domingo, 30 de diciembre de 2018

¿UNA REALIDAD DESCONECTADA DEL PENSAMIENTO?

Manifestación del pueblo mapuche en Santiago de Chile

¿UNA REALIDAD DESCONECTADA DEL PENSAMIENTO?

Popayán, 31 de diciembre de 2018

“... como no fueran de tres naciones, Pijaos (nasas), Taironas (arhuacos) y Araucanios (mapuches), que son las tres naciones de la gente más valiente de las indias…”

Pedro Ordóñez de Ceballos

El sociólogo brasileño Emir Sader publicó un escrito titulado “Un pensamiento desconectado de la realidad”, en donde se queja de que la teoría “quedó recluida en las universidades y centros de estudio” y que los intelectuales “no participan activamente en la construcción de las nuevas políticas y muchas veces ni siquiera participan en el intenso debate ideológico[1].

El único planteamiento que se puede considerar como una explicación del problema que se describe es “la estalinización de los partidos comunistas y el abandono por parte de la socialdemocracia del anticapitalismo”. ¿Será ésta una razón convincente para lograr que la intelectualidad se conecte con las luchas de resistencia de los pueblos y de los trabajadores?

Las preguntas que surgen serían: ¿Por qué se dio esa “estalinización” y ese “abandono del anticapitalismo”? ¿Desde hace cuánto tiempo la lucha “práctico-teórica” (para seguir hablando en términos dualistas) en el campo de la acción revolucionaria ha estado relativamente “desconectada”? ¿Cuáles son las causas de que el pensamiento crítico aparezca en este momento como si estuviera desconectado de la realidad y de las luchas anti y pos capitalistas?
Mujeres kurdas de Rojava (norte de Siria)
¿No será más bien al revés? ¿No será que la “realidad” que conciben quienes creen que el Estado es el único terreno para derrotar las políticas neoliberales no es la misma realidad que captan los pueblos en lucha y algunos intelectuales (estén o no estén vinculados a universidades) que hacen esfuerzos “desde abajo” para orientar las luchas efectivamente emancipadoras?

Lo que podemos comprobar a finales de 2018 es que los pueblos sí contamos con algunos importantes intelectuales (tal vez una minoría o… ¿quién sabe?) que desde diversos espacios y desde variadas miradas contribuyen con el avance de las luchas revolucionarias y emancipatorias de los pueblos y de los trabajadores del mundo entero.

Otra cosa muy diferente es que dichos intelectuales no estén interesados en participar de proyectos políticos que repiten los errores del pasado y, decidan, con total lucidez y claridad, seguir construyendo desde abajo, con las gentes sencillas y con absoluta paciencia, un camino diferente, tal vez más difícil, más escabroso, pero más cierto y consistente.

Un ejemplo de lo que podrían ser esos intelectuales revolucionarios, son todos aquellos pensadores –algunos con títulos y publicaciones, otros anónimos y hasta auto-invisibilizados– que colaboran de una u otra manera con proyectos socio-políticos que han roto con la “estrategia estatista” y que en intensa relación “teórico-práctica” (no dualista), ayudan modestamente (sin honores ni sueldos) a mantener vivos y dignos esos valiosos y necesarios esfuerzos. 
Indígenas chiapanecos en el sur de México
De esa forma, intelectuales y estudiantes en formación podrán contribuir a que los “rizomas” de la vida llena de “multiplicidades complejas” que brotan a diario de las profundidades de la sociedad, no sean destruidos (o cooptados y capturados) por el capitalismo, sino que florezcan y produzcan –siempre desde abajo– los frutos del trabajo humano en concordancia con las necesidades de la naturaleza y el desarrollo del pensamiento.

Nota: Abdulá Öcalan, intelectual y líder del pueblo kurdo quién se replanteó muchas ideas de la “izquierda estatista”, preso en Turquía desde 1999, contribuye desde la cárcel con las luchas de los pueblos y los trabajadores. Igual lo hacen numerosos intelectuales que actúan en la sombra y en la clandestinidad en el mundo entero. 



[1] Sader, Emir. “Un pensamiento desconectado de la realidad”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250733


miércoles, 26 de diciembre de 2018

ENTRE EL DESPERTAR Y EL DORMIR


ENTRE EL DESPERTAR Y EL DORMIR

Popayán, 26 de diciembre de 2018

Dice Slavoj Zizek, el filósofo esloveno, que los humanos necesitamos un “Amo” que nos despierte, nos sacuda y nos haga reaccionar frente a realidades que hemos aceptado como naturales. “Realidades ideológicas” que nos hacen creer que somos libres cuando en verdad, estamos más controlados que nunca. Biung-Chul Han, un filósofo coreano, lo explica de una forma similar en su planteamiento sobre la existencia de una “psico-política”[1].

La idea es correcta, pero se complica cuando convertimos a nuestros líderes en verdaderos amos. Lo peor ocurre porque la casi totalidad de los dirigentes que acceden a niveles de gobierno (con un mínimo de poder) se creen convertir en “salvadores supremos” y, en vez de mantener la dinámica de despertarnos, se apoderan de nuestros sueños y nos adormecen más.

El nuevo Amo queda entonces preso del “poder” que cree tener, debilita el efectivo poder popular que surgía desde las bases sociales y se aborta el proceso de emancipación social. Así, de frente a la frustración, el movimiento iniciado por ese “Amo” se desborda y se obtiene lo opuesto: un verdadero amo que concentra el poder y usa la fuerza, ya no para obtener la emancipación sino para eliminar de inmediato lo que supuestamente nos esclaviza.

En esta contradicción se puede resumir lo ocurrido con las luchas de nuestros pueblos y los trabajadores en el último siglo. Construimos un Amo despertador y liberador, pero al delegarle toda nuestra fuerza contribuimos con su fracaso y le preparamos el camino al Amo dictador. No importa el personaje en particular; el mismo Amo inicial puede transformarse en su contrario o puede ser reemplazado por “otro” que cumpla la función despótica.

Nos corresponde inventar una forma de apoyarnos en ese amo despertador para despertar de verdad, pero al ser conscientes que ese proceso es lento y complejo, no podemos idealizar al Amo, debemos usarlo en su justa dimensión y papel, hacerle ver que no está en sus manos hacer milagros y que sólo avanzaremos combinando con mucho tacto y prudencia los esfuerzos que hagamos “desde abajo” y “por arriba”.

No obstante, los ejercicios hechos recientemente en América Latina y los que están en camino (AMLO y Petro), tienen una particularidad que los hace diferentes a los intentos de Rusia, China, Corea del Norte, Vietnam, Cuba y Nicaragua. Se consiguió acceder a niveles de gobierno (un “sub-sistema del Poder”[2]) usando los medios de comunicación y las elecciones amplias para mantener ese espacio de poder. Es algo muy importante a tener en cuenta.

