viernes, 29 de marzo de 2019

Duque quería ser Uribe III, pero no funcionó


Duque quería ser Uribe III, pero no funcionó

Popayán, 29 de marzo de 2019

Duque intentó convencerse en los primeros meses de su gobierno que podía jugar a ser demócrata, moderado y anti-corrupto, o sea, a creerse la mentira que había fabricado para poder ganar las elecciones. Se sentía como una especie de Fajardo II.

Fueron cinco meses en donde casi todo le fracasó e iba en barrena, con un pacto anticorrupción incumplido, una recortada reforma tributaria que convirtió de afán en “ley de financiamiento”, reformas legislativas aplazadas y paro universitario desgastante.

Además, el escándalo de Odebrecht y los entuertos del Fiscal General, lo afectaban negativamente.

Eso duró hasta el atentado del 17 de enero, que provocado o no, lo obligó a convertirse en Uribe III, entendiendo que Uribe I y II fue el Uribe original; el I en sus 8 años y el II en los 8 años de Santos.

A partir de esa fecha, Duque se embarca a hacer trizas el proceso de Paz, suspende el diálogo con el ELN, desconoce el protocolo con Cuba y países garantes, intenta derrocar a Maduro y, con ese escaso aire en la camiseta, presenta sus objeciones a la JEP (forzado por el Fiscal y Uribe).

Sin embargo, su Uribe III no se parece al I y II, porque las condiciones han cambiado, y porque a Duque no le sienta bien el talante autoritario. Más parece un niño con berrinche que un presidente “emberracado”.

Duque es consciente de que Uribe lo empuja a ser Uribe III, no porque quiera que su gobierno salga adelante sino porque no tiene otra manera de garantizar su impunidad. El expresidente-senador sabe que una JEP fuerte y legitimada lo pondría en serios aprietos frente a la verdad y la justicia.

La estrategia de Uribe, que Duque aplica sin mucho entusiasmo, significa enfrentar y fragmentar a todos los partidos aliados del gobierno (Cambio Radical, la U, conservadores y liberales).

Ello, porque el plan de Uribe es revitalizar desde el gobierno al Centro Democrático y convertirlo en la única alternativa de la derecha populista.

Los dirigentes más experimentados de los partidos de derecha vivieron ese proceso en el pasado con Uribe I y han entendido que tienen que girar hacia el “centro”.  

Cambio Radical, la U y liberales, jugaron con Uribe-Duque para derrotar a Petro, pero no están dispuestos a mantener esa dinámica, mucho más cuando observan que Petro se ha debilitado.

Saben que tienen que disputar el “centro” con Alianza Verde y otras tendencias que están apareciendo al interior de sus propios partidos y en el amplio espectro político que Sergio Fajardo no ha logrado encauzar ni organizar.  

Por todo lo anterior, no le aprobarán a Duque las objeciones a la JEP. No quieren fortalecer a Uribe, saben que es un caso juzgado por la Corte Constitucional, y van a dejar que sea el gobierno el que pague los platos rotos.  

Duque vive un momento de extrema debilidad: el gobierno no arranca, la violencia se dispara en regiones y ciudades, Guaidó no cuajó y Maduro no cayó, la coalición de gobierno se diluyó y el querer ser Uribe III no le funcionó.

Y la Minga indígena sigue ahí…

E-mail: ferdorado@gmail.com / Blog:

miércoles, 27 de marzo de 2019

URIBE EMPIEZA A GOBERNAR DE HECHO



Nuevos liderazgos sociales y políticos para derrotar la falsa polarización

URIBE EMPIEZA A GOBERNAR DE HECHO

Popayán, 27 de marzo de 2019

Que un gobierno que pretendía derrocar al presidente de Venezuela se vea obligado a soportar el bloqueo de la principal carretera que conecta con Ecuador, es algo que sorprende al observador desprevenido. Veinte mil indígenas y campesinos del suroccidente colombiano movilizados en Minga, desnudan las contradicciones de un gobierno que prometió “despolarizar” al país y pasar la página.    

¿Qué ocurre realmente?  

Para entender lo que ocurre es necesario recordar que Duque consiguió ser elegido sumando todas las fuerzas políticas del viejo establecimiento político utilizando el miedo a Petro, que fue posicionado como representante del “castro-chavismo”.

Pero las acciones erráticas del primer mandatario y de su partido frente a Venezuela y a la JEP, y la forma como ha impulsado la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo, han generado “ruido” (interno y externo) en los partidos aliados y cercanos al gobierno.

Duque, empujado por las presiones de Uribe, parece haber dinamitado la convergencia de fuerzas políticas que lo ayudaron a elegir.

El novel presidente hace esfuerzos por emular la mano fuerte de su mentor Uribe, pero el “presidente eterno” no está conforme y, por ello, empieza a asumir la presidencia de hecho.

El espectáculo de darle órdenes públicas a la directora de la Agencia Nacional de Tierras demuestra que al expresidente-senador no le importa guardar las apariencias y está dispuesto a darle órdenes a Duque por interpuestas personas.

Así, las tensiones entre el gobierno de Duque y los sectores ultra-conservadores del Centro Democrático, se hacen cada día más agudas y conflictivas.

Por ello, a un mes del fracaso del 23 de febrero en Cúcuta, cuando usaron el chantaje de la “ayuda humanitaria” para quebrar la resistencia a la injerencia estadounidense en Venezuela, el gobierno de Duque trata con desespero de retomar la iniciativa política.

