ANTE TODO DEMOCRACIA Y LIBERTAD
Bogotá, mayo 18 de
2015
Lo nuestro es ir construyendo un
Nuevo Proyecto Político. Creemos que en lo que existe actualmente hay gente muy
importante, valiosa, entregada, heroica, persistente, inteligente,
experimentada, todo lo que se quiera, pero – lastimosamente – la mayoría se
basa en matrices y paradigmas del siglo XIX y XX, o sea, son deterministas de
diferente tipo.
La primera matriz, la que ha
hecho más daño porque es el gran limitante para construir verdaderos y profundos
procesos democráticos consiste en que se alimenta y predomina un espíritu de
redentor, mesiánico, liberador y salvador.
Ello fruto de la herencia
religiosa que se camufla de acción política. Por ello esas personas desarrollan
acciones y constituyen movimientos basados en minorías vanguardistas. La teoría
y hasta la “ciencia” es convertida de esa manera en DOCTRINA. Las minorías
iluminadas que se convierten en élites necesitan de una “verdad” para poder
dominar, dirigir, conducir y finalmente imponer disciplina. ¡Sobre todo
disciplina y orden![1]
Por ello pongámosle cuidado a los
movimientos y organizaciones que - así sea respetuosamente – ante todo le solicitan
a sus simpatizantes y colaboradores “de
manera encarecida acogerse a nuestras políticas”. Allí se muestra un temor
grande, un querer “imponer” desde un principio, un terror inmenso a la libertad
y a la creatividad. Allí ya se coloca el “freno de mano”. Es decir, hay un
pequeño grupo que elabora las políticas y los demás deben hacer caso.
Por el contrario, para construir
una verdadera fuerza democrática que logre recoger al 99% de la población que
necesita el CAMBIO, la DEMOCRACIA, la LIBERTAD, la CREATIVIDAD y la
CONSTRUCCIÓN COLECTIVA, se requiere “soltar la idea central” y dejar que esa
idea sea apropiada por miles y hasta millones de personas. Que la gente apoye y
empuje desde su perspectiva e intereses, que se desarrolle el movimiento con
dinamismo y fuerza social. Seguramente se presentarán muchos errores y
deficiencias que sólo se corregirán sobre la marcha con participación amplia y
diversa, debate y democracia.
Ese limitante ha impedido – no sólo
en Colombia sino en América Latina y el mundo –, desarrollar verdaderos
movimientos democráticos que crean en la gente, que estimulen la verdadera
participación, que sean efectivamente libertarios y transformadores. Y es por
ello, por esa matriz, que las cúpulas de los partidos van degenerando los
procesos revolucionarios. Primero, se impone el burocratismo. Después, cuando
el “poder” ya no se puede repartir entre “todos”, los burócratas se convierten
en dictadores y autócratas. Y claro, todo se hace en nombre de los ideales, de
la doctrina, de los intereses superiores, de la democracia y la justicia. ¡Ay… de
quienes se atrevan a cuestionar el dogma y al jefe!
Hay que identificar los
paradigmas ideológicos que están detrás de esa matriz. El “partido”, que lo
sabe todo, lo planifica todo, lo prevé todo, y claro, termina castigando todo.
El “líder" y/o “caudillo” que no se equivoca, que debe ser endiosado, que
es “perfecto”, al que hay que “seguir” porque es una especie de “iluminado”. Y claro,
inmediatamente aparecen los áulicos que se encargan de rodear y manipular al “gran
dirigente”.
Así, en esa dinámica se olvidan
estos amigos de cualquier sentido de modestia, humildad, verdadero espíritu
crítico y autocrítico, y mucho menos se estimula la democracia, la
participación, la apertura mental, la experimentación, y la creatividad. El
control y la disciplina son sus palabras preferidas.
Por ello en Colombia, país
religioso hasta el fanatismo, la izquierda – armada y desarmada – heredó ese
tipo de fundamentalismo mesiánico que llevó al extremo de las vanguardias que
se disputaban, a mano armada, quienes eran los escogidos para “liberar al
pueblo”. Esa es la razón de que nuestra izquierda sea profundamente
conservadora y en gran medida “temida” por un sector importante de la sociedad.
Se olvidaron del principal llamado
que hacía la Primera Internacional: “La emancipación de los trabajadores es
obra de los trabajadores mismos”. Y también hicieron a un lado el contenido de
los versos de su himno que decían: “No más salvadores supremos/ni césar, ni
burgués, ni dios/pues nosotros mismos haremos/nuestra propia redención!”
Esa matriz está siendo superada
por los nuevos movimientos que han empezado a surgir en el Siglo XXI. No por
los que se autodenominan “Socialismo del Siglo XXI” en América Latina que tienen
la misma matriz, sino por aquellos procesos que están naciendo de las nuevas
revoluciones que se han vivido a partir del levantamiento y rebelión árabe de
2011, los “indignados españoles” y Ocupa Wall Street (“Somos el 99%”). De alguna
manera los neo-zapatistas han avanzado en esa dirección, bajo su propia herencia
y tradición indígena.
En ellos se promueve la
Democracia Directa, la democracia ciudadana y el poder popular. Y aunque no se
desconoce la “democracia representativa”, porque se es consciente que hay que aceptar
el sentido de la verdadera representación, se proponen modificarla, hacerla
efectivamente representativa, quitársela al poder del capital. Por ello se
lucha por acceder a la institucionalidad existente o sea, el Estado Heredado, no
para perfeccionarlo ni destruirlo abruptamente, sino para subordinarlo,
limitarlo en sus aspectos negativos, y ponerlo, así sea parcialmente, al
servicio de los intereses de las mayorías, siempre con la presión “desde abajo”.
Seguramente será todo un
aprendizaje, un nuevo camino, un hacer colectivo, que nos va a permitir superar
esas falsas democracias que hoy están al servicio del capital financiero, pero
también, nos van a evitar caer en las dinámicas autoritarias en que degeneró la
supuesta “democracia socialista” que – en verdad –, nunca tuvo una verdadera
concreción porque el “Partido” (o mejor, la burocracia del partido, la “nomenklatura”)
rápidamente se apoderó y anuló los incipientes organismos que estimulaban y
construían democracia directa.
Entonces, la idea es tener un pie
en la institucionalidad existente con visión y práctica de “nuevo gobierno”, y
el otro pie, en la Democracia Ciudadana, con visión de “Verdadero Poder”.
Seguramente esa dualidad se mantendrá por un buen tiempo – tal vez mucho – pero
serán otros factores, que son de más largo aliento, los que definitivamente
harán a un lado la misma “democracia” y surgirán nuevas formas de
auto-gobierno.
El Pro-común Colaborativo que hoy
surge alrededor del “Internet de las Cosas”[2]
y los “gobiernos de los bienes comunes” que existen en muchas partes del mundo,
nos irán dando la pauta de cómo resolver el gran dilema histórico, que es hacer
coincidir el interés individual con el colectivo.
[1] Se puede profundizar en
esta idea abordando el estudio del texto “Elogio de la dificultad” de
Estanislao Zuleta, destacado pensador colombiano. http://bit.ly/1BdpL5n
[2]
Rifkin, Jeremy. “La sociedad de coste marginal cero – El internet de las cosas,
el pro-común colaborativo y el eclipse del capitalismo”. Editorial Paidós, Barcelona, septiembre de
2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario