LA ASTUCIA DE URIBE Y LA DEBILIDAD DE SANTOS
Popayán, 23 de
diciembre de 2013
La estrategia del uribismo está
en marcha. Tiene como eje minar al máximo la confianza de la población en el proceso
de Paz, única carta fuerte que tiene el presidente Santos. Está dirigida a debilitar
– hora a hora –, la credibilidad del gobierno.
Con cálculo político y mucha
filigrana, el ex-presidente Uribe ha lanzado desde hace varios meses una ofensiva
contra Santos. Él es su cabeza en el terreno político, en lo militar es el
ministro de Defensa Pinzón y en el campo jurídico el procurador Ordoñez.
Mientras tanto reservan al candidato presidencial Oscar Iván Zuluaga para
evitar cualquier desgaste.
Primero fue responsabilizar al
actual gobierno de la pérdida de territorio con Nicaragua. Después fue la denuncia
de un plan de las FARC para atentar contra Uribe, el Fiscal General y “Pacho”
Santos. Luego vino la destitución del alcalde de Bogotá Gustavo Petro. Ahora,
acusan al gobierno de conformar un “cartel de la re-elección”. Ya deben estar
planeando un auto-atentado para dinamitar los diálogos de Paz.
El gobierno cae fácilmente en la
trampa. Es una administración débil y pusilánime. No tiene confianza en sí
misma. Está infiltrada por el uribismo. Se ha desgastado en una suma de
errores. Negocia el apoyo a sus iniciativas con toda clase de politiqueros y mantiene
la “unidad nacional” pegada con “mermelada” burocrática. Además, tiene tras de
sí el ojo inquisidor del Procurador y los militares. Su indecisión y temor
surge a la vista.
Respecto al conflicto con
Nicaragua, Santos amenazó con hacer públicas las actas de la comisión de
Relaciones Exteriores pero después se echó para atrás. Cedió totalmente ante la
presión de Uribe de no acatar el fallo de la Corte Penal Internacional, cuando
en un principio su idea era aceptar la realidad y negociar con el gobierno nicaragüense.
Frente a la denuncia de los
atentados que estaría preparando la Columna Móvil “Teófilo Forero” contra
personalidades políticas, el gobierno le dio total validez y montó un show
mediático. Poco después Santos planteó en forma tímida que se trataba de “viejos
planes” ya conocidos por la inteligencia militar, pero no desmintió plenamente
a su ministro.
En cuanto al “incidente Petro”,
el Presidente se “lava las manos” diciendo que hay que acatar el fallo y
respetar las instituciones. Sin embargo, por medio del Fiscal intenta debilitar
la posición del Procurador porque sabe que si es obligado a destituir al
Alcalde ello le acarreará un grave daño electoral.
En relación a la denuncia de
tráfico de influencias y el otorgamiento de auxilios económicos a congresistas
para amarrar el apoyo a su reelección, el mismo Fiscal General ha salido a
defender al gobierno justificando los “cupos indicativos” o auxilios
parlamentarios. Mientras, el ministro del Interior contra ataca sin mayor
convicción.
Estos golpes del uribismo dirigidos
a Santos sólo son parte del calentamiento. La cabeza de lista al Senado del
Centro Democrático se enfrenta así al primer mandatario, como parte de su
astuta estrategia para conseguir un importante triunfo en las elecciones legislativas
del 9 de marzo. El gobierno va a la zaga, reacciona a la defensiva y muestra gran
debilidad.
Mientras tanto la izquierda y la
centro-izquierda no muestran un comportamiento coherente. El Polo Democrático
Alternativo que se autodenomina como el único partido de oposición termina colgado
del carro del uribismo, claro, sin quererlo. La Alianza Verde (incluyendo a la
UP y otros grupos), al apostar todo al proceso de Paz acaba enganchada al desvencijado
coche del santismo, también, sin proponérselo. Están en un emparedado.
Las FARC tampoco saben qué hacer.
Un día ceden en la mesa de negociaciones para mostrar avances en los acuerdos, luego
realizan el brutal atentado de Inzá, al día siguiente declaran una tregua por
30 días, después se sorprenden de la destitución de Petro y finalmente, terminan
quejándose de los zigzagueos de Santos. Son un cometa al viento.
Los primeros meses del año 2014 van
a ser determinantes para el futuro de Colombia. El proyecto de guerra uribista
amenaza con crecerse ante la debilidad manifiesta de Santos y la impotencia de
la izquierda que no atina a definir una estrategia unificada que se convierta
en verdadera alternativa de cambio.
Santos cree que cediéndole terreno
al uribismo va a poder reelegirse. Uribe sabe que de lograrse un acuerdo de
Paz, su futuro y el de sus cómplices es incierto, ya que puede terminar en la
cárcel como sucedió con Fujimori. El “incidente Petro” está en el centro del
conflicto, es un pulso que se está jugando entre la democracia y el
autoritarismo.
Sólo si se evita la destitución
de Petro y se derrota la revocatoria de su mandato, la democracia puede tomar
la iniciativa. De no conseguirse ese objetivo, el proyecto criminal de la mafia
uribista va a estar a un paso de recuperar el poder. De ese tamaño es el reto.
El 10 de enero de 2014 es una
fecha trascendental. El pueblo bogotano y las fuerzas democráticas de todo el
país deben dar una demostración contundente de lucha por la defensa de la
democracia y la conquista de la Paz. La presión popular debe mantenerse y
fortalecerse. No hay caminos intermedios ni salidas conciliadoras.
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