lunes, 16 de diciembre de 2013

POTENCIAR LA UNIDAD Y AVANZAR CON VALENTÍA

POTENCIAR LA UNIDAD Y AVANZAR CON VALENTÍA

Popayán, 16 de diciembre de 2013

En anterior artículo planteamos que el “incidente Petro” reúne las contradicciones de clase acumuladas por la Nación en los últimos 65 años. El referente es el asesinato de Gaitán (1948). En ese transcurso de tiempo se han transformado las clases sociales con nuevas formas hegemónicas. Identificar el comportamiento de cada clase o grupo social es fundamental para diseñar y sustentar la estrategia.

Entramos en el desenlace de una crisis política e institucional que gira alrededor del proceso de Paz y la democratización del país. El “incidente Petro” es una manifestación más de esa confrontación de clases y grupos, que va a llevar necesariamente a una nueva disposición de las mismas. El bloque de conflicto ha acumulado las diferentes cargas que se contraponen, entrecruzan, superponen, se anulan o potencian. Cada clase o tiene escaso margen de maniobra.

Estamos frente a tres escenarios posibles: 1. Fracaso del proceso de Paz y regreso al autoritarismo guerrerista. 2. Concertación de una "paz a medias" con tímida apertura democrática. 3. Conquista de la Paz y democratización del país con amplia participación popular. Cada escenario corresponde al interés de los bloques sociales y políticos en disputa que forcejean para aprovechar las circunstancias creadas.

Los tres bloques sociales y políticos constituidos son: El primero, guerrerista autoritario liderado por los grandes terratenientes y sectores de la gran burguesía agraria heredera de tradiciones esclavistas y feudales. Aglutina a su alrededor a un sector del campesinado rico. Su expresión política es el uribismo aliado a un sector del partido conservador. Sus líderes visibles, el ex-presidente Uribe y el procurador Ordoñez.

El segundo bloque está formado por la burguesía transnacionalizada, o sea, la gran burguesía que aglutina los intereses de los 6 grandes grupos económicos convertidos en grandes corporaciones capitalistas a cuya cabeza está el capital financiero[1]. Recoge y subordina bajo su poder a las débiles burguesías industrial, burocrática y comercial, que son utilizadas para tender puentes hacia los sectores populares para canalizar y neutralizar sus intentos de generar procesos de organización autónomos e independientes. También logra recoger a los estratos altos de la clase media. Su expresión política se concreta en el presidente Santos y los partidos de la “unidad nacional”.

El tercer bloque está en formación. Está compuesto por las clases subordinadas y excluidas. Son los trabajadores y las clases medias empobrecidas, los campesinos (mestizos, indígenas, y afrodescendiente), la inmensa masa de trabajadores informales y los desempleados. Intenta jalonar a sectores de la burguesía nacional y clase media acomodada que aspiran a la Paz, la democracia y la soberanía nacional. Su expresión política es variopinta, diversa y todavía dispersa. No cuenta con un núcleo consolidado que le de consistencia y continuidad a su acción política. En la coyuntura actual, Gustavo Petro surge como su abanderado.

Desde el punto de vista económico los bloques latifundista y de la gran burguesía coinciden en impulsar la política neoliberal. La burguesía transnacionalizada es la más decidida en ese terreno y pretende impulsar – a la sombra del proceso de Paz – una segunda fase de neoliberalismo, mucho más depredador y despojador de los recursos naturales, el territorio y el trabajo, en alianza con sus socios imperialistas del mundo entero.

Los bloques de clase frente al “incidente Petro”
El bloque guerrerista desencadenó conscientemente el “incidente Petro” para desestabilizar el proceso de Paz, golpear el bloque democrático popular encabezado por la “Bogotá Humana”, colocar a la defensiva al bloque de la burguesía transnacionalizada y tomar la iniciativa política en la actual coyuntura, en la cual teme el desencadenamiento de una ola democratizadora que ponga en peligro sus intereses económicos, políticos y culturales. Le apunta al escenario 1 (Fracaso del proceso de Paz y regreso al autoritarismo guerrerista).

El bloque popular recogió el golpe y hasta el momento ha desplegado sus fuerzas para defenderse. Sabe que si no reacciona, que si permite la exclusión de Petro, lo avanzado con mucha dificultad en los últimos 22 años, no sólo va a ser neutralizado, sino, que se corre el riesgo de una regresión más profunda. Sus diferentes fuerzas se tensionan entre alcanzar el escenario 3 (Conquista de la Paz y democratización del país con amplia participación popular) o quedar subordinado a los intereses y estrategias de los otros dos bloques de poder.

