EL VERDADERO DEBATE: CORRUPCIÓN, COOPTACIÓN Y OPORTUNIDAD
Bogotá, 22 de marzo
de 2017
El debate político entre los
demócratas (y las izquierdas) finalmente se ha formalizado. El pasado viernes
17 de marzo en el Centro Cultural Gabriel García Márquez en Bogotá, se
mostraron algunas cartas y argumentos. No todos asistieron pero los mensajes fueron
claros.
Corrupción y cooptación
Las castas dominantes colombianas
no pueden tapar su podredumbre. Los escándalos de corrupción les han estallado
en la cara en plena campaña electoral. Ésta arrancó el pasado 2 de octubre de
2016 (Plebiscito). No saben cómo ocultar su descomposición moral que se ha
hecho evidente con los sobornos de Odebrecht pero que venía de atrás con
numerosos hechos de corrupción ocurridos tanto en este gobierno como en
anteriores (Reficar, Fondelibertad, Saludcoop, Cafesalud, etc.). Altos
funcionarios y poderosos empresarios están en la mira.
Para impedir que la indignación
ciudadana se convierta en una avalancha política que los saque del gobierno,
las cúpulas corruptas intentan confundir a la opinión pública usando diversas
estrategias y trucos. Todos reaccionan con cinismo absoluto e intentan
desmarcarse oportunistamente. “Me acabo de enterar” dice el presidente Santos;
Uribe convoca a una marcha y lanza propuestas de momento; y Vargas Lleras
intenta distanciarse de su partido Cambio Radical comprometido con graves
conductas delictivas en varios departamentos.
Paralelamente, los precandidatos
(as) y dirigentes políticos como Claudia López, Antonio Navarro, Jorge Enrique
Robledo y Sergio Fajardo están construyendo una alianza política y convocan a
conformar un gran “movimiento ciudadano” que vaya mucho más allá de la suma de
los partidos o grupos políticos (Alianza Verde, Polo, Compromiso Ciudadano),
para convertir la campaña electoral de 2018 en un gran plebiscito contra ese
fenómeno corruptor que ha hecho metástasis tanto en el Estado como en la
sociedad.
Algunos sectores de la “izquierda
liberal”, totalmente cooptados por el establecimiento oficial, con Ministra de
Trabajo a bordo, intentan trivializar la lucha contra la corrupción y pretenden
oponerla al apoyo a la implementación de los acuerdos firmados con las FARC. No
obstante, la realidad muestra que estos gobiernos descompuestos no pueden
cumplir con los acuerdos como lo demuestran las evidencias: decenas de
asesinatos de dirigentes sociales y absoluta incapacidad institucional en el
proceso de desmovilización de la guerrilla.
Ese proceso de cooptación de una
buena cantidad de dirigentes de “izquierda” y de organizaciones sociales es una
circunstancia que explica la crispación que ha generado entre esas cúpulas el
surgimiento de la “alianza anti-corrupción”. Les preocupa que se desencadene
una fuerte “ola democrática” que derrote en las elecciones de 2018 tanto a
“santistas”, “uribistas” y “vargas-lleristas”. Para ellos, está en peligro la
continuidad de convenios, proyectos, recursos y burocracia negociada con el
gobierno desde los paros y movilizaciones del 2013 y demás actividades que se
entrelazaron con la campaña del Plebiscito.
En esas circunstancias, con ellos
poco sirve el debate ideológico: la “mermelada” es el principal y único
argumento. Y dirán… ¡la necesidad tiene cara de perro!
El verdadero debate a profundizar
Lo que hay que reiterar es que
Colombia no pasará del infierno al cielo. Viviremos un buen tiempo en el
purgatorio. Un país tan fracturado y lastimado por la guerra y la corrupción no
puede dar un salto de ese tipo. Por ello hay que insistir en que la terminación
negociada del conflicto armado no es la inmediata “paz”. Se requerirá un largo
proceso de superación de las causas que originaron el conflicto, lo que implica
ante todo, derrotar políticamente a quienes lo provocaron y utilizaron. La
persistencia de la violencia en las regiones ligada a proyectos extractivos y
el incremento del narcotráfico, son pruebas de esa verdad.
El purgatorio es lo que llaman
“transición” o “postconflicto”. Es muy importante precisar que si la transición
es manejada por los políticos corruptos y las clases dominantes que generaron e
instrumentalizaron la guerra interna, no habrá el más mínimo cambio y podemos
regresar al infierno. Con el “uribismo” o su contraparte “santista” en el gobierno,
el regreso a la barbarie está asegurado. Cómo derrotarlos a ambos es la esencia
del problema que debemos resolver los demócratas colombianos (y las izquierdas)
de cara al 2018.
En las diversas izquierdas
colombianas existen básicamente tres posiciones. Algunos planteamos que se debe
construir una “convergencia ciudadana” con un perfil de centro-izquierda para
poder ganar. Otros proponen que la izquierda debe elaborar un programa
totalmente anti-neoliberal y liderar un frente amplio. Y unos más, esbozan que
hay que impulsar una “coalición por la paz” con los sectores que apoyaron el SI
en el plebiscito, incluyendo a liberales, conservadores y de la “U”. Es el
meollo de la discusión actual.
Mientras ese debate no se afronta
con presteza y seriedad al interior de las izquierdas, las fuerzas del
establecimiento avanzan con pragmatismo. Vargas Lleras lleva varios años
consolidando su proyecto burocrático con la ayuda del presidente Santos. Por
otro lado, dirigentes de la “unidad nacional” (liberales, conservadores, de la
“U” y otros que no dan la cara), conscientes del peligro de perder el gobierno
por efecto de los escándalos de corrupción, aceleradamente organizan el
“Partido de la Paz”. Será la plataforma para el único candidato que tienen para
enfrentar la “alianza anti-corrupción” que está en marcha. Claro, para engañar,
argumentan que es para oponerse a Vargas Lleras y al uribismo.
Ese candidato no es otro que
Humberto de La Calle Lombana que muy seguramente estará acompañado por Clara
López. Las FARC van a lanzar su propio partido o movimiento pero no presentarán
candidato a la presidencia de la república. No es difícil saber a quién apoyarán.
Así, intentan canalizar fuerzas de izquierda que como siempre (desde 1930),
irán a la cola de las clases dominantes, que son las que manejan los hilos.
Detrás de esa estrategia está la
gran burguesía transnacional. Cómo lo demuestran los sobornos de Odebrecht, el
gran capital siempre juega a varias bandas. Los grandes “cacaos” colombianos y
extranjeros estarán detrás de esa candidatura pero también de la de Vargas
Lleras y el uribismo. Incluso, intentarán influir en la coalición de
centro-izquierda para ir totalmente a la fija. Habrá que impedirlo eligiendo a
quien ofrezca garantías de total independencia. Allí estará la clave de ese
proceso ciudadano que está en desarrollo.
Conclusión
La oportunidad para salir del
infierno está servida. Construir ese “movimiento o convergencia ciudadana” que
presente listas unificadas a la Cámara y al Senado en todo el país (en cada
departamento) y una candidatura única a la Presidencia de la República, es la
tarea del momento. Ir más allá de los partidos, buscar y vincular al ciudadano
“de a pie”, convocar y llegarle a las mayorías abstencionistas, es el arte y la
acción que debemos inventar y realizar. Todo está en nuestras manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario