domingo, 31 de diciembre de 2017

A LOS POLÍTICOS CAUCANOS LES LLEGÓ LA HORA

A LOS POLÍTICOS CAUCANOS LES LLEGÓ LA HORA

Popayán, 31 de diciembre de 2017

“La apariencia no ocurre cuando montamos una pantalla engañosa para ocultar una transgresión sino cuando fingimos que hay una transgresión para ocultar lo que en realidad somos.”

Salavoj Zizek

Así están los políticos del Cauca. Fingen que desde Bogotá no le dieron el aval del Partido Liberal a Temístocles Ortega Narváez para mantener la apariencia de que Luis Fernando Velasco Chávez y él, todavía son de cuerdas políticas diferentes. Pero, los hechos los desmienten. Se reparten el territorio, le mantienen a su hermana Jimena Velasco –derrotada en su aspiración de ser Alcaldesa de Popayán– en la nómina del Departamento, y juegan a lo mismo: a seguir engañando al electorado caucano y eternizarse en el poder gubernamental.

Con esa apariencia, los candidatos liberales caucanos fingen mantenerse en su partido porque les da vergüenza alinearse de frente con el candidato presidencial más corrupto y que se colocó a favor de la guerra, que es Germán Vargas Lleras, después de que ellos y el ex–gobernador Ortega, durante 4 años utilizaron la bandera de la paz para hacerse elegir y manejar a sus anchas el presupuesto del departamento.

Pero además, la verdadera causa de todo ese entramado que finalmente no pueden ocultar, es que Temístocles Ortega Narváez hace parte del Cartel de la Toga, que se encuentra investigado por el robo de los recursos de INDEPORTES, utilizados para financiar la campaña electoral del actual Gobernador Oscar Campo, y que necesita la protección del Fiscal General, que es la mano siniestra de Vargas Lleras en la rama judicial.

Es por ello que Ortega Narváez no se atrevió a presentar una lista para Cámara de Representantes de Cambio Radical en el Cauca. No podía ponerse tan en evidencia ante el electorado y, por sobre todo, no tenía con quien. Sus amigotes políticos corruptos de toda la vida como Crisanto Pizo, Carlos Julio Bonilla, Gema López, Jhon Jairo Cárdenas, y los nuevos como Felipe y Faber Muñoz y otros, no podían hacer parte de una lista de otro partido, por cuanto no lograron aprobar la ley de transfuguismo en el Congreso. 

Pero como no hay bien que por mal no venga, que todos los politiqueros del Cauca se hayan unificado alrededor de Temístocles Ortega y de Vargas Lleras, es una oportunidad enorme para los sectores democráticos igual a la que se presentó en el año 2000, cuando la gente acudió al voto castigo y eligió como Gobernador a Floro Tunubalá. Todo dependerá de que sepamos aprovechar el momento, nos agrupemos en torno a los candidatos presidenciales que han levantado la consigna contra la corrupción y sepamos interpretar los sentimientos de la población caucana, que está cansada de la guerra y de la mediocridad de una clase dirigente que está descompuesta hasta la médula.

Ya es hora de que los caucanos despertemos. Una nueva dirigencia, conectada con los problemas de la gente, que sea honesta, moderna, transparente y valiente, se requiere para avanzar por nuevos caminos de unidad de todos los sectores sociales, étnicos y productivos. Que impulsen la generación de iniciativas en torno a la producción, para garantizar empleo y buenos ingresos a nuestros pequeños y medianos productores del campo y de la ciudad, y a los nuevos profesionales que a diario salen de nuestras universidades.

En el 2018 se puede. #VenceAlCorrupto.  


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado    

miércoles, 27 de diciembre de 2017

SOBRE LA RECONCILIACIÓN Y LA “PAZ DEMOCRÁTICA”

Robledo, Claudia y Fajardo
Notas de fin de año… (2)

SOBRE LA RECONCILIACIÓN Y LA “PAZ DEMOCRÁTICA”

Popayán, 27 de diciembre de 2017

Para avanzar con los acuerdos de paz –a diferencia de Sudáfrica y Guatemala en donde los actores de la guerra se dividían en dos grandes bandos–, en Colombia había que conciliar intereses de tres (3) fuerzas en contienda. Esa situación se asemejaba más a la de Irlanda del Norte. Para lograr los acuerdos los irlandeses inventaron nuevas formas de negociación usando, entre otras, las figuras del “consentimiento paralelo”[1] y del “proceso en tres ejes”[2]. Y así, con mucha paciencia, intenso trabajo político y pedagógico y mucha madurez democrática, lograron construir un “consenso suficiente”[3] para lograr que la mayoría de la población aprobara el referendo respectivo.

Los tres sectores en contienda en Colombia son: el Imperio (EE.UU.-UE) y la burguesía transnacional representada por Santos; los terratenientes reaccionarios y mafias despojadoras de tierras lideradas por Uribe; y los campesinos colonos y nueva burguesía emergente en las zonas de colonización representadas por las Farc.

Santos excluyó a Uribe de la negociación pero tampoco permitió que las Farc lograran hacer pedagogía política con la población, precisamente, por la presión del “uribismo”. Nunca hubo un debate abierto sobre el marco político de las negociaciones por cuanto todo se manejó bajo el más absoluto secretismo y, por esa razón (y muchas otras que desarrollo en un trabajo más largo), el actual proceso de paz no solo quedó “cojo” (lleno de incumplimientos, dudas y remiendos) sino que se corre el riesgo de que las fuerzas de la guerra logren elegir presidente en 2018 y “hagan trizas los acuerdos”.

Por ello, se requiere de un nuevo actor político, que represente de verdad los intereses de las mayorías colombianas, que no esté comprometido con ninguno de los bandos en contienda para que pueda desatar los “nudos gordianos” del larguísimo conflicto armado colombiano, y entremos en una fase de reconciliación y construcción de efectiva “paz democrática. La Coalición Colombia es la única agrupación política que tiene esas características.  

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[1] Consenso suficiente: Es un mecanismo de procedimiento para evitar que un partido bloquee el avance de las negociaciones en las cuales hay un consenso general. La expresión surgió en las negociaciones constitucionales en Sudáfrica. Se consideraba que una propuesta tenía consenso suficiente si una mayoría de los representantes de cada tradición o fracción la apoyaba aunque uno o más partidos no lo hicieran. (McCartney, Clem. “Haciendo balance. El proceso de paz en Irlanda”). 

[2] Consentimiento paralelo: Garantía para las minorías que asegura que no pueden ser derrotadas por los votos de las mayorías en “casos claves”. Para hacerlo se requiere el voto absolutamente mayoritario de las representaciones de las partes enfrentadas.

[3] Proceso en tres ejes: Concepto derivado de la práctica de negociar cuestiones o ejes independientemente unos de otros y después intentar lograr un acuerdo final sobre el paquete del resultado de todos ellos.

martes, 26 de diciembre de 2017

CARACTERIZANDO A LA COALICIÓN COLOMBIA

Notas de fin de año…

CARACTERIZANDO A LA COALICIÓN COLOMBIA

Popayán, 26 de diciembre de 2017

La gran ventaja actual de la Coalición Colombia es que su origen es absolutamente democrático y no-clientelista, que lucha contra los vicios burocráticos de nuestra formación social y política. Es la afortunada continuidad y confluencia de dos sectores políticos diferentes surgidos en 1990: los herederos del “nuevo liberalismo” (no en el caso de Cesar Gaviria y los hijos de Galán, que traicionaron su legado); y de una parte de los herederos políticos de Jaime Bateman, encabezados por Antonio Navarro.

Con ellos se ha encontrado el MOIR, que ha hecho un serio replanteamiento, resarciendo algunos errores de su fundador Francisco Mosquera pero, conservando su línea de defensa de la producción nacional, lanzándose a la búsqueda principalmente de los empresarios medios, los pequeños y medianos productores (rurales y urbanos)  y los jóvenes profesionales precariados de las ciudades (técnicos, tecnólogos y profesionales, asalariados y emprendedores) que exigen una mirada globalizada del trabajo y del mundo actual.  

