jueves, 14 de octubre de 2021

El declive del “uribismo” y las tareas inmediatas

 

Uribe, Duque y Barbosa

El declive del “uribismo” y las tareas inmediatas

Popayán, 14 de octubre de 2021

En las últimas semanas han ocurrido una serie de hechos que confirman -¡a pesar de todo!- el declive o decadencia del “uribismo”. Parece una afirmación contradictoria pero los hechos están a la vista. Hechos que se pueden agrupar así: los que tienen que ver con su gobierno (Duque, “el que dijo Uribe”), con su caso judicial (Fiscal y aparato de justicia), y su partido (Centro Democrático).

Duque, es cada vez más errático e indigno. Hoy funge de canciller-embajador en EE.UU. Ya no confía en nadie, ni en la “Martuchis” ni en Pinzón (recién nombrado en Washington). Y mientras el país se inunda de corrupción y se incendia con violencia, él se entrevista con banqueros y funcionarios internacionales (FMI, BM, OEA, otros) para entregar hasta la camisa (más deudas) y posar de “defensor” de los DD.HH. y del ambiente. ¡Qué indignidad!

Su Fiscal (Barbosa) y su aparato de justicia (incluidas sus fuerzas ilegales), son cada vez más descarados. Presionan y amenazan a jueces, magistrados y tribunales. Liberaron al abogado Diego Cadena, el eslabón más débil del entramado judicial que acosa a Uribe. Y, permiten que en todo el país se fortalezcan toda clase de grupos delincuenciales. Necesitan violencia y caos para generar miedo. Alientan a las comunidades a imponer la justicia por “mano propia”. ¡Qué desvergüenza!

Su partido, el Centro Democrático, está cada vez más débil y dividido. Uribe permite -a regañadientes- la postulación de candidatos (as) “propios” para hacer una consulta interna y competir con los otros aspirantes de las derechas (Gutiérrez, Peñalosa, el conservador, el cristiano, etc.). Arman una especie de parodia en la que solo la Paloma y la Cabal se creen el cuento. De ellos, solo uno menciona a Duque. Los demás reniegan de “su” gobierno. ¡Qué cinismo!

Tenemos un “desgobierno” que -a pesar de todo- tiene poder para intentar destruir lo poco de institucionalidad “democrática” que conserva este país. Pero entre más actúe o aparente actuar, más hunde al “uribismo”. Y el grueso de la oligarquía tampoco hace nada. Apuestan a que Uribe termine aceptando un “digno” retiro y echarle tierra al pasado (“tapar” los crímenes con los que ellos están comprometidos). Para oficializar ese “incómodo y molesto asunto” tienen a cualquiera de los candidatos del “centro”; los conocen y son de su entraña.

El declive y la salida de Uribe es resultado de diversos factores. La resistencia de la gente, la lucha política y jurídica de varios sectores y dirigentes, sus propios errores. No obstante, el principal es que la oligarquía y el imperio ya no lo necesitan. El “proceso de paz” se hizo para “despejar el terreno”, para salir a la vez de las Farc y de Uribe. El problema fue que Santos no ejecutó bien la tarea (quiso ganarse todos los honores e hizo demasiada demagogia) y no hubo una fuerza política capaz de aprovechar esas circunstancias para liderar ese proceso con autonomía popular.

Gustavo Petro y Claudia López fueron quienes mejor aprovecharon ese escenario. Él era alcalde de Bogotá y no se podía involucrar en ese proceso aunque apoyó la lucha por la paz (la calificó correctamente de “paz chiquita”), y la otra, enfrentó a Uribe pero se deslindó tanto de Santos como de las Farc durante el referendo. Ambos acumularon fuerza política pero -al provenir de diferentes vertientes políticas- hoy están enfrentados de cara al futuro. El uno juega a no meter miedo y, la otra, a inducirlo. Petro está muy cerca de lograrlo; Claudia intenta impedirlo.  

Si la “salida de Uribe” se convierte en uno de los temas centrales de la campaña electoral, la oligarquía impondrá un candidato de “centro”. Si ello ocurre, será una especie de Duque II. Tendremos un presidente sin arraigo y fuerza popular que será manejado fácilmente por las castas dominantes (mafias “legales” e “ilegales”). Una de sus tareas será oficializar la “salida digna y honorable” del expresidente y “echarle tierrita” a sus crímenes. Pero, en realidad, su principal función será no hacer nada, no tocar los intereses de los poderosos. Allí estamos.    

