miércoles, 30 de octubre de 2019

¿Santander de Quilichao y el Cauca se convertirán en el Culiacán y el Sinaloa colombianos?

Fuerzas armadas del Cartel de Sinaloa
¿Santander de Quilichao y el Cauca se convertirán en el Culiacán y el Sinaloa colombianos?
         
Popayán, 30 de octubre de 2019

Lo que ocurre en el último período de violencia en el Norte del Cauca es consecuencia de que el llamado Cartel de Sinaloa se decidió a utilizar de frente a las llamadas “disidencias de las Farc” y a otros grupos armados ilegales que actúan en la región, para aterrorizar a la población y derrotar al movimiento indígena que le declaró desde hace varios años la guerra al narcotráfico y a la minería ilegal.  

En el período anterior a la desmovilización del grueso de las Farc no se había visto un nivel de violencia como el que actualmente se ha desencadenado. A pesar de que la guerrilla fariana actuaba como la “policía rural” de los narcos, su discurso y posición política le impedían realizar las masacres que ahora las “disidencias” están realizando bajo la orientación y financiación de los narcos mexicanos, que son sanguinarios y no respetan ni se paran ante nadie ni nada.  

La masacre de Tacueyó realizada ayer es su última acción. Asesinaron a la Gobernadora del Cabildo, Cristina Bautista, a 4 integrantes de la Guardia Indígena, dejaron heridos otros 5 comuneros y aterrorizada a la población de esa vereda, corregimiento y región. Pero la seguidilla de atentados y asesinatos lleva varios meses. La anterior fue la masacre de la candidata a la Alcaldía de Suárez, Karina García, su familia y sus guardaespaldas, pero vienen cayendo decenas de dirigentes indígenas y campesinos que se destacaban por su lucha y resistencia ante los poderes externos que quieren someterlos a su voluntad e intereses.

Los carteles mexicanos no son nuevos en Colombia. Actúan como intermediarios entre los narcotraficantes colombianos y el mercado estadounidense desde los tiempos en que los grandes capos de Colombia se dividieron y enfrentaron entre ellos (Cartel de Medellín y Cartel de Cali), y los pequeños jefes que surgieron en las regiones (Pereira, Tuluá, Cartago, Tumaco, Buenaventura, Urabá, Catatumbo, etc.) decidieron dejarle el gran negocio de “saltar el charco” (pasar la droga a EE.UU.) a sus  socios mexicanos para tratar de esquivar la extradición y no exponerse tanto. Por ello se conformaron solo con las ganancias de la producción y participar de un porcentaje del negocio y tráfico global.

Para los grandes terratenientes dueños de los ingenios azucareros, los políticos de derecha enemigos de los indígenas y para muchos mandos del ejército oficial, que seguramente reciben incentivos por dejar que el negocio de la droga florezca en Colombia, la confluencia de intereses entre el Cartel de Sinaloa y otros carteles mexicanos, no es ningún problema. Voltean a mirar para otro lado y se regocijan con la campaña de exterminio indígena y popular que se desarrolla ante los ojos de todos los colombianos, que anestesiados con el dinero del narcotráfico que irriga todos los negocios y llega a los bancos y supermercados de las grandes ciudades, también nos hacemos los locos creyendo que esa matanza se va a quedar en las montañas del Cauca.

Pronto Santander de Quilichao, Popayán o Cali, se convertirán en las nuevas Cualicán de Colombia, y el Cauca, Nariño y Valle, serán el Sinaloa de este país. Entonces, ya será muy tarde para reaccionar y los gobiernos tendrán que hacer lo que ya hace el presidente López Obrador en México, o sea, a nombre de la paz y la reconciliación dejar que los grandes capos gobiernen ciudades y regiones con ejércitos de mafias armadas hasta los dientes.

Está visto y comprobado que mientras exista la política de prohibición de la droga (cocaína, heroína, opio, marihuana, etc.), es decir, mientras no se acabe el incentivo artificial que hace que ese negocio sea tan rentable, nuestros pueblos se van a ver sometidos por más altos niveles de violencia, corrupción, delincuencia organizada, y connivencia estatal, que es utilizada a la vez, como estrategia política y económica para mantener a la población atemorizada y controlada.

¡Y los narcos y los bancos, hacen la fiesta!    

E-mail: ferdorado@gmail.com

viernes, 25 de octubre de 2019

La crisis del capitalismo global y el avance de los pueblos


¿Podremos revisar nuestras prácticas e ideas para mejorar nuestra capacidad de lucha?

La crisis del capitalismo global y el avance de los pueblos

Popayán, 25 de octubre de 2019

Los pueblos y los trabajadores del mundo entero venimos dando muestras de rebeldía y rebelión frente a los poderes económicos y políticos dominantes. No es solo de ahora, siempre hemos luchado pero parece que la crisis del capitalismo se acrecienta y las protestas se fortalecen y expanden.

En homenaje y como parte de esas luchas y expresiones de rebelión, planteo estos puntos para el debate, que no son ningún invento o descubrimiento personal, sino ideas surgidas en medio de las experiencias de lucha en nuestra región y en Colombia, pero también, recogen pensamientos elaborados por múltiples personas de muchas partes del mundo que han sido elaboradas al calor de luchas anteriores o actuales.  

a) Puntos sobre la realidad económica-productiva global

1. Actualmente existe una gran burguesía financiera global (GBFG) que monopoliza y concentra la riqueza en manos de muy pocas personas y familias multimillonarias.[1]

2. Esa GBFG controla, de una u otra forma, toda la producción y el comercio de mercancías y a todos los sectores productivos que están vinculados al mercado capitalista mundial[2].

3. Su forma de control no está basado en la propiedad formal (tradicional) de los medios de producción. Incluso, se ha desprendido de la mayoría de los “activos físicos o materiales”. Su control se basa en la propiedad oligopólica del capital financiero, el manejo especulativo de los centros financieros y de las monedas, y el control monopólico de la información y el conocimiento (propiedad intelectual). Algunos le llaman economía intangible o “capitalismo sin capital”[3].

4. Esa GBFG está organizada en poderosos conglomerados transnacionales de capitalistas que actúan y determinan las políticas y realidades con su fuerza económica directa y utilizan a los Estados (gobiernos, medios de comunicación, gremios, etc.) y organismos internacionales (ONU, OMC, OCDE, FMI, BM, etc.) para legalizar y oficializar su poder y control[4].

