La necesidad de una “teoría económica” para
impedir el apocalipsis climático
Popayán, 24 de
noviembre de 2022
Frente a la realidad evidente y palpable de que hay que abandonar
la economía capitalista basada en la “química del carbono o del petróleo” y en
el “crecimiento ilimitado” que promueve la explotación irracional de los
recursos naturales y del trabajo humano, se han ido formando a nivel global una
serie de bloques de potencias, países, gobiernos, grupos de presión, pueblos y
personas.
Presento a continuación una primera mirada de ese proceso de
alineamiento que es parcial y temporal (o sea, en movimiento real):
Frente a la crisis ambiental están los “negacionistas” y los
“afirmacionistas”. Los unos, rechazan los informes científicos;
plantean que el cambio climático es un fenómeno natural y no por los gases de
efecto invernadero. Para ellos, todo es una campaña de los “globalistas” (Soros
y cía.) para debilitar a los países productores o consumidores de petróleo, gas
y carbón, y “apoderarse del mundo”. Los otros, son conscientes del problema y
llaman a impulsar una transición hacia energías limpias, y entre ellos, algunos
consideran que estamos frente a una crisis de carácter civilizatorio.
Frente a la necesidad de impulsar la transición energética
están los “radicales” y los “gradualistas”. Los primeros plantean que hay que
reducir drásticamente la producción y consumo de combustibles fósiles dado que
estamos entrando en la fase del “no retorno” y que está en riesgo la
supervivencia de la vida humana en la tierra. Los segundos creen que hay que ir
paso a paso generando nuevas energías renovables y limpias para en forma
progresiva reemplazar los combustibles fósiles. En ello, surgen diferencias en
cuanto a que la “transición” se pueda hacer en el marco del capitalismo y
quienes creen que se requiere o que surgirá un proceso de transformación
estructural.
Frente a los intereses de la Humanidad existen los que
denomino como “humanistas-globales” y los “nacional-chovinistas”. Los unos,
llaman a subordinar los intereses nacionales y sectoriales (etnias, culturas,
géneros, etc.) frente a los intereses de la Humanidad en su conjunto, para
evitar la hecatombe ambiental; los otros, utilizan los intereses nacionales
para rechazar cualquier cambio que afecte sus economías y su poder político. Los
“nacional-chovinistas” se caracterizan por ser “negacionistas” o, si acaso
reconocen el problema, inventan todo tipo de excusas para no hacer nada.
Los “humanistas globales” no son lo mismo que los “globalistas”.
Los “globalistas” son aquellos capitalistas –como Soros– que promueven la
globalización neoliberal en favor de intereses “occidentales” (USA, UE). Los “globalistas”
se declaran “progresistas” y hasta “socialistas”, “multiculturalistas” y
“ambientalistas”, pero promueven todo tipo de conflictos para debilitar a otras
potencias imperiales y, no les importa, que guerras como la de “Rusia- Ucrania”
generen toda clase de efectos negativos que agravan la crisis ambiental,
alimentaria y energética en el mundo.
Los “nacional-chovinistas” son aquellos quienes utilizan el “nacionalismo
de gran potencia” para mantener su poder. Esas fuerzas actúan al interior de
todas las potencias imperiales (EE.UU., UE, Rusia, China, India, Irán, etc.), y
están representados por los Trump, Orbán, Putin, Xi, Modi, Raisi, etc. Cuando los
pueblos y los trabajadores impulsan procesos de lucha que ponen en riesgo sus
intereses, no dudan en llegar a acuerdos con los “globalistas” como ha ocurrido
recientemente en los casos de Libia, Siria, Irak, Afganistán o con la pandemia
Covid.
