miércoles, 27 de septiembre de 2023

Las marchas de septiembre 27: Más y mejor organización social y nada de triunfalismos

 

Plaza de Bolívar de Bogotá (27-09-2023) Fotografía de @JDRiveros/x

Las marchas de septiembre 27: Más y mejor organización social y nada de triunfalismos

Popayán, 28 de septiembre de 2023

Las marchas de ayer (miércoles 27 de septiembre/2023) en muchas ciudades y municipios de Colombia estuvieron más o menos concurridas. Lo de resaltar, se movilizaron los campesinos en la Costa Caribe y en otras regiones. Lo mismo, la presencia de los indígenas en Bogotá.

Pero es indudable, no se puede negar que, tanto los errores cometidos por el gobierno (y el entorno de Petro) como la estrategia mediática y el bloqueo de la oligarquía, han debilitado –en parte– al gobierno progresista. Se ha mermado el apoyo y entusiasmo.

No obstante, ello no significa que sus enemigos y contradictores estén muy fuertes, dado que a ellos se les han destapado grandes escándalos de corrupción (Odebrecht, Ecopetrol, otros) y sus terribles crímenes y asesinatos del pasado han quedado en evidencia.

De tal manera que, por ahora, la oligarquía y sus enemigos van a tener que aguantarse a Petro gobernando. Vamos a ver qué ocurre con las reformas, sobre todo la de servicios públicos que es un problema que afecta a amplios sectores de la sociedad con el impacto de las altas tarifas.

Con sólo que Petro logre aprobar unas dos de ellas (lo que no será fácil antes de elecciones locales y regionales), irá ganando puntos entre el pueblo mientras va avanzando en otras materias relacionadas con la reforma agraria, la violencia y la inseguridad.

Lo más seguro, por todo lo que se observa, es que en las grandes ciudades el Pacto Histórico no logrará elegir muchos alcaldes, pero en gobernaciones y en bastantes municipios de muchas regiones, van a ser elegidos un buen número de gobernantes que comparten las propuestas de Petro.

Hay que insistir en que Petro debe conquistar para la causa del Cambio a otros sectores sociales y productivos que todavía están a la expectativa y que –hasta ahora– no han sido atraídos con propuestas y proyectos concretos, como son los pequeños y medianos productores del campo (cafeteros, paneleros, fruticultores, etc.) y los profesionales precariados de las ciudades (“emprendedores”).

Sin esos sectores sociales y productivos, el gobierno del Cambio puede quedar en una especie de “sándwich”. Puede contar con el apoyo de sectores populares que dependen de “subsidios improductivos” pero sometido al ataque feroz (y el bloqueo económico y político) de los grandes capitalistas que tratarán –como lo hacen actualmente– de hacerle la vida insoportable, mermándole su gobernabilidad e impidiéndole su gestión a favor del pueblo y de la nación.

Lo de ayer es un buen intento de apoyarse en la gente, pero es aún insuficiente. Falta más y mejor organización social, y se requiere avanzar con base en realizaciones y acciones contundentes. El llamado al “acuerdo nacional” es pertinente pero la oligarquía no va a ceder fácilmente y va a seguir con su estrategia de desgaste.

Por ello, hay que apretar los dientes y continuar en la brega, sin triunfalismos, pero con la convicción de la necesidad del Cambio, de la paz y de la justicia social.

viernes, 22 de septiembre de 2023

El discurso poético, literario y utópico de Petro

 

Movilización campesina en Urabá (08-09-2023) Foto: Ricardo Báez 

El discurso poético, literario y utópico de Petro

Popayán, 22 de septiembre de 2023

La última frase y el estilo literario (metafórico) del discurso de Gustavo Petro en la ONU ha generado muchas reacciones burlescas en Colombia. Los contradictores del presidente progresista tratan de ridiculizar sus ideas con el fin de descalificar y derrotar sus propuestas de cambio. Dijo: “(…) tenemos que expandir el virus de la vida por las estrellas del universo”.

Que un presidente de un país “tercermundista”, dependiente y sometido a la voluntad de imperios extranjeros, entre ellos el estadounidense, utilice el estrado de las NN.UU. en Nueva York para dirigirse a la humanidad para plantear cambios estructurales frente a la crisis sistémica que vivimos, les parece una locura. Olvidan que todos los presidentes anteriores de Colombia fueron a ese escenario para quejarse ante el mundo de las desgracias nacionales y pedir limosna a los poderosos.  