5. La concentración de la riqueza y la financiarización de la economía ha generado un deterioro creciente de la tasa de ganancia del capital[5], y ha obligado a los capitalistas a regresar a formas de control colonial de territorios y riquezas naturales, en lo que se ha llamado acumulación por desposesión y despojo (guerras, desestabilización de países, violencias delincuenciales, etc.)[6].

6. Así mismo, el control sobre las personas se ha tecnificado y se ha vuelto más imperceptible pero más eficaz, tanto por medio de la red de internet como con vigilancia digital de alto impacto[7]. Pero, además, las fuerzas armadas y la represión oficial se vuelven más sofisticadas y agresivas, y los Estados tienden a hacerse más despóticos y autoritarios frente a la crisis sistémica de la democracia representativa. El modelo del “capitalismo asiático” tiende a generalizarse[8].      

7. Existen cientos de miles de capitalistas medianos y pequeños, que cada vez están más subsumidos por ese dominio y no tienen otro camino que plegarse a esos intereses, aunque en ocasiones diseñan estrategias políticas para apoderarse de Estados y gobiernos periféricos para tratar de negociar en mejores condiciones con la GBFG, actuando como “burguesías emergentes”[9].

8. También existen millones de pequeños y medianos productores (pequeña burguesía) en todas las áreas de la producción (incluyendo campesinos, sean indígenas, negros, mestizos, cobrizos, amarillos, o blancos) que se ven subsumidos y subordinados a los intereses de esa GBFG, ya sea por medio del pago oneroso de intereses de créditos expropiatorios, la dependencia tecnológica, la compra de insumos o por el robo descarado de su fuerza de trabajo y de su producción mediante la comercialización monopólica y especulativa de las materias primas y de los productos procesados, o la manipulación de los precios internacionales en los mercados bursátiles[10].

9. Existen cientos de millones de trabajadores vinculados a las diversas áreas del proceso productivo como asalariados (en diversas modalidades de contratos legales e ilegales, indefinidos y temporales) y, a su lado, cientos de millones de trabajadores “informales”, vinculados a la producción y al mercado pero sin siquiera hacer parte “oficial” de los trabajadores (vendedores ambulantes, moto-taxistas, trabajadores por horas, trabajadores en casa a destajo, etc., etc.).[11] 

10. Existen millones de personas vinculadas a las economías ilegales y criminales, que no aparecen en los registros oficiales, en calidad de obreros, vigilantes, delincuentes, mercenarios, modelos, prostitut@s, y muchos otros[12].

11.  El proletariado industrial está reducido y concentrado en algunas factorías especializadas en producir bienes de capital (súper-máquinas) o en áreas de la manufactura en condiciones de súper-explotación (en China, India, Bangladesh, Vietnam, Indonesia, etc.) y ha surgido un nuevo proletariado especializado en la producción de conocimiento o “cognitariado” (software, control de la información, burocracia de diversos niveles, etc.)[13]

12. Esa GBFG utiliza los intereses nacionales, étnicos, culturales, sentimientos tribales, de género, de familia, creencias religiosas y los “valores” de consumo (entretenimiento, valores de “progreso”, ansias de enriquecimiento y reconocimiento personal), para dividir y enfrentar a los pueblos y a los trabajadores, e incentivar el individualismo al máximo para tratar de que los pueblos y trabajadores no reconozcan la verdadera situación y, se distraigan y desgasten con causas sectoriales y particulares que nunca pongan en cuestionamiento su poder global.

13. Los Estados, los gobiernos y todas las instituciones “controladas” (partidos políticos, iglesias, sindicatos, gremios, medios de comunicación, etc.), sirven a esos propósitos, sea consciente o inconscientemente.

b) Puntos sobre estrategia política revolucionaria

1. Para enfrentar ese control y dominio se requiere diseñar una nueva estrategia, en donde se recuperen parte de las tradiciones revolucionarias anteriores, que identifique con profundidad y claridad el problema estructural del actual capitalismo, ubique tanto el objetivo a conseguir como a las fuerzas sociales idóneas e interesadas (“sujetos sociales”) en enfrentar, desgastar y derrotar ese poder oligopólico dominante.

2. Tenemos múltiples experiencias en donde las clases oprimidas han fracasado en construir una sociedad basada en relaciones sociales de colaboración, cooperación y reciprocidad, porque se ha centrado de forma exclusiva en la acción política dentro y desde el Estado heredado (capitalista). De esas experiencias debemos aprender[14].

3. La idea de pasar del capitalismo al comunismo (con una fase de socialismo transitorio), o sea, pasar de un modo de producción a otro mediante la revolución política que le permita a las clases oprimidas asaltar el poder y desde allí construir el nuevo modo de producción, se ha mostrado como una idea equívoca. La práctica ha comprobado que las nuevas relaciones de producción no pueden “decretarse” ni construirse “de arriba hacia abajo”, y que el surgimiento de nuevas relaciones de producción no es un problema solo de voluntad sino de condiciones materiales y concretas (“objetivas y subjetivas”, en el antiguo lenguaje).

4. Si se revisa la historia, el paso de un modo de producción a otro ha implicado una serie de cambios lentos que se van acumulando en el tiempo, que transforman la naturaleza del trabajo y las relaciones sociales de producción y de consumo. El principal motor de esos cambios es la resistencia y las luchas de los trabajadores y de los sectores sociales oprimidos, que empujan hacia adelante el desarrollo de la ciencia y de la tecnología, y cambios sociales y culturales.

5. Así, impulsar que un grupo de personas (dirigentes de partidos políticos o “movimientos”), a nombre de los oprimidos, se apoderen mediante una insurrección, un golpe de Estado o por medio de las elecciones del aparato del Estado existente (heredado), o de las instituciones de gobierno (que son un “subsistema” del aparato estatal), se ha comprobado con creces que no es la vía para acabar o destruir el capitalismo, como lo demuestra la historia y las múltiples experiencias del siglo XX y XXI.

6. Lo que hemos observado en la totalidad de esas experiencias es que los pueblos y los trabajadores que asumen dicha estrategia, delegan todo su poder en las “minorías gobernantes”, se ilusionan con los cambios en la “Constitución del Estado”, convierten las “leyes de arriba” en un “fetiche transformador” y desmovilizador, y nuestras fuerzas populares terminan absolutamente debilitadas, cooptadas y derrotadas por el poder que queríamos acabar o suprimir. Lo venimos comprobando en Venezuela, Ecuador y Bolivia[15].

