miércoles, 29 de junio de 2022

Colombia: nuevos retos y dilemas ante el “desplazamiento político”

 


Colombia: nuevos retos y dilemas ante el “desplazamiento político”

Popayán, 29 de junio de 2022

“El superpoder de una víctima consiste justamente en perdonar lo que su dolor inmenso jamás podría castigar”.

Santiago Alba Rico

Luego del triunfo electoral y de la fiesta popular de celebración que fue a lo grande y por todo el país, Petro ha entrado en la tarea de construir gobernabilidad para avanzar con las tareas planteadas: consolidar la “paz grande”, atender la crisis social y ambiental, y sentar las bases para construir una economía moderna y sustentable en el marco del capitalismo existente.

Para ser consecuente con lo planteado en la campaña electoral, Petro va más allá del Pacto Histórico y ha llamado a todos los sectores de la sociedad colombiana a un Acuerdo Nacional. Ha invitado incluso al expresidente Uribe a conversar sobre “lo fundamental”, que consiste en crear las condiciones para convivir en paz en medio de la diferencia.

Al hacerlo, envía un mensaje de perdón para ambientar la reconciliación. Francia Márquez, a su vez, con actos sencillos empodera el sentido de dignidad sin la más mínima soberbia. Es decir, entienden que superar la falsa  polarización frente a la “paz”, es oficializar la derrota política de Uribe. Otra cosa, es la acción de la justicia que deberá seguir su propia dinámica.

La respuesta positiva de la mayoría de dirigentes políticos (incluyendo a Rodolfo Hernández) es la prueba de que aún antes de la 1ª vuelta se había producido un importante “desplazamiento político”[1]. Solo el sector más recalcitrante de los terratenientes y de la alta cúpula “uribista” del ejército, se han resistido. Los primeros, no están dispuestos a entregar las tierras despojadas ilegalmente a los campesinos y, los segundos, no quieren reconocer sus crímenes de lesa humanidad.

Si el abrazo (y felicitación) de Petro a Rodolfo se hubiera enviado la misma noche del 29 de mayo, el triunfo del Pacto Histórico en la 2ª vuelta habría sido contundente (con mayor ventaja). La verdad, era que el “uribismo” -con el que algunos todavía quieren asustar- estaba derrotado antes de esa elección. Hoy se trata de empezar a pasar esa página nefasta de nuestra reciente historia como lo recomienda el padre Francisco de Roux en la entrega del informe de la Comisión de la Verdad.

¿“Desplazamiento político” en qué dirección?

Nos equivocamos si consideramos que ese desplazamiento ha sido hacia la izquierda o siquiera hacia el progresismo. Las gentes van “moviéndose” con base en sus intereses y percepciones. El “ideologismo” no está en sus cuentas. El pueblo aprende de sus errores y va encontrando formas de hacerse notar. Identificar la tendencia de esos “movimientos” y “mensajes”, es lo que tenemos que hacer para acertar.

Hace 4 años el pueblo “uribista” le dio una oportunidad al mismo Uribe en cabeza de Duque, y no la aprovecharon. Decíamos por entonces que Duque le había arrebatado a Fajardo su programa y la “forma” de mostrarse ante la gente. Dijo “Ni risas ni trizas” frente al proceso de paz, pero una vez posesionado se decidió por las trizas, traicionando a quienes lo eligieron.

Por ello es que Duque por más “histórico” que quisiera ser, por más que se mostrara como progresista en lo de “economía naranja”, “economía circular” o frente al problema del medio ambiente, nadie le creía. Y por eso sale por la puerta de atrás, como un presidente inepto, torpe, posudo, falso y mentiroso. Y con él, el partido de Uribe queda más partido que nunca.

El “movimiento” de quienes votaron por Duque en 2018 fue hacia el “centro” y el mensaje era: “pónganse de acuerdo, no más peleas por lo que pasó en la guerra, pasen la página y dedíquense a resolver los problemas de hambre, pobreza, desigualdad e injusticia”. Duque no escuchó, su soberbia y elitismo se lo impidieron, y los problemas le estallaron en la cara.

Las causas económicas, sociales, políticas y culturales del “desplazamiento político”

El tema de la paz y la reconciliación es lo más visible en “política electoral” pero detrás están los intereses económicos que se habían expresado durante el “proceso de paz”. La oligarquía financiera, los grandes terratenientes (“viejos” y “nuevos”), la burguesía emergente, los pequeños y medianos productores agrarios, los campesinos y colonos, y los trabajadores en general, entre ellos el joven precariado profesional, durante todo ese período habían mostrado sus intereses vitales y trascendentes.  

La oligarquía financiera necesitaba crear condiciones para la inversión extranjera (impulsar agronegocios en las tierras de la Orinoquía, explotar el petróleo de regiones despejadas por las guerrillas, tratar de formalizar la minería ilegal, e incursionar en el turismo), y a la vez, tratar de “echarle tierra” a los conflictos acumulados a lo largo del conflicto armado con algunas leyes “progresistas” para calmar a las víctimas y devolver algunas tierras a campesinos despojados.

Los grandes terratenientes de vieja data -aunque dudaban- se alineaban en esa dirección. Los “nuevos terratenientes”, surgidos del proceso de despojo realizado durante el conflicto armado (instrumentalizado por ellos), se oponían totalmente a dicha política de “paz”, porque sabían que su poder territorial lo habían sostenido a “punta de plomo”, con alianzas con grupos paramilitares y toda clase de mafias locales y regionales (políticas y armadas).

La burguesía emergente, que ha acumulado importantes recursos de la economía del narcotráfico, de la minería ilegal y de otras economías criminales (tráfico de armas, de personas, de información, extorsión, apuestas y crédito ilegal o “gota a gota”, etc.), y que sabe que esos recursos “irrigados” son el principal factor estabilizador de la economía colombiana, se dividió entre apoyar el “proceso de paz” u oponerse a él. Y hoy, están a la expectativa.

Los pequeños y medianos productores agrarios, desde el paro de 2013, empezaron a acercarse a campesinos y colonos cocaleros, a los trabajadores citadinos, al precariado profesional, para presionar por reformas que les garantizaran precios de sustentación, subsidios a los fertilizantes y apoyo para el mercadeo de sus productos. Levantaban con cierta timidez consignas contra los Tratados de Libre Comercio, pero vacilaban frente a la posibilidad de quedar en manos de la “izquierda fariana” y por ello se aferraban a Uribe.

Y así se fueron desencadenando los acontecimientos. Vinieron los paros estudiantiles (2011-18), las mingas indígenas (2008, 2018), las rebeliones negras (2017) y de las mujeres, y el estallido social que tuvo su inicio en noviembre de 2019 y que explosionó en 2021 con la creatividad de la juventud y la participación masiva del precariado urbano (jóvenes profesionales).

Y en 2022 todo ese movimiento social se convirtió en dos expresiones electorales del cambio (de origen diferente y diferenciadas en el proceso de “desplazamiento”): la decididamente “progresista” y de “izquierda”, y la “antipolítica” o “anticlientelista” que se apoyó en el candidato “outsider” (Rodolfo).

Los grandes dilemas de Petro y las certidumbres de Francia

Las castas dominantes colombianas han terminado por aceptar que este país necesita algunos cambios. Saben que la enorme desigualdad que se acumuló a lo largo de décadas de conflicto armado y de políticas neoliberales, es la causa que desató la poderosa inconformidad popular que se ha expresado en las calles y en las urnas. Son conscientes que tienen que ceder en algunos aspectos “reivindicativos” y “coyunturales”, pero van a defender a toda costa la esencia de su institucionalidad (propiedad privada, mercado “libre”, independencia del Banco de la República, economía extractivista, etc.).

