jueves, 26 de noviembre de 2015

ALGO NO CUADRA...

ALGO NO CUADRA…
Popayán, 27 de noviembre de 2015
Lo que sucede con el denominado plebiscito que el gobierno impulsa como mecanismo para refrendar la terminación del conflicto desnuda totalmente las contradicciones del llamado proceso de paz.
Son contradicciones de dos tipos: unas, propias del mismo conflicto armado y de la acumulación de hechos que hacen compleja su comprensión. Otras, son resultado de los errores, incoherencias y desubicación política tanto de las FARC como del gobierno.
Las primeras se pueden ir deshilvanando a medida que se reconstruye la historia. Las segundas, se explican por el distanciamiento con esa historia que muestran los dirigentes de la insurgencia y que los representantes del gobierno parecieran obviar en su afán por firmar los acuerdos e iniciar lo que han denominado “post-conflicto”.
Para hacerlo no era necesaria la refrendación por elección popular. El presidente tiene competencias constitucionales y legales que le permiten aprobar los acuerdos por decreto, asumiendo toda la responsabilidad histórica. Pero su debilidad política, sus vacilaciones frente a la oposición “uribista”, y los errores de las FARC, lo empujaron a proponer ese tipo de refrendación. Ahora… ¡no sabe qué hacer!
El desconocimiento de las contradicciones histórico-sociales, políticas y culturales lleva a que las actuales acciones de las FARC y del gobierno, les preparen el terreno a los enemigos de la paz para obtener un triunfo inédito. Lo contrario de lo que se quería.
La principal contradicción
La principal contradicción consiste en que las FARC son un actor político armado que es reconocido en esa condición por el Estado colombiano pero rechazado por la mayoría de la población.
Debilitar al máximo la imagen de las FARC como un representante genuino de la lucha por la paz y la justicia social fue la principal obra de Uribe. Éste cabalgó durante 8 años sobre los errores de la guerrilla que en 1998 confundió su fortaleza militar con la existencia de un equilibrio de fuerzas y jugó a conquistar el poder por la vía militar.
La ofensiva militar que había desatado la guerrilla de las FARC durante la segunda mitad de la década de los años 90s, fue continuada después del rompimiento de los diálogos con el gobierno de Pastrana en 2001. La creencia de la inminencia del triunfo militar justificaba –ante su extraviada y delirante mirada–, los atentados contra la infraestructura productiva, vial, eléctrica y de comunicaciones que afectaba enormemente a la población, así como los llamados secuestros individuales y masivos que los desconectaron totalmente de la mayoría de la población.
Ese error estratégico, que la dirigencia insurgente no ha reconocido todavía, les impide entender el por qué las personas por las cuales lucharon toda su vida, hoy los desestimen como sus representantes políticos y los vean como una amenaza para la paz, la tranquilidad y el progreso del país.
Es parte de la tragedia de las FARC que al igual que algunos dirigentes políticos de izquierda hoy derrotados en las urnas, plantean, no que ellos se equivocaron, sino que la gente no los entendió.
¿Cómo las FARC llegaron a esa situación?
Esa grave contradicción puede ser reconstruida y explicada siguiendo los diversos hechos que llevaron a las FARC a evolucionar e involucionar en el tiempo. Pasaron de ser una pequeña guerrilla ambulante en zonas de colonización a convertirse en un poderoso ejército con frentes en todo el territorio nacional. Al principio, la insurgencia contaba con el apoyo de los campesinos colonos que los veían como una especie de policía rural y, a la vez, como unos idealistas soñadores en la revolución. Sin embargo, posteriormente en su carrera por el poder se echaron encima la enemistad y el odio de los campesinos medios y ricos, de hacendados y terratenientes, de clases medias y habitantes de pueblos que sufrieron de una u otra forma la alucinación insurreccional de una fuerza militar económicamente poderosa pero aislada totalmente del conjunto de la población.      
La guerrilla no comprende ese pasado. Lo niega como el esposo psicótico que no quiere reconocer la violencia intrafamiliar. Y por no entenderlo, en el proceso de los diálogos se equivoca al exigir al gobierno una serie de cambios políticos, económicos, sociales e institucionales que el pueblo colombiano requiere con urgencia pero que, pierden totalmente el apoyo de la población al ser reivindicados por las FARC.
No logra la insurgencia entender que debería ir por unos mínimos para desmovilizarse e integrarse a la sociedad y permitir que sea la población organizada la que consiga dichos cambios en forma pacífica y civilista.
En esa lucha aislada –que pareciera ser el fruto de una negación histórico-psicológica–,   la guerrilla se queda únicamente con el respaldo de sectores sociales cercanos a la insurgencia y de una ínfima representación política de la izquierda fariana.
La paradoja del momento actual
El resultado es que entre más exija la guerrilla, más rechazo genera entre la población. Esa es la paradoja del momento. Es la manifestación concreta de esa contradicción.
Igualmente, el gobierno en su afán por firmar los acuerdos, pasa por encima de esa contradicción y –así no lo quiera–, refuerza la resistencia popular a la forma como se está concertando la terminación del conflicto armado. Entre más ceda, más resistencia se acumula entre las mayorías nacionales.
Y así llegamos al tema del plebiscito por la paz y el bajo umbral para aprobarlo (13% de los potenciales electores). Realmente es un adefesio jurídico y un grave error político. La supuesta “paz” no se puede conseguir de espaldas a las mayorías.
Es urgente la terminación del conflicto armado pero siempre se planteó que era un paso para fortalecer la democracia. Por eso, algo no cuadra...
Si los que apoyamos el proceso de paz no podemos ganar un plebiscito por mayoría simple… ¿cómo es que se propone por parte de la insurgencia la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente?
Los afanes e incoherencias de Santos y sus asesores les preparan un triunfo insólito a los enemigos de la paz. A Uribe le quedará muy fácil ganar con un NO mayoritario ese espurio e ilegítimo plebiscito.
Si las mayorías populares no apoyan la forma como se quiere concertar la terminación del conflicto armado, las FARC tendrán que pensar en otro tipo de actitudes y de acuerdos.
Por ello, quienes ensillan el “post-conflicto” sin tener las “bestias” del consenso nacional en torno a los acuerdos de paz, no tienen en cuenta que de persistir el gobierno y las FARC en esos errores e incoherencias, la derecha uribista se va a alzar con el próximo gobierno (2018) y entonces, el "post-conflicto” será más armado y violento que el conflicto que se quiere superar.  
Definitivamente... ¡algo no cuadra...!
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter:@ferdorado