7. Ello no quiere decir que los pueblos y los sectores oprimidos de la sociedad no puedan realizar y ejecutar revoluciones políticas para derrocar o reemplazar a gobernantes y regímenes autocráticos y oprobiosos, para constituir diversas formas de democracias (representativas, directas, deliberativas, “ilustradas”, plurinacionales, federativas, etc., o combinaciones de ellas), lo cual se justifica, se debe ejecutar  y apoyar. No obstante, esas revoluciones políticas no deben conducirnos a la trampa o a la ilusión de creer que en un país por separado se pueda construir el socialismo o el comunismo, y sobre todo, que lo vamos a hacer desde la dirección del “Estado heredado”, colonial, capitalista y burocrático hasta sus tuétanos. Está demostrado por la práctica que desde el punto de vista económico es imposible “salirnos” o esquivar el control absoluto de la GBFG, dadas las interrelaciones e imbricaciones que ha logrado construir el capital a lo largo de siglos dentro del proceso productivo y el mercado, y, además, en lo político, la GBFG rápidamente puede aislarnos del mercado mundial y someternos por medio de sanciones y otros medios económicos, financieros, políticos, militares y diplomáticos, imponiendo terribles y criminales bloqueos como los que actualmente aplica a Cuba, Venezuela o a Irán. 

8.  Por otro lado, en la actualidad, fruto del desarrollo de las fuerzas productivas (incluyendo la principal que es el trabajo) están surgiendo –por necesidad y por innovaciones tecnológicas y comunicacionales– nuevas relaciones de producción de tipo colaborativo (no tanto por decisiones de tipo ideológico), y han empezado a surgir nuevas clases de vínculos entre los pequeños y medianos productores que recurren a formas asociativas de cooperación y colaboración para enfrentar el control y dominio de la GBFG. Ya existen sectores de la producción y del consumo en donde esas economías colaborativas y solidarias son más eficientes y competitivas (en lo económico, social y ambiental) y beneficiosas para la sociedad que las relaciones sociales de producción capitalista. Esas nuevas relaciones sociales están debilitando las estructuras monopólicas del capitalismo financiero actual, y si tuvieran el apoyo de los Estados y gobiernos, ese proceso se podría acelerar (sin que ello signifique “estatizarlos”).[16]

9. Estas nuevas relaciones de producción colaborativas y asociativas pueden ir constituyendo formas de poder paralelo al Estado oficial, para auto-regular no solo sus economías sino para impulsar formas de auto-gobierno y auto-control en otras áreas de la vida (donde sea posible), sin caer en legalismos ni delegar su poder en el Estado. De hecho, en el tema ambiental y en áreas de producción de energías limpias y de comercios solidarios, se viene avanzando en muchas partes del planeta, no solo logrando resultados visibles sino también obligando al Estado a legislar en contra de los grandes monopolios.    

10. En ese sentido, un Estado o gobierno controlado o presionado “desde abajo” por la fuerza organizada de los trabajadores y de los sectores subordinados, puede ser un dique de contención y una ayuda en la construcción de esas nuevas relaciones de producción de tipo colaborativo. Para hacerlo no se requiere expropiar a los capitalistas sino que se puede jugar en el terreno del capitalismo, “rodear la fortaleza” como lo planteó Lenin al final de su vida, sin creer que “desde arriba” y por decreto se van a resolver sus problemas.

11. Además, actuando fundamentalmente “desde abajo” pero sin desechar la colaboración “desde arriba”, podemos colocarnos nuevas metas en el terreno social y cultural, construyendo, como se viene haciendo por parte de los “zapatistas mexicanos”, los pueblos Mapuches o los Kurdos de Rojava, nuevas concepciones de la vida, del Estado, de los gobiernos-otros, de la relación entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza, para enfrentar los valores existenciales y morales que están en la base “espiritual” del capitalismo, como es el enriquecimiento individual, el consumismo compulsivo y obsesivo, y la creencia en un crecimiento infinito o “progreso ilimitado”, que son los fundamentos de la civilización humana basada en la propiedad privada, en el poder patriarcal y la dominación “del más fuerte”, que están llevando a destruir el sustento material de vida humana en la tierra.

12. En la actualidad los “sujetos sociales” que tienen las condiciones materiales y, que por tanto, están más interesados en implementar una estrategia de este tipo, no son los obreros o trabajadores asalariados, que están dispersos y a la defensiva, rogando por tener un trabajo fijo o por no perderlo. Los sujetos sociales que pueden asumir una estrategia de esta clase, de copamiento permanente de espacios, de desgaste paulatino y de socavamiento de las estructuras del gran capital, son los pequeños y medianos productores del campo y de la ciudad. Ellos, pueden jalonar y entusiasmar a amplios sectores de los trabajadores y de los sectores que han sido excluidos de todo, no tanto para “gestionar” el Estado sino para presionar, neutralizar y debilitar a las fuerzas del capital dentro de su propio espacio y, paralelamente, construir en nuestros propios espacios y territorios esas “economías colaborativas basadas en la asociación y la cooperación”. La razón empírica de esta afirmación es que si esos pequeños y medianos productores han logrado subsistir aún actuando por separado, con una estrategia de este tipo pueden convertirse en “sujetos reales, concretos, colectivos y comunitarios” de una sociedad post-capitalista en formación y desarrollo[17].

13. Todo lo anterior implica revisar (sin desechar a priori) las estrategias nacionalistas, indigenistas u otras, y diseñar nuevas visiones y prácticas políticas y organizativas de carácter internacional (global), recuperando y reviviendo las antiguas tradiciones internacionalistas de los proletarios del siglo XIX y XX, tanto anarquistas como “marxistas” y “humanistas”, llevándolas a un nuevo nivel, sin negar que los pueblos requieren espacios de reconocimiento nacional o étnico, pero subordinando dichas necesidades a la lucha por derrotar al poder global capitalista que nos divide y domina, y es una amenaza para la supervivencia de la misma especie.      

Habría otros puntos por precisar, en relación a que, es imposible realizar una planificación absoluta y total de la producción y el consumo, y que el mercado y la competencia son necesarias para incentivar la creatividad y la innovación[18], y que lo que ocurre actualmente en realidad, es que el mercado global y “nacional” está siendo regulado por los grandes monopolios capitalistas, y dichas reglas y controles impuestos por el gran capital son el principal obstáculo para que el avance y desarrollo integral de las fuerzas productivas (no el crecimiento económico ilimitado) se convierta en la base del bienestar de la población humana en general y del cuidado de nuestro entorno natural.

Seguramente muchos de estos puntos deberán precisarse, corregirse y adaptarse a cada situación particular y concreta y, así evitar, que nos deslicemos por el fácil y tentador camino del doctrinarismo insulso y del academicismo idealista. Pienso que la propuesta filosófica para acompañar las luchas populares del siglo XXI debe saber combinar una especie de escepticismo empírico con un materialismo no-dualista que parta de construir ideas y teorías apoyándose en las experiencias y prácticas concretas de lucha y de trabajo de nuestros pueblos y en los análisis y estudios de pensadores y estudiosos comprometidos con “los de abajo”. Como dice De Sousa Santos: “Conocimiento prudente para una vida decente”[19]. La vida así lo está pidiendo y exigiendo.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Blog: https://cutt.ly/xelwWu2         



[1] Martínez, L. A. (_2019). “La riqueza mundial se concentra en 26 personas y la pobreza crece, alerta la Oxfam”. Foro Económico Mundial. Artículo publicado en El Economista el 23 de enero de 2019. Ver: https://cutt.ly/Eek6hrd

[2] OMAL (2019). “¿Qué poder tienen las empresas transnacionales en la actualidad?”. Observatorio de multinacionales en América Latina. Ver: http://omal.info/spip.php?article5837

[3] Haskell, J. y Westlake, S. (2018).  “Capitalismo sin capital, el auge de la economía intangible”. Imperial College de Londres, Facultad de Economía.

[4] Negri, T. y Hardt, M. (2009). “El Imperio”; Varoufakis, Y. (2015). “El minotauro global”.  

[5] Moncayo, H. L. (2010). Trabajo y capital en el siglo XXI. ILSA. CLACSO. “Financiarización y crisis de la globalización neoliberal”, Daniel Libreros. Bogotá, Colombia.

[6] Harvey, D. Diversos libros como “El Nuevo Imperialismo” y otros.

[7] Altaver, E. (2019). “El control del futuro. Edward Snowden y la nueva era”. Nueva Sociedad. https://cutt.ly/UelwqB1

[8] Zizek, S. (2011). “El matrimonio entre capitalismo y democracia se está acabando”. Artículo de Markus Hurst en Yorokubo. https://cutt.ly/FelwrI7

[9] Dorado, F. (2016). “Nuevos sujetos sociales de cara al siglo XXI”. En ALAI: https://cutt.ly/Dek6Zcx

[10] Muñoz y Viaña (2012). “¿Cómo se posicionan los pequeños productores en América Latina respecto a los mercados?” IIED/Hivos/Mainumby, London/The Hague/La Paz.

[11] Standing, G. (2023). “El precariado, una nueva clase social”. Pasado y Presente. Barcelona.

[12] Foro Económico Mundial (2016). Informe del Global Financial Integrity (GFI).

[13] Negri, T. y Hardt, M. (2000) “El cognitariado”.

[14] Lenin se cansó de insistir en que el Estado del que se habían apoderado los bolcheviques “no era el Estado nuestro”, y alertó en muchos de sus escritos en no perder de vista ese asunto. (Nota del Autor).

[15] Sobre este tema se pueden revisar múltiples textos y artículos de diversos autores, algunos de ellos protagonistas de los llamados “procesos de cambio”. Recomiendo los textos de Rafael Bautista y Pablo Solom. También, algunos artículos de Raúl Zibechi. (Nota del Autor). 

[16] Rifkin, J. (2014). “Sociedad de coste marginal cero”. https://www.popularlibros.com/archivos/9788449330513.pdf

[17] Dorado, F. (2017). “El Cauca en su momento de cambio. Sociedad abigarrada, pueblos rebeldes, futuros posibles”. https://cutt.ly/nelqUBl. En el departamento del Cauca (Colombia), más de 90.000 pequeños y medianos productores de café, caña panelera, yuca para almidón, frutales, trucha, papa, pequeña ganadería, cacao, y otros productos, tanto indígenas, negros como mestizos, resisten las presiones del gran capital, no han podido ser despojados de sus tierras, y algunos, en forma organizada y asociada, exportan café y otros productos a través de sus propias organizaciones (Cosurca, Nuevo Futuro, Cencoic, Fanal, etc.), y aspiran a apropiarse de toda la cadena productiva incluyendo la comercialización internacional del producto terminado, retando en su terreno a las grandes empresas transnacionales. (Nota del Autor).

[18] Mason, P. (2016). El postcapitalismo. Hacia un nuevo futuro. Paidós, Barcelona. https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/32/31609_Postcapitalismo.pdf

[19] De Sousa Santos, Boaventura (2009). “Una epistemología del Sur. La reinvención del conocimiento y la emancipación social”. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Siglo XXI Editores, México. https://cutt.ly/1elHXvm

miércoles, 23 de octubre de 2019

La vida empuja… ¡pero no siempre para donde queremos!


La vida empuja… ¡pero no siempre para donde queremos!

Popayán, 23 de octubre de 2019

En América Latina acaban de ocurrir dos hechos de gran trascendencia. “Explotaron” en forma simultánea los dos modelos de mostrar por “derechas” y por “izquierdas”. El modelo neoliberal de Chile y el modelo “progresista-socialista” de Bolivia, mostraron enormes fisuras y falencias. Todo ello, al calor de una serie de protestas que ocurren en el mundo.

Inéditas y potentes movilizaciones populares han surgido y rugido en el último año. En general, responden a necesidades concretas y actúan por fuera de “lo controlado” (“no-partidista” y “no-institucional”). “Chalecos amarillos” en Francia, jóvenes de Hong Kong, movilizaciones globales contra el cambio climático, migraciones masivas en Centroamérica, protestas en Cataluña y Líbano, levantamiento indígena y popular en Ecuador y el estallido masivo en Chile, han sido los más visibles pero en múltiples países y regiones se han realizado cientos de actividades del mismo o similar tipo.

La expansión territorial de los “caracoles” zapatistas en México, la resistencia Mapuche en Chile, y las formas de supervivencia autónoma de los Kurdos de Rojava (Siria), son otros hechos de diferente naturaleza pero de importancia superlativa que también se deben destacar.

