viernes, 29 de abril de 2016

EL FORTALECIMIENTO DEL SEUDO-FASCISMO TROPICAL DE URIBE

EL FORTALECIMIENTO DEL SEUDO-FASCISMO TROPICAL DE URIBE

Popayán, 29 de abril de 2016

Hoy la paradoja nacional consiste en que mientras todo el establecimiento dominante se alinea con la terminación negociada del conflicto armado, amplios sectores populares se muestran escépticos frente a ese proceso y el gobierno sufre un fuerte desgaste político.

Tal situación se presenta porque mientras el gobierno firma la paz en La Habana, realiza una guerra económica y social contra el pueblo. La gente del común no asimila esa actitud contradictoria. Mientras tanto Uribe capitaliza ese hecho y la izquierda no sabe qué hacer.

Mientras Santos urdía el nombramiento de la jefe de la izquierda legal como Ministra de Trabajo, aprobaba a espaldas de los trabajadores el decreto 583 que legaliza la tercerización laboral en Colombia. Mientras quita derechos entrega burocracia pero aumenta el desempleo.

Mientras Santos nombra como Ministro del Ambiente a un ingeniero originario del Chocó, aprueba proyectos que agreden a la naturaleza como la explotación petrolera en la serranía de La Macarena (que por afectar a Caño Cristales le tocó revocar de afán) y permite la desviación de ríos y arroyos en La Guajira en beneficio de la gran industria carbonífera.   

Mientras Santos firma acuerdos para aplicar la justicia transicional a quienes cometieron delitos durante el conflicto armado, le asegura el cargo de Fiscal General al principal negociante del Derecho, socio y subalterno del más grande multimillonario del país, quien será el encargado de garantizarle la impunidad a Uribe y a todos sus cómplices.

Mientras Santos firma la paz con las guerrillas, entrega ISAGEN al gran capital canadiense en un proceso ilegal y arbitrario; se descubre la enorme corrupción en Reficar; se premian los robos de Saludcoop con el cambiazo de Cafesalud; y se revelan los negociados de verdaderas mafias que se enriquecen con los dineros destinados a la nutrición infantil.

Mientras Santos firma acuerdos con la insurgencia armada para garantizar un desarrollo rural que favorezca a los campesinos, aprueba la Ley ZIDRES que otorga enormes ventajas al gran capital para invertir en agro-negocios que arrasarán con los ecosistemas de la Orinoquía y el Chocó Bio-geográfico aplicando un modelo de supuesta “asociación” entre pequeños productores y poderosos empresarios que es una “pelea de tigre con burro amarrado”.     

Mientras Santos llama al pueblo a ahorrar energía para evitar el racionamiento eléctrico por los efectos del fenómeno del niño, oculta la falta de planificación en el desarrollo energético, el fracaso de un modelo diseñado por los grandes monopolios y prepara la entrega del río Magdalena al capital chino para construir entre 14 y 17 nuevas centrales hidroeléctricas.

Mientras Santos promete ríos de leche y miel para el “post-conflicto”, prepara una reforma tributaria que –dada la situación económica del país y fiscal del gobierno–, no puede más que gravar con nuevos impuestos a los trabajadores y clases medias y, ofrecerle nuevas ventajas y exenciones impositivas al gran capital para poder atraer la inversión extranjera.

Mientras Santos promete paz y seguridad para todo el país, más de 40 municipios de 8 departamentos del norte del país son paralizados por un “paro armado” realizado por grupos que se autodenominan “Autodefensas Gaitanistas”, que el gobierno define como “bandas criminales” pero que son en verdad “paramilitares reciclados”.

Mientras Santos anuncia reformas políticas para garantizar la reconciliación entre los colombianos y el fortalecimiento de la democracia, violenta en forma grosera la dignidad de partidos políticos que no hacen parte de la “Unidad Nacional”, al socavar en forma irrespetuosa a importantes dirigentes de esas colectividades con ofrecimientos burocráticos.        

Todo este conjunto de incoherencias le pasa factura negativa al gobierno Santos. Todos sus actos contradicen lo que afirma. Es por eso que su credibilidad está en el suelo. Mientras habla de transparencia actúa en forma oscura. La componenda, la trampa, la coima, el cálculo politiquero, las cartas jugadas por debajo de la mesa, las presiones y chantajes, aparecen a la luz todos los días. Ya ni siquiera lo ocultan, el cinismo es total.

El problema para los demócratas y la izquierda que apoya al gobierno en el tema de la paz es que tiene que soportar esas incongruencias y compartir su deterioro político. Pero además, los graves errores que del otro lado cometen las guerrillas, como ocurrió ayer con el cambiazo de secuestrado por el ELN que acaba de hacer en el Chocó, es achacado de alguna manera a quienes apoyan el proceso. Y por partida doble si es de izquierda.

Pero además, mientras la izquierda apoya el proceso de paz se ve sometida a un verdadero ataque. Su unidad es demolida por el mismo gobierno. No se practica la lealtad ética con el opositor democrático. Las mínimas normas de comportamiento decente son violentadas por el afán de sostener una gobernabilidad que va en caída. Es síntoma de una crisis estructural.

Y esa crisis estructural que no es sólo de este gobierno sino de todo el régimen se presenta en un instante trascendental para el país: la firma de la terminación de un conflicto armado de más de 50 años. Frente a ello… ¿Qué garantías de cumplimiento ofrece un gobierno que representa a un régimen en crisis? ¿Qué certeza puede haber de paz cuando grupos armados ilegales hacen y deshacen en las narices de un Estado impotente? ¿Qué credibilidad ofrece un gobierno apoyado en una coalición endeble y pegada con “mermelada”?

El escepticismo y la incredulidad que se respira entre amplios sectores de la población tienen soportes reales. Y por ello, las ventajas que acumula el “uribismo” son enormes. Todos trabajan en su favor. Así los grandes empresarios del campo (cañeros, palmicultores, grandes ganaderos) se le hayan retirado a Uribe y sumado al proceso de paz, éste ahora se apoya en otros sectores sociales, en fracciones de la burguesía emergente, clases medias, pequeños y medianos productores agrarios, desplazados por la violencia y sobre todo, sectores marginados de las ciudades, lumpen y mafias que están dispuestas a apoyar aventuras.

Es indudable que el seudo-fascismo tropical que encarna Uribe está nuevamente por sus fueros. El “populismo de derecha” que él encarna, así se firme la paz, está acopiando fuerzas entre amplios sectores populares ante el vacío dejado por los demócratas y la izquierda, que paralizados por el tema de la paz no apuntan a actuar unificada y contundentemente. El fortalecimiento del “populismo de derecha” que encabeza la hija de Fujimori que disputa la presidencia de la república en el Perú, debe alertarnos y servirnos de ejemplo.   

Una cosa es la unificada y disciplinada bancada del Centro Democrático actuando adentro y afuera del Congreso, con el activismo del Procurador, la acción mediática permanente del expresidente, usando todas las formas de lucha, presionando desde las alturas del poder económico, y otra cosa muy diferente es una izquierda totalmente dispersa, sin coordinación, sin disciplina, con problemas internos, dividida y enfrentada por intereses grupistas, con liderazgos desgastados por los recientes resultados electorales, mirando hacia atrás, tambaleando, sin norte.  

Una izquierda que por apoyar la supuesta “paz” ha entregado su alma al diablo oligárquico, le permite a quien hoy representa la oposición de derecha, crecer y consolidarse como la más fuerte alternativa de poder para el año 2018. Por ese camino “santista” está empedrado el camino “uribista”. Qué falta de visión política participar en un gobierno neoliberal y pésimo como el de Santos que solo tiene un porcentaje de aprobación del 13 % por parte de los colombianos y que con seguridad cuando apruebe la reforma tributaria seguirá bajando.  

Sólo la construcción de un “movimiento ciudadano” que le proponga al país una alternativa totalmente alejada del “santismo” y el “uribismo”, deslindada en forma absoluta de las guerrillas, puede disputarle durante los años venideros el espacio al seudo-fascismo de Uribe.

Se requiere un movimiento que ponga en primer lugar la lucha contra el clientelismo, la politiquería y la corrupción pero que a su lado coloque la defensa beligerante y activa de la naturaleza frente a la ofensiva del gran capital que con proyectos mineros, petroleros y de agro-negocios agresivos y depredadores del ambiente, se está convirtiendo en el mayor factor de violencia, descomposición social, corrupción y anti-democracia en Colombia.          