Significa en este caso, un rompimiento total con la burguesía agraria que todavía está atada a los reaccionarios terratenientes colombianos y a las mafias narcotraficantes despojadoras de tierras, que es la principal base social del “uribismo”, y que se opone a la “paz democrática” como una forma de defender sus ilegales privilegios y de garantizar la impunidad para sus crímenes.  

Ese origen y esa visión política separa totalmente a la Coalición Colombia de la burguesía burocrática (los Samper, Serpas, Roys, Benedettis, Vargas Lleras, etc) que –como hemos observado– utilizó la “lucha por la paz” para mantener su alianza con la burguesía transnacional (Santos, Sarmiento Angulo, Santodomingo, etc.) y para engañar groseramente, tanto a la insurgencia como a los pueblos y trabajadores, dejándonos de herencia a los colombianos un “proceso de paz” precario, incumplido y pendiendo de un hilo, que solo podrá ser rectificado, corregido y plenamente desarrollado por fuerzas sociales y políticas conscientemente alejadas y deslindadas de los actores de la guerra.

Esa es la ventaja estratégica de la Coalición Colombia que debe potenciarse al máximo para avanzar y ayudar a nuestro pueblo a superar definitivamente el conflicto armado y construir un país del tamaño de nuestros sueños. 


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sábado, 23 de diciembre de 2017

RAZONES DE FONDO PARA APOYAR LA COALICIÓN COLOMBIA (I)

RAZONES DE FONDO PARA APOYAR LA COALICIÓN COLOMBIA (I)

Popayán, 23 de diciembre de 2017

Sé que much@s de mis compañer@s de izquierdas no comparten mi decisión de apoyar a la Coalición Colombia en la actual coyuntura. Es una situación similar a la de hace 8 años cuando siendo integrante del Polo Democrático Alternativo, llamé a votar por Antanas Mockus. Ahora, por lo menos, hemos coincidido con un sector importante de ese partido, encabezado por Jorge Enrique Robledo y el MOIR, y por personas que hicieron parte del Polo pero que hoy están con Alianza Verde, como Antonio Navarro.

La Coalición Colombia ha postulado como candidato a la presidencia al ex-alcalde de Medellín y ex-gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo. También, construyó listas de candidatos al Congreso con Alianza Verde y el Polo. Así mismo, acaba de presentar su propuesta programática que acordaron los compromisarios de las fuerzas políticas coaligadas, incluyendo a Compromiso Ciudadano, agrupación de Fajardo.

Son tres razones las que me permiten tomar esa decisión. La primera, que responde al seguimiento de las experiencias latinoamericanas y de otras luchas democráticas que están en pleno desarrollo en el mundo (España, Grecia, Francia); la segunda, que parte de hacer un balance del proceso de paz de Colombia en relación a otras experiencias que sirven de referente (Sudáfrica, Irlanda, Guatemala); y una tercera, que tiene en cuenta las dinámicas sociales y políticas de las luchas democráticas recientes en nuestro país.

Son temas que están mutuamente relacionados, se imbrican entre sí, influyen unos sobre otros, son interdependientes. Su análisis nos sirve de apoyo y orientación para la toma de decisiones que marcarán la acción electoral que desarrollaré en la región donde me crié, he vivido y participado en luchas sociales y políticas durante mis últimos 30 años: el departamento del Cauca (Colombia). Pero también, para continuar impulsando –especialmente con jóvenes– la tarea inaplazable de diseñar y construir un Nuevo Proyecto Político en Colombia. 

El marco regional latinoamericano y global

El seguimiento y estudio de las experiencias de los movimientos progresistas y de las izquierdas tanto en América Latina como en otras regiones del planeta como España y Grecia, que presento en forma resumida, es un elemento fundamental para orientarnos en un momento de reflujo de las luchas populares, de declive y replanteamiento en el ejercicio de los gobiernos en diversos países, y de ofensiva del gran capital a escala global.

Un primer aspecto a detallar es de tipo estratégico. En casi todas estas experiencias se impulsaron tareas y reformas anti-neoliberales (y supuestamente “socialistas”) sin contar con fuerzas suficientes para enfrentar el poder hegemónico de la gran burguesía financiera global e imperial (no solo de USA). Así, no se pudo garantizar su continuidad y consolidación. La más trágica es la de Syriza en Grecia, pero todas ellas parten de sobredimensionar las fuerzas del cambio. Ese poder capitalista ha mostrado una enorme capacidad para neutralizar y cooptar nuestros esfuerzos transformadores y hoy desarrolla acciones económicas y políticas de todo tipo para debilitar nuestras fuerzas y retomar el control de los gobiernos.

Se puede decir que hubo precipitación. Se idealizó la fuerza electoral y el poder de los gobiernos; se limitó la acción al campo de la gestión del “Estado heredado”. Se sobre-estimó el poder de las leyes (Constituyentes) y se debilitó –de forma sistemática– la fuerza organizativa de los pueblos y de los trabajadores que delegaron en sus gobernantes la capacidad de transformar la realidad existente. No se tuvo en cuenta que esa realidad está determinada por el poder del gran capital, que actúa no sólo desde el aparato estatal sino también (¡y de qué manera!), desde el terreno de las relaciones sociales, económicas y culturales. Es una acción molecular, cotidiana y  permanente.

Logramos acceder temporal y parcialmente a una parte del aparato estatal; creímos ingenuamente que esa era la totalidad del “Poder”; idealizamos una parte de la “cosa” (Estado). Pero el verdadero Poder no logró ser afectado. El poder financiero, que pasa por encima y subordina nuestras instituciones nacionales; el cultural, que se manifiesta en comercio y consumo que es planificado y controlado desde ámbitos globales; y el mediático, el de los medios de comunicación, que tiene centros de diseño y control en el mundo híper-desarrollado, siempre estuvo en manos de nuestros adversarios. La verdadera “cosa”, es mucho más que las instituciones gubernamentales, e incluso, esas instituciones nunca fueron transformadas por nosotros y jugaban siempre –desde lo profundo de las relaciones de dominación– en nuestra contra.

Claro, no se desconoce que se hizo el intento y eso está bien. Algo muy similar a otras tentativas realizadas en el siglo pasado (XX) en otras regiones y países (Rusia, China, etc.), y por ello, no se trata de renegar de esos esfuerzos sino de aprender de ellos.

Lo que podemos concluir en una primera aproximación es que “la cosa”, el poder hegemónico del gran capital, no es sólo el aparato de Estado, es mucho más, es la relación de dominación que se concreta en cada uno de nuestros actos vitales, en las “formas” del trabajo, del consumo, del entretenimiento, de nuestras vidas. Es el poder micro-celular del capitalismo que todo lo permea y utiliza a su favor. Sólo el surgimiento de nuevas relaciones sociales como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas (economías colaborativas) y la acción consciente de los humanos para convertirlas en realidades efectivas y nuevas (gobiernos de los bienes comunes), podrá –en un proceso largo y dispendioso– socavar ese poder, debilitarlo y reemplazarlo, competir con él y quitarle espacio, en una lucha de movimientos y posiciones. Ello implica una acción político-cultural de gran envergadura que debe desarrollarse en todos los ámbitos de la sociedad con una visión y dinámica de “lucha post-capitalista”.

Esa conclusión no implica que entonces no debamos luchar por “controlar” el aparato estatal. Hay que hacerlo pero tenemos que diseñar una estrategia para utilizarlo en nuestro favor y no permitir que ese aparato nos controle a nosotros. Si identificamos su naturaleza de clase, si ubicamos sus limitaciones, si apreciamos las fisuras que pueden ser aprovechadas, podremos acertar en nuestra acción gubernamental colocándola al servicio del fortalecimiento de las fuerzas reales y organizadas de nuestros pueblos. De lo contrario, llevaremos agua al molino equivocado. Del afán solo queda el cansancio.

