jueves, 28 de julio de 2022

El “chicharrón” que hereda Petro


 El “chicharrón” que hereda Petro

Popayán, 28 de julio de 2022

Duque entrega el país al nuevo gobierno como si fuera un gobernante exitoso y un gran ejecutor de políticas públicas. Se jacta de las cifras de la reactivación económica reconocidas por la OCDE -ocurrida después de la pandemia- adjudicándose logros que no son suyos.

No menciona en sus balances y rendición de cuentas que algunos buenos resultados económicos dependen de factores de carácter internacional o de fenómenos estructurales.

No dice que el aumento en los precios del petróleo y el carbón que fue causado por la invasión de Rusia a Ucrania,  ha servido para equilibrar el déficit fiscal del gobierno.  

No explica que el incremento en los ingresos de los exportadores de café y otros productos que es consecuencia de la devaluación de la moneda colombiana contribuye con la dinámica económica interna aunque dispara hacia arriba la deuda externa (pública y privada).  

Y, lo principal, no reconoce el papel de los ingresos del narcotráfico que funcionan como un “macro-estabilizador” de la economía que muy pocos países tienen como respaldo para impedir la profundización de la crisis que vive una gran parte del mundo.

De acuerdo a cifras de la UNODC, la capacidad de producción de coca por hectárea y de clorhidrato de cocaína por tonelada de hoja de coca ha aumentado en forma significativa. Han mejorado las técnicas de cultivo y aumentado la productividad del procesamiento.

Y como dichos recursos se irrigan hacia la economía legal a través del comercio de insumos, pago de mano de obra, transporte, inversión en construcción y negocios de diversa naturaleza hasta llegar a los bancos, Colombia puede presentar cifras superiores a otros países vecinos.

No obstante, aparte de esas cifras la realidad es oscura y trágica. El desempleo se mantiene (10,6%) y en el caso de las mujeres 13,7 y los jóvenes pasa del 19%. La inflación en junio se acerca a 2 cifras (9,67%) según el Dane y el hambre crece y se acrecienta entre los pobres.

Y lo más grave, los grupos delincuenciales que son el soporte armado del narcotráfico que reemplazaron en muchas regiones a las Farc, ya no se contentan con ser la “policía rural de los narcos” como ocurría con esa guerrilla. Hoy se enfrentan con el Estado como ocurre con el “plan pistola” con el que han asesinado a la fecha a más de 35 policías.

Ahora son cuerpos armados con cierta autonomía que controlan los negocios del tráfico de armas, la extorsión de pequeños y medianos comerciantes, el tráfico de personas, las apuestas y el crédito ilegal (“gota a gota”) y que luchan entre ellos por el control territorial.

Dado que el gobierno de Duque fue cómplice con el fortalecimiento de los grupos armados ilegales (sean de origen paramilitar, guerrillero o delincuencial), por cuanto permitió su crecimiento para desacreditar el “proceso de paz”, hoy ese “chicharrón” le corresponde enfrentarlo al gobierno de Petro.

Por lo anterior, no es casual el nombramiento de Iván Velázquez como Ministro de Defensa. Seguramente Petro ha encontrado a importantes sectores de las Fuerzas Armadas que se cansaron de la corrupción de la cúpula “uribista” y están dispuestos a sanear al ejército y a comprometerse con atacar a fondo tantos problemas de seguridad y de delincuencia.

No obstante, es un “chicharrón” de alta complejidad. La única forma de enfrentarlo es acabar con el combustible que alimenta esa violencia, o sea, el narcotráfico. Y para hacerlo se tiene que enfrentar la política “prohibicionista” que impone el gobierno de los EE.UU.

Esa política de prohibición es la que crea las condiciones artificiales para que el negocio de la cocaína adquiera las dimensiones increíbles. Y, es claro que en medio de la crisis que vive el capitalismo, ellos no van a renunciar a un negocio que les genera pingües ganancias.