“El apoyo a la salida negociada del conflicto no implica un apoyo al gobierno de Santos”, lo dicen muchos izquierdistas y demócratas. Pero no se unen para oponerse con fuerza a sus políticas ni le disputan ese espacio a Uribe. Su blandenguería es lo que ha permitido los “affaires” burocráticos recientes. De seguir así, el precio a pagar será invaluable.   


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

miércoles, 27 de abril de 2016

LA COLA DETRÁS DE CLARA LÓPEZ

LA COLA DETRÁS DE CLARA LÓPEZ
Popayán, 27 de abril de 2016
Que Clara López haya aceptado ser Ministra de Trabajo en el gobierno de Santos tiene una razón central y básica: es no entender que una cosa es la terminación negociada del conflicto armado y, otra, muy diferente, construir la verdadera Paz.
Lo primero, ya es un hecho. Faltan detalles, pero todo el establecimiento oligárquico e imperial está de acuerdo con cederle en algunos temas a la guerrilla y cerrar esa guerra con un acuerdo.
La oposición de Uribe sólo es para lograr su impunidad y la de sus cómplices. Con la segurísima elección del candidato a Fiscal General manejado por Luis Carlos Sarmiento Angulo, eso ya está resuelto. Claro, no de frente sino por debajo de la mesa.
Lo segundo, construir una verdadera paz no es posible mientras la oligarquía tenga el poder. Ilusionar al pueblo con esa bandera es el gran pecado de la "izquierda-santista", incluyendo a las FARC que, con el afán de ocultar su derrota política y su parcial claudicación, le hacen el juego al establecimiento oligárquico.
Por eso Clara López habla que desde el gobierno, siendo Ministra de Trabajo, va a ayudar a construir la paz. En realidad, sólo contribuirá a engañar más a la gente.
El problema para el Polo Democrático Alternativo es que nunca abordó la discusión del tema con profundidad, con espíritu reflexivo y abierto, y con visión estratégica. Por eso no construyeron una férrea unidad para "apoyar a Santos contra Uribe" en las elecciones de 2014. Y entonces, al dejar el tema suelto, la posición conciliadora de Clara quedó legitimada a la sombra de la votación obtenida. Lo de ahora era previsible.
Ella quiere cobrar solita. El partido que quede a la deriva.
Pero ese tema no está resuelto ni al interior del Polo ni del resto de la izquierda. Una vez se firmen los acuerdos con las FARC y el ELN, la cola para treparse al "gobierno de la paz" va a ser interminable. Por eso, hoy muchos callan.
Lo que ocurrió ahora es simple, Clara se les adelantó.

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martes, 26 de abril de 2016

LA “PAZ” SIRVE PARA CORRER LOS TELONES

LA “PAZ” SIRVE PARA CORRER LOS TELONES
Popayán, 26 de abril de 2016
En Colombia, por la fuerza de los hechos, los viejos terratenientes se han convertido en agro-industriales y dueños de la banca.
Y los pocos industriales han tenido que convertirse en terratenientes y banqueros, claro, canalizando dineros del narcotráfico y de la venta del país a las empresas trans-nacionales.
Los clásicos terratenientes “godos” y clericales representados por los Laureano Gómez, ya no existen. Los clásicos burgueses liberales que alguna vez representó Alfonso López Pumarejo, tampoco existen ahora.
Sólo quedan los viejos credos reaccionarios en las cabezas de Uribe, del procurador Ordoñez, y de alguna gente narcotizada por el conflicto armado.
Pero como ese proceso no ha sido en nada revolucionario y, ni siquiera “reformista”, lo ocurrido en Colombia es que los grandes oligarcas de la burguesía financiera ya no tienen ninguna “ideología” ni la necesitan.
Ora son “progresistas” como Santos y sus socios de “izquierda”, ora son “derechistas” como Vargas Lleras, ora son “grises y camaleones” como los Roy Barreras y Benedettis, ora son “tecnócratas” como los Echeverrys, Cárdenas, Junguitos y Lloredas, ora son “liberales” como los Gavirias, Serpas y Samperes, y ora son “conservadores” como los Barguil.
Por eso, los viejos análisis que separaban a la “burguesía pro-imperialista” de la “burguesía nacional”, o a la “burguesía reaccionaria” de la “burguesía progresista”, ya no sirven.
Las diferencias que existían entre los “Uribes” y los “Santos” que se centraban más en el método de cómo acabar con la guerrilla que en otras cosas, poco a poco, van pasando a segundo plano.
La “paz neoliberal” los está juntando de nuevo. Es inevitable. Y además es muy bueno...!!!
Con la segura elección como fiscal del subalterno y socio de Luis Carlos Sarmiento Angulo, que es el gran patrón de esta venerable “nación”, se ha empezado a despejar el panorama.
La impunidad de todos los criminales, especialmente la de los “de arriba”, estará garantizada y ahora todos en alianza con el Gran Capital Trans-nacional, se dedicarán a arrasar la naturaleza, a explotar en “paz” nuestra laboriosa mano de obra, a despojar nuevos territorios (Orinoquía, Chocó Bio-geográfico y otros) y a expoliar nuestros recursos naturales.
Por algo se dan el lujo de nombrar a un “afro” del Chocó formado en Rusia como Ministro del Ambiente, a una ex-izquierdista de origen oligárquico como Ministra del Trabajo, y a un “verde” boyacense como Ministro de Justicia.
Finalmente se descorren los velos y los telones... hay que ayudar a despejarlos. Es para lo único que nos sirve la "paz"... para ver detrás de entre los telones...