Para los amantes e idealizadores de la insurrección armada la razón de los fracasos o retrocesos actuales de los llamados “gobiernos progresistas” consiste en que no han utilizado el poder (la fuerza) con más decisión. Es decir, creen que el amo despertador debe convertirse de facto (rápido e inmediato) en amo dictador. Ellos siguen pensando fundamentalmente en los resultados inmediatos, creen que el capitalismo se puede superar de un momento para otro y que el socialismo se puede construir por decreto.

Olvidan que lo principal es construir el camino (siempre caminando y despertando), y que en el mismo camino, en su calidad y claridad, está incluida la meta. Lo contrario, es más de lo mismo, simple ilusión. 

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado


[1] Zizek, Slavoj (2015). “Menos que nada. Hegel y la sombra del materialismo dialéctico”. Akal.
Byung-Chul Han (2014). “Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder”. Herder

[2] Dieterich, Heinz. (2018). “El arte de la transición”. Aporrea

martes, 18 de diciembre de 2018

EL “VIEJO TOPO” SIGUIÓ HORADANDO EN EL 2018


EL “VIEJO TOPO” SIGUIÓ HORADANDO EN EL 2018

Popayán, 18 de diciembre de 2018

Son innumerables y sorprendentes los hechos ocurridos durante el año 2018. Muestran tendencias hacia el futuro que es necesario interpretar. Para hacerlo, hay que tratar de ver la trama de la vida, sus multiplicidades complejas y superar la lógica lineal y dualista.

Entre otros hechos sobresalientes se destacan los siguientes: La constatación y reafirmación científica del calentamiento global de la tierra como causa del desequilibrio climático. La guerra comercial y digital, entre China y EE.UU., que se hizo más visible con la detención de una alta ejecutiva de Huawei en Canadá. La rebelión de los denominados “chalecos amarillos” en Francia. La elección de Bolsonaro en Brasil y el relativo triunfo (no-derrota) de Trump en las elecciones legislativas. La victoria de AMLO en México y el avance de la izquierda progresista (Petro) en Colombia. El ascenso de la derecha “nacional-populista” en Europa que se enfrenta –a su manera– a la oligarquía financiera global. Las migraciones masivas y organizadas desde Centroamérica hacia EE.UU. El auge de la postverdad, las noticias falsas (“fakes news”) y el uso del poder judicial como arma política frente a la crisis de legitimidad de la democracia representativa. La mundialización de la política con la interferencia de poderes mediáticos de potencias globales en la política interna de otros países. El destape político de las iglesias cristianas (pentecostales). 

Detrás de estos y otros acontecimientos existe una intrincada historia de acumulación de causas y factores; contradicciones y variaciones; líneas de fuga y agenciamientos; choques, superposición y flujos de estratos y segmentos; que ofrecen pistas hacia dónde cambia o se metamorfosea la sociedad global y local. Tratar de conectar con esos devenires aparentemente contradictorios e inexplicables, es un ejercicio que nos puede ayudar a orientar nuestras luchas y movimientos. Es evidente que “se mueve”, todo se mueve, aunque con ritmos y pulsos diversos.

Tres grandes fenómenos atraviesan y son atravesados por los sucesos señalados: 1. El colapso del modelo de globalización neoliberal y el fortalecimiento de “nacionalismos de gran potencia” (China, Rusia, EE.UU.) que generan toda clase de patrioterismos en los demás países y regiones (Reino Unido, Italia, Hungría, Polonia, Croacia, Cataluña, etc.); 2. La violación de la institucionalidad y legalidad “democrática” por parte de las élites plutocráticas que tienden a adoptar el capitalismo “asiático” (“libre mercado” + gobiernos despóticos) como régimen político ideal; y 3. El relativo fracaso de la estrategia estatista (“desde arriba”) desarrollada por los pueblos latinoamericanos para derrotar el neoliberalismo (gobiernos de izquierdas y progresistas) que obliga –necesariamente– a impulsar estrategias y poderes transversales y “desde abajo”.

No trataremos cada uno de estos temas, fenómenos y sucesos. Ya se ha escrito bastante sobre ellos. Lo interesante del momento es que el piso de la sociedad basado en el poder del capital financiero (ficticio) se desliza, se corre, se hace resbaladizo. La ganancia se obtiene –más allá de la sobre-explotación del trabajo– del despojo violento, la apuesta, la estafa, el crimen y la descomposición moral a todos los niveles. El relativo “orden de la globalización neoliberal” se desmorona. La falsa democracia muestra su esencia despótica. El “capitalismo con rostro humano” no existe.

No significa el colapso del capitalismo porque éste no se derrumba solo. No existen aún las fuerzas organizadas para ayudar a tumbarlo. Pero el “viejo topo” sigue horadando y empieza a reconocerse en otros animales, redes sensibles y ambientes creativos. El velo del Estado heredado y sus trampas (leyes) empieza a caer y el terreno socavado ofrece enormes potencialidades. En las profundidades subterráneas no hay fronteras y los túneles digitales permiten cavar de nuevas maneras. Tiene que seguir horadando, es su naturaleza. El 2019 lo espera con expectación y esperanza.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado  

martes, 11 de diciembre de 2018

EL ETHOS MAFIOSO DEL URIBISMO SACA LA CARA


EL ETHOS MAFIOSO DEL URIBISMO SACA LA CARA

Popayán, 11 de diciembre de 2018

La vida parece perfecta porque funciona, pero si fuera perfecta no funcionaría”.

Preámbulo sugerente

La tragedia de Duque es que se cubre con ropajes de otros para tapar su esencia uribista. Su función no es otra que mantener el estatus quo, ganar tiempo para tapar los crímenes de Uribe y de la casta dominante (cada vez más entrelazados y a la vista) y detener el avance de Petro. Frente a esa situación está la actitud del idiota, el tonto y el (im)bécil[1]. El idiota ve nítidamente esa desnudez y la señala con cierta ingenuidad y astucia, pero no logra que los demás vean al “otro”. El tonto toma en serio los ropajes y cree que estos actúan por sí mismos; así, ayuda a cubrir al “otro”. El imbécil está en la mitad entre el idiota y el tonto; lo confronta con su mirada penetrante, lo deja sin ropas y al atravesarlo, desnuda al “otro”. De esa forma, desviste a Duque y expone a Uribe. El idiota es un humorista; el tonto es un político; el imbécil, un revolucionario con vocación de mártir.

Hechos y desechos

Hasta el momento Duque intenta mantener el ropaje con el que se hizo elegir. Se podría definir como una especie de “fajardismo impostado” combinado con un “bucaramismo”[2] burdo y ordinario. O sea, más lugares comunes sobre la lucha contra la corrupción, indefinición política en todos los temas y cinismo cubierto con sainete. Con la supuesta meta de “no polarizar” llama a “pactos nacionales” para tratar de llevarse bien con todo el mundo.