Por ello, a la vez que se “buscan votos” para el Pacto Histórico una de nuestras principales tareas es mantener el espíritu de lucha y fortalecer la organización social y popular. Si Petro logra ser presidente de la república, más allá de que tenga mayorías o no en el Congreso, necesitará un pueblo movilizado, expectante y alerta, que empuje “desde abajo” y construya desde las bases los proyectos e iniciativas para concretar las tareas transformadoras propuestas.

La industrialización de “nuevo tipo” de nuestras materias primas no vendrá “de arriba”; deberá surgir de la alianza entre los pequeños y medianos productores y lo más avanzado de nuestros “profesionales precariados”. Son ellos los que necesitan agregar valor a sus productos (procesados) para mejorar sus ingresos y generar empleo digno. Igual ocurre con la generación de energías limpias que remplacen a los combustibles fósiles y se construya una nueva matriz energética.

Y lo mismo pasa con las reformas a la salud y a la educación. Los decretos y las leyes ayudan, pero esas transformaciones solo podrán ser realidad con la acción cotidiana y permanente de la gente. Y claro, otros cambios institucionales que afectan a los grandes poderes, a mafiosos y corruptos, a empresas transnacionales y grandes monopolios, tendrán que irse dando, seguramente a cuenta gotas, en un proceso de acumulación de fuerzas que no solo es territorial y nacional sino regional (latinoamericano) y global. ¡Es la lucha! Y está en desarrollo. 



jueves, 7 de octubre de 2021

El Pacto Histórico y las “otras democracias”

Concentración con jóvenes en Bogotá y encuentro con el pueblo Misak

El Pacto Histórico y las “otras democracias”

Popayán, 7 de octubre de 2021

En Colombia estamos ad portas de elegir el primer gobierno “de ruptura” desde que surgió este país a la vida como una supuesta república independiente en 1819. Las fuerzas sociales y políticas, y los dirigentes comprometidos con el denominado “Pacto Histórico” (PH) -encabezados por Gustavo Petro- tienen la oportunidad de empezar a cambiar realmente esa historia.

Ese proceso se está concretando en una múltiple y variada confluencia de fuerzas políticas y sociales. Esa es la particularidad y el acontecimiento que se destaca en la actualidad. En ese espacio se están encontrando sectores políticos de izquierda, progresistas y liberales independientes con diversas expresiones del movimiento social que participaron en el reciente “estallido social”.  

Se debe resaltar que la mayoría de candidat@s que participarán en la consulta popular del Pacto Histórico en marzo de 2022, son dirigentes formados en el movimiento social y en la lucha política que confrontó durante los últimos 40 años la política de neoliberal que impuso la oligarquía con ocasión de la Constitución de 1991. Han luchado contra la privatización de las empresas estatales y de los servicios públicos, el despojo de tierras a los campesinos, los megaproyectos depredadores de la naturaleza, el paramilitarismo criminal, y por paz y democracia.

En los primeros ejercicios públicos que se realizan para posicionar ese esfuerzo de “juntanza” (como dice Francia Márquez), entre los que se destacan las concentraciones masivas de Cali, Barranquilla, Popayán, Pasto y Bogotá, se nota el esfuerzo por mantener el espíritu del estallido social, en donde los jóvenes han sido los principales protagonistas. Igualmente, se hace un importante trabajo pedagógico por divulgar las principales propuestas del Pacto Histórico.

Así mismo, se vienen realizando una serie de encuentros (unos más visibles y amplios, otros menos publicitados y sectoriales) con importantes sectores de la sociedad como los pueblos indígenas (nasas, wayuu, misak), sindicalistas, comunidades negras, empresarios de diferente tipo y otros, lo que implica un esfuerzo importante que más adelante dará sus frutos.  

Es indudable que ese encuentro entre “lo social” y “lo político” genera una serie de tensiones entre los participantes en el Pacto Histórico. Lo interesante del asunto es que dentro de esas mismas concentraciones y encuentros se empiezan a construir “otras formas de democracia” que serán decisivas para tratar de “gobernar” este conflictivo e ingobernable país, en la medida en que se logre llegar a la Presidencia y se consiga una importante representación en el Congreso.

