sábado, 23 de mayo de 2020

TENEMOS HAMBRE... ¡QUEREMOS TRABAJAR!

El huerto urbano comunitario y orgánico en el barrio La Paz
TENEMOS HAMBRE... ¡QUEREMOS TRABAJAR!

Popayán, 23 de mayo de 2020

El proceso de la Agricultura Urbana en los barrios del Norte de Popayán avanza y se fortalece. Ya son cuatro los grupos que están trabajando en terrenos diferentes pero en coordinación.


Continúa el grupo central en el barrio La Paz. Desde hace 8 días había arrancado un nuevo grupo en la vereda-barrio Lame. Antier empezaron a limpiar un lote algunos vecinos del barrio Las Guacas y hoy ya están vinculados al proceso.

Y ayer inició labores de limpieza y preparación de varios lotes el grupo (asociación) de Canal Florida en su propio sector. Ell@s contribuyeron con el Huerto Humanitario y Comunitario de La Paz durante una semana, pero se decidió que por cuestiones de prevención y protección de la salud, se debía continuar con el trabajo en su propio territorio.

Las mujeres, como siempre, al frente. Tienen un gran liderazgo y tienen las ideas claras. Ya organizaron su propia olla comunitaria y trabajan con entusiasmo y decisión.

Nos han informado que en Yanaconas, Pueblillo y otros barrios, muchas personas se han activado para apoyarse en la Agricultura Urbana de emergencia como una estrategia de organización, trabajo y lucha comunitaria.

Se deben diferenciar las dinámicas en torno a la agricultura urbana, lo alimentario y demás, que se hacía en tiempos normales, y entender lo que está ocurriendo ahora. Cuando arrancamos se hablaba de "agricultura urbana de emergencia". Eso hace que sea una estrategia vinculada a la coyuntura de pandemia y todo lo que ello implica. 
En las riberas del río Cauca 

Ahora, lo que se va configurando es el avance de un movimiento social que aprovecha la coyuntura (en gran parte el "vacío de poder" existente) para avanzar hacia fortalecer procesos autónomos de organización, recuperación de territorios comunales, producción de alimentos sanos, creación de empresas asociativas y solidarias, todo ello relacionado con las diversas luchas por sobrevivir, afrontar la hambruna, el desempleo y la parálisis o inercia mental (miedo).

Y también, enfrentar el aprovechamiento de la pandemia que hacen las castas dominantes para aplastarnos más (aumento en las tarifas de los servicios públicos, fortalecimiento del negocio de la salud, más precarización del trabajo, mayor control ideológico-cultural, etc.), y en fin, responder con lucha y organización a la situación que nos tocó vivir. 

Nota: Nos comentan que se empiezan a activar procesos de Agricultura Urbana que venían de atrás como el Surco Campesino Universitario, Periferia Crítica, Sembrando Ando, Huerta Urbana los Naranjos, Huerto Ancestral Kokama, Sendero Mágico, Ciudad en Movimiento, RENAF, Semilla Nativa, Red de Semillas libres de Colombia, Seres de Maíz, entre otros. Seguramente nos aportarán conocimientos técnicos y prácticos, y se sumarán a la dinámica de organización y movilización que responde a la coyuntura.

sábado, 16 de mayo de 2020

Entre Gates-Soros y Trump-Bannon

Bill Gates y George Soros, de un lado, y del otro, Donald Trump y Steve Bannon
Entre Gates-Soros y Trump-Bannon

Popayán, 16 de mayo de 2020

Es indudable que existe una oligarquía global que intenta controlar totalmente a la humanidad y a la economía, pero no lo han logrado como piensan algunos amigos paranoicos y conspiranoicos.

Esa oligarquía global está representada en lo económico por los grandes multimillonarios capitalistas que tienen inversiones en todo el mundo y tratan de superar los imperialismos del siglo XX para establecer una especie de "neoliberalismo social", un "poder garantista", que se muestra "democrático", "ambientalista", "responsable", "sostenible", etc., pero que es su respuesta a la enorme crisis en que se encuentra el capitalismo (reconocida incluso por ellos mismos).

Soros, Gates, Jack Ma y muchos otros multimillonarios son las cabezas visibles de esa oligarquía global, y tienen fuerte influencia en todos los gobiernos del mundo entero, incluyendo EE.UU., Rusia, China, Europa, etc.

Frente a esa oligarquía global los pueblos y los trabajadores no hemos podido construir un verdadero bloque de resistencia y de rebeldía creativa, porque hemos centrado nuestra estrategia en los intereses "nacionales" de cada país y hemos basado todos nuestros esfuerzos en la gestión del Estado, creyendo que porque accedemos a algunos niveles de Gobierno (subsistema dentro del Estado) ya hemos logrado "el poder". La vida ha demostrado ese error conceptual en América Latina.

