Entrevista a Alain Badiou, filósofo (última pregunta)
"Debemos sacar nuestro
propio balance de las experiencias del pasado"
Popayán, 1 de julio
de 2017
Pregunta: En su último
artículo usted afirma que uno de los elementos sin el que nunca se pondrá fin a
nuestra actual servidumbre frente al sistema capitalista es una organización
sólida con vistas a establecer los elementos constitutivos de la vía comunista.
Afirma que eso representa un punto vital en la constitución de una alternativa
progresista válida a largo plazo. En su opinión, ¿cuál es el elemento central
que falta a las organizaciones de la izquierda radical, de los comunistas, para
garantizar esta solidez organizativa de base?
Respuesta: Es un problema
complicado porque me parece que la mayoría de las organizaciones que mantienen
con vida la hipótesis comunista en el mundo lo hacen sin haber establecido
completamente el balance de lo hecho en el pasado. Como si en cierto modo ellas
garantizaran una continuidad. Esta continuidad puede ser una continuidad
estalinista, trotskista, maoísta, pero me parece que lo que falta (y me hago
este reproche a mí mismo) es un balance la experiencia comunista del siglo XX
que sea un balance progresista, es decir, que no sea el mismo balance que el
del enemigo, pero que tampoco sea la idea de que podemos pura y simplemente
continuar. Los Estados socialistas del siglo anterior no lograron desplegar
completamente la hipótesis comunista y hacerla irreversible históricamente.
Nosotros mismos debemos sacar las enseñanzas de este fracaso, reteniendo
también lo que estuvo bien hecho, incluso lo que fue notable. Personalmente
creo que la Revolución de Octubre fue un acontecimiento sin precedentes en la
historia. Es la primera vez que se emprende la construcción de una sociedad que
no esté bajo la dictadura de la propiedad privada. ¡No se había emprendido
desde el Neolítico! Lo digo en serio, es un proyecto que no había existido
desde el Neolítico porque la propiedad privada no es simplemente el capital, la
propiedad privada existe desde siempre, desde la aparición de los Estados. Por
consiguiente, hay que continuar en ese sentido, extrayendo de lo que ha tenido
lugar su carácter creador e innovador. Pero al mismo tiempo es necesario que
nos rindamos cuentas a nosotros mismos, y que rindamos cuentas a la gente, de
las razones internas del fracaso. Por supuesto, ha habido presión externa,
presión capitalista, lo que no impide que todo se haya desmoronado y tenemos
que saber por qué. Es necesario que quienes continúan sepan por qué y que, por
lo tanto, encuentren sus propias razones para continuar sabiendo qué ocurrió
realmente, proponiéndolo y explicándoselo a la gente. Ahora bien, es evidente
que todo esto gravita en torno a la cuestión del Estado. Creo que en cierto
sentido estas empresas han sido contrarias a la hipótesis general marxista que
era la de una decadencia del Estado. Se trataba de empresas violentamente
estatales que entendieron la dictadura del proletariado como la dictadura del
propio comunismo, lo que no es en absoluto lo mismo. Así pues, creo que debemos
tener nuestra propia conciencia histórica.
Sobre ese punto, el segundo
episodio sin precedentes en la historia es la Revolución Cultural en China.
¿Por qué? Porque, precisamente, puso a la orden del día la cuestión del
comunismo en su difícil relación con la del poder del Estado. Durante años la
juventud estudiante y millones de obreros actuaron, pensaron y escribieron en
un desorden extremo pero extremadamente movilizador para rectificar el curso de
las cosas y animar el devenir comunista. Finalmente fracasaron, pero es
imperativamente necesario partir de su experiencia.
Hoy en día lo que domina la
opinión pública y, de hecho, una opinión sumisa al tiempo que inquieta, es que
ha interiorizado un «balance» del comunismo hecho por quienes siempre han sido
enemigos jurados del comunismo. Este supuesto balance se resume en una máxima:
«No existe una política comunista, no ha existido y nunca existirá».
Pues bien, ya veremos.
Entrevista completa: http://bit.ly/2ssKpA2
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