Para completar, la protesta indígena se le ha atravesado en sus planes y le complica más la situación. 
  
De agresor a víctima: un libreto conocido

Después de mostrarse arrogante y triunfalista, el gobierno colombiano empieza a hacerse la víctima frente a la movilización indígena y ante el gobierno del vecino país.

Acusan a la Minga de estar infiltrada por grupos armados y al gobierno de Maduro de amenazar la seguridad interna.

Dicen haber detenido a un militar venezolano y a uno cubano haciendo contrainteligencia en Colombia, pero ni los judicializan ni muestran las pruebas de tal actuación.

Ahora la presencia de 99 técnicos militares rusos es presentada como una amenaza para Colombia cuando en nuestro país –desde hace décadas– funcionan siete bases militares con miles de soldados estadounidenses que actúan a sus anchas sin que nadie diga nada.

La estrategia está pintada. Han permitido el fortalecimiento de grupos armados ilegales que aprovechan el vacío dejado por las Farc en muchas regiones, incluyendo al Eln y a las supuestas “disidencias”, para justificar su ofensiva contra el proceso de Paz.

Pero el trasfondo sigue siendo el chantaje “castro-chavista”. Es lo que siempre ha utilizado Uribe y le ha funcionado.

Ahora tratan de mostrar a La Minga como una amenaza para Colombia y no demoran en aparecer falsos positivos que relacionen a políticos de oposición con planes desestabilizadores impulsados por el gobierno de Venezuela. Es el libreto conocido.

Desenmascarar la falsa polarización

Hasta ahora los partidos de oposición no han logrado diseñar una estrategia para aprovechar los errores de Duque, que son causados por la presión de Uribe.

Petro no ha podido (igual que Duque) unificar los apoyos que obtuvo en la segunda vuelta y atraer a los partidos del centro político que votaron en blanco.

Parece que el líder de Colombia Humana cree que un clima de tensión permanente con el “uribismo”, le permite ponerse a la cabeza de la oposición.

Pero es un juego desgastante porque se apoya en una falsa polarización que usa temas casi superados o ajenos, como el fin del conflicto (“irreversible”, como dice el expresidente Santos) y la campaña de Trump para derrocar a Maduro.  

Por ello, ante los intentos de revivir falsos distractores, están apareciendo nuevos liderazgos democráticos que entienden que ese escenario de tensión política, muy similar a lo que ocurre en Venezuela, no le conviene a Colombia.

Desde ahora se perfilan nuevos dirigentes políticos que muestran características diferentes a los que han protagonizado la política de “centro” e izquierda en los últimos años. Son más tranquilos, menos ególatras, más dispuestos a escuchar y tranzar acuerdos.

Dirigentes jóvenes como Juanita Goubertus (verde), Luis Ernesto Gómez (liberal-“activista”), José David Racero (Colombia Humana), Camilo Romero (actual gobernador de Nariño), y otros (as), son las nuevas figuras que constituyen las reservas democráticas en Colombia.

Y el movimiento social también parece reaccionar. La Minga es un ejemplo. Desarrolla alianzas más amplias, rechaza la instrumentalización electorera, fortalece su autonomía socio-política y actúa con visión de conjunto y de largo plazo.

Adenda. En toda América Latina se necesita esa combinación sistémica y creativa: por un lado, gobiernos efectivamente democráticos que se tracen planes de transformación de largo plazo sin querer “hacer la revolución por arriba”, y por el otro, movimientos sociales que construyan fuertes bases autónomas (“auto-gobiernos”) que sean el soporte de cambios estructurales, especialmente de carácter cultural y educativo, que se materialicen en nuevas economías colaborativas y ecológicas. Y, además, “por arriba” y “desde abajo” se deberán impulsar movimientos sociales y políticos de carácter regional, continental y global, para coordinar acciones de mayor calado territorial y, así, enfrentar y derrotar los cercos diplomáticos, los saboteos mediáticos, los bloqueos económicos y las guerras reales.


viernes, 22 de marzo de 2019

¡EN VENEZUELA NO HAY TIEMPO QUÉ PERDER!


¡EN VENEZUELA NO HAY TIEMPO QUÉ PERDER!

Popayán, 22 de marzo de 2019

El gobierno del presidente Maduro ha logrado ganar tiempo y eso es magnífico para el pueblo venezolano y latinoamericano.

Al estilo de un boxeador desesperado, el imperio estadounidense y sus títeres internos y externos (Duque, Piñera, Guaidó y compañía), lanzó golpes a diestra y siniestra sin conseguir mayores logros.

No lograron sus objetivos desestabilizadores y Maduro salió ileso y fortalecido de esta batalla. Igual que los sectores más conscientes del heroico pueblo venezolano.

Pero los enemigos no van a cejar en su intento golpista y el cerco diplomático mutó y desnudó el verdadero bloqueo financiero y la abierta guerra económica que venía de atrás.

La agresión armada –regular e irregular–  está en pleno desarrollo y la van a acelerar.

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El gobierno ha podido resistir debido a la confluencia de 3 condiciones que se han entrelazado en esta coyuntura:

1. Lo más avanzado del pueblo venezolano apoya al gobierno para derrotar la intromisión gringa;

2. Las torpezas de la oposición golpista (interna y externa) espantan a los demócratas y patriotas; y,

3. Las grandes mayorías aguantan con paciencia, pero están a la espera de que se resuelvan problemas básicos para la existencia diaria.

