¿“Fast Track” al
servicio de la antidemocracia?
NO HABRÁ APERTURA DEMOCRÁTICA EN COLOMBIA
Popayán, 29 de abril
de 2017
“Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Albert Einstein
El colmo de los colmos. Lo ocurrido en Colombia es para
escandalizarse. Se impulsa una reforma política antidemocrática usando el “fast
track” del proceso de paz que afecta negativamente a los partidos minoritarios;
el Fiscal General no acude al Congreso de la República para afrontar los cuestionamientos
planteados por senador Robledo en el caso de Odebrecht pero –cínica y arteramente–
ataca al citante del debate; y el partido de la Alianza Verde es sancionado por
el Consejo Nacional Electoral lo que le impedirá postular candidatos a concejos
en 64 municipios, incluyendo el Distrito Capital, en próximas elecciones.
Esa es la respuesta del establecimiento dominante en
Colombia –corrupto hasta los tuétanos– que no está dispuesto a democratizar el
país. Está visto que van a tratar de tapar los escándalos de corrupción o
minimizarlos al máximo. El Fiscal ahora utiliza los “presuntos” actos de
corrupción en Reficar, todavía en investigación, para desviar la atención de
los graves hechos de sobornos y corrupción comprobada en el caso de Odebrecht. Ver
para creer.
Acabar con el voto preferente, no implementar el voto
electrónico, mantener la financiación privada en las campañas electorales, conservar
umbrales y demás trampas que afectan a los partidos minoritarios, son señales
de que las castas dominantes no están dispuestas a abrir los más mínimos
espacios de participación política en el país.
Pero lo más escandaloso es que las fuerzas insurgentes que
están en proceso de sumarse a la política legal y demás fuerzas políticas
aliadas o cercanas a ellas, que siempre han afirmado que el principal objetivo
del proceso de paz es democratizar el país, no se dan por afectados. Está
visto que a las FARC lo que les interesa es participar en una especie de
co-gobierno “de transición” y que están dispuestos a hacerlo con toda clase de políticos
corruptos.
Además, parece que no desechan aliarse con Vargas Lleras –como
acaba de decir Roy Barreras– cuando éste se comprometa a darle continuidad al “proceso
de paz”. Muy pronto le harán un “lavado de cara” al ex-vicepresidente para que haga
parte del “bloque gobiernista” para defender el legado de Santos. Éste no es
otro que darle continuidad al programa neoliberal usando de cobertura de la “paz”.
Las numerosas ONGs y contratistas que durante años se han preparado para
administrar el “post-conflicto” son las que verdaderamente los unifican para
defender con uñas y garras su permanencia en el gobierno.
Pero también, hemos observado cómo la gran prensa trata ocultar
la profunda crisis moral del establecimiento dominante. Utilizan noticias
varias como la crisis de Venezuela, las violaciones y asesinatos de niños y
mujeres, los desastres naturales, el “proceso de paz”, etc., para tratar de
tapar los escándalos de corrupción o de generar una matriz de opinión enlodando
a todos los actores políticos. “La corrupción es generalizada, ningún partido político
se salva” dicen los titulares. La descomposición de la clase política
tradicional se intenta legitimar como un fenómeno que involucra a todos. Es una
forma de invisibilizar a los verdaderos corruptos.
La crisis de legitimidad de la “falsa democracia” colombiana
y el marasmo existente dentro de la población que no cree en nada ni en nadie
que haga parte de “la política tradicional”, nos obliga a realizar los máximos
esfuerzos por reaccionar, diseñar e impulsar una estrategia realmente nueva.
Con “más de lo mismo” llegaremos en 2018 a un escenario semejante al del pasado
2 de octubre. Igual a lo que acaba de ocurrir en Francia, y que se viene
repitiendo en el mundo (Perú, EE.UU., etc.), o sea, que en las segundas vueltas
electorales hay que escoger entre lo “malo” y lo “peor”. En Colombia, entre el
candidato de Uribe y el candidato de Santos (Vargas Lleras-De la Calle).
Hasta ahora, los esfuerzos individuales que hacen algunas
personalidades políticas como Claudia López o Jorge Enrique Robledo no logran
romper la dinámica de escepticismo e incredulidad de la gente. Hay que pensar
en algo diferente, que unifique a las “fuerzas sanas” de la nación para
constituir una fuerte “tercería” política que nos permita superar la
polarización entre Uribe y Santos, que es el instrumento de las castas
dominantes para monopolizar el Estado y evitar el surgimiento de alternativas
efectivamente democráticas.
Correcto, hay que pensar en algo diferente, lo contrario seria convertirnos en hacer apología a la corrupción.
ResponderEliminarMariano Sierra