sábado, 10 de julio de 2010

¿QUÉ INDEPENDENCIA VAMOS A CONMEMORAR?



¿QUÉ INDEPENDENCIA VAMOS A CONMEMORAR?

Popayán, julio 9 de 2010

Nunca como ahora Colombia estuvo tan sojuzgada por fuerzas imperiales. A la sombra de la lucha contra el “terrorismo” y el narcotráfico, los EE.UU. debilitaron la resistencia social y política de nuestro pueblo, y se aprovecharon de la fragilidad de la oligarquía colombiana penetrada por la mafia, para someterla a sus anchas.

En el año del Bicentenario de la Independencia, Washington hará sentir su absoluto dominio. Van a aprobar un TLC a su medida. Ya se apropiaron de la mayoría de las empresas “nacionales”[1], y arranca una nueva ofensiva en el campo de la minería, los hidrocarburos y agro-combustibles. “Vienen por todo”, dijo Francisco Mosquera hace 25 años.[2]

Además, van a seguir utilizando a nuestro país como plataforma de operación y herramienta de contención de las revoluciones nacionalistas que han enfrentado su hegemonía continental. La gran reserva petrolera de la Cuenca del Orinoco y del golfo de Venezuela, la biodiversidad y riquezas de la Selva Amazónica, y el potencial hídrico de la cuenca de los ríos Paraná-La Plata, son – entre otros - sus grandes objetivos.

Con el golpe de Estado en Honduras, la utilización de la economía del narcotráfico para desestabilizar la región, y con los Tratados de Libre Comercio, los EE.UU. han conseguido neutralizar el avance de las luchas de liberación nacional en el corredor que va desde México hasta el Perú, pasando por Centroamérica, República Dominicana, Panamá y Colombia. Tienen contra las cuerdas a los gobiernos de Nicaragua y de El Salvador, e intentan con desespero desequilibrar a Cuba.[3]

De igual manera, el Pentágono y sus agencias de inteligencia estratégica, hacen todo lo posible por coordinar a las oligarquías de Colombia, Perú, Chile, Paraguay, Zulia y Táchira en Venezuela, Guayaquil en Ecuador, las provincias de la Media Luna en Bolivia, y la burguesía agraria de Argentina, para desestabilizar los gobiernos progresistas de la región e impedir la consolidación de los bloques que encabezan Brasil y Venezuela en Sudamérica.

Lo habíamos previsto. Uribe empezaba a ser un estorbo para la estrategia estadounidense[4]. Necesitaban renovar su elite política en Colombia, cambiarle la fachada a la alianza criminal, re-legitimar un Estado al que la sangre de sus víctimas le brota por todas las rendijas. Ahora el turno es para un “oligarca ilustrado”, cosmopolita, globalizado, de “buenas maneras”, que hará cambios de maquillaje, para que todo siga igual.

Las recientes elecciones y el tema nacional

En la pasada campaña electoral el tema de la Paz, el conflicto social y armado que vive el país, y la economía del narcotráfico, fueron temas vedados para los candidatos. Tampoco fue tratada en su real dimensión la apropiación feroz de nuestras riquezas naturales por parte del gran capital imperialista. En verdad, el modelo de desarrollo que se nos ha impuesto no fue abordado en lo más mínimo en los debates.

Durante la campaña electoral asomó la cabeza una tímida reacción ciudadana a la ilegalidad criminal que encabezaba Uribe (“verdes). La oposición de izquierda legal (Polo) se hizo visible con la bandera de la equidad social. Los partidos tradicionales (liberal y conservador) se alinearon al lado del candidato ganador, buscando prebendas burocráticas para disputarse los poderes regionales y locales en las elecciones de octubre de 2011. El continuismo se mantuvo casi intacto.

El falso nacionalismo “anti-chavista” que la oligarquía orquestó, aprovechando la tensión diplomática con Ecuador y Venezuela, sumado a los triunfos militares sobre la insurgencia, se convirtió en una fuerte barrera ideológica-mediática, que obstaculizó el franco debate. El grado de polarización contra todo lo que se asimilara al discurso “bolivariano”, borró de la agenda el tema fundamental de nuestra existencia: la dominación imperialista y la traición oligárquica a los intereses nacionales.

Es claro que el enfoque de todas las campañas políticas – con la excepción parcial de la que presentó Gustavo Petro en los últimos 2 meses de campaña – le facilitó al establecimiento la ocultación del grado de subordinación de la Nación colombiana al imperio y a las transnacionales extranjeras.

Sin embargo, se pudo percibir que amplios sectores del pueblo empezaron a manifestarse en contra de esa política. La corrupción, el desempleo, la inseguridad en las ciudades, fueron temas que movieron a diversos sectores de la población. El chantaje de la amenaza terrorista empezó a mostrar sus limitaciones.

“Unidad Nacional santista” y “Diálogo Nacional petrista”

La convocatoria a la “unidad nacional”, el perfil de los nuevos ministros designados, la apertura a dialogar con la oposición y a adoptar algunos de sus planteamientos (tierra expropiada a los narcotraficantes para entregar a desplazados y campesinos pobres), la disposición a restablecer las relaciones con los gobiernos vecinos y a manejar con criterios profesionales los asuntos internacionales, las buenas maneras frente al poder judicial, la labor mediadora del vice-presidente Angelino Garzón con la iglesia para el tema de derechos humanos y con las cúpulas sindicales para asuntos laborales, todo ello y otros gestos y llamados, como el de “superar los odios y la polarización”, han creado la idea de un distanciamiento entre Santos y Uribe. Hay quienes aseguran que es inminente el rompimiento entre sucesor y patrocinador.

Es posible que Uribe - quien está preocupado por defender sus espaldas y las de sus cómplices -, no haya entendido que su ciclo al servicio del imperio y de la oligarquía colombiana, llegó a su fin. Su “endiosamiento interesado” por parte de los medios de comunicación oligárquicos, lo pueden tener todavía obnubilado. De no reaccionar rápido, Uribe puede terminar enfrentado con sus patronos. Corre el riesgo de convertirse en un apetitoso “chivo expiatorio”. Todo depende de su capacidad de negociación. También, que el poder judicial mantenga su dinámica punitiva frente a los graves crímenes cometidos durante los ocho años de su gobierno. No hay que olvidar que los gringos y los oligarcas muchas veces pagan mal, como lo ratifica el caso del general Noriega en Panamá.

También juega la presión que mantengan las fuerzas democráticas colombianas, las organizaciones de las víctimas y las organizaciones sociales. El nuevo gobierno tiene como función principal la de profundizar la política imperial en Colombia y Latinoamérica, y para ello tienen que ocultar los crímenes que cometieron en alianza con la mafia. Necesitan montar un nuevo ambiente de “apariencia democrática”; de sensibilidad social con los desplazados, las víctimas y los pobres; de preocupación por los temas medio-ambientales; y de concertación con los sectores sindicales y los trabajadores estatales.

Allí es donde las fuerzas democráticas no nos podemos equivocar. Si corremos a ayudarles a montar ese escenario, sin poner condiciones, sin hacer un esfuerzo serio y consistente por unificar a TODOS los sectores populares y fuerzas interesadas en impedir la impunidad y el engaño, entonces la oligarquía y el imperio podrán – aprovechando nuestras debilidades evidentes – salirse con la suya.

Es necesario hacer una profunda reflexión. Cometimos grandes errores durante la pasada campaña electoral y, por tanto, es necesario reencontrarnos. Los amigos del Partido Verde estaban dispuestos a impulsar desde el gobierno una “legalidad democrática”. Es hora de llamarlos a ponerle dientes a ese postulado, y a que sean consecuentes con sus principios “ético-morales”.

El Polo a través de su candidato Petro posicionó unas propuestas sobre tierras, agua, víctimas y equidad social, y audazmente las ha mantenido vigentes con su iniciativa de “Diálogo Nacional”. Es hora de concertar su visión personal con el conjunto del movimiento social. Hay que diseñar una estrategia colectiva y ponerle verdadera sustancia popular a la tarea. Es la única manera de impedir que el nuevo gobierno perfile e implemente fórmulas cosméticas y programas demagógicos, que además de ser una estafa se conviertan en una nueva frustración para nuestro pueblo.