Es por ello que otros sectores de las clases capitalistas de cada país se han convertido en los principales rivales de la oligarquía global, que representan a capitalistas golpeados por la globalización neoliberal que se aferran a valores "nacionalistas de gran potencia", quienes aprovechan la inconformidad de amplios sectores de los trabajadores (sobre todo del mundo desarrollado o de las industrias de la era "fordista") para impulsar proyectos políticos proto-nacionalistas, con tintes y prácticas neo-fascistas, que añoran el poder imperialista de sus propios países (EE.UU., Reino Unido, Europa) y, también, tienen expresiones políticas fuertes en China, Rusia, India, Irán, Brasil, etc., donde estimulan sus propios “nacionalismos”. Además, aprovechan la ignorancia creciente y se apoyan en todo tipo de iglesias y fanatismos desbordados.  

Hoy las teorías conspirativas están siendo utilizadas con bastante eficacia por esos movimientos proto-nacionalistas para liderar el rechazo a la oligarquía globalista, mientras que los movimientos sociales y políticos de los trabajadores y los pueblos quedan alineados en las filas de Soros y Gates, y se hacen ilusiones en la fuerza de los gobiernos de los antiguos países socialistas (Rusia, China, Vietnam, etc.), cuando al interior de esos países existe una fuerte lucha fraccional en el seno de los grandes capitalistas (entre globalistas y nacionalistas).

No podemos negar la existencia de acciones conspirativas por parte, tanto de los Gates, Soros, Obamas, Clintons, Macrons, etc., pero tampoco podemos ocultar los complots de los Bannon, Trump, Modi, Johnson, Bolsonaro, Uribe, etc., y, además, estamos obligados a diferenciar cada una de esas conspiraciones para ubicar con claridad los objetivos, intereses y alcances de esas acciones.

Elaborar teorías conspirativas cogiendo de aquí y de allá, sin identificar los intereses de los diversos sectores dominantes, y sin precisar nuestros propios intereses como trabajadores y pueblos, solo sirve para crear confusión, y en este instante, le llevan agua al molino de los proto-nacionalistas fascistas, pero también, le sirven a los capitalistas globalistas para presentarse como adalides y defensores de la democracia y la justicia social y ambiental.

A pesar de todo, la lucha empieza a centrarse en el diseño de un "post-capitalismo", y en esa tarea los intereses de los trabajadores y de los pueblos deben estar representados con total nitidez, apoyándose en las circunstancias concretas que afectan la supervivencia de toda la humanidad (cambio climático, deterioro de la vida a todos los niveles, crisis económica, etc.) para impulsar una verdadera política de transformación estructural y civilizatoria.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Superar el negacionismo paranoico y conectar con la gente

Olla comunitaria organizada por comunidades de los barrios del norte de Popayán
Superar el negacionismo paranoico y conectar con la gente

Popayán, 8 de mayo de 2020

Quiero contar una confidencia...

Cuando recién empezó la pandemia en China, impactado por lo ocurrido en Wuhan y Hubei y lleno de expectativas sobre lo que estaba ocurriendo planteé por las redes sociales que “pronto todo el planeta estaría en cuarentena” y que “ante hechos extraordinarios había que asumir riesgos extraordinarios”. 

Casi todas las respuestas recibidas de amig@s y conocid@s fueron negativas. Veamos algunas:

- Que no fuera irresponsable, que no generara pánico;

- Que el coronavirus no existía;

- Que era un invento del gobierno para impedir la protesta;

- Que no iba a pasar nada así hubieran muchos muertos.

Lo que quiero decir es que si me hubiera dejado llevar por tales miradas negativas y “negacionistas”, no hubiera estado preparado para reaccionar positivamente ante las iniciativas de gente sencilla que propuso impulsar la Agricultura Urbana y la “Olla Comunitaria” en los barrios del Norte de Popayán (Cauca), lo que poco a poco se fue convirtiendo en una estrategia para romper con la inercia y el aislamiento social.  

He reflexionado bastante sobre la forma de pensar de quienes creen que el coronavirus fue creado en laboratorio y es un instrumento de control de las élites capitalistas. Según esa idea, los grandes poderes globales se complotaron para utilizar la pandemia Covid-19 con ese objetivo previamente calculado. Dichas personas creen a fe ciega que los capitalistas  controlan la economía y están en capacidad absoluta de manipular a las grandes mayorías a través de los medios de comunicación y de las redes sociales.

