Precariado, análisis de clases y
filosofía revolucionaria
Popayán, 31 de enero
de 2020
Nadie puede negar que las luchas sociales
que ocurren en Colombia, Chile, América Latina y el mundo, tienen un componente significativo de acumulados de luchas anteriores. No obstante, diversas manifestaciones de
las movilizaciones actuales han desbordado a las direcciones sindicales, y a las
organizaciones sociales y políticas que representan o son fruto de esos
acumulados.
Por ello, es muy importante comprender
la forma como una parte de ese “acumulado” se hizo anacrónico y se convirtió en
un obstáculo para el surgimiento de lo nuevo. Además, es clave entender cómo ese
acumulado obsoleto impide a quienes se identifican con él, ver la potencialidad de lo que emerge. En la base de todo
está una concepción filosófica.
Tiene que ver con no captar el
movimiento de la vida. Desde hace 9 años se pudo identificar que el Precariado
empezaba a movilizarse. El año 2011 fue muy clave, un momento de quiebre. Esa
irrupción insurgente ocurrió con la primavera árabe, el 21M en España, OcupaWS,
etc. A partir de ese instante ese sujeto social ha continuado evolucionando y
hoy es protagonista principal de las movilizaciones que ocurren a nivel
planetario.
Es por esa razón que desde esa
época se propuso investigar más sobre el fenómeno del Precariado, tema que aún hoy es desconocido por mucha gente, incluso
hay quienes niegan que esa clase o sector social existe. Algo hemos avanzado en
conocer las características y particularidades del Precariado, Guy Standing ha
hecho importantes aportes pero falta mucha más investigación social, económica,
cultural, histórica, etc. (multi-disciplinaria e integral) en todo el mundo y,
sobre todo, en América Latina.
La categoría de “multitud” de
Negri-Hardt, que ha sido mal interpretada por muchos analistas, ha hecho mucho
daño porque reforzó –sin proponérselo– la concepción de que el análisis de
clases es cosa del pasado, que éste no es útil. Lo mismo ha ocurrido con los
aportes teóricos de Aníbal Quijano que sus herederos convirtieron en determinantes
para la acción política, negando o subordinando la lucha de clases respecto de los
conflictos étnico-raciales, de género, ambientales, etc. Según la escuela de
pensamiento “decolonial”, el análisis de clases hace parte de las “herencias
cientificistas y eurocéntricas” y no sirve para interpretar la realidad
latinoamericana.
Lo paradójico es que pensadores
como Immanuel Wallerstein (gran amigo y compañero de Quijano), que venía de la
escuela “culturalista” de Fernand Braudel, poco a poco y a lo largo de su
trabajo al lado de Giovanni Arrighi y otros estudiosos, fue comprendiendo las
ideas más revolucionarias de Marx, y al final de su vida se afincó en los
análisis sistémicos y complejos (sistema mundo-capitalista), y por ello, los “Decoloniales”
que le deben mucho a Wallerstein, no lo reivindicaron a la hora de su muerte.
Solo De Souza Santos lo hizo y algunos otros.
Es evidente que la investigación
sobre la evolución de las clases sociales está de capa caída. Aunque existen importantes
estudios que son fruto de serios esfuerzos[1],
se puede observar que los evaluadores y trasmisores académicos y los “validadores
ideológicos”, influidos por ideas acientíficas, por el “animismo-mítico” y por
prejuicios anti-marxistas, desconocen las investigaciones y sus resultados, e
impiden que la dirigencia social y política acceda a sus conclusiones, lo que
la mantiene en un oscurantismo e idealismo absoluto.
No obstante, debemos reconocer
que en esta situación ha influido en forma importante un grave error cometido
por Marx que no fue corregido a tiempo por sus seguidores. Consistió en idealizar
al Proletariado, en identificar a la clase obrera como el sujeto social que
enterraría inevitablemente al capitalismo, lo que se convirtió en una especie
de creencia cuasi-religiosa, en un “destino manifiesto”, en una verdad
teleológica, en una profecía al estilo de un iluminado o un adivino, lo que ha
servido para desprestigiar las ideas de Marx.
En nuestro caso, concebimos al
Precariado como un sujeto social que por sus condiciones actuales (acceso al
conocimiento, precariedad creciente en sus condiciones de vida, imposibilidad
de organizarse frente a un empleador, etc.), se constituye en un sector social
que ayuda a dinamizar las luchas populares, contribuye a hacerlas más políticas
porque sus acciones abordan problemas reales como el futuro del “trabajo”, la
automatización, el desempleo estructural, la enorme desigualdad, el poder de
los monopolios, la falsedad de la democracia, el cambio climático, y muchos
otros. No le otorgamos a dicho sujeto social otro papel diferente al que viene
mostrando en la práctica tangible y visible.
Dice Guy Standing en un artículo
de 2014:
“Cada vez más gente comienza a comprender su situación dentro del precariado,
reconocimiento que se traducirá en la construcción de una conciencia común de
clase y que llegará a ser el motor del cambio. En vez de perder las esperanzas,
primar la ineptitud o el desconcierto, los sentimientos pueden pronto mover los
mecanismos necesarios para pasar de la pasividad a la resistencia de un
movimiento activo”[2].
En ese sentido, la lección consiste
en que todos los análisis, ya sean con un enfoque de clases sociales (que algunos
reducen a “lo económico” lo cual es un error, cuando tanto Marx y Engels al
hablar de la lucha de las clases se referían a las “condiciones de producción y
reproducción”) o ya sean con enfoque cultural, deben trabajarse en un contexto
histórico y ubicarse en las condiciones concretas de un espacio y un tiempo
específicos.
Es por la misma razón que en el
campo de la filosofía cada vez debemos construir visiones y prácticas “empirio-escépticas”,
que se apoyen en los métodos científicos de la falsación y la demostración, que
no reduzcan “lo productivo” a “lo material”, que no separen la “cultura” del “trabajo”
y que sirva para construir una especie de “monismo materialista” que deseche
las ilusiones dualistas que llevaron a interpretaciones falsas tanto de la
dialéctica como del materialismo.
La lucha en este terreno de la filosofía y de la
investigación social sirve para entender también la aparición y la insurgencia
del Precariado del siglo XXI y para avizorar nuevos caminos anti y post-capitalistas
que le permitan a las nuevas generaciones la recuperación de las mejores tradiciones
revolucionarias del pasado y luchar por impedir que el capitalismo lleve a la
humanidad –como lo está haciendo– hacia su propia extinción como especie.
[1] Entre
los estudios sobre la evolución de las clases sociales en las últimas décadas
se pueden destacar los de Guy Standing y de Erik Olin Wright, y en Colombia
cabe mencionar los trabajos de Óscar Fresneda Bautista.
[2] Standing,
G. (2014). Por qué el precariado no es
un «concepto espurio». Sociología del Trabajo 82, publicado el 23 de marzo de
2014. http://www.opendemocracy.net
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