Además de esta conclusión general es necesario precisar otras falencias y errores cometidos en estos ejercicios de gobierno que han contribuido con la acción de nuestros adversarios. Hay que cuidarse de no colocar estos errores como el aspecto principal, ya que se puede constituir en la base de una “ilusión estatista”, que siempre estará allí como tentación y justificación para aquellas fuerzas y personas que –en esta fase de nuestras luchas– se lucraron conscientemente de los ejercicios burocráticos (y hasta corruptos) de nuestros gobiernos. Entre ellas están:

- El oportunismo político. Al no ser conscientes del enorme reto que tenemos por delante, nada más y nada menos que derrotar al gran capital financiero global, y al idealizar el aparato de gobierno para sostenernos en esos espacios, nos deslizamos hacia prácticas oportunistas. Aparecieron muchas formas de electorerismos demagógicos y no le hemos dicho la verdad a nuestra gente. Hemos caído en todo tipo de alianzas electorales y politiqueras dándole oportunidad a importantes sectores de la burguesía burocrática (y emergente) para que infiltraran y descompusieran nuestras organizaciones tanto sociales como políticas. Además, les hemos permitido acceder a importantes cargos del Estado, corrompiendo nuestros gobiernos, desacreditando nuestros esfuerzos y luchas, degradando miserablemente la acción política y, dándoles oportunidad a nuestros enemigos de desprestigiar los procesos de cambio y las causas revolucionarias y socialistas. Ha sido una verdadera tragedia y una desgracia en donde la ética y la estética fueron dejadas totalmente de lado. 

- Falta de planificación, ineficiencia y despilfarro. Fruto de esa visión puramente electoralista y de la falta de confianza en las masas, malbaratamos importantes recursos económicos que durante casi una década nuestros países obtuvieron por el incremento de los precios del petróleo, gas y otras materias primas. Es cierto que se financiaron importantes programas sociales y se ampliaron las coberturas de servicios públicos (salud, educación, vivienda, etc.), pero sin transformar su esencia capitalista y neoliberal. Pero lo más grave, se colocó ese gasto social por encima de una estrategia de transformación y fortalecimiento del aparato productivo que es la única forma de hacer sostenible y permanente la inversión social y de empezar a construir autonomía económica y soberanía política. Además, al no priorizar un verdadero proceso de cambio en la matriz productiva (dependencia de la exportación de materias primas), hubo –en casi todos los países– un manejo relajado y burocrático de esos recursos que se constituyó en despilfarro, malos manejos y la constitución de una nueva burguesía burocrática en el seno de los denominados “procesos de cambio” que poco a poco se ha colocado al frente de los gobiernos, desvirtuando lo avanzado y creando desazón y pesimismo.

- Liderazgos caudillistas y mesiánicos. La mayoría de estos procesos se apoyaron en la acción –casi individual– de dirigentes carismáticos (Chávez, Lula, Kirchner, Correa, Evo), no se construyeron verdaderas organizaciones democráticas ni capacidad de control por parte de los trabajadores, comunidades y ciudadanía en general. Así, a la sombra de esos caudillos se treparon en el poder gubernamental todo tipo de personajes nefastos y fuerzas sociales utilitaristas que con el ropaje “bolivariano”, “ciudadano”, “progresista” o “socialista”, saquearon importantes recursos del Estado o se posicionaron para construir proyectos políticos anti-democráticos que por inercia cayeron en prácticas autoritarias y corruptas.

Se han presentado muchos más errores pero el fundamento de todo es de tipo estratégico. Ha existido mucho afán, una idealización extrema de lo que se puede hacer "desde arriba" y casi ninguna construcción de una fuerza (movimiento, partido, organización colectiva) que nos permita evaluar y corregir sobre la marcha. El movimiento social fue absolutamente debilitado, ya sea mediante la cooptación burocrática o usando la represión abierta. La precipitud y la improvisación ha sido la regla general.

Por ello, es mejor, ir despacio, quemar etapas necesarias, apoyarnos en clases y sectores de clase que estén dispuestos, en el caso colombiano, a continuar con los acuerdos de paz y a combatir la corrupción político-administrativa, con sentido nacional y democrático. Es mejor dar pasos certeros que lanzarnos a grandes saltos sin tener una garrocha fina y una fuerza organizada y coherente para no estrellarnos en el intento.

Nota: Los otros 2 puntos los desarrollo en el siguiente artículo.


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miércoles, 20 de diciembre de 2017

SOBRE LA ACCIÓN POLÍTICA “DESDE ARRIBA” Y “DESDE ABAJO”

Una reflexión de fin de año…

SOBRE LA ACCIÓN POLÍTICA “DESDE ARRIBA” Y “DESDE ABAJO”

Popayán, 21 de diciembre de 2017

"La corrupción político-administrativa solo se derrota con organización social y ciudadana".

La construcción de socialismo en un solo país es un imposible. Pero también, la instauración del "socialismo" en todo el mundo, de forma simultánea, es otro imposible. La gran equivocación que hemos tenido es creer que la revolución política, el "tomar el poder", la acción "desde arriba", es el "acto determinante" en el paso del modo de producción capitalista a uno socialista, o mejor, comunista. Los modos de producción se van transformando paulatinamente, las revoluciones políticas son momentos de crisis en donde las clases sociales se disputan el poder del Estado, y tratan, a veces infructuosamente, de acelerar el paso de un modo de producción a otro. No niego la necesidad ni la existencia de las revoluciones políticas, lo que creo es que hay que saber que los aspectos económicos y culturales son determinantes para avanzar hacia la construcción de nuevas relaciones de producción ("nueva sociedad"), y hay que sintonizarse con el estado actual de las relaciones existentes para poder "remar" en la dirección correcta, sin caer en voluntarismos vanos que muchas veces terminan siendo contraproducentes.

Hoy debemos realizar esfuerzos por hacer lo correcto "desde arriba", especialmente abrirle paso a las economías colaborativas y ambientalistas. No creer que por decreto eso se puede hacer, es la acción cotidiana de la gente la que construye lo "realmente nuevo". Por ello, paralelamente a la acción política "desde arriba" hay que trabajar "desde abajo" para transformar nuestras vidas desde los auto-gobiernos, desde los nuevos "soviets" (comités populares) que deben ir mucho más allá de las tareas "estatales estrechas" y abordar la acción asociativa y colaborativa real, aprovechando la "acción desde el Estado heredado" pero sin depender de él. En esta "otra tarea" debemos centrar nuestros principales esfuerzos, en donde lo cultural es fundamental.

En el Cauca (Colombia) ya existen gérmenes de esos "auto-gobiernos", construidos silenciosamente por la gente, pero no los vemos por estar buscando otras cosas. Hay asociaciones de productores, acueductos comunitarios, consejos y cabildos, redes organizativas diversas, que hay que potenciar y coordinar para actuar con mayor contundencia. Y en Colombia y el mundo también existen y están en pleno desarrollo.

En la coyuntura colombiana con un gobierno de la Coalición Colombia, se puede avanzar en derrotar la polarización y la corrupción político-administrativa, pero no ilusionarnos con grandes cambios estructurales que son imposibles de hacer "desde arriba" (ya lo ha demostrado la experiencia de los países vecinos), pero si podemos avanzar en superar la falsa democracia "colonial" que tenemos y que no superaremos "por decreto", sino sacando a los corruptos clientelares de los gobiernos, ir despacio, mientras creamos y reconstruimos el movimiento social, apoyándonos en nuevos sectores sociales que han surgido que son en realidad nuevas formas de proletariado, pero con particularidades especiales como los "profesionales precariados" y los pequeños y medianos productores del campo y de la ciudad, y el surgimiento de lo que algunos llaman, el "pro-sumidor" (productor y consumidor, a la vez), como parte y resultado del enorme desarrollo de las fuerzas productivas.

El problema es que hemos idealizado la "revolución", y muchos revolucionarios se enamoraron del "momento épico", creyendo que la creatividad y la transformación solo se puede hacer en esos momentos de crisis, y por tanto, no pueden ser revolucionarios en la lucha cotidiana y "gris", en el trabajo productivo, cultural, social, en la "fiesta de la vida", construyendo tramas y tejidos de largo plazo. Es un aspecto cultural, propio del revolucionarismo pequeño-burgués, que cree que la protesta es la esencia de la revolución.

