MADURO Y LA OPOSICIÓN: DE LA CONFRONTACIÓN A LA COOPERACIÓN
Popayán, 17 de enero
de 2016
El llamado al diálogo hecho por el presidente Maduro en su
alocución frente a la Asamblea Nacional y la aceptación del mismo por parte de
la oposición en cabeza de Henry Ramos Allup, muestra la dinámica de la lucha de
clases que se libra en Venezuela. Tal suceso nos llama a realizar un análisis
de las diferentes fuerzas políticas que forcejean por el poder del Estado y por
controlar la enorme renta y riqueza petrolera de ese país.
Que se planteara el diálogo era lo previsto y lo lógico, más
allá de la retórica de ambos bandos. Lo interesante e importante es leer entre
líneas, mirar más allá de las declaraciones públicas, avizorar los intereses en
juego y las estrategias de los diversos actores sociales y políticos que son variados
y múltiples, intrincados y complejos, visibles y ocultos, como lo es la vida y la
intensa lucha política por el poder.
Que Maduro haya mostrado disposición a conversar y que haya esbozado
un camino de acuerdo para resolver el problema de los “presos políticos” –así fuera
casi entre dientes–, es un logro de un sector de la oposición, y estoy seguro,
de varios sectores (o tal vez personas) que tienen valoraciones no
tradicionales de la coyuntura tanto dentro del gobierno como del “chavismo”. Es
muestra del intenso debate que existe al interior del bloque gubernamental.
Por ello, intentaremos identificar, con la mayor precisión, los
intereses y comportamientos de las diversas clases y sectores de clase que se
expresan en el movimiento social y político de la nación de Bolívar. En los
medios de comunicación, en sus declaraciones y manifestaciones orales y
escritas, se puede observar esa intensa y tensionante lucha que se expresa básicamente
por medio de partidos, tendencias y personalidades políticas.
Podemos identificar a los jugadores de carácter social que luchan
en Venezuela. Ellos son:
1. La gran burguesía parasitaria pro-estadounidense
que ya tiene los pies en Miami.
2. La burguesía emergente entrelazada con la
burguesía burocrática que está insertada en el gobierno y en la oposición.
3. La pequeña burguesía que se divide en una
minoría arribista y en una mayoría en proceso de proletarización. Allí están
incluidos pequeños y medianos productores y comerciantes, que en su mayor parte
tienden a identificarse con la oposición pero dependen de la política económica
que desarrolle el Estado.
4. Los trabajadores y el pueblo en general. En este
bloque se pueden diferenciar a los trabajadores del Estado, a los del petróleo
y grandes factorías, a los trabajadores de los servicios, a los “profesionales
precariados”, a los informales (y bachaqueros), a los campesinos y a las
minorías indígenas. Son la base social del “chavismo” pero algunos sectores,
sobre todo los profesionales, técnicos y tecnólogos, buscan en la oposición
resolver sus problemas relacionados con el desarrollo productivo y el empleo
calificado.
En cuanto al análisis e identificación de las expresiones políticas
de esas clases y sectores de clase se debe precisar que esa concreción en el
terreno del partidismo político y electoral no es plano, ni lineal, ni mecánico.
La consciencia está determinada por las necesidades materiales concretas, por
la experiencia de lucha, por el acceso al conocimiento y a la información, por
la herencia y tradición libertaria o de sometimiento, y por factores diversos
que están relacionados con la localización geográfica, influencia migratoria,
acceso a los beneficios otorgados por el Estado y aspectos similares.
Veamos entonces cómo se presentan los actores políticos en
el país patriota:
- La derecha golpista pro-estadounidense
encabezada por Leopoldo López, María Corina Machado, en alianza con Álvaro Uribe
Vélez en Colombia y otros centros ultra-reaccionarios de Miami, América Latina
y España.
- La derecha en plan de mesura liderada por
Enrique Capriles Radonski y el partido Primero Justicia, que ha logrado –en parte–,
moderar a Henry Ramos Allup, con el apoyo del bloque latino-español que dirige
el tanque de pensamiento del presidente de Colombia Juan Manuel Santos, asesorado
desde Washington, que llama al diálogo y a la conciliación. Un sector de la
burguesía emergente venezolana juega allí su papel oportunista para desplazar a
la burguesía parasitaria.
- Los partidos o expresiones políticas de la verdadera
socialdemocracia venezolana que siempre quiso jugar al “centro” pero que, ante
la polarización política del país, se vio obligada a integrarse al bloque
opositor. Sus más representativos exponentes son Ismael García y Henry Falcón.