Esas clases dominantes, especialmente la oligarquía financiera y los grandes terratenientes, van a tratar de manejar la situación lo mejor posible, para no poner en peligro todo su sistema de privilegios, explotación y opresión. La reacción de la clase política -de casi todos los partidos- es sumarse al gobierno para tratar de defender “desde adentro” sus intereses burocráticos y buscar la forma de reacomodarse y reciclarse ante la nueva realidad. Especialmente en las regiones.

Petro en general tiene un plan bien trazado en cuanto a no afectar la institucionalidad del capital pero sabe que las urgencias del pueblo son tantas, tan graves y urgentes, que tiene que convencer a las clases dominantes de aprobar una reforma tributaria a fin de enfrentar el hueco fiscal y financiar las “ayudas sociales de emergencia”. Necesita ganar tiempo y acumular fuerza política para poder impulsar, más adelante, las reformas estructurales que tienen que ver con la democratización de la tierra, del conocimiento y del crédito, y transformar la matriz energética.

Sus dilemas tienen que ver con los tiempos y los ritmos. No obstante, su visión es “estatista”; quiere hacer “una revolución desde arriba”, unos cambios desde la institucionalidad, en alianza con sectores que tienen interés en desarrollar el capitalismo en Colombia y en América Latina. Su visión progresista es “desarrollista” y, por ello, sus asesores económicos de cabecera son José Antonio Ocampo y Jorge Luis Garay. Su idea es liberal-democrática y “cepalina”.

En cambio, Francia Márquez tiene muy claro que para lograr los cambios que podríamos llamar “postcapitalistas” (para no llamarlos “anticapitalistas”), la tarea es de más largo plazo. Que el fortalecimiento del movimiento social y de las organizaciones sociales es fundamental para soportar los embates que desde el poder del gran capital y de los terratenientes, inevitablemente se van a impulsar y realizar. Y cuando las contradicciones se acumulen y lleguen los momentos de las definiciones importantes, volverán a ser las calles las que lo determinen todo.

Por ahora no hay mayor contradicción. Petro y Francia representan el presente y el futuro. Ambos están enviando un mensaje de perdón y reconciliación para poder sustentar en el corto y mediano plazo los cambios económicos y sociales necesarios para acumular fuerza social, sin romper con un capitalismo que sigue -por lógica intrínseca- depredando la vida humana y la naturaleza planetaria.

Pero, ambos tendrán que conectar mucho más con las fuerzas sociales y culturales que -en cada fase y etapa- son vitales y determinantes para garantizar la continuidad del proceso. Por ahora una alianza interclasista (incluyendo a los grandes capitalistas y terratenientes) es fundamental para avanzar, con paciencia y sin afanes, hacia consolidar las bases sociales de los cambios estructurales.

Pero, si el Pacto Histórico se dedica solo a la “gestión institucional y burocrática” (Congreso, leyes, administración, proyectos puntuales, etc.) y no afina en su estrategia de andar a varios ritmos, de explotar la diversidad social y cultural, de combinar los diferentes espacios (“por arriba”, “desde abajo”, “desde las periferias”, etc.) para construir variadas y creativas democracias (directa, representativa de nuevo tipo, deliberativa, de “conocimiento” o “ilustrada”, otras), terminará como ha ocurrido con las experiencias de países y pueblos vecinos: arrepintiéndose de las oportunidades perdidas.

Por ello, se requiere un trabajo serio y consistente en el terreno del pensamiento estratégico. Un esfuerzo que recoja lo mejor de las experiencias de América Latina, tanto a nivel de movimientos sociales como de los ejercicios institucionales y gubernamentales. Tenemos un acumulado que está allí para ser aprehendido y avanzar por esos nuevos caminos y con nuevas miradas.  



[1] Planteo la idea de “desplazamiento político” porque no es un proceso organizado por un partido o movimiento organizado. Las bases uribistas se “desplazaron” en la búsqueda de un candidato que les llenara sus expectativas: superar la polarización con las izquierdas y el progresismo pero, a la vez, rechazar las alianzas clientelistas.


jueves, 23 de junio de 2022

Petro y Francia van a sorprender a tirios y troyanos

 

Petro y Francia van a sorprender a tirios y troyanos

Popayán, 23 de junio de 2022

Triunfó la Colombia profunda, periférica, trabajadora y excluida. Se derrotó parcialmente a esa otra parte de la población que es superficial, centralista, rentista y excluyente. Ganó lo más avanzado del pueblo y perdió aquel que se ha dejado controlar por el miedo. El Pacto Histórico logró la victoria. Ganó la alegría y la rebeldía. ¡Recién empieza lo bueno!

Petro y Francia, Francia y Petro, lo lograron. Representaron y canalizaron lo mejor de nuestra gente. Fue sorprendente la reacción en la 2ª vuelta electoral de la juventud y las mujeres de centros urbanos, y de las comunidades negras, indígenas y mestizas de regiones relegadas y excluidas. Y, los errores del candidato rival (improvisado y de ocasión) también ayudaron.

Petro y Francia van a dar sorpresas. No solo en Colombia sino en América Latina y a nivel global. Han asimilado la experiencia de los pueblos en lucha y movilización de Sudamérica y de otras partes del mundo (España, Grecia). Petro tiene clara la naturaleza productiva y económica de nuestro país y Francia va a potenciar y a seguir movilizando los saberes y sentires de nuestra gente.  

La construcción e implementación de una línea estratégica que supere las limitaciones de las experiencias vecinas va a ser clave para poder avanzar por nuevos caminos. Petro ha visualizado lo que es la actual Colombia, en donde existe el más avanzado capitalismo (“tecno-feudal”, dixit Varoufakis), una oligarquía financiera transnacionalizada, el más atrasado sistema de propiedad terrateniente y una cultura rentista y semifeudal (colonial).

Pero a su lado, como resultado de esa confluencia de factores históricos que son el sustento de una economía permeada por el narcotráfico y diversas economías criminales, han surgido (o se han sostenido y evolucionado) cientos de miles de pequeños y medianos productores (especialmente agrarios pero también en otras áreas productivas) que buscan y construyen formas nuevas de tecnificación e industrialización para poder sobrevivir.

También es importante resaltar que en las elecciones de marzo de 2022 (legislativas y de consultas presidenciales) no se vio reflejada la creciente participación de sectores populares que en mayo 29 y junio 19 (1ª y 2ª vueltas) votaron masivamente por el Pacto Histórico. La diferencia fue de más de 2 millones de votos en la 1ª vuelta y de más de 5 millones en la 2ª. ¡Es algo extraordinario!

Esa situación debe tenerla en cuenta el nuevo gobierno a la hora de hacer las negociaciones para garantizar la gobernabilidad que es necesaria para impulsar sus iniciativas legislativas dentro del marco de la institucionalidad existente. No obstante, esa “fuerza emergente” que se expresó como “masa electoral no prevista” debe jugar como “fuerza extrainstitucional”, o sea, como referencia efectiva de las gentes que se expresaron en el estallido social. ¡Allí juegan mejor!

¿En qué consisten las sorpresas?

Al entender que una cosa es acceder al gobierno y otra muy diferente es controlar el Estado, el Pacto Histórico tendrá que ir despacio y con paciencia. No se va a enfrascar en confrontaciones retóricas e infantiles con el gobierno de los EE.UU., ni va a cazar peleas insulsas con los empresarios colombianos (grandes y medianos) que tienen lazos e intereses imbricados con el gran capital global y que son poderosos en todos los ámbitos.  

