El terreno está despejado para el 2023
Popayán, 17 de enero
de 2023
Después de 5 meses de gobierno del Pacto Histórico y de
Gustavo Petro, y de cara al año que recién arranca (2023), encontramos diversas
posiciones políticas respecto del futuro de la administración progresista. Vemos
que contrario a lo ocurrido con Boric en Chile o con Castillo en Perú, Petro
mantiene el apoyo del grueso de las fuerzas que le votaron en 2022, gana
algunos sectores nuevos y logra debilitar (neutralizar) a los opositores más
peligrosos.
No obstante, revisando lo escrito por diversos analistas
políticos, tanto amigos y cercanos de Petro como de comentaristas expectantes,
opositores camuflados y contradictores radicales y obsesivos (de izquierda y de
derecha), podemos construir la siguiente lista de posiciones:
Apoyo total a las
políticas de Petro. Es importante diferenciar. Hay quienes apoyan
acríticamente, o sea, intentan ocultar errores y deficiencias propias del
arranque de un gobierno progresista (totalmente explicables) y quienes apoyan totalmente
al gobierno pero con espíritu crítico. Los segundos siempre serán más
confiables que los primeros; es materia comprobada.
Apoyo parcial al
gobierno del Pacto Histórico. Algunos sectores sociales y políticos apoyan por
interés particular, lograr leyes específicas, por burocracia y contratación, y/o
cálculos políticos. Hay de todo como en botica y, por ahora, muchos “van en
coche”.
Apoyo vacilante y en
merma a Petro. En este grupo se destacan personas que aspiraban de entrada
a cambios estructurales. Esperaban rompimientos tajantes con el imperio
estadounidense, con la oligarquía financiera y con los partidos tradicionales, y
el impulso inmediato de políticas anti-extractivistas frente a la producción de
combustibles fósiles. En poco tiempo se sienten frustrados y marchan hacia una
posición extrema. No tienen en cuenta la correlación de fuerzas. Allí se pueden ubicar algunos dirigentes de
grupos armados que recurren a esos argumentos para mantenerse en su lógica y
dinámica “insurrecta” y violenta.
Oposición camuflada y
vergonzante. Están representados por quienes reconocen que Petro ha
respetado la institucionalidad democrática pero están convencidos que es un
“socialista”, un “subversivo” y que tiene una agenda secreta para imponer una
“dictadura de izquierda”. Alaban algunas realizaciones, pero le apuestan a que
la “gran coalición” de gobierno se desbarate o debilite durante los debates de
las reformas que se vienen (pensional, laboral, de la salud) y, en
consecuencia, desean que le vaya mal en el resto de período de gobierno.
Oposición total y
abierta a Petro. Es en la actualidad un pequeño grupo liderado por los
sectores más “uribistas” del uribismo (Paloma, la Cabal, Miguel Uribe), de
Cambio Radical y del “laureanismo” (MSN), alimentado por el apoyo de importantes
sectores económicos, generales del ejército (activos y no) y los medios de
comunicación. Están a la cacería de cualquier error o falla para criticar y
debilitar al gobierno, intentan mostrarse como los “dueños de la moral”,
“anti-corruptos” y “anti-clientelistas”, y sueñan con un escenario parecido al de
Perú. Se hacen ilusiones con cualquier tipo de protesta social y se oponen a
cualquier iniciativa. Esperan su momento.
Clases sociales, concepciones
políticas e intereses concretos
Esas diferentes posiciones se corresponden con intereses de
clase y concepciones políticas que se han construido a lo largo de décadas.
Decíamos en anteriores escritos que hasta sectores de la oligarquía financiera “juegan”
a gobernar con el Pacto Histórico, dado que son conscientes de la crisis de su
modelo económico dependiente de la producción y exportación de materias primas
(petróleo, carbón, coca, café, etc.) y, además, tienen intereses –por ejemplo–
en la reintegración de la economía venezolana a “occidente” y la apertura de su
mercado en la región.
Igualmente, diversos sectores de las burguesías emergentes
de origen legal e ilegal, están interesados en controlar el Estado para
beneficiar sus intereses. Unos tienen carácter productivo, otros de tipo
burocrático (puestos y contratos), y en general, buscan participar de la
explotación de los recursos naturales y de la mano de obra colombiana. Anhelan
también desmontar los monopolios y oligopolios que son un obstáculo para su
crecimiento y desarrollo, y por ello, no sólo ubican dirigentes dentro del Pacto
Histórico sino que intentan hegemonizar el proceso.