En la práctica Duque no ha gobernado. Se le vinieron encima los problemas y no ha sido capaz de tomar decisiones. El resultado de la consulta anti-corrupción, la investigación de la Corte Suprema de Justicia a Uribe, las limitaciones fiscales del Estado y las presiones de la OCDE, el paro estudiantil universitario, el escándalo del Fiscal General y Odebrecht-Aval, el entorno regional incluyendo la migración venezolana, y otros entuertos, cogieron al gobierno fuera de base.

Su primer intento de “pacto nacional” fue una simple parodia a pesar de la buena voluntad de Claudia López y Angélica Lozano, que entre crédulas y desconfiadas en la palabra de Duque, apostaron a sacar adelante los puntos de la consulta anti-corrupción, encontrándose con la realidad que el presidente ni siquiera controla la bancada uribista. Así, todos los proyectos legislativos del gobierno terminaron en nada, a excepción del debilitamiento de la JEP y el respaldo total al Fiscal General, en donde Uribe hizo sentir su poder.

Para ganar tiempo y mantener la imagen de “anti-corrupto”, Duque nombró un gabinete “tecnócrata” pero totalmente inepto; con peso corporativo (gremial) pero con médula uribista. Al aparentar “transparencia” no puede usar la tradicional “mermelada” en forma abierta, pero lo hace en forma taimada y selectiva, generando resquemores y resistencias en sus propias filas y en las de los partidos aliados (caso de Embajadas, consulados y algunos institutos claves).

Un hecho de trascendencia ocurrido en este período que ha pasado relativamente desapercibido, fue el reacomodo ocurrido en la Corte Suprema de Justicia, la elección de nuevos magistrados de orientación conservadora y la designación de una magistrada con formación y vínculos castrenses para continuar la investigación a Uribe sobre manipulación de testigos. Es decir, han obtenido la principal meta que se propuso el Centro Democrático al elegir a Duque: neutralizar a la Corte Suprema y garantizar la impunidad de Uribe y sus cómplices. ¡Y van por más!

Una vez asegurado el terreno, se lanzaron a la tarea de buscar su segundo objetivo que no es otro que destruir a Petro. Aprovecharon el debate al Fiscal General organizado en el Congreso por la oposición para soltar y “viralizar” por los medios y redes de comunicación el video donde Petro recibe unos dineros en efectivo. Inician así el contrataque con el que intentan desviar la atención y ocultar la responsabilidad de Luis Carlos Sarmiento Angulo, el acaudalado multimillonario que es quien realmente está detrás del poder en esta precaria nación (Ver: https://bit.ly/2Eq1XCo).

El ethos mafioso del uribismo entra en escena

En pocos meses, el carácter distintivo del uribismo, que permaneció a la sombra durante los dos períodos de Santos, ha vuelto a aparecer en diversos escenarios institucionales.

El más visible, es el comportamiento de la bancada del Centro Democrático y de sus aliados en el Congreso, que mostró toda su naturaleza agresiva, provocadora y despótica con ocasión del destape de Jorge Pizano en el caso Odebrecht y el debate parlamentario mencionado. Pero claro, la esencia mafiosa va más allá y está comprometida con la sospechosa muerte del auditor y la de su hijo, la reacción del Fiscal y de todo el establecimiento en defensa de “su institucionalidad”, el acoso a periodistas y políticos de oposición, y la forma como tratan de acorralar a Gustavo Petro por parte de abogados y “comunicadores” pagados por mafias de todos los colores.

Pero esa naturaleza mafiosa también empieza a aparecer en el poder judicial y en el ejecutivo. Es evidente que las altas Cortes Judiciales han sido cooptadas –en gran medida– por el uribismo. Los nombres de los “juristas” escogidos por Duque para conformar la terna del Fiscal Ad-hoc para el caso de Odebrecht, que son todos de la cuerda uribista y goda, deja ver que quien va apareciendo al frente de todas las decisiones del gobierno es Uribe, y detrás de él, toda la plutocracia oligárquica más unida que nunca. No importa lo que diga Duque de boca para afuera.

Mientras tanto en valles y montañas, las fuerzas paramilitares hoy disfrazadas de grupos armados ilegales, que están al servicio de narcotraficantes, despojadores de tierras y de proyectos agro-mineros y energéticos en diversas regiones del país, asesinan y desaparecen impunemente a líderes sociales y guerrilleros desmovilizados. Son las reservas armadas de un proyecto de nación de carácter criminal que hoy está en el gobierno y que no dudará en utilizar su fuerza legal e ilegal contra dirigentes de oposición cuando así se lo exijan las dinámicas de lucha en torno al poder.

La realidad es que en Colombia no hay espacio para las “medias tintas”. Son tan graves los crímenes que tiene detrás la casta dominante que no pueden darse el lujo de que llegue –ni siquiera– alguien como AMLO a la presidencia de la república. El dilema para la oposición democrática en Colombia es si se modera y acomoda al sistema para no tensionar la cuerda (aminorar los riesgos) o se radicaliza para conectarse con la mayoría de la población, incluyendo a los abstencionistas, y se organiza de verdad para enfrentar el “ethos” mafioso de una oligarquía perversa.

Epílogo sugestivo

El idiota (humorista) ayuda en la tarea de desnudar el poder, pero solo llega hasta ridiculizar a Duque y a Uribe. De allí no pasa a excepción de que fuera un Jaime Garzón que pasó por tonto e imbécil y se convirtió en mártir. El tonto (político) también colabora, pero si es capaz de quitarse su propio ropaje. El im-bécil (revolucionario) es el único capaz de enfrentar a esas mafias porque es por esencia irreverente y no tiene nada qué perder. No obstante, debe protegerse y saberse rodear.  

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado



[1] “El idiota, tonto e imbécil”, alegoría usada por Kant, Hegel y otros filósofos para significar “otras miradas”.

[2] “Bucaramismo” de Abdalá Bucaram, presidente ecuatoriano destituido por incapacidad mental para gobernar. 


viernes, 7 de diciembre de 2018

¿CÓMO ENFRENTAR LA DICTADURA DEL GRAN CAPITAL?


¿CÓMO ENFRENTAR LA DICTADURA DEL GRAN CAPITAL?

Popayán, 7 de diciembre de 2018

Lo que ocurre con Julián Assange, preso en una embajada suramericana en Londres en calidad de asilado de un gobierno que está a punto de entregarlo a sus enemigos para que lo pongan en manos de un verdugo, es una verdadera tragedia para los pueblos del mundo.

Es lo que sucede con Lula, pasa con Correa, empieza a ocurrir con Petro, y puede acontecer con Evo, AMLO o con quien se atreva a desafiar al gran capital financiero.

Son verdaderos héroes de esta época; fueron triunfadores en momentos de gloria cuando tenían cierto poder (formal y parcial) pero, aunque es difícil decirlo, son víctimas de una institucionalidad y legalidad que aceptaron utilizar como medio y herramienta de lucha.