Y además, fruto de esas idealizaciones, no somos tampoco revolucionarios en la lucha electoral, caemos en nuevas formas de clientelismo, en construir empresas electorales, cerradas y burocráticas, y terminamos reproduciendo lo que supuestamente queremos derrotar. El afán de "ganar", el "ansia de poder", nos lleva a hacer "politiquería de nuevo tipo", a creernos los "salvadores supremos del pueblo", y terminamos estimulando falsas expectativas sin comprometer de verdad a la gente en las tareas transformadoras que todos debemos hacer.

Nota navideña: Les deseo a tod@s unas felices fiestas y vamos a ver cómo -con creatividad y realismo- hacemos el trabajo político-electoral que nos hemos propuesto.


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miércoles, 13 de diciembre de 2017

POR UNA POLÍTICA MODERNA PARA EL CAUCA

Derrotar el “paraguas judicial” que monopoliza la política regional…

POR UNA POLÍTICA MODERNA PARA EL CAUCA

Popayán, 13 de diciembre de 2017

Temístocles Ortega con todo el poder de la Gobernación viene –desde hace varios años–cooptando y comprando líderes sociales y políticos de todas las regiones del departamento del Cauca. Hasta los sectores “alternativos” estaban amarrados al proyecto político del ex-gobernador, e incluso, un directivo nacional de un partido nuevo tenía a su esposa nombrada en un alto cargo departamental, dejando mucho que pensar. También, varios jóvenes de gran proyección política, por simple necesidad, tienen que someterse a los chantajes laborales y al control de un gobierno corrupto.

El actual gobernador Campo fungía hasta hace unos 8 años como progresista y “alternativo” pero hoy es un simple mandadero de su antecesor. Ortega tiene en todo el departamento a muchos líderes "sociales" comprados o financiados para disputar hasta las curules especiales de "paz", al igual que lo hace Roy Barreras, otros políticos de Nariño y el Valle, y políticos tradicionales del Cauca del partido de la U y liberales.  El contubernio es general y los límites son permeables con base en el dinero, la burocracia y los contratos.

Ortega es candidato al Senado por la lista de Cambio Radical y pretende ser el principal elector de Vargas Lleras en la región. Su excusa es que el partido liberal no le dio el aval, pero todos sabemos que se cobijó con la misma ruana del Fiscal para esquivar la mano de la justicia, como han hecho numerosos funcionarios de la ciudad de Popayán, el Cauca y Colombia. Tiene el apoyo de casi toda la lista liberal (http://bit.ly/2z9vBIi), Bonilla del Norte, Crisanto Pizo del centro, y Gema López del sur. Llegó a acuerdos con Jhon Jairo Cárdenas de la U, quien se peleó con Roy Barreras y trata de seguir comprando respaldos de sectores sociales y alternativos.

Los abanderados de la “paz” se pasaron como por encanto a las toldas de un enemigo acérrimo del fin negociado del conflicto, ante la evidencia de que la lucha contra la corrupción se fortalece en todo el país y ellos se ven obligados a mostrar su verdadera naturaleza corrupta. No saben hacer política sin “mermelada” y observan con preocupación que nuevos actores políticos les pueden quitar la Presidencia de la República. El grueso de los políticos caucanos está mostrando su oculto rostro.

En la región, la Gobernación como institución ha tenido la posibilidad de participar en las negociaciones de diversas movilizaciones sociales y utiliza esos espacios para corromper dirigentes. Tiene funcionarios en toda clase de programas como el anterior secretario privado de Ortega que maneja el programa de sustitución de cultivos, y hasta sectores cercanos a la insurgencia hacen cola detrás de los proyectos del post-conflicto.  Es tremenda la corrupción y la degradación de algunas organizaciones sociales.

Velasco, Oscar Ospina, los Verdes y el Polo, son los únicos que no están en esa alianza corrupta. Algunos candidatos de la U y otros candidatos que no tienen mucha fuerza electoral, no han sido atraídos a la “coalición titísta”, dado que la mermelada no alcanza para todos. En la Costa Pacífica, una gran parte de líderes negros están totalmente cooptados por los contratistas que Santos le entregó a su candidato Vargas Lleras. 

En el Norte del Cauca, Ortega tiene a Bonilla (liberal), a Cárdenas (La U) y cuenta con apoyos de importantes dirigentes negros que influyen en los Consejos Comunitarios, algunos ex-alcaldes con investigaciones por malos manejos municipales, otros con líos judiciales de diversa naturaleza, el control casi total de las alcaldías actuales, y con el manejo y la presión sobre muchas ellas de la Fiscalía y los órganos de control, consiguen amedrantar, comprar y sobornar a “líderes” que tienen un bajo nivel de autoestima.

No obstante, toda esta circunstancia no debe atemorizar a las fuerzas anti-corrupción que se vienen construyendo en todo el país. Esas fuerzas políticas que se han propuesto rectificar y darle continuidad al fin negociado del conflicto armado, tiene todas las posibilidades de crecer en el Cauca. Con una inteligente campaña de medios y redes, buscando a la gente en sus localidades y zonas, se puede hacer un buen trabajo político-electoral que rompa con la tradición clientelar que ha sido la constante en la región.

Que toda esa patota corrupta se haya juntado y amparado bajo el paraguas judicial de Cambio Radical, Vargas Lleras y del Fiscal Martínez Neira, es un buen síntoma de la debilidad en que están todos los políticos tradicionales del Cauca. Una oleada de indignación debe surgir desde las entrañas de un pueblo rebelde e inconforme.

En este departamento del Cauca existe ya una importante población citadina y rural que está a la espera de una política moderna, no clientelista ni promesera. Hoy tenemos un gran voto de opinión que se ha expresado en anteriores campañas electorales pero que los partidos y movimientos alternativos no han logrado organizar y canalizar con creatividad y eficiencia democrática.

Ha llegado la hora de mostrar nuevas formas de hacer política en el Cauca. ¡No podemos quedarnos cruzados de brazos!


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

viernes, 1 de diciembre de 2017

POR UN GOBIERNO DECENTE Y DEMOCRÁTICO

POR UN GOBIERNO DECENTE Y DEMOCRÁTICO
Popayán, 1 de diciembre de 2017
En la actual coyuntura de Colombia, la corrupción que combatimos es la político-administrativa. O sea, derrotar a los que se roban los recursos públicos.
Si queremos acabar con la corrupción intrínseca del sistema capitalista (y de la economía crematística) debemos hacer la revolución ANTI o POSTCAPITALISTA. ¿Tenemos la fuerza, la capacidad, la teoría y la organización para hacerla ahora?
No quiere decir renunciemos a esa meta, pero para derrotar a los Vargas, Uribes, Santos, Musas, Char, Roys, Benedettis, Samper, Serpas, etc., podemos y tenemos que aliarnos con mucha gente honesta y que tenga espíritu democrático.
No se requiere que esa persona -en una primera instancia- tenga que ser anti-neoliberal o anti-capitalista (el neoliberalismo no es más que la forma política que asumió el capitalismo desde 1974, cuando el gran capital financiero entró a dominar hegemónicamente el mundo).
Este es uno de los aspectos fundamentales de la lucha actual en Colombia que no entienden aquellas personas que exigen que el programa de la Coalición Colombia tiene que ser anti-neoliberal (Robledo parece haber entendido este asunto, lo cual es muy importante).
Otra cosa es que los anti-neoliberales y anti-capitalistas nos amarremos las manos en esa Coalición.
Nuestro principal trabajo ahora es, ayudar a derrotar a corruptos y guerreristas, y paralelamente, seguir trabajando (ojalá con más capacidad y claridad) con las bases sociales en la tarea de reconstruir el movimiento social que ha sido cooptado -en lo fundamental- por sectores burocráticos y corruptos, diseñar formas de "poder desde abajo" con mucha ética y solidaridad, e impulsar el desarrollo de relaciones de producción colaborativas (en lo económico, social, político, cultural).
Ir acumulando fuerzas reales para socavar las bases de un sistema capitalista que pone en peligro la sobrevivencia de la vida en la tierra, tarea que no necesariamente tenemos que hacerla SÓLO desde el Estado. Pero, indudablemente, es mejor tener alguien decente y honrado en el Gobierno que un corrupto y un guerrerista como Vargas.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado 

lunes, 20 de noviembre de 2017

LA “COALICIÓN COLOMBIA” DEBE MANTENER SU PERFIL DE CENTRO

La solución al “entuerto” de los Acuerdos sacrificó a las víctimas y a la verdad… 

