LOS "BOLSONAROS" EN
COLOMBIA ESTÁN A LA DEFENSIVA
Popayán, 14 de noviembre de 2018
Lo que acontece en Colombia es de
una dimensión y una complejidad asombrosa que para ser comprendida hay que
acudir al espíritu del realismo mágico y al estudio de lo no-evidente, a fin de
desentrañar la oscura cadena de hechos, intereses y actores, identificar
conexiones y desconexiones, heterogeneidades y multiplicidades, significados y
significantes, y poder así captar el movimiento real que fluye en los límites e
intersticios de nuestra sociedad.
El último suceso tiene que ver
con el entramado de corrupción de Odebrecht que compromete al Fiscal General. El
ingrediente explosivo es la desaparición súbita e inesperada del testigo clave
de la investigación, el envenenamiento de uno de sus hijos, el extraño
accidente en Chile de la fiscal del caso que la tiene al borde de la muerte, y
la difusión en medios de comunicación de pruebas póstumas que confirman las denuncias
de periodistas y políticos de oposición.
Hechos puntuales sobre el “caso Odebrecht” y el Fiscal General
- El
caso de corrupción de Odebrecht compromete en Colombia a los ex-presidentes Uribe
y Santos, al actual presidente Duque, a varios candidatos presidenciales de
períodos precedentes (Santos, Zuluaga, Duque), al poderoso potentado
empresarial Luis Carlos Sarmiento Angulo (Grupo Aval y Corficolombiana), y a
muchos funcionarios, intermediarios y políticos corruptos.
- Néstor
Humberto Martínez Neira fue elegido Fiscal General de la Nación hace 2 años. Además
de haber sido ministro del interior y de justicia de gobiernos anteriores fue ministro
de la presidencia en el último período de Santos, y asesor jurídico de empresarios
colombianos y extranjeros, entre ellos el Grupo Aval, que está comprometido en
el caso Odebrecht.
- Fue
un nombramiento hecho a dedo. Esa decisión política es camuflada en Colombia con
la elección en la Corte Suprema de Justicia de una terna presentada por el
presidente de la República. Martínez Neira que contó con el apoyo de todos los
partidos políticos del establecimiento oligárquico y de los gremios
empresariales.
- Jorge
Robledo y Claudia López, senadores del Polo Democrático y Alianza Verde,
cuestionaron esa designación. A la cabeza de sus partidos y de amplios sectores
de opinión denunciaron por conflicto de intereses al Fiscal General y solicitaron
con vehemencia su marginación de la investigación por corrupción de Odebrecht y
el nombramiento por parte de la Corte Suprema de Justicia de un Fiscal Ad-hoc
independiente de la Fiscalía para garantizar imparcialidad y transparencia en
esa acción judicial. En su momento, no lograron mayor resultado.
- Hasta
la fecha esa investigación ha comprometido a funcionarios y políticos de
segundo nivel o rango, y a diferencia de lo ocurrido en otros países de América
Latina en donde presidentes, altos funcionarios del Estado y grandes
empresarios han terminado en la cárcel, en Colombia esa investigación no avanza
y se ha visto entorpecida por los mismos funcionarios judiciales.
- Jorge
Enrique Pizano (qepd), auditor del consorcio creado por Corficolombiana y
Odebrecht en Colombia identificó desde 2013 actuaciones sospechosas que
violaban la normatividad y la ética profesional; en 2015 presentó indicios y
pruebas a Néstor Humberto Martínez, por entonces asesor jurídico del Grupo Aval,
para que la empresa iniciara una investigación interna. Pocos días después Martínez
Neira fue elegido Fiscal General de la Nación y, en vez de profundizar la
investigación, acorraló al denunciante y obstaculizó el avance de la misma.
- Las
declaraciones concedidas por Jorge Enrique Pizano y los audios de entrevistas
con Néstor Humberto Martínez entregados al Canal 1 de TV, y a otros periodistas,
que fueron difundidas parcialmente en forma póstuma el pasado 12 de noviembre por
voluntad del denunciante, sacaron a relucir un entramado criminal de altos
quilates donde el Fiscal General es protagonista pero hay otros comprometidos
con mayor y gran poder. De acuerdo a lo conocido, Pizano creía que su vida estaba
en peligro y autorizó a los comunicadores a hacer público su contenido si algo ocurría
contra su integridad. Para agravar los hechos, su hijo Alejandro murió envenenado
tres días después del deceso de su progenitor cuando consumió un líquido que
estaba en el escritorio de su padre. Todo apunta a que Pizano no murió de un
ataque cardiaco como inicialmente se dijo sino que fue asesinado. Las aguas
turbias se agitan pero ocultan la verdad.