Sin embargo, en política internacional Petro y Francia van a ayudar a construir tanto un “Bloque Regional Latinoamericano” como también un “Movimiento Global No alineado” que es fundamental para luchar contra toda guerra (como la de Ucrania que ya nos afecta por el tema de los alimentos, fertilizantes y la inflación creciente) y contra las causas del cambio climático (crisis ambiental).

En ese sentido, la política de Petro y Francia, así ellos no lo expresen de esta manera, va a girar alrededor de combinar los siguientes aspectos:

a) Respeto irrestricto de la institucionalidad democrática existente que se soporta en la Constitución Política vigente desde 1991, impulsada y aprobada por el M19, organización revolucionaria de la cual hizo parte Gustavo Petro en los años 80s. Ello incluye, el respeto a la alternancia en la presidencia (no reelección) y a la división de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial, público y electoral). Y en ese marco, impulsar una verdadera descentralización territorial;

b) Construcción de una economía capitalista que rompa con la estructura “colonial” heredada pero, que a la vez, vaya neutralizando el papel de los grandes monopolios depredadores de la vida que son un freno para ese mismo desarrollo capitalista y para el bienestar del pueblo;

c) Intervención decidida del Estado (como lo ordena la Constitución) en áreas estratégicas de la economía y en la política social y ambiental (función social de la propiedad, etc.); y

d) Estímulo intenso (pero no asistencialista ni paternalista) a las economías colaborativas y asociativas que están en construcción por parte de pequeños y medianos productores, con base en el trabajo de movimientos y organizaciones sociales para avanzar paulatinamente hacia nuevas relaciones sociales de producción y nuevas formas de relacionamiento con la naturaleza que coloquen el cuidado y la preservación de la vida por encima de todo otro interés.

Construcción de hegemonía social, política y cultural

Uno de los mensajes más importantes que dejó el estallido social de 2019-2021 fue la consigna impulsada por la juventud bogotana: “No queremos cambiar un gobierno, queremos transformar la sociedad”. Esa frase resume y expresa un gran aprendizaje del pueblo colombiano.

Es resultado del fracaso de lo que llamo la “ilusión insurreccional” que generó tantos errores entre los revolucionarios del mundo y nos condujo a los colombianos a una guerra de 5 décadas, claro, también provocada, manipulada e instrumentalizada por la oligarquía y el imperio estadounidense.  

Por ello, el nuevo gobierno de Petro y Francia, y una buena parte de activistas del Pacto Histórico, tenemos claro que queremos gobernar muchos años y décadas, pero usando y mejorando la democracia imperfecta que inventó “Occidente”, o sea, con alternancia y división de poderes, pero utilizando un elemento fundamental: la presión social organizada.

Es bueno recordar que muchas de las últimas acciones de Duque, que posiblemente la sociedad colombiana luego podrá valorar en su justa dimensión, fueron implementadas por la presión del estallido social (como fue derogar la reforma tributaria, implementar el “ingreso solidario” para asistir a las gentes afectadas por la pandemia, la matrícula cero para estudiantes universitarios, y otras), y van a ser políticas continuadas y perfeccionadas por Petro y Francia.

Todo ello significa que sin ser gobierno, el pueblo consciente y organizado, puede gobernar “desde abajo”" y “desde la periferia”. Estoy seguro que Petro y Francia van a sorprender a mucha gente (contrarios, “propios” y aliados) e inaugurarán nuevos caminos en el duro trasegar de construir nuevas hegemonías populares en lo social, político y cultural.  

jueves, 16 de junio de 2022

Colombia entre un cambio real y uno cosmético

 

Fotografía tomada de Valora Analitik

Colombia entre un cambio real y uno cosmético

Popayán, 16 de junio de 2022

Después de lo ocurrido en las elecciones de 1ª vuelta del pasado 29 de mayo y antes de que se realicen los comicios definitivos de 2ª vuelta (“ballotage”), intentaré analizar la evolución de los acontecimientos y hacer un pronóstico que -aunque arriesgado- servirá de referencia para confirmar o no las ideas trabajadas y revisarlas en el futuro a fin de mejorarlas. 

Un amigo decía al respecto: “Ojalá la vida nos permita analizar con calma lo que pasó. Cuando llegan los grandes momentos históricos hay factores y variables inesperadas que se escapan a la mirada habitual. Tardaremos en entenderlos a cabalidad. Lo cierto es que estoy convencido de que a Colombia no se la puede cambiar de un modo convencional. Ni con esquemas ni con cartillas”.

Para avanzar en esa dirección, para “entender lo que pasó y está ocurriendo”, me apoyo en lo que afirmé en el artículo anterior: “Los resultados logrados por el Pacto Histórico el 29 de mayo demuestran que nuestro pueblo avanza por vías democráticas, tal vez no a la velocidad que muchos quisiéramos y por los caminos que imaginamos, pero avanzamos”.

En escritos anteriores planteamos que la estrategia del Pacto Histórico debería estar dirigida a sintonizarse con lo expresado por el “estallido social” que ocurrió entre noviembre de 2019 y junio de 2021 y desmontar los miedos (in)fundados que una parte de la población colombiana ha acumulado en el tiempo contra el candidato Gustavo Petro.

Dichos objetivos parecen contradictorios e incompatibles. Y, efectivamente, no era una tarea fácil. Se requería un trabajo sistemático y colectivo a fin de mantener el perfil de Petro como “alternativa de cambio” sin que ello significara un “salto al vacío”. Había que definir el plan y el programa, identificar los aliados y rivales principales, las formas de acción política y las estrategias de comunicación. La pregunta era: ¿Cómo desmontar los miedos sin dejar de ser el mismo Petro?

El estallido social y la imagen de Petro

Para diseñar esa estrategia había que comprender la naturaleza del estallido social, situarlo en cada sector social y región, no idealizarlo y ser críticos de su evolución “errática” que fue resultado de la forma como el gobierno reaccionó, la provocación (infiltración) por parte de grupos armados ilegales (estatales y no), la manipulación mediática y nuestras propias limitaciones y errores como movimiento social, por un lado, y como proceso político, por el otro.

Hay que decir que los diversos sectores sociales y políticos del Pacto Histórico tienen puntos de vista diferentes y variados. Lastimosamente no se hizo el esfuerzo por compartir sus percepciones a fin de lograr un consenso. Algunos priorizan el papel de la juventud más beligerante; otros valoran más el papel de los sindicatos y las organizaciones sociales; unos más privilegian la participación del precariado citadino y de los pequeños productores agrarios. Y muy pocos ven el conjunto.  

Y lo mismo sucede en relación a las formas de lucha. Aunque todos defienden la necesidad de los bloqueos de vías y carreteras, existen diferencias en relación a los tiempos que deben mantenerse y a las consecuencias negativas para la población en general. Algunos sectores son conscientes que los bloqueos generan condiciones para la infiltración y provocación por parte actores violentos que quieren desnaturalizar la protesta, y por eso, priorizan la movilización y la concentración pacífica.

