¿TODO ESTÁ BIEN?
Popayán, 6 de junio de 2019
¿En qué
momento los oprimidos y excluidos del mundo perdieron la esperanza? ¿En qué instante
del siglo XX se diluyó la utopía? ¿Cuándo y porqué se incubó y desarrolló la
oleada ultra-conservadora que hoy encabezan Trump, Duterte, Salvini, Orban,
Uribe y Bolsonaro?
Solo si
buscamos la respuesta a esos interrogantes en nuestro propio hacer, entenderemos
lo ocurrido a lo largo de más de doscientos años de luchas revolucionarias y de
resistencia de los trabajadores y los pueblos en este convulsionado planeta. Y,
posiblemente, estaremos en mejores condiciones de mirar hacia adelante en esta
segunda década del siglo XXI.
Hay que
recuperar la mirada de largo aliento. El período de tiempo que va desde la
revolución francesa (1789), la revolución de independencia estadounidense
(1783), y las rebeliones indígenas y comuneras (1781) precursoras de la
independencia de los pueblos latinoamericanos, hasta nuestros días, es
relativamente corto respecto del extenso devenir de la humanidad.
En el
camino se han presentado numerosas revoluciones, rebeliones y alzamientos. Nos
hemos ido encontrando entre sur y norte; occidente y oriente; negros, blancos,
amarillos y cobrizos; mujeres, hombres y nuevos géneros; naciones, pueblos,
etnias y culturas; racionales, irracionales, espirituales, mágicos y brujos. ¿La
aldea global nos dará una nueva perspectiva?
Es cierto
que la resistencia y la rebelión continúan. No obstante, hay que reconocer que
el gran capital nos tiene a la defensiva. La revolución proletaria de octubre
de 1917 fue un punto culminante que desencadenó una oleada de revoluciones
populares, anticoloniales y anti-imperialistas que impactaron el mundo en el
siglo XX. Pero, algo se rompió en el camino.
La
denominada revolución de 1968 fue uno de los últimos estertores libertarios en
Occidente; mientras, al otro lado del mundo, se vivía en paralelo la llamada revolución
cultural china. Ambas parecen haberse perdido en los recovecos de la historia…
¿O no?
En la
actualidad podemos enumerar con los dedos de una sola mano las resistencias organizadas
y sostenidas conscientemente por pueblos rebeldes. Los indígenas del sur de
México, los kurdos de Rojava y los mapuches de Chile, parecieran ser los únicos
ejemplos. Protestas puntuales y actividades políticas dirigidas a ser “solo” gobiernos,
se han convertido en una dinámica institucionalizada y controlada por el Poder
del capital. ¿Acaso no podemos romper con ello?
Los
alzamientos populares de América Latina fueron canalizados hacia procesos
electorales y ejercicios de gobiernos progresistas y de izquierda que han
mostrado enormes limitaciones. Dejaron numerosas lecciones que todavía están
por sistematizar. Igual pasó con la primavera árabe o con el movimiento de los
indignados. ¿Fueron llamaradas de hoja de lata? ¿Cómo avanzar?
Impune e
injustamente apresan a Lula y a Assange, y no pasa nada. Algunos se ilusionan
con la “resistencia” del gobierno bolivariano, la reelección de Evo y el
regreso de Cristina, pero no podemos negar que –a pesar de la crisis sistémica
del capital– los oprimidos y excluidos estamos a la defensiva. Muchos ni
siquiera son conscientes de la opresión y la exclusión.
No es
casual que la mayoría de los filósofos actuales sean pesimistas y escépticos;
muchas personas ya sienten el control total de “Matrix”; las derechas
clericales hacen fiesta acusando al “marxismo cultural” de todo lo que ellos
ven como pecado y castigo; y la desesperanza y falta de utopía lleva a millones
de personas a buscar el consuelo en el consumo obsesivo, el placer artificial, las
drogas, el suicidio, las nuevas religiones y el “oráculo virtual” en todas sus
presentaciones.
El “mundo
líquido” de Bauman pareciera diluir los vínculos humanos y las ansias de cambio
y transformación. No obstante, también parece que el viejo topo sigue cavando, esta
vez en forma de mujer libertaria, de indígena rebelde, de inmigrante resistente,
de joven artista, de hacker colaborativo y de viajero soñador. ¿Ellos podrán sacudir
y mover al trabajador aislado y sometido?
Las
ciencias y las filosofías del siglo XX y XXI siguen aportándonos nuevas
miradas, viejos esquemas se resquebrajan ante las nuevas realidades, la lucha
por sobrevivir como especie y por preservar la vida en la tierra parece
alimentar una nueva utopía que ya moviliza a millones de jóvenes quinceañeros y
puede despertar a quienes han aceptado la narcotización existencial como forma
de vida.
¿Podremos
reaccionar? ¿Cómo hacerlo? O… ¿Todo está bien?
E-mail: ferdorado@gmail.com
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