jueves, 31 de marzo de 2016

LAS VERDADERAS RAZONES DE POR QUÉ NO HUBO PARO NACIONAL

Sindicalismo, izquierda y "santismo"...

LAS VERDADERAS RAZONES DE POR QUÉ NO HUBO PARO NACIONAL

Popayán, 1° de abril de 2016

Después del “paro nacional” del 17 de marzo que no fue paro sino un “paro” (amague) de la mayor parte de la burocracia sindical para quedar bien con las bases y con el gobierno, empieza a generarse un debate –en forma incipiente–, sobre los hechos ocurridos y sus causas. Eso es algo muy importante y participo con este corto artículo de ese diálogo.

En una comunicación personal que me hace el dirigente sindical Miguel Ángel Delgado Rivera de la CUT Bogotá me cuestiona por supuestamente contar una historia de ficción (http://bit.ly/1UuHLkc). En un artículo anterior denuncié que “Lucho” Garzón se reunió con los presidentes de las centrales obreras para planear el “paro”, cuyo objetivo lo reconoció Julio Roberto Gómez de la CGT como lo cita Juan Sánchez en un escrito (http://goo.gl/9ckmpk). No fue otro que activar una válvula de escape para “bajarle presión” a la inconformidad creciente que amenazaba con estallar sin control.

Como siempre la realidad supera la ficción. No hubo paro. Fue una protesta controlada. No fue casual la fecha del 17 de marzo que coincidió con el fallo de la CIJ en La Haya. Sirvió de cortina de humo, aunque no mucho. La gente quiere luchar pero la mayoría de los dirigentes se prestan para engañar a sus bases y sabotear sus luchas. Y lo más grave, la dirección de gran parte de las organizaciones sociales –consciente o inconscientemente–, cohonestaron con esa situación. ¿Cuál es la razón de que ello se hubiera presentado? Esa es la pregunta que debe alimentar el debate.

Realizar un verdadero Paro Nacional era inconcebible para las directivas de las centrales obreras. Incluso, la sola amenaza de realizarlo los asusta. La razón, no les interesa sacudir a o remover nada. Están cómodos. Sus privilegios podrían estar en juego. Vivir del cuento, no trabajar, ser reconocido, viajar y viaticar, todo ello es un valor agregado. Pero lo principal, es que tienen “poder”, así sea un poder mínimo y subordinado, disfrutan de un relativo poder. Hacen parte del régimen de opresión y explotación y cobran por su trabajo. Están cooptados.

Pero además, existe una razón coyuntural. La posición política predominante al interior de la izquierda tradicional que tiene gran influencia dentro de los sindicatos, influyó en forma determinante en ésta ocasión. Esa posición ha tomado mucha fuerza al interior del movimiento popular. Intentaremos describirla lo mejor posible con el fin de entender las razones que llevan a la mayoría de esa izquierda a sostener al gobierno de Santos, a pesar de que dicen oponerse a sus políticas. Y a partir de allí, desarrollaré la idea central.

Gran parte de los partidos o movimientos que se definen como alternativos, progresistas o de izquierda apoyamos a Juan Manuel Santos en la segunda vuelta de las elecciones de 2014 para ser reelegido como presidente de la república. Los argumentos se centraban en el tema de la “paz”. Algunos sectores lo hicimos únicamente para impedir la elección del candidato de Uribe, sin esperar nada de su gobierno. Ni siquiera en el tema de la paz. Nuestros lemas fueron: “Votar por Santos contra Uribe” y “Ninguna ilusión en Santos”.

Una vez electo presidente, al ver la dimensión del apoyo electoral de los demócratas y la izquierda, propuse que, a fin de desenmascarar a Santos y sólo con ese objetivo, se le exigiera una participación importante en su gobierno para que la izquierda impulsara sus propias propuestas. La idea era agudizar la contradicción entre Santos y Uribe, forzar a Santos a liquidar el “uribismo” que pelecha dentro del gobierno, no sólo en el ejército sino en toda la administración pública, que es parte de ese poder que logró posicionar en las elecciones locales y regionales a las fuerzas de derecha que lidera tanto Germán Vargas Lleras como otros personajes, entre ellos el que va a ser –muy posiblemente– Fiscal General de la Nación (Néstor Humberto Martínez).  

Pero no, el argumento fue que había que mantener la “independencia”. En el fondo, dejar hacer y dejar pasar. “Hacernos pasito”. Apoyar el proceso de paz y oponerse “de palabra” al gobierno de Santos. Allí siguen los generales uribistas que de boca para fuera dicen estar con el “proceso de paz” pero que en las regiones se hacen los de la vista gorda y apoyan a las “Bacrim”, que hoy empiezan a mostrar sus colmillos de paramilitares que habían escondido durante unos años. Allí siguen en el gobierno quienes se fortalecen en las regiones tanto en lo económico como en lo político para lo que Andrés Hoyos ha denominado “La deriva autoritaria” (http://bit.ly/1M46A41). Allí están los políticos y administradores corruptos provenientes de los gobiernos de Uribe, comprometidos con la corrupción en Reficar, Saludcoop, la gran minería a cielo abierto (legal e ilegal), y en general toda la patota “uribo-santista”.

Es la política de la conciliación más aberrante. Se posa de oposición pero quien se está quedando con esa bandera es Uribe. Se rasgan las vestiduras por la venta de ISAGEN pero corren a las convocatorias de un supuesto “Pacto por la Paz”, que en términos concretos se materializa en la participación en los contratos y los proyectos que ya se cocinan en las regiones para “gestionar el post-conflicto”. Ya los dueños de las numerosas ONGs, muchas de ellas ligadas a las organizaciones sociales y a la “izquierda”, hacen cola sin pudor.

De acuerdo a mis críticos esto es pura ficción. Lo siento por aquellos que se la jugaron honestamente apoyando a Gustavo Petro o a la “Bogotá Humana”, sin percatarse que fueron utilizados y mal pagados, por aquellos que hoy están a la cola de Santos. Son los mismos que impulsaron la propuesta de apoyar a Santos desde la primera vuelta presidencial, son los que asustan a los militantes de izquierda con el argumento de que Uribe es “el enemigo principal” para poder seguir pegados de la contratación pública. Son los que han permitido que el paramilitarismo siga vivo a la sombra de su alianza “santista”. Son los verdaderos dueños del “pequeño poder” que está detrás de las centrales sindicales y de una buena parte de los grupos y “partidos” de izquierda. Tienen nombre propio, medios de comunicación y ONGs exitosas.

La razón coyuntural que involucra a casi todos los dirigentes sindicales y sociales en la pantomima de paro está relacionada con la posición frente al “proceso de paz”, la enorme debilidad del gobierno (en lo interno), el miedo a que una verdadera protesta desestabilice a un gobierno que no ha logrado construir un fuerte respaldo para ese proceso y el temor de que una movilización efectiva del pueblo desencadene fuerzas que no puede manejar el establecimiento. El miedo a Uribe, manejado por el “santismo” y trabajado en forma mojigata por la “izquierda-santista”, es lo que jugó detrás del “paro”.

Sin embargo, la paradoja del asunto es que la táctica de unirse con la “burguesía progresista” o con la “burguesía nacional” para evitar el regreso de Uribe al control del gobierno, lo único que logra es facilitarle el camino al mafioso expresidente. Los cálculos de la mayor parte de los dirigentes de izquierda son que una vez se firme la “paz” con la insurgencia guerrillera, el pueblo se va a sumar al “santismo” –seguramente representado por Humberto de La Calle Lombana– para continuar en el gobierno y en “la construcción de la paz”.

Dichos cálculos son infundados. La extrema derecha vergonzante, camuflada al interior del gobierno, es la que está acumulando poder político, económico, administrativo, tanto en lo nacional como en lo regional. Y esa derecha vergonzante es la que se prepara para canalizar al “uribismo” en la contienda presidencial del 2018. Mientras tanto, la izquierda en su gran mayoría, le está dejando al “uribismo” el monopolio de la oposición como lo comprueba el fallido “paro nacional”. Otros sectores de izquierda, todavía más ilusos, creen que la llegada de los guerrilleros desmovilizados a la vida política legal va a ser un gran refuerzo para sus aspiraciones cuando lo que se observa es cómo las grandes mayorías adversan –con razón o sin ella– a dichas fuerzas en proceso de desmovilización y desarme.