Además, necesitan justificar su “guerra contra las drogas” que ha sido un instrumento muy eficaz para intervenir en países como Colombia y México, en donde agencias como la DEA y la CIA, actúan a sus anchas para desestabilizar gobiernos y atacar potenciales enemigos.

Es por ello que en Washington no han nombrado al embajador en propiedad en Colombia dado que están a la expectativa de la actitud del nuevo gobierno en política interna y externa, y especialmente, frente a la “lucha contra las drogas” y la extradición.

Además, como quien no quiere la cosa, Biden envía a Samantha Power como cabeza de la delegación estadounidense a la posesión de Petro y Francia. Ella es una de las impulsoras de la “doctrina de la intervención humanitaria”, alumna avanzada de los “halcones gringos” en Bosnia y los Balcanes, y actual directora de la USAID. Es un mensaje cifrado.

En fin, ese “chicharrón” es en realidad un “hueso duro de roer” y deberá ser masticado con muy buen tacto y paciencia. 

miércoles, 27 de julio de 2022

La liberación de la mujer y la música del “despecho”

 

Darío Gómez, "el rey del despecho" y otros cantantes

La liberación de la mujer y la música del “despecho”

Popayán, 27 de julio de 2022

Colocando el foco en el tema de la música, se ha encontrado una ligazón entre el tango argentino con la realidad y evolución de una región colombiana en donde, por su desarrollo socio-económico, se presenta una irrupción de la mujer en el campo laboral, y por ende, en las luchas sociales y sindicales de este país.

En el proceso de entender la relación entre el surgimiento del tango y la forma en que en muchas de sus canciones más famosas se aborda el tema de la mujer se pudo constatar que en la región de Colombia conocida como la Antioquia Grande, que comprende los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda y Norte del Valle, durante la década de los años 20 y 30 del siglo XX, el tango tuvo mucha acogida entre la población, especialmente entre los hombres. Fue tanto así que, en uno de los viajes de presentación del famoso cantante Carlos Gardel muere en Medellín en 1935 en un accidente de aviación.

Es así como en el proceso de investigación sobre esa relación entre el tango y la región de Antioquia, se encuentra que antes de que ese género musical fuera traído por las clases altas de Medellín, cuando ya había adquirido cierto estatus en Argentina, existía una música de carácter popular, con aires surgidos supuestamente en las estaciones del Ferrocarril, que se le denominó “música de carrilera” o “música de cantina”, conocida también como “guasca” o simplemente “carrilera” que posteriormente dio origen a la “música del despecho”.   

Esa “música de carrilera” tenía una base inicial de géneros autóctonos colombianos (bambucos, guabinas, bundes, etc.) pero recogía “influencias de la música regional mexicana en sus variantes: mariachi, corrido, norteña, huapango y además influenciada por el tango, vals, tonadas, zambas, pasillos argentinos y boleros ecuatorianos y peruanos” (López, 2018).

En relación a este tipo de música (carrilera, guasca, “del despecho”) vale la pena traer a colación una cita de Adolfo Albán Achinte en su texto “La música del despecho: ¿El sentimiento de lo popular?” nos dice lo siguiente:

Como también ha sucedido en Colombia con la tecnocumbia, la música guasca —elaborada a partir de las manifestaciones de la música campesina de la meseta cundiboyacense (región entre Bogotá en Cundinamarca y Tunja en Boyacá)— o la música de carrilera con sus corridos y merengues, escuchada especialmente por los(as) recolectores(as) de café del Eje Cafetero, la música “del despecho” ha sido blanco de adjetivaciones que tratan por doquier de reducirla a meras invitaciones al llanto y la embriaguez en bares y cantinas, con letras chabacanas que llaman a la angustia y la desesperación.