Entonces, frente a esa realidad estaríamos obligados a refugiarnos en una especie de Sión, al estilo de lo que narra la famosa película Matrix.

Según esa forma de pensar, que algunos califican de “conspiranoica” (que está más arraigada entre los sectores de izquierda de lo que uno cree), el poder de la oligarquía global es omnipotente; todo lo tienen fríamente calculado, controlado y programado. De acuerdo a dicha concepción cualquier acción de resistencia de los pueblos y trabajadores ha sido de antemano proyectada y manipulada, y por tanto, evaluar los errores o aciertos cometidos por las fuerzas protagonistas de esas luchas es tiempo perdido.

Esas ideas –desde mi punto de vista– son consecuencia de la vigencia entre nosotros de un idealismo religioso no superado, de pensar y actuar con base en una especie de materialismo mecanicista llevado a los extremos, y de no entender que las leyes de la sociedad son objetivas y actúan independientemente de la voluntad de los humanos. Para quienes portan ese tipo de pensamiento, el poder absorbente de los “malos” (capitalistas, fascistas, nacionalistas, fanáticos religiosos, etc.) se asemeja al de un “dios invertido”, a la personificación del diablo, belcebú o algo similar, y por tanto, “ya estamos condenados”.

Estoy de acuerdo con lo que afirma Rolando Astarita de que “se debe tener un cierto sentido de las proporciones cuando se presentan argumentos. Hay que acabar con esa estúpida idea –expresión de un extremo subjetivismo- de que la burguesía puede manejar a voluntad las leyes de la economía, y siempre en su beneficio”.

De lo contrario, si aceptamos esa forma de pensar, los sectores dominados, oprimidos y rebeldes de la sociedad no tendríamos nada qué hacer, estaríamos condenados antes de luchar.

Huerta comunitaria "en espiral" como parte de la Agricultura Urbana en los barrios del norte de Popayán
Tampoco niego que los diversos poderes existentes realizan a diario toda clase de “complots” y trampas económicas y políticas (muchas de ellas que son verdaderos crímenes de lesa humanidad), ya sea para enfrentar a fuerzas sociales y políticas que los confrontan, o como parte de sus guerras económicas, tecnológicas y geopolíticas, pero de allí a creer ciegamente que tienen todo controlado y programado hay mucha distancia.

Ahora me explico por qué una gran cantidad de amig@s y compañer@s, que en tiempos normales son activos y luchadores, no han podido reaccionar frente lo que se nos vino encima: pandemia y “cuarentenas”. Y me reafirmo en que se debe profundizar el debate filosófico e identificar con total claridad las cargas ideológicas que hemos venido heredando y portando, si en verdad queremos aprovechar las lecciones que nos puede dejar este “acontecimiento extraordinario” que estamos viviendo en la actualidad.

Las teorías “mítico-animistas” que le otorgan una especie de voluntad y propósito teleológico a la “madre tierra”, a la “naturaleza vengadora y punitiva”, al “virus ecológico”, etc., son otra expresión de ese mismo espíritu fundamentalista que nos lleva a la impotencia y parálisis, y nos desconectan del movimiento real de nuestras gentes que responden de la única manera que pueden: ¡Luchando!

Aclaro que acepto algunos argumentos sobre la reacción de la naturaleza ante la degradación y destrucción a la que la hemos sometido los humanos por efecto de nuestro modo de vida, y los comparto cuando son formas de analogías que conscientemente se elaboran para hacer visible esa situación, siempre  y cuando se relacionen con el sistema capitalista que es la concreción actual de esa forma de vida destructiva. 


Hay que superar ese tipo de idealismos, conectar con la gente... y ¡actuar!    

sábado, 9 de mayo de 2020

FRENTE A LA COVID-19: ROMPER LA INERCIA Y EL AISLAMIENTO SOCIAL

Olla Comunitaria organizada por el Proceso de Agricultura Urbana de los Barrios del Norte de Popayán (Cauca-Colombia)
FRENTE A LA COVID-19: ROMPER LA INERCIA Y EL AISLAMIENTO SOCIAL

Popayán, 9 de mayo de 2020

La mayoría de los gobiernos y Estados de Occidente han aplicado medidas de contención contra la Covid-19 (cuarentena) y fracasaron porque sus economías no aguantan. Incluso en el mundo “súper-desarrollado” se ha notado esa limitación. Esos fracasos hicieron que esos gobiernos migraran de una manera u otra, a la teoría de la “inmunidad de manada”, que es un concepto científico que hoy está siendo utilizado con criterios maltusianos, darwinistas y neoliberales para dejar morir a cientos de miles de personas que el gran capital califica de estorbos o “desechables”.

