martes, 30 de mayo de 2023

La “paz total” frente a la historia

 

La “paz total” frente a la historia

Popayán, 30 de mayo de 2023

No había querido escribir sobre la “paz total” y el conflicto armado (guerra interna). No tanto porque no tuviera nada que decir sino porque tocaba ser prudente frente a un tema tan complejo y que en Colombia (y el mundo) compromete tantos intereses visibles y ocultos.

Mucho más cuando desde antes del proceso de paz escribí diversos artículos distanciándome tanto de los “pazólogos” institucionales (santistas y anti-santistas) como de los “no institucionales” (ONGs., simpatizantes y teóricos de las guerrillas, cristianos, etc.).

La diferencia que planteaba en ese momento se puede resumir en la siguiente cita:

En Colombia finalmente se va a sellar un acuerdo de Paz entre las Farc y un gobierno que representa fielmente a la burguesía transnacionalizada (“nacional” y global). No será la “paz” que muchos idealizan. Será una “paz perrata”, “a medias”, calculada y al servicio del gran capital que necesita un “buen ambiente para la inversión”.

En Colombia idealizamos la guerra para sacar fruto de ella. También sublimamos la paz para manipularla. Ahora, los capitalistas transnacionales que utilizaron el conflicto armado, quieren ganar más con la paz y la van a hacer a su medida. El país –como el resto del mundo– seguirá en guerra, una “comible” como la de México o Brasil (más delincuencial que “política”), pero ni la Nación ni el pueblo saldrán beneficiados inmediatamente en nada. Para el movimiento popular –a mediano plazo– puede ser un paso adelante, pero depende cómo afrontemos el mal llamado “post-conflicto” (Rebelion.org., 2013).

Además, no quiero entrar en el coro de los opositores a Petro que ya empiezan a pedirle su renuncia porque la “paz total” no avanza, cuando durante más de cuatro (4) décadas los actores armados estatales, paramilitares y guerrilleros mantuvieron a este país al borde del desastre total. Olvidan esos críticos que tamaño problema hace parte de la estructura colonial y capitalista de nuestro país, y que todos los gobiernos anteriores lo alimentaron de diversas formas.

Además, nuestro país ha acumulado –por siglos– todos los factores que producen y mantienen la guerra interna: a) Territorio estratégico y presencia de intereses imperiales; b) Abundantes recursos naturales, pobreza y desigualdad; c) Conflictos étnicos y sociales de larga data; d) Estado frágil y deslegitimado; e) Recurrencia de guerras internas; y f) Presencia de economías ilegales.    

Un breve recorderis sobre lo planteado

En forma de síntesis lo que he venido sosteniendo es que:

-  El conflicto armado fue provocado e instrumentalizado por el imperio y la oligarquía desde 1948.

-  La resistencia armada campesina fue una reacción lógica y necesaria a la agresión oligárquica.

-  Dicha resistencia campesina se fue transformando en guerrillas “ideológicas”.

-  Las guerrillas no eran una amenaza para el régimen, pero servían para “meter miedo”.

-  Su accionar “insurgente” era utilizado para reprimir al movimiento popular y asesinar dirigentes.

-  Las guerrillas se fueron convirtiendo en una especie de “policía rural” en zonas de colonización.

-  Las Farc cambiaron de estrategia en 1982. Allí iniciaron su creciente degradación política.

-  La “lectura insurreccional” del paro cívico de 1977, los aisló de su base social y de la sociedad.

-  El “delirio triunfalista” los empujó a “militarizar” y “despolitizar” su rebeldía insurgente.

-  La prioridad de las Farc en las siguientes décadas fue crecer a todo “costo” y “fuego”.

-  En 1998 –en lo militar– las Farc habían logrado triunfos contundentes y una “ventaja estratégica”.

-  El Plan Colombia y los diálogos del Caguán (1998-2002) develaron su debilidad política.

-  Después de 2002 vino la “ofensiva uribista” (paramilitar) y, luego, la “paz santista” (neoliberal).

-  Durante todo ese período hasta 2016, las Farc continuaron con su proceso de degradación política y se ganaron el rechazo de la mayoría de la población.

-  La “paz santista” sólo tenía como objetivo desmovilizar y desarmar a las Farc, sin realizar cambios importantes en lo económico y político.

-  Luego de 2016, no existía una fuerza social y política capaz de hacer cumplir los acuerdos.

-  Ello explica la elección de Iván Duque (2018-2022). Su mandato era sabotear el proceso de paz.

-  Ante el incumplimiento del Estado era natural que las “disidencias” de las Farc y el Eln se rearmaran y fortalecieran. Mucho más con el “combustible” del narcotráfico y la minería ilegal.

-  En el ciclo de violencia que surge después de la degradación de las guerrillas y de los paramilitares (2010), predominan las lógicas delincuenciales que hacen parte de dinámicas internacionales.

-  Hoy el gobierno de Petro tiene que enfrentar todo ese largo y complejo acumulado histórico.

-  Para hacerlo con eficacia y legitimidad, el gobierno progresista tenía que convocar a todas las fuerzas sociales y políticas de la sociedad colombiana para construir una política de Estado.

-  Hoy se requiere un gran diálogo nacional para evaluar lo ocurrido y diseñar una nueva estrategia.

-  Durante estos primeros nueve (9) meses del gobierno de Petro se han repetido los mismos errores cometidos por el gobierno de Santos.

Sobre la “paz total” de Petro

Observamos una gran falencia. No existe un análisis teórico –serio y profundo– que plantee una crítica consistente a la “política de paz” de Santos (que era la política de un sector de la oligarquía y del imperio) y de procesos anteriores como el de Betancurt (1982) y Barco (1989-1990).

Al no existir ese balance crítico bien trabajado y sustentado, se impulsa un “proceso de paz” por parte del actual gobierno que tiene grandes limitaciones conceptuales y metodológicas, dado que no logra definir con claridad, la naturaleza del ciclo de violencia que estamos viviendo.

Se están cometiendo los mismos “errores” que cometió Santos. Aunque para un sector de la oligarquía fue un triunfo desarmar a las Farc, para el grueso del pueblo colombiano no ha significado un importante logro ni ha traído beneficios tangibles.

Así, se han generado expectativas falsas; se ha hecho politiquería y demagogia; se ha caído en cortoplacismos e improvisaciones; y no se ha logrado un serio compromiso de las comunidades.

Las preguntas claves a responder son: ¿Qué diferencias esenciales hay en este proceso de paz con respecto al anterior? ¿Cómo construir una política de seguridad que se corresponda con las metas sociales del gobierno y de la sociedad? ¿Es la política de paz una política de gobierno o de Estado?

Nota de actualidad: Frente a la hostilidad del Fiscal Barbosa, de la Procuradora Cabello y, ahora, del Consejo de Estado, el presidente Petro no puede caer en una “guerra de nervios” que pretende aislar al gobierno del conjunto de la sociedad y crear un ambiente de crisis e incertidumbre. Temas gruesos como la producción, el empleo, la comida, la seguridad, la reforma agraria, los servicios públicos, etc., requieren construir lo que Petro planteó en sus inicios: un pacto nacional y social. 

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