Sólo la más férrea Unidad, de todas las fuerzas políticas democráticas, del movimiento social y de amplios sectores del pueblo colombiano que no participaron de la pasada jornada electoral, podrá efectivamente “cogerle la caña” al nuevo gobierno santista-uribista, salirle al paso a la impunidad y empezar a construir un nuevo camino hacia la conquista de la Segunda (2ª) y verdadera Independencia.

Por ello, este 20 de julio debemos levantar la consigna de luchar por la verdadera independencia de Colombia y por la construcción de la Patria Grande Latinoamericana.

Nota histórica: Es evidente que la Primera (1ª) Independencia, proclamada hace 200 años, fue traicionada por la oligarquía. Una apariencia de república, una “institucionalidad democrática de papel”, ha sido el instrumento legal que les ha servido para promover su falso patriotismo. Por ello, no se entiende que el MOIR (integrante del PDA) avale artículos como “Santander, constructor de la República” de José Fernando Ocampo T., en donde se afirma que “Santander lo que hacía era estructurar la nación y poner a marchar las estructuras políticas y económicas del futuro. Fue un constructor estratégico. Gloria a Francisco de Paula Santander”.[5]



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[1]Las principales empresas colombianas han pasado a manos extranjeras y hay nuevos compradores en fila. Ver: http://www.cambio.com.co/714/index.html

[2]Ver: Hernán Pérez R. “Sin maíz no hay país”. http://alainet.org/active/17986&lang=es. Francisco Mosquera, fundador del MOIR dijo: “Vienen por todo: por la plata de los ricos y el sudor y la sangre de los pobres”.

[3]Heinz Dieterich. “El plan para destruir a Cuba”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108386

[4]Ver: http://selvasorg.blogspot.com/2010/03/colombia-bloque-hegemonico-y-juego.html

[5]Ocampo T., José Fernando. “Santander, constructor de la República”. http://www.moir.org.co/Significado-del-Bicentenario-VIII.html

jueves, 8 de julio de 2010

REIVINDICANDO EL DIÁLOGO ABIERTO

REIVINDICANDO EL DIÁLOGO ABIERTO

Popayán, 8 de julio de 2010

Hay compañeros/as que les molesta que alguien que no tiene títulos, que no tiene “cola”, ni tiene grupo, ni habla a nombre de otros, sino de sí mismo, plantee temas como los que me he atrevido a plantear últimamente.[1]

¿Cómo así que “un fulano que no es nadie se atreve a retar a una serie de colectivos que hacen vida en el partido”?, me decía un anónimo en un correo reciente. Otros más agresivos intentan bloquear el debate abierto, insinuando dudas y sospechas.

En contraste, importantes dirigentes del Polo y del movimiento social - de diversas tendencias -, me han escrito, y me alientan a continuar con la discusión franca y sincera.

He reflexionado sobre el ejercicio que intento realizar. Es muy diferente al de un periodista o articulista, los cuales escriben y publican importantes opiniones - casi todas pagadas por los medios -, pero allí termina su acción.

Lo que he querido hacer es bien diferente, así parezca lo mismo. Toda la vida he sido militante de la lucha popular. Hace algo más de 4 años me afilié al PDA para ayudar – en lo que pudiera – con la campaña de Carlos Gaviria.

En medio del hacer, he llegado al convencimiento – después de mucho activismo, empirismo, errores y limitaciones - que para ser efectivos en la acción política y social, lo fundamental es tener las ideas claras. Cuando la idea está clara, por sí misma se vuelve fuerza. La idea es fuerza.

Las ideas claras no surgen por milagro, no aparecen porque sí, no son obra de una persona por muy estudiosa que sea. En Colombia ya hemos tenido grandes líderes con ideas claras, compenetrados con nuestro pueblo, pero – desgraciadamente – no los hemos cuidado lo suficiente, porque no hemos sido absolutamente conscientes del grado de criminalidad a que llegan las oligarquías y el imperio para defender sus intereses. Allí nos ha faltado claridad.

Destaco a Jorge Eliécer Gaitán, al cura Camilo Torres Restrepo, Jaime Bateman, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, los hermanos Calvo, Francisco Mosquera, y tantos y tantos otros/as dirigentes, que por diferentes causas no cuidamos lo suficiente en su integridad y/o no les facilitamos las condiciones para ponerse a la cabeza de TODO el movimiento democrático y revolucionario de nuestro país.

Reconozco que es arriesgado y hasta presuntuoso, ponerse a opinar sobre los temas que uno considera importantes. Sin embargo, a pesar del riesgo de ser mal interpretado, no entendido, no leído, menospreciado, considero estos escritos - y las opiniones que allí se plasman -, como una sencilla propuesta de diálogo.

Opino y no tengo ningún temor a ser confrontado, rebatido, contradicho, desmentido o, a veces, “atacado” o tergiversado. Por el contrario, quiero estimular ese intercambio. Y, no me importa – en el terreno personal – que a veces se responda de manera fuerte, o con agresividad.

Cuando así ocurre, significa que es un tema que duele, que se tocan “cayos”, que allí hay algo duro, fuerte, un conflicto, algo por des-amarrar; pero, también, que las personas que se pronuncian les lastima algo, están apasionados por una causa, por una lucha, y eso es muy bueno. Comprendo, porque a veces yo también me apasiono.

Hay compañeros/as que me dicen: “Es mejor que eso que dices no se publique, así sea cierto. La gente se puede desestimular, desanimar”. Creo que es una idea equivocada. Podemos y debemos dialogar con mucha gente, sobre diferentes temas, incluso de otros países, en donde los problemas son similares, casi iguales. Lo que en verdad desanima y baja los espíritus es la mentira, la falsedad, la falta de transparencia, la manipulación.

De ese diálogo, si lo hacemos con apertura mental, con sinceridad, con el ánimo de aprender, de escuchar otras opiniones, así sea para reafirmarnos en nuestra idea o para mejorar nuestro trabajo, va surgiendo un pensamiento colectivo, va generándose una idea mucho más rica y compleja que aquella que teníamos cada uno por aparte.

En ese sentido recomiendo un largo ensayo escrito por Luis Guillermo Vasco Uribe denominado “Así es mi método en Etnografía”, sobre su trabajo con comunidades indígenas Chamí y Misak (Guambianas). Es verdaderamente excepcional.[2]

Creo que algunas de sus sugerencias, como la de “recoger los conceptos en la vida”, pueden ser aplicadas a toda la sociedad. Necesitamos desarrollar un verdadero proceso de democratización, para lo cual se requiere impulsar el más amplio y cualificado diálogo. Los partidos políticos que deseen contribuir con esa tarea, también deberían hacer su propio diálogo interno.

Nota: Comparto la intencionalidad de Gustavo Petro al lanzar su propuesta de “Diálogo Nacional”. Sin embargo, creo que deberíamos impulsar con urgencia un “diálogo nuestro”, al interior de las fuerzas democráticas y movimientos sociales. Solo la UNIDAD, como soporte de la fuerza social y política del pueblo, es garantía de que ese tipo de espacios nos ayude a avanzar. De lo contrario, el diálogo con el “establecimiento oligárquico” se convierte en un adorno de la falsa “unidad nacional”. Será utilizado para hacer demagogia, para la apariencia y el engaño. Lo ocurrido con la Constitución de 1991 es una buena muestra y una dura lección. ¿Cuáles son las condiciones mínimas para realizar ese diálogo? ¿Cómo se sentirán las víctimas del conflicto de ser llamadas a dialogar cuando el presidente Uribe es incapaz de pedir perdón a nombre del Estado, y cuando a diario mueren asesinados numerosos defensores de los DD.HH.? Tenemos mucha tela por cortar y mucho por conversar.