Sin embargo, por lo que se observa, desde la distancia, el gobierno no ha podido –todavía– estabilizar la situación y pasar a la ofensiva en forma contundente.

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En diciembre de 2015 la oposición (en su conjunto, golpista y no golpista) obtuvo el respaldo de una buena parte de la población. Obtuvieron mayorías en la Asamblea Nacional.

Así, el gobierno perdió la iniciativa que había “heredado” de 14 años de gobierno de Chávez y fue puesto en modo de defensiva estratégica (in crescendo).

Pero, los dirigentes de la oposición no fueron capaces de leer con mirada democrática y civilista ese mandato y se impuso el afán golpista en sus filas. Los “neocons” se imponen con dólares.

Luego el gobierno obtuvo una pausa de algunos meses durante el pequeño interregno con la elección de la ANC, en donde pudo disfrutar de una corta y temporal ofensiva. No duró mucho.

Ahora ha logrado otro respiro. Por ello, se hace urgente reactivar la producción interna en las áreas estratégicas (petróleo, energía, comida, medicamentos, etc.). No se puede perder tiempo.

Ello sólo se puede hacer apoyándose en la gente para lo cual hay que derrotar la visión burocrática y el extremado “estatismo” (asistencialismo, paternalismo) que impide que surjan “desde abajo” un nuevo tipo de iniciativas populares que sirvan para derrotar al imperio y a las derechas golpistas. 

El cerco político internacional y el bloqueo económico (que es la guerra declarada) solo puede ser superada con más democracia (popular) y una nueva política económica.


jueves, 21 de marzo de 2019

LA MINGA PONE A PRUEBA LA GOBERNABILIDAD DE DUQUE

La Minga pone a prueba la gobernabilidad de Duque

Popayán, 21 de marzo de 2019

Este artículo analiza la situación y perspectivas de la protesta social denominada la “Minga Indígena”, que tiene semi-paralizado al Suroccidente colombiano.

Tesis inicial

En este conflicto se enfrentan las fuerzas y concepciones políticas que se disputan la hegemonía global, cuales son: a) los globalizadores neoliberales que reconocen formalmente los derechos de los pueblos y comunidades, pero confían que al final se impondrán las fuerzas del mercado y el capital (Santos-Obama); b) los nacionalismos conservadores que tratan de atenuar los efectos negativos (crisis) del proceso de globalización, apoyándose en gobiernos autoritarios y sectores sociales tradicionalistas, clericales y patriarcales (Uribe-Trump); y c) los pueblos que luchan por ampliar la democracia, por debilitar a los grandes monopolios financieros y construir un mundo más equitativo y justo, respetuoso de los derechos de los pueblos y de la naturaleza. Los indígenas, en este caso, los representan. 

La coyuntura social y política

La movilización indígena que protagonizan comunidades de diversas etnias y sectores campesinos del Cauca, Huila, Sur del Valle y Eje Cafetero, que tiene bloqueada la carretera panamericana entre Popayán y Cali y, parcialmente incomunicada la vía que conecta a Neiva con Caquetá, ocurre en medio de una coyuntura política en donde el presidente Duque enfrenta serios aprietos luego de jugarse a fondo con el tema de Venezuela.

El Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, que es una de las organizaciones indígenas con mayor experiencia en Latinoamérica, tomó la decisión de realizar una gran movilización social después de evaluar la actitud del gobierno durante los últimos 6 meses. Constataron que mientras los delegados gubernamentales dilataban las conversaciones y se negaban a llegar a acuerdos en las mesas de concertación, paralelamente impulsaban leyes y un Plan de Desarrollo con contenidos totalmente contrarios a los intereses de las comunidades indígenas.

Además, observaban preocupados lo que ocurría en el ámbito nacional e internacional. Vieron cómo luego del atentado terrorista a la Escuela de Cadetes de la Policía, el presidente Duque suspendió las negociaciones con el ELN, fortaleció su alianza con el Fiscal para desprestigiar y acabar con la Justicia Especial de Paz JEP (eje central de los acuerdos con las Farc), y se puso al servicio de Trump en su campaña contra Maduro. O sea, mostró la cara que mantuvo oculta durante los primeros cinco meses de gobierno. Tal actitud afianzó la desconfianza entre los dirigentes y los movió a organizar y realizar la protesta.

Los actores sociales y sus exigencias
El pueblo Nasa (o “paeces”) es la fuerza principal de la Minga. Habita municipios del nororiente del Cauca y suroriente del Valle, pero tiene “avanzadas” en la cordillera occidental, Huila, Caquetá y Putumayo, fruto de desplazamientos ocurridos durante la Guerra de los Mil Días (1899-1902), años posteriores a la aprobación de la Ley 200 de 1936 y la avalancha del río Páez de 1994. En total son cerca de 200 mil nativos, de los cuales se han movilizado unos 15 mil, especialmente jóvenes.

El resto son los pueblos Misak (“guambianos”), Kokonucos, Totoróes, Polindaras, Yanaconas y otros pueblos más pequeños del Cauca, y comunidades Embera Chamí de Risaralda y Caldas. Además, cuentan con el apoyo de otras organizaciones sociales, afrodescendientes y campesinas del Cauca como el Comité de Integración del Macizo Colombiano CIMA. En total, estos sectores agrupan unas 5 mil personas movilizadas, pero tienen el respaldo de cientos de organizaciones sociales de todo el país (https://goo.gl/jaoB1h).  