LA “COALICIÓN COLOMBIA” DEBE MANTENER SU PERFIL DE CENTRO

Popayán, 20 de noviembre de 2017 

El panorama político en Colombia se va despejando a finales del año 2017. Los últimos acontecimientos, desde la decisión del ex-vicepresidente Vargas Lleras de oponerse a los aspectos esenciales de los acuerdos de La Habana hasta la realización de la consulta liberal de ayer (19.11.2017), muestran claramente las tendencias políticas que finalmente se concretarán en las siguientes fórmulas presidenciales para 1ª vuelta:

1.    Centro Anti-corrupción: Coalición Colombia (Claudia, Fajardo, Robledo).

2.    Progresista Anti-neoliberal: Gustavo Petro.

3.    Liberal Pro-paz: Humberto De la Calle – Clara López.

4.    Derecha Clientelar: Germán Vargas Lleras.

5.    Ultraderecha Anti-paz: Centro Democrático–Alejandro Ordóñez–Marta L. Ramírez.

6.    Izquierda Reinsertada – Rodrigo Londoño (Farc).

Seguramente se inscribirán otras fórmulas pero estas serán las más importantes.

No es fácil pronosticar resultados para la primera vuelta presidencial (mayo/2018) pero lo que es evidente es que el giro de Vargas Lleras hacia la derecha extrema, que está contra la implementación de los acuerdos y que usa la “amenaza castro-chavista” para meter miedo, ha sido un movimiento favorable para los sectores políticos que están empeñados en superar la polarización entre Uribe y Santos, entre la “guerra” y la “paz”.

Al principio parecía ser una excelente decisión para él. No obstante, la evolución de los acontecimientos indica que el margen de crecimiento de la “derecha anti-paz” no es muy grande, y por ello, el mismo Vargas Lleras empieza a vacilar frente a la posibilidad de aliarse con Uribe. Al fin y al cabo, en medio de tires y aflojes, la desmovilización y la incorporación a la vida política legal de las Farc es un hecho real, que en plena campaña se va a valorar en toda su dimensión sin que signifique ningún peligro. Claro, a pesar de los incumplimientos, la guerrilla mostrará su actitud civilista.

¿Cuáles han sido los nuevos hechos que se deben tener en cuenta? a) El fallo de la Corte Constitucional declarando exequible gran parte de la JEP; b) La aprobación de importantes modificaciones en el Congreso a la JEP sobre “terceros” y las inhabilidades para los magistrados de la JEP que satisfacen las objeciones de Vargas, el Fiscal y Uribe (http://bit.ly/2zTU2L6); c) La conformidad con una reforma política “de transición” que le sirve a todos los partidos políticos (coaliciones, transfugismo); d) El lanzamiento de la candidatura presidencial de las Farc; e) El veto al interior del Centro Democrático a Oscar Iván Zuluaga y a Luis Alfredo Ramos, los candidatos de mayor peso; f) Los resultados de la consulta liberal que escogió como candidato a De la Calle Lombana.

No podemos detallar en un corto artículo las implicaciones de cada uno de estos hechos para la vida política del país pero en términos generales se puede decir que el “entuerto” de los acuerdos de La Habana –después de un año largo de idas y venires– se ha resuelto a favor de la impunidad total, y que los “sapos” que la derecha dice tener que tragarse por aceptar la participación política de los comandantes guerrilleros han sido compensados con los “bufónidos[1]” con los que las víctimas ya se están atragantando, como resultado de las presiones de sectores poderosos (entre ellos el gobierno imperial) que no quieren saber en lo más mínimo de justicia, reparación y verdad.

Son los costos de la degradación de la guerra y de sus principales actores: armados y desarmados; civiles y militares; sociales, económicos y políticos; directos e indirectos; nacionales y extranjeros; legales e ilegales; institucionales y extra-institucionales. Son las cargas de un conflicto instrumentalizado por el gran capital que impiden que la sociedad en su conjunto asuma una actitud propositiva y activa. “Pasemos la página” parece es el lema entre las elites enfrentadas. Era lo previsto: una “paz perrata”.   

Primera conclusión: El año termina quitándole presión al tema de la “paz”. El viraje de Vargas Lleras logró su objetivo. Los candidatos de Uribe se quedan sin su mayor presea o motivo. La campaña de Humberto De la Calle Lombana en torno a la paz, terminó el día que ganó la consulta (ayer). Las Farc ya saben lo que les espera. En enero de 2018 se inicia una campaña presidencial sobre un nuevo escenario. Después de un largo año de incertidumbre sobre el proceso de fin del conflicto, finalmente lo avanzado satisface en gran medida a las partes, y la carrera para la Presidencia de la República entra en una nueva fase. Las vacaciones de fin de año servirán para rehacer el tablero.

Segunda conclusión: La Coalición Colombia queda en inmejorables condiciones para consolidarse. El tema de la corrupción es un emblema de su propiedad y puede avanzar por el “centro”, no solo con respecto al tema de la paz sino frente a otros temas como seguridad, economía, salud, educación y ambiente, sin proponer saltos al vacío ni medidas extremas, sino un programa de largo alcance (para varios períodos presidenciales) que combine propuestas de reorganización del aparato estatal, recuperación del aparato productivo y estabilidad jurídica, con base en la reconciliación, consolidación de la paz, la eficiencia y transparencia administrativa. Nada que tensione y genere temor. Paso lento pero firme. Es lo que corresponde a una etapa de transición en un marco internacional y nacional que exige mesura y moderación.

Tercera: Gustavo Petro para poder crecer en el marco de lo que ha propuesto va a centrarse en su consigna de Asamblea Constituyente para avanzar con el proceso de paz que él considera debe desembocar en la derrota del proyecto neoliberal. No tiene otro margen de crecimiento sino radicalizar su discurso, tratando de cobrar desde su posición los incumplimientos del gobierno y del establecimiento oligárquico. Ya empezó en esa tarea; ver: http://bit.ly/2zRCs8a. Esa actitud hará imposible un acuerdo con la Coalición Colombia.

Cuarta: La izquierda que ha acompañado de cerca a Santos en el proceso de paz se dividirá irremediablemente entre el apoyo al partido liberal (con Clara López), apoyo al partido de las Farc, un sector se deslizará hacia Petro y, otro, con sentido práctico, se irá con la Coalición Colombia.

El año entrante será más que entretenido y complejo. Los diversos actores políticos tendrán como referente las elecciones legislativas de marzo/2018, que les marcarán pautas para nuevos acercamientos y alianzas. Quien acierte en posicionarse y adueñarse del “centro despolarizante” tendrá todas las de ganar. No será fácil.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado




[1] Sapo gigante

IZQUIERDA “SANTISTA” DA RESPIRACIÓN BOCA A BOCA AL PARTIDO LIBERAL

IZQUIERDA “SANTISTA” DA RESPIRACIÓN BOCA A BOCA AL PARTIDO LIBERAL

Popayán, 20 de noviembre de 2017
 
De acuerdo a las cifras conocidas, la izquierda "santista" (como se previó), le dio el precario triunfo electoral a Humberto de La Calle Lombana en la consulta liberal, más los votos de algunos gamonales que al final movieron sus maquinarias en algunos departamentos (Huila, Valle, Antioquia).

Es precario porque los 740.000 votos representan el 2% de participación y se obtuvo solo la mitad de los votos que logró el partido liberal hace 8 años en una consulta similar (2009).

Algunos creen que ese hecho impedirá que los políticos corruptos del liberalismo (que son casi todos) se vayan para donde Vargas Lleras. Eso es una ilusión.

Es el error fundamental de quienes creen que la bandera de la "paz" es el tema principal que mueve la política en Colombia cuando la realidad muestra que la gente no cree en ese "cuento".

Pero no. La lucha en 2018 se centrará en desenmascarar a los corruptos, tanto los que se oponen al fin negociado del conflicto armado (Uribe-Vargas) como a quienes quieren utilizar demagógicamente el tema de la paz para engañar.

