La necesidad de una estrategia
global de los trabajadores y los pueblos en resistencia…
¿QUÉ HARÁ LA
OLIGARQUÍA FINANCIERA GLOBAL CON BOLSONARO?
Popayán, 3 de noviembre de 2018
Lo ocurrido en el campo electoral
en Brasil y lo que vendrá a continuación, tiene una enorme importancia para los
trabajadores y pueblos en resistencia de todo el mundo, pues confirmará las
tendencias económicas y políticas que se han avizorado desde hace varias
décadas, como es la conformación de una oligarquía
financiera global que influye y forcejea de muchas formas en la política
local, regional, nacional, sub-continental y mundial en defensa de sus
intereses.
Si observamos con cierto detalle,
en todos los países del orbe existen expresiones políticas que representan los
intereses de esa oligarquía globalizada, que nunca toma abiertamente la bandera
de tal o cual agrupación sino que en forma flexible y estratégica interviene
antes y después de que ocurran los hechos. Si la derecha extrema logra el poder
gubernamental, juega con ella sin ningún pudor; si es la derecha moderada,
donde incluimos a la antigua socialdemocracia alineada con el neoliberalismo,
también acompaña y apoya; si es el “centro” o los progresistas, presiona desde dentro
y fuera para impedir que sus políticas se “extralimiten”; y si es una izquierda
reformista o revolucionaria, recurre a presiones directas e indirectas para
lograr sus propósitos a través del FMI, BM, centros financieros y consorcios transnacionales
y demás poderes globales.
Desde esa perspectiva creemos que
Bolsonaro es un problema para esa burguesía financiera global. Su discurso y
acciones pueden despertar reacciones populares efectivamente “radicales” que
pueden poner en peligro la “estabilidad” que exige la globalización neoliberal.
Por ello, tratarán de moderar al militar golpista brasileño (como ya lo hacen),
repitiendo la fórmula aplicada a los gobiernos progresistas y de izquierda para
implementar sus políticas en dosis aceptables. Es lo que hicieron en Colombia con
Uribe por medio de Santos y Duque, y seguramente, van a tratar de implementar
con AMLO en México.
Ya la aplican con Trump en todos
los terrenos aunque él, con gestos, tuits y rabietas, intenta mantener la
imagen de “niño terrible” de la oligarquía capitalista. Mientras lanza “fuegos
artificiales” de supuestas y reales guerras contra China, Rusia e Irán, por
debajo de la mesa firma pactos con sus “enemigos” internos y externos para no
alterar las reglas mínimas de estabilidad del sistema capitalista global, que
es la prioridad y su límite[1].
Todo ese “circo” le conviene a Putín, Xi, Kim, Rohani, Maduro, Ortega, etc., al
igual que al mismo Trump para confundir y engatusar a sus propios pueblos.
Frente a esa política de
“acomodamiento” de nada vale que el gobernante progresista o de izquierda se
“radicalice” e intente realizar cambios sustanciales (estructurales) que
afecten la lógica de reproducción del capital. Incluso, sí existiera un clima
insurreccional, si ese proceso se desencadena en un solo país como ocurrió en
Rusia o Cuba, tampoco servirá de mucho en el mediano plazo. La experiencia así
lo demuestra y confirma. La lección obtenida es que si se derroca a los
representantes de la oligarquía y no se cuenta con una economía relativamente independiente
y un movimiento social mayoritario dispuesto a aceptar un bloqueo económico por
un largo período, ese esfuerzo podría ser ineficaz frente al poder del capital
financiero y al grado de dependencia de nuestras economías respecto de los
monopolios capitalistas globalizados.
En ese sentido los trabajadores y
pueblos en resistencia del mundo entero deberíamos desarrollar una estrategia
similar. Así como los capitalistas tienen sus organismos legales e ilegales, económicos,
políticos, militares y culturales (religiosos) con carácter “universal”, los
sectores oprimidos y explotados deberíamos contar con verdaderas redes globales
de coordinación y acción. De alguna manera la red de internet ha facilitado que
vaya apareciendo ese “movimiento planetario” y algunas prácticas
revolucionarias globales pero –indudablemente– hace falta tener conciencia de
esa necesidad y crear todo tipo de redes de apoyo y de presión constante (sobre
todos los gobiernos, incluyendo los “nuestros”). Para hacerlo con eficacia se
requiere concertar unos mínimos criterios sobre los objetivos a lograr en el
corto, mediano y largo plazo.