El contenido y la forma de esa alocución presidencial es expresión del “progresismo esperanzador” que construye Petro en la actualidad. Esa pareciera ser la respuesta oportuna y necesaria frente al derrotismo y el pragmatismo en que han caído las “izquierdas institucionalizadas” que, a su vez, es la principal causa de que las “derechas extremas” funjan hoy como “rebeldes” y “libertarios” mientras los revolucionarios desertan hacia el autonomismo y el aislamiento depresivo y sensitivo.

La frase señalada de “cursi” y de ser “una metáfora desafortunada y contradictoria”, lo que plantea es que, si el ser humano protege la vida en la tierra algún día podrá dispersar el “virus de la vida” en otros planetas y mundos cósmicos, dado que seguiremos explorando el espacio y seguramente llegaremos muy lejos. Y así, conoceremos lo que hoy nos es desconocido.

Claro, ese “progresismo de esperanza” es una forma de colocar distancias frente a los que denomino “catastrofistas teleológicos” o “apocalípticos al borde de un ataque de nervios” y de contrarrestar la acción de quienes tratan de estigmatizar a Petro identificándolo con una especie de Casandra que anuncia el apocalipsis ambiental (o nuclear u otros) como algo inevitable.

Y también, ese “progresismo propositivo” lo diferencia de quienes colocan la superación del capitalismo como una condición absoluta para evitar la extinción de la vida humana en la tierra por efecto del colapso climático. Aceptar ese postulado nos condenaría a la muerte segura por cuanto el paso de un modo de producción a otro es un proceso de largo plazo y no será fruto del “voluntarismo”. “No será por decreto como se acabará el mercado capitalista”, ha planteado Petro.

Y en efecto, esa expresión final como buena parte del discurso de referencia tiene forma literaria, poética y utópica. Pareciera que poco a poco el discurso de Petro se va asemejando al del Subcomandante Marcos (o Galeano) con la diferencia de que no renuncia a que los pueblos y la humanidad presionen a los Estados para conseguir acciones puntuales y urgentes, mientras se acumula la fuerza y la experiencia para paulatinamente construir nuevas relaciones sociales.

Es por ello que el presidente progresista plantea una serie de iniciativas concretas frente a las migraciones masivas, al colapso climático, a la guerra entre imperios y a la lucha contra los narcóticos. Propone “rediseñar” el sistema financiero mundial para dedicar y concentrar los recursos de la deuda pública y privada a financiar la justicia social y ambiental (“deuda por acción climática”), que es la única forma de enfrentar los problemas que afectan a toda la humanidad.

Pienso que en la actualidad es cuando más se necesita de “visiones utópicas y poéticas” como las que expresó Petro en ese discurso. Estamos frente a una situación en la que el “racionalismo positivista” y el “pragmatismo utilitarista” ya no son herramientas de transformación. Al contrario, en esa dinámica las “izquierdas” no han logrado superar su derrotismo y, así, le han pavimentado y facilitado el camino a los fascismos que se aprovechan de ese estado de incertidumbre existencial.

En el caso de Colombia, las fuerzas del cambio (populares) que están en proceso de re-construcción después de décadas de conflicto armado y de la aplicación de las políticas neoliberales que destruyeron –casi totalmente– a los movimientos sociales del campo y de la ciudad, están empezando a reaccionar apoyándose, mal que bien, en el gobierno progresista. El movimiento campesino y los trabajadores han empezado a reaccionar y a superar su debilidad.  

Después de ilusionarse con algunos gestos de la oligarquía financiera y de la burguesía burocrática, que le hicieron creer a Petro, a altos funcionarios y a muchos dirigentes de organizaciones sociales que iban a aprobar en el Congreso las “reformas sociales” planteadas por el gobierno progresista, se ha iniciado el proceso de reconstruir el movimiento social y empujar –“desde abajo” y “por arriba”–, una serie de iniciativas para consolidar las fuerzas populares del cambio.

Es evidente que no se trata sólo de aprobar las “leyes reformistas” en salud, legislación laboral y pensiones, servicios públicos privatizados, etc., sino que la tarea es construir nuevos procesos de organización social para responder a las tareas estratégicas propuestas. La “industrialización de nuevo tipo” y el “cambio de matriz energética” requieren nuevas teorías y creativos procesos de organización en términos de asociatividad y cooperación, transformación cultural y desarrollo tecnológico apropiado y adaptado a los retos planteados por Petro en su discurso de la ONU.

A quienes frustrados porque “el cambio” no se produce tan rápido, ni se puede hacer por decreto, o porque muchas de nuestras falencias y debilidades siguen estando presentes en nuestras vidas, especialmente en el terreno político-electoral, hay que decirles que también deben reaccionar y no dejarse llevar al terreno de “buscarle todo lo malo a Petro” para desgastar y debilitar un proceso y movimiento que va más allá de las personas y de los gobiernos. Es hora de que también reaccionen.

jueves, 7 de septiembre de 2023

El gobierno de Petro entre lo fundamental, lo peligroso y lo cambiante

 

El gobierno de Petro entre lo fundamental, lo peligroso y lo cambiante

Popayán, 7 de septiembre de 2023

Algunos analistas descalifican la acción política que encabeza Gustavo Petro en Colombia desde una “visión crítica”. Plantean unas supuestas “contradicciones del progresismo”, no a partir de las condiciones concretas que vive la humanidad y la sociedad colombiana, sino de lo que “idealmente” debería ser un “gobierno del cambio”, que para ellos tendría que ser de “izquierda”.

Por ello, en vez de aportar con ideas o iniciativas a las luchas sociales y políticas que actualmente están en desarrollo en este país y el mundo, terminan –tal vez sin querer– contribuyendo con las campañas mediáticas que la oligarquía impulsa a todo nivel para desgastar al gobierno y a Petro, y sobre todo, para generar incertidumbre, desconfianza y desánimo entre las comunidades y sus dirigentes que –en medio de errores y aprendizajes– intentan avanzar por nuevos caminos de cambio y transformación.

Esa mirada esquemática, centrada en la valoración del denominado “progresismo” como si fuera –en verdad– una corriente ideológica y política homogénea y diferente a las que tradicionalmente han existido (conservadoras, liberales, socialistas, comunistas y anarquistas), los lleva a desconocer la vida real y concreta que viven los sectores populares colombianos en el momento actual.

Así, se cuestiona a Petro de correrse al “centro” y abandonar su condición de izquierda; de adjudicarle al Estado un papel determinante en la acción política; de renunciar a la aspiración de trascender o superar el capitalismo; de “pactar por arriba” a cualquier costo; de incumplir lo prometido y traicionar las expectativas de cambio; de instrumentalizar, cooptar y subordinar a los movimientos y organizaciones sociales; de improvisar en el tema de la paz; de vacilar en lo relativo a la transición energética; y de no ser consecuente con la política de integración latinoamericana. ¡Nada más y nada menos!

Dichos analistas pasan fácilmente de posiciones críticas a descalificaciones y ataques infundados. Tales actitudes sólo se pueden explicar como resultado del fenómeno de la transferencia en donde una persona descarga su frustración y busca la culpa en el otro (Petro). En mi caso, trataré de mostrar algunos hechos que desvirtúan esas miradas totalizantes y apresuradas que tienen que ver con no entender que la época de los “sueños insurreccionales” y los “asaltos a los palacios de invierno” son cosa del pasado. Veamos:

Supuesta corrida al centro. Petro impulsa una especie de revolución agraria pacífica apoyándose en lo más avanzado de la población rural (campesinos mestizos, afros, indígenas, cocaleros, proletarios del campo, etc.), y en el punto 1 de los acuerdos de paz firmados entre el Estado y las guerrillas de las Farc-Ep. Esa iniciativa está en pleno desarrollo, enfrenta todo tipo de obstáculos y dificultades, pero apunta a resolver el principal problema que históricamente ha impedido que Colombia avance por senderos democráticos y de justicia social. De igual manera, no ha renunciado al conjunto de sus propuestas de cambio y avanza en medio de la tormenta y las dificultades propias de la vida.

El papel determinante del Estado. En sus intervenciones públicas y acciones gubernamentales, Petro plantea que desde la institucionalidad existente (Congreso, Fiscalía, Procuraduría, etc.) se intenta sabotear y detener el “proceso de cambio” y recuerda a diario que el verdadero poder lo sigue ejerciendo la oligarquía financiera. Así, enfrenta al Grupo Aval, Argos y demás conglomerados capitalistas, tanto por ser corruptos como por su parasitarismo económico y su cultura mafiosa. En esa dinámica, define la acción institucional como un instrumento necesario para enfrentar ese poder fáctico, pero insiste que la continuidad del proceso transformador depende de la sociedad y de los movimientos sociales.

Renuncia a superar el capitalismo. Petro ha propuesto una estrategia concreta para enfrentar el inminente “colapso ambiental”. Por ello, trata de convencer a los pueblos del mundo (y a sus gobernantes) de cambiar las prioridades económicas (crecimiento, consumismo, etc.) haciendo énfasis en abordar la tarea de “descarbonizar la economía” y avanzar por nuevos caminos en la tarea de evitar la extinción de la vida humana en la tierra. Y aunque para Colombia ha propuesto –tácticamente– “desarrollar el capitalismo” (industrialización de nuevo tipo y cambio de la matriz energética), sabe que esa lucha, si se realiza y profundiza, tendrá importantes consecuencias en la naturaleza de las relaciones sociales.    