E-mail: ferdorado@gmail.com  / Twitter: @ferdorado

domingo, 24 de abril de 2016

ACCIÓN CIUDADANA FRENTE A LA MEDIOCRIDAD DE LA POLÍTICA

ACCIÓN CIUDADANA FRENTE A LA MEDIOCRIDAD DE LA POLÍTICA

Popayán, 25 de abril de 2016

Con la inclusión de Néstor Humberto Martínez Neira en la terna para Fiscal General y su muy segura elección, y después de la presión de la marcha de Uribe y el paro armado neo-paramilitar, se empieza a destorcer el enredo entre Santos y Uribe. La impunidad para todos se cubrirá de “garantías legales”. Tal salida le generó al presidente una pequeña crisis interna que sólo es un pulso burocrático de tono menor con los liberales. El absoluto ganador: Vargas Lleras.
A la sombra de la paz, la extrema derecha se va alineando para “gestionar” el post-conflicto a favor de la gran burguesía financiera transnacional. El verdadero pulso se tendrá que dar frente a una ciudadanía cada vez más activa frente la gran minería depredadora y en defensa del medio ambiente.
En medio del tire y afloje politiquero al interior del gobierno la “izquierda-santista” no sabe para dónde coger. Cuando menos piensen, Santos los tratará como arrimados al “pacto por la paz” y los desechará, como lo acaba de hacer con los dirigentes de las centrales obreras a quien les pagó su lealtad legalizando la tercerización laboral.  Era lo previsto…! (http://bit.ly/1T7Mumh).
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Es el resultado de la crisis de la política en Colombia. Es una actividad de capa caída. Es triste el espectáculo que ofrece la clase política. Las presiones cortesanas en el palacio de Nariño por nombramientos, ministerios, elección de fiscal, contratos y “cuadres” de diversa naturaleza ya ni siquiera se hacen tras las cortinas. Perdieron la vergüenza. Renuncias y salidas del gobierno causan crisis ministeriales no previstas. Unas, protocolarias; otras, camufladas de conveniencia personal; unas más, complementadas con un portazo; todas dejan ver la impotencia de un gobierno y de un presidente sin base social y que se mantiene a punta de “mermelada”. No existe una visión estadista y brillan por doquier acciones de corrupción y conflictos de intereses. La venta de ISAGEN a espaldas de la ciudadanía en plena crisis energética; la corrupción y los escándalos en Reficar, Saludcoop, Cafesalud, Defensoría, Policía, etc.; las rivalidades, confrontaciones y disputas de tipo burocrático de menor calado; las movidas, coacciones y confrontaciones de bajo vuelo entre miembros del gobierno; todo ello y mucho más, deja ver la debilidad e incapacidad de un presidente que dice querer construir la paz y la reconciliación en medio de una opaca y subterránea pelea de víboras y alacranes camuflados de políticos y funcionarios “pacifistas”.
Es evidente que en el campo de las clases dominantes la actividad política lleva décadas de degeneración y descomposición. Los dineros del narcotráfico y la contaminación paramilitar de una gran parte de la clase política; la influencia del gran capital trans-nacionalizado que institucionalizó la puerta giratoria en donde los ministros al otro día de salir del gobierno se convierten en consultores del Banco Mundial, el BID o el FMI, en gerentes de una gran empresa privada o estatal o en miembros de juntas directivas de poderosas entidades; la acción corruptora de los medios de comunicación y la actitud inmoral e impúdica de los mismos políticos que convirtieron la función del “servidor público” en una eterna competencia por estar en la “ola” de la opinión pública como cualquier vedette de moda; todo ello y mucho más, ha hecho de la actividad política una farsa y un show mediático sin sustancia y sin responsabilidad ética y profesional de ninguna naturaleza.
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Podemos afirmar que en Colombia el último político decente que merece ese título ni siquiera era político. Era un gran jurista, exmagistrado y profesor universitario con los suficientes años y experiencia para no dejarse provocar de las pequeñas trampas de la política-show que impera en este país. Antes de él, un excéntrico profesor universitario había intentado reivindicar la ética en la política como un valor ciudadano pero dada su naturaleza irreverente y su falta de cancha en esa materia, cayó sin mucho pudor en las redes de la politiquería tradicional. De resto, políticos surgidos de todas las tendencias políticas, cívicos, de izquierda, regionales, llegan a Bogotá y se convierten –poco a poco–, en rehenes de las encuestas, los micrófonos, las luces y las cámaras. Hoy causa más escándalo si un político tiene una amante, no tiene un título académico, no sabe vestir o tiene alguna debilidad sexual, que su capacidad para enfrentar los problemas y asumir las decisiones que debe tomar. Es la política del flash, el “meme” y el “tuit” viral.   
Frente al momento que vive Colombia en términos de mediocridad, futilidad y ligereza política, hay que buscar que el protagonista sea la ciudadanía anónima pero consciente de sus derechos. Ante la precariedad de la política se requiere acción ciudadana masiva y contundente. Ante la mediocridad de los dirigentes políticos se precisa la acción ciudadana anónima. Ante la futilidad de personas “brillantes” dedicadas a cosas menores para no perder su “brillo”, hay que impulsar la acción ciudadana generosa y valiente. Ante una institucionalidad envuelta en cursilerías, consejas, lisonjas, chanchullos, negociados por debajo de la mesa y corrupción, se necesita la acción ciudadana con alto valor ético.

Es urgente la acción ciudadana consciente para cambiar este país.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

miércoles, 20 de abril de 2016

LA ILUSIÓN "ESTATISTA" Y LA LUCHA POR EL PODER

Tesis para el debate sobre América Latina

CRISIS ESTATISTA Y MOVIMIENTO SOCIAL

Popayán, 20 de abril de 2016

“Pero la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está, y a servirse de ella para sus propios fines.”

Karl Marx

Antes de presentar las tesis sobre América Latina es necesario tratar dos aspectos que consideramos claves para empatar con el anterior documento (http://bit.ly/1qCZsBt). El primero es sobre la concepción del Poder y la Dominación en relación con el Estado. Es un problema central en la actual situación de Latinoamérica. El segundo es sobre el Nuevo Proletariado o “profesionales precariados”. Ello por cuanto en esta región del mundo ese sector de clase está casi en su totalidad bajo la influencia de la burguesía. Si no se aclaran estos puntos, las tesis no serán inteligibles.   

El poder y la dominación en relación al Estado

Los trabajadores y los pueblos protagonistas de las revoluciones del siglo XX, heredamos una visión totalmente “cosificada” del poder. No porque los teóricos críticos del siglo anterior (XIX) lo hubieran planteado de esa forma sino porque sus planteamientos no alcanzaron a ser desarrollados plenamente y después aparecieron interpretaciones deterministas de sus teorías.

Las lecturas simplistas que definían al Estado como “el aparato de dominación de una clase por otra” llevaron a pensadores y revolucionarios a identificar el poder y la dominación como una acción centrada en el Estado. Al poder se lo identificó con el Estado y el Derecho. El aparato de dominación y la ley –según esa visión–, representaban la esencia del poder, la concreción material de la dominación. De acuerdo a esa mirada, el Capital se impuso en la sociedad a punta de mosquetes y bayonetas que eran la herramienta coercitiva de la ley. Así, el llamado a “destruir la máquina estatal de los capitalistas” y reemplazarla por nuestro propio “aparato de poder”, apareció ante nuestros ojos como una tarea relativamente fácil.

El cambio de un modo de producción a otro, del capitalismo al comunismo pasando por el socialismo, se visualizó entonces, como una obra viable por cuenta de una revolución política. El proletariado constituido en “clase para sí” en cabeza del Estado socialista, expropiaría a las clases explotadoras y construiría las bases de la nueva sociedad sin clases ni explotación. La tarea histórica estaba allí, a merced de los oprimidos. La dominación del capital sobre el trabajo “cosificada” en el Estado, podría ser reemplazada por la derrota del capitalista a manos del trabajador con el ejercicio directo de la “dictadura del proletariado”.

Al tener el control del Estado en nuestras manos olvidamos cosas simples que habían sido formuladas por esos mismos teóricos. El capital y el Poder no son sólo una “cosa”. Son también y, ante todo, una relación social. En realidad, la dominación del capital sobre el trabajo está concentrada y concretada en la forma como se crea valor[1]. Pero como eso era un poco más difícil de entender y enfrentar, entonces lo obviamos. El problema es que la teoría del valor no es sólo una ecuación matemática. Es la plasmación de una relación social de dominación que implica poder real en la relación misma, además de la historia, evolución, cultura y complejidad que están detrás de ella. Es la dominación interiorizada por el dominado no por coerción sino por dependencia.

Es por lo anterior que los trabajadores y pueblos caímos en una trampa conceptual. Surgió en el movimiento social una concepción voluntarista de la lucha política. Con el control del Estado, visto como una “cosa”, un “aparato de dominación”, creímos que a punta de leyes cambiaríamos la realidad. No sólo desapareceríamos a nuestros enemigos sino que nos transformaríamos de la noche a la mañana en la clase dominante. ¡Todo era posible! Los trabajadores habíamos asaltado el cielo y el horizonte estaba despejado.

Fue de esta manera como el “socialismo” autoritario de las primeras décadas del siglo XX fue convertido en una religión estatista por una clase obrera sin mucha experiencia política. De allí en adelante quedamos enamorados del Estado “heredado” sin realizar la tarea que en verdad había quedado planteada: Destruir la máquina estatal de los opresores y reemplazarla por un Estado “nuestro”, que en palabras de uno de esos pensadores “ya no es propiamente un Estado”. Sólo los “neo-zapatistas” mexicanos desde 1994 han venido en la práctica y en la teoría tratando de resolver tamaña tarea. 

Pero claro la lucha es encarnizada por el Poder. Sólo que el Poder se basa en construir nuestra Fuerza y no creer que con solo apoderarnos del “aparato del Estado heredado” ya es suficiente. Allí hay una ilusión y una trampa que nos ha matado, en esa acción de “tomar el poder” realmente perdemos nuestra Fuerza porque la diluimos convirtiéndonos en administradores del “aparato” que está al servicio del Capital. Hay que transformar la Fuerza en nuevas relaciones sociales, esencialmente diferentes a las relaciones de dominación, y sólo así construiremos un Poder indestructible, no centrado en la “cosa”, el “aparato”, sino en la relación. El cambio civilizatorio implica un cambio en nuestra concepción de Poder, pero claro, en ocasiones –si hemos construido “nuestra fuerza” –, el control del “aparato del Estado” es clave (sin hacernos ilusiones) para neutralizar la fuerza del contrario (que hoy es un enemigo de toda la humanidad).

No entender la doble naturaleza del Poder (relación y cosa) es uno de nuestros grandes errores. Sólo ver la “cosa” (aparato de Estado) nos hace descuidar en la construcción de la verdadera fuerza (nuevas relaciones sociales) y sólo ver la “relación”, nos lleva a ilusionarnos y creer que la lucha es como “hacer un bordado” y le damos grandes ventajas al enemigo para que use la “cosa” y nos golpee en la cabeza con ella. “Ni tanto que queme al santo ni poco que no lo alumbre”.  

El Nuevo Proletariado, un sector de clase dinamizador  

El Nuevo Proletariado o “profesionales precariados” en América Latina están bajo la influencia –casi total– de la ideología neoliberal. La razón principal es que la izquierda no los ve ni siente, o no los quiere ver ni sentir porque no los entiende. Esa izquierda representa, en lo fundamental, los intereses del escaso proletariado industrial que todavía existe en la región y de los trabajadores del Estado. Estos trabajadores miran la historia hacia atrás añorando el “Estado de Bienestar”, que muchos identifican con el “socialismo estatista del siglo XX”. Pero además, los gobernantes de los “procesos de cambio” que son dirigidos por los progresismos de izquierda, se aprovecharon de las luchas de campesinos e indígenas y cuando llegaron a ser gobierno, los hicieron a un lado.

Esa es la causa principal de que las luchas anti-neoliberales de la región no hubieran evolucionado hacia luchas anti-sistémicas y anti-capitalistas. Los gobiernos se quedaron sin sujeto social para avanzar. El proletariado tradicional y los trabajadores del Estado, se aferraron al Estado, ya sea para burocratizarse más o para luchar contra los gobiernos “progresistas” en forma sectorial, no con una visión política sino con la concepción economista y estrecha que portan desde que existen. Los indígenas y campesinos fueron despreciados. Frente a las necesidades del Estado “heredado”, las luchas campesinas e indígenas por reforma agraria, por construir un Estado plurinacional o contra el extractivismo depredador, ahora eran un estorbo. Y el Nuevo Proletariado no aparece todavía en la región como una fuerza o sector de clase autónomo, porque no tiene identidad de clase, está “perdido” en ilusiones burguesas, en sueños de “emprendimiento” y quiere ser un gran ejecutivo o empresario. Le falta sufrir.                 

Es por ello que no idealizamos al Nuevo Proletariado; no lo calificamos como el “nuevo sujeto social histórico”. Solo nos aferramos a la descripción y al análisis de las condiciones materiales de su existencia. Actualmente observamos diferentes sectores de lo que son los “trabajadores en general”. Están los obreros industriales clásicos (“fabriles” de la etapa fordista) reducidos a unos pocos sectores productivos y a líneas de montaje especializadas, comprados por el capital con las ganancias que extrae a otros sectores sociales; los trabajadores del Estado, domesticados por pequeños privilegios y a la defensiva; los proletarios tercerizados de los servicios y del comercio, sin posibilidades de organización y que no tienen la formación intelectual ni las condiciones de los “profesionales precariados”; los trabajadores “informales” que al lado de los desempleados y millones de “rebuscadores” del campo y la ciudad están al límite de la indigencia y la esclavitud (entre ellos los moto-taxistas, los vendedores ambulantes, los raspachines de coca, los corteros de caña y otros); y los campesinos pobres, con un pie en el campo y otro en la ciudad. Todos estos trabajadores son en realidad proletarios pero hay que analizar sus condiciones particulares de vida y su actitud ante la política y la cultura para no caer en conceptos genéricos como el de “multitud”.

El Nuevo Proletariado no es –desde nuestro punto de vista– ningún salvador ni redentor de las demás clases oprimidas. Tampoco es el hacedor o la encarnación del socialismo o del comunismo. Nos hemos alejado de aquellas interpretaciones que veían en un “sujeto social” la representación mecánica y mesiánica del futuro. Los “profesionales precariados” son un sector de clase que por sus condiciones materiales, su acelerada proletarización, su nivel de formación intelectual, su lugar en el proceso productivo (es el que diseña, produce y opera el Software, los programas de computación, el cigüeñal del actual proceso productivo como lo fueron las máquinas y fábricas en la fase “fordista”), y su lugar en la sociedad (cada “profesional precariado” es parte vital de una familia y de su entorno social y laboral), son un factor social dinamizador, articulador, motivador y, por tanto, muy importante para movilizar a toda la sociedad actual. Nada más y nada menos.

En el caso de América Latina, los “profesionales precariados” están todavía bajo la influencia ideológica de la burguesía porque recién aparecieron y son todavía privilegiados frente a otras clases o sectores de clase y, además, los gobiernos y las fuerzas de izquierda y progresistas ni siquiera los ven o si los ven, los incluyen en la categoría de las “clases medias”. Es decir, no los conciben como sujetos revolucionarios y como ellos –en verdad, son globalizados y diferentes a cualquier sector de clase del pasado–, la “soberanía nacional” tradicional que la izquierda les ofrece, no les dice nada, ni los motiva a nada.

Pero, en ese sentido, es bueno recordar cómo los revolucionarios rusos de finales del siglo XIX, no veían tampoco a los obreros como sujeto revolucionario, sino que concebían a los campesinos como los principales actores de la revolución anti-feudal y anti-zarista. En ese tiempo, a pesar de la explotación, los obreros vivían un poco mejor que los campesinos pobres, miraban a los capitalistas (que eran terratenientes, también) como unos patronos modernos y se enfrentaban más a los capataces que a la clase dominante y al mismo Zar. Estaban aprendiendo, igual que ahora.

En cambio, los “profesionales precariados” del Norte de África (Túnez y Egipto), de la Europa actual y de otras regiones, han sentido y sufrido con mayor fuerza el ajuste neoliberal y la crisis económica, el desempleo y la recesión. Y por eso ahí van, aprendiendo un poco más rápido que los de América Latina. Muchos los señalan de haberse dejado manipular de la CIA en la “primavera árabe” o en las “revoluciones de colores”. Tal vez así sea, igual que los obreros rusos que en los albores de 1905 todavía estaban bajo la influencia del Zar y de los clérigos, como el cura Gapón. Pero, de seguro, ya avanzarán.

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Esperamos que estás dos aclaraciones nos permitan sustentar con mayor claridad las tesis sobre América Latina.

Tesis sobre América Latina

-      La característica principal de la fase de 1999 a 2016 es la confianza absoluta en el poder del Estado heredado por parte de las fuerzas del progresismo de “izquierdas”. Además, y como fruto de esa certidumbre, el debilitamiento sistemático y el creciente estancamiento del movimiento social de las comunidades que se movilizaron en la fase anterior.

-  Todas las expresiones de “izquierda” y progresistas que llegaron a ser gobiernos durante este período lo lograron canalizando electoralmente las luchas de los trabajadores, indígenas, campesinos y habitantes de barrios populares que durante los años 80s, 90s y principios de siglo, enfrentaron con vigor, valentía y fuerza organizada a las políticas neoliberales.

-   Ese período de tiempo coincide con una década de incremento sustancial de los precios de las materias primas y de inversión de grandes capitales en minería en la región (sobre todo en oro y petróleo), que fluyeron como consecuencia de la crisis económica global iniciada en 2007.

-    Dichos gobiernos progresistas y de “izquierda” –con diferencias más retóricas que sustanciales– impulsaron políticas “nacionalistas” que implicaron revisiones, ajustes y renegociaciones con las poderosas empresas transnacionales petroleras y mineras, que sirvieron para fortalecer los ingresos fiscales de los Estados de esos países.

-       Igualmente, realizaron importantes esfuerzos por ampliar la inversión social y redistribuir parte de los recursos que se recaudaron a través del Estado, favoreciendo a sectores marginados de la población lo que se tradujo en la reducción coyuntural de la pobreza y de la indigencia, y el acceso de amplios sectores de la población a servicios públicos básicos.

-  Sin embargo, dichos avances no rompen en lo fundamental con la esencia de las políticas neoliberales, al mantenerse en la dinámica de las “transferencias condicionadas en dinero” (subsidios) diseñada por el Banco Mundial en la década de los años 90s como atenuante compensatorio para la población vulnerable golpeada por los ajustes fiscales neoliberales.

-      Tampoco se intentó romper con el modelo de dependencia. No se impulsó en forma consistente el desarrollo autónomo de un aparato productivo desligado de los intereses y controles impuestos por la burguesía financiera global. Lo que se puede mostrar en esa materia son simples saludos a la bandera y gestos populistas para la tribuna.