1ª conclusión: El actual
Fiscal General fue nombrado por Santos, Uribe, Sarmiento Angulo y todas las
mafias que nos gobiernan para proteger sus negocios y encubrir grandes crímenes.
La evolución de la política colombiana y los intereses en juego
Colombia es el único país de Latinoamérica
donde las fuerzas democráticas desarrollaron una amplia lucha contra la
corrupción político-administrativa, involucrando a la ciudadanía en actividades
de denuncia, recolección de firmas, consulta popular, iniciativas legislativas
contra la actividad corruptora y vigilancia activa de hechos punibles que
comprometen a funcionarios del poder ejecutivo, legislativo, judicial y contratistas
privados. En los demás países la lucha contra la corrupción se usó por las
clases dominantes para contrarrestar a las fuerzas del cambio como ocurrió con
los procesos contra Lula (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina) y Correa (Ecuador),
aprovechando debilidades ideológicas y graves errores cometidos en su gestión
de gobierno.
Tales acciones anti-corrupción incidieron
positivamente en la pasada campaña electoral y consiguieron que hasta los
partidos políticos tradicionales, incluyendo a su candidato Iván Duque, hoy
presidente en ejercicio, se comprometieran a impulsar en el Congreso los 7
puntos de la consulta anti-corrupción respaldada por 12 millones de personas.
Además, ese espíritu de ética pública ha obligado al gobierno a desechar –así sea
en apariencia– el uso de canonjías (“mermelada”) para obtener el apoyo político
de los congresistas para sus iniciativas legislativas.
No obstante, la casta dominante
colombiana ha intentado arrebatar la iniciativa de la lucha contra la
corrupción a la oposición. Para eso nombraron al Fiscal Martínez y al Procurador
Carrillo. Santos en medio de las afujías del “proceso de paz” logró ese
consenso en el seno del establecimiento oficial. Esos altos funcionarios tienen
la función de legitimar la institucionalidad en crisis. Para tal fin el Fiscal lanzó
una especie de “justicia mediática” usando una serie de casos judiciales
(cartel de la “Toga”, supuestos testaferros de las Farc, etc.) para tapar asuntos
gruesos que comprometen a sus multimillonarios patrones. Igual, intentan
debilitar la jurisdicción especial de paz (JEP) en favor de intereses de políticos,
empresarios y militares que quieren enterrar la verdad que está en el trasfondo
del conflicto armado.
Para entender la situación actual
hay que retrotraerse a lo ocurrido en la campaña electoral. Todo estaba a favor
de que un candidato de los partidos democráticos “anti-corruptos” (Polo-Verde-Compromiso
Ciudadano-Colombia Humana) fuera electo. Sin embargo, algunas incoherencias y desaciertos de
sus candidatos facilitaron a las derechas corruptas el triunfo electoral de su aspirante
(Duque) que posó de “anti-corrupto” y se comprometió a “no hacer trizas” los
acuerdos con las FARC. Es en ese contexto que Uribe diseñó su estrategia para negociar
desde el gobierno su impunidad frente a las investigaciones que le respiraban
en la nuca. Una vez posesionado Duque, el ex–presidente forcejeó con la Corte Suprema
de Justicia y consiguió que su caso de manipulación de testigos pasara a manos
de una magistrada formada en las filas del ejército. Es un hecho a tener en
cuenta.
2ª conclusión: Uribe usa a
Duque porque era la única carta para lograr el gobierno y garantizar su impunidad
y la de sus cómplices. No obstante, la coalición de gobierno es débil e
incoherente.
