SOBRE EL CESE DE FUEGOS BILATERAL EN COLOMBIA
Bogotá, 31 de mayo de
2015
Los países garantes del proceso
de paz piden cese al fuego bilateral y definitivo. Les preocupa - con toda
razón - que el escalamiento de la guerra ponga en peligro la continuación de
los diálogos en La Habana.
Algunas organizaciones políticas,
sociales y personalidades políticas respaldan esa petición y se pronuncian de
diferentes formas (comunicados, plantones, marchas) para presionar esa
decisión.
Sin embargo el problema no es tan
simple. Existen antecedentes que complican el asunto. Veamos:
Existe el temor de que como
ocurrió en El Caguán, la guerrilla utilice la tregua para fortalecerse
militarmente. Y esa opinión no sólo la tienen los llamados "enemigos de la
paz" sino que es una opinión bastante generalizada.
Para evitarlo, quienes así
piensan, proponen la concentración de las fuerzas guerrilleras en sitios
específicos, los cuales tendrían que tener vigilancia de un actor neutral (ONU)
y verificación internacional.
Para la guerrilla eso sería como
oficializar su derrota ya que detrás de la vigilancia y verificación
internacional estarían las fuerzas del ejército para, en caso de romperse la
tregua, arremeter contra ellos. Además, con toda la tecnología que existe y la
capacidad de infiltración de las fuerzas oficiales, ello significaría un riesgo
muy grande.
Si se tiene en cuenta que la
guerrilla tiene como ventaja comparativa su enorme dispersión en el territorio
y su capacidad de camuflarse entre las comunidades, además de que su
mantenimiento depende de ese contacto, es casi ilusorio que vayan a admitir
grandes concentraciones en unos pocos sitios.
Si realmente hubiera capacidad
organizativa - como la que muestran los indígenas del Cauca - se podrían organizar
"barreras humanitarias por la Paz" - que rodearan grandes zonas para
garantizar un cese de fuegos. Sin embargo eso no parece viable, el gobierno
argumentaría que es "gente presionada" por la guerrilla y que no es
garantía de que la guerrilla no continúe fortaleciéndose militar y hasta
políticamente.
La única salida es desescalar
voluntariamente la confrontación y acelerar los diálogos de paz. Los
acercamientos y coincidencias entre Santos y Uribe (que ya acepta las
negociaciones y forcejea para conseguir su impunidad), que el comandante
Timoleón Jiménez (Timochenko) considera equivocadamente como un
"debilitamiento del gobierno de Santos" (http://bit.ly/1Fj1NkT),
pueden al contrario convertirse en un factor positivo para que el panorama se aclare
y las negociaciones se aceleren.
Es bueno anotar finalmente que, a
regañadientes, Uribe ha empezado a alinearse al lado de la "paz
neoliberal" que ofrece Santos, porque recibió desde Panamá la orden del
imperio de apoyar ese proceso. La experiencia de procesos de paz como los de
Centroamérica indican que un gobierno débil no es capaz de sacar adelante un
proceso de ese tipo, y los gringos, duchos en eso, están presionando para que
el "bloque de poder hegemónico dominante" se unifique para lograr su
objetivo: "paz neoliberal" con pequeñas concesiones
"democráticas".
Por otro lado, las fuerzas
democráticas y civilistas necesitamos la terminación del conflicto armado para
avanzar. Es mejor una "paz neoliberal" que una "guerra instrumentalizada
por el gran capital". Al menos en “paz” podremos organizarnos, expresarnos
masivamente y avanzar por el camino de transformaciones que nos señalan la
mayoría de pueblos sudamericanos.
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