El trasfondo del “incidente
Petro”…
SE FRAGUA GOLPE DE ESTADO CONTRA SANTOS
Popayán, diciembre 14
de 2013
Gustavo Petro lanzó una prueba de
fuego a Santos. En un contundente discurso ante más de 100 mil personas
reunidas en la Plaza de Bolívar de Bogotá y en las calles aledañas, Petro
demostró cómo el Procurador no tiene la potestad para destituirlo sino que
además – al atribuirse esa función –, está desconociendo la autoridad del
Presidente de la República, quien según la Constitución Política de Colombia,
la Convención Interamericana de DD.HH. y la Ley Estatutaria de Bogotá, es el
único que podría removerlo de su cargo siempre y cuando exista un fallo
condenatorio de un juez penal.
Es más, el burgomaestre de Bogotá
dejó claramente planteado que el presidente Santos ya debía haberse pronunciado
sobre esa arbitrariedad. Es decir, que el presidente ha permitido el irrespeto
de su investidura y por tanto, es cómplice de la violación de la Constitución.
Además, Petro le notifica al presidente que así como los enemigos de la Paz lo
quieren destituir a él, pronto irán por Santos. Es un fuerte y alarmante
llamado de atención.
La democracia de calle y
participativa que el alcalde Petro está construyendo con el pueblo bogotano y
colombiano, ha puesto contra la pared a Juan Manuel Santos, quien representa la
democracia agonizante que ha utilizado la oligarquía neo-granadina para
eternizarse en el poder. Petro ha demostrado cómo la sentencia del Procurador
que lo pretende destituir, es una jugada a tres bandas que han lanzado los
enemigos del proceso de Paz para minar la precaria confianza que se está
construyendo en La Habana y para provocar una situación que puede desencadenar un
Golpe de Estado militar a nivel nacional.
La secuencia de la situación es
la siguiente: Si se concreta la destitución de Petro, ya sea porque el
presidente Santos se haga el de la vista gorda o porque termine respaldando
plenamente al Procurador, ello destrozaría el proceso de Paz. Significa de
hecho borrar de un plumazo lo que el gobierno acaba de pactar con las FARC
sobre garantías para su participación política. Si cae Petro, se van a pique
las conversaciones de La Habana y la candidatura de Santos se va al piso. El
uribismo estará al acecho.
Por el contrario, si Santos hace
respetar la Constitución, llama al orden al Procurador Ordoñez, y respalda la
continuidad de Petro en la alcaldía, ello sería un fuerte empujón al proceso de
Paz, ya que fortalecería la confianza entre el gobierno y la guerrilla. Sin
embargo, ese acto sería interpretado por el uribismo como una traición al
establecimiento, como un desacato al órgano de control y sería presentado ante
la opinión pública como una entrega del país a la insurgencia. En este caso,
Uribe va a ejecutar el complot que ya tiene preparado. Realizarán atentados
criminales de sabotaje para culpar a la guerrilla y presionarán a los altos
mandos militares para dar un Golpe de Estado. ¡Tienen con qué!... el ministro
Pinzón es su principal agente infiltrado y tiene en sus manos las fuerzas
militares.
El círculo infernal se está
cerrando en torno de Santos. Sus vacilaciones y debilidad ante los chantajes de
Uribe no le han permitido jugarse a fondo por la Paz. La prueba de fuego que le
ha lanzado Petro y la misma dinámica política del país, lo tienen arrinconado.
O sale a defender la Constitución, a hacer valer su propia autoridad y respalda
a Petro, o cede ante el chantaje y cae en la trampa tendida por Uribe-Ordoñez.
No hay medias tintas.
Por ello es tan importante
comprender el momento político. En el centro de la política están las
dicotomías “democracia/autoritarismo” y “guerra/Paz”. Incluso el proceso
electoral pasa a un segundo plano. Todo se está jugando alrededor de este
incidente. El “incidente Petro” concentra en su resolución todas las contradicciones
de clase que ha acumulado la sociedad colombiana en los últimos 60 años. La
forma y contenido de esa resolución serán determinantes para el próximo futuro
de la Nación.
Por ello es fundamental
fortalecer la movilización ciudadana y popular. El país ha entrado en una fase
de inestabilidad institucional que requiere con urgencia el protagonismo de las
masas populares en la calle. Las fuerzas democráticas y de Izquierda deben poner
en primer lugar la tarea de construir el “Movimiento por la defensa y ampliación
de la democracia, y por la conquista de la Paz” y colocar sus intereses
electorales en un segundo plano.
Para hacerlo debemos unificarnos
seriamente. A los barrios y sectores populares no podemos llegar con banderas y
camisetas de múltiples partidos y con candidatos de todos los colores, para
plantearles que está en peligro lo poco que tenemos de democracia. Nos van a
decir… ¿Y por qué no empiezan por bajarse de sus intereses políticos que tienen
un fuerte olor a politiquería? Es la respuesta natural.
El país está pendiendo de un
hilo. Se necesita grandeza y generosidad. Si vamos a impulsar un verdadero
movimiento popular y ciudadano para defender la continuidad de Petro y a la
vez, derrotar las fuerzas autoritarias y guerreristas – fortaleciendo la
democracia –, tenemos que ir mucho más allá de las estructuras organizativas sociales
y políticas existentes. Hay que llegarle a todas las capas sociales, hay que
desplegar un trabajo de nuevo tipo.
En cada localidad de Bogotá, en
cada ciudad de Colombia, deben surgir Comités amplios, incluyentes,
participativos, que se coloquen tareas de propaganda, reuniones en los barrios
y sectores populares, que agiten consignas que vayan más allá de la defensa del
gobierno de Petro, que relacionen el “incidente” con la defensa de la
democracia y la conquista de la Paz, que alerten sobre los intereses y
estrategias de los guerreristas y autoritarios.
La “nueva apertura democrática”
ya no está en manos de la burguesía. Ahora la tenemos en nuestras manos. La
torpeza del uribismo con sus cálculos golpistas, nos ha dado la oportunidad de
desplegar las fuerzas populares para concretar viejos anhelos democráticos de
nuestro pueblo. ¡No podemos ser inferiores al momento! ¡Es ahora o nunca!
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