Jaime Gilinski, L. C. Sarmiento Angulo, G. Petro y David Vélez |
Lo que no
pueden entender los poderosos en Colombia
Popayán, 22 de marzo de 2023
Es grande el
dilema que viven los ricos y poderosos de Colombia. Con cada paso que Petro avanza
hacia adelante, se desesperan y chillan. Quisieran “tumbarlo” al estilo de lo
que intentó hacer el procurador Ordoñez en 2013 cuando era alcalde de Bogotá,
pero saben que eso lo puede potenciar porque lo convierten en víctima. Y no
pueden –por ahora– violentar su propia legalidad porque la “comunidad
internacional” los vigila de cerca y Petro ha venido respetando “su institucionalidad”.
Es evidente que
el “gobierno del cambio”, a pesar de la guerra jurídica y mediática, avanza con
sus reformas. Ha logrado desactivar diferentes entuertos y ajusta su gobierno. Las
mociones de censura contra ministros no han progresado. La “amplia coalición” a
pesar de los gestos y desaires que han sido fruto de presiones de empresarios, gremios
y “jefes” de partidos políticos, se mantiene porque el gobierno logró con la
reforma tributaria un “músculo presupuestal” que le permite “pulsear”.
Lo más
interesante de lo que ocurre en el momento es ver a esos ricos y poderosos cómo
se falsean ellos mismos. Dicen que quieren la “paz” pero toda su vida han hecho
la guerra. Aseveran que combaten la economía del narcotráfico pero con esos “dineros
calientes” lograron aparecer en la lista
de multimillonarios de Forbes. Guerra y narcotráfico han sido la constante
desde hace 5 décadas sin que a ellos les haya inquietado en lo más mínimo.
Aseveran que luchan
contra la minería ilegal, pero desde que sus ancestros españoles y europeos arribaron
a estas tierras, lo que han hecho es depredar la naturaleza, robarse el oro y
demás recursos naturales y, explotar a los pueblos originarios (indígenas), traídos
(negros y yanaconas) y surgidos
(mestizos de todos los colores). En ocasiones quisieron desplazar y desaparecer
a mineros ancestrales y artesanales pero éstos se han resistido.
Hoy, que algunos
representantes de esos pueblos explotados se han atrevido a colocar “su
democracia” al servicio de unos cambios que, por ahora, son la cuota inicial de
otras transformaciones estructurales, los ricos y poderosos de Colombia se
rasgan las vestiduras y gritan a diario que el gobierno de Petro lleva al país
al caos. “Libertad
y orden” piden a través de algunos gobernadores que van de salida y juegan
con la oposición.
Los más especializados
analistas al servicio de esos ricos y poderosos plantean que para conseguir la “paz
total” no se requiere dialogar con jefes narcos. Olvidan
que su primer gobierno neoliberal (C. Gaviria, 1990) no sólo dialogó, sino que negoció
con Pablo Escobar y con los Rodríguez Orejuela. Y, además, la
Asamblea Constituyente de 1991 se vio obligada a prohibir la extradición de
nacionales para “medio parar” la guerra. Y Uribe hizo lo
mismo.
El eje de la
estrategia que utiliza la oligarquía colombiana es impedir –por todos los
medios– que Petro pueda mostrar realizaciones a favor de un pueblo que está expectante.
No obstante, su dilema es que, de manera inexorable, en medio de tropiezos y
obstáculos, el gobierno progresista avanza con sus propósitos de cambio. Tal
vez no lo haga a la velocidad que se quisiera y con la totalidad e integralidad
de las reformas, pero se avanza. Y eso les preocupa.
Dentro de pocos
meses va a poder cumplirle a las mujeres cabeza de familia, a los adultos
mayores sin posibilidad de pensión, a los jóvenes que no trabajan ni estudian.
Ya les cumple a miles de familias campesinas. Una vez se apruebe el Plan
Nacional de Desarrollo, el gobierno podrá acelerar el ritmo de sus ejecuciones
y, entonces, las tareas centrales, o sea, la industrialización de nuevo tipo
del aparato productivo y el cambio de la matriz energética contará con recursos
financieros para impulsar proyectos estratégicos.
Es por todo lo
anterior que desde el campo del progresismo y de las izquierdas no podemos caer
en la trampa de la crispación de nervios. La tarea vital es preparar a los
pequeños y medianos productores del campo y de la ciudad para impulsar esos
cambios con asociatividad y alta tecnología. Y unirnos como Pacto Histórico
para participar en las elecciones locales y regionales con grandeza, amplitud y
sentido estratégico, a fin de que el gobierno de Petro y el movimiento
democrático logren un triunfo total. ¡A paso de vencedores!
Fuerte y claro , compañero Fernando.
ResponderEliminarGran análisis !!
Totalmente de acuerdo
EliminarSaludos amigo
EliminarPero.....y que del "golpe de estado blando"? Eso se ve el desprestigio etcétera etcétera etc etc etc etc
EliminarMe llena de optimismo! Gracias
ResponderEliminarVale, abrazo
EliminarSi compañero, en mantener la serenidad para no perder el rumbo está el secreto del éxito. Petro debe seguir actuando como negociador para alcanzar mayorías requeridas en Congreso a fin de avanzar.
ResponderEliminarSeñor presidente ni un paso atras usted puede sacar este país adelante
ResponderEliminarPETRO presidente, tiene el mandato popular para gobernar reconstruyendo a COLOMBIA.
ResponderEliminar