[1] Crisis estructural en el PDA y necesidad de una “reingeniería”: http://alainet.org/active/39320&lang=es

[2] Vasco Uribe, Luis Guillermo. “Así es mi método en Etnografía”. http://aranandoelcieloyarandolatierra.blogspot.com/2010/07/asi-es-mi-metodo-en-etnografia.html

ASÍ ES MI MÉTODO EN ETNOGRAFÍA

THIS IS MY METHOD OF ETHNOGRAPHY

ASSIM É MEU MÉTODO NA ETNOGRAFIA

Luis Guillermo Vasco1

Investigador Independiente (Colombia)

luguiva@cable.net.co


Trascripción revisada y corregida de la charla dictada el día 17 de noviembre del 2000 en el curso Teoría Antropológica II (Malinowski) en la Universidad Nacional de Colombia.

Voy a hablar de cómo es mi trabajo en etnografía. Parto de un conjunto de principios teóricos, la mayor parte de los cuales proviene del marxismo. El primero de estos principios es que el conocimiento, la ciencia, la investigación, no son fines en sí mismos, sino que son medios, son instrumentos... y son instrumentos, como dice Marx, para transformar el mundo. Me supongo qué habrán leído que eso establece una pequeña diferencia con Malinowski. El segundo criterio es que, en lo fundamental, a lo largo de la historia, o de su historia, la etnografía ha servido para la dominación, la explotación de los pueblos y, para el caso nuestro, en lo esencial, de los indios; aunque a raíz de la constitución del 91 los negros comenzaron a pedir que la antropología sirviera también para dominarlos y explotarlos a ellos, y se quejaron porque no había sido así... Leonardo, por supuesto, está poniendo su granito de arena en un campo en el cual hay poco trabajo.

Para seguir leyendo haga click en este Link:http://www.revistatabularasa.org/numero_seis/vasco.pdf

sábado, 26 de junio de 2010

DE "OLAS" Y PARTIDOS



DE “OLAS” Y PARTIDOS

Popayán, 25 de junio de 2010

La mayoría de analistas de la pasada campaña electoral han cuestionado a Mockus por haberse negado a contratar asesores. Es incuestionable: faltó estrategia. Las fuerzas democráticas y populares podemos suplir esa debilidad con el análisis y el aprendizaje colectivo. Las redes sociales de Internet pueden ser un buen medio.

Para hacerlo se requiere capacidad crítica y autocrítica. Si se niegan o tapan los errores no podremos avanzar. Si a la menor crítica ocultamos nuestras falencias resaltando – a modo de justificación - las armas y estrategias (nobles o perversas) del contrario, significa que no estamos dispuestos a aprender.

¿Hubo o no hubo “Ola”?

Hay que enfrentarse a los hechos. Muchos niegan la “ola verde”. Otros la aceptan pero le dan un carácter “mediático”: afirman que fueron las encuestas y los medios quienes crearon esa “ola” para atravesársele a sus aspiraciones o para distorsionar la realidad y provocar errores de apreciación.

En el Polo esa es la forma como se explica la aparición de la candidatura de Mockus y el no suficiente crecimiento de Petro[1]. Al interior de los “verdes” también se sostiene ese argumento[2]. Se plantea que fruto de esa deformación, el importante resultado obtenido en la primera vuelta (3’120.716 votos) fue percibido por la opinión pública como una derrota.

La realidad es otra. Entre el 14 de marzo y principios de mayo/10 surgió y creció una verdadera “Ola Democrática” que se pintó de “verde”. Alcanzó a entusiasmar y a mover a diversos sectores de nuestra sociedad que no se interesaban en la política o estaban apáticos frente al apabullante poderío uribista. “A pesar de todo, algo se movió”.[3]

Múltiples fallas de la dirigencia democrática le quitaron potencial a la “ola”. De los “verdes”, porque actuaron como “partido” sin serlo efectivamente. Se sintieron dueños de la “ola”, sin tener la estructura local y/o regional para convertir esa avalancha electoral en verdadera organización política y en votos efectivos. Es la causa principal de los errores.

Por otro lado, el Polo convirtió a los “verdes” en su principal competidor. Al no reconocer la existencia de la “ola”, y por tanto, al no entender su naturaleza y dinámica, reaccionó a la defensiva. De esa manera se enfrentó a un sector de la sociedad que quiere cambios en la forma de hacer política, muchos de los cuales habían votado por su candidato (Carlos Gaviria) en el 2006. Desconocieron la existencia de la “ola verde” pero, a la vez, se asustaron con su sombra.

La incomprensión del fenómeno de la “Ola”, hizo que los verdes y, todos los demócratas colombianos, fuéramos incapaces de canalizarla y convertirla en un Movimiento Democrático. Es necesario entender el problema para poder acertar.

“Olas” recientes

En la historia colombiana han aparecido varias “olas”. Con la fuerza de una de ellas - que traía parte de los acumulados gaitanistas -, se eligió como presidente de la república al general Gustavo Rojas Pinilla en 1970. Ante el robo-fraude de esas elecciones, aparece el M-19 que interpreta el espíritu de ese voto-protesta y construye un Movimiento político-militar. Esa “ola” se mantuvo “en hibernación” durante 20 años. Resurge con ocasión de la Asamblea Constituyente de 1991, pero nuevamente es desaprovechada.

Así mismo, se han presentado manifestaciones de esa profunda fuerza societal en diversas regiones. En el Valle, la “franja amarilla” llevó al gobierno departamental a Gustavo Álvarez Gardeazábal en 1997. En el año 2000, en Cauca sirvió para elegir a Floro Tunubalá como primer Gobernador indígena. Igual en Barranquilla con el cura Bernardo Hoyos y en muchas regiones y localidades. En Bogotá una “ola cívica y anti-clientelista” sirvió para elegir dos veces a Mockus, a Peñalosa y a Lucho Garzón. Hoy se ve disminuida por un gobierno distrital que no está sintonizado con ese proceso.

La naturaleza de las “olas”

Negar las “olas” es inútil. Debemos es entenderlas, comprender su naturaleza. No centrar el análisis en las personas que la representan. Es fundamental identificar las necesidades sociales, los acumulados políticos y las identidades culturales que están en lo profundo de esos fenómenos. Ello nos permitirá no confundirnos ante su aparición “espontánea” y, asimismo, explicarnos su rápido desvanecimiento.

Detrás de una “ola” siempre existen frustraciones, esperanzas, anhelos y necesidades sociales y/o nacionales. La “ola” es un fenómeno espontáneo que puede o no convertirse en un Movimiento Socio-Político y Cultural. Tal proceso puede cumplir tareas históricas dependiendo de si existen personas, grupos o partidos preparados para canalizar y alimentar la “ola”, y si las fuerzas sociales que sustentan el proceso, cuentan con reservas ideológicas y políticas de cierta importancia.

La naturaleza de la “Ola Verde”

Nuestra principal frustración-esperanza – como pueblo colombiano - es la conquista de la Paz. El uribismo prometió alcanzarla con la fórmula de la guerra de pacificación. El miedo ha sido su soporte. La “legalidad democrática” planteada por el Partido Verde insinuaba una fórmula nueva de conseguir la Paz, conservando la ofensiva militar del Estado, pero sin violar los derechos humanos y sin degradar la dignidad humana.

La potencialidad (fuerza inicial) de la “ola verde” – aunque no explícita - se basaba en ese anhelo. Era latente, tácito, expectante, nadie lo expresaba ni pedía precisiones, pero allí estaba. Se necesitaba alguien que representara ese nuevo camino, que mostrara seriedad, confianza, credibilidad, no polarización, tranquilidad y serenidad democráticas. Y de todos los candidatos, Mockus se acercaba a esa idea.

Desgraciadamente a medida que el candidato verde fue presentando su propuesta, no transmitió esa seguridad. Mostró flaquezas, fue vacilante, pecó de imprecisión. Ser más fuerte e intransigente que Uribe no coincidía con la receta. Atacar al Polo fue una incoherencia mayúscula. Y así, desde la primera vuelta, muchos de quienes hacían parte de la “ola” o estaban a la expectativa, se desencantaron. “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, parecieran haber dicho.

