sábado, 29 de junio de 2019

Lo real, lo complejo y lo concreto


Lo real, lo complejo y lo concreto


Popayán, 29 de junio de 2019

Toda realidad es concreta y singular

Las teorías son sólo aproximaciones

Puntos de apoyo o bastones

Para aproximarnos y no tropezar torpemente con ella



Sin embargo...para introducirse en su concretud

Para sorprenderse con su complejidad y belleza

Tenemos que transformarla

Enfrentarnos con ella y sufrir...



Y no es fácil... es muy difícil

La realidad es monstruosa y agresiva

Especialmente porque siempre la provocamos

Con nuestra ignorancia y estupidez



Sólo cuando aceptamos la complejidad

Cuando nos arriesgamos a enfrentar la realidad

Sin prejuicios y verdades absolutas

Ella nos trata bien y nos premia con amor.


lunes, 24 de junio de 2019

El autismo y el desatino controlado

Ritual del pueblo Yoeeme o Yaqui

El autismo y el desatino controlado

Popayán, 24 de junio de 2019

Hay que ser un autista para tratar de ser cuerdo en el mundo actual. Es tal la cantidad de información que nos bombardea a diario y la velocidad en la que aparentemente se mueve la gente, que si no colocamos una barrera consciente que nos facilite regular el contacto con ese alocado mundo, terminamos actuando como verdaderos idiotas.

El autista parece un idiota, pero no lo es. El autista tiene un filtro mental que le impide desarrollar relaciones “normales” con los demás. Es una ventaja. Ellos piensan fija y obsesivamente un problema hasta encontrar una solución o realizan una actividad hasta terminarla. El idiota actual (la mayoría de nosotros), vive pendiente de todo y se relaciona con todo, pero ni piensa ni actúa con cabeza propia. Es un verdadero autómata.  

Un antropólogo irreverente no reconocido por la academia tradicional, de nombre Carlos Castaneda, apoyándose en la forma de pensar del pueblo Yaqui (norte de México y sur de los EE.UU.) recomienda perfeccionar el uso del “desatino controlado” para poder soportar los retos de la vida. Es el arte de entender que todo es valioso, pero nada es importante.

¿Cómo hacerlo? Primero, entender que la vida en sociedad es una estafa permanente. Todos mentimos y dejamos que nos mientan para poder sobrevivir. Es el mundo de la hipocresía legalizada por normas sociales. Desde niños nos adiestran para aceptar lo que los adultos nos imponen. Los padres aparentan ser felices para no traumatizar al niño, y por ese camino, todos terminamos aceptando como regla general unas relaciones esquizofrénicas.

Hay que comprender lo que es el éxito, palabra peligrosa que viene de “exit” que, en inglés, significa “salida”. El éxito es la ilusoria fuga del mundo de la gente “media” o “mediocre”, por no decir, fracasada. Para lograrlo hay que aceptar las reglas, saber representar el papel para que otros se sientan reflejados en el actor (o actriz) y atenúen sus frustraciones con el triunfo del otro, que lo asimilan como propio. Y de paso, se organizan enormes negocios, la gran mayoría verdaderas estafas, con base en necesidades creadas y manipuladas.  

Ese mundo, basado en la necesidad de enriquecimiento individual (crematística) no va a cambiar fácilmente y tiende a la autodestrucción. Mucha gente vive de él, vive contenta con esa farsa y lo defiende a muerte. Por ello, se requiere el segundo paso del desatino controlado. Implica aceptar esa realidad que nos impone cantidad de situaciones que no son importantes pero que debemos aceptar para poder actuar con sentido de “lo valioso”.

El tercer paso es actuar, sin juzgar, sin desechar a ninguna persona, sin creernos por encima de nadie, y desarrollar los máximos esfuerzos por hacer lo correcto, lo indispensable, lo necesario, lo realmente importante. Y para poder soportarlo, genuinamente, hay que asumir en serio la vida, pero no tan en serio al ser humano. Y para lograrlo, debemos ser “guerreros”.

No es fácil. Hay que empezar por dejar de mentirnos a nosotros mismos. Si superamos la prueba, avanzaremos. Si no lo logramos es porque queremos tener “éxito” en un mundo donde el triunfo se basa en la corrupción y la compra de consciencias. El único triunfo verdadero sería una efectiva revolución de “los de abajo”, pero no para querer ingresar en el mundo de “los de arriba” sino para destruirlo.