La movilización callejera y la presencia masiva de mujeres y jóvenes ha sido lo más notable,  entusiasmador y estimulante. El papel de las redes sociales para convocar y para neutralizar la desinformación de los poderes establecidos y dominantes, es otro aspecto a subrayar. Aparecen nuevos liderazgos que colocan en primer lugar las necesidades que motivan la acción de protesta y rechazan ideologismos que dividen y estorban. Se nota cierta espontaneidad; es lo más natural.

Es importante tener en cuenta que todas estas movilizaciones, alzamientos, levantamientos y protestas populares se desarrollan en el marco de una crisis global del capitalismo, que los grandes centros financieros y los gobiernos de todas las potencias quieren ocultar a sus pueblos, y por ello, la llaman “ralentización del clima de negocios”, “desaceleración económica global”, “tendencias recesivas predominantes” o “estancamiento relativo del crecimiento económico”. 

Lo importante es que la vida empuja y los hechos obligan a tomar partido, a pensar y evaluar. Y los actos se convierten en ejemplo. Los “poderosos” tienen miedo, miden sus pasos y acciones, saben que su situación es precaria y utilizan el miedo a la “violencia” y la “anarquía” para salir en “defensa de las instituciones”. La violencia masiva y persistente frente a los desmanes de las “fuerzas del orden”, es otra de las características de las movilizaciones populares del año 2019. 

A continuación presento unas preguntas que son un aporte al debate que se está desarrollando en este instante al interior de los movimientos y organizaciones sociales y políticas, independiente de la actitud que hayan asumido sus dirigentes frente a algunas de esas protestas. Esa actitud puede haber sido la de participación y apoyo activo, la expectativa optimista y/o pesimista, la oposición y/o el menosprecio de la acción respectiva, o también, su valoración negativa.

Los interrogantes que por ahora concentran nuestra atención fueron motivados por un comunicado que lanzó una de tantas organizaciones socialistas de la región, entusiasmada por lo que ocurre en Chile y que en su parte final dice: “Llamamos a todas las organizaciones internacionales para hacer una lectura en común de este momento y para aunar las fuerzas revolucionarias para acabar con el capitalismo sanguinario que nos somete a la miseria y a la muerte[1].

Me pregunto: ¿Cuáles serán esas organizaciones internacionales? ¿Si existen? ¿Cuáles son esas fuerzas revolucionarias? ¿Existe siquiera un “mínimo borrador” de la lectura en común de los hechos? ¿El capitalismo sanguinario se puede acabar de un momento a otro por medio de una insurrección o un alzamiento popular? ¿Cuál es la mejor forma de apoyar estos estallidos de rabia y frustración de amplios sectores populares, mujeres, jóvenes, pueblos indígenas y trabajadores? 

Estoy seguro que la mayoría de los pequeños grupos que se auto-califican “internacionales” y/o se creen “vanguardia” de las “fuerzas revolucionarias”, han sido tomadas por sorpresa por estos hechos. Por otro lado, gran parte de las “izquierdas” han estado detrás de los “gobiernos progresistas” y/o de las estrategias electorales, y así mismo, basan sus análisis en argumentos de tipo “geopolítico”, otorgándole el principal protagonismo a las potencias imperiales, sobredimensionando su papel manipulador e ilusionándose con fantasías de diverso tipo.

Hoy, muchos de estos análisis repiten lo que un pensador colombiano cuestionaba hace más de 40 años cuando decía: “Juzgamos nuestra causa y nuestros actos con base en nuestros propósitos y la de los adversarios por los resultados.[2]” O sea, cuando estamos de acuerdo con una protesta popular, decimos que esta es causada por las condiciones materiales; pero, cuando las protestas populares son contra los gobiernos o poderes con los que simpatizamos, ellas son fruto de la manipulación de nuestros enemigos. No tenemos el mismo rasero para analizar los hechos, y ello, nos impide interpretar la realidad y actuar en consecuencia con ella.

No obstante, la vida empuja y seguirá empujando. Y el ejemplo cunde y abre camino. Los pueblos marcan la pauta y nos obligan a rectificar. Y hay que hacerlo con urgencia.




[1] Chile – Octubre 2019. Tendencia Socialista Revolucionaria, organización hermana de la CSR en Chile. CSR-México: http://socialistarevolucionaria.org/chile-octubre-2019/
[2] Estanislao Zuleta (1980). Sobre la idealización en la vida personal y colectiva y otros ensayos. Colcultura, Bogotá D. C.

martes, 8 de octubre de 2019

Levantamiento indígena y popular en Ecuador: Las fuerzas en contienda y las perspectivas inmediatas

Levantamiento indígena y popular en Ecuador: Las fuerzas en contienda y las perspectivas inmediatas

Popayán, 9 de octubre de 2019

Luego de que el presidente Lenin Moreno decretara lo que se ha denominado el “paquetazo económico” (plan de ajuste impuesto por el FMI), la reacción popular no se ha hecho esperar. Las movilizaciones y bloqueos de carreteras por parte de comunidades indígenas se han generalizado por todo el país y se ha programado el inicio del paro nacional indefinido para hoy miércoles (09.10.2019) con participación de amplios sectores sociales.

A la cabeza del movimiento se han puesto los pueblos indígenas liderados por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) y se ha conformado una coordinación nacional con participación de organizaciones de trabajadores, estudiantes y otros sectores populares.  

El movimiento y la correlación de fuerzas evolucionan muy rápidamente y pueden conducir al derrocamiento de Lenin Moreno, quien abandonó la sede presidencial de Quito (Palacio de Carondelet) y se refugió en Guayaquil. Ayer, los manifestantes se tomaron el recinto de la Asamblea Nacional y hoy se inicia la huelga o  paro nacional, que ya es un hecho.

En forma sintética se resume la situación y las posiciones políticas de las fuerzas en contienda de la siguiente forma:    

1. Entre la dirigencia indígena de CONAI y de importantes sectores del movimiento sindical, el acuerdo es luchar porque se derogue el decreto del “paquetazo”, se levante el estado de excepción, y se adelante un proceso de democratización y participación popular para revisar y rectificar las políticas que lleva a cabo el gobierno.