Finalmente votar por el heredero de Uribe fue más seguro. Santos se asesoró bien, nunca se mostró agresivo, logró posicionar una imagen conciliadora, y en la última fase de la campaña, Mockus se vio descolocado y sin iniciativa. La “ola” se frustró, en parte fue “domesticada”. Los “verdes” obtuvieron un importante respaldo en las urnas con la bandera de la lucha contra el clientelismo y la corrupción.

Ola, Movimiento y Partido

La Ola es un sentimiento. El Movimiento es acción. El Partido es organización. La Ola se desencadena y busca canales de expresión. El Movimiento canaliza la Ola. El Partido, si es maduro, interpreta la Ola, capta el sentimiento y estimula el Movimiento.

El sentimiento está en lo profundo del inconsciente colectivo. El Movimiento empieza a hacerlo consciente pero conserva la emoción, la espiritualidad, la dinámica amplia y flexible. El Partido, concreta todo en una propuesta, un plan de acción y una estructura política.

La Ola es de tipo socio-cultural, el Movimiento es acción de masas, y el Partido es de personas. La Ola no tiene contenido político concreto, puede ser canalizada hacia diversas direcciones, puede nutrir un movimiento democrático o autoritario. El Movimiento va asumiendo símbolos, metas, y construye liderazgos. El Partido es la fuerza organizada que alimenta, desarrolla, fortalece y de alguna manera conduce el proceso.

No entender las diferencias lleva a graves errores. La Ola aparece y si no encuentra conductos de realización, rápidamente se apaga. Si existen condiciones sociales y políticas se puede convertir en Movimiento, y así la Ola puede mantenerse y sostenerse. Tendrá diversos momentos, de marea baja y alta, de fuerte y débil oleaje, y puede convertirse en auténtico tsunami. La Ola y el Movimiento necesitan incentivos, nuevos momentos, logros y triunfos que los retroalimenten.

Querer convertir la Ola o el mismo Movimiento en Partido, es un grave error. Son naturalezas diferentes. La Ola es espiritual; el Movimiento es emocional, simbólico, ondulatorio; el Partido es racional, práctico, vectorial.

El Movimiento no puede ser “unipartidista”. Siempre arrastra a diversos partidos. El partido político más preparado, con mayor visión estratégica, es quien lo “hegemoniza” (en términos gramscianos). Esta hegemonía no significa excluir a otros partidos. El partido que comprende la Ola y conoce la naturaleza del movimiento, se da el lujo de compartir espacios, estimula a otros partidos a colaborar con el Movimiento, ayuda a crear mecanismos y procedimientos democráticos para que las políticas más acertadas obtengan el apoyo de sus bases. La expresión organizativa del Movimiento es la Convergencia Democrática.

Así lo enseña la historia reciente de América Latina. Los movimientos democráticos y nacionalistas que hoy gobiernan en varios de nuestros países son verdaderas convergencias, pero cuentan con equipos políticos y líderes que vibran con la Ola. Han logrado construir efectivos Movimientos de proyección histórica.[4]

Las tareas actuales

Debemos reflexionar sobre lo que necesita y quiere nuestro pueblo. Tenemos que hacer esfuerzos por anticipar la próxima Ola. No sabemos cuando y de qué manera se pueda expresar, pero estamos seguros que la necesidad de Paz, Democracia y Justicia Social la impulsarán.

El Movimiento Democrático en Colombia existe. Se expresa de diversas maneras. Está disperso y desarticulado. Lo conforman diversos partidos políticos y organizaciones sociales. Se necesita construir convergencias amplias y flexibles. Para consolidarlas se requiere una metodología especial.

Y claro, también se necesitan partidos. Pero no el partido excluyente, monopolizador, fundamentalista, que hoy predomina en Colombia. Hay que superar el “fundamentalismo anti-neoliberal” que se apoderó del Polo pero también se debe evitar el “fundamentalismo ético-moral” que sacó la cabeza en los verdes.

Se requieren partidos (personas organizadas) sintonizados con las “Olas” (sentimientos) que se acumulan subterráneamente en la sociedad. Es urgente consolidar nuevas formas de organización política, redes y relaciones que asuman la tarea de coordinar y dinamizar el Movimiento Democrático (acción política de amplio espectro).

No es primero uno o lo otro. Son tareas simultáneas y urgentes. Nuevas “olas” nos pondrán a prueba y debemos estar preparados.



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[1] Petro sostiene que “la derecha fabricó el fenómeno de la Ola de Verde con apariencia de izquierda” e infló artificialmente las encuestas en favor de Antanas Mockus “para cerrarle el paso al Polo Democrático Alternativo, que era la única alternativa claramente distinta” a la de la clase dirigente. Ver: http://www.jornada.unam.mx/2010/06/18/index.php?section=mundo&article=021n1mun

[2] El Espacio. “Antanas Mockus hizo balance electoral”. Ver: http://www.elespacio.com.co/oficial/index.php?option=com_content&view=article&id=2684:antanas-mockus-hizo-un-balance-electoral&catid=112:nacional&Itemid=722

[3] William Sanabria. El Militante. “Y sin embargo, se mueve”. Corriente Marxista Internacional. http://www.elmilitante.net/content/view/6478/74/

[4] En América Latina la constante ha sido esa. El Movimiento 26 de julio en Cuba, y demás movimientos que dinamizaron la década de los 60 y 70 (Tupamaros, Montoneros, Frente Sandinista, M-19). En la actualidad, el Movimiento Quinta República MVR (hoy PSUV) en Venezuela, el Movimiento al Socialismo MAS en Bolivia, Alianza PAIS (Patria Altiva y Soberana) en Ecuador, Frente Amplio en Uruguay, etc. La excepción podría ser el Partido de los Trabajadores en Brasil pero la naturaleza de ese partido es amplia, es un verdadero frente electoral.

sábado, 12 de junio de 2010

DE REBELDÍAS Y LEALTADES EN EL POLO

DE REBELDÍAS Y LEALTADES EN EL POLO

Popayán, junio 12 de 2010

Son muchas y grandes las enseñanzas obtenidas en la coyuntura electoral de 2010. Para algunos dirigentes del PDA no es momento todavía de evaluaciones. Falta lo mejor, dicen. En una semana ganaremos las elecciones: la abstención será superior al 50%. Son los mismos que afirman que “todo va bien”. Esquivan el debate, temen la controversia colectiva, siempre encuentran excusas y justificaciones para todo. Bueno, habrá que obligarlos a debatir.

Muchos amigos me han sugerido que sustente mi posición de “rebeldía” dentro del Polo en la pasada campaña electoral. He aceptado su consejo por cuanto considero que esta experiencia personal puede ayudar a profundizar el debate sobre el futuro del PDA.

Un acto consciente y deliberado de rebeldía

Me declaré en “rebeldía”, de acuerdo a mi visión, con justificadas razones. Tal decisión fue sustentada en una Carta Pública denominada “¿A qué ser leal?”[1] Resumo: la táctica de Polo, propuesta por Petro, aprobada en la consulta interna de septiembre/09, fue cambiada, fue subvertida. Y lo fue, de una manera burocrática, antidemocrática. Pero lo peor, cuando se pidió explicación, ni siquiera por decencia alguien salió a dar la cara.

Si hubiera tenido pretensiones burocráticas o intenciones “secretas”, hubiera actuado como lo hizo mucha gente. 1’300.000 personas que votaron por Carlos Gaviria hace cuatro (4) años, votaron en primera vuelta por Mockus. En mi caso, era un deber hacerlo de frente. Ese tipo de decisión implicaba mucho más que votar por un candidato de otro partido. Un hecho así, público y sustentado, me permitía explorar y conocer qué tipo de Partido es el que tenemos, qué clase de organización está en la cabeza de quienes hacemos parte de él, y a partir de ese conocimiento contribuir con propuestas para en verdad fortalecerlo. Parece contradictorio, pero es así.