Por ello se requiere el arte del desatino controlado. Para que la “salida” signifique un verdadero cambio y el triunfo sea social y colectivo. El solo proponerse esa meta, es el primer paso para combinar con creatividad lo que es aceptar el mundo existente y, a la vez, actuar para cambiarlo, sin pretender que es algo que se pueda hacer en forma individual.

La mayoría de quienes lo intentan, renuncian muy fácilmente y se entregan (acomodan al sistema imperante) o se encierran en un mundo de fantasía (involución individual, suicidio, locura, droga, religión o política obsesiva). Solo los “guerreros” siguen e insisten, y descubren su camino.   

sábado, 22 de junio de 2019

XI JINPING A LA CABEZA DE LA BURGUESÍA GLOBAL CONTRA TRUMP


XI JINPING A LA CABEZA DE LA BURGUESÍA GLOBAL CONTRA TRUMP

Popayán, 22 de junio de 2019


XI JINPING A LA CABEZA DE LA BURGUESÍA GLOBAL

Popayán, 22 de junio de 2019

En 1989 se derrumbó la URSS y se oficializó la caída del “socialismo de Estado”. La globalización neoliberal parecía alzar vuelo a todo vapor; no obstante, 18 años después, la crisis económica y financiera (2007-8) introdujo al mundo del capital en una fase de grave recesión permanente. En ese entorno, el “capitalismo asiático” de China ha entrado en escena con relativa fuerza y ha puesto en jaque la hegemonía estadounidense y de occidente.

La reacción de algunos sectores capitalistas de EE.UU. y de países europeos (Brexit) ha sido renegar de la globalización neoliberal y promover –precipitada e impulsivamente– una política proteccionista que intenta revertir los efectos negativos que trajo la globalización para determinados sectores de la industria y la manufactura de sus países. Los trabajadores de vieja generación (fordistas) apoyan esa política que adquiere forma “nacional-populista”.

La mayor parte de la “izquierda socialista” –sin el referente de los trabajadores o de otros sectores sojuzgados– se puso detrás de la burguesía global. Para no quedar bajo la dirección de los Obama, Clinton o Merkel, colocan a los líderes de las potencias orientales (Xi, Putin) al frente de los intereses “progresistas” de la humanidad. Según ellos, son los únicos que pueden derrotar al “nuevo fascismo” que encabeza Trump, Bannon, Salvini, Bolsonaro, etc.

En esa línea se pronuncia el creador del sello del “Socialismo del siglo XXI”, Heinz Dieterich Stefan, en su último artículo titulado “Trump pierde Guerra imperialista contra China”, en la que presenta una interesante información que, sin embargo, nos lleva a una interpretación muy diferente a la del sociólogo alemán, no reducida a los análisis geopolíticos.

¿En realidad que es lo que está ocurriendo?

La burguesía china, que durante este período aprovechó una serie de ventajas comparativas (inversión extranjera, protección y subsidios estatales, mano de obra súper-barata, permisividad en temas ambientales y otras), ha construido una línea globalista “hacia afuera” y un relato nacionalista “hacia adentro”, para contrarrestar la agresiva política de Trump. En ese sentido, Xi Jinping encabeza actualmente a toda la burguesía financiera globalizadora tanto de EE.UU. como de Europa y del mundo (en Colombia es Santos y casi toda la “izquierda”, la que se identifica con dicha política).

Pero no seamos ingenuos, esa alianza no se hace en favor de los intereses de la humanidad y menos de los intereses de los trabajadores u otros sectores oprimidos. Es, simplemente, lo que tiene que hacer la burguesía china para avanzar hacia un mundo multipolar en donde sus inversiones tienen que abrirse más espacio global. Pero tratar de presentar ese comportamiento como beneficioso para los trabajadores no solo es cándido, sino que puede ser provocador.

