El desarrollo desigual y
combinado en Colombia
DE BATEMAN A PETRO
Popayán, 14 de junio
de 2018
“Toda revolución para avanzar necesita repetirse”.
1. Continuidad y saltos cualitativos en nuestras luchas
A muchos amigos –sobre todo del
exterior– les sorprende lo que ocurre en Colombia con el avance de la Colombia
Humana y la campaña de Gustavo Petro. Creo, pierden el hilo histórico de los
hechos, la continuidad de las fuerzas sociales, económicas y culturales, y la
evolución de los actores políticos que se juegan en coyunturas específicas pero
que son resultados acumulados de energías y experiencias a lo largo de varias
décadas.
Lo que está sucediendo en este
país es la consecuencia de lo ocurrido en 1991, que a su vez, era acumulación
de procesos y luchas anteriores. En aquel momento, las fuerzas de avanzada
fueron representadas por líderes
improvisados porque tanto a la UP como al Nuevo Liberalismo y al M19, les
habían asesinado o habían desaparecido sus principales dirigentes (Jaime Pardo
Leal y Bernardo Jaramillo Ossa; Luis C. Galán Sarmiento; y Jaime Bateman y Carlos
Pizarro).[1]
Es importante recordar que
Colombia se adelantó a todos los países de Sudamérica con la Constitución de
1991, que recogió en sus contenidos muchas reivindicaciones democráticas, en descentralización,
participación, diversidad cultural y autonomía étnica, que habían sido los ejes
de esas luchas sociales y políticas. Pero, no había la capacidad para concretar
los cambios reales.
La UP fue subordinada a la
estrategia de las Farc que se convirtió en una interferencia armada del proceso
de transformación que representaba esa nueva Carta Política. El Nuevo
Liberalismo fue traicionado por César Gaviria quien fue ungido como presidente
y su fuerza fue canalizada hacia la política neoliberal y al pacto con las
mafias; y el M19, sin la conducción revolucionaria de la dirigencia auténtica,
pactó parcialmente –en cabeza de Navarro– con López Michelsen y Gómez Hurtado
una especie de transición insulsa que se diluyó y detuvo el empuje
acumulado.
Hoy en Colombia los herederos de
ese proceso truncado están al frente de las fuerzas de la democracia. Por un
lado, las nuevas generaciones del M19, representadas por Petro; por otro, la
juventud del Nuevo Liberalismo personificada en Claudia López; y también,
nuevos dirigentes sobrevivientes de la UP y sectores similares pero sin
encontrar todavía sus esencias.
A partir de las elecciones de
2018 aparecieron las nuevas expresiones políticas que se van a disputar la
hegemonía en el próximo futuro. Seguramente, en 10 o 20 años, en la siguiente
etapa de luchas, después de liquidar a la vieja clase política, se enfrentarán
un progresismo liberal del siglo XXI; las nuevas fuerzas políticas de derecha
tipo Ciudadanos de España; y una izquierda moderna con visiones y prácticas
post-capitalistas liberada de las tradiciones “estatistas”.
Es lo que mostró desde el 2 de
octubre de 2016 esta larga y apasionante campaña electoral.
2. El eje central de la propuesta de Petro
Uno de los grandes méritos de Gustavo
Petro en esta campaña electoral fue haber posicionado el tema de la necesidad
de la industrialización de nuestras materias primas, la democratización
pacífica de la propiedad de la tierra y la urgencia de cambiar el modelo
energético con base en la promoción de energías limpias y renovables.
Esas propuestas son la base real
y concreta para construir una economía fuerte e independiente sin necesidad de
cerrar las fronteras (nacionalismos estrechos) sino enfrentando con nuevas
herramientas la globalización económica que hoy todas las potencias imperiales
(USA, Rusia, China, UE) quieren limitar y regular, impulsando nuevos y
agresivos nacionalismos imperiales que ya crean nuevas fricciones entre ellas
mismas (como lo ocurrido en Canadá con el G7).
Esa recomposición de la
globalización neoliberal es la esencia de la “nueva” política de Trump pero
también de todos los gobiernos de las demás potencias y es el fundamento
principal de la actual “guerra absoluta” (Paye, 2018) que ya se desarrolla a
nivel global en lo económico, militar, mediático e informático[2].
¿Quiénes son los sectores
sociales y económicos que en Colombia están interesados en la industrialización
de nuestras materias primas?
No son los grandes empresarios y,
ahora menos, cuando sus amos estadounidenses impulsan políticas
proteccionistas. Por ello no renuncian a seguir entregando nuestras riquezas al
gran capital para que las exploten en favor de inversionistas transnacionales.
Solo hay dos sectores que
necesitan con urgencia ese salto cualitativo en la economía y que están
medianamente preparadas para hacerlo. Son:
1. Los pequeños y medianos
productores agropecuarios y los pequeños y medianos emprendedores de las
ciudades; y
2. Los jóvenes profesionales
precariados, incluyendo tecnólogos y técnicos, que requieren del desarrollo de
una agricultura y una industria con alto desarrollo tecnológico que genere
empleo formal y de calidad.
Para hacerlo no basta con acceder
y tener el control del gobierno (parte del Estado), aunque se requiere su
apoyo. Lo principal es el empuje de los sectores sociales organizados para
poder quebrar la resistencia de los poderosos monopolios globales y “nacionales”
que no están interesados en compartir sus ganancias y temen perder el control
de la economía.
Y de acuerdo a las experiencias
(más fracasadas que exitosas) de los países vecinos, se necesita mucha
creatividad de los pequeños y medianos productores para con base en la
organización y asociación autónoma e independiente del Estado (“procomún
colaborativo”), logren desarrollar y construir nuevas formas productivas que
sean social, económica y ambientalmente sostenibles y rentables.
Sorprende que a lo largo de los
últimos 20 años de lucha de los pequeños y medianos productores (cafeteros,
paneleros, arroceros, lecheros, paperos, cacaoteros, fruticultores, etc.) no se
haya levantado esa reivindicación y su lucha se haya limitado a proponer
soluciones coyunturales y parciales, subsidios, incentivos, y otras medidas,
que no tocan la esencia de los problemas. Hoy esa diferencia conceptual se hace
más evidente en el terreno ideológico-político.
Gran mérito tiene Gustavo Petro
en esa acción política y, por ello, y muchos más temas que ha posicionado en
esta campaña electoral, merece todo el apoyo para ser elegido presidente el
próximo 17 de junio.
[1]
UP: Unión Patriótica, fuerza política de orientación comunista desarrollada con
el concurso de las FARC en la década de los años 80s del siglo pasado (XX); Nuevo
Liberalismo: disidencia del partido liberal liderada por Luis Carlos Galán
Sarmiento, contrario a cualquier pacto con los narcotraficantes; M19: Movimiento político-militar y guerrilla
semi-urbana de orientación nacionalista no alineada con ninguna corriente de la
izquierda comunista.
[2]
Paye, Jean Claude (2018). “¿Guerra económica o «guerra absoluta»?”, en Red
Voltaire. https://bit.ly/2JGxh24
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