- El “chavismo” burocrático incrustado en el PSUV
y en el gobierno bolivariano, liderado por Diosdado Cabello y sectores
importantes de la burguesía emergente, quienes utilizan políticamente a Nicolás
Maduro, sin poder sacarlo del gobierno por haber sido “ungido” por el
presidente Chávez. Maduro, en esa situación, pareciera ser parte de éste sector
pero, en verdad, juega como una veleta y un comodín, tratando de mantener unido
al “chavismo”.
- El “chavismo puro”, seguidor de los
planteamientos socialistas del presidente Chávez, hoy representado por Aristóbulo
Istúriz, actual vicepresidente de la República, quienes creen todavía en la posibilidad
de construir el socialismo en un solo país, usando el “Estado heredado”, y
llaman a fortalecer el Estado Comunal, tal como lo hacía Chávez pero sin tener
idea de cómo hacerlo.
- El presidente Maduro y su núcleo de confianza
que trata de mantenerse en la cúpula del gobierno, sobreaguando entre los
diversos sectores “chavistas” pero sin tener claridad de cómo avanzar. Este
núcleo sabe que el poder real siempre ha estado en manos de la burguesía y del
imperio, pero también es consciente que el ejército es el sostén del bloque “chavista”,
y que los intereses de los trabajadores y el pueblo siempre estuvieron atravesados
y subordinados a los intereses de la burguesía emergente y burocrática, que
desde el principio logró posicionarse a la sombra de Chávez, utilizando
hábilmente la “alianza cívico-militar”, ganando de hecho influencia política y burocrática
en todos los espacios gubernamentales, partidarios, sindicales y comunales.
- La mayoría de las corrientes y personalidades críticas
dentro del “chavismo” tienen todavía esperanzas en el papel y fuerza del entorno
partidario de Maduro-Istúriz y no son conscientes del verdadero poder que ha
adquirido la burguesía emergente dentro de la burocracia y del ejército. Por
ello, no han sido capaces de deslindarse del “madurismo”.
-
Los minoritarios sectores socialistas, influidos
por corrientes internacionales trotskistas, marxistas-leninistas y otras
tendencias (autonomistas, anti-extractivistas, indigenistas, etc.), que tienen
alguna influencia en sindicatos y otras organizaciones sociales pero que al
jugar por fuera de los dos bloques hegemónicos (oficialistas y opositores), no
logran influir en amplios sectores de la población ni pueden mediar entre las
diversas tendencias de cada bloque político en contienda.
De acuerdo a ese bosquejo descriptivo de las diversas clases
y sectores de clase de Venezuela y de sus expresiones políticas podemos
concluir lo siguiente:
a) No existe un partido de los trabajadores que
lidere al pueblo, no tanto por el “socialismo” (que es imposible de construir
en un solo país y menos desde la gestión del Estado heredado) sino por conquistar
la independencia y la soberanía nacional, por la construcción de soberanía
económica en alianza con los demás países y naciones latinoamericanas y, por el
desarrollo de una democracia cada vez más directa, verdaderamente representativa
y protagónica, deliberativa y participativa, que propicie condiciones para la apropiación
colectiva y paulatina del aparato productivo y de la riqueza social por parte
de las mayorías sociales.
b) En el mediano plazo, las expresiones políticas
de la burguesía emergente –presentes tanto en la oposición como en el bloque “chavista”–
van a ponerse de acuerdo para controlar la renta petrolera y van a tratar de
conciliar con el imperio para compartir ese poder económico sin generar grandes
confrontaciones y conseguir que en forma paulatina se desmonten los avances sociales
obtenidos durante el auge del proceso bolivariano.
c)
Mientras tanto las tensiones entre la oposición
y el oficialismo se van a mantener como una forma de neutralizar a los sectores
más extremistas que existen en ambos bloques, o sea, a los golpistas “leopoldistas”
y a los “chavistas socialistas”, que muy posiblemente lleven al sacrificio de
Nicolás Maduro y al reciclaje de Diosdado Cabello.
Claro, los trabajadores y el pueblo serán los perdedores en
el corto plazo. Sólo el surgimiento de una dirigencia proletaria ligada a las
mayorías chavistas revolucionarias, podrá –en el mediano plazo–, retomar la
lucha y el espíritu de la revolución bolivariana y reconducir las fuerzas
revolucionarias del pueblo venezolano hacia caminos y metas verdaderamente democráticas
y, a largo plazo, post-capitalistas.
Eso esperamos.
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