Por ello se hace necesario que se aborde el debate de fondo y concreto. ¿Seguimos en la táctica de alianza con el santismo para defender el “proceso de paz”, o con total independencia nos deslindamos seriamente tanto de Santos y las FARC (y ELN, ahora) para poder derrotar tanto a Santos como a Uribe? Y no es que esté proponiendo que un “outsider” como el alcalde de Bucaramanga encabece un nuevo movimiento como lo plantea mi amigo contradictor Miguel Ángel Delgado. No, no es eso.

Lo que propongo es construir un movimiento ciudadano, que recoja el sentir de las mayorías, que no le deje el camino abierto a las derechas y que presente nuevas figuras provenientes de la academia, la intelectualidad, la cultura, la ciencia, el empresariado demócrata, o de otros campos de la vida colombiana. Que subordine y discipline a los candidatos y personalidades políticas de la izquierda tradicional que no tienen hoy ninguna posibilidad de competir en condiciones dignas por la presidencia de la república en el 2018 y que deben contribuir –con modestia y bajo perfil– con el surgimiento de ese nuevo movimiento.

Ese nuevo movimiento tiene todas las condiciones para surgir. Puede comprometerse a cumplir con los “acuerdos de paz” pero levantar la consigna de impedir que se roben los recursos del post-conflicto y a la vez, proponer una redirección en la conducción del Estado colocando por delante la lucha contra la politiquería, el clientelismo y la corrupción. De hacerlo, podremos vivir una fase de transición que en verdad coloque los cimientos de la reconciliación, convivencia y efectiva paz.

De lo contrario terminaremos nuevamente a la cola del “santismo” contribuyendo sin querer al regreso del “innombrable”.

Nota: En la historia del mundo se demuestra cómo cuando las izquierdas y los “revolucionarios” concilian con sectores de la burguesía para impedir el ascenso de las derechas fascistas, siempre han fracasado. No sólo terminan sacrificados sino traicionados a las primeras de cambio por sus inefables aliados. Pasó en Alemania e Italia con Hitler y Mussolini. Ya le pasó a Petro… ¿queremos más de esa medicina?  


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

miércoles, 30 de marzo de 2016

PARO NO HUBO, PROTESTA SÍ

La jornada del 17 de marzo
Paro no hubo, protesta sí

Texto escrito por Juan Sánchez, del Partido Socialista de los Trabajadores PST 

Las importantes movilizaciones de protesta que se realizaron el pasado 17 de marzo evidenciaron la principal contradicción en la situación política nacional. La crisis golpea duramente a los trabajadores y a los pobres haciendo que se extienda la inconformidad con el gobierno y la necesidad de salir a luchar, pero las direcciones políticas mayoritarias del movimiento sindical y popular tratan de sacar presión a la caldera, subordinando la acción de masas a los altibajos de las negociaciones de paz entre las FARC y Santos en La Habana. Sólo el fortalecimiento de la movilización y la organización de los trabajadores puede resolver esa contradicción a favor de los explotados y oprimidos. Por eso debemos impulsar un Primero de Mayo de lucha contra los planes de Santos y el imperialismo.
Jornada de protesta con “figura” de paro
Los duros golpes que ha recibido la precaria economía de las familias trabajadoras se expresaron como inconformidad general de manera significativa en la jornada de protesta del 24 de enero, convocada a través de las redes sociales.

La alta dirigencia sindical –que representa sólo al 4% de los trabajadores del país, la mayoría de ellos empleados estatales- tomó la iniciativa de convocar un Paro Nacional. La razón por la que lo hizo quedó patente en la declaraciones de Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT, a Caracol: Este paro es conveniente para el país, y le voy a decir por qué, porque es que no puede seguir siendo aquí una situación, una especie de olla  a presión sin ningún tubo de escape, en donde la gente comenta en los paraderos de buses, comenta en las fuentes de soda, comenta en todo lugar, la gravedad de la situación, los anuncios de una reforma tributaria, y la gente como que quiere explotar, quiere decir algo, y la mejor forma de decirlo es democráticamente en la plaza pública, decirlo a lo largo de una  manifestación que se van a realizar en todo el territorio colombiano…” (Entrevista en Caracol Radio el 17 de marzo). Se dice incluso que fue el propio Ministro de Trabajo, el exdirigente sindical Luis Eduardo Garzón, quien recomendó a la burocracia de las centrales la convocatoria del paro, en una reunión realizada al día siguiente del 24E.

La iniciativa de la burocracia dio paso a la reactivación del llamado Comando Nacional Unitario, espacio de coordinación de las centrales sindicales y otras organizaciones gremiales, políticas y populares. Allí se definió la fecha del 17 de marzo y se aprobó un pliego de peticiones de quince puntos, en los que se incluían desde problemas sentidos por los trabajadores hasta reivindicaciones de sectores burgueses afectados por la crisis económica y los Tratados de Libre Comercio.

Pero el alcance limitado de la protesta quedó determinado por lo que la propia burocracia informó al presidente Santos -en una cena a la que fueron invitados al Palacio de Nariño-: que el 17 de marzo sería“una jornada de protesta con figura de paro”. O sea, no habría cese de actividades en sectores productivos o de los servicios, sólo movilizaciones.
Pliegos estatales, magisterio y Cerrejón: tres botones de muestra
El freno consciente a la lucha social que ponen las dirigencias políticas mayoritarias de los sectores sindicales y populares se puede verificar muy fácilmente. Al tiempo que anunciaban el “paro” nacional, se presentaron más de 300 pliegos de peticiones en la entidades estatales. En los últimos tres años no se ha obtenido nada significativo en la negociación de esos pliegos, en particular no se ha avanzado sobre el problema más grave que afecta a los trabajadores estatales –y del sector privado-, la tercerización laboral, que condena a contratos precarios, sin ninguna estabilidad o garantías prestacionales, a millones de trabajadores, sobre todo a los jóvenes. Ante esta situación, la convocatoria a “paro nacional” era propicia para realizar un verdadero cese de actividades en las entidades estatales, como mecanismo de presión sobre el gobierno. La dirigencia sindical estatal no hizo ningún esfuerzo para concretarlo. El ejemplo más dramático fue el abandono al que fueron sometidos los empleados más precarizados del sector judicial, quienes estuvieron casi dos meses en paro sin que se hiciera ningún llamado a la solidaridad del conjunto de los estatales. El 11 de marzo el Consejo Superior de la Judicatura anunció la suspensión del paro, pasando por encima de Vocero Judicial, sindicato que lidera la lucha.

Otro ejemplo de que no había ninguna intención de realizar un paro de verdad fue el comportamiento de la dirección de la Federación Colombiana de Educadores. Fecode es, de lejos, el sindicato más fuerte del sector estatal y es más de la mitad de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT. Después de convocado el “paro” del 17 de marzo, se reunió su Junta Nacional y por votación de 54 votos contra 27, definieron que no convocarían paro sino movilizaciones de protesta. La dirigencia de Fecode traicionó el masivo paro que realizaron los maestros el año pasado, a cambio de un pírrico acuerdo con el gobierno. Su oposición a parar el 17 de marzo era la ratificación de esa traición y el cumplimiento de sus acuerdos con Santos, quien hizo efectivo un incremento salarial para los maestros equivalente a 9,5%, para este año, ya devorado por la inflación, mientras siguen pendientes los problemas más graves que afectan a los educadores, como los nuevos mecanismos de evaluación para ascender en la carrera docente, el servicio de salud y la imposición de la jornada única en los establecimientos educativos del país.

Finalmente, si quedaba alguna duda de la sumisión de la burocracia a la política gubernamental, el conflicto en Cerrejón es la mejor prueba. El sindicato venía negociando un pliego de peticiones y la patronal se negó a aceptar sus reivindicaciones argumentando la caída del precio del carbón en el mercado mundial. Los trabajadores votaron aplastantemente por la huelga; pero el 16 de marzo se llegó apresuradamente a un arreglo con la intermediación del Ministro de Trabajo. Se desmontaba así la huelga obrera más importante de la coyuntura.
Hablaron las calles
A pesar de la conspiración de la dirigencia contra el paro, hubo una respuesta positiva frente a la convocatoria. El 17 de marzo se realizaron masivas movilizaciones de protesta en las principales ciudades del país y en más de cien municipios a nivel nacional según los organizadores. Sin caer en las exageraciones que buscan sobredimensionar el número de asistentes es necesario reconocer que, para ser un día laboral, la participación fue significativa. Era una muestra de la disposición de lucha de las bases.

