Cualquier noche puede salir el
Sol
Por: Marcos González Sedano Andalucía (España), 10-03-2016
Andaba yo paseando por la playa, cuando me acordé de aquel
15M del año 2011 y de Jaume Sisa; de él, el título del artículo.
Antes de aquel famoso día andábamos un grupo de amigos y
amigas sevillanos intentando sacar a la calle nuestra indignación. Hicimos
intentos de todos los colores, pero fue en un encuentro en el local alternativo
de la Tabacalera, en Madrid, cuando uno de los pocos jóvenes que se encontraba
presentes nos hizo la propuesta de formar parte de los convocantes de la movida
del 15M. Hubo bastantes reticentes entre la vieja guardia, pero al final
acordamos sumarnos.
Lo ocurrido después ya lo conocen ustedes. La Puerta del Sol
y miles de asambleas en el conjunto del Estado Español y fuera de él, donde
nuestra comunidad de emigrantes lo decidió.
Para mí, aquel día se dio un salto cualitativo y
cuantitativo. Pasamos de la indignación y la falta de respuestas, que no obteníamos
de los viejos aparatos políticos y sindicales, a encontrarnos en la calle,
organizándonos en las plazas. Habíamos
iniciado un proceso de empoderamiento. Nuestro objetivo no era alcanzar las
estrellas, sino paralizar las atrocidades que los de arriba, las élites, las
clases dominantes, estaban llevando a cabo sobre nosotros: parar los
desahucios, las privatizaciones y el deterioro de lo público, la contra reforma
laboral en marcha…queríamos una democracia real y decidir nosotros en el marco
de un Proceso Constituyente, desde abajo.
Así que después del 15M vino la Marcha de los Mineros sobre
Madrid, el día diez de julio de 2012, Rodea el Congreso el 25 de septiembre de
2012, Asedia el Congreso el 25 de abril de 2013, Las Marchas de la Dignidad el
22 de marzo de 2014 y, en medio de todos estos momentos, un sinfín de
movilizaciones de Las Mareas, verdes, blancas y sindicatos…
Hasta el 22 de marzo de 2014, millones de personas en el
Estado Español, se habían auto-organizado y movilizado, con la colaboración de
organizaciones de carácter menor, desbordando a las organizaciones del Régimen
Español.
Posiblemente el millón de personas que se congregaron en
Madrid el 22M hizo que las alarmas rojas del Estado y la élite se encendieran.
Pero… ¿qué ocurrió después?
Se paralizaron todas las movilizaciones igual que cuando un
árbitro pita el final del partido. Nos fuimos al descanso con unas elecciones
europeas, muy deslegitimadas entre los de abajo, pero que sirvieron para el
lanzamiento de un nuevo partido, Podemos, que en el imaginario del 15M
representaba una forma de canalizar sus aspiraciones.
El 19 de junio de ese mismo año, tras una larga campaña de
desvelar parte de las verdades del Monarca, Juan Carlos I abdica y sube al
trono su hijo, Felipe. El joven Felipe VI, llega al trono al mismo tiempo que
irrumpen en el escenario político con fuerza, otros dos jóvenes españoles,
Albert Rivera y Pablo Iglesias.
En mayo de 2015, parte de las energías del 15M hacen un
intento de convertir las elecciones municipales en plataformas de
empoderamiento ciudadano dirigido por los movimientos sociales. Pero la lucha por la hegemonía entre Podemos
e IU que se encuentran preparando las elecciones generales, dan al traste con
ello en la mayoría de las ciudades, fundamentalmente en Andalucía.
El 20 de diciembre de 2015, se celebran elecciones generales
y se rompe el bipartidismo, pasando a ser las formaciones que encabezan Rivera
e Iglesias, la balanza de las cortes españolas, uno por la derecha y el otro…
Desde el 20 de diciembre hasta hoy, hemos vivido en torno a
la elección del nuevo presidente un folletín por entregas, mañana tarde y
noche. Donde todo tipo de posible intervención en el tema por parte de la
plebe, la mayoría los de abajo, el pueblo, se reduce a contemplar el
espectáculo.
Evidentemente estos no eran nuestros sueños y mucho menos
los de Don Quijote.
Después de las elecciones europeas, se terminaron las
movilizaciones y la expresión de los de abajo en la calle, para dar paso al
partido, a los nuevos líderes.
El 31 de diciembre de 2015 en Madrid, en una acto para
mostrar músculo, Pablo Iglesias sentenció: “Hoy no estamos aquí para protestar,
estamos aquí para decir que el momento es ahora”, refiriéndose a las elecciones
generales.
Dónde quedaban las palabras aquel mismo día de Iñigo
Errejón: “Un país sólo se pone en pie si se pone en pie su gente”, o las de
Juan Carlos Monedero: “Sabemos que haciendo lo mismo es imposible lograr un
cambio”. Y sin embargo, hasta hoy lo que está claro es que estamos dentro de la
lógica de la segunda Transición Borbónica.
En estas circunstancias posiblemente mi amigo Eduardo diría
algo así como… “y de lo nuestro que hay”.
Dónde quedó el 15M y nuestras aspiraciones, que no eran las
de tomar el cielo, sino tan sencillas como: “No queremos ser marionetas en
manos de políticos y banqueros. Democracia real, paralización de los desahucios
(solo en Andalucía se han abierto expedientes de ejecución hipotecaria a 18,
623 familias), retirada de la ley mordaza, paralización de la privatización de
los servicios públicos y los despidos de los trabajadores, retirada de la
contrarreforma laboral, recuperación de la soberanía económica, renta básica,
proceso constituyente”… ¿Qué hay de lo de los de abajo? ¿Por qué hemos paralizado
las movilizaciones, si los de arriba, la oligarquía, sigue con su plan de
expropiación de los recursos vitales del Pueblo, los de abajo? ¿Hemos aprendido
algo de lo ocurrido con Syriza?
El Pueblo, que es el único soberano, no delega
su soberanía; en todo caso, le impiden que la ejerza, y él sólo tiene un par de
caminos para expresarse: presionando en la calle a las élites para que cambien
sus políticas, o abriendo un Proceso Constituyente. En ambos casos las
movilizaciones de los de abajo, el pueblo, son determinantes. Lo demás…ya
Bernardo Bertolucci, en su película, Novecento, nos lo explicó.
Cualquier noche de estas, puede que volvamos a Sol.
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