Las exigencias se pueden agrupar así:

-       Inclusión de las comunidades étnicas en el Plan Nacional de Desarrollo;

-       Reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos;

-       Protección a los líderes sociales que están siendo asesinados;

-       Respeto a la consulta previa para realizar proyectos en sus territorios (Convenio 169 OIT);

-       Cumplimiento de los acuerdos firmados con las Farc, que les impacta en varios aspectos;

-       Fortalecimiento de las políticas de protección del medio ambiente;

-       Cumplimiento de los numerosos acuerdos firmados con otros gobiernos.

Giovanni Yule, veterano dirigente indígena afirma que “El Gobierno tiene radicados en el Congreso unos proyectos que son totalmente agresivos con las poblaciones indígenas”. De acuerdo con su visión, el gobierno pretende reformar la Ley 160 de 1994, que le quitaría la función ecológica y ambiental al uso de la tierra en el país. Las comunidades consideran que se quiere instrumentalizar la tierra y convertirla en mercancía para las multinacionales. También tienen inquietudes sobre la reforma a la tutela, leyes para limitar la protesta social, control de los medios de comunicación, el uso del glifosato y el fracking.  (https://goo.gl/ekuyYo).

Torpe manejo del gobierno
En el primer contacto que tuvo el gobierno con la Minga, la Ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez se negó a tratar con los indígenas temas que ella considera son exclusivos del Congreso. Ha dicho que “aquí el tema no son las inversiones; el fondo es que ellos son sectores de oposición al Gobierno” y en tono burlón dijo que las comunidades quieren hablar “del fracking, el control a grupos paramilitares, las objeciones a la JEP y la mortandad de peces en Hidroituango”. Para el Gobierno las peticiones de los indígenas tienen un tinte político. (Ídem, Semana).

El actual gobierno desconoce que estos pueblos enfrentaron con relativo éxito al expresidente Uribe en 2008. En esa ocasión lo obligaron a ir al Resguardo La María (Piendamó) después de un frustrado encuentro en Cali. El presidente salió con megáfono en mano a un puente elevado de la calle 5ª a llamar al diálogo a las comunidades que le dieron la espalda y lo dejaron hablando solo. A los pocos días tuvo que ir a su territorio para arreglar ese desencuentro que fue un duro golpe para quien en ese momento se creía imbatible.

Pero, además, el gobierno genera más desconfianza al destruir “cambuches” y comida a integrantes de la protesta en El Cairo, sobre la panamericana; intentaron desalojarlos a mansalva y a la fuerza de los lugares de bloqueo; el Ministro de Defensa los acusa de utilizar niños en la protesta, de usar explosivos contra la fuerza pública y de estar “infiltrados” por grupos armados ilegales. Son acusaciones que no corresponden con la realidad.

El mayor problema que tiene el gobierno consiste en que mientras descalifica las “vías de hecho”, en Cúcuta el presidente Duque con el autoproclamado Guaidó, el secretario de la OEA y varios miembros del Centro Democrático, alentaban a cientos de “guarimberos” venezolanos para atacar con piedras y “cocteles molotov” a las fuerzas de seguridad del Estado venezolano. Los indígenas caucanos y muchos colombianos notan esa incoherencia. Tal parece que están decididos a cobrar con creces esa inconsistencia de Duque.

Breve recorderis histórico
Los pueblos indígenas caucanos, especialmente los Nasa, han desarrollado una lucha de resistencia por más de 480 años. Derrotaron en su tiempo a los conquistadores españoles en Tierradentro encabezados por “La Gaitana”. En 1700, liderados por el cacique Juan Tama, aprovecharon la confrontación entre los encomenderos de Popayán y la Corona Española para lograr el “Título de los 5 pueblos”, que les permitió sobrevivir y disfrutar de ciertos niveles de gobierno propio. En la época de la independencia se aliaron con los patriotas sin ceder un ápice de su autonomía. Y en el siglo XX, primero con Manuel Quintín Lame entre 1910-19, y luego, a partir de 1970 con el CRIC, derrotaron a los grandes terratenientes caucanos y vallecaucanos recuperando buena parte del territorio despojado (1).

Ellos hacen parte de los pueblos que conservan una mirada de largo aliento y una infinita paciencia. Con los mapuches de Chile y los tzotziles-tzeltales de Chiapas (México) se los considera los únicos pueblos no vencidos de América.

Análisis y perspectivas

El presidente Duque, alentado por la “lucha contra la dictadura” que considera un éxito porque subió algunos puntos de aceptación entre la opinión pública y basado en la creencia de que es imparable la oleada de gobiernos “populistas de derecha”, se ha embarcado en una ofensiva interna que tiene como objetivo derrotar a las fuerzas de la oposición de cara a las elecciones locales y regionales.

La Minga se atravesó y puede convertirse en un escenario donde se concentren temas sensibles como la paz, medio ambiente, cultura, memoria histórica y modelo de desarrollo. Pero también puede ser un detonante para una rebelión popular de mayor calado contra las pretensiones autoritarias de un gobierno que hasta ahora no ha construido mayorías ni en el Congreso ni en la opinión pública.

El vídeo viral elaborado por creativos indígenas de la Minga con el título de “Dile a Duque que venga al Cauca” (https://goo.gl/aEs1xy) es una muestra de un sentir generalizado que ha surgido entre amplios sectores de la ciudadanía. Si Duque no calibra bien la respuesta y el tratamiento a esta lucha indígena, puede crear una situación parecida a la de Santos cuando dijo su más famosa frase: “El tal paro nacional agrario no existe”.

