Gustavo Petro con Bruce MacMaster en congreso de la ANDI |
Dos semanas de gobierno
en búsqueda de un futuro mejor
Popayán, 24 de agosto de 2022
15
días completa Gustavo Petro al frente del gobierno. Durante estas 2 semanas
acabó de conformar su equipo, posesionó a ministros y funcionarios de alto
nivel, y dio cátedra a todo nivel. En cada acto ratificó su voluntad de cambio.
Se reunió con empresarios, banqueros, alcaldes y gobernadores, comunidades
indígenas, y realizó 4 consejos de seguridad en sendas zonas estratégicas
(Chocó, Llanos Orientales, Magdalena Medio y Providencia).
En
cada encuentro planteó las líneas estratégicas de su gestión: política de
industrialización de nuevo tipo para generar riqueza y enfrentar el cambio
climático; democratización del crédito para fortalecer a amplios sectores
productivos; implementación de la “seguridad humana” para construir la paz;
nuevos enfoques de ordenamiento territorial para enfrentar la corrupción, el
narcotráfico y la minería ilegal, y el relacionamiento del gobierno con la
gente.
Petro
no desentona respecto de lo que planteó en campaña electoral. La conformación
de su gabinete también corresponde con la coalición de fuerzas políticas que
construyó tanto con el Pacto Histórico (progresismos, izquierdas y
organizaciones sociales) como con el “frente amplio” (verdes e independientes)
y con el “gobierno incluyente” del Acuerdo Nacional por la vida y la paz, que a
su vez se corresponde con la composición partidista del Congreso.
Así
mismo, inició el proceso de restablecimiento de las relaciones a todo nivel con
el gobierno de Venezuela y dio los primeros pasos para retomar el proceso de
negociación con el ELN a fin de avanzar hacia la “paz total”. Paralelamente,
depuró –con cierta tranquilidad y sin aspavientos- la cúpula del Ejército y la
Policía, lo que significó el retiro de más de 30 generales de ambas fuerzas
armadas, hecho que tocó la fibra reaccionaria del “uribismo”.
Lo
más destacable de los nombramientos, posesiones, encuentros, decisiones y
anuncios, ha sido el sentido práctico y la capacidad de persuasión mostrada por
Petro para sintonizarse con la sociedad. Podríamos decir que ha logrado
tranquilizar a quienes estaban preocupados y nerviosos (empresarios, banqueros,
etc.). El presidente de Asobancaria terminó diciendo en un encuentro que “vamos
a trabajar juntos”, lo que refleja ese ambiente de consenso inicial.
Luego
de que durante la posesión de su gabinete se lanzaran un poco precipitadamente proyectos
de reforma por parte de algun@s ministr@s (salud, educación, laboral,
electoral, minas y energía, etc.) y de que se presentara ante el Congreso la reforma
tributaria, el gobierno de Petro ha decidido centrar sus esfuerzos en sacar
adelante el tema fiscal para asegurar los recursos financieros que requiere
para responder a los compromisos adquiridos en política social y tratar de equilibrar
el presupuesto. Las otras reformas quedan aplazadas.
El
balance de este inicial ejercicio es bastante positivo. El tono, el ritmo, la
forma y el contenido de estos primeros pasos muestra que Petro tiene visión
estratégica, que está preparado para asumir la tarea y que es capaz de
adecuarse a las circunstancias. A diferencia de otros gobernantes de América
Latina, no se amarra a definiciones previas y ha planteado que hace parte de quienes
“están en una búsqueda”. Y, así mismo, llama
al pueblo y a las comunidades a organizarse con autonomía frente al
gobierno para hacer su parte.
El
único incidente que muestra la realidad de la “alianza inter-clasista” y de la “coalición
multipartidista”, y que deja ver el papel de las diversas fracciones de la “burguesía
emergente” y de su sector “burocrático”, fue lo ocurrido en la elección del
Contralor. A pesar que finalmente la dirección parlamentaria del Pacto
Histórico logró mantener la “unidad” con liberales, conservadores, la “U” y
hasta obtener el respaldo de Cambio Radical y del Centro Democrático, se
alcanzaron a ver las precarias y débiles costuras de ese tipo de alianzas.
¿Cuál
es el eje estratégico que obliga a que la oligarquía financiera, los grandes
terratenientes agro-industriales (cañeros, bananeros, palmeros, etc.), los industriales
existentes (alimentos, cemento, confecciones, etc.), las diversas fracciones de
la “burguesía emergente” e incluso sectores del gobierno estadounidense se
mantengan al lado de un gobierno (Petro y Francia) que representa a sectores
populares (trabajadores, campesinos, profesionales precariados, pequeños y
medianos productores, informales, desempleados, indígenas, afros, etc.)?