-    No se promovió un verdadero proceso de integración regional más allá de lo que permitieron las burguesías trans-nacionalizadas de la región. Ejemplo, en infraestructura y comercio. El Banco del Sur, el gran oleoducto regional y otros proyectos similares, se quedaron en el papel.
-      Se concentró todo el trabajo en la gestión estatal haciendo mínimos esfuerzos efectivos por crear y construir verdadero poder popular o formas de Democracia Directa. Los movimientos y las organizaciones sociales que fueron debilitadas o cooptadas fueron reemplazadas con difusos, artificiales e inorgánicos movimientos “socialistas”, “progresistas” o “ciudadanos”. Todo, para supuestamente mantener el control y la gobernabilidad.  

-    Los gobiernos progresistas y de “izquierda” debilitaron –consciente o inconscientemente– sus bases sociales y permitieron que amplios sectores de la burguesía tradicional y de la emergente, se incrustaran y, hasta se apoderaran, de los “procesos de cambio”, fortaleciendo su capacidad de negociación frente a las cúpulas gobernantes y permeando de corrupción todas las áreas de la administración pública. Hoy pagamos esos “affaires” con la llamada “ofensiva golpista del imperio” cuando nosotros mismos creamos las condiciones para que nuestros dirigentes se revolvieran y confundieran con la clase política tradicional, clientelista, politiquera y corrupta. 

-    La destorcida de los precios internacionales del petróleo y de las materias primas aceleraron el desgaste de los gobiernos progresistas y de “izquierda” que ya habían iniciado un proceso visible de conciliación con la burguesía, lo que se convirtió en la causa principal del denominado declive político-electoral que se va convirtiendo en una caída vertical.

-      La causa principal de esta situación es la concepción predominante sobre el “poder”. Corresponde a toda una época histórica de desarme teórico de los trabajadores y, a la vez, de debilitamiento material, político e ideológico de las organizaciones sociales.   

-  Además, el análisis de clases fue desechado y reemplazado totalmente por concepciones movimientistas, culturalistas y etnicistas. Es por ello que no se estudian ni comprenden los cambios ocurridos en el aparato productivo y en la estructura de las clases y sectores de clase. Así, terminamos perdidos y desorientados, sin posibilidad de construir fuerza social verdaderamente revolucionaria y anti-capitalista.  

-      Ha hecho crisis también la visión nacionalista estrecha. El desconocimiento de la esencia del poder global de la burguesía financiera y su enorme capacidad de control sobre nuestras economías, nos hizo ilusionar con planes “nacionalistas” que sólo podrían convertirse en realidad con la derrota política de las propias burguesías trans-nacionalizadas. Esa derrota sólo podía ser lograda mediante un serio trabajo de organización y movilización de la población en torno a metas claras y definidas, comprometida con una integración regional de carácter popular, con proyectos reales y concretos que enfrentaran en verdad el poder global del capitalismo.

-     Ese fenómeno de “desclasamiento” de la lucha social y política de los trabajadores y pueblos de América Latina es lo que explica que los “procesos de cambio” tuvieran que depender del carisma y la capacidad política de caudillos y dirigentes representativos. No existían condiciones subjetivas para construir verdaderas organizaciones democráticas, equipos y “tanques de pensamiento” estratégico, formas de control social y expresiones ciertas de democracia directa y deliberativa que ofrecieran garantías de continuidad y consistencia hacia el futuro.

-    La proliferación de las ONGs que heredamos de la “democracia participativa neoliberal” sirvió también de cobertura y herramienta para degenerar y burocratizar gran cantidad de cuadros sociales y políticos que cayeron vencidos por los “dardos almibarados de la burguesía”.

-     El imperio estadounidense también aprovecha el momento y lanza ofensivas de todos los colores para retomar su hegemonía, debilitada parcial y temporalmente por el auge de los gobiernos de la izquierda progresista. Reaparecen proyectos políticos neo-fascistas y populismos de derecha que se apoyan en las burguesías emergentes que han aparecido en diversos países de la región como resultado de la acumulación de capital en manos de elites mestizas, afros e indígenas.

-       En general, ese es el panorama de las luchas populares en nuestra América Latina. Existen algunas excepciones que demuestran la regla. La esperanza en que todos se fundan es que las derechas no sean capaces de administrar sus triunfos político-electorales y que el acumulado “social” de los pueblos nos permita retomar el control de los gobiernos. Sin embargo, sin un replanteamiento profundo y estratégico liderado por los trabajadores, el gran capital financiero y los imperios de occidente y oriente mantendrán y profundizarán la dependencia de nuestras economías y los pueblos seguirán sometidos a las burguesías compradoras (tradicional y emergente).

La salida no es fácil. Sin embargo, la acción social y política de los nuevos sujetos sociales en formación, la evaluación juiciosa y crítica de nuestra experiencia y la necesaria revisión de nuestros paradigmas teóricos, tendrán que darnos las ideas e iniciativas para orientar nuestras luchas en consonancia con el desarrollo de un movimiento global de los trabajadores y los pueblos.

Dicho esfuerzo deberá armonizar la lucha contra el sistema capitalista que degrada nuestra naturaleza hasta el punto de llevarnos al límite del exterminio, con el desarrollo de relaciones sociales y economías colaborativas que exploren creativamente la combinación de cosmovisiones y prácticas ancestrales con lo más avanzado de los desarrollos tecnológicos.

Ya no se trata sólo de la derrota de un gobierno, un régimen o un sistema. Una transformación de tipo civilizatorio es la que tenemos al frente. De la civilización de la economía crematística-individualista a la de las relaciones colaborativas que unifique a las inmensas mayorías en defensa de la vida.  

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado    





[1] Cuando Marx explica que el capital tiene una lógica que es “dinero-mercancía-dinero incrementado” o sea, “capital-fuerza de trabajo-capital más plusvalía”, y lo contrapone a la lógica del trabajo que es “mercancía-dinero-mercancía” o sea, “fuerza de trabajo-salario-recursos para sobrevivir y reproducirse”, nos está diciendo cómo en la confrontación entre una lógica y la otra, está la esencia de la dominación. Hay mutua dependencia entre el trabajo y el capital, pero a favor de éste último. Sólo se supera rompiendo esa lógica, superando las condiciones que la sustentan.   

viernes, 15 de abril de 2016

CRISIS SISTÉMICA Y ACCIÓN GLOBAL

Tesis en desarrollo para el debate…

CRISIS SISTÉMICA Y ACCIÓN GLOBAL

Popayán, 15 de abril de 2016

“Es posible un mundo con una humanidad mejor. Tal vez hoy la primera tarea sea salvar la vida”

José “Pepe” Mujica

Es indudable que el mundo atraviesa por una etapa de crisis sistémica, estructural y profunda, que impacta todas las áreas de la vida humana y de la naturaleza en que está sustentada. El sistema capitalista existente muestra enormes fisuras y contradicciones que obligan a los trabajadores y los pueblos a volver a plantearse alternativas de solución radicales y no sólo reformas parciales. La existencia misma de la civilización humana está en riesgo frente a un deterioro progresivo de la estructura de la vida, el desequilibro bio-social y psicológico, la aparición de nuevas enfermedades, el caos ambiental y a la guerra nuclear.

El nivel de concentración de capital en manos de la plutocracia financiera es de dimensiones escandalosas; la financiarización de la economía ha convertido la banca en una pirámide y el mundo bursátil en una lotería; la enorme acumulación de capital se combina con la ley de la tasa de ganancia negativa e impide la creación de nuevos medios productivos; y el desarrollo de nuevas economías colaborativas que aprovechan el desarrollo tecnológico y la tendencia creciente de los costos de producción a cero, agudizan las contradicciones insolubles del capitalismo. Ello obliga a los capitalistas y a sus gobiernos a buscar alternativas en la geopolítica y en la guerra para atenuar los efectos económicos y políticos de las cada vez más profundas crisis económicas, y a crear artificialmente conflictos con métodos coloniales a fin de conseguir mejores condiciones de acumulación por desposesión y despojo.  

Las luchas de los trabajadores basadas en teorías y doctrinas construidas en el siglo XIX y aplicadas durante el siglo XX, han mostrado enormes limitaciones que llevaron, no sólo a la derrota política del llamado “socialismo real” o “socialismo del siglo XX” sino que influyeron en las nuevas generaciones que –aunque enfrentan las consecuencias del triunfo del capital sobre el trabajo– perdieron la fe en la posibilidad de construir una sociedad sin el lastre de la explotación del trabajo y se dedicaron a atenuar el problema sin proponerse soluciones radicales. Además, la labor de crear pensamiento crítico también sufrió graves reveses sin desconocer los esfuerzos individuales que deben ser valorados y potenciados.