Pero, del otro lado, si la dirigencia indígena no logra ganar más aliados para una causa que de por sí es general, pero que mucha gente desconoce, y si no se sensibiliza frente a los graves inconvenientes y pérdidas que sufre la población de las ciudades afectadas por el bloqueo de la principal carretera de la región, puede también crear condiciones para que el gobierno justifique la represión abierta.

La Minga le mide el aceite a Duque, pero el desenlace es incierto.

[1] Dorado, Fernando (2017). “El Cauca en su momento de cambio – Sociedad abigarrada, pueblos rebeldes, futuros posibles”, Editorial Raizal, Bogotá, Colombia. 


E-mail: ferdorado@gmail.com

sábado, 16 de marzo de 2019

EL PROFESOR HEINZ DIETERICH JUEGA AL AJEDREZ


EL PROFESOR HEINZ DIETERICH JUEGA AL AJEDREZ

Popayán, 16 de marzo de 2019

Desde abril de 2014 el profesor Heinz Dieterich viene anunciando la caída de Maduro. Ahora, otro amigo, Leonardo Moraria, avizora el “jaque mate” inmediato. No obstante, los hechos no les dan la razón a pesar de sus predicciones.  

Así sea crítico, enemigo, opositor, simpatizante o apoyo del actual gobierno de Venezuela y/o su proyecto político “bolivariano”, intento hacer ver porqué el presidente Maduro no ha podido ser derrocado como pretende Trump.

El juego de ajedrez usado en los pronósticos de referencia sirve para mostrar las fuerzas que influyen en ese país, desde adentro y afuera, y su dinámica actual.

En política (y creo que en todo) nada cae o se desplaza si no existe un vector capaz de ejercer una fuerza para provocar esa caída o desplazamiento.

Tal parece que el imperio USA aún no tiene la fuerza suficiente en Venezuela para provocar el jaque mate al “rey negro” (Maduro), por cuanto no ha logrado movilizar al grueso de los “peones” para ejecutar esa jugada mortal.

Un “caballo blanco” que se cree “rey blanco” apareció de un momento a otro en el tablero y confunde a cada rato “jaque” con “jaque mate” pero su reina, torres y alfiles no logran ni siquiera cohesionar a sus propios peones, porque actúan desde Miami y Bogotá.

Todas las fichas blancas, por alinearse con EE.UU. de una forma subordinada y servil, se aíslan del conjunto de peones que no apoyan al rey negro, pero que tampoco están decididos –ni organizados– para darle jaque mate.

Por lo que observamos, la mayoría de peones son espectadores y no juegan dentro del tablero. El rey negro consiguió dos (2) “torres” (una amarilla y otra medio-roja) que mantienen el equilibrio del tablero forcejeando contra las torres blancas que juegan desde afuera.

El grueso de los peones está por fuera del tablero. Si quisieran, podrían organizarse en forma autónoma pero no desechar la fuerza de las torres amarilla y medio-roja para neutralizar las torres blancas y a las negras. Así podrían llegar a forzar el jaque mate al rey negro y salir del atolladero, pero sin que el tablero caiga en manos del verdadero “rey blanco” que vive en Washington y está interesado en apoderarse de toda la sala de juego (y su caja fuerte).

El profesor Heinz Dieterich no ha logrado entender que las fichas negras están más organizadas que las blancas e influyen todavía en una importante cantidad de peones que están por fuera del tablero. Él sobrestima la fuerza de USA.

Hoy en Venezuela se juega una partida de ajedrez muy importante. No está en juego ningún socialismo sino únicamente (como ha ocurrido durante 60 años en Cuba) la independencia de una nación y la posibilidad de que su pueblo sea verdaderamente autónomo.

Nada más, pero nada menos.

miércoles, 13 de marzo de 2019

COLOMBIA: DERROTAR EL AUTORITARISMO GUERRERISTA

COLOMBIA: DERROTAR EL AUTORITARISMO GUERRERISTA

Popayán, 13 de marzo de 2019

Las próximas elecciones regionales y locales en Colombia (octubre de 2019) tienen una importancia especial para todos los colombianos y para sus expresiones políticas y sociales.

Son especiales porque son los primeros comicios para elegir alcaldes y gobernadores que se realizan después de:

-       La firma de acuerdos de paz con las Farc perfeccionada a finales de 2016;

-       La desmovilización y desarme de esa guerrilla desarrollada entre 2017 y 2018;

-       La aprobación de las principales normas que se corresponden con esos acuerdos;

-   Una campaña presidencial bastante atípica de 2018, en la que el candidato progresista y de izquierda logró competir de igual a igual con el candidato del establecimiento; y

-       Un referendo anti-corrupción que movilizó casi 12 millones de votantes, pero cuyo contenido fue desconocido y saboteado por la clase política tradicional y el gobierno.

Además, esta jornada electoral donde se elegirán –también– concejales municipales y diputados departamentales, se realiza en medio de un ambiente polarizado por varios hechos (entre otros):

a) La crisis institucional del aparato de justicia fruto de los escándalos de corrupción como Odebrecht, Fiscal anti-corrupción extraditado, Cartel de la Toga, Fiscal General desprestigiado;

b)  Los ataques a la Justicia Especial de Paz (JEP) desde varios flancos encabezados por el Centro Democrático (Uribe), el Fiscal General con el apoyo de la DEA y CIA, y el presidente Duque.

c) La campaña de Trump por derrocar a Maduro, que Duque ha querido utilizar para ocultar los graves problemas que se acumulan sin control en Colombia, como el crecimiento del desempleo, los incumplimientos a las víctimas y pobladores rurales, la crisis fiscal y presupuestal del Estado, y el crecimiento desbordado de la economía del narcotráfico.