Con ocasión de que se empiezan a hacer visibles esas “otras democracias” en el proceso de construcción del Pacto Histórico (directa, ilustrada, representativa-designada, deliberativa, plebiscitaria, consultiva, etc.) que son formas de democracia desdibujadas y casi anuladas por la “democracia-liberal” (que es de carácter “eleccionario”, en donde el pueblo delega su poder y entrega una serie de privilegios a los elegidos), planteo las siguientes ideas (en forma sintética) para intentar alimentar el debate dentro de ese proceso y encuentro político-social.

Otras democracias y sus orígenes históricos

Antes de avanzar es importante presentar una breve idea de lo que son cada una de estas “otras democracias” y su vigencia actual.

La “directa” no es solo la asamblea popular (“ágora”) sino la misma movilización social (el paro, la huelga, la minga, la protesta, el plantón o mitin, el bloqueo, etc.). La “ilustrada” va desde el consejo de sabi@s o ancian@s hasta los centros de pensamiento, núcleos de expertos y demás formas de producción colectiva de conocimiento (¿partido?). La “deliberativa”, “plebiscitaria” y “consultiva” son formas de participación comunitaria con diversa connotación según su aplicación.

Es importante recordar cómo la revolución francesa (1789) fue una verdadera revuelta popular y proletaria pero dirigida por la burguesía. Esa clase dominante que reemplazaba a los señores feudales reinventó la democracia griega y la “puso de cabeza” porque necesitaba presentar el “poder monárquico” de los nuevos reyes capitalistas (y sus representantes políticos) con cierto aire de igualdad, fraternidad y solidaridad.

Inventaron la “democracia liberal” que es fuertemente representativa y eleccionaria. Así, relegaron y anularon la democracia directa y otras formas de democracia. Descartaron las formas de gobierno que mantenían el espíritu de participación popular como era la “representatividad designada”, en donde los funcionarios (“magistrados”, funcionarios, burócratas) eran controlados por el pueblo, sus cargos eran revocables, no tenían privilegios, y así, crearon una “falsa democracia” en donde el pueblo (ahora, ciudadanos individuales) entrega su poder a los “elegidos” y “electos”.

La revolución rusa también fue un alzamiento proletario y campesino (1917). Fue dirigido por la pequeña-burguesía que fue cooptada por el poder autocrático-burocrático “heredado” del zarismo. Ese sector de clase desde su ejercicio de poder acabó con lo poco de democracia directa, ilustrada y representativa que estaba surgiendo en los “soviets” (comités de obreros, campesinos y soldados). De esa manera impusieron “desde arriba” la disciplina taylorista del trabajo fabril creyendo ingenuamente que estaban construyendo el “socialismo”.

En realidad, mediante ese “sistema socialista” impulsaron una especie de acumulación forzada de Capital, que cuando agotó todas sus posibilidades, cuando se desintegró la URSS a partir de 1989, fue expropiado y apropiado (robado) por la nueva burguesía burocrática gran-rusa que surgió en ese sistema llamado “socialismo real” o “capitalismo de Estado”. En esa experiencia de “construcción de socialismo” todas las “democracias” fueron desconocidas y anuladas.

Hoy en el mundo la democracia representativa-eleccionaria ha quedado reducida a sostener una burocracia parasitaria totalmente subordinada al gran capital financiero y especulativo. En América Latina y recientemente en Grecia y España, los pueblos y los trabajadores han intentado utilizar esa “falsa democracia” para realizar transformaciones importantes en sus sociedades y países.

No obstante, lo han hecho sin desarrollar esa esas “otras democracias”, e incluso, en medio de su inexperta gestión del Estado “heredado” (capitalista, colonial, burocrático, etc.), lo que han logrado es debilitar (cooptar, burocratizar) los procesos de organización y lucha popular que sirvieron para encumbrar a algunos dirigentes en  posiciones de gobierno (se debe recordar siempre que el “gobierno” sólo es un “subsistema” dentro del aparato de poder del Gran Capital).

Esperemos que la experiencia de Pacto Histórico en Colombia continúe avanzando con los procesos de organización popular que se manifestaron en el “estallido social” y con los esfuerzos por desarrollar esas “otras democracias” (directa, ilustrada, deliberativa, etc.) que están apareciendo en forma creativa en medio de la construcción de esa juntanza político-social.