Es muy bueno que los políticos liberales corruptos se muestren como lo que son y se vayan finalmente con Vargas Lleras. Ya es hora de derrotarlos plena y frenteramente.

De la Calle hará llave electoral con Clara López y tratarán de mover a la izquierda santista, a la sombra y "dirección" de César Gaviria (¡Qué saperoco!).

Es lo mismo que hicieron para obtener la auto-derrota del Plebiscito (02.10.2016). No aprenden.

Menos mal que existe la Coalición Colombia (Claudia, Fajardo, Robledo), que necesariamente se convertirá en el referente de una lucha abierta contra la corrupción político-administrativa y por el cumplimiento de los acuerdos con las Farc, sin demagogias ni triunfalismos.


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

viernes, 20 de octubre de 2017

URIBE Y VARGAS LLERAS PIERDEN LA INICIATIVA

Entre la realidad virtual y la realidad de lo virtual[1]

URIBE Y VARGAS LLERAS PIERDEN LA INICIATIVA

Popayán, 20 de octubre de 2017

Un año llevan los promotores de la “paz” (Santos) y de la “guerra” (Uribe) queriendo sobrevivir políticamente al mutuo descalabro del Plebiscito (02.10.2016).

En esa fecha Santos se auto-derrotó con sus mentiras y a punta de mentiras ganó Uribe.

Cada uno con su falsa bandera tratando de convertir su “realidad virtual” (polarización) en una “realidad de lo virtual” (miedo al castro-chavismo).

Han contado con la ayuda de las FARC. Esa guerrilla era el motivo principal de ambas “realidades” y ha tenido que construir su propia realidad virtual para incursionar en política legal: ¡Creerse triunfadores!

No obstante, la polarización se agota. Otros problemas preocupan a la gente y desplazan el tema del fin de la guerra. Nuevos actores políticos entran en escena y la guerrilla comprueba con incumplimientos a granel y en carne propia, la realidad de la derrota.

La “amenaza castro-chavista”, construcción uribista que ha servido para engañar y aterrorizar a millones de colombianos, se va diluyendo. Pero, lo interesante del momento es que las derechas extremas no tienen otra carta política para jugar.

Hoy vivimos un verdadero “acontecimiento” en Colombia. Que Uribe y Vargas Lleras ataquen a Fajardo, Claudia y Robledo, acusándolos de ser agentes de las FARC, es señal de un quiebre histórico. ¡Están amarrados al pasado y no tienen más de donde agarrarse!

La derecha perdió la iniciativa, y la izquierda armada –que nunca fue una amenaza real para la oligarquía– quedó reducida a lo que siempre fue: un instrumento de distracción y un obstáculo para la lucha social. La pretensión de convertirla en una gran amenaza ya no funciona.

La lucha contra la corrupción político-administrativa irrumpió con fuerza sostenida y destruyó la falsa polarización entre Uribe y Santos. Es el gran acierto de los candidatos agrupados en la Coalición Colombia y resultado de la evolución inevitable de la vida.

Los corruptos –“pacifistas” y “guerreristas” – se van arrinconando en el mismo campo. Poco a poco van mostrando su verdadera catadura. Dicho fenómeno se presenta en Bogotá y paulatinamente en las regiones. Y, la jornada electoral lo hará totalmente visible.  

Una nueva polarización ha entrado en escena. Entre la decencia y la corrupción. Santos para quedar en la historia tendrá que cumplir precariamente los acuerdos con las FARC pero la verdadera implementación le va a corresponder al nuevo gobierno. ¡Y lo hará!

Ese gobierno de “nuevo tipo” tendrá que hacerlo sin criterios ni sentimientos de odio o venganza. No será nada fácil pero hay que doblar la página de la violencia.

La herencia de décadas de desgobierno, corrupción, destrucción del aparato productivo, narcotráfico, guerra instrumentalizada, desigualdad y pobreza, injusticia e inequidad, es el gran desafío hacia el futuro.

Ese es el reto. Un código de ética del nuevo gobierno debe elaborarse para lograr el apoyo de la sociedad e iniciar la transformación de Colombia. ¡Será apoyándose en la gente o no será!

E–mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado



[1] La realidad virtual es una imitación artificial de la vida: una película, un juego digital, una fotografía. La “realidad de lo virtual” es la fuerza real de una construcción simbólica, parte integral de nuestras vidas, con efectos y consecuencias. 

viernes, 13 de octubre de 2017

ENTRE LOS POPULISMOS NACIONALISTAS Y LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

¡Oportunidad! ¿La sabremos aprovechar? (II Parte)

ENTRE LOS POPULISMOS NACIONALISTAS Y LA GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

Popayán, 13 de octubre de 2017

“La narración pre-determina nuestra percepción de la ‘realidad’”

Slavoj  Zizek

La particularidad colombiana consiste en que debido a circunstancias especiales, un sector muy importante de pequeños, medianos y grandes empresarios del campo y de la ciudad, encabezan un proyecto político sui generis, que se sale del esquema que se viene imponiendo en el mundo. Por ahora ese proyecto logra entusiasmar a amplios sectores de las clases medias y de los “nuevos trabajadores del conocimiento” o “profesionales precariados” (entre ellos, los cíber-trabajadores[1]), que aspiran a una democracia moderna, a derrotar la corrupción político-administrativa y consolidar el proceso de paz. No sabemos si ese proyecto podrá jalonar a otros sectores sociales pero sin duda ya son un actor importante hacia las elecciones de 2018. 

Ese proyecto político (Coalición Colombia) se sale de la dinámica global impuesta. No se alinea con ninguna de las tendencias político-ideológicas que en este instante se enfrentan en diversas regiones del mundo. En los años recientes, los “populismos de derecha o de izquierda” se han convertido en los principales contradictores de los partidos políticos que impulsan, defienden y explotan a su favor la globalización neoliberal. Los “populismos de derecha” usan reivindicaciones nacionalistas, racistas y xenófobas mientras que los “populismos de izquierda” se plantean anti-imperialistas y socialistas, pero ambos sólo enfrentan los efectos de la crisis del modelo neoliberal que ha afligido a amplios sectores de la población sin poder resolver el problema de fondo.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Qué intereses representa ese proyecto político y qué continuidad puede tener hacia el futuro? ¿Cuáles son las condiciones particulares que han propiciado ese fenómeno? ¿Cómo puede servir a los intereses de la sociedad?

Una mirada global necesaria

Para entender el fenómeno en Colombia es necesario analizar lo ocurrido con el Brexit, Trump y lo que ocurre en Cataluña. Son regiones del mundo en donde la crisis económica de 2007-8, y la profunda recesión económica de la última década, han golpeado con fuerza a sectores importantes de la población, especialmente a los trabajadores de sectores industriales que fueron vapuleados por la globalización neoliberal, especialmente por la deslocalización de empresas. En esas regiones y otras, sectores de la burguesía y pequeña burguesía han levantado programas ultra-nacionalistas (salida de la UE, “primero USA”, independencia del Reino Español) que han logrado canalizar la inconformidad de amplios sectores sociales, enfrentándose a las expresiones políticas de quienes aprovechan la globalización neoliberal sin importarle las negativas consecuencias locales en el mundo desarrollado[2].

Las fuerzas democráticas y las izquierdas en esos países han quedado presas –casi paralizadas– frente a esa tenaza que se configura entre “populismos de derecha”, por un lado y por el otro, los “demócratas liberales” defensores del capitalismo globalista realmente existente. En algunos países como Francia, han surgido alternativas “no polarizantes”, como la que encabezó Macron, que logró pasar por el medio en el acontecimiento electoral pero que, finalmente, una vez posesionado en el gobierno, se colocó del lado de la “troika europea”[3]. Además, esa dinámica impuesta ha mermado el empuje de los incipientes proyectos alternativos como Podemos en España o Syriza en Grecia. Y en el Reino Unido y EE.UU., políticos como J. Corbyn y B. Sanders, a pesar de sus esfuerzos y buenas intenciones, no han logrado detener la tendencia polarizante que impone una realidad que atrapa y frustra a las fuerzas progresistas.