jueves, 19 de noviembre de 2015

LO QUE HACEN EN SIRIA LO APRENDIERON EN COLOMBIA


Popayán, 19 de noviembre de 2015

Los imperios aprendieron a instrumentalizar a su favor todo tipo de conflicto armado.
Lo que hacen en el Próximo y Medio Oriente (Siria, Líbano, Palestina, Irak, Afganistán, Kurdistán, etc.) lo aprendieron y perfeccionaron en Colombia.
Ya no les importa si los "guerreros" tienen ideología, religión, nacionalidad, etnia u otros intereses. Los utilizan primero y después los desechan.
Sus fines son diversos y complejos:
- Degradar la guerra y quitarle apoyo popular a todos los combatientes;
- Apoderarse de los recursos naturales debilitando al máximo el poder de negociación de los gobiernos, así sean sus "amigos";
- Generar caos y desesperación para poder intervenir desde afuera;
- Arrodillar al máximo a los gobiernos y a la población;
- Desinformar y aterrorizar a su propia gente con amenazas externas;
- Destruir infraestructura para hacer más dependientes las regiones intervenidas y volver a "reconstruir" con sus propios contratistas;
- Mermar el número de habitantes en el mundo, según ellos los recursos sólo alcanzarán en el futuro para 500 millones de personas;
- Tensionar y llenar de nervios a las personas para:
1. bajarle la moral e incentivar el pesimismo; 

2. que se sienta insegura, se encierre y sospeche de todo el mundo;
3. que acepte intervenir todas las comunicaciones y acabar con la intimidad;
4. hacerla dependiente de todo tipo de adicciones que es la base del consumismo obsesivo: alcohol, droga, religión, entretenimiento, comida, trabajo, artificios electrónicos, pornografìa, etc.
5. acabar con el pensamiento crítico
6. militarizar el mundo.
Y seguramente, tienen muchos más objetivos... ¡algo hay que hacer!

miércoles, 18 de noviembre de 2015

COLOMBIA: ¿PUEBLO INDOLENTE?

Popayán, 17 de noviembre de 2015
Algunos dicen que nuestro pueblo es indolente y merece vivir como está: manipulado, desorientado, desconcertado, explotado y demás.
Pero pienso lo contrario. Ese “pueblito indolente” como lo llaman algunos, ha dado más muestras de rebeldía y dignidad de lo que muchos piensan.
Qué decir de la revolución de los comuneros, las guerras de independencia, la “quintiniada”[1], la masacre de las bananeras, la violencia de los años 50s, las luchas campesinas e indígenas que no han cesado nunca, el paro cívico de 1977, y en general, las luchas de resistencia heroicas y calladas que nuestro pueblo ha desarrollado a lo largo de los tiempos.
Gaitán, lo entendió... sin embargo falló con su egolatría y soberbia (parecida a la de Petro, se sentía de una clase superior, tenía cierto complejo arribista) que era la base de su caudillismo, la incapacidad para crear organización y equipos colectivos. Confió en la “sensatez” de la oligarquía y el imperio, y claro, dio papaya. ¿Culpa de quién? ¿Del pueblo?
Camilo Torres Restrepo, a pesar de su genio, capacidad y espíritu de sacrificio, se ilusionó con una insurrección popular que sólo estaba en su cabeza.
Jaime Bateman, que era genial como los anteriores, se confió de sus amigotes burgueses y el imperio lo asesinó como lo hizo con Roldós y Torrijos. Confiaba en la burguesía, su social-bacanería no lo dejó ser tan consciente de su fuerza y del inmenso apoyo popular que tenía detrás de sí. Lo poco o mucho que hoy administran Navarro y Petro, realmente viene de la fuerza popular que logró generar este mago.
Y qué decir de Marulanda, era fruto de este pueblo... un estadista natural surgido en el monte, en la resistencia alimentada de espíritu indígena y verraquera “paisa”.
Y seguiría la cuenta, cada dirigente del PSR, PCC, MOEC, ELN, EPL, FARC, MOIR, M19, y de la izquierda legal de ahora, representa las diversas fuentes rebeldes y revolucionarias de nuestro pueblo, pero cada uno, un poco más o un poco menos, nos hemos equivocado.
¡No el pueblo...! Éste es inmensamente superior a sus dirigentes como lo sabía Gaitán, y si hoy está “postrado” y “humillado” es porque no somos capaces de interpretarlo y él no ve una salida... prefiere esperar...
Ya vienen los jóvenes a darle la mano... ya vienen!!!!
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado



[1] Rebelión indígena en las regiones del Cauca y Tolima encabezada por Manuel Quintín Lame Chantre, y protagonizada por pueblos nasas, pijaos, paniquiteños, totoróes, jebalás, noviraos, guanacas, yalcones y otros, entre 1910 y 1918.   

martes, 17 de noviembre de 2015

“PARIS EN LLAMAS”: TERROR AL SERVICIO DE LA DESINFORMACIÓN Y EL SAQUEO

Popayán, 20 de noviembre de 2015
“No hay temor alguno en el amor”
I Ching
“La dictadura con guantes de terciopelo inicia su marcha”
Thierry Meyssan
“El enemigo de nuestro enemigo, es peor que nuestro enemigo”, dice Anthony Cordesman del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales refiriéndose al Emirato Islámico de Irak y Siria (ISIS) y al presidente sirio Bashar al Assad. (http://bit.ly/1lyzU6h). Así de compleja es la realidad del mundo actual.
Y el presidente ruso Vladímir Putin en la pasada Asamblea General en Nueva York dirigiéndose a los gobiernos de los países occidentales que alimentan la guerra en el Próximo y Medio Oriente, les pregunto en tono de reproche: “¿Se dan cuenta de lo que han hecho?” (http://bit.ly/1QSydwx)    
La respuesta –en parte– nos la dan los hechos ocurridos en París el pasado 13 de noviembre. Pero también, lo sucedido 2 días antes en Beirut (Líbano), la actual toma de un hotel de turismo en Bamako (Malí), y tantos hechos luctuosos que giran alrededor de la intervención militar directa de los EE.UU., la OTAN, Rusia y China en la guerra de Siria.
Todo ello nos obliga a reflexionar sobre la actual situación. Mucho tiene que ver con nuestra región latinoamericana y colombiana. Todo está conectado, solo falta “ver”.
Breve pero necesaria historia
Los imperios europeos después de la primera guerra mundial desmembraron lo que quedaba del imperio otomano. Crearon una serie de “países o naciones” artificiales e incentivaron las diferencias históricas que existían entre la infinidad de pueblos que habitan esa región (árabes, persas, medas, kurdos, afganos, semitas, palestinos, turcos, etc.) y entre las diferentes tendencias religiosas, especialmente entre los musulmanes chiitas y sunníes.
Toda esa intervención y repartimiento giró alrededor de apoderarse del petróleo y controlar una región que siempre –desde que se conoce la historia–, ha sido parte vital y estratégica del mundo. Allí se concentran todas las civilizaciones del continente euro-asiático, es el núcleo de la ruta de la seda, y los estrechos de Ormuz y del Suez son paso obligado por mar.
Sin embargo, después de la segunda guerra mundial surgió en el mundo árabe un fuerte movimiento nacionalista que siguió los pasos independentistas de la India, China, Corea y Vietnam. El egipcio Gamal Abdel Nasser y el tunecino Habib Bourguiba fueron sus principales figuras. El “panarabismo” influyó en todo el mundo árabe y musulmán. Fue un proceso parecido al que vive hoy América Latina. Surgieron partidos políticos nacionalistas como el Baaz en Irak y Siria, y después aparecieron líderes como Muammar Kadhafi.
Durante la segunda mitad del siglo XX –a pesar de las contradicciones internas, las rencillas y las divisiones–, los países árabes productores de petróleo consiguieron mantener una relativa autonomía política frente a los gobiernos y grandes consorcios capitalistas, que forcejeaban por someter a esos pueblos y gobiernos para tener un control absoluto de los hidrocarburos.
La revolución islámica iraní en 1979 contra el Sha Mohammad Reza Pahlevi, fortaleció la Organización de Países Exportadores de Petróleo que había sido creada en 1962. A pesar de la guerra y a causa de ella, dichos gobiernos comprobaron la importancia de controlar la producción de hidrocarburos para manejar a su favor el precio internacional de los combustibles. Posteriormente, en 2001, con el empuje que le da el presidente Chávez a la OPEP, el petróleo alcanza precios que incomodan en grado sumo a los gobiernos corporativos de las potencias económicas de occidente.    
De cómo los imperios instrumentalizan la “primavera árabe”
A principios de 2011 explotan las contradicciones sociales, políticas y culturales en el mundo árabe. La crisis económica y la política anti-inmigrante de los países europeos, fueron su principal detonante. Jóvenes tunecinos y después egipcios, encabezan la rebelión contra sus propios dictadores. Se desarrollan verdaderas revoluciones democráticas pero no existían fuerzas organizadas progresistas que las apoyaran y condujeran. La izquierda tradicional estaba casada con los residuos de los viejos gobiernos nacionalistas que habían mutado hacia la autocracia y la corrupción. Se presenta un vacío de poder que es el origen del actual caos.
Los imperios aprovechan la ocasión. Al principio vacilan pero muy rápidamente se dan cuenta que pueden canalizar esos movimientos en su favor. No van a permitir que surjan movimientos democráticos laicos y respetuosos de las diversas religiones, que pusieran en peligro el relativo control que tenían. Empero, ven la oportunidad de desestabilizar la región para debilitar los gobiernos y recuperar totalmente su control. Arabia Saudí fue su gran aliado. 