Sin embargo, la gravedad de los problemas que aquejan a la humanidad en su conjunto ha obligado a las nuevas generaciones a replantear sus luchas. A finales del siglo XX, recién caído el muro de Berlín y el desplome del bloque “socialista” que lideraba la URSS, se presentó el levantamiento neo-zapatista de los indígenas chiapanecos al sur de México que, a pesar de lo local, mostró una visión global e integral de la lucha. Paralelamente surgieron los movimientos anti-globalización y los llamados “procesos de cambio” en numerosos países de América Latina, que se materializaron en el acceso de líderes progresistas y nacionalistas a diversos gobiernos, hecho que se consiguió sobre la base de encauzar importantes expresiones de rebelión popular, alzamiento social y lucha de los trabajadores, campesinos y pueblos indígenas de esa región del mundo.

Además, a partir del año 2011 aparecen nuevas expresiones de lucha social, política y cultural en diversas regiones del planeta, dinamizadas –ahora– por nuevos sectores sociales que son resultado de las grandes transformaciones que se han operado en el aparato productivo y en la estructura de clases de la sociedad. En Túnez y Egipto, España y Grecia, Turquía y Brasil, y en general en todo el mundo, los “profesionales precariados”[1] han aparecido como un sector de los trabajadores que lideran iniciativas políticas y sociales contra el poder del gran capital financiero, por más y mejor democracia, y por renovar las luchas contra el capital. Podemos afirmar que este “nuevo proletariado” ha mostrado en pocos años su capacidad creadora para despertar una oleada de luchas de nuevo tipo de carácter orbital.

Por cuanto el horizonte de las luchas de los trabajadores y los pueblos muestra un ascenso visible y verificable, a pesar del declive del llamado “proceso de cambio progresista” en América Latina, se hace necesario contribuir con el debate teórico-político que debe desarrollarse a nivel nacional, regional y global. Es indispensable motivar la discusión para propiciar la necesaria clarificación de ideas que nos permita y ayude a retomar las luchas anti-sistémicas y anti-capitalistas. Con ese fin se presentan estas tesis que ponemos a disposición de las personas, grupos, colectivos, movimientos y partidos políticos que estén interesados en construir una “corriente de pensamiento revolucionaria y crítica” que contribuya con tan importante y vital tarea.

1. La crisis económica iniciada en el año 2008 se conserva y profundiza. La deuda pública de numerosos países de Europa es inmanejable y crece exponencialmente en países periféricos. La recesión económica se mantiene en Europa, Japón, Brasil, Rusia y aparece en China. La consecuente caída de los precios de las materias primas genera agudos conflictos sociales, mayores alzamientos populares y nuevos procesos de organización social y político de dimensiones planetarias.

2.   Como resultado de esa situación, el gran capital se ve obligado a sobre-explotar a los trabajadores de diversas formas. Por un lado, incrementa la productividad utilizando la técnica y la automatización. Ello ha generado un desempleo estructural que afecta fuertemente a la juventud y a los trabajadores profesionalizados. Por otro lado, en el mundo periférico, empeora las condiciones de precariedad laboral de los trabajadores usando –de hecho– formas semiesclavistas de trabajo. Para lograrlo, la oligarquía financiera impulsa formas novedosas de neo-fascismo político para imponer regímenes totalitarios de nuevo tipo usando estrategias propias de las guerras de 4ª generación, la manipulación mediática, la utilización de conflictos nacionales, étnicos y tribales y, la guerra, cuando es necesario. Estados “fallidos” y en permanente inestabilidad son su herramienta predilecta como ocurre en Afganistán, Irak, Ucrania, Libia, Siria, México, Colombia, y ahora va logrando en Venezuela, Brasil y Argentina.

3.    El imperio estadounidense ha diseñado una nueva estrategia para enfrentar su creciente decadencia y la pérdida paulatina de hegemonía global. El llamado “Paternalismo Liberal”[2] diseñado por los tanques de pensamiento del Pentágono y el Departamento de Estado se ha convertido en la teoría de moda para lanzar una ofensiva de “guante blanco”. El gobierno estadounidense ya no cuestiona a los regímenes de partido único o los gobiernos totalitarios por cuanto les interesa centrar las relaciones con otros países en negocios e inversiones económicas. Esto no significa que estén dispuestos a ablandar su política de control y contención militar de zonas estratégicas del mundo que se disputan con Rusia, China y otras potencias mundiales. Dentro de esa política está su “nueva” actitud frente a Cuba y su apoyo al “proceso de paz” en Colombia con las FARC y el ELN.

4.  La crisis sistémica del capitalismo y las políticas aplicadas por el gran capital y los Estados a su servicio han empobrecido y llevado a la desesperación a millones de personas en regiones como África y el Oriente Medio. Es la causa de migraciones masivas que se vuelven incontrolables y que se anuncian como formas espontáneas de resistencia a la agresión económica, política, cultural y territorial. Todo indica que se va a continuar con la pauperización de numerosas poblaciones de Asia y América, además de que se potenciarán los conflictos sociales, étnicos y religiosos en el mundo híper-desarrollado. 

5. La guerra por la ganancia y por el control de territorios ricos en recursos naturales se ha exacerbado. Sin embargo, la contradicción entre el imperio estadounidense, sus aliados y otros bloques geopolíticos, no es el aspecto principal en la lucha de los trabajadores y los pueblos. A pesar de que se deben denunciar todas las intervenciones y agresiones a naciones, países y pueblos, la tarea central es mostrar que ello es consecuencia de la crisis profunda del sistema-mundo capitalista, y una expresión de la contradicción fundamental entre el capital y el trabajo.

6. Por ello, es necesario organizar un movimiento de carácter global que se coloque la tarea de demostrar ante el mundo entero que la contradicción principal enfrenta a la oligarquía financiera con la inmensa mayoría de la población mundial. Esa contradicción se materializa en la esencia destructora de la naturaleza y del ser humano por efecto de la acción irracional y depredadora de un sistema económico capitalista que no puede renunciar al modelo productivo basado en la química del petróleo y, por tanto, condena a la humanidad a un crecimiento caótico, usando métodos de control mental y psicológico para promover entre las personas el consumo compulsivo de mercancías y servicios innecesarios, y suscitar una serie de conductas irresponsables que atentan contra el futuro mismo de la civilización humana. 

7.  Ese movimiento global de los trabajadores y de los pueblos debe recoger lo más avanzado del pensamiento crítico construido por intelectuales y revolucionarios del mundo entero, sin renunciar a las herencias teóricas de los siglos anteriores, pero debe hacerlo con una visión no dogmática, no doctrinaria, derrotando toda idealización y creencia en verdades eternas y absolutas. Es necesario que los sectores más avanzados de los trabajadores y los pueblos promuevan el estudio, el debate y la discusión, con un sentido práctico, desarrollando con amplitud corrientes de pensamiento que coloquen en el centro de su trabajo la necesidad de construir ese movimiento global, contribuyan con la sustentación y demostración conceptual de la contradicción principal y ayuden a diseñar las estrategias para conseguir la unión y solidaridad internacional a fin de lograr impactos importantes para preservar la vida del planeta. Convertir las ideas en acción práctica.

8.  Ese movimiento internacional de los trabajadores y de los pueblos debe abordar también, con la misma mentalidad sistémica, metódica y práctica, la tarea de evaluar la experiencia de lucha de los trabajadores y los pueblos del mundo en los últimos 150 años, a fin de superar una serie de ideas incorrectas que han sido la causa de nuestras derrotas. Ese esfuerzo teórico-político no debe entrabar la tarea central de unir con amplitud a las mayorías sociales pero es urgente y necesario abordar la discusión de la estrategia, a fin de ayudar a orientar con consistencia y flexibilidad las innumerables batallas que los trabajadores y los pueblos tendrán que afrontar en el inmediato futuro. Es claro que frente a la complejidad de la vida, al desarrollo desigual y combinado de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento, se debe adecuar la estrategia y la táctica a las condiciones específicas de cada continente, región, país o zona, sin perder de vista el carácter global de los problemas y de las luchas transformadoras.