Ha sido acusada también de puro sentimentalismo de los sectores populares, escondiendo todo lo social que en el trasfondo re-presenta y significa, en una realidad atribulada por la desesperanza y la desazón de la guerra que ha cruzado toda la historia republicana de esta nación, y en un pueblo que ha tenido que esperar, “con resignación” —como dicen las abuelas— el aplazamiento de oportunidades que dignifiquen la vida y la carguen de sentidos. (Albán, 2014)

Haciendo el parangón o comparación con lo relatado por Dolores Juliano (1992) en cuanto a la realidad que se vivió en los alrededores de Buenos Aires y otras regiones de Argentina cuando se presenta la migración europea, y la situación que se vivía en relación al número de mujeres frente al de los hombres, se pudo constatar que en la región de Antioquia se presentó un fenómeno similar pero no por causa de la migración sino por el desarrollo capitalista que desde finales del siglo XIX y con mayor fuerza, después de 1910, se presentó en esa región, especialmente en Medellín, capital de esa provincia.

Es conocido en Colombia que desde principios del siglo se impulsó en esa ciudad un proceso de industrialización financiado con recursos acumulados por los grandes terratenientes y mineros que habían impulsado dos procesos paralelos de producción. Una, la minería de oro con peones y trabajadores de origen mestizo, y otro, el proceso de colonización cafetera.

Esa clase social con tradición colonial y heredera de los esclavistas del Gran Cauca, se aliaron con otros capitalistas que empezaban a despuntar en Cali, para desmenbrar esa vieja provincia que tenía como capital a Popayán, y reorganizan el Estado colombiano en 1886, con la nueva Constitución Política que intentaba “modernizar el país” pero manteniendo el control férreo sobre la mayoría de la población compuesta de campesinos, indios y negros.

Es así como se crean una serie de fábricas en Medellín, de textiles, cervecerías, bebidas y procesadoras de alimentos, calzado y sombreros, y muchas otras áreas de la producción manufacturera. En ellas eran contradas en su mayoría mujeres jóvenes.

Así lo comprueban numerosos estudios en donde se afirma:

Esta variedad de empresas evidencia la diversidad de sectores económicos en las primeras dos décadas del siglo XX en Medellín. De esta manera, la investigación reveló que, para mayo de 1916, en Medellín ya había más de 70 industrias que producían elementos tan variados como cigarrillos, granos, bebidas, libros, tejidos y fósforos. Empresas que crecieron y catapultaron la ciudad como un polo de desarrollo nacional. (Giraldo, 2013).

Este proceso de industrialización trajo como consecuencia el fenómeno de la migración del campo a la ciudad; proceso que había sido acompañado por la construcción del ferrocarril que, facilitaba la comunicación entre el campo y la ciudad.

Es así como las mujeres antioqueñas y, particularmente las mujeres que llegaban a Medellín a vincularse a las numerosas fábricas, vivieron una serie de experiencias nuevas en relación a las mujeres campesinas, acostumbradas a una vida aislada, con costumbres campesinas, influidas por la religión cristiana y dedicadas a ser madres (hasta de 10 o más hijos, porque eran obligadas a “casarse” a temprana edad) y compañeras de sus esposos “hasta que la vida nos separe”.

En la historia del movimiento obrero colombiano aparece como una de las figuras icónicas la dirigente María Cano, la denominada “Flor del Trabajo”, quien era parte de una familia de clase media pero que, como lo explica Ricardo Sánchez, se comprometió y lideró a las obreras de Medellín no solo en el terreno de las reivindicaciones laborales sino en la lucha por lograr cambios estructurales en la sociedad. Así nos lo relata:

María Cano era hija de su tiempo y de su sociedad, que encontraron en su espíritu inquieto y versátil una disposición abierta a comprometerse en el mar bravío de las contradicciones de época. Algunos hitos a señalar explican el desarrollo de esta maravillosa mujer y líder política del pueblo, sin par en los anales de la historia republicana de Colombia. Aún hoy día, de mayor participación de la mujer en las lides políticas y laborales.