Todos han sido puestos en la picota pública por un juez o fiscal parcializado, no fueron derrotados en justa lid, no han sido siquiera condenados, pero están aislados y a merced del poder plutocrático.

Assange retó el secreto criminal de las agencias de inteligencia de EE.UU. y del capital global. Lula y Correa distribuyeron entre los más pobres una parte de la riqueza que administraban. Develar lo oculto y generar esperanza fue su pecado y, por ello, los castigan.

Para algunos son gajes y riesgos de la lucha. Para otros es un mensaje abrumador que lleva al derrotismo absoluto. Para unos más, es un problema a resolver para no caer en la trampa de una legalidad que no se respeta ella misma. La pregunta que surge es:

¿Cómo jugar contra el dueño del casino si además de marcar los naipes decide garrotear y encerrar a quien se atreva a ganarle usando sus propias reglas y cartas? ¿No se debe jugar?

Antes de avanzar

Ante todo, deberíamos pensar en cómo liberarlos de su encierro. Es posible que ellos no hayan calculado bien, se hayan equivocado en algunas cosas, pero son de los nuestros.

También, hay que hacerles saber que fueron cientos de millones de personas las que creímos que el gran capital global era tan fuerte y estaba tan consolidado que no violaría su propia institucionalidad para reprimir de la forma como lo ha hecho. Estamos asimilando la lección.

Además, que no están solos y que valoramos al máximo su esfuerzo y valioso trabajo. Que los traidores han salido de sus madrigueras y quedaron expuestos.

Y que hay que evaluar con mucha rigurosidad para avanzar sobre lo recorrido. Los pueblos no tienen más salida que seguir luchando.

¿Por qué la oligarquía financiera global viola su propia legalidad?

Es evidente que en las últimas décadas los pueblos hemos avanzado y es el gran capital financiero global el que está en problemas.

Luego de la oficialización del fracaso del socialismo “estatista” del siglo xx (1989) que desde décadas atrás había mostrado sus limitaciones, los teóricos del capitalismo anunciaron su triunfo total. Pero los trabajadores y pueblos del mundo entero les dieron un rápido mentís.

El alzamiento zapatista en 1994 inauguró un nuevo tipo de luchas sociales y políticas anti-capitalistas y se desencadenó después el ciclo de los gobiernos progresistas de América Latina. Las movilizaciones contra la globalización neoliberal se hicieron sentir y las luchas por democracia real se desencadenaron por todo el planeta después de 2011 (primavera árabe, 15M, OcupaWS).

Posterior a la grave crisis económica y financiera de 2008, la inestabilidad ha sido la constante en el mundo del gran capital. La globalización neoliberal que traería riqueza y bienestar para todos en la actualidad se encuentra en una profunda crisis.

El “nacionalismo de gran-potencia” soportado en gobiernos autócratas que resurgió en Oriente después de la caída del “socialismo”, hoy es el modelo a seguir por Occidente. El “capitalismo asiático” se ha mostrado más efectivo y eficiente para la época actual.

Lo que se observa es que el capitalismo del siglo xxi, que ha vuelto a formas coloniales de súper-explotación del trabajo y de acumulación por despojo, no puede funcionar con la más mínima democracia. Trump, Bolsonaro, Duterte, etc., son la muestra de lo que se viene en todo el planeta.

La razón de fondo de la crisis de los gobiernos progresistas consiste –precisamente– en la no comprensión de esa realidad y en la infundada ilusión de que las oligarquías plutocráticas iban a respetar los llamados “mínimos democráticos”.      

De la crítica al progresismo latinoamericano

Ahora que los gobiernos progresistas de América Latina pasan por un ciclo difícil y regresivo empieza a ponerse de moda una crítica despiadada y visceral de algunas izquierdas “puristas” y sectores supuestamente “radicales”. Esa crítica tiene sesgos realmente infantiles.

Creo que la experiencia de los movimientos y gobiernos progresistas de la región debe abordarse con mucha mayor seriedad y rigurosidad. Ir más allá del progresismo sin cuestionar las razones profundas de “nuestro” fracaso común, es seguir en lo mismo.

Lo denomino “fracaso común” porque así mucha gente de la izquierda –incluida la “izquierda autonomista”– no lo quiera reconocer, hemos contribuido de una forma u otra con ese fracaso. No le llamo derrota, aunque podría ser en realidad una auto-derrota.

Desde hace varios años algunas personas hemos señalado lo que consideramos “errores” cometidos por los gobiernos progresistas y de izquierda sin dejar de reconocer los aciertos y la intencionalidad democrática-popular de todos sus principales dirigentes.

Esos errores son: 1. Destinar el grueso de los recursos disponibles a ampliar la cobertura de servicios públicos sin priorizar el cambio de la matriz productiva dependiente de la exportación de materias primas, y; 2. Debilitar la autonomía del movimiento social por medio de la cooptación de sus organizaciones y más importantes dirigentes.

Creemos que esas dos falencias están conectadas y soportadas por una concepción cristiana, paternalista y asistencialista de la lucha revolucionaria. Es la base filosófica de lo que ha sido una especie de suicidio político y de desarme espiritual de la lucha de nuestros pueblos.

Se renunció desde los gobiernos progresistas a lo que había sido el soporte central de nuestras luchas que consiste en templar nuestras fuerzas en y por medio del trabajo, la organización y la movilización para lograr las transformaciones estructurales que requiere y exige la vida.

Profundizar la autocrítica y la evaluación

El problema de la cooptación y el debilitamiento del movimiento social no corresponde solo a los gobiernos progresistas. Si las organizaciones sociales hubieran tenido la suficiente madurez política y organizativa, habrían ayudado a orientar a los gobernantes y fortalecido los procesos sociales y políticos desde abajo y por arriba. Por ello, de una forma u otra, somos co-responsables.

Tenemos al frente una gran multiplicidad de experiencias por evaluar y superar. Una de ellas es la relación con el Estado. Pareciera que no hemos logrado entender la naturaleza del Estado y que ingenuamente hemos intentado usarlo a nuestro favor apostándole todo a su “fuerza”.

En ese terreno debemos resolver varios dilemas. Si no estamos preparados, si nuestra fuerza es débil, fácilmente el Estado nos captura y nos introduce en su dinámica. Terminamos gestionando el gran capital y sus instituciones, creyendo ingenuamente que lo utilizamos en nuestro favor.

Pero, del otro lado, si sobredimensionamos nuestra debilidad y nos negamos a luchar en el terreno del Estado (institucionalidad), también permitimos que el monstruo capture a las mayorías y las utilice en nuestra contra para aislarnos y golpearnos. 

“Ni mucho que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, decían los abuelos cuando querían alertar sobre los extremismos.

Hoy tenemos una serie de miradas –diversas y complejas– de la vida (naturaleza, sociedad y pensamiento) que nos permiten superar las concepciones dualistas y mecanicistas que han sido una enorme carga negativa para nuestras luchas.