El sector que se movilizó fueron fundamentalmente empleados estatales, el magisterio en particular. También participó el sector de la salud pública y los empleados de las empresas estatales en riesgo inmediato de privatización, como la ETB y el Acueducto de Bogotá.

Fue destacada la presencia de los contingentes juveniles de universidades estatales y colegios públicos. La disposición de la juventud hacia la protesta sólo se puede explicar por ser uno de los sectores más afectados por la política capitalista de precariedad laboral y negación de todos los derechos sociales para la nueva generación de trabajadores.

El paro camionero, cuyos voceros en el CNU se habían mostrado como los más radicales, argumentando la quiebra del sector de medianos propietarios por el alza en los insumos importados, fue neutralizado con una medida sospechosamente fácil: los parqueaderos de tractomulas fueron tomados por la policía en la madrugada del 17. Así que no se concretó el bloqueo de vías anunciado, a pesar de que sólo tres días antes los taxistas de Bogotá habían logrado concretar una acción similar enfrentando la represión de Peñalosa.

Los sectores agrarios, representados en las llamadas Dignidades, habían informado que no tenían capacidad para movilizar a sus bases, a pesar de tres años de negociaciones e incumplimientos por parte del gobierno. Los indígenas por su parte anuncian acciones de protesta para el mes de abril. En algunas zonas del país iniciaron ocupaciones de tierras.

En síntesis: paro nacional no hubo, pero las movilizaciones urbanas de protesta fueron importantes y podrían ser el inicio de un plan de acción si la dirigencia realmente quisiera enfrentar al gobierno y no sólo concertar sus planes.
Pasen a la mesa
En realidad la estrategia de la mayoría de la dirigencia sindical y popular era la planteada explícitamente por Julio Roberto Gómez, funcionario de Santos a través de la Comisión Asesora de Paz, y beneficiario de jugosos contratos para promover la paz santista: “descomprimir” el malestar social, evitando que se radicalice y se concrete la convergencia de múltiples sectores en la lucha contra los planes del gobierno y el imperialismo. Por esa vía la burocracia espera ser llamada a “concertar” con Santos, a cambio de su apoyo incondicional a las negociaciones de paz con las FARC en La Habana.

La noche anterior a la jornada de protesta, en el programa de TV Semana en Vivo, se tuvo un anticipo de los acuerdos entre la burocracia y el gobierno. Los presidentes de la CUT, Alejandro Pedraza, la CGT, Julio Roberto Gómez y César Pachón, dirigente de las  Dignidades, en diálogo con el Ministro de Trabajo, Luis Eduardo Garzón, escucharon de éste la propuesta de convocar mesas de “concertación” con delegados ministeriales para tratar los problemas enunciados en el pliego de peticiones unificado.

De esta oferta gubernamental los trabajadores no podemos esperar absolutamente nada. Así se ha probado hasta la saciedad en los años recientes. Esas mesas de concertación sólo sirven para que la alta dirigencia político-sindical y de las organizaciones sociales legitimen su espúrea representación y reciban pírricas prebendas del gobierno mientras este aplica sus planes. Su horizonte no va más allá de sus mezquinos apetitos burocráticos y sus aspiraciones electorales.

Un ejemplo del rol que juegan estos dirigentes lo está dando Senén Niño, senador salido de la dirigencia de Fecode, quien acaba de presentar seis proyectos de ley sobre derechos perdidos del régimen especial que cobija a los docentes. Independiente de lo progresivas que puedan ser estas propuestas, sólo sirven para que Niño siga su carrera parlamentaria mientras el gobierno sigue adecuando el sistema educativo a las necesidades de la OCDE, los maestros continúan siendo víctimas del colapso de su servicio de salud, su carrera docente sea una carrera de obstáculos y se sigan deteriorando sus condiciones laborales y la educación pública en general.
La paz de Santos es guerra social: Todos a las calles el Primero de Mayo
Nuestro partido, el Partido Socialista de los Trabajadores – PST, participó en las reuniones del Comando Nacional Unitario. Allí presentamos propuestas para construir un Pliego Unificado obrero y popular y un plan de acción que pasara por el compromiso de los dirigentes volcarse a promover la participación democrática de las bases en la toma de decisiones mediante asambleas sindicales y otros mecanismos que fortalecieran el cese de actividades, como un Encuentro Nacional Obrero y Popular.

Cuando fue presentado el proyecto final de pliego nos negamos a firmarlo por dos razones: se incorporaron en él reivindicaciones de sectores empresariales enemigos de los trabajadores y se manifestó el apoyo incondicional a los acuerdos de La Habana y a su antidemocrático mecanismo de refrendación. Al mismo tiempo se señalaba que la jornada convocada era “de protesta con figura de paro”, lo contrario a un verdadero cese de actividades que golpeara a los capitalistas, a las transnacionales y al gobierno de Santos.

El PST considera que los trabajadores debemos preservar nuestra independencia de clase frente al gobierno. Pero sobre todo, debemos ser conscientes de que el cese del conflicto armado, con el que la mayoría absoluta del pueblo colombiano está de acuerdo, pues sólo ha perjudicado la lucha social democrática y de masas, está acompañado de un pacto de impunidad que niega el derecho de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación integral y las garantías de no repetición. Los comandantes de las FARC están pactando, a cambio de garantías judiciales frente a las consecuencias de su actuación armada, la absoluta impunidad para los peores genocidas oficiales y paramilitares y los empresarios que los financiaron. Los trabajadores no podemos ser cómplices de este pacto de impunidad. Por eso, nuestra movilización de protesta no podía estar al servicio de la paz santista, como pretendía la burocracia.

Ahora debemos persistir en la lucha unificada e independiente. El próximo Primero de Mayo debemos tomarnos de nuevo las calles y exigir un plan de acción contra los planes del gobierno y la realización de un verdadero paro nacional.

jueves, 24 de marzo de 2016

“PARO NACIONAL”, MARCHA URIBISTA, OBAMA EN CUBA Y EL PROCESO DE PAZ

“PARO NACIONAL”, MARCHA URIBISTA, OBAMA EN CUBA Y EL PROCESO DE PAZ

Popayán, 24 de marzo de 2016

«La crisis consiste en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no acaba de nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados».

Antonio Gramsci

Al día siguiente del 24 de enero de 2016, el ministro de trabajo “Lucho” Garzón convocó a los dirigentes de las centrales obreras colombianas –sus antiguos compañeros de burocracia sindical– para proponerles la organización de un “paro nacional”. Su balance de las jornadas del E24 era contundente: no fue una protesta exitosa pero es un síntoma de que existe una inconformidad creciente. Había que impedir que “fuerzas oscuras” canalicen las protestas para oponerse al gobierno y a la paz. Los interlocutores institucionalizados debían actuar.

Así se cocinó y programó el llamado “paro nacional”. Bien informado de lo que sucedía, Uribe se marginó de esa protesta. Programó la suya para el 2 de abril al calor del rechazo mediático organizado por los medios de comunicación del intento de las FARC de hacer un ejercicio de “proselitismo armado” en el marco de sus jornadas de “pedagogía de la paz” ocurrido en el corregimiento de El Conejo (Guajira). Lanzó la convocatoria para liderar con nitidez lo que considera un “deber patriótico”.  

Uribe intenta movilizar a sus fanáticos seguidores juntando diversas situaciones que considera explotables: el escepticismo frente al “proceso de paz”, la inconformidad social con la situación económica, la indignidad frente a tantos hechos de corrupción, la derrota de Colombia en la CIJ en la Haya frente a las demandas nicaragüenses, y ahora, la presencia del presidente Obama en Cuba y el respaldo del imperio a los diálogos de La Habana ratificado con la entrevista del Secretario de Estado John Kerry con los negociadores insurgentes.

Sin embargo, Uribe no la tiene fácil. A pesar de las diferencias entre el gobierno y las FARC sobre las áreas de concentración de la guerrilla para avanzar en el proceso de reinserción y el tema de la dejación de armas que impidieron la firma definitiva de los acuerdos el pasado 23 de marzo, lo sucedido en Cuba le puso un sello de legitimidad al “proceso de paz” que es, a la vez, un latigazo mediático de gran impacto para quienes se oponen. La visita de Obama a la isla antillana es un formidable mensaje de reconciliación de gran impacto en Colombia.