Muammar Kadaffi les ayuda involuntariamente. Su reacción violenta y criminal ante la provocación organizada en Bengazi por los EE.UU., que usa comandos de Al Qaeda y militantes salafistas, es el motivo que presentan ante la comunidad internacional para legitimar su “intervención humanitaria”[1]. Dicha política está basada en la teoría del “paternalismo liberal” que diseñaron sus asesores expertos en “genocidio y teorías conspirativas”.
Finalmente, lo aprendido en Vietnam, Centroamérica, Colombia, Kosovo, Afganistán, Irak y Libia es lo que están aplicando en Siria con lujo de detalles. 
Enemigos creados para generar miedo
El Emirato Islámico de Irak y Siria (DAESH o ISIS) es una creación del gobierno de los EE.UU., hoy sostenido por poderosos inversionistas de Arabia Saudí y Qatar. Eso ya lo sabe todo el mundo pero lo tratan de ocultar. Hoy ese poder tiene control territorial en Irak y Siria, cobra impuestos, explota y vende petróleo a Turquía y otros países, y ha construido una especie de “franquicia del terror” que actúa en muchas partes del mundo.
Lo anterior se explica porque el poder capitalista global necesita de un enemigo tenebroso y lóbrego. Ellos mismos lo construyeron. Su objetivo es atemorizar a sus propios pueblos. Tratan de ocultar la grave situación económica y ambiental que vive el mundo. Quieren tapar la crisis sistémica que vive el capitalismo. Y claro... justificar su intervención armada en la región más estratégica del continente euroasiático.
Dentro de su estrategia mediática han logrado que los medios de comunicación valoren las cosas de una forma totalmente ilógica y desproporcionada. Si un joven suicida, apasionado y desorientado asesina a inocentes en las calles de una ciudad del mundo “desarrollado” usando una capucha y alguna arma... ¡es un terrorista desalmado...!
Pero, si el presidente de una poderosa nación ordena matar a cientos de miles de personas inocentes utilizando drones y bombas de destrucción masiva... ¡es un defensor de la democracia, la libertad y la cultura universal…!
Siembra vientos y cosecharás tempestades
Debemos recordar en forma reiterativa que los EE.UU. y Europa arrasaron desde hace un siglo con los pueblos del Norte de África y del Medio Oriente. Recientemente Libia, Egipto, Sudán, Afganistán, Irak, Siria y Palestina han vivido verdaderas guerras de despojo.
Hoy esos pueblos –en medio de su desesperación y dolor–, devuelven los golpes de múltiples maneras. No es algo consciente ni planificado pero es contundente y real. Entre esas reacciones están las migraciones masivas hacia Europa que nadie puede detener. También, la violencia fanática e indiscriminada que se origina en el odio y el resentimiento.  
El infierno creado por los imperios toca a sus puertas. Es lo que ocurre independientemente de nuestra voluntad.
La ignorancia es atrevida
Muchos europeos y norteamericanos creen que en los países “desarrollados” viven “bien” o más o menos “bien” (con comodidades) porque son más inteligentes, más disciplinados y trabajadores que las personas de otros continentes.
No saben o se hacen los locos, que sus imperios (inglés, norteamericano, francés, holandés, alemán, español) se enriquecieron robando y saqueando los recursos y el resultado del trabajo de los países de los demás continentes.
No saben o no quieren saber que los más grandes terroristas son sus propios gobiernos.
Por eso, cuando el mundo “civilizado” no reacciona... todo se desata. ¿Quién es el pueblo sojuzgado? 10 millones de desplazados y 220 mil muertos en Siria, generan todo tipo de barbarie. ¿Justa o injusta? El mundo se ha degradado y los pueblos hemos dejado pasar mucha agua bajo el puente.
El problema no es religioso. Estos muchachos suicidas no son ni siquiera “fundamentalistas”. Son jóvenes frustrados y manipulados que quieren pasar a la otra vida haciendo algo heroico.  Ellos no son el verdadero problema, es todo el entorno global, imperial, colonial, el consumismo alienante, la crisis del capitalismo, la falta de valores, lo que crea estos fenómenos.
Y en últimas, son esos mismos gobiernos y la gran burguesía financiera los que se aprovechan para hacer creer a su población que es una lucha entre el “bien” y el “mal”, entre la democracia y el autoritarismo, entre la libertad y el fanatismo, entre “occidente” y “oriente”.
Y claro que no es así. Sin embargo, lo real, es lo que ocurre y golpea. A quienes más les conviene entender lo que ocurre de verdad es a los europeos, para que enfrenten a sus propios gobiernos criminales.
La gravedad del momento y un punto de quiebre
El mundo está al borde de una guerra generalizada, más cruel y degradada que la que viven y sufren los pueblos del Norte de África y del Medio Oriente.
