité de paro y de las organizaciones que lo integran: sindicatos de trabajadores y/o organizaciones sectoriales de maestros, estudiantes, indígenas, campesinos, etc., y se expresan mediante marchas, bloqueos de vías, plantones, etc. Las segundas se auto-convocan por las redes sociales, movilizan personas “no organizadas” o con formas nuevas de organización (colectivos ambientalistas, ciclistas, barristas, grupos culturales, de género, etc.). En Bogotá estos sectores se hicieron más visibles con las marchas-concierto, caminatas periféricas no centralizadas en torno a la Plaza de Bolívar y otras actividades similares.

En relación al comportamiento frente al Estado y a las expectativas, se perciben algunas diferencias. Los sectores sociales que se han movilizado tradicionalmente están pendientes de la negociación con el gobierno; quieren obtener resultados inmediatos. Los sectores “nuevos” tienen otras lógicas: desean acumular una fuerza masiva, se esfuerzan por ganar opinión pública y entusiasmar a más gente, fortalecer el movimiento mismo y forzar cambios sustanciales sin necesidad de negociar con el gobierno.

Es evidente que nos encontramos frente a un movimiento social en evolución, que porta en su interior una doble naturaleza, que se imbrica, se entrelaza, se hace complejo, pero a la vez, se diferencia, se aclara, se hace simple. Es marcadamente reivindicativo cuando se lo identifica con el comité de paro, pero a la vez, es bastante político cuando otros actores expresan su contenido (caso de los “artistas”). Tiene una dirección formal que convoca (pero no dirige ni retroalimenta) y cuenta con una dirección real que está interiorizada en los cientos de miles de personas que se movilizan o apoyan la protesta. Posee un pliego de exigencias escrito, oficial y formal, y a la vez,  cuenta con un pliego real, no escrito, no formal, que está en la mente y el sentir de millones de colombianos.  

Esa doble naturaleza es un problema cuando se la pretende negar o no se la reconoce. No obstante, en realidad, es una oportunidad para avanzar y explorar la enorme potencialidad de lo que está surgiendo.

Veamos un ejemplo: para los dirigentes sindicales y/políticos que están pendientes de los resultados inmediatos, ya sea para justificar su papel o para lograr réditos de diverso tipo, los logros obtenidos por el movimiento pasan desapercibidos porque no han sido formalizados en una acta de negociación con el gobierno. Por ello, en su afán inmediatista y formalista, no logran retro-alimentar el movimiento con los triunfos alcanzados (el gobierno se echó para atrás en varios de sus proyectos frente a pensiones y otros asuntos), y al estar pendientes de la negociación con el gobierno envían un mensaje de debilidad.

Esa incapacidad para conectarse con el movimiento genera una especie de estrés entre los dirigentes sociales y políticos tradicionales que los lleva a actuar en forma contradictoria: unos, se centran en ampliar o recomponer la representación de los sectores sociales en el comité de paro; otros, en ampliar o reducir el contenido de las exigencias; unos más, en “radicalizar” las acciones de presión o en “aflojar” para no incomodar a la población que no participa (ej. los “protocolos” de Claudia); y, al no identificar el problema principal, se desgastan en debates o acciones no pertinentes para el momento.

Los “nuevos” sectores sociales ya se expresaron y le colocaron un gran reto a las organizaciones sociales tradicionales. Posiblemente esos sectores sociales que recién se asoman a la movilización social, no se vuelvan a mostrar en el corto plazo si no observan un cambio de actitud en los sectores tradicionales. El acumulado del movimiento social tradicional no se puede desconocer pero parece cargar con algunas herencias que ya no corresponden a las necesidades del momento, entre ellas las dinámicas sectoriales, puramente reivindicativas e inmediatistas, y otros legados del mismo tipo.

Es indudable que el movimiento social tradicional debe “volver sobre sí mismo”, reflexionar sobre su estado actual, revisar muchas de sus concepciones y prácticas, y adecuarse a los retos del momento. Lo “anacrónico” debe superarse y experimentar nuevos métodos de trabajo y de acción. No basta convocar nuevas acciones y “paros” si no se reconocen las debilidades de lo existente y las potencialidades de lo que emerge. Ojalá en el Encuentro Nacional se aborde con profundidad este asunto.  



Nota: En el Cauca se realizó el pasado 25 de enero la primera Asamblea Popular en el marco del “paro nacional”, convocada y organizada por la Coordinación de Organizaciones Sociales de la región. Fue un primer ejercicio que deberá ser continuado por múltiples asambleas municipales, de corregimiento, comuna y barrio, a fin de fortalecer las bases sociales de la movilización y sintonizarse con las nuevas realidades de la lucha social y política. Se destacó el papel de la juventud y de la mujer.   



[1] Ver: “El paro nacional, la protesta social autoconvocada y el precariado movilizado” https://cutt.ly/LrREakX ; “No queremos tanto cambiar el Gobierno, sino transformar la sociedad” https://cutt.ly/rrREfV1; “¿Podremos mantener, reactivar y fortalecer el año entrante (2020) el Paro Nacional?” https://cutt.ly/srREjRL; y otros artículos en Rebelion.org y Alai.net.  

[2] El Precariado es una categoría social construida por Guy Standing a partir de sus investigaciones en Europa. Este sector social adquiere características propias de acuerdo a las particularidades de cada país y región, lo que exige un estudio más detallado. No obstante, podemos afirmar que es el “proletariado del siglo XXI”. https://www.alainet.org/es/articulo/203657

jueves, 16 de enero de 2020

DINERO (CAPITAL) ENSANGRENTADO

DINERO (CAPITAL) ENSANGRENTADO
Popayán, 16 de enero de 2020

“No se puede luchar por partes. El sistema es uno sólo, como uno sólo es el poder que nos oprime y asesina”.