Así mismo, se debe señalar un fenómeno que se presenta en el campo de la política electoral. Mientras los partidos del establecimiento quedaron fracturados después de las elecciones de junio de 2018, la oposición de centro, progresista y de izquierda se viene articulando de una forma inteligente y consistente, como lo demuestra la réplica pública a las objeciones planteadas por Duque a la Ley Estatutaria de la JEP, que con tono técnico-jurídico pero con un alto contenido político encabezó Juanita Goebertus la noche del martes 12 de marzo/2019 (https://goo.gl/g4JLyy).  

De cara a las elecciones locales y regionales es importante resaltar éste último aspecto. Aunque esas elecciones tienen otras lógicas y dinámicas, reflejan de alguna manera las debilidades de los partidos políticos en el ámbito nacional. Así, todos los partidos que se unieron a Duque (obligados por el avance de Gustavo Petro) terminaron –finalmente– enfrentados hacia afuera y agrietados por dentro. El CD, la U, CR, liberales y conservadores, no solo presentan graves fisuras y disidencias, sino que se muestran independientes y hasta enfrentados con el gobierno de Duque (Uribe).  

Si los dirigentes departamentales y municipales de Alianza Verde, Polo, Colombia Humana, MAIS, UP y demás movimientos políticos y sociales, logran sintonizarse con el espíritu y práctica de Unidad que se observa entre sus bancadas en Bogotá, y desarrollan estrategias para atraerse a lo más honesto (y con sentido social) de otros partidos y de gentes sin partido, podrán generar verdaderos fenómenos políticos en Colombia que derroten desde las regiones y localidades tanto el autoritarismo guerrerista que impulsa Uribe y Duque como la politiquería corrupta que es la constante de los jefes de los partidos tradicionales (Vargas, Iragorri, Gaviria, Barreras, etc.).

E-mail: ferdorado@gmail.com

domingo, 10 de marzo de 2019

OTRAS MIRADAS SOBRE LA SITUACIÓN DE VENEZUELA Y LOS INTERESES GEOPOLÍTICOS


OTRAS MIRADAS SOBRE LA SITUACIÓN DE VENEZUELA Y LOS INTERESES GEOPOLÍTICOS

Popayán, 10 de marzo de 2019

Las siguientes notas surgen de diálogos con diferentes amig@s y compañer@s de Venezuela y de Colombia, con ocasión del debate que ha surgido por la posición política que han asumido una serie de personas que se consideran de izquierda y progresistas (entre ellos un numeroso grupo de intelectuales “decoloniales”) frente a la situación actual del hermano país.

Algunas de esas personas se han alineado abiertamente con Guaidó (López-Rubio-Pence-Trump) y se suman abiertamente al llamado a la intervención e injerencia del gobierno de los EE.UU. en los asuntos internos de Venezuela, incluyendo la acción militar (https://goo.gl/yEfMS6), argumentando que la “dictadura madurista” representa los intereses económicos de una camarilla vendida o entregada a Rusia, China y Cuba.

Otras de esas personas asumen una posición supuestamente neutral, pero se han acercado a Guaidó y conversado con él para impulsar un Referendo Consultivo, a fin de supuestamente retomar el camino democrático. También argumentan que la “dictadura madurista” entregó la soberanía nacional al gran capital (incluyendo al chino y ruso) como en el caso del Arco Minero y otras riquezas petroleras, y rechazan la política extractivista que, de acuerdo a ellos, violenta o cercena la autonomía territorial de pueblos indígenas y, agudiza el desequilibrio ambiental y ecológico de la tierra en detrimento de la supervivencia de la humanidad.

Acudo a las categorías de la dialéctica materialista (análisis de contradicciones) para expresar las ideas en la forma más clara y precisa (aunque limitada), dado que la aplicación de las herramientas conceptuales que están en desarrollo por las ciencias de la complejidad, harían farragoso el ejercicio. No obstante, en la visión general intento abordar la “trama de la vida” con los ojos de las “multiplicidades complejas” o “complejidades múltiples”.  

Clases y sectores de clase a nivel global y en Venezuela       

1. Existe hoy una contradicción fundamental entre una oligarquía financiera global OFG y los trabajadores y los pueblos de todo el mundo, que se expresa como contradicción principal en cada región, país, etc. El arte es identificar esa contradicción principal y las secundarias sin caer en unilateralidades o separaciones artificiales.

2. Esa OFG se materializa en la existencia de poderosos conglomerados financieros que dominan todas las áreas de la economía global. Unas cuantas decenas de multimillonarios estadounidenses, europeos, japoneses, chinos, rusos, indios y de todas las nacionalidades controlan más del 85% de la riqueza global. Solo 8 súper-ricos acaparan la mitad del capital mundial (https://goo.gl/iqfaMx).

3. Esa OFG es la clase hegemónica al interior de las potencias económicas y militares (USA, Europa, Japón, Rusia, China, etc.) y también en todos los demás países. Ese dominio genera contradicciones con sectores de la burguesía industrial en el mundo híper-desarrollado y con sectores de burguesías locales, burocráticas parasitarias y emergentes en los países de la periferia capitalista (países dependientes y “en desarrollo”).

