TESIS IRREVERENTES SOBRE VENEZUELA Y EL MUNDO
Popayán,
15 de enero de 2019
1. No hay dentro de Venezuela quien
tumbe a Maduro y su camarilla. La derecha pro-intervencionista no tiene cómo. Y
Trump no se va a meter en esa aventura ni los pueblos vecinos apoyarán una
guerra.
2. Todavía puede surgir un “Deng Xiaoping”
venezolano, que aplique una línea más dictatorial contra la corrupta
burocracia, impulsar el capitalismo productivo (no rentístico) y mantener el
control del Estado (ejército). O sea, poner a marchar a la gente que se quedó. Es,
en forma sintética, la línea “china”. No es ningún socialismo, pero se mantiene
la precaria soberanía frente al imperio estadounidense-europeo que quiere el
control del petróleo.
3. No sé si Maduro lo pueda hacer, pero
debe ser lo que le recomiendan Putin y Xi.
4. El único problema es que un pueblo
acostumbrado a trabajar a un ritmo lento, puede reaccionar negativamente. Pero
si Maduro o Cabello, o el que sea, hacen una fuerte purga anti-corrupción y
montan una verdadera dictadura con apoyo popular, pueden ganar tiempo.
5. Y creo que gran parte del mundo va
por el camino chino, que no es socialismo sino una especie de “postcapitalismo
despótico” o “capitalismo asiático”. La democracia burguesa ya no da más en
ningún rincón del mundo.
6. Las grandes masas medias y
conservadoras, asustadas por el derrumbe del capitalismo y la crisis sistémica
de la sociedad patriarcal (delincuencia a todo nivel, liberación femenina,
LGTBI, emancipación étnica) piden mano dura y tienden a refugiarse en las
religiones punitivas.
7. Ese “postcapitalismo despótico” o “capitalismo
asiático” lo están adornando como una nueva religión “nacionalista” (La gran
madre Rusia, Primero EE.UU., El sueño chino), y ser un “buen” antídoto contra
el desmadre total.
8. El “postcapitalismo despótico” o “capitalismo
asiático” ya tiene todas las herramientas para controlar a las mayorías
sociales usando el “esfuerzo sostenido” para enriquecerse (emprendimiento y marketing
personal), la “economía naranja” (entretenimiento alienante), consumismo
obsesivo, individualismo virtual, y para aquellos a quienes no les funcione esa
especie de “auto-control”, le aplicarán toda la tecnología cibernética de
vigilancia virtual y los desarrollos de las neuro-ciencias, para prevenir cualquier
clase de rebelión.
9. Claro, a esa política no se le puede
llamar “socialista” y menos “comunista”.
Es por todo lo anterior que la lucha de
los proletarios rebeldes, los libre-pensadores incontrolables, los oprimidos
conscientes, las mujeres libertarias, los inter-bi-trans-homo-sexuales subversivos, los indios y negros insumisos, los artistas inconformes
y demás elementos sediciosos, ya ni siquiera puede hacerse “desde abajo”; hay
que diseñar nuevas estrategias para acumular fuerza desde lo “liminal”[1],
desde lo subterráneo, desde las fronteras visibles e invisibles, desde las
catacumbas virtuales y desde el anonimato emancipatorio.
En gran medida Julián Assange inauguró
esa estrategia; pero lo hizo solo y se dejó ver.
Mientras tanto, el cambio climático y el
desequilibrio ambiental hacen su trabajo. ¿Sobreviviremos?
[1] La liminalidad (del latín limes “límite” o “frontera”) es la situación que corresponde
a cuando no se está ni en un sitio (que puede ser físico o mental) ni en otro.
Es un concepto desarrollado por el etnólogo Arnold Van Gennep.
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