Frente al futuro, a lo que va a ocurrir en las siguientes décadas
de tiempo, se pueden apreciar a los “apocalípticos”, que plantean que “no hay
nada qué hacer” y a los “optimistas”, que no renuncian a la lucha. Esa lucha consiste
en obligar a los grandes poderes económicos y políticos a reducir la emisión de
gases de efecto invernadero y, proponen a la Humanidad en su conjunto, la
necesidad de diseñar una “nueva economía” que inicie un proceso de
“decrecimiento” y de racionalización de la producción y del consumo. Entre los “apocalípticos”
están los multimillonarios que impulsan una “colonización espacial” para
instalar bases humanas en la Luna o en Marte.
Frente a las posibles soluciones al problema planteado están
los “elitistas-maltusianos” y los “humanistas-decrecionistas”. Los primeros
plantean que hay que reducir la población, ya sea con guerras, pandemias,
hambrunas, etc., porque “el progreso no se puede detener”; mientras que los
segundos, están convencidos de reducir el crecimiento económico, derrotar el
consumismo y cuidar la vida, lo cual requiere de una “revolución cultural y
espiritual”.
No se pueden identificar cada una de esas posiciones
políticas (e ideológicas) con una potencia imperial o un país. Existe una lucha
interna sobre ese tema dentro de cada nación y país, y también, dentro de los
pueblos y de los trabajadores, e incluso, al interior de los partidos
políticos, de las empresas y de los gobiernos. Por ello se requiere analizar
las causas materiales (“¿objetivas?”) de esa confrontación que parece ideológica
pero que se sustenta en intereses concretos, de clases y sectores sociales, de
grupos de poder y del gran capital.
Profundizar en ese análisis es indispensable para poder
entender esos “alineamientos ideológicos”. Sólo la comprensión de ese entramado
de intereses de clases y sectores sociales puede darnos “luces” sobre por qué
las “nuevas derechas” (neo y proto-fascistas) han logrado incidir en amplios
sectores sociales en diversos países, especialmente, entre los antiguos
trabajadores industriales que fueron arrasados y pauperizados por la
globalización neoliberal. Es algo real y vigente.
Una nueva teoría crítica (que está en formación) puede ayudar
a dilucidar y explicar las paradojas que surgen al calor de las luchas políticas
y sociales. Es una tarea indispensable para orientar nuestras luchas con claridad
y autonomía y no ser utilizados por los “globalistas” que se pintan de “humanistas”,
de “pluriculturales”, o de “ambientalistas”, y promueven “nuevas escuelas de
pensamiento” que se especializan en atacar las ideas de Marx, y desechan como
por arte de magia las contradicciones entre el capital y el trabajo, y entre la
relación capital-trabajo y naturaleza.
Y así mismo, no caer en las trampas de la “geopolítica” y de
los falsos “nacionalismos”, que también, se insertan dentro de las luchas de
los trabajadores, asumiendo formas “anti-imperialistas” que nos colocan al
servicio de los emergentes imperios económicos y militares (China, Rusia, India,
Irán) dirigidos por gobernantes autócratas y reaccionarios, que merecen ser
denunciados y enfrentados porque oprimen y explotan a sus propios pueblos y
trabajadores, igual que lo hace la potencia imperial decadente de occidente
(USA). (ver
artículo de Rolando Astarita).
Es la “nueva teoría económica” que propuso construir el
presidente Gustavo Petro en el Instituto de Estudios Políticos de Paris (ver
artículos de Jorge Senior sobre el tema).
Referencias
bibliográficas (vínculos)
ONU (2019). Esto es lo
que dicen los científicos: el cambio climático llega antes y más fuerte de lo
previsto. https://news.un.org/es/story/2019/09/1462482
Astarita, R. (2022). Bregman-PTS
sobre derecha y libertades democráticas. https://rolandoastarita.blog/2022/11/20/bregman-pts-sobre-derecha-y-libertades-democraticas/
Senior, J. (2022). Desde
París, Petro propone una revolución planetaria. https://www.elunicornio.co/desde-paris-petro-propone-una-revolucion-planetaria/
Senior, J. (2022). Crítica
constructiva al discurso de Petro en París. https://www.elunicornio.co/critica-constructiva-al-discurso-de-petro-en-paris/
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