Seguramente la tensión entre quienes privilegian la “democracia representativa” y quienes aspiran a empoderar las “otras democracias”, va a seguir apareciendo al interior de las fuerzas participantes. Lo importante es que se avanza por un terreno nuevo, en donde se puede aprender mucho, siempre y cuando, el debate fraternal y la paciencia sirvan para unificar las fuerzas y aclarar el camino. 

viernes, 1 de octubre de 2021

¿Resetear la economía o la sociedad?

 

¿Resetear la economía o la sociedad?

Popayán, 1° de octubre de 2021

Tal parece que una crisis financiera (con sus efectos sociales y económicos) de dimensiones inimaginables se acumula y se va a desencadenar a nivel global. Los síntomas se manifiestan en muchos lugares y escenarios del mundo en medio de la pandemia y de las nuevas migraciones (y protestas) masivas que estallan por todas partes.

El gran capital continúa su proceso de concentración en pocas manos a unos niveles extremos e increíbles pero, a la vez, en medio de la dinámica especulativa, se genera una mayor inestabilidad en el mundo financiero (un multimillonario puede ganar o perder miles de millones de dólares, euros, rublos o yuanes en unos pocos minutos).

Se observa -y es una de las preocupaciones de gran parte de los analistas económicos- la “sobreproducción” de moneda (en diversas presentaciones y formas físicas, bursátiles y digitales) como consecuencia de las medidas que los gobiernos han tenido que tomar para tratar de atenuar los efectos de una crisis económica que desde 2008 (y aún antes) se acumulaba de diversas formas (“burbujas” inmobiliarias y de consumo masivo de todo tipo de productos que son formas de “alimentar” y sostener artificialmente la dinámica de acumulación capitalista) y que la pandemia ha sacado a flote con mayor impacto y visibilidad.

Poderosos e importantes Estados, cientos de gobiernos y numerosas corporaciones capitalistas están sobre-endeudadas y la “liquidez” del sistema (en todo el mundo, incluyendo a China, India, Rusia, Europa, EE.UU., etc.) entra en cuidados intensivos, sin que existan “unidades de cuidados intensivos” para ofrecerle “oxígeno” a tales pacientes.

Y la situación de cientos de millones de personas de los países y regiones “dependientes” es cada vez más crítica, expresándose en formas de protesta e inconformidad, dentro de las cuales las migraciones masivas son una forma más de manifestarse.

La oligarquía global -con sus contradicciones internas y división entre “globalistas” y “nacionalistas de gran potencia”- se debate entre “resetear la economía” buscando atenuar la crisis por medio de “reformas progresistas” o “resetear la sociedad”.

El FMI propuso hace poco un “paquete de políticas” para enfrentar los “factores asociados a la pandemia” que se parece a los programas “sociales” de los gobiernos “progresistas” de América Latina, y que muchos gobiernos acosados por las circunstancias se han visto obligados a asumir -como el de Colombia- pero que en realidad no solucionan nada sino que son “paños de agua tibia”, dado que en última instancia todas esas “inversiones sociales” pasan por la intermediación de los bancos y entidades financieras (en realidad no quieren solucionar los problemas sociales agudizados por la pandemia sino “salvar a sus bancos”).

Y paralelamente, otros sectores de la oligarquía global planean la generación de nuevas guerras y/o provocar “catástrofes” masivas para “resetear la sociedad”. Claro, su intención es agudizar los conflictos entre potencias mundiales, reajustar las relaciones internacionales, y tensionar el ambiente geopolítico para negociar en mejores condiciones entre las grandes corporaciones capitalistas y sus gobiernos, y a la vez, distraer al gran público con falsos enemigos y nuevos miedos.   

El problema es que desde los pueblos y los trabajadores no tenemos conciencia global de esta situación, creemos que cada país o nación es una “isla” o un caso aparte, y en general, no tenemos una estrategia global.

Y aunque se hacen intentos por comprender lo que está ocurriendo, dado que se generan condiciones reales para actuar a un nivel más amplio, en temas como la crisis económica global, la crisis ambiental y de cambio climático, el auge de las economías criminales, la precariedad y los límites de la acción política tradicional, etc., todavía los partidos y movimientos políticos de corte popular o “revolucionario”, no encontramos la forma de actuar “a todo nivel”, “desde abajo” y “por arriba”, con visión global y local, desde “fuera” y “dentro” de la institucionalidad que, queramos o no, existe y decide sobre la vida y el futuro de la humanidad.

Pareciera que nos falta “resetear” nuestras formas de pensar y de actuar.