Y si se observa más al detalle, lo que ocurre en América Latina con el retroceso de los proyectos “progresistas” y “socialistas”, hace parte del mismo fenómeno pero a la inversa, como si fuera reflejada en un espejo. Tanto en Brasil, Argentina y otros países, las derechas globalizadoras y globalizantes se apoyan en las clases medias, empresarios medios y jóvenes profesionales que rechazan los nacionalismos estrechos, y utilizando las banderas de la anti-corrupción logran movilizar importantes sectores de la población contra los “procesos de cambio” que impulsaban las izquierdas. Es algo contradictorio y paradójico: acá en el sur, el populismo se pinta de izquierda mientras que en el norte se manifiesta como de derecha. Pero el fenómeno, en últimas, es el mismo.

Las particularidades en Colombia

En Colombia las consecuencias de la aplicación del modelo neoliberal desde 1990 han afectado a amplios sectores sociales y productivos. Ellos son: Los capitalistas “nacionales” y los trabajadores de la débil industria mortalmente herida por la destructiva apertura económica; los trabajadores estatales afectados por las privatizaciones y la desregulación laboral; los pequeños y medianos productores del campo de origen campesino (caficultores, lecheros, paneleros, paperos, etc.) golpeados por la importación de alimentos, la política monetaria, la volatilidad del mercado global y la falta de apoyo estatal; y los empresarios agrícolas impactados por los Tratados de Libre Comercio TLCs. Y, en general, toda la población colombiana ha sufrido las consecuencias de las políticas neoliberales pero la presencia de la economía del narcotráfico y del conflicto armado, han distorsionado los efectos y la percepción de los mismos por parte de los diversos sectores sociales.

Lo natural hubiera sido que las fuerzas de izquierda y alternativas canalizaran la inconformidad frente a dichas políticas como ha ocurrido en la mayoría de países latinoamericanos. Y, efectivamente, la resistencia popular y las movilizaciones sociales no se hicieron esperar. Sin embargo, importantes sectores de la producción agropecuaria (cafeteros, arroceros, ganaderos, bananeros, etc.) que fueron atropellados –de una u otra forma– por las guerrillas izquierdistas, no lograron entroncarse con las corrientes políticas progresistas sino que, poco a poco, fueron canalizados hacia una especie de “populismo de derechas”, encabezado por Álvaro Uribe Vélez, quien después de haber salido del gobierno (2010) ha sabido utilizar hábilmente las reivindicaciones de esos sectores productivos, por un lado, para oponerse al gobierno neoliberal de Santos, ayudarles a negociar subsidios con el Estado (con el concurso de algunos sectores de izquierda), pero, especialmente, dichos ejercicios le han servido para acumular fuerza política colocando como principal enemigo de la “patria” a lo que llama como “castro-chavismo”, o sea, todo lo que representan las FARC y gran parte de la izquierda.

Es indudable que algunos sectores de izquierda, especialmente los sectores vinculados a esos sectores sociales y productivos, han dado la lucha en ese terreno pero concepciones políticas heredadas del período anterior, ilusiones sobre el papel de la denominada “burguesía nacional”, y la confrontación ideológica “geopolítica” acumulada durante la “guerra fría”, impidieron que las izquierdas colombianas se re-crearan (y transformaran) como ocurrió en países vecinos. Los dogmatismos y sectarismos hicieron imposible que –en medio de la guerra– el debate ideológico y político se desarrollara y surgieran nuevas miradas e iniciativas para enfrentar las diversas coyunturas sociales y políticas que se han presentado a lo largo de los últimos 30 años, cuando el movimiento popular se expresó de múltiples formas (movimientos cívicos, movilizaciones populares de diversa naturaleza, participación electoral) y las circunstancias políticas así lo exigían.

Además, a partir de 2013, cuando se inician los diálogos hacia una paz negociada entre el gobierno de Santos y las guerrillas de las FARC y, especialmente, a partir de 2014 cuando amplios sectores de izquierda llaman a “votar por Santos contra Uribe”, el “populismo de derecha” (uribismo) queda en cabeza de la oposición al gobierno, mientras que las fuerzas de izquierda en su conjunto aparecen (así no lo quisieran) como aliadas del gobierno, no solo frente al proceso de paz sino que con la teoría de no debilitar al gobierno, los demócratas y la izquierda desarrollan una actitud complaciente con un gobierno agresivo, anti-popular, neoliberal y demagógico que nunca dudó en reprimir las luchas populares, y que siempre jugó a la doble, impulsando una supuesta “paz imperfecta” pero alimentando en su seno las fuerzas de la reacción conservadora. Así, obligó a la insurgencia a aceptar condiciones que han querido ser impuestas a la sociedad como las de no cuestionar el modelo económico y el carácter del Estado.

De esa forma los demócratas y las izquierdas le dejaron el terreno abierto al “uribismo”. El gobierno de Santos siempre permitió que en su interior pervivieran aliados de Uribe (militares encabezados por el ministro de defensa Juan Carlos Pinzón) o enemigos declarados del proceso de paz que pelechaban estratégicamente para aprovechar la nómina burocrática y los contratos de obras oficiales (vivienda e infraestructura) en cabeza del vice-presidente Germán Vargas Lleras y su partido Cambio Radical. Mientras tanto, los demócratas y las izquierdas sumisamente aceptaron todas las condiciones –“líneas rojas”– impuestas por un gobierno que utilizaba la consigna de la paz para vender ilusiones, supuestas reformas democráticas y reconciliaciones pacíficas, mientras desmovilizaban y desarmaban a las guerrillas pero preparaban y alimentaban las fuerzas reaccionarias para quitarle el escaso (casi nulo) filo transformador a los acuerdos firmados con las FARC. Una trampa y una celada armada desde el principio.

Cómo sería la inconsecuencia de los demócratas y el conformismo de las izquierdas (y de gran parte del movimiento social) que la presidenta y ex–candidata presidencial del principal partido de oposición, el Polo Democrático Alternativo, la ex–alcaldesa de Bogotá, Clara López Obregón, aceptó el cargo de ministra del Trabajo cuando más débil estaba el gobierno y, simbólicamente amarró a los demócratas y a las izquierdas a un gobierno profundamente anti-popular que con sus mentiras pacifistas fracasó de forma estrepitosa en las elecciones del Plebiscito de la Paz (02.10.2016). Hay que decir que nunca los demócratas y las izquierdas hicieron serios esfuerzos por deslindarse del gobierno de Santos, nunca se mostraron como fuerzas que apoyaban el proceso de paz pero que, a la vez, rechazaban abiertamente la demagogia de Santos y el triunfalismo de las FARC, que fueron las principales causas de ese tremendo fracaso y derrota política.

Claro, detrás del entramado político estaban jugando las cúpulas de los partidos políticos “alternativos” y de “izquierdas” cooptados por la dinámica institucional; los directores y funcionarios de ONGs sobornados con contratos para el “posconflicto”; y los dirigentes sociales burocratizados y captados por el Estado en las múltiples negociaciones de conflictos sociales que, en general, el gobierno incumple pero que sirven para acercar, enamorar y engañar con pequeñas migajas a líderes descompuestos y debilitados política e ideológicamente por las concepciones utilitaristas de las organizaciones de izquierda que les dan ejemplo desde los cargos de gobierno. Todo ello y mucho más, amarró a los demócratas y a las izquierdas a un gobierno débil y vacilante, que nunca pudo (o quiso) quitarse de encima la influencia del “uribismo”, y que cada vez que las izquierdas tímidamente protestaban, amagaba con “sacrificar” a Uribe pero sin que afectara para nada a las fuerzas infiltradas en su gobierno.    