Entiendo las reacciones de compañeros/as que hacen parte de los sub-partidos del PDA (MOIR, PC, y otra gran cantidad de grupos y de siglas). Se sorprenden que un individuo cuestione a todo un partido. Pero de igual manera, acaso unos pocos individuos - el candidato y los integrantes del Comité Ejecutivo -, ¿no violentaron la decisión de unas mayorías que se expresaron en la consulta? ¿Cuál es la diferencia? ¿Hay en el Polo militantes de primera y segunda categoría?

Alguien dijo que en las tormentas se conoce la clase de embarcación que se navega. En estos últimos años, el PDA ha enfrentado una fuerte borrasca. Creo que no ha fallado la madera (bases), ni siquiera el motor (inconformidad) o el mástil (ideario). Estoy convencido que nosotros, la tripulación, en la que me incluyo - así sea sólo como fogonero de caldera -, somos los que erramos. Por ello propongo evaluar, revisar, analizar: “¿Qué nos pasa?”

No había querido referirme al tema para no machacar sobre la herida. Sin embargo, considero que es mucho lo que podemos aprender.

Debo decir para empezar que otros compañeros/as, que representan importantes contingentes partidarios, estuvieron en rebeldía clandestina. Fue una “bajada de brazos” de casi cinco (5) meses, desde el 29 de septiembre, fecha en que perdieron la consulta, hasta finales de marzo/10.[2] Esa “rebeldía” apagada, muda, callada, se convirtió en una fuerte presión para que Gustavo Petro cambiara su posición. No fue una actitud declarada. El único que lo hizo fue Carlos Gaviria cuando afirmó que la “izquierda colombiana se había quedado sin candidato”[3]. He ahí la importancia del tema.

Es decir, mi acto de rebeldía le dice a dirigentes y militantes: “Si vamos a construir democracia participativa en Colombia, ¿no es obvio que empecemos a construir democracia en nuestro propio partido?”

Es claro que una decisión de ese tipo cuestiona directamente la naturaleza de nuestro partido. ¿Qué hacer con quienes se declaran en rebeldía? ¿Deberán ser expulsados, sancionados, o vilipendiados? ¿Quién puede tomar esas decisiones? ¿Es lógico hacerlo?

La composición del Polo

El actual PDA es la sumatoria de personas que militan en grupos y sub-partidos. También participamos personas “sueltas”. Individuos. Todos lo hacemos en forma voluntaria. Es evidente que hay múltiples formas de militancia. Existen “cuadros”, militantes, activistas, y simpatizantes. Otros solo son electores. Muchos compañeros llegan al Polo con decisiones tomadas en sus propios grupos, lo cual entorpece un ejercicio plenamente democrático. No lo hace imposible, pero si lo dificulta, lo enreda, hace lento su funcionamiento, a veces lo paraliza.

Pero el problema principal es más de fondo. Para algunos de los sub-partidos (MOIR, PC) el PDA es un frente electoral. Es una buena definición, que comparto. Sin embargo su comportamiento dentro del partido no se corresponde con esa caracterización. La verdad es que se hacen todos los esfuerzos por imponer dentro del Polo, no sólo sus concepciones políticas – lo cual es normal, es su derecho –, sino también, las formas de comportamiento organizativo que traen desde su propio espacio.

Claro, para los compañeros/as que participan de dichos grupos y sub-partidos, lo normal es que “su comité central” tenga la última palabra. Tal funcionamiento responde a una concepción particular de la lucha, pero no es aplicable para un “frente electoral”. Acá nos toca construir otro tipo de comportamiento en donde, para empezar, todos los militantes estemos en calidad de iguales, se generen espacios amplios de debate y decisión, y el partido sea un germen de democracia participativa.

Si ese aspecto no se resuelve el Polo no va a poder avanzar y canalizar ese espíritu democrático que está pidiendo pista en el pueblo colombiano, y que los “verdes” empezaron a canalizar precariamente en esta coyuntura. No es un problema de los medios, de que nos hacen la guerra, y demás lamentos. Es algo real y concreto que de no solucionarse va a llevar al Partido a una verdadera crisis.

Otras preguntas

Por otro lado, hay que abordar un debate que no se ha dado en el PDA. ¿La participación en las elecciones es sólo un ejercicio táctico para hacer conocer nuestra política utilizando los espacios democráticos que el “Estado burgués” todavía mantiene, como es la clásica formulación de Lenin? O, ¿en las condiciones actuales del mundo y de Latinoamérica, después de tantas experiencias vividas por los pueblos del mundo, la participación en escenarios de gobierno (nacional, regional, local) puede hacer parte de una estrategia de acumulación de fuerzas, “dualidad de poderes”, puntos de apoyo para construir Hegemonía Social Popular? Es decir, ¿tenemos claro el escenario de las elecciones?

¿Estamos de verdad interesados en profundizar colectivamente en esa discusión? ¿Queremos aprender de las experiencias que los pueblos latinoamericanos están obteniendo en sus respectivos ejercicios de lucha? ¿No es acaso interesante la posición de los compañeros del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra MST del Brasil, quienes son muy críticos de muchas de las políticas del presidente Lula, pero en determinadas coyunturas electorales lo han apoyado en las urnas frente a la posibilidad de que otras expresiones políticas de corte “derechista” desplacen del gobierno al Partido de los Trabajadores PT? O, ¿acaso no es importante lo que ocurre en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Paraguay, El Salvador, Surinam, etc.?

¿En qué escenarios vamos a construir verdadera política partidaria? ¿Seguiremos construyendo un partido en donde los peores vicios clientelistas y politiqueros empiezan a manifestarse a nivel nacional y regional? ¿Seguirá siendo el Polo un partido “eminentemente parlamentarista”? O… ¿todo va bien?

Adenda 1: Una de las mayores incoherencias de nuestra dirigencia se presentó después del 30 de mayo/10. La presidenta del Partido, Clara López e importantes dirigentes del Polo habían planteado reiteradamente que Santos y Mockus eran lo mismo. Entonces, ¿por qué se actúa como si se nos hubiera hecho “una propuesta indecente” cuando Santos los llama a participar de su Unidad Nacional? Luego días antes no le habían propuesto una alianza a Mockus y los “verdes”? ¿Acaso no eran lo mismo? Que alguien explique. (Qué no se vaya a interpretar que estoy proponiendo alianzas con Santos, creo que no había espacios para “alianzas” con nadie, pero sí para apoyos unilaterales y autónomos).

Adenda 2: Estoy seguro que más de la mitad de quienes votaron por Petro, se van a declarar en rebeldía frente a la orientación de la “abstención activa” y van a salir a votar por Mockus el 20 de junio. ¡Póngale la firma!

[1] ¿A qué ser leal?: http://www.proclama.tutierra.net/index.php?option=com_content&view=article&id=2209:ia-que-ser-leal-&catid=93:columnistas&Itemid=37

[2] Incluso algunos militantes del Polo ayudaron con la campaña presidencial de Petro sólo después de que Mockus torpemente atacó injustamente al PDA.

[3] Entrevista de Carlos Gaviria con el periódico argentino Página 12. http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-142278-2010-03-19.html


miércoles, 9 de junio de 2010

CARTA PÚBLICA A GUSTAVO PETRO

CARTA PÚBLICA A GUSTAVO PETRO

Popayán, 9 de junio de 2010

Estimado compañero Gustavo Petro Urrego:

Se dirige a Usted alguien que ha sido muy crítico con algunas de sus actuaciones pero que también valora sus enormes cualidades. Hacía parte de la Coordinación Departamental del PDA en el Cauca, me declaré en rebeldía, y hoy desde la base, acompaño a los verdes en esta aventura por la defensa de la democracia y la reconstrucción de la legalidad en Colombia.

Le escribe alguien que a pesar de no estar de acuerdo con sus devaneos “centristas”, lo acompañó desde que usted lanzó la campaña del “Acuerdo por la Verdad” (diciembre de 2007). Lo apoyé en la consulta interna de septiembre/09 e impulsé su propuesta hasta la semana siguiente a las elecciones del 14 de marzo/10.