Hay quienes ante la dispersión y debilidad organizativa de los trabajadores (que algunos ya enterraron o desconocen su existencia), aspiran ilusamente que sean las burguesías las que resuelvan los problemas entre ellas. Por ello, colocan a Putin y a Xi, como la cabeza del supuesto frente anti-imperialista que hay que organizar contra Trump, ya no para avanzar hacia modelos de sociedad que –por lo menos– enfrenten los graves problemas estructurales que vive la humanidad sino solo para salvar y proteger las reglas “racionales” que le sirven a la burguesía financiera para mantener su estabilidad global.

En vez de denunciar que el uso de la fuerza, la imposición unilateral de aranceles, el chantaje comercial y tecnológico, y la amenaza de confrontación bélica, así como el uso criminal de los medios de comunicación para atacar y derrotar a los enemigos del nuevo poder que se tomó la dirección política del imperio estadounidense, los teóricos de “izquierda” al servicio de la burguesía globalista, llaman –ahora– a defender las reglas de las instituciones financieras que dominan el mundo (ONU, OMC, FMI, etc.). Ahora sus aliados son Obama, Clinton, Merkel o Lagarde. Además, hasta los citan en sus escritos.

En América Latina ocurrió otro tanto. Las burguesías emergentes de la región aprovecharon las luchas populares, especialmente de sectores sociales relegados y excluidos del mundo del capital (indígenas, campesinos, trabajadores informales, etc.), para acceder a los gobiernos y establecer lo que ellos llaman “socialismo”. En realidad, ese socialismo no tiene nada que ver con la “apropiación social y colectiva de la riqueza creada por la sociedad”, sino se reduce al viejo Estado de Bienestar que la burguesía creó después de la 2ª guerra mundial para contrarrestar el “socialismo de Estado” de la URSS y demás países.

A ello se han reducido las pretensiones de los “socialistas” actuales. Consiste solo en un capitalismo que ofrece servicios mínimos de “salud”, “educación”, agua potable, electricidad y vivienda a la población pero que no cuestiona para nada el modelo de civilización y de “desarrollo” que destruye la vida a todos los niveles (pueblos, comunidades, naturalezas, pensamientos, sentimientos). Es el modelo de la inequidad (monopolios), desigualdad (pobreza camuflada con cifras en medio de inmensas fortunas de millonarios y mega-millonarios), injusticia (ley solo para los pobres), sobre-explotación (a todo nivel), etc. No obstante, la crisis sistémica de reproducción del capital es tan profunda que ni siquiera les permitió a los “progresistas latinoamericanos” sacar adelante ese intento de reforma. AMLO ya es el nuevo ejemplo.    

La derrota histórica de los trabajadores durante el siglo XX y principios del XXI, no ha sido aún asimilada por cuanto seguimos pensando con las herramientas epistemológicas del pasado. Pero las ciencias de la complejidad en desarrollo, las nuevas miradas filosóficas no reduccionistas ni dualistas, y las luchas de “los de abajo” (mujeres, jóvenes, ecologistas, hackers libres, nuevos trabajadores, etc.) vienen en nuestro auxilio.

Además, las soluciones que propone Trump y sus supuestos opositores (que en realidad solo son rivales), son solo flor de un día. La crisis económica y política se va a seguir agudizando. La mínima tasa de ganancia del capital obliga a las burguesías a violar sus propias normas y legalidades. Por ello, se requiere no arriar las banderas “anti-sistémicas” sino levantar nuevas consignas de carácter civilizatorio[1], que solo pueden alzar los trabajadores y pueblos oprimidos para responder a los nuevos retos de la lucha que está en pleno desarrollo.


[1] Un ideario civilizatorio a trabajar debería tener en cuenta: miradas complejas, no lineales; planetarias, no nacionalistas; colaborativas y comunitarias, no colectivistas; humanistas, no “multi-culturalistas”; ecologistas, no anti-tecnológicas; post-generistas, no feministas; espirituales pero científicas; postcapitalistas, no anti-capitalistas; post-extractivistas, no anti-extractivistas; utilitaristas y prevenidas frente al Estado, no estatistas ni anti-estatistas; y, en general, miradas críticas, que rechacen las teorías generalizantes y valoren lo concreto.

miércoles, 19 de junio de 2019

En Colombia… ¿Por qué pasa lo que pasa?


En Colombia… ¿Por qué pasa lo que pasa?