El bloque de la “paz moderada”, que es el verdadero objetivo de ataque por parte de los guerreristas, sabe que la situación es muy inestable. Si permite que Petro sea “echado a patadas” del establecimiento, entiende que se pone en riesgo el proceso de Paz y que la campaña reeleccionista de Santos correría gran riesgo. Pero este bloque está atrapado por la institucionalidad y no la va a poner en peligro porque ello sería abrir la válvula para la gestación de un verdadero proceso de democratización del país. Su escenario es el 2 (Concertación de una "paz a medias" con tímida apertura democrática), así tenga que hacer concesiones a los otros dos bloques.

Las estrategias

El uribismo va a intentar llevar el “incidente Petro” a sus últimas consecuencias, que es el rompimiento de los diálogos y a la vez golpear a los dos bloques contendientes, que ellos identifican como uno solo. Saben que tienen que golpear a Santos en el tema de la Paz para poder regresar al gobierno y en ese empeño no van a ceder. Su estrategia está decidida. La destitución de Petro fue muy bien pensada, calculada y determinada. Van a fondo porque entienden que no tienen otra oportunidad. Están dispuestos a tensar la cuerda al máximo incluyendo un golpe de Estado. Están convencidos que Santos está entregando el país a la insurgencia porque temen que un verdadero proceso de democratización sea aprovechado por las fuerzas democráticas y de izquierda.

Santos – puesto contra la pared – ya intenta una solución “salomónica”. Por medio del Fiscal trata de debilitar la posición del Procurador para buscar la atenuación de la sanción (rebaja de los años de inhabilidad). Una cosa es la destitución de Petro y otra la sanción (15 años). El atropello a la democracia está en la destitución y la atenuación de la sanción no restituye la democracia. Por intermedio del partido liberal y un sector de los “verdes”, busca que Petro “acepte la institucionalidad” y recurra como carta de salvación a la Corte Interamericana de DD.HH. y la ONU. Frente a la guerrilla se comprometerá a revisar y recortar las funciones del Procurador, cediendo en algunos otros aspectos de forma. De esa manera busca navegar en aguas agitadas. Su objetivo: neutralizar a los guerreristas pero paralelamente debilitar y manipular las fuerzas de la democracia popular.  

El bloque democrático-popular depende de sí mismo y de la capacidad para unificarse sobre la marcha. El gran dilema es saber unir la lucha por la defensa de la democracia y la conquista de la Paz con las reivindicaciones políticas de soberanía y desarrollo económico (renegociación de los TLCs y política agraria, salud y educación gratuitas, industrialización de nuestras materias primas, etc.) La disciplina actual es lograr conectar las movilizaciones agrarias, estudiantiles, por la salud y el medio ambiente con la lucha por la democratización del país y la Paz. Esa unidad se concretaría en términos políticos en un Frente Amplio donde estén todas las fuerzas sociales y políticas de izquierda como el Polo Democrático Alternativo, Alianza Verde, UP, Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, País Común, MAIS, ASI y otras fuerzas liberales e independientes.

Si la lucha se reduce a la defensa del gobierno de Petro y de la “Bogotá Humana”, la movilización popular no logrará la fuerza ni la continuidad que se requiere para enfrentar a los otros dos bloques con autonomía e independencia. Limitar la lucha actual al “incidente Petro” puede llevar a las fuerzas populares a quedar colgadas de la estrategia de la gran burguesía y del interés reeleccionista de Santos. Además, el desenlace inmediato del “incidente Petro”, o sea, la ejecución de la destitución del alcalde capitalino, dejaría al bloque democrático-popular en una situación de incertidumbre. La coyuntura es propicia para fortalecer el movimiento popular en la lucha por la democracia y la Paz.

Resumiendo: el bloque democrático-popular debe apuntarle con todas sus fuerzas al escenario 3 (Conquista de la Paz y democratización del país con amplia participación popular), para quedar bien posicionado frente al escenario más posible que es el 2 (Concertación de una "paz a medias" con tímida apertura democrática). Que todo el movimiento popular le notifique a los guerristas y a la gran burguesía que no sólo lucha por la democracia y la Paz sino que aspira a reformas estructurales en temas de soberanía nacional y desarrollo económico y social.

Como se ve, sólo la más amplia unidad de los sectores populares puede garantizar un avance sustancial a su favor en la correlación de fuerzas. Tal unidad debe concretarse en un gran evento nacional en Bogotá el próximo 9 de enero que protocolice la creación de un Gran Frente Amplio por la Democracia, la Paz y la Soberanía Nacional, que congregue a todo el pueblo en la gran movilización popular convocada por Gustavo Petro y la “Bogotá Humana”, para el 10 de enero de 2014.

[1] Los 6 grupos económicos transnacionalizados más grandes de Colombia son: Grupo Aval (Luis Carlos Sarmiento Angulo), Santodomingo, Ardila Lulle, Carvajal, Sindicato Antioqueño y Seguros Bolívar (Davivienda).  

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