Y también existen diferencias en cuanto al balance. Para los que planteaban “tumbar” al gobierno, fue un fracaso total; los que aspiraban negociar puntos específicos y mostrar resultados “tangibles”, tienen diversas interpretaciones de acuerdo a sus intereses sectoriales y políticos, a sus formas de actuar y a sus expectativas. No obstante, todos están de acuerdo en que el “movimiento” obligó a los gobiernos (nacional y territoriales) a ceder en muchos de los puntos planteados y a diseñar políticas para satisfacer algunas de las reivindicaciones populares, y que, por sobre todo, hizo evidente la existencia de una enorme indignación e inconformidad popular a todo nivel.

Sin embargo, el gobierno y la casta dominante con la ayuda de los medios de comunicación logró imponer una percepción negativa en relación al estallido social, que inconscientemente algunos sectores del progresismo y de las izquierdas ayudaron a posicionar entre la opinión pública. Esa versión le achacó a Petro ser el causante de la violencia, estar detrás de los bloqueos y demás acciones que -supuestamente- fueron la causa de la inflación, el desempleo y otros males similares.

Así, reforzaban la imagen de Gustavo Petro que han construido desde hace varias décadas, caracterizándolo como un subversivo, un desestabilizador de las instituciones y “un peligro para la democracia”. Y así posicionaban la idea de que si conseguía hacerse elegir presidente de la república se iba a eternizar en el poder e imponer el comunismo (o “castro-chavismo”).

La estrategia del Pacto Histórico

Aunque no existe un documento sobre el tema, y no sería prudente hacerlo público si existiera, lo que se puede observar es que se le dio más importancia a la tarea de desmontar la imagen “subversiva” y “castro-chavista” de Petro frente a la necesidad de mantener su carácter de “alternativo” o de “agente de cambio”. Se dio por hecho que ese carácter estaba “ganado”.

Pareciera que los asesores en esa materia -si existen- privilegiaron la necesidad de presentar al candidato como un “liberal democrático”, lejos de cualquier veleidad socialista; creador y defensor de la Constitución de 1991 (vigente pero con muchas reformas regresivas); respetuoso de las reglas del capitalismo (mercado, emprendimiento, etc.); y distanciado de las reivindicaciones más radicales del feminismo. Se buscaba convertirlo en un candidato relativamente institucionalizado.

Y aunque Petro mantiene el grueso de sus iniciativas sobre justicia social, derecho a la paz, acceso democrático a la tierra, modelo económico pro-industrialización, transición energética hacia fuentes limpias y renovables, y otras reformas en educación, salud y pensiones, se intentaba -a la vez- no asustar (“calmar”) a las clases dominantes, a los grandes capitalistas y al imperio estadounidense, planteando que los cambios se harían en forma consensuada y democrática, como parte de un proceso de transición gradual y moderada.

El problema que se observa -entre otros- es que en el proceso pareciera haberse olvidado que en lo profundo del nuevo ser político que se manifestó en el estallido social, en la intimidad de la gente que salió a protestar o apoyó la movilización social, existe un enorme rechazo a la clase política corrupta y clientelista que está representada por el presidente Duque y los partidos tradicionales. 

Ese “olvido” llevó a colocar la construcción de una gran y amplia coalición para gobernar como la tarea central del Pacto. Así, se inició la búsqueda de alianzas, inicialmente con políticos cercanos al proceso de paz o que estaban en cierta rebeldía dentro de los partidos tradicionales, pero luego, con la presencia preponderante de algunos de esos personajes dentro de la campaña, se flexibilizó aún más esa búsqueda, realizando una serie de acercamientos con el “liberalismo oficial”.

En ese proceso el Pacto Histórico terminó siendo dirigido a nivel nacional por una cúpula visible de políticos profesionales procedentes del “santismo”, y a nivel regional -después de las elecciones de marzo de 2022- la campaña en departamentos y municipios terminó siendo permeada por políticos tradicionales, especialmente en donde no existían fuertes núcleos de Colombia Humana, o de izquierda, o de organizaciones sociales. La “alternativa de cambio” se había pintado de política tradicional y la “lucha contra la corrupción” no podía ser parte importante del discurso de Petro.

Y ni siquiera la irrupción de Francia Márquez logró afectar dicha estrategia. En algo alcanzó a alterar ese estado de cosas la líder social caucana, pero después del incidente con el neoliberal César Gaviria y de las refriegas que se presentaron en Medellín con los liberales “independientes” del alcalde Quintero, las aguas se calmaron y Francia -mal que bien- fue integrada a la dinámica política que venía de atrás. La “institucionalidad” estaba por encima de la rebeldía popular.

Las formas de hacer política y la irrupción de “Godolfo[1]” Hernández

Al no contemplar las dos variables principales en juego, o sea, lograr cierta armonía (aunque fuera algo disfuncional) entre ser un candidato institucional y representar la rebeldía popular, el tema de las “formas” de hacer política pasó a un segundo plano. Cómo lo que se había implementado en 2018 fue relativamente exitoso (grandes concentraciones, vallas, periódicos o propaganda impresa, cuñas de televisión y radio, etc.) había que replicar “lo mismo” en muchas más ciudades y con más tiempo. Sólo que para hacerlo se necesitaba mucho más dinero.

Y así, la campaña electoral del Pacto Histórico arrancó desde octubre de 2021 sin plantearse grandes cambios en la estrategia de comunicación y en las formas de integrar al conjunto de la población en las diversas tareas. No se planteó llegarle a los abstencionistas. Se definió la línea de sumar todo el “antiuribismo”, o sea, a todas las “fuerzas de la paz”, incluyendo a los partidos tradicionales o a sectores de ellos que quisieran “gobernar con nosotros”. Allí, también se “acomodó” la estrategia de las “campañas agresivas” que hacen parte de las formas de acción política tradicional, apoyada por expertos internacionales y “magos” de la contrapropaganda.

El golpe lo vinimos a sentir después de la 1ª vuelta. Un “outsider”, algo desconocido a nivel nacional pateó el tablero y pasó de la noche a la mañana a ser el rival del Pacto Histórico. ¿Qué fue lo que realmente sucedió? ¿Cómo se nos coló por los flancos este señor Rodolfo Hernández mientras nos dedicábamos a enfrentar al candidato “Fico” Gutiérrez, que era señalado de ser el candidato a vencer? ¿Estábamos preparados para ese nuevo escenario?

Para entender qué fue lo que ocurrió es importante identificar las características de ese “outsider”. Rodolfo Hernández fue alcalde de Bucaramanga, una ciudad intermedia, y por entonces fue un fenómeno electoral porque se enfrentó -casi solo- a la clase política tradicional corrupta que manejaba esa ciudad. Realizó una gestión aceptable, saneó -en gran parte- las finanzas de la ciudad capital del departamento de Santander, y en medio de muchos escándalos mediáticos y sanciones de la Procuraduría por múltiples acusaciones, terminó su mandato con un 84% de favorabilidad.

Un “ornitorrinco” político aparece en el escenario

Hernández coloca en el eje de su campaña el tema de la corrupción. Es casi su única propuesta. Mediante frases y slogans impactantes y mediáticos logró construir la imagen de estar lejos de la clase política tradicional y de tener las manos libres para “echar a la cárcel a los corruptos”. Su lema es “no robar, no mentir y no traicionar”. “Quitarle los privilegios a los congresistas”, “convertir el Palacio de Nariño (casa presidencial) en un museo”, y “reducir la burocracia”, como fusionar ministerios y cerrar embajadas, han sido -entre otras- sus propuestas más comentadas.   

