Frente a la crisis de los modelos tradicionales de acción política…
NUEVAS PRÁCTICAS
POLÍTICAS COLABORATIVAS
Popayán, 30 de enero de 2019
Frente a lo
que ha ocurrido en Cuba, y lo que sucede actualmente con Venezuela y Nicaragua,
pero también, a lo acaecido con los gobiernos progresistas de América Latina (y
también con Podemos en España y Syriza en Grecia), es necesario reflexionar
para tratar de superar los análisis tradicionales y contribuir con la búsqueda y
tránsito por caminos nuevos. Hay que partir de aceptar que, en los últimos 150
años de lucha, los trabajadores y pueblos oprimidos hemos fracasado frente a un
capitalismo que se renueva a diario. En ese sentido planteo unas reflexiones sobre
el tema en forma sintética.
Contrario a
lo que planteó Marx, se piensa (a veces, es una creencia) que el socialismo y
comunismo solo se pueden construir usando el aparato de Estado o desde ese
ámbito. Es decir, actuando “desde arriba”, sin involucrar a la gente en la
tarea de construir nuevas relaciones sociales de producción y de vida o
creyendo que ello se logra con normas y leyes. Y siempre, el Estado nos coopta,
nos encierra, y nos pone al servicio del gran capital sin que podamos construir
algo seriamente alternativo o “post-capitalista” (Mason). Lenin lo alcanzó a
visualizar, aunque era la primera experiencia de estar al frente de un Estado
y, por lo menos, dejó formulada (parcialmente y en desarrollo) la llamada Nueva
Política Económica, pero no hubo en ese momento un sector social y una fuerza
política capaz de avanzar en esa dirección con apertura mental y espíritu
crítico. El nacionalismo gran-ruso se impuso y se puso al servicio del gran capital,
y la expectativa transformadora se fue diluyendo.
A partir de
ese accionar, que se hace exclusivamente a nivel del Estado, necesariamente se termina
por involucrarse en el conflicto geo-político entre las potencias económicas y
políticas (militares). Actualmente, frente a la crisis económica acumulada, ese
conflicto se agudiza entre el bloque occidental (EE.UU., Europa) y el bloque
oriental (Rusia, China, otros), y los países débiles y dependientes de acuerdo
a sus conveniencias tienen que alinearse con unos u otros para no ser “devorados”.
Y al introducirnos en esa dinámica, perdemos los verdaderos objetivos de la
causa transformadora, comprometiéndonos en carreras armamentistas, alianzas
ideologizadas o geográficas, “solidaridades” interesadas, bloques y guerras
geopolíticas, dependencias camufladas, etc. Y son los pueblos los que sufren.
La visión que se viene trabajando y
construyendo por parte de nuevos pensadores y prácticos de la acción
revolucionaria, para intentar enfrentar y superar ese problema que es
recurrente y frustrante, consiste en realizar el trabajo político en dos
grandes terrenos o espacios interrelacionados: el estatal o institucional, por un lado, y el societal o no-institucional, por el otro. Además, impulsando una dinámica
que logre coordinar esas tareas que deben tener un grado de separación formal
para lograr sus objetivos. Ellas son:
a) Disputar
el control del Estado con una política democrática amplia y relativamente “moderada”,
con gente conocedora del aparato estatal para aprovechar las pocas fisuras existentes
sin dejarnos llevar a una confrontación total y desigual, dado que los
capitalistas globales (que juegan al interior de todas las potencias y de todos
los países) nos pueden bloquear y debilitar fácilmente. En ese terreno deben
fijarse como metas las de avanzar con consistencia y paciencia en el manejo
ético de lo público, ampliar y mejorar la democracia representativa y también
la participativa (hasta donde se pueda), e ir debilitando paso a paso los
monopolios para abrirle espacio a las economías colaborativas (Rifkin, Ostrom).
Para hacer ese trabajo se requiere entender la naturaleza del capital
financiero global, identificar sus relaciones e imbricaciones que influyen y
determinan todos los ámbitos de las sociedades y pueblos del planeta, y no
hacernos ilusiones cortoplacistas. Para llevar a cabo esa tarea se necesita más
bien poca gente, especializada y honesta, pero que esté subordinada y de alguna
manera “controlada” y asesorada, por una organización política que tenga sus
raíces y fuerza dentro del movimiento social, y sea poseedora de un alto nivel
de pensamiento científico y crítico. Es decir, tener dentro del Estado una
avanzada de buenos burócratas, que sepan cuál es su papel en ese espacio y lo
desarrollen con eficiencia y efectividad.
