¿Puede haber una “paz pura y
simple”?
CONSTRUIR UN PROGRAMA DEL PUEBLO PARA LA VERDADERA PAZ
Popayán, 4 de julio
de 2016
Mientras el gobierno de Santos aprueba
aspectos esenciales de la paz que la casta dominante requiere e imagina, sectores
de izquierda promueven una supuesta “paz pura y simple”.
El gran capital tiene en la mira el
despeje de nuevas áreas de explotación petrolera, minera y agrícola que ven como
el gran botín de la paz. Han aprobado la Ley Zidres para implementar su modelo
agro-exportador, el ministro de Hacienda anuncia la “nueva economía” con base
en inversión extranjera, se aprueba el Nuevo Código de Policía y el
fortalecimiento de los ESMAD para reprimir “con fortaleza y decisión” las
protestas sociales, y preparan la reforma tributaria “estructural” que afectará
las rentas de trabajo.
Del otro lado nos llaman a “no atravesarle
palos a la paz”. Se lanzan campañas insípidas desde sectores de izquierda y se
le hace eco a la ministra de Trabajo que todos los días anuncia que el posconflicto
será el escenario de un “nuevo trato social” y que se va a construir “nuevas
relaciones entre trabajadores, empresarios y Gobierno” (http://bit.ly/29hmJ5f). Mientras Santos con
frialdad y franqueza ofrece garrote al pueblo (http://bit.ly/297sdPb),
la izquierda gobiernista promete un paraíso en donde la lucha de clases será
cosa del pasado.
Por el contrario, debemos decir
que ahora que el proceso de terminación del conflicto armado es un hecho
irreversible, el énfasis no puede seguir estando en la “pura y simple paz”. Eso
es puro y simple oportunismo. Ya el comandante Carlos Antonio Lozada planteó
que “aunque gane el NO en la refrendación, las FARC no volverán a la guerra” (http://bit.ly/297Ouk8). Pero el gobierno no
renuncia a su plebiscito porque Santos necesita legitimar políticamente “su paz”,
hacer politiquería con la paz, engañar al pueblo, imponer la idea de que puede
haber una “pura y simple paz”.
Siguiendo las “Lecciones de
Táctica” (http://bit.ly/29mroVK) del ideólogo
que dicen seguir los impulsores de la “pura y simple paz”, el énfasis ya no debe estar en la
terminación del conflicto armado con las FARC. Ésta ya es un hecho. Ya se
anunció “el fin de la guerra” y se aprobó el cese bilateral de fuegos
definitivo. Ahora la tarea inmediata de la lucha por la paz es construir un
Programa del Pueblo por la Verdadera Paz, que entusiasme a la población en la
campaña electoral para refrendar los acuerdos, y que muestre la forma como se puede
y debe construir la paz que la sociedad colombiana necesita.
En esa dirección se proponen los
siguientes temas que deben hacer parte de ese programa mínimo por la verdadera
paz: lucha contra la corrupción, defensa integral del medio ambiente y cambio
del modelo productivo para poder generar empleo.
La lucha contra la corrupción
No hay necesidad de presentar
cifras sobre el impacto de la corrupción en la vida colombiana. Afecta la vida
de todos. Es la causa principal de la violencia. Anula cualquier ejercicio
democrático. Se ha insertado en todo el aparato estatal. Es un elemento esencial
en la dinámica económica y política. Ya es parte de nuestra cultura. La sufren
todos los partidos políticos sin excepción. “Los de abajo” la permiten y
practican porque “los de arriba” siempre la han utilizado. Por ello no puede
haber justicia ni leyes que sirvan. ¿Por dónde empezar?
Un movimiento ciudadano y popular
que quiera distanciarse del ejercicio diseñado por la casta dominante de
“instrumentalización de la paz” para engañar al pueblo, tiene que plantear en
este tema una estrategia nueva y contundente. No como hizo Mockus que quería
combatir la corrupción pero ponía en la mira la “corrupción” del tendero, del
vendedor ambulante, del “contribuyente” o el peatón. Si en verdad queremos
ganarnos a la gente para la causa de la paz hay que plantear que vamos a
empezar a erradicar la corrupción incrustada en los altos niveles del Estado.
Si la sal se corrompió hay que cambiar la sal y el salero. ¡Hay que derrotar a
los corruptos! Y por eso, no podemos hacer campaña por la terminación del
conflicto armado estando a su lado o cogidos de la mano con ellos.
Pero además, debemos plantear la
forma como vamos a acabar con la corrupción. Hay que ponerle enormes y afilados
“dientes” y “garras” a esa tarea. Dos herramientas son básicas: una efectiva y
consistente meritocracia en la escogencia de los funcionarios que impida que
los ladrones se cuelen en la administración pública, y una política de
transparencia en la contratación pública basada –no en normas y organismos de
control que están cooptados por la politiquería y la corrupción–, sino sustentada
en la participación organizada de las comunidades, pasando por encima incluso
de las organizaciones sociales controladas por burocracias, ONGs y partidos
políticos. No será fácil pero no es imposible. Hay ejemplos de cómo se ha
hecho.
La lucha por la “Paz sin
corrupción” –si se sabe plantear bien– va a romper a todos los partidos
políticos sin excepción. La lucha por construir la verdadera paz ya empezó.