Asesorado por el conocido estratega político Ángel Becassino que había trabajado antes con Gustavo Petro y por el experto en comunicación digital Víctor López, quien trabajó con Nayib Bukele, logró en muy pocas semanas derrotar al candidato del uribismo y de los partidos tradicionales. Para hacerlo, se concentró en el manejo intensivo de las redes sociales, conectó con amplios sectores de la juventud y las clases medias, y sin mayores gastos económicos electorales, pocas vallas, sin propaganda impresa y muy pocas exposiciones públicas, lo consiguió.

Hernández propiamente no es un político. Es un empresario de la construcción de 77 años que usó el sistema financiero de una forma “sui generis” para enriquecerse. Tiene cualidades histriónicas y comunicativas al estilo de un “actor” que lo vuelven atractivo en un ambiente político cuadriculado, impostado y poco creíble. Su lenguaje “francote”, directo, provocativo, irreverente y hasta procaz, seduce a quien busca algo diferente. Es una especie de “ornitorrinco político” que no cree en derechas e izquierdas; combina valores como el esfuerzo individual, el espíritu empresarial y el papel de la familia, con la necesidad de acabar con “la robadera oficial” y hacer rendir la “chequera pública” que maneja el Estado. Después del 29 de mayo adoptó parte del programa de Petro para distanciarse (en apariencia) de los apoyos del “uribismo” y la oligarquía neoliberal.  

Hernández es una especie combinada de Berlusconi, Trump, Bolsonaro, Bukele y Duterte. Con ideas y propuestas simples y superficiales se muestra como un “antipolítico” y “antisistema” pero, no ha podido ocultar sus esencias conservadoras y su naturaleza ramplona de padre autoritario y dominante, capataz esclavista y mandamás furibundo. No se puede decir que sea un “populista” porque solo acude al “pueblo” para que delegue en él toda la autoridad para hacer lo que ese pueblo -para él ignorante y manipulable- no puede hacer.

Al no contar con un partido político ni representación en el Congreso, anunció que gobernará declarando la conmoción interior y con decretos presidenciales. Su talón de Aquiles consiste en que en la actualidad está imputado (acusado) por un caso de corrupción durante su gestión en la alcaldía de Bucaramanga, y de ser electo sería un presidente muy débil incluso para realizar los “cambios cosméticos” que ha planteado, y quedaría a merced de la voracidad de todos los sectores de derecha y “antipetristas” que se le han sumado en las últimas semanas.  

¿De donde salió el apoyo electoral de “Godolfo”?  

Una de las formas de comprender el fenómeno de Rodolfo Hernández es descubriendo y describiendo el origen de los casi 6 millones de votantes que obtuvo en mayo 29. Es un ejercicio que nos permite  entender a un importante sector de la población colombiana que en muy poco tiempo decidió apoyar a ese candidato “outsider” que no tenía una estructura política organizada y que basó su principal acción en hacerse conocer por “Tik Tok”, Instagram, Whatsapp y otras redes sociales.

1.    Los “uribistas avispados”, conformados por simpatizantes de Uribe que al darse cuenta que “Fico” Gutiérrez no podía derrotar a Petro, se desplazaron hacia Hernández para fortalecer su opción pasando a 2ª vuelta.

2.    Los “uribistas defraudados”, que nunca estuvieron de acuerdo con elección de Duque en 2018 y buscan ahora una figura autoritaria que remplace a su “presidente eterno” con la garantía de que nunca vaya a juzgar a Uribe por sus delitos y crímenes.

3.    Los “antipetristas no uribistas”, surgidos en sectores medios que simpatizaron con el M19 o con “procesos alternativos” pero rechazan a Petro porque creen que será un Fidel o un Chávez.

4.    Los “antipetristas de centro”, que apoyaban a Sergio Fajardo y que ante los ataques virulentos que sufrieron por parte de Petro o de los “fanáticos petristas” en las campañas anteriores, apoyan a Hernández como una forma de venganza y retaliación.

5.    Los “petristas resentidos”, inconformes con la presencia de políticos tradicionales en las filas del Pacto Histórico. Se alejaron de Petro y buscan su derrota para castigar a los gamonales regionales que ellos odian por corruptos y clientelistas.

6.    Los “rodolfistas ingenuos”, que creen ciegamente en Hernández. Piensan que como es un multimillonario no se va a robar ni un peso y va a acabar con la corrupción estatal. Según ellos, es el único que puede unir a la nación y realizar algunos cambios en un ambiente tranquilo y sin grandes discordias. Algunos intelectuales como William Ospina están dentro de este grupo.

7.    Los “rodolfistas mediáticos”, que se suben a la “ola” de la moda electoral porque les causa admiración y atracción ese “viejito grosero pero simpático”. Son gentes que viven en un mundo del espectáculo y se enamoraron de las “formas” de actuar de ese “exitoso” empresario, que paralelamente desprecia al pueblo y se burla de sus clientes de la industria inmobiliaria.

¿Qué ocurrió después del 29 de mayo y qué podría ocurrir en la recta final?

El discurso de Gustavo Petro en la celebración del triunfo electoral de la 1ª vuelta contrastó totalmente con la intervención de Hernández en la misma fecha. El primero lo hizo durante algo más de 25 minutos en el hotel Tequendama de Bogotá junto a toda la dirigencia del Pacto Histórico y a una gran multitud, mientras el segundo lo hizo a través de un video de pocos minutos desde la cocina de su casa-finca en la localidad de Piedecuesta, Santander.

Petro celebró los 8,5 millones de votos obtenidos pero arremetió contra su nuevo rival tildándolo de ser corrupto y uribista. Ya estaba a la defensiva. En el ambiente no se respiraba un ambiente de total victoria dado que se había posicionado la idea de que iba a ganar la presidencia en la primera vuelta. Se hizo evidente que Petro y sus dirigentes no estaban preparados para el nuevo escenario que lo enfrentaban a un candidato diferente a “Fico” Gutiérrez, que era lo esperado.  

En la misma noche el candidato “uribista” derrotado, “Fico”, se sumó a Hernández en forma incondicional con la consigna de “salvar a Colombia del desastre”. En la semana siguiente se desencadenaron las adhesiones de los candidatos y coaliciones derrotadas para un lado u otro, el voto en blanco o la libertad para sus electores. Todo el “antipetrismo” se alineó con “Rodolfo”.

En la siguiente semana Hernández en las encuestas inició la remontada hasta aparecer en algunos sondeos por encima de Petro. El candidato del Pacto Histórico cambió la estrategia comunicacional, desechó las concentraciones multitudinarias y se dedicó a hacer visitas personalizadas a familias de mineros, floricultores, campesinos, y pequeños productores en diversas regiones del país que son trasmitidas por las redes sociales.

El candidato de la “Liga contra la corrupción” sintiéndose ganador se ha negado a participar en debates públicos con su contrincante, ha mantenido su actividad por las redes digitales, y viajó a Miami (Florida, EE.UU.) en donde se encontró con las bases del más rancio uribismo y recibió el apoyo del empresariado de esa región estadounidense.

A finales de la semana pasada la revista Semana publicó una serie de videos de reuniones internas del Pacto Histórico. Allí se muestra la intimidad de la campaña de Petro que revela una serie de conversaciones y debates en donde se proponen formas “agresivas” de acción política dirigidas a debilitar a sus rivales. Los medios “antipetristas” han hecho su agosto y no han dejado desde entonces de utilizar esas grabaciones ilegales para desprestigiar al candidato del Pacto Histórico.