Para hacerlo debemos dialogar con respeto y total honestidad.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

lunes, 3 de diciembre de 2018

EL FISCAL GENERAL NO PUEDE RENUNCIAR; SEGUIRÁ DELINQUIENDO

EL FISCAL GENERAL NO PUEDE RENUNCIAR; SEGUIRÁ DELINQUIENDO

 Popayán, 3 de diciembre de 2018
Si el fiscal general renunciara se le acabaría su carrera. No la de abogado sino la de protector de delincuentes. Entró en el círculo de los que están jugados con el crimen. No obstante, al aferrarse a la fiscalía acabó con su carrera de abogado. Si renunciara, los potentados a los que resguarda no lo protegerían. Por ello, el fiscal es un verdadero peligro y un peligro letal. De ser abogado del diablo pasó a ser un “capo de capos”. Ya está condenado pero no le importa. Es “su naturaleza”.
El caso del fiscal general de Colombia retrata muy bien lo que está ocurriendo en el mundo. Verdaderos delincuentes están llegando a gobernar. Caso de Trump o Bolsonaro. Y nombran fiscales, procuradores, magistrados y jueces para que los protejan. Fue lo que pasó con Sergio Moro en Brasil pero ocurre en todas partes. Por ello se equivocan quienes piensan que pueden mejorar la institucionalidad haciendo campañas y aprobando leyes contra la corrupción.
La lucha por moralizar la administración pública hay que impulsarla a todos los niveles pero como una estrategia política para señalar, identificar y mostrar abiertamente las intricadas relaciones entre gobernantes, jueces y plutócratas capitalistas. Pero no hay que hacerse ninguna ilusión mientras ellos tengan el control de los Estados y gobiernos. Se requiere que construyamos una gran fuerza social y política para poder destruir esas oscuras “relaciones” de poder, que son de una compleja multiplicidad. Mientras ellos gobiernen, nunca las desentrañaremos.
Ese fenómeno de participación directa de delincuentes de diversa naturaleza en la administración pública y en el control del Estado corresponde a la crisis del capitalismo y a la agudización de la lucha social y política en todo el planeta. Las economías criminales (legales e ilegales) exigen y piden gobiernos criminales. Es por esa razón que el momento de los llamados partidos de “centro” ha quedado atrás. Hoy son historia porque el monstruo sacó su cabeza y la corrupción político-administrativa se evidenció como un problema sistémico del capitalismo.
El neoliberalismo fue el caldo de cultivo para que la lumpen-burguesía asomara la cabeza con fuerza y se pusiera al frente de la gran oligarquía financiera global. El tema es que ya no pueden dominar “por las buenas”; su falsa democracia ya no puede ocultar las relaciones entre banqueros y políticos; no pueden tapar los negocios entre las mafias y los más encumbrados representantes de la sociedad; no pueden disimular los lazos entre los medios de comunicación (entretenimiento) y los poderosos multimillonarios. El velo de la falsa democracia ha caído.
Los pueblos, los trabajadores, los excluidos, los desarraigados y desterritorializados no podemos hacernos ilusiones vanas. Tampoco se trata de dejarles el terreno institucional en manos de los corruptos y mucho menos lanzarnos a rebeliones armadas que son fácilmente neutralizadas, como ocurrió en Colombia en las últimas 5 décadas. El arte pareciera ser combinar la lucha política-electoral con una refinada estrategia de organización popular que vaya más allá de los votos.
La campaña de denuncias debe continuar. Hay que rodear a los periodistas valientes que están mostrando la podredumbre de “los de arriba”. Hay que fortalecer nuevas formas de periodismo que rompa con los monopolios informativos. Hay que mostrar con mayor fuerza y creatividad todas las relaciones incestuosas entre el gran capital, la política, la justicia y los medios de comunicación. Y prepararnos para una lucha “extra-institucional” (no armada) muy inteligente y estratégica que sea capaz de enfrentar esos poderes fácticos que gobiernan a la sombra de la institucionalidad oficial (que es la visible, la que colocan de pantalla).
Es lo que muestran e indican los hechos. Claro, es una lucha a muerte.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado  

viernes, 30 de noviembre de 2018

¿PAZ O PACIFICACIÓN? NO IMPORTA, EL PUEBLO AVANZA


¿PAZ O PACIFICACIÓN? NO IMPORTA, EL PUEBLO AVANZA

Popayán, 29 de noviembre de 2018

Se cumplen dos (2) años de la firma final de los acuerdos entre los dirigentes de las Farc y el gobierno de Juan Manuel Santos. Se elaboran y publican diversos balances del “proceso” en cuanto a cumplimiento y avance de los diferentes compromisos adquiridos por las partes firmantes y se reflexiona sobre el impacto de ese hecho para la sociedad colombiana.

Para algunos es algo histórico mientras para otros es una farsa. Para unos fue una decisión soberana del gobierno colombiano y para otros fue una imposición del gran capital global. Calificar ese suceso es tan difícil que hasta los mismos dirigentes de la guerrilla están divididos frente a la interpretación de los hechos anteriores y subsiguientes a la firma.

“Cada quien califica la fiesta según como le haya ido” reza el dicho popular. Lo que queda en nuestro imaginario es que se desmovilizó y desarmó a una parte de la “guerrillerada” fariana pero las causas de la existencia de grupos armados ilegales siguen vivas y vigentes. El narcotráfico está allí y muy poca gente realmente está interesada en acabarlo.

Se vaticinaba que al desaparecer las Farc como actor político armado se iba a terminar la estigmatización y persecución de los dirigentes sociales acusados de ser colaboradores de la guerrilla. No ocurrió así. Lo real es que, empezando por Petro, candidato presidencial y hoy senador, el acoso, cacería y asesinato de líderes de oposición continúa con saña y rencor.

Al contrario, la muerte física y virtual acecha a los dirigentes de la oposición democrática, mucho más ahora que las fuerzas políticas del establecimiento oligárquico se encuentran a la defensiva ante las aparición de múltiples pruebas que los comprometen a todos con la corrupción sistémica y los muestran como lo que realmente son: mandaderos y sirvientes de los grandes potentados capitalistas.

Duque y Uribe en el gobierno lograron entender que la concertación de la “paz” con las Farc era una de las condiciones para que la llamada “comunidad internacional”, entre ella la OCDE, admitiera a Colombia en ese “foro económico” que es una especie de “para-Estado global”. Así, la decisión del gobierno colombiano no era totalmente soberana y autónoma.

Ahora, en las evaluaciones y reflexiones que nos interesa hacer pensando en el futuro se puede apreciar que la dirigencia de las Farc era consciente de esa realidad global y nacional y, por ello, aceptaron la imposición de las llamadas “líneas rojas”, o sea, la condición de que la negociación y los acuerdos no afectarían la esencia del sistema económico ni la estructura del régimen político vigente.