Pienso que Evo Morales y García
Linera intentan aplicar una “nueva” estrategia, que en gran medida fue la que
formuló Lenin con la NEP[2]
y sus “correcciones” mientras estuvo vivo, diseñando una forma de convivir con
el capitalismo pero trazándose una estrategia de mediano y largo plazo, apoyándose
en los trabajadores y en los pequeños y medianos productores, y neutralizar con
elasticidad a las burguesías viejas y emergentes, para aprovechar las fisuras
que existen y se crean en el sistema capitalista en la actual fase de
agotamiento y crisis crónica. Hasta ahora la boliviana es la única experiencia
relativamente exitosa en la región y en este período.
No obstante, en Bolivia los
gobernantes parecieran tener los mismos problemas que sufrieron los
bolcheviques rusos al no lograr un buen grado de comprensión y coordinación con
los dirigentes de los movimientos sociales (indígenas, mineros, campesinos, trabajadores
estatales, etc.) para que hagan suya esa estrategia y así evitar (o atenuar)
los diversos conflictos que llevan a situaciones dañinas: la cooptación y
burocratización del movimiento social y/o el distanciamiento y enfrentamiento del
gobierno con amplios sectores de las organizaciones populares.
Para poder impulsar con eficacia
y efectividad este tipo de estrategia tenemos que “de-construir” una serie de
valores y actitudes que han hecho carrera desde el siglo XIX entre los
revolucionarios (liberales, progresistas, anarquistas, socialistas y comunistas),
que nos han impedido entender que, una cosa es la revolución política
(necesaria y hasta imposible de evitar) y, otra, es el proceso de mutación-evolución
de la sociedad en el mediano y largo plazo (paulatino y complejo), que consiste
en el paso de un modo de producción a otro (que sería la verdadera transformación
social, económica y cultural).
Seguramente se requerirán muchos
alzamientos, rebeliones y revoluciones sociales, políticas y culturales para
conseguir cambios estructurales en la sociedad pero no podemos olvidar que la
generación de nuevas relaciones de producción requiere de transformaciones
“materiales” en las formas de producir,
que no dependen únicamente de la voluntad o conciencia de las personas sino de
la evolución de esas formas de producción que vayan creando las condiciones para
pasar de la economía crematística a la colaborativa-recíproca en términos de
equivalencia.
Hoy, de acuerdo a lo que
observamos en el mundo ya existen manifestaciones de esas “formas de producción
postcapitalistas y colaborativas” (Rifkin, Mason) que pueden ser gérmenes incipientes,
viables y efectivos de lo que podría ser el primer modo de producción que facilite
o esté en la dirección de superar la economía crematística que se basa en el afán
de enriquecimiento individual o de grupo[3].
Si es así, hay que empujar con sabiduría en esa dirección.
E-mail: ferdorado@gmail.com
/ Twitter: @ferdorado
[1]
En el momento en que Trump sobrepase ese límite, la oligarquía financiera
global lo saca del gobierno, legal o ilegalmente. Y así lo hacen con cualquier
gobernante del mundo, incluidos los que en apariencia no están dentro del
bloque imperial de “occidente”. (Nota del Autor).
[2]
NEP: Nueva Política Económica trazada y desarrollada por Lenin en 1921,
inicialmente como una corrección al “comunismo de guerra” aplicado desde 1918,
y después como una política de largo plazo que garantizaba la unidad entre los
obreros, los campesinos pobres y medios, y otros sectores sociales
no-monopólicos. Después de la muerte de Lenin, dicha política fue saboteada y
se implementó una política de industrialización forzada y acelerada que
destruyó la unidad entre los sectores populares y priorizó los intereses de la “gran
nación rusa”. (Nota del Autor).
[3]
“Crematística”, para Tales de Mileto es el arte de hacerse rico. Según
Aristóteles, la acumulación de dinero en sí es una actividad contra natura que deshumaniza a quienes
se dedican a ello. (Nota del Autor).
No hay comentarios:
Publicar un comentario