Por Fernando Dorado,
activista social
El resultado de las elecciones
locales y regionales del pasado 25 de octubre muestra las tendencias del
comportamiento electoral de los colombianos. Se desplegaron las fuerzas políticas
de cara a la lucha por la presidencia en el año 2018.
Vargas Lleras se posicionó como
el candidato más opcionado. Santos sufrió el desgaste. Uribe y la izquierda
salen golpeados. El triunfo de candidatos “outsiders” en Cali, Bucaramanga y
Medellín es un fenómeno. Peñalosa supo explotar y combinar la imagen de tecnócrata
y de anti-político con el apoyo clientelar de Cambio Radical y los
conservadores.
Los “outsiders” surgen como
rechazo a los políticos tradicionales tanto de derecha como de izquierda. Es
una segunda versión de expresiones cívicas anti-corruptas, esta vez encabezadas
por empresarios millonarios, cultos y con sentido de responsabilidad social. La
enorme debilidad de los partidos políticos y la ausencia de liderazgos es su
detonante.
Los posibles candidatos del campo
democrático que jugaron sus cartas pensando en el 2018, quedaron en sus restos.
Petro perdió. Robledo, que inició su campaña presidencial en esta coyuntura, no
acumuló mayor fuerza. Sergio Fajardo, a pesar de contribuir con la derrota de
Uribe en Medellín, no sale fortalecido.
Colombia hoy no tiene un gran líder
que represente la lucha por la paz duradera y estable. El post-conflicto, que
debe ser una etapa de transición y transacción democrática, requiere un
dirigente que tenga fuerza espiritual y política. Que
comprenda la dimensión del momento histórico. Que esté lejos de la
politiquería, el clientelismo y la corrupción. Que represente en sí mismo la
modernidad y tenga verdadera vocación democrática. Esa figura no existe. Hay que construirla.
Bogotá, 30 de octubre de 2015
E-mail: ferdorado@gmail.com - @ferdorado
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