Aceptaron esas condiciones creyendo que el proceso de paz desencadenaría un movimiento social capaz de romper las limitaciones impuestas por el gobierno. Pero, los comandantes farianos calcularon mal. No se generó ese gran movimiento y la casta dominante logró su objetivo con un costo mínimo. Es la misma ilusión que tiene el Eln sin que exista razón alguna para pensar que su proceso vaya a ser diferente al de las Farc. 

Es evidente que el conjunto de la población aspira a la paz pero muy poca gente estaba dispuesta a movilizarse al lado de las Farc para obtener las metas que esa organización pretendía lograr. Es más, la mayoría de sus “conquistas formales” (acuerdos firmados) no están –como lo ha demostrado la vida– apoyadas por un gran movimiento social y político.

La oligarquía global jugó a tres bandas y jugó bien. Santos convencía a las Farc con expertos negociadores, algunos conscientes de su papel de comodines y otros convencidos que el Estado cumpliría. Uribe jugaba desde el campo contrario para servir de contrapeso. Y la “comunidad internacional” presionaba desde afuera –como lo sigue haciendo– para posar de pacifistas y democráticos cuando en realidad solo les interesan las condiciones de inversión que requieren sus empresas. Todos ellos sabían cuál era el objetivo y el negocio.   

Pero el topo sigue cavando y avanzando. Es indudable que ha sido muy positivo para nuestro pueblo que el fantasma de una guerrilla comunista triunfante haya desaparecido del imaginario colectivo. Por tanto, la evaluación no debe girar alrededor de la falsa creencia de que las armas eran la herramienta ideal para obligar al gobierno a cumplir los acuerdos firmados. No, por allí no es el asunto. La lucha armada guerrillera había sido instrumentalizada por el gran capital y dentro de esa lógica no había ninguna salida.

El terreno para el protagonismo de la sociedad está despejado. Las fuerzas sociales que requieren el verdadero cambio vienen reaccionando. Colombia por fin se encamina hacia una verdadera democratización, no como resultado de la negociación con las clases dominantes sino por efecto del avance consciente de amplios sectores populares que van entendiendo que solo la fuerza de su organización y movilización es la única garantía para construir una verdadera y efectiva justicia social.

Hay que aprender de lo ocurrido en los países de Sudamérica con los gobiernos progresistas. Ya no se trata solo de elegir un gobierno o presidente para administrar el Estado de la burguesía financiera. Sin renunciar a dicha tarea (ojalá corrigiendo muchas cosas) tenemos que apropiarnos de la calle y, paralelamente, construir “desde abajo” formas creativas de auto-gobiernos y de organizaciones sociales que implementen con absoluta autonomía nuevas formas de gestión económica y cultural de los recursos que tenemos en nuestras manos y que por falta de claridad cedemos de manera insulsa al capital financiero.

El “proceso de paz” debe ser evaluado desde “afuera” sin encerrarnos en su dinámica burocrática y aislada. Debemos estar atentos a lo que ocurre en la sociedad en su conjunto teniendo en cuenta que sin proponérselo la oligarquía ayudó a despejar el horizonte y los resultados están a la vista: el pueblo avanza y las castas dominantes retroceden. Eso es lo importante.  

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

lunes, 19 de noviembre de 2018

DUQUE O LA GRAN ESTAFA PRESIDENCIAL


Sobre la imagen negativa del gobierno Duque

DUQUE O LA GRAN ESTAFA PRESIDENCIAL

Popayán, 20 de noviembre de 2018

Se me pregunta cómo explico la caída vertical de la imagen del presidente Duque en la opinión pública colombiana. A 100 días de posesionado en el cargo diversas encuestadoras han medido el grado de aceptación de su gobierno y el resultado es bastante negativo.

Debo responder que no hay caída. Las encuestas dan entre el 27 y 33% de aprobación y Duque fue elegido con un 28,5% del potencial electoral. Lo que habría que explicar es por qué en estos tres meses de gobierno no ha logrado construir mayor credibilidad entre la población.  

Ya en anteriores artículos hemos planteado por qué el gobierno de Duque es y será “cínico e impotente” (https://bit.ly/2DMIwn1). La forma como se hizo elegir es su mayor contrasentido: con el programa de la oposición democrática y el apoyo total de las castas dominantes corruptas.

La tarea del presidente era reconocer la precariedad de su triunfo e iniciar un proceso consistente de presentación de su política para construir credibilidad. Pero no puede hacerlo; por ello, intenta construir la ficción de querer gobernar sin corrupción rodeado por los mismos corruptos.

En fin, no se le puede pedir peras al olmo; los corruptos y clientelistas de siete suelas no pueden aprobar ninguna reforma democrática en política-electoral, justicia o política social. Y si lo hicieran, serían leyes aprobadas formalmente para desconocerlas desde el poder real.  

Duque llamó a un pacto nacional después de haber nombrado a uribistas y tecnócratas gremiales en su gabinete ministerial. Pero, ni el mismo se creía el cuento y, por ello, nadie le hizo caso. Como era un llamado engañoso rápidamente olvidó y archivó su propuesta de consenso nacional.  

Fue un “cañazo” que desgraciadamente ningún político de oposición tomó con seriedad. Si lo hubiera hecho, el desgaste de Duque sería mayor. Claudia López lo hizo parcialmente sobre el tema de la corrupción y, como era de esperarse, ni Duque ni los partidos que lo apoyaron han cumplido la palabra empeñada. Es una de las causas del balance negativo de su gestión.

Tal parece que el “pacto” iba dirigido hacia su propio partido (CD) que antes de la posesión ya estaba dividido: unos, la ultra-derecha que quiere guerra abierta con Venezuela para justificar la destrucción de los acuerdos de paz y la aplicación del paquete impuesto por la OCDE[1]; otros, los que quieren “mermelada”, y unos más,  que juegan a ser la “nueva derecha” sin mayor decisión.

Cada grupo tiene sus representantes: el pícaro de Invercolsa y el presidente del Congreso encabezan el primero; los políticos clientelistas que se corrieron hacia el CD son los del 2º grupo; y Duque y Carrasquilla lideran a los “nuevos” tecnócratas neoliberales que improvisan en todo.

Por supuesto, ahora están más divididos e inconformes que antes; piden en forma simultánea, beligerante y desordenada “mano dura” contra los estudiantes y las protestas sociales, no apoyan el IVA a la canasta básica por temor a un estallido popular, y exigen mayor liderazgo a Duque.

Todos añoran el talante de su “jefe natural” (Uribe); saben que éste logró –por ahora– negociar su impunidad, que fue el principal motivo por el cual escogió a Duque, pero son conscientes (a regañadientes) que solo con un joven “embaucador” y “moderado”, podrían asegurar el triunfo.