Es posible que los gobiernos de Oriente estén haciendo lo mismo pero en forma más controlada, dado que tienen Estados fuertes (algunos autoritarios y despóticos) que son capaces de adecuar temporalmente la economía a la emergencia y someter a la población con decisiones que no admiten discusión. Hasta la pena de muerte se utiliza.

En el caso de los pueblos y los trabajadores del mundo entero deberíamos enfrentar la coyuntura  “movilizándonos” de otra manera a la tradicional, no tanto para exigirle al Estado lo que no puede hacer sino para auto-organizarnos y aplicar nuestras propias medidas y normas, con base en la voluntad y conciencia individual y colectiva.

Hay que aprovechar el vacío de poder y auto-organizarnos, generando nuestros propios “gobiernos de emergencia”, para iniciar un cambio de perspectiva más profundo y radical: en las ciudades, impulsar la Agricultura Urbana para producir nuestra propia comida y liberarnos de la cuarentena; y en los campos o zonas rurales, fortalecer la seguridad alimentaria e iniciar la recuperación de las fuentes de agua, bosques y selvas, y acabar con la minería depredadora, sea “legal” o ilegal.

Hay que inventar acciones como la de la Agricultura Urbana para romper con la inercia y el aislamiento social, y fortalecer las acciones humanitarias, la organización comunitaria, la educación sanitaria y la medicina preventiva.  
Cultivo en espiral en los barrios del Norte de Popayán
Los que estamos trabajando desde antes de la cuarentena y seguimos trabajando, debemos aplicar las medidas sanitarias adecuadas, principalmente el distanciamiento físico y la higiene personal.

Hay que aprovechar el vacío de poder y no dejar de denunciar las políticas criminales de los Estados capitalistas. La movilización callejera ya mostró sus limitaciones en tiempos normales (casos de Chile y Colombia) y durante una pandemia como la de Covid-19, tendrá muchas más limitaciones.

El coronavirus pareciera llamarnos a replantear todo, incluso, nuestras formas de lucha y de organización. ¡Bendito virus que vino a despertarnos!  

jueves, 7 de mayo de 2020

La "Inmunidad de la manada" es el neoliberalismo epidemiológico


La "Inmunidad de la manada" es el neoliberalismo epidemiológico

Por: Isabel Frey (Tomado de The Quarantimes - La vida y la política en tiempos de la Corona-Pandemia)

Nota introductoria: Mientras esta política se aplica en varios países (Suecia, EE.UU., Brasil), los Países Bajos también se han distanciado oficialmente de este enfoque. Sin embargo, el punto de este artículo es desentrañar el paradigma subyacente de esta estrategia, no hacer un argumento sobre su eficacia.
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Mientras que la mayoría de los países europeos se preparan para los bloqueos para detener la propagación del coronavirus, unos pocos países optan por una estrategia diferente: la inmunidad colectiva. En lugar de someter a prueba al mayor número posible de personas y aplicar medidas para aumentar el distanciamiento social, quieren dejar que el virus se propague a propósito entre las personas de bajo riesgo, de modo que una gran parte de la población se vuelva inmune. Este enfoque fue propuesto por primera vez por el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, quien se negó a implementar medidas de distanciamiento social hasta hace unos días. Mientras que el Reino Unido se ha distanciado oficialmente de esta estrategia, los Países Bajos y Suecia siguen aferrándose a este enfoque, a pesar de las duras críticas de la OMS.

Estos países sostienen que la construcción de la inmunidad de la manada es la única estrategia a largo plazo para hacer frente al virus, ya que la epidemia ya no puede ser contenida y siempre podría resurgir de nuevo. En lugar de encerrar a todo el país, sólo se debería poner en cuarentena a las poblaciones de riesgo mientras la epidemia siga propagándose. Sin embargo, innumerables epidemiólogos y virólogos han criticado la estrategia por ser arriesgada, poco científica y probablemente conllevará un alto número de muertes. Un informe recientemente publicado por el Colegio Imperial de Londres, que condujo al cambio de la política gubernamental del Reino Unido, estimó que la estrategia resultaría en 250.000 muertes en el Reino Unido. Dado que no es posible aislar eficazmente a las poblaciones de riesgo, especialmente cuando el virus sigue propagándose, es probable que el sistema de atención de la salud se vea abrumado y corra el riesgo de colapsar completamente.

Neoliberalismo epidemiológico

¿Por qué un país como el Reino Unido consideraría siquiera una estrategia tan arriesgada, y por qué otros países siguen este enfoque? La razón es el neoliberalismo. Desde el decenio de 1980, nos regimos por el paradigma político del neoliberalismo, que ha sustituido la política social dirigida por el Estado por la privatización y la desregulación del mercado. Su creencia en la justicia inherente del mercado ha llevado a una racionalidad política, que literalmente pone el beneficio antes que la gente. Y ha colonizado las mentes de las personas haciéndoles creer que es su culpa si son pobres, precarios o desempleados.

La ironía del neoliberalismo es que crea la ilusión de la movilidad social, mientras que refuerza e incluso profundiza la desigualdad social. Asume que si alguien puede "salir adelante" en un mercado libre, debe ser culpa de la gente si es pobre. Pero esta creencia no sólo es errónea, sino también violenta. El neoliberalismo ha dado como resultado que los ricos se vuelvan más ricos y los pobres sufran más de privación de derechos, precariedad y dependencia. Lo que podría parecer una política de laissez-faire, es un sistema refinado y complejo de violencia estructural automatizada contra los débiles, que también rompe cualquier posibilidad de resistencia.

La inmunidad de la manada es el neoliberalismo epidemiológico. Al igual que la creencia incondicional en el libre mercado, la inmunidad de grupo se basa en la suposición de que la mejor manera de superar una epidemia es dejarla sin regular. Pero al igual que el neoliberalismo, da lugar a la violencia contra los débiles y los pobres: los ancianos y los discapacitados, las personas sin hogar, los refugiados y las personas con graves problemas de salud, muchos de los cuales probablemente tengan también una condición socioeconómica inferior debido a la correlación entre la pobreza y la enfermedad. Estas son las personas que corren el mayor riesgo de morir a causa de COVID-19, especialmente si el sistema de atención de la salud se ve desbordado y los médicos tienen que realizar el triaje.

Estados de bienestar en decadencia

No es casualidad que fueran el Reino Unido y los Países Bajos, dos de los países más neoliberales de Europa, los que abogaron por este enfoque. Estos países han pasado las últimas décadas implementando políticas que privilegian los intereses económicos sobre los sociales, y sistemáticamente han deteriorado los sistemas públicos de salud, la educación y la vivienda. Optar por medidas de bloqueo económicamente perjudiciales encaja perfectamente en su lógica política. Suecia, sin embargo, es un caso más desconcertante: es un país aclamado internacionalmente por su buena política social y su generoso estado de bienestar. Pero incluso una socialdemocracia arquetípica como Suecia no ha sido inmune a la política neoliberal. Como la mayoría de los países europeos, su estado de bienestar ha sido sistemáticamente desmantelado en las últimas décadas.

El mayor desafío de la corona-epidemia es "aplanar la curva", para que las capacidades de cuidados críticos e intensivos no se vean desbordadas. Pero estos tres países tienen ya unas capacidades tan bajas para los cuidados críticos, que no bastarían ni siquiera con medidas estrictas de bloqueo. El Reino Unido y los Países Bajos sólo tienen aproximadamente la mitad de la capacidad de camas de cuidados críticos per cápita que Italia. Y Suecia, el supuestamente mejor estado de bienestar de Europa, tiene incluso menos de la mitad.

Tabla 1. Número total de camas de cuidados intensivos por cada 100.000 habitantes


Si estos países quisieran evitar que sus capacidades se vieran desbordadas, tendrían que haber actuado hace mucho tiempo. Pero ese barco ya ha zarpado. La aplicación de medidas estrictas de bloqueo no sólo pondría a la economía bajo presión, sino que también expondría el desmoronamiento del sistema de salud por décadas de política neoliberal. Optar por la inmunidad de la manada permite a los gobiernos culpar del fracaso del sistema de salud al virus, en lugar de a la mala gobernanza. Así como se puede culpar a los pobres por no esforzarse lo suficiente, se puede culpar a los enfermos por no seguir las medidas de cuarentena. No importa si es su naturaleza, destino o culpa propia, siempre que no sea el gobierno el que tenga que rendir cuentas por la muerte de las personas.

La inmunidad de la manada no es sólo una mala ciencia o una mala política. Es una guerra biológica. Mucha gente morirá por ello, y los gobiernos no se responsabilizarán de ello. Pero esta estrategia no apareció de la nada. Es una continuación lógica de la lógica política que ha gobernado el mundo durante las últimas décadas, llevada al extremo como un darwinismo social de laissez-faire. Porque la gente que confía en un mercado no regulado también confiará en una epidemia no regulada, incluso si mata.