“Pactos por arriba” a cualquier costo. Es evidente que Petro ha realizado pactos y alianzas, que no surgen de ahora, sino que hacen parte de lo que denomino “alianza interclasista”, que va mucho más allá de las coaliciones partidistas y que refleja las relaciones de poder existentes en este país. Todo ello hace parte de la lucha política y sin esos acuerdos ni siquiera hubiera sido elegido. Es cierto que esas prácticas entrañan numerosos riesgos y peligros de tipo ético, que son aprovechados por la oligarquía para justificar sus intentos de golpes (blandos y duros), pero todo indica que como ocurrió con Lula y otros gobernantes latinoamericanos, la verdad saldrá a flote y los procesos sociales y políticos que se desencadenen con ese ejercicio dentro de las instituciones existentes, tendrán continuidad y desarrollo a todo nivel.

Incumplimiento de lo prometido. Es cierto que las expectativas son grandes y que las realizaciones han sido, hasta ahora, relativamente limitadas. Sin embargo, a pesar de los errores y deficiencias, lo vivido durante este primer año no sólo significa un aprendizaje importante para los dirigentes del Pacto Histórico y de los movimientos sociales, sino que el conjunto de la sociedad colombiana ha empezado a experimentar un ambiente político muy diferente al existente bajo el dominio de gobiernos oligárquicos. Claro, incluyendo la pugnacidad y las tensiones propias del “primer gobierno de izquierda”.

Instrumentalización del movimiento social. A diferencia de algunos gobiernos de países vecinos que autodenominaron a sus gobiernos como expresión de los movimientos y organizaciones sociales, Petro le da gran importancia a lo que se denominaba en Colombia como “el pueblo liberal”. Sabe que las “fuerzas de izquierda” son muy limitadas, que cargan con la herencia del conflicto armado y de unas concepciones que no se corresponden con la realidad, pero reconoce la potencialidad del movimiento social, ha visibilizado e integrado a su gobierno a algunos de sus dirigentes como funcionarios de alto nivel, pero siempre está llamando a que se unifiquen y superen sus visiones sectoriales y estrechas.

Improvisación en el tema de la paz. Sobre este aspecto escribí hace meses un artículo crítico, pero no descalificador. Hoy, la mejor respuesta la podemos encontrar en una entrevista a Gonzalo Sánchez realizada por El Espectador en donde afirma: “Las negociaciones inconclusas y al menudeo, no son otra cosa que la condición de reproducción inexorable de la violencia. Es lo que hace necesaria la Paz Total. Pero las dificultades para juntar lo negociable y lo no negociable, lo criminal y lo político, lo narco y lo social, no son argumento contra la Paz Total. Ese es justamente el reto principal: partir de la complejidad. Hasta hoy hemos partido de lo simple y nos ha ido mal. Partamos ahora de lo complejo, que es lo real”.

Vacilaciones en la política de transición energética. Es indudable que en este tema han existido errores y pronunciamientos precipitados, fruto de la inexperiencia y desconocimiento concreto de las realidades energéticas del país y su relación con la estructura económica existente. No obstante, el gobierno rectifica y ajusta su política en esta materia sin renunciar a sus objetivos programáticos como se puede comprobar en los pronunciamientos del nuevo ministro y en la intervención de Petro en Belém (Brasil).

Inconsecuencia con la política de integración latinoamericana. No existe ninguna evidencia que demuestre esa afirmación. Claro, para algunos sectores la condición sine qua non para impulsar esa integración es distanciarse y enfrentarse con el gobierno de los EE.UU. En este tema Petro ha demostrado que ha aprendido de las experiencias anteriores intentadas por Fidel y Chávez y que, de acuerdo a los objetivos y prioridades establecidas frente al colapso ambiental, la política de “no alineamiento” es indispensable para construir espacios de integración de los pueblos y naciones a todo nivel.

Finalmente, es necesario decir que nada tienen que ver las 17 contradicciones planteadas por David Harvey con las “contradicciones del progresismo” expresadas por los críticos de Petro, más allá de confundir lo fundamental con lo peligroso y lo cambiante. Lo fundamental siempre será poner los pies en la tierra y desechar tantos esquemas idealistas que hace rato fueron desechados por la vida.