Lo que se les ha venido encima a los políticos del establecimiento corrupto no tiene nombre. Y no pueden hacer nada para evitarlo. Ya en el gobierno no podían atacar a Santos porque gran parte de sus apoyos provenían del mismo costal como lo comprueba el “affaire” Pizano-Fiscal-Odebrecht. Están obligados a presentar al Congreso el paquete de reformas tributarias para quedar bien con sus verdaderos patrocinadores de la OCDE. Y así no logren mayores resultados se quedan con el desprestigio de querer “clavar” con más impuestos al pueblo y a las clases medias y de intentar bajarles tributos a los ricos. En fin, se quedan con el pecado y sin el género.

Duque y toda la clase política tradicional es víctima de sus contradicciones. Darío Arismendi, prestigioso periodista de Caracol Radio, recién premiado en España y aleccionado por sus jefes del Grupo Prisa, se atreve a exigir la renuncia del Fiscal General y además, cuestiona a Duque por su endeble personalidad y su falta de liderazgo. Todo “en defensa de la institucionalidad” (https://bit.ly/2Kh18Mw). Es un síntoma del desespero que se apodera de los círculos del poder.

En Colombia se profundiza la quiebra moral y política de la casta dominante; hace rato los grandes empresarios bajaron la guardia y aceptaron cínicamente su propia corrupción. La degeneración de la oligarquía colombiana que se enriqueció con las economías criminales es absoluta y no la pueden tapar. Además, con Uribe ya quemaron la “carta Bolsonaro”.

Es la hora de los demócratas pero para aprovechar el momento hay que aprender de los errores propios y de los cometidos por progresistas e izquierdas latinoamericanas. Juego y balón están en nuestra cancha y, por eso, hay que afinar estrategias y puntería.  

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado



[1] La OCDE exige como mínimo una draconiana política tributaria para ajustar la situación fiscal del Estado.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

LOS "BOLSONAROS" EN COLOMBIA ESTÁN A LA DEFENSIVA



LOS "BOLSONAROS" EN COLOMBIA ESTÁN A LA DEFENSIVA
Popayán, 14 de noviembre de 2018

Lo que acontece en Colombia es de una dimensión y una complejidad asombrosa que para ser comprendida hay que acudir al espíritu del realismo mágico y al estudio de lo no-evidente, a fin de desentrañar la oscura cadena de hechos, intereses y actores, identificar conexiones y desconexiones, heterogeneidades y multiplicidades, significados y significantes, y poder así captar el movimiento real que fluye en los límites e intersticios de nuestra sociedad.   

El último suceso tiene que ver con el entramado de corrupción de Odebrecht que compromete al Fiscal General. El ingrediente explosivo es la desaparición súbita e inesperada del testigo clave de la investigación, el envenenamiento de uno de sus hijos, el extraño accidente en Chile de la fiscal del caso que la tiene al borde de la muerte, y la difusión en medios de comunicación de pruebas póstumas que confirman las denuncias de periodistas y políticos de oposición.   

Hechos puntuales sobre el “caso Odebrecht” y el Fiscal General

-  El caso de corrupción de Odebrecht compromete en Colombia a los ex-presidentes Uribe y Santos, al actual presidente Duque, a varios candidatos presidenciales de períodos precedentes (Santos, Zuluaga, Duque), al poderoso potentado empresarial Luis Carlos Sarmiento Angulo (Grupo Aval y Corficolombiana), y a muchos funcionarios, intermediarios y políticos corruptos.

-  Néstor Humberto Martínez Neira fue elegido Fiscal General de la Nación hace 2 años. Además de haber sido ministro del interior y de justicia de gobiernos anteriores fue ministro de la presidencia en el último período de Santos, y asesor jurídico de empresarios colombianos y extranjeros, entre ellos el Grupo Aval, que está comprometido en el caso Odebrecht.

-  Fue un nombramiento hecho a dedo. Esa decisión política es camuflada en Colombia con la elección en la Corte Suprema de Justicia de una terna presentada por el presidente de la República. Martínez Neira que contó con el apoyo de todos los partidos políticos del establecimiento oligárquico y de los gremios empresariales.

-  Jorge Robledo y Claudia López, senadores del Polo Democrático y Alianza Verde, cuestionaron esa designación. A la cabeza de sus partidos y de amplios sectores de opinión denunciaron por conflicto de intereses al Fiscal General y solicitaron con vehemencia su marginación de la investigación por corrupción de Odebrecht y el nombramiento por parte de la Corte Suprema de Justicia de un Fiscal Ad-hoc independiente de la Fiscalía para garantizar imparcialidad y transparencia en esa acción judicial. En su momento, no lograron mayor resultado.

-  Hasta la fecha esa investigación ha comprometido a funcionarios y políticos de segundo nivel o rango, y a diferencia de lo ocurrido en otros países de América Latina en donde presidentes, altos funcionarios del Estado y grandes empresarios han terminado en la cárcel, en Colombia esa investigación no avanza y se ha visto entorpecida por los mismos funcionarios judiciales.

-  Jorge Enrique Pizano (qepd), auditor del consorcio creado por Corficolombiana y Odebrecht en Colombia identificó desde 2013 actuaciones sospechosas que violaban la normatividad y la ética profesional; en 2015 presentó indicios y pruebas a Néstor Humberto Martínez, por entonces asesor jurídico del Grupo Aval, para que la empresa iniciara una investigación interna. Pocos días después Martínez Neira fue elegido Fiscal General de la Nación y, en vez de profundizar la investigación, acorraló al denunciante y obstaculizó el avance de la misma.    

-  Las declaraciones concedidas por Jorge Enrique Pizano y los audios de entrevistas con Néstor Humberto Martínez entregados al Canal 1 de TV, y a otros periodistas, que fueron difundidas parcialmente en forma póstuma el pasado 12 de noviembre por voluntad del denunciante, sacaron a relucir un entramado criminal de altos quilates donde el Fiscal General es protagonista pero hay otros comprometidos con mayor y gran poder. De acuerdo a lo conocido, Pizano creía que su vida estaba en peligro y autorizó a los comunicadores a hacer público su contenido si algo ocurría contra su integridad. Para agravar los hechos, su hijo Alejandro murió envenenado tres días después del deceso de su progenitor cuando consumió un líquido que estaba en el escritorio de su padre. Todo apunta a que Pizano no murió de un ataque cardiaco como inicialmente se dijo sino que fue asesinado. Las aguas turbias se agitan pero ocultan la verdad.

1ª conclusión: El actual Fiscal General fue nombrado por Santos, Uribe, Sarmiento Angulo y todas las mafias que nos gobiernan para proteger sus negocios y encubrir grandes crímenes.

