domingo, 22 de diciembre de 2013

LA ASTUCIA DE URIBE Y LA DEBILIDAD DE SANTOS

LA ASTUCIA DE URIBE Y LA DEBILIDAD DE SANTOS

Popayán, 23 de diciembre de 2013 

La estrategia del uribismo está en marcha. Tiene como eje minar al máximo la confianza de la población en el proceso de Paz, única carta fuerte que tiene el presidente Santos. Está dirigida a debilitar – hora a hora –, la credibilidad del gobierno.

Con cálculo político y mucha filigrana, el ex-presidente Uribe ha lanzado desde hace varios meses una ofensiva contra Santos. Él es su cabeza en el terreno político, en lo militar es el ministro de Defensa Pinzón y en el campo jurídico el procurador Ordoñez. Mientras tanto reservan al candidato presidencial Oscar Iván Zuluaga para evitar cualquier desgaste.

Primero fue responsabilizar al actual gobierno de la pérdida de territorio con Nicaragua. Después fue la denuncia de un plan de las FARC para atentar contra Uribe, el Fiscal General y “Pacho” Santos. Luego vino la destitución del alcalde de Bogotá Gustavo Petro. Ahora, acusan al gobierno de conformar un “cartel de la re-elección”. Ya deben estar planeando un auto-atentado para dinamitar los diálogos de Paz.

El gobierno cae fácilmente en la trampa. Es una administración débil y pusilánime. No tiene confianza en sí misma. Está infiltrada por el uribismo. Se ha desgastado en una suma de errores. Negocia el apoyo a sus iniciativas con toda clase de politiqueros y mantiene la “unidad nacional” pegada con “mermelada” burocrática. Además, tiene tras de sí el ojo inquisidor del Procurador y los militares. Su indecisión y temor surge a la vista.

Respecto al conflicto con Nicaragua, Santos amenazó con hacer públicas las actas de la comisión de Relaciones Exteriores pero después se echó para atrás. Cedió totalmente ante la presión de Uribe de no acatar el fallo de la Corte Penal Internacional, cuando en un principio su idea era aceptar la realidad y negociar con el gobierno nicaragüense.

Frente a la denuncia de los atentados que estaría preparando la Columna Móvil “Teófilo Forero” contra personalidades políticas, el gobierno le dio total validez y montó un show mediático. Poco después Santos planteó en forma tímida que se trataba de “viejos planes” ya conocidos por la inteligencia militar, pero no desmintió plenamente a su ministro.

En cuanto al “incidente Petro”, el Presidente se “lava las manos” diciendo que hay que acatar el fallo y respetar las instituciones. Sin embargo, por medio del Fiscal intenta debilitar la posición del Procurador porque sabe que si es obligado a destituir al Alcalde ello le acarreará un grave daño electoral.

En relación a la denuncia de tráfico de influencias y el otorgamiento de auxilios económicos a congresistas para amarrar el apoyo a su reelección, el mismo Fiscal General ha salido a defender al gobierno justificando los “cupos indicativos” o auxilios parlamentarios. Mientras, el ministro del Interior contra ataca sin mayor convicción.

Estos golpes del uribismo dirigidos a Santos sólo son parte del calentamiento. La cabeza de lista al Senado del Centro Democrático se enfrenta así al primer mandatario, como parte de su astuta estrategia para conseguir un importante triunfo en las elecciones legislativas del 9 de marzo. El gobierno va a la zaga, reacciona a la defensiva y muestra gran debilidad.

Mientras tanto la izquierda y la centro-izquierda no muestran un comportamiento coherente. El Polo Democrático Alternativo que se autodenomina como el único partido de oposición termina colgado del carro del uribismo, claro, sin quererlo. La Alianza Verde (incluyendo a la UP y otros grupos), al apostar todo al proceso de Paz acaba enganchada al desvencijado coche del santismo, también, sin proponérselo. Están en un emparedado.  

Las FARC tampoco saben qué hacer. Un día ceden en la mesa de negociaciones para mostrar avances en los acuerdos, luego realizan el brutal atentado de Inzá, al día siguiente declaran una tregua por 30 días, después se sorprenden de la destitución de Petro y finalmente, terminan quejándose de los zigzagueos de Santos. Son un cometa al viento.

Los primeros meses del año 2014 van a ser determinantes para el futuro de Colombia. El proyecto de guerra uribista amenaza con crecerse ante la debilidad manifiesta de Santos y la impotencia de la izquierda que no atina a definir una estrategia unificada que se convierta en verdadera alternativa de cambio.   

Santos cree que cediéndole terreno al uribismo va a poder reelegirse. Uribe sabe que de lograrse un acuerdo de Paz, su futuro y el de sus cómplices es incierto, ya que puede terminar en la cárcel como sucedió con Fujimori. El “incidente Petro” está en el centro del conflicto, es un pulso que se está jugando entre la democracia y el autoritarismo.

Sólo si se evita la destitución de Petro y se derrota la revocatoria de su mandato, la democracia puede tomar la iniciativa. De no conseguirse ese objetivo, el proyecto criminal de la mafia uribista va a estar a un paso de recuperar el poder. De ese tamaño es el reto.


El 10 de enero de 2014 es una fecha trascendental. El pueblo bogotano y las fuerzas democráticas de todo el país deben dar una demostración contundente de lucha por la defensa de la democracia y la conquista de la Paz. La presión popular debe mantenerse y fortalecerse. No hay caminos intermedios ni salidas conciliadoras.  

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