Igual, Uribe no tiene punto de apoyo en los demás temas. Su gobierno está comprometido con los antecedentes de la crisis económica que se ha incubado y está en desarrollo. Fue él quien profundizó el proceso de reprimarización de la economía. Fue el creador de la locomotora minera que degrada y lastima nuestra naturaleza y sociedad. En sus gobiernos se extendió la dependencia fiscal del Estado de los ingresos petroleros y de la inversión extranjera, y se ahondó la desindustrialización del país. También, afectó derechos de los trabajadores, intentó vender ISAGEN, está untado de la corrupción de Saludcoop y Reficar, y comprometido con el fracaso diplomático de Colombia en La Haya.

Las conclusiones están a la vista. Existe una gran inconformidad social, la gente resiste en las regiones, la juventud citadina empieza a despertar, pero no hay quien canalice esa situación con autonomía y genuino interés general. El movimiento popular está –a la vez– controlado “desde arriba” y, atrapado y paralizado por la polarización entre “santistas” y “uribistas”. Mientras dirigentes como Feliciano Valencia y Huber Ballesteros siguen en la cárcel o perseguidos como Francia Márquez, líder de la lucha contra la gran minería en el Cauca, y asesinan líderes populares y defensores de DD.HH., los burócratas sindicales y la dirigencia de la izquierda tradicional se conforma con muy poco. 40 o 50 mil protestantes en Bogotá frente a 8 millones de habitantes no es una cifra que obligue al gobierno a cambiar sus políticas neoliberales. El “tal paro nacional” fue puro “paro”. Gestos para apaciguar a las bases y quedar posicionados para “participar en la gestión del post-conflicto”. Nada más.

La terminación del conflicto armado va en Colombia. Puede tener demoras pero no tiene reversa. Uribe pierde terreno político, el fracaso de la marcha programada lo ratificará pero, el peligro es que las Bacrim recuperen su perfil paramilitar como ya se observa a simple vista. La “paz perrata” se va configurando y la gente empieza a aterrizar. Nuevas formas de lucha civilista deben surgir para que las innumerables pero dispersas luchas locales y regionales confluyan hacia verdaderos movimientos sociales contundentes y transformadores. Las numerosas siglas existentes en la organización popular deben dar paso a efectivos procesos de articulación para replantear la estrategia y construir un fuerte movimiento ciudadano que pase por encima de los intereses grupistas y electoreros de poca monta.   

En Colombia lo viejo no acaba de morir y lo nuevo se niega a nacer. Mientras tanto, lo mórbido y corrupto se legitima. Trabajemos para cambiar esa lacerante realidad.

Nota: La visita de Obama a Cuba ratifica el rediseño estratégico de los EE.UU. La decadencia imperial y la pérdida de hegemonía global los obligó a priorizar lo económico. Se impuso la política del “paternalismo liberal” que acepta y promueve el “capitalismo asiático”. Es una combinación de “libre mercado” y gobiernos autoritarios que ya no incomodan su supuesto “espíritu democrático”. El apoyo al “proceso de paz” en Colombia es parte de ese viraje.   


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martes, 22 de marzo de 2016

CUBA MANTENDRÁ SU INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA POLÍTICA

Cuba mantendrá su independencia y soberanía política
Popayán, 22 de marzo de 2016
Con ocasión de la visita de Obama a Cuba hemos planteado que es un triunfo del pueblo cubano y de la revolución. Se nos ha pedido hacer una sustentación de esa afirmación y en forma sintética planteamos algunas ideas básicas.
ü En Cuba nunca ha existido comunismo, ni siquiera socialismo (es imposible de construir en un país por separado, lo ha demostrado la historia).
ü En Cuba se logró sostener un sistema sui géneris en medio del bloqueo económico y el ataque político del imperio capitalista. Es un sistema basado en un capitalismo incipiente en “hibernación”, controlado y regulado por un Estado que monopoliza la economía en favor de construir y mantener ciertos niveles de equidad e igualdad social, el desarrollo de la ciencia aplicada en el sector de la salud, la educación, en algunas áreas de la cultura, deporte y nutrición. La población tiene garantizadas mínimas condiciones de bienestar y seguridad social en medio de la escasez (que es el precio de luchar con dignidad por su autonomía).
ü El gobierno de los EE.UU. ha iniciado un proceso de levantamiento del bloqueo sin imponer los condicionamientos políticos que acostumbraba exigir. Por ello es un triunfo cubano y ha generado tanto malestar entre los cubanos disidentes, especialmente los cubanos obsesivamente “anti-castristas” de Miami.
ü Sin embargo, esa visita de Obama a la Habana también responde al cambio de estrategia del gobierno de los EE.UU. que ante su evidente decadencia y pérdida paulatina de hegemonía global, coloca como prioridad los intereses económicos subordinando aspectos políticos. La nueva teoría política del “Paternalismo Liberal” (Samantha Power y cía.) acepta últimamente y pareciera promover el denominado “capitalismo asiático” que es una combinación de “libre comercio” y gobiernos “no democráticos” (otras formas de gobiernos, monárquicos, dictatoriales, de partido único, como los de China, Tailandia, Malasia, etc.). Ese espíritu pragmático es el que les permite apoyar el “proceso de paz” de Colombia.
ü De acuerdo a estas circunstancias Cuba podrá mantener su soberanía política integrándose paulatinamente al mercado global y desarrollar áreas de su economía que por el bloqueo están muy atrasados (ej. tecnología cibernética y digital), y además, impulsar ciertos niveles de iniciativa individual y privada para desarrollar su aparato productivo y mercado interno. El pueblo cubano tendrá que defender la política de equidad social con los riesgos propios de los retos que implica una apertura económica demasiado flexible.
ü En lo político es evidente que Cuba en medio de un agresivo bloqueo económico y permanente ataque político no podía construir una democracia representativa de tipo occidental. El imperio se los hubiera tragado. Ahora, tendrán el reto de ir liberalizando su sistema político pero sin poner en riesgo los logros sociales conseguidos. Pero lo harán por necesidades internas y no por imposición del imperio estadounidense. Es un pueblo digno y libertario.
ü Para quienes hacen comparaciones odiosas, Cuba es un país mucho más avanzado en casi todos los campos sociales que Colombia. En educación, salud, nutrición, seguridad social, desarrollo cultural y deportivo. En Colombia hay una enorme desigualdad económica, social y cultural que es algo desconocido en Cuba. En el área de la “libertad de expresión” en Cuba existe una indudable restricción por parte del Estado dadas las circunstancias del bloqueo mientras que en Colombia el monopolio de la información lo tienen los grandes capitalistas (Caracol-RCN).
Cuba mantendrá su independencia y seguirá siendo un ejemplo de dignidad. ¡Eso esperamos!

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domingo, 20 de marzo de 2016

GUSTAVO PETRO Y RODOLFO HERNÁNDEZ: DOS ACTITUDES FRENTE AL “PODER

Hacer política con lógica, ética y estética…

GUSTAVO PETRO Y RODOLFO HERNÁNDEZ: DOS ACTITUDES FRENTE AL “PODER”

Popayán, 20 de marzo de 2016

“El ser de conocimiento debe derrotar los miedos, la claridad, el poder y la vejez”.

Carlos Castaneda

El presente artículo tiene por objeto reflexionar sobre la esencia de la lucha política en Colombia y en el mundo. Se hace a partir de la sugerencia de un amigo. Compara la actitud frente al “poder” de dos personalidades diferentes, por edad, origen de clase, formación política, expectativas y filiación partidista. Espero mostrar el contrate y a la vez, la paradoja. 

El alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández en entrevista para Caracol Radio (http://bit.ly/1Rqksrq) planteó que su principal tarea, más que hacer obras o repartir puestos es “restaurar la democracia en Colombia”. Lo traduzco a “construir democracia” porque en este país nunca ha existido efectiva democracia.

Hernández, un “viejo” de 70 años, empresario millonario, pone su lucha contra la corrupción, la politiquería y el clientelismo, como ejemplo para todo el país. Denunció que toda la clase política, empotrada en el concejo municipal de esa ciudad, apoderada de los órganos de control y con apoyo nacional, lo tiene maniatado. Y con todo y ello, obtuvo más del 90% de favorabilidad del pueblo bumangués, convirtiéndose en el primer alcalde de todo el país en ese ranking, de acuerdo a una encuesta contratada por esa cadena radial. Y en esa entrevista se ratificó en lo dicho días antes: “Voy a convertirme en el papa Francisco colombiano para hablar todos los días con los pobres y despertarlos”.