 Fueron numerosas las huelgas y movilizaciones sociales que protagonizaron las mujeres obreras de Medellín, aunque dicho proceso de organización no logró consolidarse y trascender hacia toda la nación debido a que por la época los valores culturales de tipo clerical y conservador influían incluso entre los integrantes de los partidos de “izquierda” (socialistas y comunistas), que -por su formación-, colocaron en los años 30 del siglo XX al poderoso movimiento obrero y campesino que surgía en Colombia por aquella época, en manos de la dirigencia de las castas dominantes encabezadas por el partido liberal.

Incluso, María Cano y demás dirigentes sociales y políticos de su talla como Tomás Uribe Márquez, Ignacio Torres Giraldo, Raúl Eduardo Mahecha y otros, fueron relegados de la dirección del partido comunista (fundado en 1930) y perseguidos y aislados con la ayuda de los partidos de las clases dominantes de la época (Uribe, 1994).

Conclusión

Volviendo sobre la relación entre la música y la situación de la mujer medellinense y antioqueña, se puede observar cómo en la letra de las canciones se refleja el mismo sentimiento del hombre que no puede controlar a la mujer, porque se le ha salido de control, ya sea porque migró a la ciudad o porque tiene un trabajo y no depende de él, y entonces se queja de las desgracias de un amor no correspondido o de aquella mujer que “lo dejó por otro”.

La canción “Bolero falaz” de la banda antioqueña “Aterciopelados”, que han trabajado al igual que el cantante Juanes, el contenido y las formas del género “de carrilera” o de música del despecho, reflejan muy bien en éste aparte de su canción, las expresiones de una mujer que se ha liberado del hombre y que le habla de tú a tú, en igualdad de condiciones.

Buscas en mis bolsillos pruebas de otro cariño

Pelos en la solapa, esta sonrisa me delata

Labial en la camisa, mi coartada está hecha trizas

Estoy en evidencia, engañar tiene su ciencia

Estoy hasta la coronilla

Tú no eres mi media costilla

Ni la octava maravilla

Malo si sí, malo si no, ni preguntes

Ya no soy yo, fuera de mí es que me tienes

Que si vengo, que no voy

Que si estoy, que me pierdo

Que si tengo, que no doy

Que si estoy, que me vengo

Es reflejo de un proceso de liberación femenina, que en el conjunto de las canciones de un Darío Gómez, El Charrito Negro, Luis Alberto Posada o Johnny Rivera, presentan la versión del hombre que todavía no entiende o no acepta una actitud de igualdad de la mujer, y entonces, en sus canciones reflejan la frustración que sienten por esa situación que es achacada a la mujer, con referencias a la “mala mujer”, “traicionera”, etc.

Bibliografía

Albán Achinte, A. (2014). La música del despecho: ¿el sentimentalismo de lo popular? Revista Calle 14, Calle 14, vol. 4 número 3. Páginas 74-85. Recuperado de: 

Giraldo Cerón, A. F. (2013). Medellín emprendió desde la primera década del siglo XX. Revista Científica Universidad de EAFIT. 

Juliano, D. (1992) El juego de las astucias. Lecturas posibles de la situación de la mujer argentina. Editorial Horas y horas, Madrid, España.

López González, L. N. (2018). La música popular y el amor de Colombia. Conexión Capital.

Sánchez, R. (2018). La flor del trabajo. Banco de la República. Red Cultural. Recuperado de: 

Uribe, M. T. (1994). Los años escondidos. Sueños y rebeldías de la década del veinte. Cestra-Cerec. Santafé de Bogotá, Colombia.


jueves, 21 de julio de 2022

Gobernar con el pueblo y con sentido práctico

 

Gobernar con el pueblo y con sentido práctico

Popayán, 21 de julio de 2022

En la etapa de gobierno, el Pacto Histórico y sus dirigentes cometeremos errores que deberán examinarse y corregirse. No obstante hay dos que considero imperdonables: gobernar sin el pueblo, y dejar de hacer las profundas reformas sociales que requiere Colombia.