Los pueblos y los trabajadores del mundo entero no deben caer en la trampa de solidarizarse e igualar a todas las víctimas sin explicar las causas, los causantes y los verdaderos perpetradores del llamado “terrorismo islámico”, que son los mismos gobiernos de los EE.UU. y Europa (OTAN).
Una política de apaciguamiento hacia los EE.UU. y hacia Europa sólo agrandará el problema.
Las víctimas del mundo desarrollado no son víctimas del terrorismo islámico. Son víctimas de sus propios gobiernos, de la manipulación de los medios y de su propia indiferencia con unas guerras que les permiten a sus gobiernos y clases dominantes, expoliar a los pueblos de otras naciones y con esa riqueza calmar a sus pueblos con pequeñas dádivas.
La solidaridad que se requiere debe partir de la denuncia de los verdaderos criminales, de los que crearon y utilizaron a Osama Bin Laden, de los que financian al Estado Islámico, que son los que posan de demócratas y defensores de la libertad.
El llamado a la Paz debe estar dirigido a los gobiernos de los países agresores. Obama, Merckel, Hollande, Cameron, Rajoy, etc., son los responsables de la violencia que hoy sufren millones de inocentes, entre ellos, las víctimas de París.
La situación en Siria evoluciona a pasos agigantados y… es muy grave...!
Muchos analistas relacionan la situación de Siria con la de la desmembrada Libia. Hace cuatro años todas las potencias –incluidas Rusia y China– se coaligaron para derrocar y sacrificar a Kadhafi. Sin embargo, ahora es más grave. Por entonces, Rusia y China consiguieron morder algo del petróleo y de los negocios de Libia.
Además, el momento daba para que la rebelión árabe creciera y a esas potencias tampoco les interesaba un levantamiento general en la región. También, la posible desestabilización económica era su prioridad. No la querían ni soportaban. Por ello negociaron con la OTAN, y... Libia fue repartida y descuartizada una vez más.
Ahora con Siria la situación es mucho más compleja. Rusia y China no pueden ceder. Es territorio de su influencia. El petróleo es poco pero los intereses geo-estratégicos son muchos. No pueden dejar colgado a Al Assad y a Irán.
Es evidente, Rusia ataca a ISIS pero lo hace para sostener su influencia en Siria. Si Al Assad llegara a caer (que es poco probable pero no imposible), Putín necesita sostener un gobierno aliado o cercano. Allí está la complejidad del asunto.
Es seguro que ese conflicto seguirá calentándose. EE.UU. ya sabe cómo es el negocio, por eso quiere moderar a Europa y llegar a acuerdos con Rusia.
Pero Francia y los países europeos son los que están recibiendo la presión de los inmigrantes sirios, árabes y africanos, y del llamado "terrorismo islámico".
Y el DAESH o Estado Islámico de Irak y Siria sabe dónde golpear.
El seguimiento a éste conflicto es apasionante. Allí se desnudan todas las contradicciones del mundo contemporáneo, el posterior a la caída del muro de Berlín. La gran burguesía financiera global no logra ponerse de acuerdo. Los bloques geo-políticos se fracturan y el mundo puede estallar...!
A manera de conclusión
Los imperios aprendieron a instrumentalizar a su favor todo tipo de conflicto armado.
Lo que hacen en el Próximo y Medio Oriente lo perfeccionaron en conflictos anteriores.
Ya no les importa si los “guerreros” tienen ideología, religión, nacionalidad, etnia u otros intereses. Los utilizan primero y después los desechan.
Sus fines son diversos y complejos:
- Degradar la guerra y quitarle apoyo popular a todos los combatientes;
- Apoderarse de los recursos naturales debilitando al máximo el poder de negociación de los gobiernos, así sean sus “amigos”;
- Generar caos y desesperación para poder intervenir desde afuera;
- Arrodillar al máximo a los gobiernos y a la población;
- Desinformar y aterrorizar a su propia gente con amenazas externas;
- Destruir infraestructura para hacer más dependientes las regiones intervenidas y volver a “reconstruir” con sus propios contratistas;
- Tensionar y llenar de nervios a las personas para:
1. Bajarle la moral e incentivar el pesimismo;
2. Que se sienta insegura, se encierre y sospeche de todo el mundo;
3. Que acepte intervenir todas las comunicaciones y acabar con la intimidad;
4. Hacerla dependiente de todo tipo de adicciones que es la base del consumismo obsesivo: alcohol, droga, religión, entretenimiento, comida, trabajo, artificios electrónicos, pornografía, etc.;
5. Acabar con el pensamiento crítico[2];
6. Militarizar el mundo.
Y seguramente, tienen muchos más objetivos... ¡algo debe hacer la humanidad para derrotar ese “Leviatán”!
Hasta la paz de Colombia se juega en esos escenarios
Nota: Colombia no puede hacer la paz interna para involucrarse en la guerra del Medio Oriente como lo pretende el presidente Santos. Debemos decir NO a la participación de tropas colombianas bajo el mando de la OTAN.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado



[1] Sunstein, Cass R. y Vermeule, Adrian. “Conspiracy Theories”.  Harvard Law School, 2008.

[2] Los creadores del “liberalismo paternalista” plantean las siguientes fórmulas para aplicar a su propia población: 1. El gobierno puede prohibir las teorías conspirativas; 2. El gobierno podría imponer una especie de impuesto, financiero o de otro tipo, a quienes difundan tales teorías; 3. El gobierno podría implicarse en un contradiscurso para desacreditar las teorías conspirativas; 4. El gobierno podría contratar partes privadas creíbles para que se impliquen en un contradiscurso; 5. El gobierno podría implicarse en la comunicación informal con las terceras partes y estimularlas. Óp. Cit. “Conspiracy Theories”.  

lunes, 16 de noviembre de 2015

Reflexiones de una colombiana en París

Todo pasa a través de una pantalla. La del celular, a eso de las 10 y media, cuando supe por un post de El País que algo grave estaba pasando en el centro de París. La del televisor, donde las imágenes desplegaban la tensión de los policías al exterior del Bataclan, el terror de los que habían logrado escapar, lo indecible de los que yacían en el piso. Prácticamente no he salido desde que todo ocurrió. Sólo a la oficina de correos. Todo parecía normal en mi barrio, comercios abiertos, filas matutinas en las panaderías, gente paseando a sus perros. Pero aunque no he salido mucho de mi casa, he participado del terror a través de mis pantallas.

En la madrugada, después de que ya se había “dado de baja” a los asesinos y la situación en la sala de conciertos estaba bajo control, nos fuimos a dormir. Una colombiana y un polaco que se encontraron en París. Horas antes, cuando Hollande anunció el cierre de fronteras nos miramos y no tuvimos que decir nada. Somos inmigrantes, como tantos otros habitantes de esta ciudad y lo que pasó ayer nos afecta, nos duele, nos da miedo. Tal vez porque París es un corazón del mundo. Tal vez porque el mundo es un solo corazón que late fuerte y entero. Tal vez porque ambas cosas son ciertas y entonces, al miedo le sigue el dolor. Por los que murieron este viernes en París, por nuestros amigos que lograron escapar con vida del concierto y que ahora nos hablan con voz temblorosa por el teléfono. Pero también por los Otros.

Para continuar esa experiencia mediada por las pantallas, al día siguiente Facebook explotaba de publicaciones, estatus y discusiones acaloradas en torno a los hechos en París. Al lado de los que se solidarizaban sin reparos con las víctimas francesas y sus familias, estaban los que no podían impedirse el llamar la atención sobre la desproporción entre la importancia acordada a la tragedia en Francia y la que se le da a otras ocurridas en otros lugares del mundo. Algunos hablaban de hechos concretos: las explosiones en Beirut, dos días antes, que habían dejado 45 muertos, los cientos de miles de muertos y los millones de desplazados en Siria. Otros se contentaban con sospechar la existencia de otras tragedias que serían totalmente ignoradas por los medios de comunicación. Y unos cuantos más comenzaban precoces campañas de solidaridad con poblaciones árabes y musulmanes susceptibles de sufrir persecución y discriminación. La mayoría dejando en evidencia, sin embargo, la crasa ignorancia que sobre esos Otros se cultiva.

Los Otros. No hablemos ni siquiera del “enemigo común” actual en esta parte del mundo, el Estado Islámico, o de sus soldados, los jóvenes que día a día son manipulados psicológicamente en Francia, reclutados para morir matando. Ni siquiera hablemos ahora de ellos, demasiado ajenos al corazón de los ciudadanos de bien en este momento.

No, hablemos de esos Otros que surgen difusamente en los estatus de Facebook. Porque estas tragedias que ocurren en las grandes metrópolis del mundo siempre imponen el tema de todas las demás que se han ignorado antes. Hablemos de todos esos que sospechamos sufriendo, de todos esos ignorados por los que tanto se indignan algunos en Facebook. ¿Quiénes son ellos? ¿Los sirios? ¿Los nigerianos? ¿Los que mueren día a día en la Guajira? 

Son Ellos. Son una palabra que se queda corta para aprehender el miedo y el dolor, los matices de cada conflicto. Son lo que se esconde detrás de la ilusión de una realidad única, global y redonda que construimos con nuestras pantallas. Son los que habitan, como nosotros, otros fragmentos de una realidad que forzosamente hemos de experimentar a pedazos. 

El sábado, un analista político decía en un panel televisivo que los franceses no se han dado cuenta de que su país está en guerra. El primer ministro también lo afirmó categóricamente, en televisión: “estamos en guerra”. Internet retoma esas declaraciones, las transforma, las agranda, las minimiza, les da una pluralidad de sentidos. Quizás algunos de esos Otros tomen forma al volverse parte de ese nosotros que está en guerra.

De cualquier forma, es el momento –siempre lo es- de aprender a servirnos de los medios de comunicación, en un sentido amplio y actual: la prensa, la televisión, la radio, internet, las redes sociales. Es el momento –hace tiempo lo es- de comprender que ellos no pueden darnos más que visiones fragmentadas de la realidad, incluso los mejores de ellos. Es nuestra responsabilidad individual el ser conscientes de ello, el escoger bien nuestras fuentes de información, el diversificarlas. Pero sobre todo, es nuestra responsabilidad ser conscientes de los muros que se construyen en el discurso y que transforman a esos Otros en seres inaprehensibles para nuestro pensamiento. 