4. Esas contradicciones inter-burguesas se expresan en la lucha política al interior de cada región, bloque económico y país. Los fenómenos “Brexit”, “Trump”, “Bolsonaro”, de gobiernos neo-populistas en Europa y demás “nacionalismos de derecha”, son expresiones de esas contradicciones que logran involucrar a los trabajadores y a las clases medias golpeadas por la globalización neoliberal.

5. Fruto de la crisis sistémica del capital, de fricciones entre intereses sectoriales y de tradiciones históricas acumuladas en el tiempo, al interior de esa OFG surgen dos actitudes políticas predominantes en torno a la tarea de mantener su hegemonía: a) Aquellas que exacerban los imperialismos nacionales de gran potencia (Trump, Putin, en parte Xi Jinping y otros) y b) Los que aspiran a profundizar la globalización neoliberal manteniendo a nivel mundial la “dictadura liberal” del gran capital sin acudir a “formas extremas”. Los Obama, Macron, Clinton y muchos otros, son su expresión política.

6.  La existencia de esa OFG no niega las contradicciones geopolíticas a su interior como se observa en las guerras comerciales y tecnológicas que están en desarrollo, y se agudiza en la lucha por el control estratégico de las fuentes de energía y de materias primas.

7.   No existe una expresión política autónoma e independiente de los trabajadores debido, en lo fundamental, a los cambios operados en la naturaleza de las clases sociales por efecto de la reestructuración pos-fordista (deslocalización, descentralización, desconcentración y nueva especialización de los procesos productivos), la revolución tecnológico-cibernética, y también, por la incomprensión (no asimilación) de las derrotas históricas de la clase obrera durante el siglo XX (colapso de los “socialismos estatistas”).  

8. En Venezuela se pueden identificar tres sectores dominantes: la expresión de la oligarquía financiera global (Escotet, Cisneros, Mendoza), una burguesía parasitaria pro-imperio USA (la mayoría está en Miami, la lidera López-Guaidó-Rubio), y una burguesía burocrática emergente representada por Maduro-Cabello. Los trabajadores y otros sectores populares no han logrado desarrollar su propia expresión política independiente y autónoma y están subordinados a los intereses de esas burguesías.

La situación de Venezuela

En América Latina las grandes potencias imperiales luchan por sus intereses geopolíticos y lo hacen de acuerdo a una tradición histórica e intereses concretos. Trump y su camarilla neocon, han decidido violentar todas las normas de relacionamiento internacional entre naciones desconociendo las formalidades “liberales” establecidas en la ONU. Usando a gobiernos títeres como el de Colombia, impulsa un injerencismo abierto como estrategia política para toda la región. Mientras tanto, sus adversarios geopolíticos (Putin, Xi, otros) defienden la legalidad internacional vigente, y aunque lo hacen para defender sus intereses estratégicos, lo hacen dentro de la formalidad legal. Es una realidad que se ha concretado en los fracasos de Trump en la OEA y en UN, lo que es positivo para las naciones débiles.

En ese sentido es importante entender que una cosa es que te presionen económicamente, y hasta te obliguen a negociar las riquezas del país que administras, y otra cosa es que promuevan de frente tu derrocamiento para arrodillarte ante sus pretensiones o para sacarte del juego. Y te lo dicen sin rubor: “Es a las buenas o a las malas” o “todas las opciones están sobre la mesa”. Guaidó y la oposición golpista se han sumado a esa posición que no tiene ninguna justificación en el campo de la diplomacia y la política, y lo coloca como un títere confeso. Es por ello, que, ante la eventualidad de una guerra impuesta por los EE.UU., se debilitan y pierden a las mayorías a nivel interno. Es una situación evidente que Maduro ha sabido aprovechar para –a pesar de todo lo que representa y de la inconformidad de la mayoría de la población– sostenerse en el gobierno (y parte del poder).

Es por esa razón que no es posible igualar el comportamiento político de Trump con el de Obama, ni el de Trump con el de Putin o Xi, ni el de Maduro con Guaidó. Querer pasar o “posar” de neutral con el argumento de la defensa de la democracia, de los derechos humanos o del medio ambiente (“anti-extractivismo”) es no solo ser muy ingenuo sino a-político.   

La inexistencia de un sector crítico-autónomo de carácter democrático en Venezuela que desarrollara una estrategia independiente frente a la línea burocrático-extractivista que se impuso a la sombra de Chávez y, que, además, estableciera una gran distancia frente a la línea entreguista y golpista de la MUD, apoyándose en los sectores más avanzados de los trabajadores y el pueblo, es la causa principal de que los intereses de la OFG (en sus diferentes variantes) y de la burguesía burocrática emergente, se hayan impuesto en el vecino país. Algo similar ocurre en los demás países de América Latina.

La situación actual es extremadamente compleja y peligrosa. Al no tener claro el panorama completo, unos sectores democráticos en medio de su desespero se colocan al lado del injerencismo abierto (caso de Nicmer Evans y otros), y algunos otros sectores, que se consideran de izquierda, hacen acercamientos incoherentes con Guaidó como los de la Plataforma de Defensa de la Constitución e incluso de Marea Socialista, que los coloca en una posición política totalmente incomprensible frente a su inmediato pasado. Al igualar a todas las fuerzas económicas y geopolíticas comprometidas, desechan utilizar las contradicciones inter-burguesas para impedir los intentos de imponer una dictadura declaradamente pro-estadounidense. A eso, le llamo “neutralidad ingenua y principista”.