El viraje post-plebiscito

Solo después del fracaso-derrota del SI en el plebiscito del 2 de octubre/2016, algunos sectores democráticos y de izquierda, logran entender las causas del triunfo del uribismo, y deciden deslindarse del gobierno de Santos. Para hacerlo entienden que la lucha contra la corrupción es una bandera política que los diferenciaba totalmente de los grupos políticos que apoyan al gobierno. Y en esa dinámica se van ligando a sectores sociales que en Colombia no pueden ser canalizados por los “populismos de derecha o de izquierda” y que tampoco pueden ser interpretados por la política de la burguesía transnacional representada por el gobierno de Juan Manuel Santos. Esos sectores sociales rechazan –por sobre todo– el papel de la burguesía burocrática, “sumun de la corrupción”, y desean construir una democracia y un Estado moderno, eficiente y medianamente regulador de la economía.

Son sectores sociales y productivos que por principio no rechazan la globalización y quieren aprovechar las ventajas que –comprobadamente–  les ofrecen los TLCs[4], pero quieren avanzar hacia una economía desarrollada y construir un aparato productivo que compita en el mundo capitalista. A la vez, se niegan a aceptar una economía totalmente estatizada y rechazan las políticas paternalistas y asistencialistas que están fracasando en los países vecinos. No obstante, son sectores que están dispuestos a que el Estado invierta en el desarrollo de nuevas tecnologías, en el fortalecimiento de un aparato productivo que genere empleo digno y formal y no degrade la naturaleza, y que ofrezca oportunidades a amplios sectores de la población para consolidar sus procesos productivos que han construido en las últimas 3 décadas.

Este nuevo camino es el que se le puede y debe proponer a las burguesías emergentes, surgidas de economías legales e ilegales, a los “nuevos trabajadores” (profesionales precariados y ciber-trabajadores), a los trabajadores del Estado e informales, a las clases medias pauperizadas o en camino de proletarización, y a toda la sociedad que requiere miradas y propuestas diferentes. En esa lógica, en primera instancia no nos enfrentamos con toda la dinámica del capital, tampoco rechazamos la intervención del Estado pero tenemos que limitar el alcance e impacto de los monopolios que nos imponen economías de enclave y otras prácticas que impiden nuestro propio desarrollo. Pero no tenemos que hacerlo de una forma agresiva ni utilizando retóricas “revolucionarias” y “anti-imperialistas”, mucho más ahora que en el mundo híper-desarrollado han aparecido dinámicas anti-globalización que desmitifican ese tipo de retórica.    

Es importante aclarar que los “populismos de derecha” al igual que los de “izquierda”, han utilizado por igual las políticas paternalistas y asistencialistas que han consistido en extrapolar los programas diseñados por el Banco Mundial BM para poblaciones vulnerables. Esos programas durante la primera década de neoliberalismo fueron bautizados como “transferencias monetarias condicionadas”, a los que los gobiernos “progresistas” denominaron subsidios, auxilios, bonos, incentivos, etc. Su esencia es la misma y la única diferencia es que su cobertura se amplió a nuevos sectores de la población y a otros servicios como educación, salud, vivienda, etc.     

¿Hacia un post-capitalismo?

Es evidente que en Colombia este proyecto político responde a una coyuntura política muy concreta y particular. Sin embargo, las fuerzas más avanzadas de la Coalición Colombia pueden y deben proponerse una apuesta de mayor alcance. La derrota simultánea de los corruptos, politiqueros y guerreristas, abre grandes posibilidades para formular un programa político de amplia cobertura y proyección. La búsqueda de autonomía económica ya se intentó antes del auge del neoliberalismo pero en el caso de Latinoamérica estuvo liderado por el mismo imperio estadounidense. Por entonces, después de la 2ª guerra mundial, se impulsaron los mercados regionales (Pacto Andino, entre otros) y la sustitución de importaciones pero dicho proceso era planificado y en beneficio de la metrópoli imperial. Sin embargo, hoy en Colombia existen todas las condiciones para intentarlo de nuevo pero en una situación diferente. Tenemos una amplia base de pequeños y medianos productores, especialmente agropecuarios, y unos empresarios medios y “nuevos trabajadores” (profesionales precariados, cíber-trabajadores), muchos de los cuales tienen experiencia internacional en emprendimiento y desarrollo empresarial. Podemos intentar nuevos experimentos basados en el apoyo del Estado, la asociación de pequeños y medianos productores, la conformación de grandes empresas mixtas con la participación de los mismos productores, capitalistas no monopolistas, y el Estado, para apropiarnos de toda la cadena productiva no solo en el mercado interno sino a nivel global (internacional).

Ya está demostrado que los colombianos (y latinoamericanos) no podremos avanzar basando nuestra economía en la exportación de materias primas. En siglos pasados siempre fuimos exportadores de oro, platino, cacao, tabaco o quina. Llevamos más de 130 años exportando café en grano, 100 años vendiendo petróleo crudo, 90 años entregando frutas y otros productos, y 35 años exportando cocaína y marihuana, mientras poderosas empresas transnacionales o grandes mafias, son los que intermedian y procesan el producto, y lo venden directamente al consumidor. Hoy podemos revertir ese proceso pero se requiere voluntad política. No tenemos que declararle la guerra a nadie ni lanzar manifiestos de independencia. Podemos hacerlo en la práctica, sin cambiar la Constitución Política, e incluso, sin revisar los TLCs. Sólo se trata de tener claridad y audacia política, visión asociativa y empresarial, confianza en la gente y sentido común. Es bueno recordar que por ejemplo, de cada 100 pesos que obtiene de ganancia la Nestlé o Starbucks en la venta de una taza de café en Londres, París o Nueva York, escasamente comparten con el productor colombiano entre 5 a 6 pesos. Y lo mismo ocurre con todos los demás productos de exportación. Claro, primero tenemos que sacar del gobierno a las elites clasistas y castas políticas corruptas, compradas y entregadas al gran capital monopolista internacional. Y en esa tarea es que estamos.

Y además, las fuerzas de los trabajadores y pequeños productores, insertados en ese proyecto político debemos retomar hacia adelante el modelo que los teóricos han dado en llamar “economías colaborativas”. Esas economías pueden ser desarrolladas en todos los ámbitos de la producción nacional, apoyándonos en las revoluciones tecnológicas, comunicacionales y de las energías que están en pleno desarrollo en el mundo. Dichas economías ya están competiendo con el capitalismo clásico (y senil). Ese sistema capitalista ha acumulado contradicciones insalvables que han preparado el entorno para el surgimiento de nuevas relaciones sociales y, por consiguiente, nuevas culturas superiores a las existente. Serán las nuevas generaciones las que tendrán que vislumbrar y construir esas relaciones post-capitalistas que recogerán lo mejor del capitalismo y re-crearán formas de organización de la sociedad (como el pro-común colaborativo y los gobiernos de los bienes comunes[5]) que desde tiempos antiguos ya había inventado el ser humano.

Es por todo lo anterior que la experiencia de la Coalición Colombia no solo rompe con el falso dilema de tener que escoger entre los populismos de derecha (o de izquierda) y la globalización neoliberal depredadora y deshumanizante, sino que en la medida en que sea alimentada y fortalecida por los sectores más avanzados de los trabajadores, puede abrir un boquete nuevo, una alternativa de nuevo tipo, frente a los retos de avanzar hacia una sociedad post-capitalista[6].  

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado







[1] Cíber-trabajador: persona que obtiene sus ingresos del trabajo en la red internet. Va desde un simple operador de un call-center (central de llamadas) hasta múltiples profesionales de todas las ramas de la producción, comunicadores y programadores de software.

[2] En este sentido es interesante revisar y estudiar el texto publicado en Rebelion.org “La lucha de clases en Cataluña” de Miguel Manzanera Salavert: http://rebelion.org/noticia.php?id=232660

[3] Troika europea: grupo de decisión formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

[4] Es contradictorio que hasta hace pocos años las burguesías de los países desarrollados impulsaban TLCs y que ahora los estén revisando o quieran renegociarlos. Ver: “El TLCAN cuestionado por sus dueños, o ya no importa” Oscar Ugarteche-Armando Negrete: https://www.alainet.org/es/articulo/188607  

[5] Ver: Ostrom, Elinor. “El gobierno de los bienes comunes” y Rifkin, Jeremy. “La sociedad de coste marginal cero-El internet de las cosas, el pro-común colaborativo y el eclipse del capitalismo”.

[6] Ver: Mason, Paul. “El post-capitalismo”.