Las llamadas “clases medias” y los “profesionales
precariados” están a la expectativa. Aspiran a que Petro cumpla con su propuesta
progresista pero sin afectar la esencia de las instituciones democráticas. La
reindustrialización de la economía; la democratización de la tierra, del
crédito y del conocimiento; y el cambio de la matriz energética; son los temas centrales
para crear empleo y riqueza. Un punto polémico y crítico es destinar el grueso
de los recursos estatales para subsidiar a los “sectores vulnerables” como
condición para construir verdadera paz, y en esa materia habrá que ser muy
pedagógico, incluyente y no dejarse llevar a extremos asistencialistas.
La correlación de
fuerzas para “ir más allá”
Quienes no idealizamos el “aparato de gobierno” sabemos que los
cambios que rompen con el modelo económico imperante requieren de mayor apoyo popular
al obtenido en las elecciones de 2022 (25% de la población votante). Si se
pretende ir “más allá” sin modificar la correlación de fuerzas existente y sin
lograr mayores avances en el contexto regional, continental y global, ello se
constituiría en una verdadera aventura. Tal hecho generaría condiciones para que
la oligarquía y el imperio estadounidense aprovechen esos vacíos y debilidades para
recuperar el control del “aparato de gobierno”, generando todo tipo de
tensiones y conflictos.
Para los amigos (as) de otros países es importante
enterarlos de que el Ejército en Colombia tiene fuertes influencias
derecho-fascistas, las Cortes y Tribunales están manos de jueces y magistrados
conservadores, y el Gran Capital domina la economía en forma casi absoluta,
incluyendo las economías criminales. Y, además, que nos enfrentamos a unas
condiciones globales de recesión económica, inflación inducida desde el
exterior, devaluación de nuestras monedas nacionales, lo que genera un ambiente
de inconformidad muy grande que –en algún momento– puede ser manipulado por las
derechas golpistas para generar desestabilización.
Por ello, la dirigencia social y política debe ser consciente
de esa realidad. Mientras desde el gobierno se avanza con paciencia y buen
pulso en las reformas necesarias (pensional, laboral y de la salud), y se
logran implementar algunos cambios parciales a favor de nuestro pueblo (ayudas
a mujeres cabeza de familia, a víctimas del conflicto y de desastres “naturales”,
a adultos mayores, etc.), es fundamental dedicarnos a fortalecer tanto el
movimiento popular como las corrientes democráticas dentro de la sociedad
colombiana. Sin aventuras, sin afanes, sin cortoplacismos.
También se debe destacar que en la actualidad se implementan
(de hecho y a cargo de comunidades organizadas) algunos cambios en el campo de
la producción agroecológica, la matriz energética, nuevas relaciones con la
naturaleza, y gran resistencia a mega-proyectos extractivistas. Y aunque sean
limitados y parciales, están en pleno desarrollo en muchas regiones de
Colombia. Además, dichos esfuerzos pueden ser apoyados por el gobierno central,
regionales y locales, sin necesidad de aprobar mayores normas o de hacer
grandes modificaciones constitucionales o legales.
Y es allí, donde debemos centrar nuestros esfuerzos. Las tareas
para 2023 están claras y podemos llevarlas a cabo con mucha Unidad y Democracia:
a) Apoyar al gobierno nacional con autonomía y mirada crítica-positiva; b) Fortalecer
los procesos de cambio “desde abajo” en lo productivo, cultural y organizativo;
c) Acceder a instancias de gobierno local y regional (alcaldías y
gobernaciones) para avanzar desde los territorios; y d) No caer en provocaciones
de las derechas golpistas, de sectores sociales grupistas y sectarios, o de
grupos armados impacientes y acelerados.
Es evidente que el camino está despejado, habrá tropiezos y dificultades,
pero es posible avanzar y acumular fuerzas. Por arriba, desde abajo, y desde
los territorios. Con optimismo democrático.
Nota: En el tema de la “paz total” también hay que ir
despacio. Del afán solo queda el cansancio.
Interesante análisis.Faltaria destacar,que luego de extender la mano conciliadora,a Petro,le falta ahora más firmeza y fortalecimiento de sus equipos de trabajo,con especial enfasis en las COMUNICACIONES.
ResponderEliminarFirmeza? Unanimismo? No se. Saludos
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