A partir de esa fecha, se hizo evidente que usted no daría “el salto triple mortal” que se requería para fortalecer la Convergencia Democrática, que para entonces ya había encarnado en la “Ola Verde” encabezada por Antanas Mockus, Sergio Fajardo y compañía.

Debo recordar que fui muy crítico de su voto por el Procurador Ordoñez. Más todavía, por negociar y cederle a la burocracia polista. Y claro, censuré y me separé de la orientación del partido cuando se cambió la política de la “unión de las fuerzas sanas de la Nación” reemplazándola por la “unidad sólo con los anti-neoliberales”.

Es evidente que ese viraje lo obligó a cambiar el enfoque de las propuestas con las que usted ganó la consulta interna del Polo. Y al hacerlo se desconoció el mandato de la mayoría de los electores, cediéndole terreno a quienes trataron de deslegitimar su triunfo con el argumento que el establecimiento dominante había “metido la mano”.

Entonces, la fórmula de “asfixiar a la guerrilla con más democracia” se cambió por la “lucha por la equidad económica y social”, olvidándose que los factores que explican la existencia de la insurgencia armada en Colombia, están más relacionados con la exclusión política, y con la estrategia del imperio, que ha convertido la economía del narcotráfico y el mismo conflicto, en una herramienta de intervención territorial.

Pero bueno, ya habrá tiempo para los balances. Esta misiva va dirigida a Usted pidiéndole que reflexione, que revise los hechos, que evalúe los acontecimientos, y rectifique el grave error que ha cometido la cúpula dirigente del PDA, al llamar a las bases del partido a la abstención “activa” o a votar en blanco (violando incluso la reglamentación de los Estatutos, dado que al organismo que le correspondía tomar una decisión de esa importancia era la Dirección Nacional y no al Comité Ejecutivo).

Por el futuro del pueblo colombiano, del mismo Polo y de Usted mismo, le solicito encarecidamente una rectificación. ¡Todavía estamos a tiempo! Hay que impedir que la criminalidad se salga con la suya. Usted es muy valiente y puede hacerlo. Hay que apoyar a los verdes en esta coyuntura. Ahora que todo el establecimiento está unido en torno a la mafia uribista, es el momento de mostrar grandeza y desprendimiento.

No le pido que le tapemos a Mockus o a Peñalosa sus tendencias neoliberales. ¡No! Se lo pido pensando en los más de tres millones de personas que votaron por Mockus, de los cuales en el Cauca en 17 municipios le ganamos a Santos. O, los votantes del Putumayo, Nariño, Tunja y tantas regiones que en contra de todas las prebendas y presiones, votaron por Mockus.

Y claro, también se lo pido por quienes votaron por el Polo y por Usted. Para que revaliden ese ejercicio democrático y ciudadano, si se quiere, votando por “el menos malo”. Aunque yo diría que Mockus, al igual que nosotros, es alguien que quiere acertar.

El ejemplo de Rafael Pardo es digno de seguir. Le dio libertad a sus electores para escoger por quién votar. Sin embargo, afirmó con absoluta claridad que no podía hacer una alianza con el continuismo. Es decir, orientó a los liberales a apoyar a Mockus.

Todavía estamos a tiempo de reaccionar. Hay que derrotar el fraude, la ilegalidad, el crimen, las presiones indebidas y la utilización descarada de los programas gubernamentales que fueron la base para torcer la voluntad popular. Pueda que no se alcance a lograr la presidencia con Mockus, pero su gesto quedará para la memoria de nuestro pueblo.

Mockus y los “verdes” no son hoy los enemigos de la democracia colombiana. Pueda que más adelante sean nuestros rivales en el camino de construir soberanía nacional y justicia social, pero esa será otra situación. Todo a su tiempo.

Sé que la decisión no es fácil de tomar. Espero que su talante democrático se imponga sobre otro tipo de consideraciones partidistas de corto alcance.

Con sinceridad y aprecio, me suscribo de Usted,

Fernando Dorado G.

C.C. 19.215.955

Militante de Base del Polo

martes, 8 de junio de 2010

¿POR QUE ANTANAS NO SE CASÓ CON EL POLO?

LO QUE NO PODÍA SER ENTRE ANTONIA E HIPÓLITO

(Antanas y el Polo)

Antonia Verder le dijo a su amigo Hipólito Demos que no pretendía nada formal. Quería su apoyo moral para enfrentar un gran reto que tenía por delante. Nada más. Eran amigos, tenían puntos de encuentro pero sus metas eran distantes. Polito venía de una etapa bastante inestable. Necesitaba reafirmarse. A pesar que ella no quería ningún compromiso formal, él le escribió una carta. Ella accedió a hablar para no parecer soberbia. Al fin y al cabo no le interesaba pelearse con él. Cómo era de preverse “Polito” trató de forzar la situación hasta que a Antonia se le saltó la piedra, que en este caso fue toda una “peñuela”. Allí acabó la conversación. Él para quedar bien con su círculo cercano presentó la situación como si presiones externas le hubieran impedido a Antonia firmar un acuerdo. En realidad, desde un principio todo estaba claro. El error de ella fue conversar sin entender que Hipólito pasaba por un mal momento. Lo que le interesaba a Polito era tener una justificación para no ayudarla. Estaba celoso de su éxito. A la vez, quería hacerse la víctima, presentarse como el novio rechazado por una mujer engreída y mala, a fin de ganar solidaridad entre sus más cercanos. Algunos le han creído, otros le llevan la idea por lealtad. La mayoría van a apoyar a Antonia porque se lo merece. Así por un tiempo el dolorido e inmaduro mozo lo considere una traición.

viernes, 4 de junio de 2010

MOCKUS: AVALANCHA CIUDADANA DE TODOS LOS COLORES

Popayán, 4 de junio de 2010

Lo ocurrido en esta campaña electoral ha evidenciado los nuevos comportamientos políticos de los ciudadanos. Colombia avanza, paulatinamente, como sociedad y como pueblo.

Los partidos políticos en la coyuntura

El partido de la “U” y Uribe-Santos han agrupado a casi la totalidad de la clase política tradicional colombiana. Aparentan gran fuerza pero es, en verdad, una enorme debilidad. Sus 6’758.539 de votos sólo representan el 22,54% del potencial electoral.

Es la incapacidad nuestra, la falta de generosidad para unir la democracia decente, la que los hace fuertes. Nada más.

“La metieron toda” para ganar en primera vuelta y no lo lograron. Eso los hace vulnerables. Saben que no están “ganados”.

Presiones a beneficiarios de familias en acción, campañas de miedo en los departamentos de frontera, intervenciones diarias del presidente Uribe, compra de votos, fraudes, y quien sabe qué cosas más, y… ¡no les alcanzó!

El costo de ese esfuerzo es muy alto y no es fácil de repetir.

Ello explica la desesperación de “Uribito” que al día siguiente a las elecciones salió a presionar a los “jefes” conservadores. Los mayores “lagartos” liberales ya tenían listas las adhesiones.

Se debe reconocer que algunos parlamentarios liberales y de Cambio Radical han mantenido cierta coherencia.

Las personas que se mantuvieron fieles a Nohemí, Pardo y Vargas Lleras (3’000.324) encarnan dignidad y criterio propio. Es gente valiosa que rechaza la corrupción. Observar el espectáculo de sus dirigentes entregándose incondicionalmente a Uribe-Santos, les debe provocar asco y rechazo.

En el caso de los parlamentarios conservadores, sólo un día les bastó para entregar la cabeza de su candidata.

Quienes después de tantas persecuciones y vilipendios apoyaron a Petro, no sólo son valiosos sino valientes. Después de algunos enredos y vacilaciones, el conjunto del partido apoyó a su candidato. Es un gran avance. Muchos recién lo escucharon y lo reconocen de verdad.

Fueron finalmente 1’329.512 electores, que son la base real y consistente de la izquierda.