El sábado en la noche vi que unos vecinos del edificio de enfrente habían puesto una velita en el alféizar de la ventana. Internet me contó que era una tendencia en París, poner una velita en la ventana en memoria de las víctimas. Yo también prendí mi velita, yo también me asomé a la ventana y me sentí triste. Es el pedazo de realidad que me toca a mí, que me afecta, que me da miedo, que me preocupa, no puedo salirme de mi posición en el mundo tampoco. 

Mientras termino de escribir nos preparamos para salir a visitar a un amigo que logró escapar con vida del Bataclán. Esa noche había ido a ver los Eagles of Death Metal y alcanzó a presenciar los primeros momentos de la balacera, hasta que el amigo con el que estaba reaccionó y lo instó a intentar escapar, como lograron hacerlo varias personas antes de que los hombres armados tomaran control del lugar. El sábado por fin hablamos por teléfono con él. Su voz temblaba, no parecía el mismo. 

Tomado de Semana.com: http://www.semana.com/mundo/articulo/terrorismo-en-francia-reflexiones-de-una-colombiana-en-paris/450066-3

sábado, 14 de noviembre de 2015

El fracaso de las minorías iluminadas


Popayán, 14 de noviembre de 2015

El "buen partido" (Nuevo Proyecto Político) está en construcción. 
Por ahora la principal tarea es impulsar una "corriente de pensamiento" que contribuya a aclarar - ojalá - todos los temas, incluyendo las características de ese proyecto, su relación con el movimiento social organizado y no organizado, su relación con el "poder", tanto con el "Estado heredado" como con el "Estado" que se requiere construir para derrotar la resistencia del capital.
En todos estos temas hay que replantear muchas cosas sobre todo el fracaso de las revoluciones políticas que son "dirigidas" y "conducidas" por minorías supuestamente iluminadas, sabias y eternamente "certeras", que es lo que ha llevado a tantos errores y horrores.
Estudiar, probar, ensayar, errar y corregir rápidamente, volver a mirar, estimular el pensamiento crítico, aprender de todos incluyendo de los capitalistas y burgueses, que hasta ahora, y esto puede sonar a blasfemia, es la clase más revolucionaria de la historia y a la vez, se ha ido convirtiendo en la más reaccionaria y criminal.

Atentados en París: acción criminal y grito de desesperación

Popayán, 14 de noviembre de 2015
Además de condenar el "extremismo" hay que explicarlo.

 Lo que todas las potencias (occidentales y orientales) hacen con Siria, no tiene nombre. Un pueblo acorralado y desesperado produce crímenes y tragedias como las ocurridas en París. 

Si EE.UU., que no está invadido ni agredido, genera criminales psicóticos a cada rato, que decir de un pueblo y una nación que ha sido arrasado. 

Son más de 220 mil muertos y 10 millones de desplazados. 

Sin justificar este tipo de hechos contra inocentes, lo que estamos apreciando es un grito de desesperación suicida. 

En el fondo esos jóvenes suicidas están pidiendo ayuda, así como lo hacen esos sociópatas estadounidenses que asesinan "sin razón" en medio de su locura.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

DIÁLOGO ENTRE UN REALISTA Y UN INQUIETO...

Por: Fernando Dorado, activista social

Realista: Es preferible una "paz neoliberal" ("perrata", limitada) a un conflicto armado instrumentalizado por el gran capital.

Un inquieto: ¿Pero sin devolver una hectárea? ¿Sin reparación? ¿Las 6 millones de víctimas que se vayan para el semáforo? ¿Y las 6 millones de hectáreas para los 100 ricos?

R: Por ahora sí. No hay de otra. No depende de nosotros, es la correlación de fuerzas. Para lograr lo que Usted pide habría que esperar a hacer la revolución democrática que intervenga y acabe con el gran latifundio. Y esa revolución no se pudo hacer por la vía armada. Por el contrario, esa vía armada bloqueó cualquier posibilidad de cambio.  

UI: Y.. ¿entonces?

R: Lo que se necesita es despejar el terreno (transición) para poder más adelante, recuperar pacíficamente esas tierras y muchas más para los campesinos y productores agrarios.

UI: ¿Por qué ahora no se puede?

R: Por ahora no hay fuerza para lograrlo. Si la hubiera, si el pueblo tuviera esa fuerza, si los campesinos estuvieran organizados o los desplazados permanentemente movilizados, los acuerdos de la Habana serían diferentes.

¿Me dejo entender? Son los hechos, no dependen de nuestra voluntad. La tarea del momento es política, es RECUPERAR por parte de las fuerzas democráticas y populares, la bandera de la paz, y construir reconciliación para garantizar una convivencia pacífica. Aislar y derrotar a los guerreristas, es la tarea del momento.


UI: Uff... si, entiendo. La sola paz ya es un triunfo. El conflicto armado fue utilizado para despojar al campesino y al indígena. Ahora hay que cambiar de estrategia para recuperarlas. Por eso es que no quieren la paz. He entendido.