Popayán, 19 de junio de 2019

De acuerdo con parte de lo planteado por Alberto Pinzón Sánchez en su acertado artículo “El ‘fujimorazo’ colombiano”. No obstante, no plantea el interrogante y la respuesta a… ¿por qué pasa lo que pasa?.

Lo planteado por el autor se puede sintetizar así:

-   La “lucha” entre Uribe y Santos se da entre dos fracciones de la oligarquía que “seguían dos caminos distintos para liquidar a las guerrillas insurgentes”.

-   El proceso de terminación del conflicto armado (llamado “proceso de paz”) no cuestionó “la orientación general del Estado que siguió siendo la de contrainsurgencia dictada en Washington”.

-     Un sector de la antigua guerrilla de las Farc terminó defendiendo el Estado social de Derecho, que en realidad no existe como tal y tan solo es la fachada de una dictadura criminal disfrazada de democracia.

-    La política de contrainsurgencia sigue adelante y se la aplican no solo a los guerrilleros sino a quien “se les oponga o potencialmente se vaya a oponer, incluso a los que les piden clemencia de rodillas”.

-     Para enfrentar el momento Uribe intenta aplicar un “fujimorazo”, o sea, a través de un referendo quiere legitimar un golpe de Estado y destruir la fachada de democracia que existe en Colombia (imponer el “Estado de opinión”, acabar la JEP, crear una sola Corte).

¿Por qué pasa lo que pasa?

Si no intentamos explicarnos por qué ocurren las cosas, la realidad puede ser interpretada de cualquier manera. Para algunos es responsabilidad absoluta del imperio y la oligarquía, dado que “son malos por naturaleza”. Así se puede explicar la “perfidia” y justificar nuestra ingenuidad. O, para otros, es culpa del pueblo colombiano que es “por naturaleza” arrodillado, ignorante, cortesano, etc., etc.

Es necesario, entonces, plantearnos esa pregunta. De lo contrario, no podremos salir de la falsa disyuntiva entre Uribe/Santos, guerra/paz, honradez/perfidia, traición/consecuencia, “paz imperfecta”/“paz con justicia social”, a la que Pinzón Sánchez le agrega una “Asamblea Nacional Constituyente amplia y democrática” como supuesta panacea que lo solucionaría todo.

Esas falsas disyuntivas ahora enfrentan a los antiguos jefes guerrilleros y sus simpatizantes entre Timo y Márquez, entre los que se “arrodillan” y los que se niegan a hacerlo, entre los traidores y los consecuentes, entre los ingenuos vergonzantes y los ingenuos arrepentidos.

La instrumentalización imperial y oligárquica del conflicto armado

En un artículo del 18 de noviembre de 2013 que titulé “Guerra degradada y paz ‘perrata’” planteaba cómo el imperio estadounidense y la oligarquía colombiana lograron instrumentalizar el conflicto armado que ellos provocaron pero, también, insistía en que nosotros les facilitamos la tarea.  

Decía –por ese tiempo– que “nuestra guerra nunca fue resultado de una gran insurrección popular” y, agrego ahora, no pudimos desarrollar una estrategia que comprometiera a nuestro pueblo con la rebelión armada. Esa es la única forma de impedir que la gente se ilusione con “salvadores supremos” y que crea inocentemente que “alguien” nos van a hacer la revolución “desde arriba” (ya sea porque se “toman el poder” o por medio de “una verdadera Solución Política al conflicto”, como lo sueña todavía Pinzón S).

Por ese simple detalle, por creer que un pequeño grupo de valientes iluminados puede resolverle los problemas a la gente, no solo han fracasado procesos transformadores en Rusia, China, Vietnam, etc., sino que también están siendo derrotados los proyectos “progresistas” y “revolucionarios” que ilusionan a los pueblos con “milagros” que, no ocurrirán mientras la misma gente –los “ciudadanos”, las comunidades y los individuos– no tomemos el pasado, presente y futuro en nuestras propias manos.  


E-mail: ferdorado@gmail.com

martes, 11 de junio de 2019

UNA NIÑA ROMPE CON EL ESPACIO-TIEMPO ELITISTA Y PATRIARCAL

UNA NIÑA ROMPE CON EL ESPACIO-TIEMPO ELITISTA Y PATRIARCAL

Popayán, 11 de junio de 2019

“No hemos venido aquí a rogar a los líderes mundiales que se preocupen. Nos han ignorado en el pasado y nos volverán a ignorar. Nos hemos quedado sin excusas y nos estamos quedando sin tiempo. Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente”.