2.   Moreno en un primer instante se negó a echar para atrás su plan de ajuste; luego, atemorizado por la fuerza del levantamiento indígena ha llamado al diálogo a los dirigentes nativos, pero, paralelamente acusó a Maduro y a Correa de organizar un complot para desestabilizar su gobierno. Así, intenta internacionalizar el conflicto, buscando el respaldo del gobierno de los EE.UU. y de los gobiernos del “grupo de Lima”, que poco a poco se les ha ido desbaratando.

3. El ex-presidente Rafael Correa propuso la convocatoria de nuevas elecciones pero, por ahora, la mayoría de la dirigencia indígena y social no está de acuerdo con esa iniciativa.

4.  Entre las bases indígenas hay mayorías “correístas”, sobre todo en aquellos lugares donde no se vivieron conflictos con el gobierno de Correa; dichos conflictos se presentaron en algunas regiones relacionados con proyectos de gran minería, petróleo y manejo de aguas, además de diferencias frente a las reivindicaciones indígenas sobre autonomía y territorio.

5. Entre la dirigencia social (incluida la indígena) y algunos sectores de izquierda, existe mucha desconfianza y prevención frente a las fuerzas del “correísmo”, dado que sufrieron la represión, la persecución y la cárcel por parte de su gobierno.  

6. Correa mostró facetas conservadoras en varios temas, tendencia al autoritarismo, y posiciones patriarcales (anti-aborto) y homofóbicas. Respecto al extractivismo se distanció y desdibujó completamente respecto a lo que se había aprobado en la Constituyente de Montecristi.

7.  En estos días se ha expresado el rechazo a la intervención de Correa y su gente en el movimiento de protesta, dentro de amplios sectores indígenas y populares tachándolos de oportunistas.  

Desde mi punto de vista, es necesario que la dirigencia social y política de carácter popular pueda hacer algunas diferenciaciones, caracterizaciones y precisiones, a fin de lograr sus objetivos y avanzar hacia la construcción de un movimiento político y social que supere las deficiencias mostradas por la llamada “revolución ciudadana” liderada por Correa y se derrote a la oligarquía tradicional (y al imperio estadounidense que está detrás del escenario).   

Pienso que Correa representa los intereses de lo que llamo “burguesía emergente”, que ha surgido en las últimas décadas en las ciudades y algunas regiones con desarrollo agro-industrial. Ese sector de clase tiene contradicciones con la gran oligarquía tradicional pro-gringa y no debe desecharse en esta fase de la lucha. Las clases medias tienen mucha ligazón con esa clase social.

Es importante recordar que Moreno, una vez traicionó a Correa, se le entregó totalmente a la oligarquía tradicional ecuatoriana (transnacional), por cuanto no tenía su propia base social y política. Hoy solo es un agente-mandadero de los grandes empresarios y del gobierno de EE.UU.  

Además, es importante entender que dentro del mismo movimiento indígena y social existe una disputa entre sectores que tienen tendencias burocráticas y arribistas y dirigentes que tienen una mirada de largo plazo y privilegian el trabajo de base, el impulso y construcción de auto-gobiernos y la consolidación de una fuerte autonomía. Es una lucha que hay que tratar bien.

El momento actual requiere de mucha inteligencia y capacidad política para no desaprovechar el enorme entusiasmo y el sacrificio de las bases populares movilizadas. No se puede permitir que un traidor declarado y sin ninguna credibilidad, como lo es Lenin Moreno, pueda engañar a los dirigentes indígenas y populares, que influidos por la aversión y sentimiento “anti-correísta", vacilen en el momento clave y le den la oportunidad de tomar un segundo aire al gobierno, desmovilizar a las comunidades indignadas e insurrectas, y, luego, desencadenar la ofensiva contra los sectores más avanzados del pueblo ecuatoriano.  

Pienso, con el respeto que merecen los dirigentes y la gente que está en el terreno colocándole el pecho a las balas y a los gases lacrimógenos, que los sectores sociales cercanos a Correa pueden ser tratados con cierta indulgencia, como posibles aliados, pero sin permitir que sus dirigentes burocráticos y corruptos se pongan al frente del proceso. Sólo así, se podrá acumular la fuerza para derrotar a Moreno y a la manguala oligárquica pro-gringa que está detrás de él.    

Pero paralelamente, se hace necesario que los “contrapoderes” que existen dentro de las comunidades indígenas (autoridades propias), salgan fortalecidas de todo este proceso, y deben ayudar a las comunidades de los barrios populares y otros sectores sociales, a construir sus organizaciones y auto-gobiernos, que deben jugar el papel de control social y ciudadano frente al gobierno de coalición popular, indígena y ciudadana que deberá surgir de esta importante, valerosa e histórica lucha.

Nuevos sectores de la intelectualidad y de la dirigencia plebeya deben disputar los espacios y la dirección de lucha a los “políticos de carrera”, y desde ya debe abrirse el debate de cómo construir en Ecuador y América Latina, nuevas formas de democracia, en donde la democracia representativa esté subordinada a la democracia directa (y a otras formas, como la democracia “ilustrada” de los “sabios” y “mayores” del pueblo, y la democracia deliberativa construida entre las bases sociales organizadas).

E-mail: ferdorado@gmail.com

miércoles, 2 de octubre de 2019

GLOBALISTAS Y NACIONALISTAS DEL SIGLO XXI

Soros y Trump

GLOBALISTAS Y NACIONALISTAS DEL SIGLO XXI

Popayán, 1 de octubre de 2019

Con el fin de contribuir con la comprensión de la aparente división que existe entre “globalistas” y “nacionalistas” al interior del bloque transnacional del Gran Capital (oligarquía financiera global), presento las siguientes ideas que tienen que ver con la comprensión de la naturaleza del neoliberalismo que prefiero denominar como globalización neoliberal[1].

Estas ideas sirven para tratar de entender –más allá de falsos y artificiales sesgos ideológicos– el proceso de crecimiento económico capitalista que se ha presentado en Oriente (incluyendo a China, Corea del Sur, Indonesia, Malasia, Singapur, Taiwán, India, Vietnam, etc.) y el declive y/o estancamiento del capitalismo en Occidente (incluyendo a los EE.UU., Europa y Japón).

Así mismo, se trata de mostrar los límites de los análisis geopolíticos. Pienso que debemos recuperar los análisis de clases (sin desconocer las herencias culturales e históricas) para aceptar que el capitalismo es el modo de producción imperante en todo el mundo y que la contradicción capital-trabajo sigue siendo la determinante y la fundamental.