b) El
grueso de los dirigentes más preparados deben concentrarse en “construir desde
abajo”, en el “barro” de la lucha social, un poco al estilo de lo que hacen los
“neo-zapatistas” en el sur de México, o los kurdos en Rojaba, o los mapuches en
Chile (y algo los nasas en el Cauca), pero con una visión más amplia y más
actualizada en cuanto al desarrollo de las economías colaborativas que vienen
surgiendo dentro del mismo capitalismo. Este trabajo es más cotidiano y gris,
menos heroico pero más efectivo, y debe hacerse a todo nivel, en lo político (nuevas
formas de autogobiernos), económico (economías asociativas y colaborativas con
alto nivel de desarrollo tecnológico y prácticas ecológicas), en lo cultural
(concepciones holísticas e integrales del mundo que sean la base de un nuevo
paradigma “espiritual”), en lo científico (desarrollo de las ciencias de la
complejidad), y en otras áreas.
Los amigos llamados
“de-coloniales”, que impulsan el denominado “giro ontológico decolonial”, están
también en esa búsqueda, pero pienso que caen, algunas veces, en una especie de
romanticismo idealista y de ensueño ancestral, y se cierran y aíslan mental y
prácticamente frente a lo que ocurre en el mundo, intentando construir experimentos
solo “desde abajo” (autonómicos), que son fácilmente cooptados o bloqueados por
el gran capital financiero. Caen en lo contrario de los llamados “estatistas” y
se aíslan del conjunto de la vida concreta y global.
La idea
central en construcción, que se corresponde más a lo que planteó Marx pero que
integra nuevas ideas de numerosos teóricos de la complejidad, parte de entender
que los modos de producción (entre ellos el capitalismo) no se transforman solo
por la acción política (revoluciones, que son inevitables) sino que entran en
juego muchas más transformaciones de carácter cualitativo y cuantitativo (en la
técnica, trabajo, producción, consumo, cultura, relaciones entre las personas,
el Estado y sus normas, relaciones con la naturaleza, etc.), que en general son
lentas y no dependen de la voluntad de las personas. Pero, si entendemos o nos
acercamos a la comprensión de la existencia de ese devenir que está compuesto
de flujos y multiplicidades complejas, nuestra acción concreta y temporal (los
pocos años que vivimos individualmente) puede incidir de una forma más efectiva
en el largo plazo, contribuyendo con el avance de la humanidad en la búsqueda y
construcción de una vida “más humana” y, también, “más animal”. Y sin
obsesionarnos con el “país de Cucaña” o el “paraíso terrenal”.
Hoy surgen
entre la juventud una serie de experiencias políticas que pretenden superar
esas limitaciones de los antiguos partidos obreros, “marxistas-leninistas”, de
las insurgencias guerrilleristas, y de los partidos exclusivamente electorales,
que hoy están en crisis en todo el mundo. Bienvenidas esas experiencias, que
insisten en superar el caudillismo y avanzar en prácticas colectivas y
colaborativas. Destaco en Colombia la aparición de Activista.org.co.
Hola, Fernando:
ResponderEliminarComo siempre, un excelente post, producto de tu realmente seria y muy comprometida investigación y continuo otear con 'ojo avizor' el acontecer humano en distintas áreas geográficas de esta pequeñísima 'Aldea Global', en que la devastadora revolución en las comunicaciones nos ha acercado entre sí, como pueblos y naciones en 'lucha' por el Buen Vivir, buscando la armónica supervivencia de todos nuestros hermanos hijos de la misma Pacha Mama:la Naturaleza, el Universo, el Cosmos.
Muy importantes tus aportes en el campo de la geo-política identificando, quizás sólo mencionando brevemente elementos tales como el 'nacionalismo -ruso' - fascismo rojo que antecedió al negro de Hitler y Musoulini en Europa - que adoptó con su característica 'Nomenclatura' -oligarquía del overol - en Rusia el dictador Stalin para literalmente 'aplastar' y destruir para siempre y hasta hoy la versión - para nada romántica y, por el contrario muy 'bien ilustrada' históricamente y articulada económicamente -de las 'mingas comunitarias' de Lenin en su versión rusa de los 'soviets', que tomó literalmente de la historia contada principalmente por entonces por famoso Canciller Inglés, Santo Tomás Moro en su famoso libro 'Utopía';que le familiarizó con la cultura ancestral de las 'primeras repúblicas socialistas cristianas del guaraní; producto de esa gran gesta histórica que duró dos siglos en América Latina y forjó como en un crisol nuestras epónimas nacionalidades como producto que fueron de la fusión de los totalmente vigentes por entonces en todo el planeta 'comunitarismos': el indoamericano de nuestros ancestros aborígenes y el cristiano del viejo mundo occidental traído a nuestro suelo por los primeros evangelizadores neoplatónicos por entonces.... Y, que hoy son el 'Futuro Anterior' a nuestras puertas.....