Madurez psicológica para una
verdadera paz…
LA MEJOR FORMA DE AYUDAR A URIBE ES LLAMARLO “PARACO”
Popayán, 14 de julio
de 2016
Colombia ha empezado a dar pasos firmes
hacia el logro de su madurez psicológica. Ello a pesar de la mayoría de sus dirigentes
políticos que se comportan como personas inmaduras. Ese proceso de avance es
liderado por personalidades surgidas en la investigación científica, la
cultura, el arte y el deporte. Rodolfo Llinás, Arturo Escobar, William Ospina, Juan
Gabriel Vázquez, Ciro Guerra, Shakira, Nairo Quintana, Catherine Ibargüen,
entre otros, nos dan a diario lecciones de moderación cuando valoran sus
triunfos en cada una de sus disciplinas.
Solo minorías fanáticas se rasgan
las vestiduras porque Nairo no gana el Tour de Francia o porque la selección
Colombia no consigue ser el campeón mundial. Claro, son los que más bulla hacen
pero las mayorías celebran sus triunfos, aprecian la grandeza de su esfuerzo y
se explican sus limitaciones a la hora de juzgar sus “derrotas”. Los medios de
comunicación tratan de estimular el fanatismo ciego como estrategia de ventas o
para amarrar la audiencia, pero esa actitud ya no es tan efectiva. Es un buen
síntoma.
Lo mismo ocurre en la política.
Aunque hay desazón frente a dicha actividad, la moderación empieza a imponerse.
Un caso específico es lo relacionado con el “proceso de paz”. Una buena parte
de la gente ha empezado a formarse su propia opinión. Esa “ciudadanía activa”
apoya la terminación negociada del conflicto armado con las FARC pero no cree
en la falsa paz de Santos. Esa parte de la población valora la “mano firme” de
Uribe pero rechaza su espíritu vengativo y condena el uso de métodos ilegales
(paramilitarismo). Así mismo, ven con buenos ojos la actitud civilista de las
FARC pero no aceptan su sobradez triunfalista.
Es evidente que todavía nos falta.
Si esa “ciudadanía activa” se organiza puede ayudar a avanzar a los sectores confundidos
y neutralizar a los fanáticos, que son minoría. Como se trata de un ejercicio
psicológico, es interesante revisar lo que Lacan dice sobre el tema. Él plantea
que existen dos formas falsas de identificación: la imaginaria y la simbólica.
La primera es el “yo idealizado”; la segunda es la “idealización del yo”. La
una, es la identificación con un ideal: un deportista, artista, científico o
político. La otra, es la aceptación del “yo” pero limitada a lo que se cree que
es la imagen de uno que los demás aceptan con agrado. Para lograr madurez hay
que superar ambos tipos de falsa identificación.
Ejemplo: En Colombia los
seguidores de Uribe se identifican con su imaginario idealizado: “fuerte, combativo,
vengador”. Sus contradictores creen afectarlo cuando lo llaman “paraco”. Pero eso
no sirve. Se fortalece esa identificación. Él utiliza esa imagen para contrastarla
con la de Santos a quien identifica como “débil, perfumado, oligarca bogotano, traidor”.
Ese tipo de ataques son propaganda para Uribe porque refuerza esa imagen entre
sus seguidores. Se juega dentro de lo mismo y se mantiene la polarización. En
realidad, el proceso de superación de esa “identificación idealizada” requiere
el reconocimiento pleno de lo que somos y de lo que otros son. Con sus defectos
y limitaciones, con sus cualidades y potencialidades.
¿Cómo debilitar a Uribe sin
atacarlo? El primer paso es desmitificar a sus enemigos. Hay que mostrar la
complejidad de cada uno de los actores del conflicto. Las FARC surgieron de una
justa resistencia campesina, es su “lado bueno”. Después, se dejaron degradar
por la “guerra sucia” que los convirtió –en el imaginario popular– en
“narcoterroristas”, “delincuentes” y “secuestradores”. Es su “lado malo”. Claro,
ellos también ayudaron a construir esa imagen. Pero son mucho más que eso, son
tan complejos como la sociedad colombiana. Pero además, hay que mostrar que la
parte “mala” ha sido derrotada y que su parte “buena” puede servirle a la
nación. De esa forma, desmitificando a la guerrilla, aprendemos a
identificarnos nosotros mismos. Nos reconocemos en nuestra complejidad y nos
preparamos para el perdón.
Esa ciudadanía “activa, ponderada
y madura” organizada en un “gran movimiento” debe hacerle ver al conjunto de la
sociedad que en la derrota de la guerrilla no se desconoce el papel de Uribe, Santos
y sus antecesores. Pero, a la vez, debemos hacer ver que no podemos quedarnos
mirando hacia atrás. Hay que superar la polarización. Debemos romper los mitos
que han ido surgiendo. Hay que demostrar que se requiere otra cosa hacia el
futuro. Que ya cada cual cumplió su papel y que el camino no es “aliarnos con
Uribe para derrotar a Santos” ni “unirnos con Santos para derrotar a Uribe”. Ya
ese momento pasó.