No conocemos la visión de conjunto de éste “outsider” de la política. Llegó a ese cargo de elección popular por un movimiento significativo de ciudadanos que recogieron firmas para poder competir en las elecciones de octubre de 2015, pero con sólo sus palabras se muestra una nueva actitud frente al “poder”. En esa gestión es asesorado por su hermano, quien es una especie de filósofo a lo Estanislao Zuleta y quien lo convenció de que el lema de su campaña fuera hacer política con “lógica, ética y estética”. Es un mensaje diferente. Está enfrentando a toda la clase política sin transar ni un milímetro y por el contrario, le ha dicho al Procurador Regional, que lo puede destituir ya que eso sería una noticia mundial: “Sería un honor que destituyeran al alcalde por no dejar robar”, afirma.

Y cuál es su meta: “Abrirle los ojos al pueblo”. Es decir, él no se ha propuesto como prioridad hacer grandes obras para convertirse en el “salvador supremo” del pueblo y de allí seguir la carrera política. No, no se propone eso. Lo dijo en campaña: “Yo ya estoy muy viejo, no aspiro a nada más que a gobernar sin robar y acabar con la politiquería tradicional”. Y en ese sentido se diferencia –tal vez sin saberlo del todo– de todos los políticos tradicionales de izquierda y de derecha que utilizan los cargos públicos como trampolín para llegar a otros cargos de “mayor importancia”. Claro, hacerlo negaría toda lógica, ética y estética.

Me he propuesto comparar esta actitud del señor Hernández con la asumida por Gustavo Petro como alcalde de Bogotá. No pretendo endiosar al “viejo millonario” ni desprestigiar al dirigente progresista. Se trata de aprender, de reiterar en una idea, de explorar un camino que está planteando éste “filósofo de la política”, que ha aparecido como un resultado inevitable de la descomposición moral en que ha caído la política colombiana (y del mundo).

Tomo como contraparte a Petro porque planteó en una ocasión una consigna similar. Cuando ocurrió la fatídica masacre de los 11 diputados del Valle, él no sólo se deslindó con fuerza y claridad de la guerrilla y de sus actos criminales, sino que planteó con brillantez y valentía lo siguiente: “Acabar la guerrilla por asfixia democrática” (http://bit.ly/1puz1NL). Esa actitud fue muy criticada por sus compañeros del partido PDA, pero él se sostuvo en esa posición.

Después de ganar la consulta interna de su partido fue candidato a la Presidencia obteniendo una importante votación, y de inmediato, denunció públicamente la corrupción del “Cartel de la Contratación” en Bogotá. Así, se catapultó para ser elegido como Alcalde de la Capital de la República. Todos imaginamos e hicimos fuerza para que impulsara y desarrollara una gestión político-administrativa del “tamaño de nuestros sueños” –como dirían los militantes del M19–, y que concretara su principal propuesta: “Construir democracia”.

Pero no ocurrió así. Sin demeritar sus esfuerzos individuales para enfrentar el monopolio privado del servicio de recolección de basuras, sus políticas de inclusión social, sus esfuerzos por mejorar los servicios de salud y educación, su visión integral del desarrollo de la ciudad con su idea de la densificación, la adecuación de la ciudad al cambio climático, y la defensa de lo público (que se quedó a medio camino), el alcalde Petro, cuando se vio destituido y bloqueado no sólo por el Procurador sino por el grueso de la clase política, de los poderosos empresarios, grandes dueños de la tierra y de los medios de comunicación, no se apoyó realmente en el pueblo. Falló en lo esencial. ¿Por qué?

Una cosa es convocar al pueblo a la Plaza de Bolívar para defender su derecho a mantenerse en el cargo y otra es apoyarse en la gente. Lo que hoy hace el alcalde de Bucaramanga al decirle al pueblo que es más importante derrotar la politiquería que “tapar unos cuantos huecos”, llamar a la gente del común a tener paciencia frente a la imposibilidad de hacer obras materiales, hacer pedagogía política todos los días, superar la “cultura ciudadana” de Mockus (insípida y timorata), desenmascarar a los corruptos de todos los colores, “sin importar que me maniaten y no pueda hacer nada”. Eso sí es realmente apoyarse en el pueblo. Sin cálculos, con entrega, sin miedos, sin esperar más contraprestación que la reacción de la población para liquidar totalmente la corrupción incrustada en todos los ámbitos de la sociedad. Es hacer política de la buena, en beneficio de toda la sociedad y no sólo de los sectores marginados y “vulnerables”. Es una actitud ciertamente lógica, ética y estética. Y claro, debe ser complementada “desde abajo”, con nuevas formas de democracia.

Lógica, porque de nada sirve que esquivemos el problema con componendas, como hizo Petro para sostenerse en la Alcaldía. Transó con Santos y todo el mundo se dio cuenta. Creyó que aferrándose al “poder” del Estado heredado, era el camino para ser Presidente de la República. Su prioridad no fue construir democracia con el pueblo, fue posicionar su figura como un benefactor del pueblo. La pregunta lógica es… ¿Qué logramos con hacer grandes obras o entregar subsidios a los pobres, como han hecho los gobiernos “progresistas” de América Latina, si paralelamente no logramos que los pueblos derroten plenamente al enemigo principal de la democracia que es la utilización de poder en beneficio personal?

Ética, porque las componendas con los politiqueros nos debilitan moralmente. Permiten el chantaje y la presión. Petro –en verdad– no se atrevió a tocar la esencia de la corrupción que dejaron incrustada en la administración distrital los gobiernos anteriores. Ese es el problema que hoy sufren Lula, Evo y Maduro, y los gobiernos progresistas de América Latina. Además, al enfrentarse como un Robin Hood a los grandes empresarios y mafias capitalinas, sin construir verdadera potencia social, debilitó su escasa fuerza a tal grado, que le tocó engavetar sus planes de recuperar para lo público a TransMilenio, la EEBB, el servicio de aseo, crear el Banco de los Pobres, y ante todo, democratizar las alcaldías menores y romper con las formas de contratación basadas en OPS, ONGs y nóminas paralelas.

Y estética, porque como dice Pablo Iglesias de Podemos (España), debemos defender la belleza de nuestro proyecto político, impedir que se nos quite el “brillo límpido y transparente de nuestra mirada”, realizar en verdad la “política del amor”, ganar a las amplias mayorías de toda la sociedad, enamorar a todos y todas, sin recurrir a “populismos sectoriales”, rechazando el papel de “salvadores supremos”, haciendo de la política un arte y una alternativa bella para el conjunto de la sociedad. No se trata tanto de pintar las paredes de grafitis, se trata de convertir la política en un bello y pedagógico grafiti.  

La paradoja está a la vista. Un neófito político muestra el camino mientras el experto dirigente de izquierda parece haber perdido el sendero. Un outsider electoral de 70 años muestra la capacidad de riesgo que el exguerrillero ha guardado. Un “viejo” empresario millonario le propone al pueblo una meta inmaterial mientras el joven progresista se esfuerza en logros tangibles. El capitalista pone a soñar al pueblo para que asuma la responsabilidad del cambio mientras el izquierdista quiere hacer la tarea por él.

De acuerdo a lo expresado por el “filósofo-político” la idea aún está en construcción. Es una iniciativa surgida de la necesidad frente al cerco y bloqueo de los corruptos, un gesto honesto y casi único, una actitud original y auténtica frente a la descomposición de la política colombiana. De esa actitud todos debemos y podemos aprender. Para hacerlo hay que cambiar el “chip” de la política, valorar las actitudes sin hacerse expectativas personales, centrar el objetivo en toda la sociedad y no en los individuos y grupos.

En este caso hay que entender que el “viejo” como ya está bien “viejo”, y él lo sabe, puede ser “suelto” y jugar con la muerte. El que la tiene complicada es el joven que no puede hacerlo porque cree tener claridad. Sin embargo, en el fondo lo que tiene son miedos, afanes, apetitos, que sólo puede resolver acumulando “poder”. Ojalá el experimentado y fogueado senador, ahora exalcalde y veterano político, evalúe su experiencia y aprenda. Le sobra todavía tiempo.