En los últimos días el gobierno, la registraduría y los medios de comunicación han lanzado fuertes ataques contra el Pacto Histórico. Tratan de reforzar la imagen construida y provocar reacciones negativas. Han detenido ilegalmente en varias ciudades a jóvenes de la “primera línea” con el argumento de que preparan protestas y desórdenes el día de la elecciones. Además, llaman unilateralmente a  Petro a respetar los resultados de las elecciones mientras no acceden a realizar la auditoría internacional del software electoral que fue ordenada por el Consejo de Estado. Todo ese ambiente de tensión parece un montaje para ocultar un “fraude controlado”, que en una elección tan reñida puede inclinar los resultados finales en contra del Pacto Histórico.

Pronóstico arriesgado

Hacer un pronóstico de los resultados del 19 de junio no es fácil. Durante la última semana, por lo que se observa, Petro sumó apoyos de “centro” y de importantes columnistas de opinión, que resaltan su preparación, capacidad y sentido de responsabilidad institucional. Sabe que tiene una gran fidelidad entre sus electores y su principal objetivo es no perder votantes, estando todo el tiempo bajo “fuego” de los medios de comunicación.

Hernández y sus asesores también saben que después de su vertiginoso ascenso, no era fácil sostener ese voto frágil, emotivo y poco fiel. Por ello, confían en el respaldo masivo del “antipetrismo” uribista y de los partidos que apoyaron a “Fico”, y miran para otro lado ante la avalancha de compra de votos que los clanes políticos corruptos de diversas regiones están desplegando para vencer al Pacto Histórico.

Mientras Petro se mantiene expuesto, Hernández se ha escondido. Uno es consciente de su capacidad, el otro teme “embarrarla” con salidas en falso. El primero, no puede cambiar de un momento para otro y por ello mantiene su estrategia y discurso; el segundo, se apega a su estrategia de comunicación y a su precario discurso, pero sin exponerse en lo más mínimo. Petro quiere ser garantía de estabilidad institucional mientras Hernández sabe que lo es para los sectores dominantes pero necesita mantener la imagen de ser un “antipolítico” y “antisistema”.

Si el Pacto Histórico logra incrementar sus votos en regiones donde ha sido fuerte (Suroccidente, Costa Caribe y Bogotá) y consigue transformar la imagen de Hernández de ser un “viejito grosero e irreverente pero bonachón” en una amenaza real para la democracia y la sociedad (o una parte de ella), aunque no logre un gran crecimiento, saldrá victorioso. En cambio, su rival depende del trabajo de unos aliados que no confían plenamente en él pero que le temen más a Petro. Pienso que el triunfo de Petro es lo más posible pero de seguro el resultado va a ser muy apretado.

Conclusiones generales

Las siguientes conclusiones sirven para dejar visualizados algunos problemas que se aprecian en este recuento:

-       La estrategia del Pacto Histórico no logró hacer coincidir dos objetivos básicos: desmontar los miedos acumulados contra Petro y mantener su imagen de lucha contra la corrupción.

-       Rodolfo Hernández logra crecer y competir explotando ese vacío estratégico.

-       Petro termina defendiendo la institucionalidad que hay que cambiar mientras la rebeldía popular “no izquierdista” es canalizada por Hernández con poses y apariencias de “outsider” (sin serlo).

-       No pudimos diseñar estrategias diferenciadas para las dos Colombias que conviven: la heredera del “imaginario paisa y conservador” y la legataria de la “narración mestiza plebeya y rebelde”.

-       No se logró aprovechar plenamente la irrupción de Francia Márquez en la campaña.

-       Independientemente de que el Pacto Histórico gane o no las elecciones, los avances de las fuerzas democráticas son evidentes y visibles.

-       Rodolfo Hernández no es un peligro por “lo que es” sino por “lo que puede ser” si logra ganar.

Y en un sentido más general adelantamos algunas ideas por desarrollar:

-       En una campaña electoral es muy importante la visión y el diseño estratégico.

-       La forma y el contenido de la acción política deben constituir una unidad armónica y flexible.

-       La estrategia política y electoral de un movimiento u organización popular debe ser construida con gran participación colectiva y comunitaria.

-       La lucha por acceder al gobierno (institucionalidad) no debe hacer perder el principal objetivo que es organizar y empoderar a los sectores populares frente a su vida y a su futuro.



[1] “Godolfo”: palabra construida por el autor que une el término “godo” que en Colombia se identifica con la más reaccionaria corriente conservadora y el nombre del candidato Rodolfo. 

jueves, 2 de junio de 2022

Retos y rectificaciones para el Pacto Histórico de cara a la 2ª vuelta

 

Retos y rectificaciones para el Pacto Histórico de cara a la 2ª vuelta

Popayán, 2 de junio de 2022

“Con cuánta frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica: Preferimos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados”.

Estanislao Zuleta (Elogio de la Dificultad)

En este largo y pesado escrito presento algunas cifras relacionadas con los eventos electorales ocurridos recientemente en Colombia. Además, intento describir y analizar los hechos políticos más relevantes. Elaboro y propongo algunas ideas que pudieran servir para continuar avanzando como fuerzas democráticas y progresistas en el terreno electoral (que no lo es todo pero que se debe afrontar). Seguramente habrá que reflexionar más profundamente pero -por ahora- es lo que tengo para aportar.  

Las cifras y los hechos

Se realizó la 1ª vuelta presidencial en Colombia el pasado domingo (29.05.2022). El progresismo con Gustavo Petro obtuvo el 40,32% de los votos. La sorpresa la dio Rodolfo Hernández con la Liga Anticorrupción (“derecha alternativa”) logrando el segundo lugar con el 28,15%. Las derechas históricas y el uribismo con Federico Gutiérrez fueron las grandes derrotadas con el 23,91%. El “centro tradicional” con Sergio Fajardo se hundió catastróficamente con el 4,2% de la votación.  

Esos resultados alteran en forma drástica la dinámica de la política colombiana que anunciaba una confrontación entre el candidato del Pacto Histórico y el representante de las derechas tradicionales, lideradas por el “uribismo”, en donde el horizonte de triunfo para las fuerzas democráticas y populares parecía estar al alcance de nuestras manos. Mucho más cuando la aspiración planteada por Gustavo Petro era ganar en la primera vuelta (“cambio en primera”).

Para actuar en concordancia con los hechos se debe comprender el fenómeno en su complejidad. Hay que identificar el comportamiento de la población (electores) por zonas y regiones y por clases y sectores sociales, intentando explicar el relativo éxito de Hernández. No se puede desconocer tampoco o minimizar el avance de las izquierdas y el progresismo en Colombia que hace 4 años había obtenido con Petro en 1ª vuelta 4.855.069 votos y ahora consiguió 8.432.545 votos.

Es cierto que el mapa de los resultados es muy similar a lo ocurrido en el referendo por la paz de octubre de 2016 (Mapa 1). Se pueden traslapar los resultados obtenidos por Petro y los que lograron el “SI” en el referendo, y hay muchas concurrencias. Igualmente, las zonas en donde Gutiérrez y Hernández obtuvieron su votación, coinciden -en gran medida- con las del “NO” en el referendo.

Sin embargo, hay que profundizar en el análisis para no caer en conclusiones simplistas que nos pueden llevar a cometer graves errores.

Mapa 1. Resultados referendo por la Paz 2016 y las elecciones presidenciales 1ª vuelta 2022

Fuente: Observatorio de la Representación Política-U. Rosario y de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Hay que recordar que en 2016 la abstención fue de 62,57% en todo el país y por circunstancias especiales en la Costa Atlántica alcanzó el 73%. Al contrario, en las elecciones presidenciales de 1ª vuelta del pasado 29 de mayo la abstención bajó al 46%. Y por otro lado, es importante precisar que el rechazo ligeramente mayoritario al acuerdo de paz reflejó no solo la resistencia tanto a las Farc como a la campaña demagógica, politiquera y fantasiosa del presidente Santos.