En las pasadas semanas una niña sueca, Greta Thumberg, diagnosticada con “trastorno de espectro autista”, logró movilizar en Europa a un millón y medio de estudiantes de secundaria en la llamada “huelga estudiantil contra el cambio climático”. Empezó sola hace un año y se ha hecho notar.  

Independientemente de quien sea ella, donde viva, si es blanca, negra o amarilla, si es de familia acomodada o no, con su llamado urgente y planetario a la acción de niños y niñas, rompe con el espacio y tiempo normales. Destruye el espacio-tiempo elitista y patriarcal.

Es una niña, pequeña pero fuerte, sola pero decidida y arriesgada, y se ha hecho escuchar porque se ha apoyado en sus iguales y con un discurso retador y frentero.

Llama a la acción urgente, es YA, es HOY, no hay tiempo, y a una acción planetaria, no solo en Europa o América Latina, ni solo en un país o localidad. Llama a la acción global.

Ella nos hace ver que todo está conectado; glaciares y casquetes polares, bosques y selvas, ríos y mares, no tienen dueños. Son de todos y de nadie; si no nos apropiamos de ellos, si los dejamos en manos de los capitalistas, somos cómplices de su destrucción y de nuestra muerte como especie.

La combinación de urgencia con totalidad que ella representa, rompe con la actitud conservadora que hasta ahora se ha impuesto, promovida por la llamada “responsabilidad social y empresarial”, que hace hincapié en las acciones locales y resignadas. Ella rompe con el tiempo tranquilo, con la continuidad sumisa, con el espacio-tiempo tradicional y normal.  

Reta el tiempo patriarcal dominante, desenmascara el “futuro de muerte” (extinción) que sus padres les estamos heredando a hijos y nietos. Dice: “¡No tenemos tiempo!”. El tiempo ya no está en nuestras manos, hemos obligado a que la naturaleza se deshaga de nosotros. Y lo está haciendo.

Es, en verdad, un grito desesperado. Y no lo dice un poeta o cualquier loquillo callejero. Lo dice una niña normal, de un país relativamente rico, de una región acomodada. Sin embargo, así sea por las redes sociales o por la televisión, se puede ver que ella siente en sus entrañas y en su íntimo ser, el horror y la destrucción que hemos causado. Y expresa la (des)esperanza con total nitidez.

Reta el espacio patriarcal conservador, no llama a votar sino a protestar y a movilizarnos masivamente. En su caso llama a una huelga estudiantil que tiene como pregunta de fondo... ¿para qué estudiar? Y, además, se interroga y nos confronta… ¿Para qué elegimos gobernantes si dejamos que hagan lo que les impone el capital depredador?

Al apoyarse en los niños y niñas, lanza una bofetada a los adultos, nos reta a reaccionar. Ella y las nuevas generaciones son parte de esa naturaleza que se está deshaciendo del mundo heredado. Son nuestra propia conciencia que nos mira con los ojos perplejos de la ingenuidad perturbada.  

Greta Thumberg es un casquete polar que se descongela aceleradamente; ella es una porción de agua contaminada de los ríos que exige pureza, transparencia y fluidez; es una parte de las selvas que gritan con desesperación ante la indolencia de los que no reaccionamos ante su destrucción progresiva. ¡Ella es la hija y nieta de todo el mundo! No podemos ignorarla.

E-mail: ferdorado@gmail.com

jueves, 6 de junio de 2019

¿TODO ESTÁ BIEN?

¿TODO ESTÁ BIEN?

Popayán, 6 de junio de 2019

¿En qué momento los oprimidos y excluidos del mundo perdieron la esperanza? ¿En qué instante del siglo XX se diluyó la utopía? ¿Cuándo y porqué se incubó y desarrolló la oleada ultra-conservadora que hoy encabezan Trump, Duterte, Salvini, Orban, Uribe y Bolsonaro?