Y las fuerzas democráticas tendremos que colaborar con todos los “filósofos políticos” que ya están apareciendo en todo el país y “desde abajo” ayudar a construir nuevas formas de gobierno, replantear la falta democracia representativa existente, organizar a la vez sus contrapesos, construir democracia directa, desarrollar la deliberativa, redefinir la participativa, y tal vez, estimular para que surjan nuevas formas de democracia que resulten de la aplicación creativa de la lógica, la ética y la estética en el ejercicio de la política.

¡Hagamos el esfuerzo!


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viernes, 18 de marzo de 2016

DIEZ VERDADES SOBRE LA DERROTA DE COLOMBIA EN LA CIJ DE LA HAYA

DIEZ VERDADES SOBRE LA DERROTA DE COLOMBIA EN LA CIJ DE LA HAYA

Popayán, 18 de marzo de 2016

Sobre la derrota de Colombia en la Corte Internacional de Justicia deberíamos saber que:

- Colombia siempre ha sido instrumento de EE.UU. para hacer el trabajo sucio frente a Nicaragua, guerra del Corea, presencia en Israel-Palestina.

- El tratado de 1928 entre Colombia y Nicaragua se hizo cuando EE.UU. tenía invadida a Nicaragua. Se hizo para defender los intereses imperiales.

- Por eso ni Colombia ni los EE.UU. han firmado el Tratado del Mar.

- Detrás de la disputa por el mar territorial en el Caribe están los intereses de las grandes transnacionales petroleras estadounidenses.

- Colombia siempre ha tenido abandonado al pueblo de San Andrés y Providencia. Sólo le interesaba como puerto comercial para cobrar impuestos y, después, por el problema del narcotráfico.

- La oligarquía colombiana nunca consideró revisar el Tratado Bárcenas-Esguerra de 1928, porque se cree superior a Nicaragua y porque los EE.UU. nunca se lo permitió.

- Ahora, cuando ya no tienen nada que hacer, después de invertir 22.000 millones de pesos en asesorías jurídicas, tienen que llegar obligadamente a acuerdos con Nicaragua.

- El pueblo de San Andrés y Providencia tiene derecho a su autonomía, en donde los derechos de los raizales sean reivindicados plenamente.

- Ésta oligarquía -encabezada por los Santos, Uribes, Pastranas, etc.- no tiene dignidad ni nunca ha defendido la soberanía nacional.

- La izquierda tradicional en general hoy se muestra timorata y no aprovecha el tema para educar al pueblo porque teme perder votos, pero los verdaderos demócratas no pueden ayudarle a la casta dominante a seguir engañando al pueblo.
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martes, 15 de marzo de 2016

SI FUÉRAMOS SERIOS...

Si fuéramos serios... 
(Con ocasión del Paro Nacional del 17 de marzo de 2016 en el Cauca)
Si fuéramos serios
De verdad serios... 
En el Cauca... 
Allá... allá en la montaña
Un solo punto debería unirnos
No más minería con máquinas
No más minería depredadora
No más minería...! 
Que degrada no sólo a la tierra y el agua
Sino también el alma de la gente
Que prostituye a nuestras comunidades
Que financia la guerra
Que es peor que la peste

Si fuéramos serios
De verdad serios
Saldría la gente de Mercaderes 
A recuperar su río Hato Viejo 
Se movilizarían La Sierra y El Tambo 
Para defender el Esmita y Quilcacé
Estarían al frente Almaguer y Bolívar 
La Vega, Santa Rosa, Rosas y Sucre
Protegiendo el Gran Macizo
Y la gente del Pacífico 
Denunciando 
Lo que ya ocurrió con el río Sambingo
Y todo... todo el Cauca 
Con Suárez, Buenos Aires y Quilichao 
Deteniendo el desastre ambiental 
Que nos desgarra y lastima

Si fuéramos serios
De verdad serios
Indios y mestizos, negros y blancos
Campesinos y citadinos
Saldríamos unidos
A parar tanta desvastación y ruina
Que a diario 
Frente a nuestros ojos
Nos hace sentir indignos
De esta tierra hermosa
Que no merece en verdad
Tanta ruina, caos y adversidad

Si fuéramos serios...

TRUMP, EL SUEÑO AMERICANO Y EL PARAÍSO PERDIDO

TRUMP, EL SUEÑO AMERICANO Y EL PARAÍSO PERDIDO
Marzo 15 de 2016
Después de probar con Barack Obama –un negro de Chicago de origen keniano– el pueblo norteamericano va a elegir a Donald Trump, un multimillonario estadounidense, con alma de tahúr y cara de truhan, como presidente de los EE.UU.
Una parte de los estadounidenses aspira con esa elección, poder recuperar la grandeza de su nación, restablecer el “sueño americano”, revivir el “destino manifiesto”, negar la decadencia de su imperio, restaurar la “supremacía blanca” y acariciar nuevamente el paraíso perdido.
Algunas personas, entre ellas el presidente del Ecuador Rafael Correa, consideran que esa elección sería positiva para los pueblos del mundo porque, según ellos, los unificaría y se crearían condiciones para imponerle al imperio estadounidense un ambiente de paz.  
De acuerdo al pensador colombiano Estanislao Zuleta[1], se debe desechar la idea de que algún día haya “paz”. El ser humano es socialmente conflictivo dice Freud, y eso lo trabaja Zuleta.
La “paz” sería el trámite sin violencia de los conflictos, pero siempre habrá alguien que quiera usar la violencia. No siempre la violencia es física, seguramente las guerras del futuro, que ya las estamos viendo, serán virtuales, dirigidas fundamentalmente a destruir ilusiones. Ej.: La violencia de la “troika” financiera europea contra Grecia es peor que una agresión bélica, y qué decir la que se utiliza contra otros países y pueblos mucho más débiles...!
La idea de la “paz absoluta” –que lograría el comunismo– se le ha achacado a Carlos Marx pero en realidad fue construida por Federico Engels cuando escribió “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, con base en un plan que había elaborado Marx para el cuarto tomo de El Capital. Es de un idealismo enorme y ha hecho mucho daño. Zuleta le llama “El país de Cucaña” refiriéndose al mito europeo del paraíso anhelado.
Para muchos, ese paraíso son los EE.UU. Pero la verdad, ese país siempre ha sido un “estercolero”. Lo que pasa es que han sido capaces de presentarlo como el “sueño americano”. Eso lo hicieron desde un principio como herederos europeos para no reconocerse como europeos, para negar la ansiedad y la depresión que les ha generado la búsqueda de ese “paraíso perdido”. El que llega allá, después de haber caído en esa trampa, le da pena decir la verdad, igual que los migrantes fundadores.
Y lo más grave, es que están consiguiendo que todo el mundo caiga en esa trampa sin necesidad de ir allá porque ellos han logrado expandir ese “estercolero” a todo el mundo. El que cae en esa trampa por querer construir el “sueño americano”, se siente inmigrante en su propio país, insatisfecho por no conquistar el “progreso” y la “modernidad”.
Algunos viejos pensionados estadounidenses y europeos –como ya no tienen nada que perder–, están llegando a países latinoamericanos y asiáticos a vivir sus últimos años en el verdadero paraíso que todavía tenemos por acá, en donde no tenemos “tiempo”, no corremos en busca de nada...
Que ellos elijan a Trump como su presidente sólo es una prueba de eso.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado



[1] Pensador colombiano (1935-1990). https://es.wikipedia.org/wiki/Estanislao_Zuleta 

lunes, 14 de marzo de 2016

AHORA EMPIEZA LO BUENO… ¡A CONSTRUIR DEMOCRACIA DE VERDAD!

Las FARC, los “Terrepaz” y la complejidad del momento actual…

AHORA EMPIEZA LO BUENO… ¡A CONSTRUIR DEMOCRACIA DE VERDAD!

Marzo 14 de 2016

“La realidad es siempre tan obstructiva”

Eric Ambler

Se viene la parte final de la terminación del conflicto armado. El proceso de acuerdo entre el gobierno y la guerrilla de las FARC entra en su fase más delicada. Se aproxima la toma de decisiones más importantes. La desmovilización y la ubicación de los guerrilleros en proceso de reintegración a la sociedad son parte sustancial del cese al fuego bilateral y definitivo. Es, por tanto, el nudo gordiano del fin de la guerra entre la insurgencia y el Estado.