¿Qué
tipo de propuestas y actitudes son las que influyen para que esos sectores de
las clases dominantes no se pongan al lado de los “terratenientes despojadores”
y de la fracción burocrática más corrupta y reaccionaria de la “burguesía
emergente”, que ya prepara movilizaciones contra el gobierno progresista en
alianza con sectores golpistas del ejército?
Es
indudable que las elecciones mostraron las tendencias predominantes en la
sociedad colombiana y que sólo los sectores más retrógrados se niegan a reconocer.
La gente votó contra la corrupción político-administrativa, quiere consolidar
la paz pasando la página de violencia y, apoya –sin que todavía lo asimile
bien- un proceso de cambio del aparato productivo (industrialización) que
incluya el desarrollo de nuevas fuentes de energías limpias.
Es por ello que Petro tiene la
iniciativa. Así se apoye en una “alianza
interclasista” y en una “coalición multipartidista” que por esencia es precaria
e inestable, mientras el gobierno progresista muestre con actos visibles y
comprobables que está sintonizado con esas causas y alimente a diario esa “esperanza
de cambio”, no solo podrá mantener a raya a sus enemigos irreconciliables sino
que podrá –con resultados tangibles en lo económico y social- sostener y
consolidar acuerdos con sus aliados durante el mayor tiempo posible.
Sabemos
que la oligarquía financiera es la que más chilla. “Quiere
coger los mangos más bajitos”, o sea, no quiere asumir sacrificios. Sabe
que una política seria y consistente de industrialización basada en el cambio
de la matriz energética puede afectar su alianza con el capital transnacional
pero, no puede oponerse de frente porque aparecería como una clase mezquina y
antinacional. Por su lado, los grandes terratenientes agroindustriales saben
que el fortalecimiento del mercado interno puede traerles grandes beneficios y
solo temen que la propuesta de reforma agraria desencadene procesos que afecten
sus intereses territoriales en regiones como el Norte del Cauca o que una
drástica reforma laboral encarezca el costo de la mano de obra, aunque eso lo
pueden resolver con mayor mecanización.
Las
diversas fracciones de la “burguesía emergente” son las que están más cómodas –por
ahora- dentro de esa “alianza interclasista”. Su fracción burocrática aspira a
reemplazar a los contratistas “uribistas” que habían monopolizado los negocios
estatales. La fracción proveniente de los pequeños productores agrarios presiona
por la democratización del crédito y aspira a industrializar sus procesos
productivos. La fracción que tiene origen en economías ilegales está interesada
en legalizar sus activos y convertirse en gran burguesía. Y otros sectores
provenientes del comercio y la “burocracia de la paz”, aspiran a colocar al
Estado a su servicio y competir con los demás sectores capitalistas en mejores
condiciones.
Mientras
tanto, los sectores populares no pueden reducir su acción a tramitar las
reformas en el Congreso de la República. Tampoco pueden centrarse en aspectos
puntuales de sus respectivos sectores que los pueden dividir y darle la
oportunidad a las clases dominantes para desgastar al gobierno (caso del
enfrentamiento entre indígenas y comunidades negras en el Norte del Cauca).
Deben asumir con integralidad los temas centrales que ha planteado Petro, que
apoyó el grueso del pueblo y adaptarlos a sus realidades locales y regionales:
- Organizarse “desde abajo” para combatir la corrupción
a todo nivel, incluido los gobiernos locales y regionales, y el interior de sus
organizaciones sociales;
- Luchar a brazo partido por consolidar la paz,
presionando a guerrillas como el ELN a desmovilizarse e integrarse al cambio
que está en desarrollo, contribuir con el desmantelamiento de los grupos
delincuenciales, asociarse para sustituir los cultivos de uso ilícito y para
acabar con la minería ilegal en beneficio de los mineros artesanales; y
- Organizarse para impulsar procesos de
industrialización y proyectos de generación de energías limpias en todos los
niveles de la producción y en los diversos territorios del país.
En
síntesis, debemos impulsar la organización para la producción, construir más
democracia y participación “desde abajo”, y desarrollar un espíritu práctico y
anti-burocrático. Son las claves para que el pueblo aproveche esta increíble
oportunidad de avanzar en paz hacia un futuro mejor. Tenemos cómo hacerlo “por
arriba” y “desde abajo”, sin afanes ni aventuras.
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