Éste acumulado puede malograrse si no se acierta con una actitud generosa en la 2ª vuelta. El sectarismo puede hacer perder el enorme esfuerzo hecho por Petro, la militancia del Polo y demás colaboradores.

La ola verde

La “ola verde” es un fenómeno digno de analizar. La “legalidad democrática” fue el combustible que casi la convierte en “tsunami”. En su ascenso juntó de todas las vertientes políticas y sociales, pero no logró conformar un programa mínimo, que respondiera en forma concreta a los múltiples problemas que afectan a la población.

Es claro que en el último mes la ola verde se detuvo. Errores conceptuales, falta de tacto político, y falencias en la comunicación, mermaron el impulso; pero la causa principal a nuestro parecer fue, que al hacerse evidente que iba a haber 2ª vuelta, muchos electores se concentraron en “su candidato” aplazando el voto por los verdes.

Para retomar el impulso se deberá recoger ideas y propuestas de aguas amarillas, rojas, azules y de todos los colores, así como llegar a playas diversas (trabajadores, sectores populares, desplazados, etc.).

Los 3’120.716 votantes por Mockus, están conformados por 1’300.000 personas que hace 4 años votaron por Carlos Gaviria y que en esta ocasión se deslizaron hacia los “verdes”. A ellos se suman más de 1’800.000 ciudadanos, muchos de ellos jóvenes, que hasta hace poco creían en Uribe o no se preocupaban por la política. Son demócratas en formación. Y se pueden sumar muchos más.

El reto inmediato

En total quienes no votaron por Santos fueron algo más de 7’450.000. ¿Podrían ser la representación viva de “las fuerzas sanas de la Nación"? Con gran parte de ellos se puede y debe derrotar a la mafia que nos gobierna.

Si se observan detenidamente esas cifras se entiende por qué la dirigencia “verde” no puede firmar acuerdos con cúpulas partidarias. Debe enviar buenas señales, mensajes incluyentes, atractivos, de respeto por su esfuerzo y dignidad. “Alianzas ciudadanas construidas en diálogo constructivo”, ha dicho Mockus.

Insistir en acuerdos – sean programáticos o burocráticos – es debilitar la posibilidad de sumar de todos los sectores y poder derrotar a la alianza criminal uribista.

Un acuerdo con todos los "no-santistas" sí sumaría. Ya no es posible. Un acuerdo sólo con el Polo, suma pero también resta. Es mejor que el Polo deje en libertad a su gente, y que Petro oriente el apoyo a Mockus.

Lo hizo Pardo y a su manera Nohemí, sin ningún aspaviento. Un acuerdo formal sólo con un partido es un grave error.

La clave a responder es: ¿Cuántos de ellos se van a abstener? ¿Cuántos se irán con Santos? Y, ¿cuántos apoyarán a Mockus?

Además, el otro reto está en movilizar a los abstencionistas, sobre todo de sectores medios y la juventud. No es fácil, hay poco tiempo, pero todo es posible.

Flexibilidad, cierta informalidad, frescura, ningún "acartonamiento partidista", es la fórmula del momento. ¡Vamos a derrotar el nuevo Frente Nacional con una avalancha ciudadana de todos los colores!

martes, 1 de junio de 2010

MI PADRE, MI TIO Y EL ROCK (CUENTO)


MI PADRE, MI TIO Y EL ROCK

Dedicada a Ingrid, Paula Andrea y Ana María, mis hijas.


Mi padre es un hombre serio. Siempre cumplidor y riguroso. El orden y la observancia de normas y reglas son sus postulados de fe. Viste muy “cachaco”, vestido completo siempre oscuro, chaleco, corbata y camisa de color claro, para el contraste. Solo los fines de semana pareciera relajarse un poco, se coloca ropa deportiva, pero mantiene su férrea disciplina en cuanto a horarios y detalles minuciosos. En el manejo de los elementos que utiliza, ya sea para hacer deporte o para realizar trabajos en el hogar, se observa su rigidez. Si alguien rompe esas reglas obtiene de inmediato una levantada de cejas o una desaprobación inflexible. Aunque no es amargado se podría decir que es adusto y un poco huraño. No trasmite emociones y para una joven como yo, eso es terrible.

Mi tío es completamente diferente. Es irreverente, festivo, nunca lo he visto con corbata, anda suelto, fresco y sin afanes, pareciera no tener compromisos de ninguna naturaleza. Hasta este momento de nuestras vidas nunca lo he visto malgeniado o siquiera preocupado por algo. Es fácil conversar de cualquier tema con él. Por ello alguna vez lo interrogué sobre la principal cualidad que él valoraba en una persona. Nunca se me pasó por la mente plantearle ese tipo de preguntas a mi padre porque de antemano ya sabía su respuesta.

Pablo es el tío que todos queremos tener. No me dijo cual era la cualidad que más admiraba. Me relató dos situaciones, que tenían un gran significado para él. A pesar que habían sucedido en momentos separados por treinta años de distancia, decía, mientras me contaba, estaban relacionadas. Me las narró llamándome a reflexionar y a sacar mis propias conclusiones. Ese era su estilo, nunca imponía nada, ni a sus hijos ni a sus familiares y conocidos. Esas dos cortas historias de alguna manera marcaron un momento de mi vida y me ayudaron a tomar definiciones trascendentales. Por ello las recuerdo con el detalle que se merecen.

La primera le ocurrió siendo él muy joven. Asistía a un concierto de “Los Speakers”, una banda bogotana pionera del rock en Colombia fundada por Humberto Monroy, el mismo músico que creó el conjunto musical “Génesis”. Bajo la dirección de este músico el grupo hizo una fusión novedosa y avanzada para su tiempo, combinando el sonido de rondadores, tiples y quenas con teclados, bajos y baterías modernas. Era un verdadero creativo triunfador. Pablo recordaba que la presentación se realizó en la sala del Teatro Popular de Bogotá que estaba ubicada en la avenida Jiménez de Quesada con carrera cuarta. Asistían al concierto jóvenes de clase media y media alta, la mayoría influidos por la onda hippie de los años 60 y 70. Contaba mi tío que él tenía algunos amigos “corridos”. No eran bien recibidos en su casa pero al fin y al cabo eran sus mejores amigos, y él los defendía. Compartían la música moderna de los “biros” (The Beatles) y otros conjuntos por entonces famosos. “Yo era zanahorio” me decía, o sea, no metía marihuana, pero era rebelde y contestatario. Por eso esquivaba a los jóvenes “chapados a la antigua”, como decían las viejas matronas bogotanas, porque eran aburridores, no les sentía ninguna clase de riesgo y esa relación no me generaba emoción. Había aceptado ir a la presentación porque además de Los Speakers se presentaba otro conjunto de Medellín que imitaba a la banda de Santana o por lo menos trataba de hacer lo mejor posible. La música del chicano era la que más le gustaba por su toque latino y algo salsero. Por eso fue al concierto.

La presentación de los paisas fue apenas aplaudida, según contó. El plato de mayor sabor era el conjunto bogotano. Todos los músicos tenían entre 25 y 30 años, a excepción de uno un poco mayor. O eso dice mi tío que le pareció, que era de más edad. El “duro” de la banda, Monroy, al igual que los demás músicos estaba vestido en forma estrafalaria, pantalones de “bota campana”, correa gruesa con adornos de colores, chaquetas con correíllas sueltas y fleques, uno de ellos tenía un sombrero similar a la de los brujos europeos, y todos tenían el pelo largo, bigotes y barba desaliñada. Sólo uno, el de mayor edad, tenía una “facha” diferente. Iba vestido con bluyines normales, camisa de cuadros de manga larga, usaba un sombrero pero muy normal, pero la verdad, según remarcaba mi tío, parecía no corresponder al círculo. “Parecía mosco en leche” decía Pablo con cierta sorna. Además era el que tocaba la trompeta, instrumento que casi no aparecía durante la interpretación de las canciones. La mayoría de los asistentes ni lo notaban, parecía que no lo vieran. O, eso era lo que le habían comentado después sus amigos. En cambio él si se fijó desde un principio en el trompetista, porque al igual que él, Pablo no iba disfrazado, término que utilizó para describir la vestimenta que portaban tanto los cantantes como la gran mayoría de espectadores, entre ellos sus compañeros.