La evolución de la política colombiana y los intereses en juego

Colombia es el único país de Latinoamérica donde las fuerzas democráticas desarrollaron una amplia lucha contra la corrupción político-administrativa, involucrando a la ciudadanía en actividades de denuncia, recolección de firmas, consulta popular, iniciativas legislativas contra la actividad corruptora y vigilancia activa de hechos punibles que comprometen a funcionarios del poder ejecutivo, legislativo, judicial y contratistas privados. En los demás países la lucha contra la corrupción se usó por las clases dominantes para contrarrestar a las fuerzas del cambio como ocurrió con los procesos contra Lula (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina) y Correa (Ecuador), aprovechando debilidades ideológicas y graves errores cometidos en su gestión de gobierno.  

Tales acciones anti-corrupción incidieron positivamente en la pasada campaña electoral y consiguieron que hasta los partidos políticos tradicionales, incluyendo a su candidato Iván Duque, hoy presidente en ejercicio, se comprometieran a impulsar en el Congreso los 7 puntos de la consulta anti-corrupción respaldada por 12 millones de personas. Además, ese espíritu de ética pública ha obligado al gobierno a desechar –así sea en apariencia– el uso de canonjías (“mermelada”) para obtener el apoyo político de los congresistas para sus iniciativas legislativas.

No obstante, la casta dominante colombiana ha intentado arrebatar la iniciativa de la lucha contra la corrupción a la oposición. Para eso nombraron al Fiscal Martínez y al Procurador Carrillo. Santos en medio de las afujías del “proceso de paz” logró ese consenso en el seno del establecimiento oficial. Esos altos funcionarios tienen la función de legitimar la institucionalidad en crisis. Para tal fin el Fiscal lanzó una especie de “justicia mediática” usando una serie de casos judiciales (cartel de la “Toga”, supuestos testaferros de las Farc, etc.) para tapar asuntos gruesos que comprometen a sus multimillonarios patrones. Igual, intentan debilitar la jurisdicción especial de paz (JEP) en favor de intereses de políticos, empresarios y militares que quieren enterrar la verdad que está en el trasfondo del conflicto armado.

Para entender la situación actual hay que retrotraerse a lo ocurrido en la campaña electoral. Todo estaba a favor de que un candidato de los partidos democráticos “anti-corruptos” (Polo-Verde-Compromiso Ciudadano-Colombia Humana) fuera electo. Sin embargo, algunas incoherencias y desaciertos de sus candidatos facilitaron a las derechas corruptas el triunfo electoral de su aspirante (Duque) que posó de “anti-corrupto” y se comprometió a “no hacer trizas” los acuerdos con las FARC. Es en ese contexto que Uribe diseñó su estrategia para negociar desde el gobierno su impunidad frente a las investigaciones que le respiraban en la nuca. Una vez posesionado Duque, el ex–presidente forcejeó con la Corte Suprema de Justicia y consiguió que su caso de manipulación de testigos pasara a manos de una magistrada formada en las filas del ejército. Es un hecho a tener en cuenta.

2ª conclusión: Uribe usa a Duque porque era la única carta para lograr el gobierno y garantizar su impunidad y la de sus cómplices. No obstante, la coalición de gobierno es débil e incoherente.  

El gobierno Duque y su impotente demagogia

Iván Duque heredó del gobierno Santos la aceptación de Colombia en la OCDE que acaba de ser sancionada por el Congreso colombiano como si fuera una decisión soberana y autónoma. Esa coalición económica de poderosos Estados que representan a la oligarquía financiera global está interesada en invertir grandes capitales en nuestro país e impone condiciones básicas y mínimas para asegurar sus objetivos. Entre ellas está la continuidad del proceso de paz y la adecuación de la normatividad tributaria, fiscal y salarial a fin de garantizar la obtención de pingües ganancias de los negocios proyectados. Es un compromiso que Uribe y Duque conocían de antemano.

Solo teniendo en cuenta esa circunstancia se pueden entender los actos de este gobierno. Ellos son conscientes que si no hubiera sido por la aureola de miedo que generaban las FARC, Petro los habría derrotado en las elecciones como lo hizo AMLO en México. Pero no tienen claro el panorama ni la estrategia a seguir. Están obligados a mantener el proceso de paz pero lo que realmente les preocupa es cómo aplicar el paquete neoliberal impuesto por la oligarquía financiera global sin generar un estallido popular. Saben que si no fuera por los recursos que irriga la industria del narcotráfico en la economía legal, la conflictividad social pondría en jaque su institucionalidad, y por ello tienen que jugar con mucho tacto y demagogia para engañar.

Por ello juegan al reformismo en el Congreso para distraer a la opinión pública. Miden el aceite con la llamada “ley de financiamiento” para subir impuestos a las clases medias y bajar tributos a los ricos como lo ordenó la OCDE, pero son conscientes del limitado margen de maniobra que tienen. Además, Duque no tiene el talante para lidiar con los graves problemas represados y heredados de administraciones anteriores, y ellos lo saben. Él es un pobre reflejo de la forma como ganó las elecciones, usando el miedo y las mentiras para llegar sin tener claro cómo van a sobreaguar una situación económica y fiscal que los obligará a recortar el gasto social porque son incapaces de afectar a los poderes financieros y mafias de todo tipo, que son sus patrocinadores.

El fenómeno que se avizora en el próximo futuro es la quiebra interna del uribismo (como ya se observa) y la desbandada general de políticos corruptos que buscarán camuflarse de demócratas y hasta de “izquierdistas” para tratar de mantener su control en los gobiernos locales y regionales. La movilización social iniciada por el paro nacional universitario y el rechazo popular a las intenciones de gravar con IVA la canasta familiar (comida), son solo antecedentes de las movilizaciones que vendrán: contra el alza de los precios de los combustibles, la persecución de la economía informal (Sanandresitos y ventas ambulantes), y los incrementos en impuestos prediales y recortes de los subsidios a los servicios públicos que inevitablemente el gobierno aplicará para balancear sus gastos. Además de los incumplimientos a cocaleros y a otros sectores sociales involucrados en el posconflicto o que tienen acuerdos incumplidos.

Las fuerzas democráticas y los movimientos sociales tendrán que unificar fuerzas y enfoques para ponerse a la cabeza de la movilización social de cara a las elecciones regionales y locales. La lucha contra la corrupción debe profundizarse y algunos aspectos programáticos que se convirtieron en ejes de la pasada campaña electoral tendrán que aterrizarse frente a la realidad de municipios y departamentos. Se trata de impulsar un salto cualitativo de las fuerzas políticas del cambio, la defensa de la vida y la esperanza de un mundo mejor. En Colombia como en México las fuerzas democráticas pueden pasar a la ofensiva pero deberán tener cuidado frente a temas difíciles que pueden ser explotados por las derechas ultra-conservadoras si no se manejan con criterio democrático e incluyente (diferencias étnicas, de género, religiosos, inmigrantes, etc.).

3ª conclusiónLos Bolsonaros en Colombia están a la defensiva, solo les interesa su impunidad. Hay que confiar y apoyarse en la gente. La movilización social está a la orden del día.

E-.mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado