TRAS LA FALSA PAZ… ¡VIENEN POR TODO!
Popayán, 2 de enero
de 2015
La terminación del conflicto armado en Colombia solo tiene
de positivo que finalmente nos sacamos de encima la pesada carga de la falsa
lucha armada “revolucionaria”.
Podremos –si lo queremos–, luchar con más claridad, con
verdadera organización popular, nosotros mismos, sin ilusiones vanas, sin “salvadores
supremos”. Lo cual es algo muy importante.
Lo demás, lo que nos quieren vender al lado del pacto
gobierno-FARC, es una falacia que hay que desenmascarar y denunciar.
Las FARC, para ocultar su derrota, quieren presentar ese
hecho como un gran triunfo, pero no hay tal.
Será la paz más “perrata” que podamos imaginar, la paz
neoliberal, con la que siempre soñó la oligarquía y el imperio.
Todo está armado para clavarnos –sin dolor–, la segunda fase
de neoliberalismo que empieza por la apropiación masiva de territorios y
tierras de la Orinoquía y otras regiones. Y van por todo, ¡todo todito!
Los proyectos de expansión del gran capital en Colombia son de enormes
dimensiones. La expulsión de millones de personas –campesinos mestizos, afros e
indígenas– del campo, les ha preparado condiciones para repetir la experiencia
del sudoeste asiático.
Los planes de inversión en infraestructura, turismo,
apropiación del mercado interno, nuevas áreas mineras, nuevos puertos, maquilas
de nuevo tipo aprovechando las zonas francas, aprovechamiento de nuestra
biodiversidad, son de una monumental magnitud.
Colombia ya es la tercera economía de la región y está a la
cabeza de la Alianza del Pacífico. Su situación estratégica, la corrupción y cobardía
de la casta política, la debilidad de sus instituciones sólo soportadas en la
fuerza de un ejército descomunal y de un aparato judicial comprable, que serán
la garantía para sus negocios, hacen de este país el “paraíso para sus inversiones”
que estaban buscando.
Además, la languidez estructural de una izquierda domesticada
por la “paz”, que cargará en el mediano plazo con los errores políticos de la guerrilla
y con las derrotas de los experimentos “progresistas” ocurridos en su vecindad,
ofrecen condiciones inmejorables a los grandes inversionistas capitalistas que
llegarán no sólo de EE.UU., Europa, China, Rusia, India, Brasil sino de todos
los rincones del mundo. No los asusta nada.
Ser conscientes de ese hecho, tenerlo todo bien claro, estar
de acuerdo con la finalización negociada del conflicto armado pero, a la vez,
denunciar que no es ninguna “paz”, ni mucho menos una “reconciliación”, sino
otra forma de la guerra del gran capital contra los desposeídos, los
proletarios, los trabajadores, el pueblo en general, es clave.
De la cola de esa “paz perrata” se colgarán muchos
militantes “progresistas” y de “izquierda”, muchos de ellos preparados por numerosas
ONGs para ponerle adornos a esa falsa paz, para ayudar a engañar al pueblo y
ganarse unos “dólares”. Ya lo hacen muchos de ellos. ¡Qué tristeza!
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