En pocas semanas o tal vez días, empezarán a movilizarse diversas comunidades en el Cauca para presionar al gobierno para impedir que sus fincas, tierras y territorios, queden incluidas en las zonas de ubicación que la guerrilla exige para garantizar su seguridad durante el proceso de desmovilización, dejación de armas e integración a una vida pacífica. Será un pulso que tomará por sorpresa, no sólo a la sociedad en general sino a los dirigentes de la misma insurgencia. 

El tema que trataré en este artículo es considerado “tabú” entre algunos sectores de la “izquierda tradicional” y entre las organizaciones sociales que tienen influencia social y política entre campesinos mestizos, indígenas y afrodescendientes. Lo abordaré con una visión histórica general pero a la vez, lo ubico en el departamento del Cauca, que es donde cuento con la experiencia y el conocimiento directo del asunto.

En este escrito se hace visible y analiza el conflicto por el territorio que –en forma callada pero profunda– se presenta entre las comunidades rurales de ese departamento. Dicho conflicto se despliega tanto entre diversos sectores, principalmente campesinos mestizos e indígenas, como entre la población de diversas e importantes zonas frente a las FARC. El Cauca es escenario de esa lucha, en donde los terratenientes del norte del Cauca, los herederos de los antiguos latifundistas de Popayán, los enemigos del “proceso la paz”, la misma guerrilla y las comunidades rurales y agrarias van a ser protagonistas de primera mano.

La necesaria historia para comprender la situación actual

Las guerrillas de las FARC a lo largo de la historia han vivido tres fases de desarrollo que se configuran en tres áreas diferentes de influencia territorial y tres clases de comportamiento frente a la población de las regiones de relativo control insurgente. Las separamos así: 1. Fase de gestación y nacimiento; 2. Fase de fundación y primera expansión; 3. Fase de crecimiento acelerado y expansión territorial por todo el país.

La primera fase, su gestación y surgimiento, se origina desde antes de la “violencia de los años 50s” del siglo pasado. En los alrededores del Volcán del Huila (suroriente del Valle, nororiente del Cauca, suroccidente del Tolima y noroccidente del Huila) confluyeron campesinos mestizos de origen paisa desheredados y desplazados del Eje Cafetero con indígenas pijaos y nasas. Más adelante llegan a esta región montañosa, huyendo de la violencia pero en resistencia activa, dirigentes del movimiento campesino de Sumapaz y gentes influidas por el movimiento obrero de los años 20s (PSR) que tiene su expresión más visible en los “bolcheviques del Líbano”. Como todos los estudios, relatos y escritos sobre el origen de las FARC lo reconocen, es su zona de presencia histórica por excelencia. Allí existe una fuerte tradición de lucha, resistencia y autonomía indígena y campesina.

Las FARC, al igual que el Partido Comunista en los años 30s y 40s, tuvieron desencuentros con las comunidades nasas que iniciaron desde los años 60s un proceso de reconstrucción de sus sociedades, culturas y autoridades propias. Pero, es desde 1983, cuando se inició el proceso de expansión acelerado de las FARC. Ya desde años atrás se acumulaba el conflicto que tuvo su momento más dramático con la masacre de Los Tigres en donde fueron asesinados varios comuneros a manos de la guerrilla[1]. Sin embargo, a pesar de los fuertes enfrentamientos, la guerrilla logró mantenerse en la región apoyándose en la población más pobre que por diversos motivos sobrevive apoyándose en los ingresos obtenidos de los cultivos de uso ilícito.

Otra zona histórica con presencia de las FARC que tiene particularidades especiales surgió de las colonizaciones paisas de población y guerrilleros liberales de los años 47-48 que se ubicaron en Corinto, Caloto, Miranda y Toribío, en el norte del Cauca y, también, en la región de Huisitó, municipio de El Tambo (Cauca). Son regiones de presencia histórica de la guerrilla en donde cuentan con bases de apoyo ligadas a la economía del narcotráfico.   

La segunda fase se inicia desde 1964 y va hasta 1983. En esta etapa de lucha los campesinos liberales gaitanistas que durante la violencia “liberal-conservadora” mostraron mayor autonomía, que se habían ubicado en las localidades de Marquetalia, Riochiquito, El Pato y Guayabero, son obligados a convertirse en una guerrilla móvil ante la arremetida del ejército oficial con la implementación del Plan LAZO. Así, se crean formalmente las FARC y a lo largo de los siguientes años amplían su radio de acción hacia zonas de colonización del Meta y Caquetá. Allí las FARC se relacionan básicamente con colonos y empiezan a actuar como pequeños grupos más parecidos a una “policía rural” que a un ejército popular. Consiguen mantener su dinámica de guerrilla que expresa en lo fundamental la resistencia campesina como lo plantea su programa agrario. Durante esta fase también logran establecer algunas bases de apoyo en regiones como Urabá, Noreste Antioqueño y Bajo Cauca, el Magdalena Medio y otras zonas en donde históricamente algunos sectores cercanos a la guerrilla tenían influencia política.

A partir de 1983 viene la fase de expansión acelerada. El auge y las campañas político militares del M19, el balance triunfalista de tipo insurreccional que se hace del Paro Cívico Nacional de 1977 y otros factores de similar tipo, convencen a la dirección de las FARC que existían condiciones para iniciar un proceso de crecimiento en todo el país. A partir de allí la naturaleza de las FARC cambia radicalmente. Se convierte en un ejército en formación y desarrollo pero sin la capacidad ideológica y organizativa para realizar un trabajo político consistente y cualificado con la población. Utilizan el proceso de paz con el gobierno de Belisario Betancur para avanzar en su propósito, implementando en la práctica la estrategia de la “combinación de las formas de lucha”. Se aprueba la utilización generalizada del secuestro y la extorsión como forma de presionar el pago de los “impuestos revolucionarios” y se decide gravar con el “gramaje” a la cadena de producción de la base de coca y cocaína, que estaba en pleno desarrollo en diversas regiones donde tenían presencia.

En muchas regiones, para poder crecer, reclutar masivamente a jóvenes campesinos, financiar sus arcas, abastecer sus tropas y armarse con equipos modernos, se hacen acuerdos con narcotraficantes que a su sombra y bajo su protección se convierten en poco tiempo en terratenientes –como ocurrió en el Magdalena Medio–. Esta gente poco después se convierte en el principal enemigo de las FARC por cuanto se cansan de pagar impuestos. Es así como se alían con el ejército y constituyen los primeros núcleos de paramilitares con la financiación del Cartel de Medellín y el apoyo político de la derecha extrema de ese tiempo. Se inicia la llamada “guerra sucia” y los militantes legales de la Unión Patriótica se convierten en las principales víctimas.    

En esta fase las FARC se expanden en nuevos territorios llegando durante los años 90s a ser un verdadero ejército que logró, en determinadas regiones, pasar de una lucha móvil de guerrillas a desarrollar una guerra de movimientos. En esta etapa logran darle golpes contundentes a las fuerzas armadas oficiales en Nariño, Putumayo, Caquetá, Meta, Guaviare y Guainía. Estamos hablando de mediados de años 90s en donde la dirigencia de las FARC considera que han logrado un estado de equilibrio estratégico frente al Estado.

Sin embargo, ese rápido y fenomenal crecimiento y expansión se hace –en lo fundamental–, sin el apoyo consciente y organizado de la población. A donde llegan se comportan como un “ejército de ocupación”. En algunas regiones se enfrentan con los terratenientes pero la mayoría de ellos ya no habitan en el campo. Por ello, la confrontación se presenta con los campesinos ricos y medios. Así, se van generando las condiciones para una guerra territorial de aparatos armados entre la guerrilla y los grupos paramilitares, que más que combates directos tiene como componente el control militar y económico de la población con todos los problemas que ello implica.

Durante las últimas tres décadas, se presenta un fenómeno socio-económico en las zonas controladas por las FARC, especialmente en aquellas donde la economía del narcotráfico y más adelante, la minería ilegal, progresan y se consolidan. La acumulación de capitales les permite a los campesinos ricos de esas regiones invertir en ganadería, después en minería y más adelante en propiedad raíz e inversiones financieras fuera de las zonas de colonización. Se constituye así un sector de lo que es una “burguesía emergente”. Es la clase social dominante en esas regiones, y son el principal soporte social –más estable– de las actuales FARC.

