El sujeto social detrás de
Podemos y Syriza
ES EL PROLETARIADO BAJO UNA NUEVA FORMA
Bogotá, 8 de julio de
2015
Lo ocurrido en Grecia es parte de
una subversión pacífica que se impone en el mundo como parte de la rebelión
popular contra el poder financiero. Acudir al referendo es volver a la “democracia
directa”. La que usaron hace 2500 años los labradores del campo y artesanos griegos
contra la oligarquía ateniense.
En España se va en la misma
dirección. Convertir el fervor de los “indignados”, con sus acampadas y
asambleas populares, en un movimiento que usa las elecciones para derrotar en
su terreno a los partidos tradicionales (PP y PSOE) –que son verdaderas herramientas
de las cúpulas financieras de Europa–, no sólo es genial sino efectivo y
revolucionario.
Los antecedentes de esos procesos
son las revoluciones árabes de 2011 (Túnez y Egipto) y los experimentos sociales
de Islandia e Irlanda que enfrentaron, a su manera, el poder del capital
financiero. Pero lo interesante es que un nuevo sujeto social está detrás de
Syriza y Podemos: el “nuevo” proletariado del siglo XXI o “cognitariado
precariado”.
Esas acciones, lideradas por
partidos de izquierda, nóveles y renovadores, han sido posible porque están
sustentadas en el espíritu de millones de jóvenes que hacen parte –tal vez sin
darse cuenta– de un cambio no sólo generacional sino social y político que está
en el centro y en el eje de esas transformaciones revolucionarias.
Mientras el grueso de los trabajadores
clásicos, los de las viejas factorías y sectores tradicionales de la producción
centralizada, los que hacen parte del antiguo sindicalismo “obrero”, están a la
defensiva, pegados de lo poco que queda del “Estado de Bienestar” y, por tanto,
vacilantes o francamente contrarios a la actitud de los nuevos movimientos,
como lo acaban de demostrar en el referendo griego votando por el “SI”, la
mayoría de los jóvenes que son “profesionales precariados” o lo van a hacer muy
pronto, votaron valientemente por el “NO”.
Ese “nuevo proletariado” viene
mostrándose en el mundo desde hace varios años. Está encabezado por el “sumun” consciente
de esos trabajadores del conocimiento y la información, que son los profesores
universitarios –“intelectuales”, les llaman algunos-, que concentran en sí
mismos tres condiciones importantes: son parte del “cognitariado”, tienen
formación política y sufren las consecuencias de las políticas que convirtieron
a las universidades y al sector educativo en fábricas de “profesionales
precariados”, con bajos salarios, contratos tercerizados, muchos de ellos
desempleados o en el “subempleo”, y en condiciones absolutas de “proletarización”.
Ellos fueron en los países árabes
el factor dinamizador de la revolución democrática que quedó a medio camino.
Esos profesionales precariados habían sido expulsados en su mayoría de Europa
por la aplicación de las políticas anti-inmigración. Tienen una visión
globalizada del mundo y manejan la información y las redes sociales a su
antojo. Allí están, ahora invisibilizados por la represión, las luchas
fratricidas entre sectas y partidos políticos nacionalistas, pero evolucionando
hacia una consciencia cada vez más universal, social y anti-capitalista.
En Colombia ese “nuevo
proletariado” se expresó en 2010 con la “ola verde”. También fue liderado por
un profesor universitario –Antanas Mockus–, pero la formación política neoliberal
de este personaje, su historia familiar de “lituano perseguido” por el poder
estalinista de la URSS, hizo imposible que ese movimiento juvenil avanzara
hacia el encuentro con “lo social” y “lo verdaderamente público”. Pero por allí
están esos jóvenes profesionales precariados colombianos, buscando y
encontrando nuevos espacios de acción.
Ese es uno de los componentes sociales
del “movimiento democrático” que en Europa y en el mundo entero está
enfrentando el poder coaligado del Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial, el Banco Central Europeo y la cúpula política y militar de la OTAN.
Ese movimiento todavía no
enfrenta ese poder omnímodo del gran capital con una actitud “socialista” o “anticapitalista”
como algunos viejos “marxistas” –que añoran las viejas luchas proletarias del
siglo XX– lo quisieran. Pero con sólo profundizar la democracia representativa
haciendo uso del “mandar obedeciendo” o acudiendo a referendos populares, como
acaba de ocurrir en Grecia, están desbrozando el camino de nuevas y futuras
luchas que prometen cambios trascendentales en sus países y en el mundo.
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