Si lo vemos desde el punto de
vista psicológico Uribe es un ser endeble que oculta su debilidad con manifestaciones
de fuerza. En vez de miedo genera lástima. Tuvo que soportar como miles de
personas los abusos de una guerrilla a su vez degradada por la política
imperial pero aprendió a usar su resentimiento y odio para convertirlo en poder
político y económico. Ahora, que las mayorías quieren salir del conflicto
armado, Uribe no es capaz de superar su “trauma” –no porque sea obsesivo e
incapaz de perdonar–, sino porque cree que si lo hace, la gente que lo ha
idealizado lo va a abandonar. Se ha enamorado de su “síntoma” diría Lacan. Está
preso de su propia identificación imaginaria.
Por ello, no es bueno hablar de
derrota. Es un “triunfo-derrota” de Uribe, Santos y las FARC. El SI a la
terminación del conflicto armado es un triunfo de Uribe porque las FARC dejarán
de existir como grupo armado. Es una derrota porque no los pudo exterminar y,
si son inteligentes, van a sobrevivirlo desde el punto de vista político. Es triunfo
de Santos porque logra la desmovilización y el desarme de las FARC y es derrota,
porque ese hecho no se puede identificar con la plena Paz. Y es una derrota de
las FARC porque la sociedad no los recibe como sus liberadores (si así fuera no
pedirían cupos en el Congreso, estarían seguros de su “triunfo político” como pasó
con el M19 en 1990), pero también es un triunfo porque obligaron al Estado a
negociar y logran proteger a la población de sus territorios históricos.
Así, si un movimiento ciudadano
abre la brecha y gana las elecciones de 2018 será un triunfo construido tanto
sobre las derrotas de Uribe, Santos y las FARC, pero también, sobre sus
triunfos. Si lo hace, logrará que la sociedad colombiana cambie su
identificación imaginaria por un reconocimiento de su complejidad: de la
existencia de conflictos de clase, región, etnia, género, culturas e intereses
diversos, que deberán tener solución civilista y pacífica.
La identificación simbólica (“cómo
nos vemos nosotros mismos”) también está cambiando. La superación del conflicto
armado nos va a ayudar enormemente. Los extranjeros podrán venir y descubrir la
complejidad colombiana y nosotros avanzaremos mucho más en la tarea de
identificarnos con lo mejor de lo que somos: un pueblo trabajador y sufrido,
recursivo y alegre, cosmopolita y abierto, que puede construir su futuro en paz
buscando alternativas nuevas para superar la desigualdad, acabar con la
corrupción político-administrativa, y consolidar nuevas hegemonías sociales que
dejen atrás nuestro pasado colonial, patriarcal, racista, clasista, excluyente,
clerical y reaccionario, que ha sido la causa de todos nuestros anteriores y
cruentos conflictos armados.
De esa forma, Colombia alcanzará la
madurez y será “otra” sin dejar de ser la misma.
Sin lugar a dudas, se esté de acuerdo o no, con todo el planteamiento, es lo más lúcido que he leído sobre el proceso de paz, sus actores y los de la guerra. Lamentablemente se deja de lado la escalada de deterioro del sistema democrático a la que ha recurrido Santos para lograr el fin de la paz, la corrupción y la injerencia y manipulación de las otras ramas del poder público, como precedente desastroso, como también que se ha excluido del proceso a los elementos del poder económico, lo que sin duda traerá como consecuencia más violencia; espero que no, pero creo que al final todos nos daremos cuenta que el remedio, habrá sido peor que la enfermedad.
ResponderEliminarAlgo de lo que uated plantea está contenido en un corto articulo "La república que no fue", anterior. Sin embargo el "deterioro" democrático no sólo es obra de Santos, es un proceso que viene de atrás, aunque ello no lo libra a él. Ha gobernado desde 1990 con todos los gobiernos anteriores. Saludos y gracias por su comentario.
EliminarPsicologia de lo social...o sociologia.Pero valido.al final no es los Santos o los uribes..son los colombianos..los latinoamericanos inbuidos en lo absurdo y manipulados en
ResponderEliminarSu ignorancia..la nuestra.
De acuerdo... y además, es un fenómeno mundial lo que ocurre. La dictadura del gran capital financiero, pero a pesar de todos, se notan algunos avances. Saludos
EliminarParte de la madurez que se necesita, está en superar ese ethos mafioso con el que los colombianos realizan transacciones y establecen relaciones. La clase política debe madurar, al igual que la clase dirigente y empresarial. Proscribir ese ethos mafioso hace parte de esa madurez psicológica de la que habla el artículo. Saludos
ResponderEliminarDe acuerdo Germán, así es. Por ello los ciudadanos "del común", debemos organizarnos y actuar. La dirigencia actual - con contadas excepciones -, no va a madurar, "les ha ido bien" siendo lo que son y sólo "medio" cambiarán por la fuerza. Hay que derrotarlos y no contemporizar con ellos. Abrazo
ResponderEliminarCual derrota de la guerrilla?
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