Los campesinos pobres de esas regiones y los jornaleros de la coca o “raspachines”, son sectores de clase subordinados y se “mueven” alrededor de esos intereses. En las movilizaciones “campesinas” de 2013, en el marco del paro agrario, cada campesino rico era el que financiaba la presencia y participación de un número determinado de campesinos pobres pero principalmente de jóvenes jornaleros o “raspachines”. La propuesta de las “zonas de reserva campesina” tiene la intención de “rectificar” ese proceso real que genera la evolución de la vida, pero todo apunta a que serán escenario de fortalecimiento de esa burguesía emergente.

La expansión de las FARC en el caso del Cauca

En la primera fase las FARC se localiza en pequeñas áreas del nororiente del Cauca y de Huisitó, municipio de El Tambo. En la segunda, avanzan principalmente hacia varios municipios de la cordillera occidental como Argelia, Balboa, Patía, Morales y Suárez. Además, localizan un frente en la Bota Caucana y organizan varios bloques móviles. En la tercera, avanzan hacia los municipios de la Costa Pacífica como López de Micay, Timbiquí y Guapi, controlando amplios territorios ricos en minería de oro y expandiendo la economía del narcotráfico. Es la fase en donde también se explayan hacia la Costa Pacífica nariñense y el piedemonte de la cordillera occidental de ese departamento.

Dado que en esas nuevas regiones no existía un trabajo político consistente, las relaciones con la población nativa han sido conflictivas. Al principio las comunidades campesinas los aceptaban para combatir la delincuencia común y el abigeato. Pero, con el pasar del tiempo la guerrilla se fue convirtiendo en un poder opresivo. Las juntas de acción comunal y otras organizaciones campesinas perdieron su autonomía. En algunas zonas imponían candidatos a Concejos Municipales, Asamblea Departamental y Alcaldías. En otras, llegaban a acuerdos con politiqueros tradicionales para impedir el fortalecimiento de movimientos campesinos y cívicos que mostraban autonomía y manejo ético de los presupuestos municipales. Y claro, la confrontación –aunque callada y soterrada–, se ha presentado a lo largo de los años.

En el municipio de Patía, en donde con la fuerza de su trabajo político pero también del amedrentamiento de la población habían logrado imponer por varios períodos alcaldes y mayorías en el Concejo, se pudo evidenciar cómo en las últimas elecciones locales –ya con los diálogos y proceso de paz en marcha–, la población tanto del municipio como de la cordillera patiana (occidental), se resistió a las orientaciones, órdenes y presiones de la guerrilla, y los resultados fueron adversos a la insurgencia. Es sólo una muestra de lo que se empieza a vivir en otras regiones y zonas del Cauca.

La propuesta de los “Terrepaz” y las “Zonas de Reserva Campesina” en el Cauca      

La guerrilla de las FARC presentó en la mesa de la Habana en el mes de noviembre de 2015 la propuesta de conformar hacia el futuro lo que denominan Territorios Especiales para la Construcción de la Paz (“Terrepaz”). Es el plan de lo que llaman “normalización territorial para la transformación de las FARC-EP y su tránsito hacia convertirse en una organización abierta”[2]. Es indudable que para terminar la guerra es necesario organizar unas zonas en donde los guerrilleros cuenten con seguridad y protección y no se reduzcan –como quiere Uribe–, a unas “cárceles con cielo abierto” como las han calificado los comandantes insurgentes.

Sin embargo, para que esos territorios no se conviertan en zonas de escenario de conflicto con las comunidades, es necesario que la población sea consultada, sin tener la presión armada de la guerrilla. Y allí es donde se va a complicar el panorama. Debido al comportamiento impositivo, autoritario y muchas veces violento y antidemocrático que han asumido las FARC en su proceso acelerado de expansión territorial, han lastimado, atropellado y vejado a amplios sectores de la población campesina que hoy se resiste a hacer parte de las “Terrepaz” y de las “ZRC”.

En el caso del Cauca ya se han empezado a movilizar las comunidades de algunos municipios del Macizo Colombiano, El Tambo, Patía, Morales, Cajibío, y las comunidades indígenas del Norte del Cauca están alerta y a la expectativa. El problema consiste en que si las organizaciones con tradición de trabajo comunitario no reaccionan a tiempo y con claridad política, van a ser unas supuestas organizaciones “campesinas” e “indígenas”, creadas por fuerzas uribistas apoyadas por grandes empresarios, terratenientes y políticos corruptos desde Popayán, Santander de Quilichao, Cali y Bogotá, las que aúpen, incentiven, manejen y canalicen ese conflicto latente y en desarrollo.

Si las organizaciones sociales y partidos políticos que apoyan el proceso de terminación negociada del conflicto armado y que tienen influencia en el Cauca, con la colaboración del Gobernador, los alcaldes, el gobierno nacional y la misma dirigencia insurgente, trabajan el tema con sinceridad y franqueza, si la guerrilla reconoce sus errores y fallas en el tratamiento de la población rural de diferentes regiones, si se impone la madurez y el espíritu de reconciliación que se pregona, se pueden construir acuerdos participativos y democráticos y, por tanto, se impedirá que los enemigos de la paz se aprovechen de esta situación para agudizar conflictos y “pescar en rio revuelto”.

Ojalá se actúe con la madurez y la sindéresis que se requiere en un momento tan difícil y delicado como el que vive el país y la región. Se podría decir que el “post-conflicto” ya es un hecho. Lo que podemos concluir es que no habrá un verdadero desarrollo territorial en Colombia sin que primero, se acuerde y se logre la terminación del conflicto armado y, segundo, sin que la gente tenga posibilidades de construir democracia con base en la autonomía de sus organizaciones.

La contradicción entre “zonas de concentración” y los “Terrepaz” 

En la propuesta planteada por las FARC existen elementos sustanciales para construir unos acuerdos consensuados con las comunidades. En el punto sobre “la naturaleza y criterios básicos para la conformación de los Terrepaz” se afirma: “Los territorios especiales para la construcción de la paz, constituyen el espacio social y geográfico para la transformación integral de las FARC-EP en su dimensión territorial, en lo político, lo económico, lo social y cultural, habitados por excombatientes, familiares y allegados, y los ciudadanos vecinos del lugar, dentro del orden constitucional surgido del proceso de diálogos y las formas de organización política y social que se derivan del ejercicio de la democracia directa, autogestionaria y comunitaria, a través de cabildos o asambleas populares”.

El problema es garantizar el ejercicio pleno de esa democracia directa mientras la guerrilla esté armada y tenga la posibilidad de ejercer presión real sobre la voluntad de las comunidades con base en ese poder de coerción. Es la principal contradicción a resolver. Para la guerrilla lo ideal es que todas las zonas en donde han tenido presencia sean a la vez las áreas de concentración para la desmovilización y dejación de armas porque abandonar algunas de esas regiones temporalmente sería una concesión inaceptable. Para los enemigos de la paz, tal situación crearía condiciones para copar las áreas despejadas con grupos paramilitares u otras fuerzas que están reactivando. Para el Estado sería la “recuperación” del territorio con base sólo en la ocupación militar. Para algunas comunidades que no están conformes con la presencia y el control de las FARC, sería una “liberación”. He ahí la complejidad de la situación.

Por ello se requiere un acuerdo político entre las fuerzas vivas de las regiones, que tengan conocimiento efectivo de la realidad y voluntad de construir paz y convivencia. Con voluntad y claridad política… ¡todo se puede!     

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado





[1] Más de cien muertos significó para las comunidades indígenas este enfrentamiento, que incluyó hechos tan dramáticos
como la masacre de Los Tigres, el 3 febrero de 1981 en el resguardo de La Aurora, municipio de Santander de Quilichao, en donde fueron asesinados por el Sexto Frente de las FARC, siete indígenas acusados de cuatreros y desertores, entre los que se encontraba el dirigente local José María Ulcué, antiguo miembro del Partido Comunista y a quien se responsabilizaba por la pérdida de influencia del Partido en la región. Después han continuado los asesinatos y atropellos hasta años recientes. Ver: “Nuestra vida ha sido nuestra lucha” – Resistencia y memoria en el Cauca Indígena. Informe del Centro de Memoria Histórica. Director General: Gonzalo Sánchez Gómez

[2] Propuesta quinta sobre el “Fin del Conflicto”, referida a la definición de Territorios Especiales para la Construcción de la Paz (TERREPAZ). Rebelión 27 de noviembre de 2015. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206143