viernes, 29 de septiembre de 2017

OFENSIVA CONTRA LOS ACUERDOS DE PAZ CON DOBLE INTENCIÓN

  OFENSIVA CONTRA LOS ACUERDOS DE PAZ CON DOBLE INTENCIÓN

Popayán, 29 de septiembre de 2017

Por primera vez en mucho tiempo en Colombia las fuerzas políticas alternativas a los partidos que representan la tradición oligárquica tienen amplias posibilidades de llegar a la Presidencia de la República en las próximas elecciones de 2018.

Los candidatos de Alianza Verde, Polo Democrático y Compromiso Ciudadano agrupados en la Coalición Colombia (Claudia López, Jorge Robledo y Sergio Fajardo) aparecen en las encuestas con los más altos índices de intención de voto. Según diferentes sondeos suman entre todos de 20 a 30 puntos y mantienen amplios márgenes de crecimiento. Así mismo, el ex-alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, aparece bien posicionado con 10 a 12 puntos en todas las encuestas.

Esta situación que es beneficiosa para los liderazgos alternativos es resultado de varias circunstancias: a) El fin del conflicto armado con las FARC ha creado condiciones para que temas diferentes a la tensión de la guerra, ocupen la mente de los colombianos, y b) Los escándalos de corrupción que han sido destapados en los últimos años han generado un ambiente negativo que afecta especialmente a los partidos políticos tradicionales.

Lo más interesante del panorama político colombiano es que ha surgido una convergencia política que ha asumido con seriedad las lecciones que dejó la derrota del SI en el Plebiscito del 2 de octubre/2016. Por ello, se ha deslindado tanto del gobierno como de las FARC y de todas las expresiones de derecha.

A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región, en donde las fuerzas conservadoras aprovecharon el destape de la corrupción político-administrativa para descargarla sobre los líderes progresistas (Brasil, Argentina, Ecuador, Perú, etc.), en Colombia los sectores alternativos son los que canalizan electoralmente los graves hechos de corrupción que a diario salen a relucir en la administración pública.

Esa circunstancia responde a que los sectores alternativos de “centro-izquierda” han identificado claramente las causas que le permitieron al “uribismo” derrotar en octubre del año pasado a los demócratas y a las “fuerzas de la paz”. Entre otras, están:

-       El gobierno permitió que fuerzas contrarias al proceso de paz actuaran en contra desde su interior. Importantes funcionarios que hoy son candidatos presidenciales sabotearon desde adentro en el pasado. Ahora, lo hacen abiertamente. (http://bit.ly/2fSNDVe).

-       El presidente Santos actuó en forma vacilante, incoherente y contradictoria durante todo el proceso de fin del conflicto. Debilitó la credibilidad y generó escepticismo.

-       El triunfalismo de las FARC ha sido un factor negativo. No tienen clara la situación del país y no son conscientes del rechazo generalizado que la guerrilla acumuló a lo largo de décadas de violencia y desmanes contra la población.

-       Lo que viene ocurriendo en Venezuela es un caballito de batalla real que la derecha utiliza para asustar a amplios sectores de la población que identifican a la izquierda con el proyecto bolivariano y con la supuesta “amenaza castro-chavista”.             

Por esas razones, los candidatos de la Coalición Ciudadana por Colombia (en construcción) han logrado obtener en poco tiempo un apoyo creciente entre importantes sectores sociales y empresariales que están cansados de la corrupción y de la guerra, pero que a su vez, se muestran absolutamente opuestos a aliarse con representantes políticos de partidos corruptos o de una izquierda que fue connivente con las acciones de una guerrilla que en medio de la guerra se degradó en lo político e ideológico. 

Frente a ese panorama político preocupante para la casta política tradicional se viene impulsando una estrategia para lograr que las fuerzas alternativas, que representan una actitud no-polarizante y que no pueden ser acusadas de “castro-chavistas”, sean empujadas al terreno de la polarización entre izquierda y derecha, entre paz y guerra.

Crece el bloqueo en el Congreso a los principales acuerdos del fin del conflicto; se sabotea la aprobación de la Justicia Especial de Paz y el trámite de la reforma política; la coalición de gobierno y los partidos de la "U", CR, liberales y conservadores están en total desbandada. El desorden es absoluto y Santos –con el sol a las espaldas– se muestra débil y errático. Todo apunta a que se pretende imponer la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente o un nuevo Referendo contra el proceso de paz.

Es una jugada bien orquestada para obstaculizar el avance de las nuevas fuerzas políticas. En ella, el Fiscal General es un torpedo y Vargas Lleras es la principal herramienta para frenar los cambios democráticos. La intención es impedir que la corrupción siga siendo el tema central de la próxima campaña electoral. Quieren volver a polarizar el país frente al tema de la "paz" y confundir a la gente.

Es muy importante que las izquierdas –y la misma insurgencia– que siempre han visto la ANC como un instrumento democrático para implementar los cambios estructurales que requiere el país, no vaya a caer en la trampa. La historia muestra que las Constituyentes que crean posibilidades de transformación efectiva son aquellas que se convocan desde gobiernos que han derrotado de antemano a las fuerzas antidemocráticas. Lo contrario es una ilusión, sería repetir lo ocurrido en 1991.     

Nota: La oposición al contenido de la JEP no es más que la reacción de quienes a nombre de impedir la impunidad, quieren impunidad para ellos.

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado


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