Iván Cepeda Castro

Gustavo Petro y Francia Márquez ya gobiernan. La selección y designación de sus colaboradores (ministros, embajadores y direcciones del Congreso y demás entidades) y la forma como lo han hecho, son actos de gobierno que influyen en la sociedad y en su propia gente. Unos se tranquilizan, otros se tensionan y unos más, se preocupan. 

Quienes fueron derrotados en las elecciones le adjudican a Petro -aún sin posesionarse- fenómenos que no controlan (inflación, devaluación, violencia, etc.). Es resultado de su incapacidad y frustración, y una muestra de la actitud que asumirán en el futuro inmediato. Otros sectores se integran al nuevo gobierno para defender “desde adentro” sus intereses.

Los “roces” que se presentan al interior del Pacto Histórico, del “frente amplio” y del gobierno “aún más amplio” que se está conformando, es la expresión de una lucha política que no debe extrañar a nadie.

Decir que son rencillas personales, “celos burocráticos” o acudir a ese tipo de explicaciones, para lo único que sirve es para ocultar la evolución de las luchas socio-políticas y a no entender el desarrollo dialéctico de la vida (movimiento complejo y no lineal). 

Desde el 13 de marzo de 2022, con la irrupción de Francia Márquez  y lo que ella representa en la política colombiana, surgió por fin la expresión política de un verdadero sector popular que busca ocupar los espacios que siempre se le han negado.

Pero además, en la dinámica de derrotar al “uribismo” (expresión política de los grandes terratenientes y mafias despojadoras de tierra) y de neutralizar a la oligarquía financiera, surgió una alianza interclasista en la que la burguesía “emergente” y la “burocrática” empiezan a ocupar un papel preponderante (proceso real).

Es inevitable que durante toda esta etapa se desarrolle una lucha política al interior de esa alianza interclasista, en la que Petro y Francia deben jugar un papel moderador y unificador mediante la generación de un proceso democrático y pluralista al interior de esa alianza de clases y sectores sociales.

Por un tiempo esa burguesía “emergente” (que está entrelazada con la “burocrática”) puede jugar un papel importante y progresista, y por ello, dicha lucha política al interior de esa alianza interclasista debe hacerse visible, explícita, no negada, pero, a la vez, debe realizarse con tacto y prudencia a fin de no lanzar a dichas fuerzas al lado de los contrarios.

No será una tarea fácil pero hay que dar la batalla. Lo que Petro llama “transición” es la concreción de esa lucha, y por ello, quienes representan a los trabajadores, a los campesinos (mestizos, afros e indígenas), a los “nadie” (informales, desempleados, etc.) y a los pequeños y medianos productores (urbanos y rurales), deben clarificar sus intereses, unificarse mucho más y desarrollar una estrategia inteligente.

Pero, no se pueden ocultar las diferencias y contradicciones que existen en la vida. Esconderlas es hacerle el juego a quienes quieren “tirar hacia atrás la rueda de la historia”.

Petro va a gobernar en medio de diversas tensiones y dilemas. Deberá apoyarse en los sectores efectivamente progresistas y reformistas, encauzar a los impacientes y afanados, lidiar con los que se suman para defender privilegios, desenmascarar a los expertos en cambiar normas para mantener políticas tradicionales y derrotar a los desestabilizadores (futuros golpistas).

Así mismo, puede gobernar “de hecho” con la Constitución y las leyes vigentes pero tendrá que reformar algunas normas e instituciones que son un obstáculo por obsoletas. Su reto y dilema consiste en ejecutar un “buen gobierno” que abra cauces y caminos hacia adelante o en realizar un “extraordinario gobierno” que pueda mostrar grandes obras y realizaciones.

Mirando hacia el futuro, ese buen gobierno sería lo más extraordinario que le podría ocurrir a Colombia. Las experiencias de pueblos vecinos son demostraciones de esas lecciones aprendidas.