El concierto se desarrollaba en medio del humo de la marihuana, el fervor de los jóvenes de ambos sexos que estaban muy satisfechos por las canciones que el grupo interpretaba. La mayoría de ellas eran compuestas por el líder de banda y las demás eran canciones de conjuntos internacionalmente famosos. Cada salida era celebrada con gritos y jolgorio. El concierto llegaba a tres cuartas partes de lo programado y entraba a la recta final. Una de las canciones era esperada con mucha expectativa porque era considerada, y aún lo es, como una de las mejores obras del rock. Se denomina “Stairway to heaven” que traduce “Escalera al cielo”, escrita por el guitarrista Jimmy Page e interpretada por el cantante Robert Plant de la banda inglesa Led Zeppelin. Está considerada por muchos como uno de los puntos culminantes de la historia del rock. En esa faena los rockeros utilizaban la forma interpretativa llamada “solo”, que consiste en que cada uno de los integrantes del grupo, ya fuera el guitarrista, el bajo, el clarinetista, el pianista, o el mismo baterista, interpretan la música ellos solos, con su instrumento por separado, y eran acompañados en forma rítmica y acompasada únicamente por el baterista.

Sucedió entonces que a medida que iba avanzando el número y que se iban turnando cada uno de ellos, se fue formando la expectativa de si el señor de la trompeta iba también a presentar también su “solo” o no. La mayoría de asistentes sólo hasta ese instante, se fijaron en su presencia. Pero contaba mi tío que él percibía una expectativa más bien negativa. Me imagino ahora, año dos mil nueve, que esta situación fue muy similar a la que ocurrió recientemente con la señora inglesa Susan Boyle. Su presentación personal dejaba mucho que desear al público, había un ambiente de descalificación basado en la apariencia de ella, y los espectadores sólo la aceptaron, y de qué manera, cuando le escucharon su exuberante y bella voz.

Siguiendo con nuestro relato, Pablo me contó que cuando le tocaba el turno al señor trompetista se hizo un tremendo silencio. El músico arrancó su solo muy suave, se alcanzaron a escuchar algunos silbidos, decía mi tío, cuando… ¡oh, cosa maravillosa!, tremenda sorpresa nos llevamos todos. El hombre se “solló”. Fue un solo maravilloso, lleno de ritmo, de figurines sonoros, de bajos y altos combinados y armonizados, parecía embrujando una serpiente, que éramos todos los concurrentes. Fue una verdadera comunión. Cuando el hombre terminó era como si hubiera sucedido un orgasmo colectivo. Con ese “solo” del señor de la trompeta, se llegó al clímax musical de esa noche. Todo el mundo aplaudió de pie durante más de cinco minutos. Fue memorable. Mi tío dice que se sintió reivindicado e identificado con el músico. Se reconoció de alguna manera en él. Se propuso aprender de esa experiencia y sacarle el mayor provecho. Ese concierto me enseñó muchos valores, me dijo finalmente. Saca tu conclusión.

El otro hecho sucedió veintitrés años después. Pablo cuenta que en el año mil novecientos noventa y cuatro vivía en Manizales. Una ciudad muy conservadora. Se celebraba por esos días los 25 años del festival de música y arte de Woodstock, que se llevó a cabo en una granja de Bethel, Nueva York, durante los días 15, 16 y 17 de agosto de 1969. Como una forma de conmemoración se presentaba en uno de los teatros de esa ciudad una película de dos horas y media con los mejores momentos de ese gran espectáculo musical. La cinta recogía los mejores momentos y las intervenciones más famosas de cantantes como Joan Báez, Santana, Janis Joplin, Joe Cocker, Jimmy Hendrix, y otra gran cantidad de bandas como The Years After, The Band, Jefferson Airplane, The Who, y muchas más. Pablo invitó a sus hijos, que para ese momento ya estaban influidos por música metálica y demás ritmos modernos, para que conocieran sus gustos de joven, e identificaran los músicos que en esos tiempos “mandaban la parada”.

Se ubicó con su esposa y sus tres hijos, una mujer y dos varones, en la parte central del teatro para observar con mayor panorámica. Delante de ellos quedaban unas treinta filas de asientos que estaban todos llenos de espectadores al igual que todo el teatro. Empezó la película que realmente era un verdadero concierto, era pura música frenética y cualquier persona podría sentirse participando del festival. De un momento a otro empezó a sentirse el olor a marihuana que salía de varios sitios del teatro pero en especial de la parte delantera con respecto a donde estaba Pablo con su familia. Con el avance del concierto, o sea de la película, alguien de la primera fila mostraba ser el más entusiasta, movía rítmicamente la cabeza, levantaba por momentos los brazos y no dejaba de cantar. Lo hacía suavemente, seguramente para no incomodar, pero se alcanzaba a escuchar su voz dado que eran muy pocos los que coreaban las canciones. La absoluta mayoría era gente joven y muy pocos se sabían las letras. Además, el tipo no cantaba mal y se las sabía todas. Así transcurrió durante toda la película. Los hijos de Pablo - aunque hacían buenos comentarios -, no era que estuvieran muy impresionados. Y se fue presentando un fenómeno especial en el ambiente del teatro. Tanto mis primos como la mayoría del público asistente a la función se empezaron a interesar por el personaje que estaba haciendo su propio espectáculo en la primera fila, recordaba Pablo.

Cuando terminó la película muy pocos se pararon de sus sillas. Por lo general, los espectadores van buscando la salida con cierta anticipación para evitar el tumulto. En esta ocasión no ocurrió así. La gente se quedó esperando a que encendieran las luces. Cuando hubo claridad todos miraron hacia adelante para identificar al “loco ese” que se había “robado el show”. Vieron levantarse de su asiento a un hombre bastante mayor, desgarbado, medio calvo pero con el pelo largo y canoso. No tenía aspecto de vago sino por el contrario de alguien respetable. Cuando se dio vuelta y se sintió frente a todo el público, no ocultó su emoción, alzó los brazos y saludó, e inmediatamente sacó una trompeta de una tula que llevaba consigo y se puso a tocar. Interpretó la misma canción que tantos años atrás mi tío había escuchado en el teatro del TPB. ¡Era el mismo tipo, el señor de la trompeta! Empezó a tocar muy rápido y lo acompañaba una jovencita haciendo sonar rítmicamente el respaldar del asiento. Ella parecía ser su hija. Al finalizar su canción, la ovación del público, quien se había sentado nuevamente, fue igual o superior a la de aquel lejano día de la juventud de Pablo. Se le aguaron los ojos contándome aquel momento, al recordar que sus hijos lo vieron llorar de la emoción y además, relataba con entusiasmo, que ellos no sólo aplaudían al trompetista sino que lo vitoreaban a él. Después sus hijos le agradecerían por haberlos llevado a vivir un momento tan conmovedor. Era claro que los asistentes no habían ovacionado la película pero casi se revientan las manos y gritaban a rabiar, aclamando a ese viejo sollado, quién les hizo sentir en vivo, en carne y hueso, lo que había sido el espíritu maravilloso de aquella época de rebeldía, revolución, búsqueda de nuevos horizontes, de amor y paz.

Todavía pienso sobre los valores que quiso mi tío que descubriera con esta historia. Y esa reflexión me ha acompañado toda mi vida. Aunque también debo decir que adoro a mi padre, que comparto su orden y mantengo la disciplina que me enseñó desde niña. Si no fuera por ello, no habría tomado atenta nota de esta narración, seguramente la habría olvidado, y no fuera quien soy ahora. Nunca le he planteado a mi tío una discusión sobre los detalles precisos de la respuesta que yo buscaba, aunque he estado tentada de hacerlo. Sin embargo no he querido romper la magia que significó para mí que él me hubiera contado esos dos momentos de su vida. Siempre se lo he agradecido.