La reestructuración post-fordista   

En los estudios sobre la globalización neoliberal (“neoliberalismo”) siempre se resaltan las políticas de privatización, flexibilización laboral, empequeñecimiento y “modernización” del Estado, etc., etc. Creo que se debe tener en cuenta lo relacionado con la “reestructuración post-fordista”, que fue un proceso de “transectorización del proceso productivo[2]” con la aplicación de las nuevas tecnologías y los nuevos métodos de organización del trabajo, proceso que arrancó entre 1970 y 1980 con el “toyotismo[3]” y demás experimentos hechos por los empresarios estadounidenses y desarrollados inicialmente en Japón, y que continuó con los avances de las 3ª y 4ª revoluciones industriales y tecnológicas. Ese proceso de transformación del proceso productivo fue la base real que sostenía y requería de las demás iniciativas de la globalización neoliberal o “neoliberalismo”.  

La reestructuración del proceso productivo consistió en el desmantelamiento de la manufactura e industria centralizada (en las áreas y lugares donde lo podían hacer, incluyendo los países latinoamericanos), la deslocalización de la industria (interna y externa, nacional e internacional), y la descentralización y la desconcentración de los procesos productivos y administrativos. Todo ello correspondía a la necesidad de sobre-explotar la mano de obra, aumentar la tasa de ganancia y la rentabilidad tanto del capital variable como del constante, y apropiarse de la riqueza y mercados de los países de la periferia capitalista que se habían descolonizado formal y políticamente, con las revoluciones nacionalistas de países de África y Asia en las décadas anteriores (algunas pintadas de “comunistas” y “socialistas”).

Este proceso es muy importante de resaltar porque es uno de los aspectos determinantes del proceso de globalización neoliberal. El conocimiento de ese fenómeno estructural puede ayudar a explicar la  reacción nacionalista en EE.UU., Reino Unido y Europa (Trump, Brexit y demás), que cuenta con amplios apoyos sobre todo entre los trabajadores industriales que perdieron sus empleos y formas de vida, y entre los productores agrícolas que se beneficiaban directamente de los mercados internos de aquellos países que se habían industrializado durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras tres cuartas partes del siglo XX. Ello se puede comprobar identificando las bases de apoyo político de Trump entre los núcleos de población del llamado “cinturón del óxido” y los Estados del “medio oeste” de los EE.UU., lo que también es fácil ubicar en el Reino Unido con las bases sociales de apoyo del Brexit[4].

Es interesante hacer notar cómo algunos países del Lejano Oriente que recibieron las enormes inversiones en infraestructura y tecnología, independientemente de su orientación ideológica, de su pasado colonial o de la dependencia de una u otra potencia económica y política (USA, UE o Rusia), contaban con las condiciones económicas, políticas y hasta culturales para responder positivamente a las necesidades del gran capital. Es decir, podían ofrecer mano de obra barata, gran flexibilidad en la normatividad ambiental y disciplina de hierro para los trabajadores. Pero, a la vez, los gobiernos de esos países se cuidaron de que los Estados impulsaran políticas relativamente autónomas en la política monetaria y en ciertos aspectos de su economía nacional, lo que les permitió proteger su mercado interno y construir su propia base industrial y tecnológica.

Políticas nacionalistas, nuevo eje de acumulación de capital y América Latina

En nuestros países latinoamericanos no existían las condiciones políticas y económicas para aplicar esa política “nacionalista”. Pongo las comillas porque dicha política se aplicó incluso en países que eran  subordinados a EE.UU. como Corea del Sur y otros, pero lo que es común a todos ellos es que sus Estados, más allá de que fueran de “izquierdas” o “derechas”, no practicaban la “democracia occidental”; en lo fundamental eran gobiernos autoritarios, dictaduras personalistas o gobiernos de “partido único”. Y, aunque dicho proceso estuviera supeditado a la globalización neoliberal y hasta se alimentara de ella, les permitió a dichos países construir sus propias bases económicas industrializadas, y asimilar y apropiarse de tecnologías de punta que habían sido monopolio de los países capitalistas de Occidente.

En América Latina las oligarquías conservadoras de formación colonial no podían objetivamente impulsar un proceso parecido. Su poder político era muy débil y frágil, su “patriotismo” es retórico y su racionalidad económica es parasitaria, quieren vivir de la renta. Paradójicamente fue Pinochet en Chile el que intentó hacer algo parecido a los países del Lejano Oriente pero, en la práctica, solo desarrolló lo que los EE.UU. le dejaron hacer. Otras dictaduras militares de Sudamérica como la del Brasil y algunos gobiernos “populistas”, también lograron implementar algunas políticas de industrialización pero, solo fueron esfuerzos residuales del proceso de sustitución de importaciones que se plasmaron en algunos proyectos siderúrgicos, producción de automóviles con auto-partes producidas en EE.UU. o Europa, y algunas industrias textiles y de alimentos. En general, el gran capital desmontó sus industrias en todos los países de América Latina y solo en algunos países se instalaron industrias de maquila y otras modalidades de súper-explotación de los trabajadores. El énfasis se colocó en las industrias extractivas de materias primas.

A manera de reflexión       

En 1980, siendo obrero en una fábrica de zapatos en Bogotá, Croydon del Pacífico del Grupo Uniroyal, que también tenía plantas de producción de llantas de caucho, vivimos el proceso de desmantelamiento de la factoría que alcanzó a tener más de 2000 obreros. Con algunos intelectuales, entre quienes destaco a mi amigo Héctor León Moncayo (“Moncayito”), empezamos a estudiar y a entender el problema, a comprender el proceso de “transectorización del proceso productivo”, y hasta realizamos huelgas para tratar de impedirlo, pero era algo indetenible. Después, hemos logrado entender como este proceso era lo central en toda esa transformación estructural del capitalismo, y como las medidas concertadas en el Consenso de Washington solo eran un complemento para adecuar los Estados a sus necesidades, con las privatizaciones y demás políticas. Dichas políticas no sólo se impulsaron en la periferia capitalista (o países del “tercer mundo” como se decía en aquellos tiempos) sino también en los países del centro capitalista, aunque lo hicieron con más tacto y más despacio porque en dichos países los trabajadores tenían mayores herramientas para defenderse como lo explica y reseña con detalles el ya desaparecido teórico italiano, Giovanni Arrighi, en varios de sus textos[5].