No obstante, es cierto que toda elección es una encuesta con un gran universo de consulta que nos envía una información valiosa que no podemos desconocer. Pero, no es cierto que todos los que votaron por el SI son progresistas y demócratas, y que todos los que votaron por el NO son conservadores y reaccionarios. Y menos que los votantes “pro-Si” fueron los que votaron en 2022 por Petro y los que votaron “pro-No” lo hicieron por Hernández y Gutiérrez. Y aún, si esa coincidencia fuera absoluta, hay que validar la posibilidad de que las gentes puedan cambiar su preferencia política así no coincida enteramente con la nuestra.

Hay que destacar que en la región donde lograron mayorías los candidatos “no petristas”, sin desconocer la significativa votación obtenida por el Pacto Histórico en esos municipios y departamentos (Eje Cafetero, Santanderes, Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Huila, Meta y Caquetá), habitan y trabajan  importantes sectores de pequeños y medianos productores agropecuarios (café, arroz, papa, leche, panela, cacao, frutas, etc.), que participaron también en el “estallido social” de 2021 y han luchado al lado nuestro en muchas batallas.

No obstante, su participación en el Paro Nacional se diferenció sustancialmente de la ocurrida en las grandes ciudades y en el Suroccidente colombiano (Valle, Cauca, Nariño). Días después de iniciado el Paro, al observar que los bloqueos les afectaban sus procesos productivos y de comercio, se pusieron de acuerdo con los camioneros y autoridades locales para levantarlos, aunque en muchas partes continuaron participando en la movilización social con marchas y plantones pacíficos, sin dejarse provocar por las fuerzas infiltradas del Estado o de grupos armados ilegales para provocar violencia y caos.     

Continuando con el análisis de las elecciones, vamos a ver si es cierto que todos los que votaron por Rodolfo Hernández se corresponden con los que votaron por el NO en el referendo por la Paz, y que, por tanto, dicha situación es una manifestación de que el “uribismo” sigue totalmente vivo y vigente. Veamos la siguiente Tabla 1 para intentar dilucidar esos hechos:

Tabla 1. Resultados electorales referendo 2016 y elecciones presidenciales 2014-2022

Evento electoral

Fuerzas pro-paz, democráticas y/o progresistas

Fuerzas pro-guerra, conservadoras y reaccionarias

Total

Abstención

Votos

%

Votos

%

Referendo Paz 2016

6.377.482

49,79%

6.431.376

50,21%

12.808.858

62,6%

Primera vuelta 2014

6.334.070

52,34%

5.766.985

47,66%

12.101.055

60%

Segunda vuelta 2014

7.839.342

53,13%

6.917.001

46,87%

14.756.343

52,6%

Primera vuelta 2018

9.840.130

52,29%

8.977.533

47,71%

18.817.663

47%

Segunda vuelta 2018

8.034.189

43,65%

10.373.080

56,35%

18.407.269

47%

 

Pacto Histórico (Petro)

No Pacto Histórico ("anti-Petro")

Total

Abstención

Primera vuelta 2018

4.851.254

25,78%

13.966.409

74,22%

18.817.663

47%

Primera vuelta 2022

8.527.768

40,33%

12.251.896

58,96%

20.779.664

46%

Fuente: Elaboración propia con base en cifras de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Es importante precisar que en la categoría de “fuerzas pro-paz, democráticas y/o progresistas” desde 2016 hasta 2018 se incluyen a sectores “alternativos” (Polo, ColHumana, Verdes y otros) y en las “fuerzas pro-guerra, conservadoras y reaccionarias” se incluyen a los partidos tradicionales y de derechas liderados por el uribismo, sin olvidar que en el referendo de 2016 algunos sectores tradicionales comprometidos con el presidente Santos votaron por el SI.

Se puede observar que desde 2014 hasta la primera vuelta de 2018, las fuerzas de la “paz” se mantienen entre un 49,79 y un 52,29%. En la segunda vuelta de 2018, dichas fuerzas encabezadas por Petro bajan a 43,65%, cifra muy similar a la lograda por el Pacto Histórico en mayo de 2022. Ello se puede explicar por el hecho de que el llamado “centro” explosionó y se difuminó hasta ser reducido al 4,2% que obtuvo Sergio Fajardo, a pesar que había logrado atraer algunos sectores “santistas” y liberales para la coalición del Centro Esperanza.

Por tanto, analizando las cifras agrupadas y consolidadas con esos referentes y criterios, podemos decir que Petro y las fuerzas que lidera con el Pacto Histórico han dado un salto de calidad entre 2018 y 2022. Pasó de obtener 4.851.254 de votos en 1ª vuelta de 2018 a lograr 8.527.768 de votos en la 1ª vuelta de 2022, sumando -en lo fundamental- algunos sectores liberales rebeldes. Es realmente significativo dicho crecimiento y aún podría haber sido superior si no se hubieran cometido algunos errores que provocaron cierto estancamiento.

Sin embargo, no es totalmente cierto ni es políticamente acertado plantear, como lo ha hecho Petro en entrevistas posteriores al 29 de mayo, que el conjunto de los votantes de Rodolfo Hernández se pueden asimilar a los que votaron por el NO en el referendo de la Paz o que sean personas que no quieren el “cambio”, y que detrás de esa votación está la mano de Uribe.

La siguiente tabla 2 muestra los resultados por candidatos obtenidas en mayo 29 de 2022 y nos sirve para tratar de dilucidar o comprender con base en cifras concretas, lo que realmente ocurrió en este evento electoral y, por tanto, actuar en concordancia con dichos resultados.

Tabla 2. Resultados elecciones presidenciales 1ª vuelta 2022 por candidatos

Elecciones presidenciales 1ª vuelta 2022

Candidatos

Votos

%

Gustavo Petro

8.527.768

40,32

Rodolfo Hernández

5.953.209

28,15

Federico Gutiérrez

5.058.010

23,91

Sergio Fajardo

888.585

4,20

Otros

352.092

1,69

Total

20.779.664

98,26

Fuente: Elaboración propia con base en cifras de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

A pesar que los principales dirigentes del Centro Democrático (uribismo) y los principales partidos tradicionales (liberal, conservador, La U y parte de Cambio Radical) se alinearon con Gutiérrez, se puede observar que en relación a los 10.373.080 de votos obtenidos por Duque en la 2ª vuelta de 2018, 5.315.070 de esos electores decidieron desconocer ese mandato y se alinearon con Rodolfo Hernández (cifra que surge de la diferencia con los votos obtenidos por Gutiérrez).

Eso le da un margen de 638.139 de votantes que Hernández le habría tomado al “centro político” o a otros sectores, mientras que el grueso de su votación proviene de los partidos que apoyaron a Duque en 2018. La pregunta que surge es: ¿Dicho fenómeno es resultado de una “orden secreta” o una “estrategia oculta” del uribismo para “jugar con dos (2) caballos” para finalmente unificarse y derrotar al “petrismo”?

¿O la alternativa a lo ocurrido puede plantearse en términos diferentes? ¿Se presentó una verdadera rebeldía dentro de quienes seguían al uribismo y a los partidos tradicionales, de personas que se cansaron de seguir detrás de esas camarillas o quisieron buscar un camino para salir de la confrontación con las izquierdas? ¿Gentes que abandonan a Uribe pero que no quieren juzgarlo en los tribunales? ¿O que, aunque por diferentes razones no están dispuestas a votar por Petro, encontraron genuinamente una manera de deslindarse del uribismo y vieron en Hernández una alternativa para salir de esa situación?