Creo que un sector democrático autónomo en Venezuela tendría que estar totalmente en contra de ese injerencismo gringo, señalando abiertamente porqué se pueden admitir alianzas con Rusia y China, sin idealizar esas alianzas (sin pintarlas de falsas solidaridades). Creo que hay que ser realistas y prácticos sin dejar de señalar que para poder avanzar como nación y como pueblo, se debe promover la organización de los trabajadores y de las gentes “por abajo”, no solo para defender la soberanía nacional sino para profundizar y desarrollar la soberanía popular en medio de la lucha por la sobrevivencia como pueblo y como nación.

Indudablemente, esa posición coloca a ese sector democrático autónomo (de existir), mucho más cerca de Maduro que de Guaidó. La contradicción con la OFG y sus expresiones locales se manifiesta en la defensa del derecho a la determinación de las naciones y la autonomía de los pueblos, mientras que la contradicción con la burguesía emergente (interna) se enfrenta en la lucha contra el burocratismo, por la democracia directa y de abajo, y contra el extractivismo depredador, sin caer en fundamentalismos inmediatistas que los aíslen del grueso de la población que no puede renunciar de un momento para otro a la explotación de sus recursos naturales, pero dando pasos prácticos en esa dirección.

Solo así, ese sector democrático autónomo se puede convertir en alternativa política, tanto para construir poder político por las bases como para aspirar a gobernar y actuar en el terreno del Estado “heredado”. Soy consciente que para desarrollar esta política en Venezuela las condiciones no son las mejores. La polarización existente es un gran obstáculo, pero no es un imposible. Se debe intentar.   

Breve comparación con Colombia

En Colombia la oligarquía financiera global OFG está constituida por los grandes grupos económicos hegemónicos que encabezan las familias Sarmiento Angulo, Santodomingo, Ardila Lulle, Gilinski, etc. La burguesía local (medianos empresarios del campo y la ciudad) y la burguesía burocrática parasitaria (contratistas, burócratas) es absolutamente pro-imperial USA, por cuanto comparte con esa oligarquía financiera sus oscuros orígenes terratenientes y esclavistas, y desde la independencia mostró su carácter absolutamente anti-nacional y entreguista (por ello sus contradicciones con Bolívar). Es la gran tragedia de Colombia.

Es tan profunda esa cultura pro-imperial que amplios sectores de pequeños y medianos productores (rurales y urbanos) e incluso de trabajadores, están influidos por esa mentalidad entreguista y compradora que conciben a los EE.UU. como un supuesto amigo y aliado.

Esta situación es muy diferente a la que ha predominado en Venezuela en donde –incluso antes de la aparición de Chávez– existía entre el pueblo un fuerte espíritu anti-imperialista heredado desde la independencia y fruto de importantes luchas por la nacionalización del petróleo durante el siglo XX.

No obstante, en términos políticos la OFG “colombiana” se alinea principalmente con la política de globalización neoliberal de Obama-Clinton. Juan Manuel Santos es quien mejor expresa esa posición. Están de acuerdo con la terminación negociada del conflicto armado y con la apertura de Colombia a la inversión internacional, incluida la de “occidente” y “oriente”. Son conscientes de la decadencia de los EE.UU. y al igual que la OFG brasileña, saben que Rusia, China e India son unas potencias emergentes a tener en cuenta por cuanto están a la ofensiva estratégica a todo nivel. Esa gran burguesía trans-nacionalizada de Colombia apoya la “presión diplomática” al gobierno de Maduro, pero no está de acuerdo con la intervención militar, igual que la de Brasil.

En ese sentido, los sectores más cosmopolitas de la oligarquía colombiana se deslindan de las posiciones de Uribe (Duque) que, subordina totalmente sus intereses políticos inmediatos a lograr su impunidad frente a los crímenes cometidos durante el conflicto armado y, por ello, está obligado a coincidir con las políticas ultra-derechistas de los Pence, Pompeo, Bolton, Rubio, etc., que pretenden utilizar la situación de Venezuela para agredir a Cuba, Nicaragua, Bolivia y exterminar cualquier proyecto progresista que ponga en peligro sus planes de hegemonía “paisa” (su sueño “nacional-comunitario” de carácter neo-proto-fascista).

Es por ello que algunos sectores de izquierda y progresista en Colombia entienden que hay que aprovechar esas fisuras y contradicciones inter-burguesas y no se puede hacer tabla rasa identificando totalmente a Uribe (Duque) y a Santos.

Creo que es similar a Venezuela… no se puede identificar totalmente a Leopoldo López-Guaidó-Rubio y Cía., con Maduro-Cabello-Padrino.

En Colombia la burguesía emergente es muy débil y, ello, en parte, es positivo. En ese ámbito las fuerzas de los trabajadores (antiguos y “nuevos” o precariados), campesinos, pequeños y medianos productores, comunidades indígenas y afrodescendientes, pueden y deben –si se lo proponen– construir una fuerza autónoma e independiente que aprenda de las experiencias del país vecino (Venezuela), que combata desde ahora las tendencias burocráticas (corruptas) y levante un programa que se proponga cambios estructurales en el aparato productivo, que como lo ha planteado Gustavo Petro, se plantee una matriz productiva no dependiente de las energías fósiles e impulse la superación de la eterna dependencia de la exportación de materias primas mediante un proceso de industrialización a todo nivel.