Su gobierno estará en el marco de lo sucedido con los últimos estallidos sociales en el mundo (incluyendo Colombia). Han sido “revoluciones incompletas”, crearon una especie de “legitimidad revolucionaria” susceptible posteriormente de ser secuestrada por actores que no representan en lo más mínimo los intereses de los participantes en esos estallidos.

Por ello, la principal tarea del movimiento social es ayudarle a Petro a realizar ese “buen gobierno”. Para hacerlo no requiere “meterse de cabeza” en la institucionalidad estatal (legislativa, burocracia) sino colocarse al frente de la sociedad para hacerlo en medio de la vida y la lucha cotidiana, en los procesos productivos y culturales y en todos los terrenos en donde se construyen nuevas relaciones sociales (frente al “otro” y a la naturaleza).

Se necesita la acción “por arriba” y “desde abajo”, sin aspavientos insurreccionales y con mucho sentido práctico. Y Petro y Francia parecen tenerlo claro. 

jueves, 7 de julio de 2022

¡Ahora viene lo bueno!

 

¡Ahora viene lo bueno!

Popayán, 7 de julio de 2022

Después del estallido social vino la campaña electoral. Ahora entramos en la fase de la negociación y toma de decisiones. Algunos temas quedaron resueltos de antemano, otros están en proceso de discusión y, unos más, se aplazarán mientras los diversos sectores acumulan fuerza al interior de la sociedad y el Estado. Será un pulso entre lo nuevo y lo viejo, y entre lo urgente y lo importante.

El expresidente Uribe y el saliente Duque aprovechan el interregno entre la elección y la posesión del nuevo gobierno para incidir en las políticas de quienes los reemplazarán en la dirección del Estado. Intentan negar u ocultar su derrota, tratan de agrupar a la oposición y se apoyan en los “gremios empresariales” para defender su legado (defensa a muerte de los fondos privados de pensiones, de las EPS y de la economía extractivista de combustibles fósiles).

Esta nueva fase empezó aún antes de haberse nombrado los y las ministros (as) y seguirá su curso en diversos escenarios paralelos. No será el Congreso el verdadero escenario de esa lucha y negociación como piensa la mayoría. Ese espacio de lucha se dará al interior de todas las clases y sectores sociales que se confrontan en este período y se materializará en su capacidad de unirse, en las alianzas interclasistas y en sus decisiones públicas.

Tres grandes bloques socio-económicos se han venido configurando en la última década y se han agrupado con decisión luego del estallido social y a lo largo de la campaña electoral. Ellos son:

El constituido por los banqueros y capitalistas transnacionalizados liderados por el Grupo Empresarial Antioqueño y los grandes terratenientes devenidos en capitalistas agroindustriales y rentistas de la tierra (cañeros, palmeros, etc.), que apoyaron la “paz santista” pero vacilaban frente al ascenso de un gobierno de “izquierda progresista”.

El que congrega a las “burguesías emergentes[1]” aliadas de los sectores populares. Allí están los campesinos tradicionales y colonos cocaleros, los pequeños y medianos productores agrarios que se liberaron del “uribismo” ante la desaparición de las Farc, y el conjunto de los trabajadores, incluyendo al joven precariado profesional. Un sector de la burguesía burocrática se muestra muy activa frente a la nueva realidad política y ha desplegado todas sus artes para sobrevivir e influir.

Y el de los “nuevos” grandes terratenientes despojadores de tierra que surgieron y se fortalecieron durante los gobiernos del expresidente Uribe al calor de la guerra paramilitar “contrainsurgente”. Tienen como principales aliados a un sector poderoso de la burguesía burocrática (grandes comerciantes y contratistas del Estado) y sectores corruptos del ejército y la burocracia.