Raúl Zibechi

En Colombia se dicen muchas verdades y mentiras sobre el narcotráfico y las economías “ilegales” o criminales; sobre la violencia del Estado, la para-estatal, para-militar, “insurgente”, delincuencial y “común”, y sobre el asesinato de líderes sociales y guerrilleros desmovilizados.

Pero la realidad es que crece exponencialmente el asesinato y la persecución de luchadores sociales. Es un hecho inocultable y doloroso. Y por ello podemos decir que mientras

… exista el narcotráfico y se mantengan las economías ilegales (criminales), la violencia se hará más grave y compleja y seguirán asesinando a los luchadores sociales;

… exista la política de prohibición impuesta por el gobierno de los EE.UU., el incentivo del tráfico ilegal hará que la producción de cocaína sea uno de los negocios más rentables del planeta;

… los grandes centros financieros sean los principales actores económicos que se lucran de lo producido por esas economías criminales y, mientras los pueblos no enfrenten seriamente ese problema, la violencia prosperará y el pueblo sufrirá mucho más;

… las economías agrarias y en general toda la economía colombiana dependa de la exportación de materias primas (no procesadas), los cultivos de coca, el narcotráfico y la minería ilegal seguirán creciendo y haciendo daño;

… las organizaciones sociales y políticas (y las víctimas) piensen que los gobiernos pueden detener esa violencia (así sean gobiernos progresistas o de izquierda), se le estará ayudando al gran capital a engañar a los pueblos;

… se continúe creyendo que los llamados “procesos de paz” son solución al problema de la violencia (como el que se hizo con las FARC), ese “cáncer” seguirá avanzando;

… el problema estructural no se aborde con profundidad, el lugar que ocupan los grupos armados que se desmovilicen será ocupado por otros grupos, cada vez más descompuestos y criminales.

Lo que debemos reafirmar es que el Estado colombiano (y sus gobiernos), no tiene la autonomía, el poder o la voluntad para resolver un problema que es global y estructural, que responde a la crisis del sistema capitalista y a la decadencia de una civilización patriarcal basada en el interés individual de enriquecimiento.

Solo los pueblos que hagan conciencia plena de tamaño reto, pueden auto-organizarse, plantear propuestas que enfrenten las causas estructurales, y forzar soluciones de fondo tanto con su movilización masiva, la construcción de nuevas y propias economías y culturas, y la presión socio-política de tipo global.

De resto (mientras…), seguiremos colocando los muertos y los capitalistas continuarán llenando sus bolsillos con dinero ensangrentado.

Nota: México y Colombia son los mayores ejemplos en América Latina, pero lo mismo ocurre en África y Asia, y en todo el mundo.

E-mail: ferdorado@gmail.com

martes, 7 de enero de 2020

El Poder muestra su esencia criminal

El Poder muestra su esencia criminal

Popayán, 7 de enero de 2020

“La fuerza o violencia se utilizan abiertamente cuando la autoridad fracasa”.
Hannah Arendt

Frente a lo que viene ocurriendo en el mundo, o sea, por un lado, levantamientos y rebeliones populares, y por el otro, golpes de Estado, armamentismo de las potencias globales, y guerras abiertas o encubiertas, es necesario reflexionar sobre el “poder”.

El Poder en una sociedad dividida en clases, etnias, nacionalidades, diversidad de géneros y edades, diferentes culturas, para ser efectivo requiere de cierta legitimidad, legalidad, autoridad, fuerza coercitiva (militar y burocrática), y de un permanente ejercicio dirigido a evitar que los sectores oprimidos y dominados se organicen y debiliten su capacidad de control y dominación.

Hoy ese Poder (ejercido por la gran burguesía financiera global – GBFG) está en la dinámica de controlar en forma absoluta la mente, voluntad, sentimientos y emociones de la población pero se está encontrando con la creciente resistencia de amplios sectores sociales e individuos que al acceder a espacios más cualificados de información, son cada vez más conscientes de que existe ese Poder, y que ese Poder es un obstáculo para el avance de la humanidad y, sobre todo, que es un peligro real para la sobrevivencia de la especie humana en la tierra.

Esos sectores sociales al relacionarse por fuera de las estructuras dominantes (o aún, utilizando conscientemente esas estructuras en su favor), se están convirtiendo en una amenaza para ese Poder, y por ello, al perder legitimidad, legalidad y autoridad, tiene que recurrir obligatoriamente a la violencia. El poder autoritario o dictadura que se había mantenido oculto (usando formas “democráticas”) se ve obligado a mostrar su verdadera esencia autocrática y criminal, y entonces, la violencia y la guerra abierta se convierte en la única herramienta de control y dominación.

Frente a ese Poder autocrático y violento no sirven ni las prácticas pacifistas ni las rebeliones armadas aisladas de la sociedad (movimiento social). Solo la fuerza organizada y masiva de la gente puede enfrentar y derrotar ese Poder. Un “contra-poder” está surgiendo desde las profundidades de la sociedad, lenta y pausadamente, y aunque no es una tarea fácil mantenerlo y fortalecerlo, es la única salida que tienen los pueblos y los trabajadores para avizorar el desmantelamiento de ese Poder y la construcción de una vida decente.

Ese es el reto superior del momento… ¡Y es de vida o muerte!

E-mail: ferdorado@gmail.com