Solo si buscamos la respuesta a esos interrogantes en nuestro propio hacer, entenderemos lo ocurrido a lo largo de más de doscientos años de luchas revolucionarias y de resistencia de los trabajadores y los pueblos en este convulsionado planeta. Y, posiblemente, estaremos en mejores condiciones de mirar hacia adelante en esta segunda década del siglo XXI.  

Hay que recuperar la mirada de largo aliento. El período de tiempo que va desde la revolución francesa (1789), la revolución de independencia estadounidense (1783), y las rebeliones indígenas y comuneras (1781) precursoras de la independencia de los pueblos latinoamericanos, hasta nuestros días, es relativamente corto respecto del extenso devenir de la humanidad.

En el camino se han presentado numerosas revoluciones, rebeliones y alzamientos. Nos hemos ido encontrando entre sur y norte; occidente y oriente; negros, blancos, amarillos y cobrizos; mujeres, hombres y nuevos géneros; naciones, pueblos, etnias y culturas; racionales, irracionales, espirituales, mágicos y brujos. ¿La aldea global nos dará una nueva perspectiva?

Es cierto que la resistencia y la rebelión continúan. No obstante, hay que reconocer que el gran capital nos tiene a la defensiva. La revolución proletaria de octubre de 1917 fue un punto culminante que desencadenó una oleada de revoluciones populares, anticoloniales y anti-imperialistas que impactaron el mundo en el siglo XX. Pero, algo se rompió en el camino.

La denominada revolución de 1968 fue uno de los últimos estertores libertarios en Occidente; mientras, al otro lado del mundo, se vivía en paralelo la llamada revolución cultural china. Ambas parecen haberse perdido en los recovecos de la historia… ¿O no?

En la actualidad podemos enumerar con los dedos de una sola mano las resistencias organizadas y sostenidas conscientemente por pueblos rebeldes. Los indígenas del sur de México, los kurdos de Rojava y los mapuches de Chile, parecieran ser los únicos ejemplos. Protestas puntuales y actividades políticas dirigidas a ser “solo” gobiernos, se han convertido en una dinámica institucionalizada y controlada por el Poder del capital. ¿Acaso no podemos romper con ello?

Los alzamientos populares de América Latina fueron canalizados hacia procesos electorales y ejercicios de gobiernos progresistas y de izquierda que han mostrado enormes limitaciones. Dejaron numerosas lecciones que todavía están por sistematizar. Igual pasó con la primavera árabe o con el movimiento de los indignados. ¿Fueron llamaradas de hoja de lata? ¿Cómo avanzar?

Impune e injustamente apresan a Lula y a Assange, y no pasa nada. Algunos se ilusionan con la “resistencia” del gobierno bolivariano, la reelección de Evo y el regreso de Cristina, pero no podemos negar que –a pesar de la crisis sistémica del capital– los oprimidos y excluidos estamos a la defensiva. Muchos ni siquiera son conscientes de la opresión y la exclusión.

No es casual que la mayoría de los filósofos actuales sean pesimistas y escépticos; muchas personas ya sienten el control total de “Matrix”; las derechas clericales hacen fiesta acusando al “marxismo cultural” de todo lo que ellos ven como pecado y castigo; y la desesperanza y falta de utopía lleva a millones de personas a buscar el consuelo en el consumo obsesivo, el placer artificial, las drogas, el suicidio, las nuevas religiones y el “oráculo virtual” en todas sus presentaciones.

El “mundo líquido” de Bauman pareciera diluir los vínculos humanos y las ansias de cambio y transformación. No obstante, también parece que el viejo topo sigue cavando, esta vez en forma de mujer libertaria, de indígena rebelde, de inmigrante resistente, de joven artista, de hacker colaborativo y de viajero soñador. ¿Ellos podrán sacudir y mover al trabajador aislado y sometido?

Las ciencias y las filosofías del siglo XX y XXI siguen aportándonos nuevas miradas, viejos esquemas se resquebrajan ante las nuevas realidades, la lucha por sobrevivir como especie y por preservar la vida en la tierra parece alimentar una nueva utopía que ya moviliza a millones de jóvenes quinceañeros y puede despertar a quienes han aceptado la narcotización existencial como forma de vida.

¿Podremos reaccionar? ¿Cómo hacerlo? O… ¿Todo está bien?

E-mail: ferdorado@gmail.com