El gobierno Duque y su impotente demagogia
Iván Duque heredó del gobierno Santos
la aceptación de Colombia en la OCDE que acaba de ser sancionada por el Congreso
colombiano como si fuera una decisión soberana y autónoma. Esa coalición económica
de poderosos Estados que representan a la oligarquía financiera global está
interesada en invertir grandes capitales en nuestro país e impone condiciones básicas
y mínimas para asegurar sus objetivos. Entre ellas está la continuidad del
proceso de paz y la adecuación de la normatividad tributaria, fiscal y salarial
a fin de garantizar la obtención de pingües ganancias de los negocios
proyectados. Es un compromiso que Uribe y Duque conocían de antemano.
Solo teniendo en cuenta esa
circunstancia se pueden entender los actos de este gobierno. Ellos son
conscientes que si no hubiera sido por la aureola de miedo que generaban las
FARC, Petro los habría derrotado en las elecciones como lo hizo AMLO en México.
Pero no tienen claro el panorama ni la estrategia a seguir. Están obligados a
mantener el proceso de paz pero lo que realmente les preocupa es cómo aplicar
el paquete neoliberal impuesto por la oligarquía financiera global sin generar
un estallido popular. Saben que si no fuera por los recursos que irriga la
industria del narcotráfico en la economía legal, la conflictividad social
pondría en jaque su institucionalidad, y por ello tienen que jugar con mucho
tacto y demagogia para engañar.
Por ello juegan al reformismo en
el Congreso para distraer a la opinión pública. Miden el aceite con la llamada “ley
de financiamiento” para subir impuestos a las clases medias y bajar tributos a los
ricos como lo ordenó la OCDE, pero son conscientes del limitado margen de
maniobra que tienen. Además, Duque no tiene el talante para lidiar con los
graves problemas represados y heredados de administraciones anteriores, y ellos
lo saben. Él es un pobre reflejo de la forma como ganó las elecciones, usando
el miedo y las mentiras para llegar sin tener claro cómo van a sobreaguar una situación
económica y fiscal que los obligará a recortar el gasto social porque son
incapaces de afectar a los poderes financieros y mafias de todo tipo, que son
sus patrocinadores.
El fenómeno que se avizora en el
próximo futuro es la quiebra interna del uribismo (como ya se observa) y la
desbandada general de políticos corruptos que buscarán camuflarse de demócratas
y hasta de “izquierdistas” para tratar de mantener su control en los gobiernos
locales y regionales. La movilización social iniciada por el paro nacional
universitario y el rechazo popular a las intenciones de gravar con IVA la
canasta familiar (comida), son solo antecedentes de las movilizaciones que
vendrán: contra el alza de los precios de los combustibles, la persecución de la
economía informal (Sanandresitos y ventas ambulantes), y los incrementos en
impuestos prediales y recortes de los subsidios a los servicios públicos que inevitablemente
el gobierno aplicará para balancear sus gastos. Además de los incumplimientos a
cocaleros y a otros sectores sociales involucrados en el posconflicto o que
tienen acuerdos incumplidos.
Las fuerzas democráticas y los
movimientos sociales tendrán que unificar fuerzas y enfoques para ponerse a la
cabeza de la movilización social de cara a las elecciones regionales y locales.
La lucha contra la corrupción debe profundizarse y algunos aspectos
programáticos que se convirtieron en ejes de la pasada campaña electoral tendrán
que aterrizarse frente a la realidad de municipios y departamentos. Se trata de
impulsar un salto cualitativo de las fuerzas políticas del cambio, la defensa
de la vida y la esperanza de un mundo mejor. En Colombia como en México las
fuerzas democráticas pueden pasar a la ofensiva pero deberán tener cuidado
frente a temas difíciles que pueden ser explotados por las derechas ultra-conservadoras
si no se manejan con criterio democrático e incluyente (diferencias étnicas, de
género, religiosos, inmigrantes, etc.).
3ª conclusión: Los Bolsonaros en Colombia están
a la defensiva, solo les interesa su impunidad. Hay que confiar y apoyarse en
la gente. La movilización social está a la orden del día.
E-.mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado
La pérdida de las pasadas elecciones por parte de la izquierda colombina tiene un punto positivo: todas las victorias se nutren de las derrotas aparentemente definitivas. Entre más severas, mejor, si hay la suficiente madurez para entenderlas. El lodazal de la "democracia" colombina no será eterno. Cientos de celdas esperan a quienes han desangrado nuestros nuestros sueño.
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