9.  Temas como la esencia del poder global del capital financiero, los enormes cambios que se están operando en la estructura productiva y financiera del mundo capitalista, la naturaleza de los Estados imperiales y nacionales en esta etapa de la humanidad, el problema del “Poder”, la condición depredadora del modo de producción capitalista, la necesidad de recuperar formas de Democracia Directa para poder sustentar y darle consistencia a las luchas por el poder político, la contradicción entre la forma “nacional” y el contenido global de la lucha de los trabajadores, y en fin, se trata de realizar la necesaria tarea de clarificación de una serie de problemas teóricos y políticos que se han convertido en obstáculo para lograr el triunfo de la humanidad sobre quienes quieren destruirla.

Una segunda parte de este documento presenta unas tesis sobre la coyuntura de la lucha de los trabajadores y los pueblos en América Latina y en Colombia.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado


[1] Nuevo proletariado: Los profesionales precariados son los trabajadores que ostentan un título de profesional, tecnólogo o técnico o que en su proceso de calificación práctico tienen un nivel similar, y que por el lugar que ocupan en el proceso productivo tienen todas las características del proletariado clásico: no son propietarios de medios de producción o los que tienen son irrisorios frente a los de los grandes conglomerados capitalistas para los que trabajan, son asalariados clásicos o reciben ingresos provenientes de relaciones de trabajo dependientes, están en un lugar subordinado del proceso productivo (no son directivos) y acceden a un mínimo de riqueza social. Su situación de precariedad los hace identificarse cada vez más con el trabajador asalariado común.

[2] El término “paternalismo liberal” fue acuñado por el economista conductual Richard Thaler y el abogado Cass Sunstein (esposo de Samantha Powers, embajadora de USA en la ONU). Se basa en la teoría de que gobiernos y grandes empresas pueden darle un “pequeño empujón” a la sociedad o a otros gobiernos sin por ello eliminar su libertad de acción. Las intervenciones “humanitarias” en Libia y Siria se basaron en ese concepto.  

domingo, 3 de abril de 2016

EL REGRESO DE LOS FANTASMAS

EL REGRESO DE LOS FANTASMAS

Popayán, 3 de abril de 2016

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.”

Carlos Marx, “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte”

Esta historia parece alucinante. Cualquiera creerá que es ficción. Pero así es la vida. Los hechos de estas dos últimas semanas me empujaron a escribirla. Todo el mundo la conoce pero el asunto y el dilema es cómo interpretarla. Colombia definitivamente para quien no la vive y sufre, es muy difícil de entender. Y para los mismos colombianos, a veces, también.

Breves antecedentes inmediatos

Para el 17 de marzo se anunció un paro nacional. No lo hubo. Todo estuvo tranquilo. El gobierno salió a felicitar a los organizadores. Ese día también se conoció el fallo de la CIJ de La Haya contra Colombia. No trascendió mucho porque todos los partidos políticos respaldaron la decisión de retirarse de esa Corte. Hasta el Centro Democrático se adhirió dado que Uribe también está comprometido con ese fracaso.

Después llegó el 23, la fecha anunciada para la firma de los acuerdos de La Habana. Ya el gobierno había informado días antes su imposibilidad. Ese incumplimiento fue minimizado por el respaldo del gobierno estadounidense que fue protocolizado en la reunión del Secretario de Estado John Kerry con la delegación de las FARC en Cuba. Sin embargo, los negociadores de ambos bandos reconocieron que había “diferencias de fondo” sobre temas cruciales como las zonas de concentración y los procedimientos para la desmovilización y dejación de armas.

Poco después, se anunció el inicio de las negociaciones con el ELN. Fue un respiro para el gobierno colombiano. El panorama de la paz marcha hacia adelante con los problemas propios de un proceso complejo. Las denuncias de asesinatos y amenazas de dirigentes sociales y defensores de DD.HH. enturbiaron el ambiente. El gobierno se comprometió a realizar las investigaciones exhaustivas. 

Pocos daban un peso por las marchas de Uribe del 2 de abril. Lo que nadie imaginó es que una banda criminal que se creía debilitada pudiera, desde el 29 de marzo, impactar a la población de más de 36 municipios de 8 departamentos con un “paro armado” que paralizó carreteras y comercios durante tres días y dejó un saldo de 5 policías y un militar asesinados, así como numerosos heridos y vehículos incendiados. Eso no estaba en las cuentas de nadie. Finalmente, las marchas uribistas no fueron tan masivas pero tampoco un fracaso. Vuelve y juega un “nuevo pulso”. Hay desconcierto y miedo.

Preguntas lógicas

A pesar de todo lo que hemos vivido en Colombia... ¿por qué una parte de nuestro pueblo le cree y sigue a Uribe? ¿Sólo es manipulación? ¿Todos ellos son ignorantes? ¿Son todos comprados? ¿Son tan pocos que no nos deben preocupar? ¿Los 7 millones que votaron por su candidato en 2014 ya no existen?

Si no entendemos la naturaleza del contradictor o adversario, si cerramos los ojos, si negamos la realidad, si no hacemos un serio esfuerzo de análisis, estaremos preparando nuestra propia derrota. Insultar a esa parte del pueblo no los va a hacer reflexionar ni desaparecer.

¿La alianza con Santos en torno a la paz –como se viene haciendo–, es la línea correcta? ¿Ha fortalecido a los demócratas y a la izquierda? ¿Hemos crecido y avanzado? Si el paramilitarismo redivivo logró paralizar una importante región del país en las narices de un gobierno comprometido con la paz... ¿no será que algo está mal? ¿No se nos estará pasando algún detalle? ¿Cómo avizoramos el futuro? ¿Qué se debe corregir de nuestro accionar?

El desconcierto y lo inconcebible

Lo que noto en general es un total desconcierto entre los demócratas y la izquierda. Las “autodefensas gaitanistas”, “urabeños” o “Clan Úsuga” se mueven en zonas donde las AUC tuvieron el control en el pasado. Parece que nunca desmontaron su poder. Lo más seguro es que tienen una red política de respaldo como la de “Kiko” Gómez en La Guajira. No hay que olvidar que, por ejemplo, “Otoniel” fue militante del EPL, de allí pasó a las FARC, después a las AUC, y luego formó su propia banda.

El fenómeno de las Bacrim (paramilitares en hibernación durante varios años que hoy hacen su reaparición para reforzar la posición de Uribe) muestra la precariedad de un Estado débil, que ha seguido en manos de mafias regionales que se alimentan de todo tipo de economías legales e ilegales (una burguesía emergente en plena formación y fortalecimiento). Es el escenario ideal para la presencia de las poderosas transnacionales que hacen su agosto en nuestro país, tanto en “paz” como en guerra.

Eso lo sabíamos. Pero, la izquierda ha sido contemporizadora con el gobierno en cuanto a permitir que el “uribismo” siga dentro del gobierno, ejército, administración pública nacional, regional y local (Cambio Radical apoyó a la candidata de Kiko Gómez en La Guajira y en otros departamentos y municipios), y que presione desde adentro y desde afuera. La izquierda, a la cola de Santos le deja el campo de la oposición a Uribe. ¡Es inconcebible!

Entonces terminamos pidiéndole al gobierno que nos garantice la seguridad y nos proteja. ¿Cómo lo va a hacer? Ahora, cuando el “proceso de paz” entra –de hecho– en una fase de inercia, por un lado, para empatar con las negociaciones del ELN (que supuestamente va a realizar la “constituyente de hecho”, la “convención” dentro de la negociación con base en una participación comunitaria); y, por otro, para esperar a que el gobierno dizque desmantele el “nuevo” paramilitarismo.

Con lo ocurrido Uribe intenta posicionarse para negociar su impunidad y ahora sí subirse –por la puerta grande– al “proceso de paz”. Él lo venía intentando cuando estuvo en su momento de mayor “fortaleza” (cuando la muerte de los soldados en Suárez-Cauca), incluso hubo acercamientos con el gobierno pero Santos creyó que estaba más débil de lo que se creía. Santos –y creo que todos– pensábamos que el respaldo gringo era suficiente y que Uribe iba a negociar con un perfil bajo. Creo que nos equivocamos.

Sus palabras para justificar lo del Clan Úsuga lo dicen todo: “El paro armado se veía venir por la política de impunidad que el gobierno les ha ofrecido a las FARC” (http://bit.ly/1UNTWsW).  

Es indudable que el “chico” se alargó. Las FARC quieren tres tipos de zonas: “campamentos” donde ellos mantienen sus armas en depósito (bajo supervisión internacional); zonas de transición donde ellos puedan empezar a hacer política con sus bases sociales con una seguridad privada o miliciana, y los “Terrepaz” en formación, que serían áreas mucho más amplias con seguridad del Estado. (Ver entrevista: http://bit.ly/1UWaTj3).

Ayer la "paz" con los “paras” sin las guerrillas, no sirvió realmente para mucho. Hoy la “paz” con las guerrillas sin Uribe y sin las "Bacrim-paras", no irá a ningún lado.

Aspectos estructurales a tener en cuenta

Existen en Colombia unas ventajas comparativas que en forma paradójica nos convierten en un país problema. Somos un país en desarrollo, la 3a economía de América Latina, pero con un Estado fallido.

Tenemos todas las condiciones para que existan conflictos bélicos endémicos paralelos y diversos:

1. Ubicación estratégica: 2 océanos, mar caribe, próxima al canal de Panamá, en el centro de América Latina, al lado de la más grande reserva mundial de petróleo (Venezuela).

2. Geografía diversa y complicada: montañosa, quebrada, boscosa, selvática, 3 cordilleras, Orinoquía y Amazonía como territorios de gran riqueza natural y enorme biodiversidad.

3. Intereses estratégicos transnacionales de marca mayor.

4. Inmensos recursos naturales: páramos y fuentes de agua, petróleo, oro, carbón, coltán, tierras laborables, biodiversidad.

5. Fuerza de trabajo laboriosa y barata (profesional, técnica, operativa).

6. Un mercado comercial y turístico en desarrollo.

7. Economías ilegales en crecimiento: narcotráfico, contrabando, minería ilegal, tráfico de armas y de personas, y otras.

8. Escaso control territorial del Estado, aparato de justicia en crisis, alta corrupción política-administrativa.

9. Permanentes conflictos étnicos y territoriales.

10. Cultura delincuencial y presencia de grupos armados ilegales.

11. Nuevas fuerzas económicas y sociales emergentes.

12. Enorme desigualdad social y económica, pobreza, desempleo.

13. Crisis de representación política y débil organización social.

El deseo mimético, la paradoja y el “mal

Empiezo por el “mal”. En los análisis literarios del “mal” no se parte de conceptos morales. Personas bien intencionadas, “normales”, se ven enfrascadas en “situaciones maléficas”, no porque ellos lo quieran sino porque la vida los va llevando de una forma fatal. Esas son las verdaderas tragedias que nos cuentan los mejores escritores desde que existe la literatura. Y no surgen de su imaginación sino de la realidad. Es el “sumun” del drama humano descrito por verdaderos genios.

Así estamos en Colombia. Los actores principales de nuestra tragedia hacen lo que tienen hacer. Uribe, explota los miedos de la gente; las FARC, posan de triunfalistas con los diálogos de paz; Santos, cede en lo que tiene que ceder –que tampoco es mucho–, pero que debe presentar como “lo máximo” para obtener apoyo y, la izquierda-progresista casada con la bandera de la paz va a la cola de ellos. Pero no se respira un clima de paz. Por el contrario, los espíritus se crispan, la polarización se agudiza, y la paz se diluye.

Ahora entra en juego la paradoja. Todos quieren la paz pero ninguno puede ceder en sus posiciones. Uribe sabe que Santos lo traicionó como persona, no como clase social. Perdió el poder del gobierno porque se lo cedió a Santos. Él sabe que políticamente las FARC no son su enemigo principal pero entiende que tiene que hacer crecer artificialmente el “poder” de la insurgencia para atemorizar a la gente con la “amenaza castro-chavista”. Así debilita al “santismo” que aspira a gestionar el post-conflicto.

En ese juego Uribe utiliza el escepticismo, la incredulidad y los miedos que generó y acumuló la guerrilla en la fase de la guerra en donde se dejó degradar por su verdadero enemigo: la oligarquía imperial, que va más allá de Uribe. Los ataques indiscriminados a los pueblos, el secuestro, el tratamiento inhumano a los retenidos, las pescas milagrosas, la extorsión, el “cinismo revolucionario”, el desplazamiento forzado, el pragmatismo frente a las economías ilegales (narcotráfico, minería ilegal, los acuerdos temporales con terratenientes dóciles, alianzas no declaradas con grupos delincuenciales), la destrucción terrorista de la infraestructura (carreteras, torres de energía, etc.), todo eso es cobrado ahora.

La paradoja es que la insurgencia no puede salirse de la trampa simbólica de Uribe. No pueden reconocer su auto-derrota ética que no fue total pero sí circunstancial y parcial. No pueden negar que muchos delincuentes se infiltraron en sus filas. No pueden ocultar que por el afán de crecer y ensanchar sus áreas de operación, las economías ilegales lograron descomponer una parte de sus filas. Tampoco pueden reconocer su parcial derrota política, porque creen que eso los debilitaría ante su gente. Y entonces, sólo les queda lo militar que es su fuerte pero es el que más atemoriza.

La paradoja consiste en que entre más fuertes se presenten las FARC, entre más triunfalistas se muestren ante el pueblo, entre más “poder” logren en las negociaciones, así no sea real, sus enemigos convierten esa “fuerza” en demostraciones de soberbia, prepotencia, cinismo y amenaza. La paradoja es que entre más poderosos se muestren frente a quienes quieren salvar de la injusticia social y de la anti-democracia de la oligarquía y del sometimiento imperial, más miedo y resistencia generan. Y claro, los medios de comunicación engrandecen mediáticamente ese temor.

Y esa paradoja surge del “deseo mimético”[1]. La naturaleza de las FARC que en sus inicios era de “resistencia” campesina e indígena que se inspiraba en el espíritu suntzuniano[2] de Marulanda, mutó a partir de 1982-83 en el alma clausewiana[3] de Jacobo Arenas, para quien la conquista del poder político con base en la destrucción de las fuerzas militares y económicas del enemigo, era lo sustancial. De una guerra sostenida principalmente por las bases sociales de las FARC se pasa a una guerra de movimientos que es financiada con recursos externos.

La lucha por el “poder” en manos de la oligarquía convierte a una guerrilla campesina en una máquina de guerra que en muchas regiones termina por ser un “ejército de ocupación”. El deseo mimético de lo que posee el “otro”, nos convierte en lo que combatimos. La auto-derrota ética que estaba en larva, se hace real; la mística revolucionaria se convierte en brío militarista y destructivo. El triunfo militar estaba a la mano pero el camino hacia la derrota política lo iban pavimentando los mismos guerrilleros. Una supuesta “ética” en favor de los “pobres” sirve de justificación para el uso de “cualquier” medio. La falsa combinación de las formas de lucha (que hoy reviven en manos de Uribe) se convierte en la base ideológica de la degradación de la lucha insurgente. Es parte de la tragedia, es la causa de la paradoja y la esencia del drama que vivimos los colombianos.

La salida

Sólo un actor social y político no comprometido con las pasiones y resentimientos heredados puede impulsar una dinámica que rompa con el “fatalismo”. En la Colombia de hoy, sólo un Movimiento Ciudadano, no alineado ni preso de la dicotomía izquierda-derecha, que pueda deslindarse tanto de Santos, Uribe y de la “izquierda tradicional” (armada y desarmada), puede romper con el “maleficio”, derrotar a las fuerzas que viven de la guerra e iniciar un camino hacia una paz duradera y estable.

Ese camino ya lo viene pidiendo y mostrando la juventud pero requiere del esfuerzo, la ayuda, la colaboración y la capacidad de riesgo de quienes son o representan las reservas democráticas de esta nación: los ciudadanos del común capaces de dilucidar la trampa de los ideologismos heredados y de no dejarse asustar por fantasmas.     

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado  



[1] Deseo mimético: concepto elaborado por René Girard. crítico literario, historiador y filósofo francés notable por su teoría de la mímesis que utilizó para analizar obras literarias en las que se muestra relaciones interpersonales miméticas. Posteriormente fue aplicada al análisis de la violencia en las sociedades primitivas que se fundamentan en lo sagrado, y por extensión, a la violencia en las sociedades contemporáneas.
[2] Sun Tzu, teórico militar chino para quien el máximo arte militar era “triunfar sin combatir”, derrotar al enemigo causando los más mínimos daños.
[3] Carl von Clausewitz, teórico militar alemán, influyente historiador y teórico de la ciencia militar moderna.