Popayán, 20 de noviembre de 2015
“No hay temor alguno en el amor”
I Ching
“La dictadura con guantes de terciopelo
inicia su marcha”
Thierry Meyssan
“El enemigo de nuestro
enemigo, es peor que nuestro enemigo”, dice Anthony Cordesman del Centro de
Estudios Estratégicos e Internacionales refiriéndose al Emirato Islámico de
Irak y Siria (ISIS) y al presidente sirio Bashar al Assad. (http://bit.ly/1lyzU6h). Así de compleja es
la realidad del mundo actual.
Y el presidente ruso
Vladímir Putin en la pasada Asamblea General en Nueva York dirigiéndose a los gobiernos
de los países occidentales que alimentan la guerra en el Próximo y Medio
Oriente, les pregunto en tono de reproche: “¿Se dan cuenta de lo que han hecho?”
(http://bit.ly/1QSydwx)
La respuesta –en
parte– nos la dan los hechos ocurridos en París el pasado 13 de noviembre. Pero
también, lo sucedido 2 días antes en Beirut (Líbano), la actual toma de un
hotel de turismo en Bamako (Malí), y tantos hechos luctuosos que giran
alrededor de la intervención militar directa de los EE.UU., la OTAN, Rusia y China
en la guerra de Siria.
Todo ello nos obliga a
reflexionar sobre la actual situación. Mucho tiene que ver con nuestra región
latinoamericana y colombiana. Todo está conectado, solo falta “ver”.
Breve pero necesaria historia
Los imperios europeos
después de la primera guerra mundial desmembraron lo que quedaba del imperio
otomano. Crearon una serie de “países o naciones” artificiales e incentivaron
las diferencias históricas que existían entre la infinidad de pueblos que habitan
esa región (árabes, persas, medas, kurdos, afganos, semitas, palestinos,
turcos, etc.) y entre las diferentes tendencias religiosas, especialmente entre
los musulmanes chiitas y sunníes.
Toda esa intervención
y repartimiento giró alrededor de apoderarse del petróleo y controlar una
región que siempre –desde que se conoce la historia–, ha sido parte vital y
estratégica del mundo. Allí se concentran todas las civilizaciones del
continente euro-asiático, es el núcleo de la ruta de la seda, y los estrechos de
Ormuz y del Suez son paso obligado por mar.
Sin embargo, después
de la segunda guerra mundial surgió en el mundo árabe un fuerte movimiento
nacionalista que siguió los pasos independentistas de la India, China, Corea y
Vietnam. El egipcio Gamal Abdel Nasser y el tunecino Habib Bourguiba fueron sus
principales figuras. El “panarabismo” influyó en todo el mundo árabe y
musulmán. Fue un proceso parecido al que vive hoy América Latina. Surgieron
partidos políticos nacionalistas como el Baaz en Irak y Siria, y después aparecieron
líderes como Muammar Kadhafi.
Durante la segunda
mitad del siglo XX –a pesar de las contradicciones internas, las rencillas y
las divisiones–, los países árabes productores de petróleo consiguieron mantener
una relativa autonomía política frente a los gobiernos y grandes consorcios
capitalistas, que forcejeaban por someter a esos pueblos y gobiernos para tener
un control absoluto de los hidrocarburos.
La revolución islámica
iraní en 1979 contra el Sha Mohammad Reza Pahlevi, fortaleció la Organización
de Países Exportadores de Petróleo que había sido creada en 1962. A pesar de la
guerra y a causa de ella, dichos gobiernos comprobaron la importancia de
controlar la producción de hidrocarburos para manejar a su favor el precio
internacional de los combustibles. Posteriormente, en 2001, con el empuje que
le da el presidente Chávez a la OPEP, el petróleo alcanza precios que incomodan
en grado sumo a los gobiernos corporativos de las potencias económicas de
occidente.
De cómo los imperios instrumentalizan la
“primavera árabe”
A principios de 2011
explotan las contradicciones sociales, políticas y culturales en el mundo
árabe. La crisis económica y la política anti-inmigrante de los países
europeos, fueron su principal detonante. Jóvenes tunecinos y después egipcios,
encabezan la rebelión contra sus propios dictadores. Se desarrollan verdaderas
revoluciones democráticas pero no existían fuerzas organizadas progresistas que
las apoyaran y condujeran. La izquierda tradicional estaba casada con los
residuos de los viejos gobiernos nacionalistas que habían mutado hacia la
autocracia y la corrupción. Se presenta un vacío de poder que es el origen del
actual caos.
Los imperios
aprovechan la ocasión. Al principio vacilan pero muy rápidamente se dan cuenta
que pueden canalizar esos movimientos en su favor. No van a permitir que surjan
movimientos democráticos laicos y respetuosos de las diversas religiones, que pusieran
en peligro el relativo control que tenían. Empero, ven la oportunidad de
desestabilizar la región para debilitar los gobiernos y recuperar totalmente su
control. Arabia Saudí fue su gran aliado.
Muammar Kadaffi les
ayuda involuntariamente. Su reacción violenta y criminal ante la provocación
organizada en Bengazi por los EE.UU., que usa comandos de Al Qaeda y militantes
salafistas, es el motivo que presentan ante la comunidad internacional para
legitimar su “intervención humanitaria”[1]. Dicha política está
basada en la teoría del “paternalismo liberal” que diseñaron sus asesores
expertos en “genocidio y teorías conspirativas”.
Finalmente, lo
aprendido en Vietnam, Centroamérica, Colombia, Kosovo, Afganistán, Irak y Libia
es lo que están aplicando en Siria con lujo de detalles.
Enemigos creados para generar miedo
El Emirato Islámico de
Irak y Siria (DAESH o ISIS) es una creación del gobierno de los EE.UU., hoy
sostenido por poderosos inversionistas de Arabia Saudí y Qatar. Eso ya lo sabe
todo el mundo pero lo tratan de ocultar. Hoy ese poder tiene control territorial
en Irak y Siria, cobra impuestos, explota y vende petróleo a Turquía y otros
países, y ha construido una especie de “franquicia del terror” que actúa en
muchas partes del mundo.
Lo anterior se explica
porque el poder capitalista global necesita de un enemigo tenebroso y lóbrego.
Ellos mismos lo construyeron. Su objetivo es atemorizar a sus propios pueblos.
Tratan de ocultar la grave situación económica y ambiental que vive el mundo.
Quieren tapar la crisis sistémica que vive el capitalismo. Y claro...
justificar su intervención armada en la región más estratégica del continente
euroasiático.
Dentro de su
estrategia mediática han logrado que los medios de comunicación valoren las
cosas de una forma totalmente ilógica y desproporcionada. Si
un joven suicida, apasionado y desorientado asesina a inocentes en las calles
de una ciudad del mundo “desarrollado” usando una capucha y alguna arma... ¡es
un terrorista desalmado...!
Pero, si el
presidente de una poderosa nación ordena matar a cientos de miles de personas
inocentes utilizando drones y bombas de destrucción masiva... ¡es un defensor
de la democracia, la libertad y la cultura universal…!
Siembra vientos y cosecharás tempestades
Debemos recordar en forma
reiterativa que los EE.UU. y Europa arrasaron desde hace un siglo con los
pueblos del Norte de África y del Medio Oriente. Recientemente Libia, Egipto,
Sudán, Afganistán, Irak, Siria y Palestina han vivido verdaderas guerras de despojo.
Hoy esos pueblos –en medio de su
desesperación y dolor–, devuelven los golpes de múltiples maneras. No es algo consciente
ni planificado pero es contundente y real. Entre esas reacciones están las migraciones
masivas hacia Europa que nadie puede detener. También, la violencia fanática e indiscriminada
que se origina en el odio y el resentimiento.
El infierno creado por los
imperios toca a sus puertas. Es lo que ocurre independientemente de nuestra
voluntad.
La
ignorancia es atrevida
Muchos
europeos y norteamericanos creen que en los países “desarrollados” viven “bien”
o más o menos “bien” (con comodidades) porque son más inteligentes, más
disciplinados y trabajadores que las personas de otros continentes.
No saben o
se hacen los locos, que sus imperios (inglés, norteamericano, francés,
holandés, alemán, español) se enriquecieron robando y saqueando los recursos y
el resultado del trabajo de los países de los demás continentes.
No saben o
no quieren saber que los más grandes terroristas son sus propios gobiernos.
Por eso, cuando el mundo “civilizado”
no reacciona... todo se desata. ¿Quién es el pueblo sojuzgado? 10 millones de
desplazados y 220 mil muertos en Siria, generan todo tipo de barbarie. ¿Justa o
injusta? El mundo se ha degradado y los pueblos hemos dejado pasar mucha agua
bajo el puente.
El problema no es religioso.
Estos muchachos suicidas no son ni siquiera “fundamentalistas”. Son jóvenes
frustrados y manipulados que quieren pasar a la otra vida haciendo algo
heroico. Ellos no son el verdadero
problema, es todo el entorno global, imperial, colonial, el consumismo
alienante, la crisis del capitalismo, la falta de valores, lo que crea estos
fenómenos.
Y en últimas, son esos mismos
gobiernos y la gran burguesía financiera los que se aprovechan para hacer creer
a su población que es una lucha entre el “bien” y el “mal”, entre la democracia
y el autoritarismo, entre la libertad y el fanatismo, entre “occidente” y “oriente”.
Y claro que no es así. Sin
embargo, lo real, es lo que ocurre y golpea. A quienes más les conviene entender
lo que ocurre de verdad es a los europeos, para que enfrenten a sus propios
gobiernos criminales.
La
gravedad del momento y un punto de quiebre
El mundo está al borde de una
guerra generalizada, más cruel y degradada que la que viven y sufren los
pueblos del Norte de África y del Medio Oriente.
Los pueblos y los trabajadores
del mundo entero no deben caer en la trampa de solidarizarse e igualar a todas
las víctimas sin explicar las causas, los causantes y los verdaderos
perpetradores del llamado “terrorismo islámico”, que son los mismos gobiernos
de los EE.UU. y Europa (OTAN).
Una política de apaciguamiento
hacia los EE.UU. y hacia Europa sólo agrandará el problema.
Las víctimas del mundo
desarrollado no son víctimas del terrorismo islámico. Son víctimas de sus
propios gobiernos, de la manipulación de los medios y de su propia indiferencia
con unas guerras que les permiten a sus gobiernos y clases dominantes, expoliar
a los pueblos de otras naciones y con esa riqueza calmar a sus pueblos con
pequeñas dádivas.
La solidaridad que se requiere
debe partir de la denuncia de los verdaderos criminales, de los que crearon y
utilizaron a Osama Bin Laden, de los que financian al Estado Islámico, que son
los que posan de demócratas y defensores de la libertad.
El llamado a la Paz debe estar
dirigido a los gobiernos de los países agresores. Obama, Merckel, Hollande,
Cameron, Rajoy, etc., son los responsables de la violencia que hoy sufren
millones de inocentes, entre ellos, las víctimas de París.
La
situación en Siria evoluciona a pasos agigantados y… es muy grave...!
Muchos analistas relacionan la
situación de Siria con la de la desmembrada Libia. Hace cuatro años todas las
potencias –incluidas Rusia y China– se coaligaron para derrocar y sacrificar a Kadhafi.
Sin embargo, ahora es más grave. Por entonces, Rusia y China consiguieron
morder algo del petróleo y de los negocios de Libia.
Además, el momento daba para que
la rebelión árabe creciera y a esas potencias tampoco les interesaba un
levantamiento general en la región. También, la posible desestabilización
económica era su prioridad. No la querían ni soportaban. Por ello negociaron con
la OTAN, y... Libia fue repartida y descuartizada una vez más.
Ahora con Siria la situación es
mucho más compleja. Rusia y China no pueden ceder. Es territorio de su
influencia. El petróleo es poco pero los intereses geo-estratégicos son muchos.
No pueden dejar colgado a Al Assad y a Irán.
Es evidente, Rusia ataca a ISIS
pero lo hace para sostener su influencia en Siria. Si Al Assad llegara a caer
(que es poco probable pero no imposible), Putín necesita sostener un gobierno
aliado o cercano. Allí está la complejidad del asunto.
Es seguro que ese conflicto
seguirá calentándose. EE.UU. ya sabe cómo es el negocio, por eso quiere moderar
a Europa y llegar a acuerdos con Rusia.
Pero Francia y los países
europeos son los que están recibiendo la presión de los inmigrantes sirios,
árabes y africanos, y del llamado "terrorismo islámico".
Y el DAESH o Estado Islámico de
Irak y Siria sabe dónde golpear.
El seguimiento a éste conflicto
es apasionante. Allí se desnudan todas las contradicciones del mundo
contemporáneo, el posterior a la caída del muro de Berlín. La gran burguesía
financiera global no logra ponerse de acuerdo. Los bloques geo-políticos se
fracturan y el mundo puede estallar...!
A
manera de conclusión
Los imperios aprendieron a instrumentalizar
a su favor todo tipo de conflicto armado.
Lo que hacen en el Próximo y
Medio Oriente lo perfeccionaron en conflictos anteriores.
Ya no les importa si los “guerreros”
tienen ideología, religión, nacionalidad, etnia u otros intereses. Los utilizan
primero y después los desechan.
Sus fines son diversos y
complejos:
- Degradar la guerra y quitarle
apoyo popular a todos los combatientes;
- Apoderarse de los recursos
naturales debilitando al máximo el poder de negociación de los gobiernos, así
sean sus “amigos”;
- Generar caos y desesperación
para poder intervenir desde afuera;
- Arrodillar al máximo a los
gobiernos y a la población;
- Desinformar y aterrorizar a su
propia gente con amenazas externas;
- Destruir infraestructura para
hacer más dependientes las regiones intervenidas y volver a “reconstruir” con
sus propios contratistas;
- Tensionar y llenar de nervios a
las personas para:
1. Bajarle la moral e incentivar
el pesimismo;
2. Que se sienta insegura, se
encierre y sospeche de todo el mundo;
3. Que acepte intervenir todas
las comunicaciones y acabar con la intimidad;
4. Hacerla dependiente de todo
tipo de adicciones que es la base del consumismo obsesivo: alcohol, droga,
religión, entretenimiento, comida, trabajo, artificios electrónicos, pornografía,
etc.;
5. Acabar con el pensamiento
crítico[2];
6. Militarizar el mundo.
Y seguramente, tienen muchos más
objetivos... ¡algo debe hacer la humanidad para derrotar ese “Leviatán”!
Hasta la paz de Colombia se juega
en esos escenarios
Nota: Colombia no
puede hacer la paz interna para involucrarse en la guerra del Medio Oriente
como lo pretende el presidente Santos. Debemos decir NO a la participación de
tropas colombianas bajo el mando de la OTAN.
E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter:
@ferdorado
[1] Sunstein, Cass R. y Vermeule,
Adrian. “Conspiracy Theories”. Harvard
Law School, 2008.
[2] Los creadores del “liberalismo
paternalista” plantean las siguientes fórmulas para aplicar a su propia
población: 1. El gobierno puede prohibir las teorías conspirativas; 2. El
gobierno podría imponer una especie de impuesto, financiero o de otro tipo, a
quienes difundan tales teorías; 3. El gobierno podría implicarse en un
contradiscurso para desacreditar las teorías conspirativas; 4. El gobierno
podría contratar partes privadas creíbles para que se impliquen en un contradiscurso;
5. El gobierno podría implicarse en la comunicación informal con las terceras
partes y estimularlas. Óp. Cit. “Conspiracy Theories”.
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