Todo está dado para que los “cascarones políticos” pegados alrededor de los
votos y los avales, salten hechos añicos por la dinámica y la acción ciudadana.
Eso esperamos.
La defensa integral del medio ambiente
Un enorme factor de corrupción y
violencia es la forma como se ha permitido la contratación de los proyectos de
explotación petrolera que está en manos del presidente de la República desde
que el gobierno de los EE.UU. impuso la ley 120 desde 1919. Ni el Congreso
puede controlar y vigilar tal situación. Pero al lado de ese enorme vacío legal
y administrativo todos sabemos cómo las poderosas empresas transnacionales y
grandes grupos económicos controlan la ejecución de la política ambiental. Por
ejemplo, Smurfit Kappa tiene asiento directo o indirecto en altos organismos de
política ambiental y, controla, así mismo, las Corporaciones que controlan esa materia
en departamentos y regiones. Y lo mismo hacen todas las empresas
transnacionales de la minería, los grandes contratistas de megaproyectos
energéticos y los inversionistas del gran capital de todas las áreas de la
economía.
En ese sentido un movimiento
ciudadano que desee relacionar el tema de la defensa de la naturaleza frente a
los grandes proyectos minero-energéticos, agroindustriales y turísticos, y a la
vez ligar esa tarea con la construcción de la paz, debe tener absolutamente
claro los siguientes puntos que sintetizamos de la siguiente manera pero que
deben tener un desarrollo más amplio en un posterior artículo:
- Reconocemos que los grandes
proyectos de explotación petrolera y/o minera son necesarios para el desarrollo
económico de la nación y que –por ahora– se requiere la inversión extranjera;
- Dichos proyectos no pueden ni deben realizarse en zonas de reserva natural, páramos o lugares que puedan afectar fuentes hídricas y/o ecosistemas protegidos;
- Se debe exigir el cumplimiento
estricto de las normas ambientales complementado con el control social de la
población y las comunidades afectadas y/o vecinas;
- Debe existir una absoluta
claridad y transparencia en la contratación de los proyectos;
- Tienen que garantizarse
condiciones especiales de seguridad pública; y
- Debe realizarse una previa
capacitación de la población para poder acceder a los empleos formales de todo
nivel e impulsar programas estatales de desarrollo productivo para evitar los
graves impactos sociales que tienen los megaproyectos minero-energéticos en
esas regiones.
Fortalecer el aparato productivo nacional
La paz no se puede construir en
un país en donde la mayoría de las personas viven en la informalidad,
subempleo, precariedad laboral y el desempleo. Es claro que la única forma de
generar empleo digno y formal en Colombia es diseñar e impulsar una política
económica de emergencia social que nos permita fortalecer el aparato productivo
de la nación. Ya el ministro de Hacienda reconoció que la industria, la
agricultura y el turismo deberán ser el eje fundamental de la “Nueva Economía”.
Pero él, y todos los tecnócratas neoliberales de ese ministerio y de Planeación
Nacional, conciben esa nueva economía en manos del Gran Capital Transnacional.
Para eso es que necesitan desarmar a las FARC y despejar los territorios ricos
en recursos naturales, tierras fértiles y sitios turísticos rentables. Así lo
han reconocido.
Es evidente que un movimiento
ciudadano no puede oponerse en este instante a continuar atrayendo la inversión
capitalista extranjera pero deberá diseñar formas creativas y viables para que
el Estado colombiano participe equitativa e integralmente en esos proyectos, se
establezcan cláusulas contractuales de reversión de activos, impuestos sobre
las ganancias, y en general, diseñar una forma en que empresas asociativas de
las comunidades, pequeños y medianos productores, participen como socios importantes
de esos proyectos y se preparen para operar los proyectos cuando a las empresas
inversionistas se les terminen los períodos y tiempos concesionados.
Pero además, retomando
experiencias de proyectos productivos desarrollados en regiones de Brasil, la
India y otros países, se deben crear empresas basadas en relaciones
colaborativas y asociativas como las que ya existen en manos de productores de
café (Cauca), cacao (Santander), leche (Antioquia), en donde los trabajadores y
los productores no sólo desarrollen procesos de industrialización y
procesamiento de nuestras materias primas sino que organicen e implementen
proyectos de comercialización internacional de esos productos en los países
súper-desarrollados, que es donde se
realiza efectivamente la ganancia.
Conclusión
Un movimiento ciudadano y popular
que en verdad quiera convertirse en alternativa de gobierno en Colombia debe
deslindarse y enfrentar la falsa política de paz del gobierno que en verdad es
de guerra contra el pueblo. Debe confrontar la política guerrerista de Uribe que
ya es cosa del pasado y debe desenmascarar la “ingenua” política de la
izquierda gobiernista que está dirigida a desarmar ideológica y políticamente a
las organizaciones populares para limitar nuestras luchas a la “simple gestión
del post-conflicto”.
La campaña por la refrendación de
los acuerdos debe ser una gran batalla de ideas en donde demos pasos
conceptuales para posicionar entre el pueblo los aspectos programáticos esenciales
para construir una verdadera paz… sin corrupción, con medio ambiente protegido
y generación de empleo digno y formal.
Mientras allá hambre y desempleo en el país, difícil la paz porque la mayoría de recursos queda en las empresas multinacionales y los mas ricos del país y los pobres mas pobres serán pasando hambre y necesidades por culpa del gobierno.
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