Estudiar y debatir sobre estos procesos de transformación de los procesos productivos es muy importante porque permite demostrar que la “hegemonía de Occidente” está en declive y decadencia, no principalmente por factores “geopolíticos” (estratégicos, políticos, militares, etc.) sino por la deriva que asumió la crisis estructural del capitalismo (que se manifestó en la crisis del petróleo de los años 70s), que obligó a los capitalistas a construir nuevos centros industriales y tecnológicos (“deslocalización a nivel global”), y que ello no se presentó por obra de “otros” sino por necesitad vital de los mismos capitalistas “globalistas” (es su momento). Y ello tiene que ver con demostrar, que el intento de reversar ese proceso (idea de Trump, Johnson y otros) no solo es contraproducente para ellos mismos sino que es una tarea infructuosa.

Además, a los capitalistas “globalistas”, cuya cúpula está concentrada en menos de 50 familias de multimillonarios del mundo entero, que en esencia controlan las redes globales del gran capital y tienen inversiones entrelazadas e imbricadas tanto en Oriente como Occidente, no les interesa una desestabilización de su economía que ponga en peligro su dominio aunque permiten las tensiones entre países para desinformar, engañar y manipular a los pueblos y a los trabajadores, y por ello, de alguna manera permiten que esos falsos nacionalismos tomen auge, y hasta los aprovechan para obtener más ventajas para sus inversiones y proyectos de expoliación y despojo de territorios y de materias primas estratégicas.    

Por otro lado, esta temática tiene que ver con que si China y otros países como la India o Corea del Sur, quieren convertirse en las nuevas potencias económicas (como lo están haciendo), tienen que hacerlo sobre la base de la súper-explotación de los trabajadores, lo que inevitablemente genera reacciones masivas y beligerantes de los trabajadores o de otros sectores víctimas de sus políticas y agresiones. Un ejemplo es lo que ocurre actualmente en Hong Kong, donde el problema de fondo son los bajos ingresos y la escasez de empleo “de calidad”, con la particularidad de que en esa ciudad y región, los trabajadores y jóvenes tienen “ciertos grados de libertad” para expresar su protesta que pareciera centrarse en una lucha contra el gobierno chino pero que en el fondo deja ver las contradicciones y conflictos de clase que están latentes y ocultos en toda la gran nación china. Otra cosa es que EE.UU. y otras potencias de Occidente quieran aprovechar esas protestas para hacer demagogia "antichina", lo que es aprovechado por el gobierno chino para reprimir esas expresiones de inconformidad y engañar al pueblo chino continental.

Todo lo anterior nos lleva a concluir que en dichos países de Oriente (sean gobernados por “pro-capitalistas” o por “comunistas” o “socialistas”) no se puede esquivar la lógica del capital en su proceso de crecimiento y ensanchamiento de su poderío económico. Lo que tampoco se puede negar es que dicho “proceso económico” hace parte de su “lucha nacional” en contra de las potencias económicas tradicionales (de Occidente, principalmente) que se disputan los mercados y el control de regiones estratégicas ricas en materias primas. Pero, así mismo, se puede concluir que los trabajadores y los sectores sociales subordinados de esas sociedades y del mundo entero, no tienen, en dichos modelos y experiencias, las soluciones de fondo para superar un modo de producción basado en la explotación del trabajo y en la depredación irracional de la naturaleza.

Por el contrario, podemos decir que la “línea” que surgió en Oriente, la del “capitalismo asiático” (ya probado parcialmente en Japón), en donde el Gran Capital utiliza unos Estados que heredaron las tradiciones despóticas de sus pasado ancestral y lo combinan con una particular forma de capitalismo salvaje, empieza a ser mirado con buenos ojos por los capitalistas en general, tanto “globalistas” como “nacionalistas”, lo que se expresa en la lucha política actual en todo el planeta, y se va a agudizar más en la medida en que estalle la crisis económica y financiera que se viene incubando a la sombra de la llamada “guerra comercial y tecnológica” entre EE.UU. y China.

Es indudable que la única manera de superar los graves problemas que vive la humanidad, tiene que pasar por replantear el “modelo” (o modo) de producción y de consumo capitalista. No tenemos absolutamente claro como surgirá el “postcapitalismo” pero lo que si podemos asegurar, a partir de estas reflexiones, es que continuar “emulando” y “compitiendo” con las potencias de Occidente en su mismo terreno para continuar con la carrera infinita hacia el “progreso” y el “crecimiento”, colocando a la cabeza de los pueblos y de los trabajadores a los multimillonarios como “grandes generales o timoneles”, como lo propone Heinz Dieterich para México[6] (Carlos Slim) y lo hacen en la práctica los “comunistas” chinos, no nos llevará a construir una sociedad más justa y equitativa pero si nos conducirá hacia la extinción de la vida humana en la tierra.

E-mail: ferdorado@gmail.com 



[1] Thomas Friedman (2017). La Tierra es plana. Breve historia del mundo globalizado del siglo XXI. Es un interesante libro sobre la globalización que aunque no es crítico aporta una buena visión panorámica sobre ese proceso.

[2] Transectorización de los procesos productivos: Fue el proceso implementado por los capitalistas para utilizar toda la capacidad instalada de las unidades productivas (secciones, talleres, etc.) que estaban contenidas dentro de una fábrica o factoría, para acabar con los “tiempos muertos o negros”, automatizar las unidades de montaje reduciendo al máximo a los trabajadores operarios, trasladando las áreas de la producción manufacturada hacia zonas rurales o hacia países con regímenes políticos que les garantizara una sobre-explotación de los trabajadores. Así, muchas de esas unidades productivas se convirtieron en “negocios” específicos y particulares, puestos al servicio simultáneo de diversas industrias o áreas económicas, aumentando la productividad del trabajo y garantizando mayor rentabilidad a sus inversiones. (Nota del Autor).     
   
[3] El toyotismo es una relación en el entorno de la producción industrial que fue pilar importante en el sistema de procedimiento industrial japonés, y que después de la crisis del petróleo de 1973 comenzó a reemplazar al fordismo como modelo referencial en la producción en cadena. (Nota del Autor).

[5] Arrighi, Giovanni (1937-2009). Importante intelectual italiano. Entre sus principales obras están “Dinámica de la crisis global” (2005), “Caos y orden en el sistema-mundo moderno” (2001), “Adam Smith en Pekín” (2007), “El largo siglo XX” (2014).  Ediciones Akal.