Es difícil saber la verdad. Lo que es cierto es que existe un segmento importante, posiblemente cerca de la mitad de la población votante que se resiste en este instante -por una u otra razón- a apoyar a Petro y al Pacto Histórico. Y allí es donde surgen otras preguntas de importancia política para el momento actual: ¿Es correcto de cara a una segunda vuelta plantear que todos los que le votan o apoyan a Hernández son uribistas porque son antipetristas? ¿Acaso dicha afirmación no genera el efecto contrario dado que enfurece a los que no son uribistas y alienta a los uribistas a apoyar con mayor fuerza y entusiasmo al candidato rival y “emergente”? ¿Y por qué, más bien, no nos preguntamos qué hemos hecho mal a lo largo de la campaña para romper con el abstencionismo que pareciera ser la única forma de superar el llamado “antipetrismo”?

El estancamiento del Pacto Histórico después del 13 de marzo/22

El 13 de marzo se logró en las consultas interpartidistas un significativo triunfo por parte del Pacto Histórico (5.818.375 votos) frente a 4.145.691 del Equipo por Colombia y 2.287.603 del Centro Esperanza, Petro empezó a crecer en las encuestas hasta llegar a un tope de 42-43%. Sin embargo, el crecimiento se detuvo alrededor de abril. Dicho crecimiento sostenido fue el que hizo prever al mismo candidato que se podría ganar en primera vuelta. No obstante, ello no ocurrió. ¿Qué pasó?

Lo que se puede observar siguiendo el desarrollo de las encuestas es que mientras Petro se dedicó a sumar fuerzas y personajes provenientes de los partidos tradicionales desechando -de alguna manera- el empuje fresco y valiente que representó la llegada de Francia Márquez, y se enfrascó en una lucha abierta con Federico Gutiérrez (Duque II y Uribe III, decíamos entonces), paralelamente empezó a crecer de manera subrepticia la candidatura de Rodolfo Hernández, restándole al principio a Sergio Fajardo y en la recta final a Gutiérrez (y posiblemente también al Pacto).

¿Ese crecimiento paralelo o “alternativo” es resultado únicamente de una buena asesoría política, comunicacional y digital (Ángel Becassino y Víctor López) o se corresponde con un vacío que el Pacto Histórico no logró llenar a tiempo? Es posible que sea resultado de ambos factores pero es necesario y responsable plantearse lo que pueden ser nuestros errores para poder rectificar a tiempo. En forma sintética los planteo:

-       Se le entregó la dirección del Pacto Histórico al antiguo “santismo” con la idea de conservar las fuerzas de la “paz”. Ese cálculo falló.

-       Aunque había que atraer y recibir apoyos de otros partidos, se le ha dado excesivo protagonismo a los políticos tradicionales lo cual en las regiones y localidades genera cierta confusión y desánimo. El caso de Medellín es dramático, la alianza con el alcalde no trajo mayores frutos como lo demuestran las cifras.

-       No se ha aprovechado a Francia Márquez. Ella fue cooptada y “deslumbrada” por la tarima y los aplausos, y por tanto, no se diseñó para ella una estrategia conjunta pero diferenciada.

-       Nos dejamos llevar a una campaña de tensiones, ataques y tramas de calado tradicional, politiquero y personalista. Similar a como nos dejamos provocar en el estallido social.

-       No orientamos ni controlamos a nuestros “petristas fanáticos” que son un lastre pesado.

-       No fuimos lo suficientemente cuidadosos en la escogencia de algunos candidatos al Senado que se han convertido en una carga “maluca” que nos la explotan los contrarios.

-       No logramos deslindarnos totalmente de la sombra de las Farc (sin desconocer y apreciar su “sacrificio”).

-       En la forma de hacer campaña no hemos innovado. Así la historia, el programa, el discurso y nuestras intenciones sean de cambio, en la manera de hacer política nos quedamos atrás.

Gustavo Bolívar lo decía haciendo el balance del 29 de mayo: “Nos dejamos quitar las banderas de la anticorrupción y del cambio que creíamos tener en nuestras manos por siempre”. Hoy quien aparece -sin serlo en lo más mínimo- como agente o factor de cambio es Rodolfo Hernández, quien se jacta de haber logrado sus resultados electorales con unas pocas vallas, ninguna propaganda impresa, nada de concentraciones públicas y una estructura electoral construida con la gente por medio de las redes sociales. Su frase de cajón le ha dado excelentes resultados: “Recibo todos los apoyos pero no les cambio el discurso”.  

Después del 29 de mayo, el Pacto Histórico ha continuado -en lo fundamental- por la misma línea. Recibiendo apoyos y haciendo acuerdos “por arriba”. Pasamos de ser una fuerza que retaba al establecimiento oligárquico y quería cambiar a las instituciones cooptadas y al servicio del gran capital, los grandes terratenientes y al narcotráfico, a tener que llamar a los partidos tradicionales y a los grandes empresarios a defender las “instituciones democráticas” que están siendo amenazadas por el candidato Hernández (el “antipolítico”, “antisistema”, “populista”, “autoritario” y “uribista”). Hemos pasado de “arañar al cielo” a “nadar en el purgatorio”.

Tenemos todo para ganar si corregimos

Para lograr el triunfo electoral el próximo 19 de junio tenemos una historia, un gran candidato, un buen programa y un pueblo que ha demostrado gran capacidad de lucha. Sin embargo, en las actuales condiciones todo depende del candidato y de su capacidad para corregir. Si no corrige, es poco lo que podemos hacer desde las bases y los activistas.

La verdad es que los resultados logrados por el Pacto Histórico el 29 de mayo demuestran que nuestro pueblo avanza por vías democráticas, tal vez no a la velocidad que muchos quisiéramos y por los caminos que imaginamos, pero avanzamos.

Por ello, una correcta lectura de los resultados del pasado domingo es fundamental para hacer rectificaciones necesarias y sencillas. Sugiero algunas:

1.    No revivir artificialmente a Uribe y avanzar sobre los avances democráticos.

2.    Rescatar la bandera de la paz, la unión de los colombianos y la reconciliación.

3.    “Cogerle la caña” al candidato rival sin necesidad de ataques personales.

4.    No darle tanta vitrina a políticos aliados y a los “acuerdos por arriba”.

5.    Revisar la estrategia de comunicación (mensajes más cortos y menos retóricos).

6.    Controlar a los “petristas fanáticos y obsesivos”.

7.    Abrir más cauces democráticos dentro del PH con direcciones democráticas y participación de gente de las bases. Escuchar realmente a la gente.

8.    Menos tarimas y aplausos y más sentido práctico.

9.    Medir a nuestros contrincantes con la misma medida con que nos medimos nosotros.

Nota: El señor Rodolfo Hernández no es garantía de cambio en Colombia. No obstante, entre más se lo ataque más se le ayudará a crecer. Es cierto que puede terminar como o convertirse en un Trump, Bolsonaro, Bukele o Duterte, porque existen las fuerzas sociales y tendencias políticas y culturales a nivel global que empujan en esa dirección aprovechándose de los errores y de la debilidad de los demócratas y de las izquierdas. En gran medida Hernández es “nuestra creación” (de igual manera a como la “izquierda armada” construyó a Uribe).