Los dos primeros bloques ya han logrado ubicar sus fuerzas y cuadros dentro del nuevo gobierno progresista, tanto a nivel de representación legislativa como en los equipos de empalme y ministerios. El tercer bloque se coloca como cabeza de la oposición aunque algunos de sus representantes juegan a no aislarse para poder influir “desde adentro”.  

Entre los temas “consensuados” en esta primera fase están los de avanzar con los acuerdos de paz, restablecer las relaciones con el gobierno de Venezuela, aprobar una reforma tributaria para garantizar la inversión social, fortalecer la lucha contra la corrupción e impulsar una reforma agraria. Sin embargo, todos serán fruto de un fuerte y tenso tire y afloje, y no será nada fácil.

Las reformas en el sector de la salud, de las pensiones y en la estructura del Estado (policía, procuraduría y justicia, los nuevos ministerios, hacienda y planeación nacional), y el cambio de la matriz energética como parte de una transformación del aparato productivo, serán los temas que sacarán a flote la voluntad del nuevo gobierno y la verdadera correlación de fuerzas en evolución.

Y están aquellos aspectos y problemas que dependen del contexto global y regional (América Latina). La problemática del narcotráfico, la violencia estructural ligada a las economías criminales, las relaciones con los bloques de poder geopolítico (EE.UU., Europa, China, Rusia, etc.), son temas que posiblemente se irán abordando de acuerdo a la capacidad del nuevo gobierno para resolver los “temas internos” y crear condiciones para actuar en el entorno externo.

En lo inmediato, el nuevo gobierno tiene un escenario muy difícil. La ventaja mínima obtenida en las elecciones no le dan un soporte contundente para forcejear con toda la fuerza que la situación exige. La recesión económica global que se incuba, la inflación galopante en buena parte del mundo, la caída del valor de las materias primas, la devaluación de la moneda nacional, y el enorme desequilibrio fiscal que deja el gobierno de Duque  (“raspada la olla” y una enorme deuda pública), lo enfrentan a tener que resolver con guantes de seda los siguientes interrogantes:

¿Cómo restablecer el equilibrio fiscal sin restringir los gastos públicos? ¿Cómo hacerlo sin afectar los intereses del sistema dominante y sin que la nueva regulación del reparto de los impuestos signifique transferir una parte importante de las cargas públicas a los hombros de la gran burguesía? ¿Cómo ganar tiempo y mayor apoyo popular para poder acumular la fuerza suficiente?

Le corresponde al movimiento popular aprovechar esta situación para agruparse con independencia y autonomía y poder jugar -desde su escenario propio y natural- en favor de sus intereses y los de las grandes mayorías. No será en el Congreso ni al interior del aparato burocrático del Estado donde se resuelvan estructuralmente los problemas planteados sino en el campo de la fuerza real.

La oligarquía financiera y los grandes terratenientes jugarán al desgaste gradual. Los “nuevos” terratenientes despojadores buscarán el choque inmediato y la desestabilización. Las burguesías emergentes pueden ser unos buenos aliados siempre y cuando desde los pueblos y trabajadores se tenga claridad estratégica. La “cooptación burocrática” es nuestro mayor peligro y amenaza.



[1] “Burguesías emergentes” siempre han existido desde que surgió el capitalismo. La acumulación originaria de capital encuentra nuevos escenarios y contribuye a la aparición de nuevos sectores capitalistas. En Bolivia, Perú y Ecuador les llamaron “burguesía chola”. En Colombia la economía del narcotráfico y otras economías ilegales contribuyen con ese proceso. Hoy se acepta que importantes recursos económicos surgidos del narcotráfico se “irrigan” hacia la economía legal y se han convertido en un “estabilizador macroeconómico” tanto en Colombia como en el mundo. De acuerdo a algunos analistas, las economías ilegales y “criminales” (tráfico de drogas, de armas, de personas, de información, crédito ilegal, apuestas, etc.) contribuyen con un 33 a 38% del PIB global (Nota del Autor).