E-mail: ferdorado@gmail.com – Twitter: @ferdorado

domingo, 1 de noviembre de 2015

"MARGUERITE", COLOMBIA Y LOS COLOMBIANOS

Por Fernando Dorado, activista social
Se presenta en Bogotá “Marguerite”, una extraordinaria película francesa[1]. Cuenta la historia de una rica baronesa que ama la música y cree tener voz de soprano. Su esposo, empleados, sirvientes y favorecidos de sus donativos, le siguen el juego. El engaño es fruto de cierta lástima y solidaridad sincera pero también, del interés trivial de quienes le acolitan el delirio.
Su insistencia por convertirse en estrella de ópera la lleva a confrontarse con un público real. Frente a él, en medio de una situación ridícula y grotesca, hace un último esfuerzo y logra un instante de maravilloso desempeño musical. Eso la convence de ser quien cree ser. Al final, en un gramófono escucha su estridente voz. No aguanta la verdad y fallece. De lo cómico se pasa a la tragedia; de lo prosaico a lo sublime; de la vida a la muerte. Solo queda la tristeza.
La lección es evidente: casi todos inventamos representaciones basadas en nuestra necesidad de reconocimiento. Diferentes entornos y situaciones nos hacen creíble la personificación idealizada. Si tenemos el talento o la capacidad para representar ese papel, todo irá bien. Si es un auto-engaño, nos estrellamos contra el mundo. Sufrimos y hacemos sufrir a otros.
Esa situación relatada de manera magistral por el cineasta francés me lleva a pensar en la tragedia colombiana. Colombia toda y muchos colombianos pareciéramos sufrir de ese espejismo. Nos creemos “la más antigua y estable democracia de América Latina” pero a la vez sufrimos “el conflicto armado sin negociar más antiguo del mundo”[2].
Cada cuatro años creemos tener la “mejor selección del mundo” y nos vemos como campeones pero, la realidad nos pone a tierra con crueldad: o no pasamos de las eliminatorias o ni siquiera llegamos a octavos de final. Y siempre le achacamos la culpa a “otros”, un árbitro, la mafia de la FIFA o algo parecido.
Colombia y los colombianos sufrimos la enfermedad bipolar o tripolar. A diario desvariamos. En medio de nuestra tragedia vivimos felices. Por algo el programa más popular es “sábados felices”. Convertimos nuestros dramas de violencia y narcotráfico en unos novelones exitosos que producen miles de millones de pesos a sus productores e inversionistas. “¡Somos un caso!”, decimos.    
Y al igual que Marguerite vivimos momentos sublimes pero instantáneos. No “coronamos”: siempre dejamos la tarea empezada. La “revolución en marcha” de López Pumarejo; la “restauración moral de la república” de Gaitán; el “acuerdo sobre lo fundamental” de Álvaro Gómez Hurtado y el M19 que le dio vida a la Constitución de 1991. Ojalá el actual proceso de paz no sea otra frustración.      
Y en política nos ocurre lo mismo. Tenemos por ahí a quién se creía el gran estratega de la revolución, construyó tácticas y estrategias que jamás consiguieron el favor de nadie y de pronto, se encuentra solo y desvalido por la séptima como cualquier parroquiano. O aquel, que se sentía predestinado a ser presidente de la República y –hasta buenas ideas tenía–, pero fue incapaz de armar un equipo, le dio por mirar a todo el mundo desde la altura de sus ilusiones y, súbitamente, la realidad lo despierta convertido en un exalcalde más.
Ahora tenemos frente a nuestros ojos a quienes se sienten salvadores de nuestro pueblo. Sueñan con una entrada triunfante a Bogotá. Creen que saben cantar y que están sintonizados con el pueblo. Una corte de áulicos les alimenta el mito heroico. Algunos de ellos son sinceros y honestos porque viven con intensidad la quimera. Otros, simplemente les interesa mantener el espectáculo porque se aprovechan de él. Igual que en la cinta.
Los siento tan lejos de la realidad que me aterroriza su reacción… cuando despierten. El verdadero reto será cuando se encuentren con el grueso de la sociedad civil. Ojalá en el camino vayan encontrando sinceros amigos que los hagan aterrizar. Si ello no ocurre el desenlace puede ser fatal. La realidad es cruel y a veces, insoportable.
Que lo diga Marguerite y quienes han visto la película.
Bogotá, 1° de noviembre de 2015
Email: ferdorado@gmail.com – Twitter: @ferdorado




[1] Marguerite (2015), sexto largometraje del prolífico realizador Xavier Giannoli.             
[2] Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura y Paz de Barcelona. “Anuario de Procesos de Paz”, Barcelona, 2012. 

UN BURGUÉS DECENTE


Por Fernando Dorado

Un sector de la élite colombiana quiere, por fin, construir algo de decencia en nuestro país.

El último burgués de ese tipo fue Luis Carlos Galán S., pero su propio partido penetrado de mafias e intereses burocráticos lo traicionaron. Y lo mataron.

La izquierda armada y desarmada no comprendió esa lucha y también lo dejó solo.

Unos, prefirieron aliarse con políticos que después se convirtieron en ideólogos del paramilitarismo.

Otros, miraron para otro lado y creyeron que la mafia les quitaba un fuerte rival "burgués".

Ahora de cara al post-conflicto hay que tener en cuenta esa experiencia.

No se trata de ninguna "burguesía nacional" ni de una "burguesía revolucionaria". Solo una burguesía más o menos decente.

Claro, no es ningún Santos, ni Gaviria, ni Samper, los representantes de esa "burguesía decente"... son otros que apenas sacan la cabeza.

Bogotá, 1° de noviembre de 2015