Jaime Bateman y Gustavo Petro |
Popayán, 22 de abril de 2021
La pasada semana pasó sin pena ni
gloria el 19 de abril. Este año no fue una fecha muy recordada ni conmemorada. Fue
el día de 1970 que la oligarquía colombiana ejecutó un fraude monumental contra
el exgeneral Gustavo Rojas Pinilla, candidato de la Alianza Nacional Popular
ANAPO, partido político que fundó en compañía de su hija María Eugenia.
Pero también fue el día escogido
por Jaime Bateman y un grupo de revolucionarios soñadores que en 1974 lanzaron
el Movimiento 19 de abril (M-19) con una campaña publicitaria muy particular
promoviendo un veneno para “matar ratas”. Fue una guerrilla urbana que realizó acciones
espectaculares para hacer una pedagogía política bastante eficaz para su tiempo.
En este corto artículo se rememora
ese momento y sobre todo se recuerda la personalidad de su fundador y principal
ideólogo político, Jaime Bateman, para relacionarlo con el momento actual y
buscar la continuidad de ese proceso en Gustavo Petro, principal dirigente de
la Colombia Humana, quien fue militante de ese movimiento siendo casi un
adolescente.
El momento -como siempre- era de
lucha y auge popular. Eran tiempos de luchas campesinas e indígenas en los
territorios y de obreros en las ciudades. La ANUC estaba al frente, en 1971 se
había fundado el CRIC, se fortalecía FECODE y se avanzaba con el “sindicalismo
independiente” hacia la fundación de la CUT. En 1977 se realizó el gran paro
cívico nacional.
En ese marco apareció el M19
siguiendo el estilo y formas de las guerrillas urbanas de Uruguay, Argentina y
otros países, como los Tupamaros y los Montoneros. Sin embargo, esta “guerrilla”
tenía unas particularidades únicas: no levantaba un programa socialista sino democrático;
no se alineaba con la URSS o China sino que se deslindaba levantando un
programa nacional-popular; no llamaba a la guerra sino a la paz y al diálogo.
En 1990, luego de más de una década
de lucha -con aciertos y errores- el M19 logra un acuerdo de paz con el
gobierno de Virgilio Barco, se desmoviliza y se integra a la lucha por
transformar a Colombia aceptando participar con las reglas de un Estado que se
define como una “democracia restringida”. Ese proceso de paz al que se suman otras
pequeñas guerrillas, es el detonante para la convocatoria de la Asamblea
Nacional Constituyente en 1991.
A partir de ese momento la lucha
política en Colombia cambia de escenario. Bateman había muerto misteriosamente
en 1983, la oligarquía durante esos años asesinó a miles de militantes de la
Unión Patriótica y a 4 candidatos presidenciales importantes (Jaime Pardo Leal,
Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro), pero a pesar de
todo, las fuerzas democráticas insistieron y se aprobó una nueva Constitución
como un pacto de paz.
Más allá de sus posiciones
políticas, que para su tiempo fueron precursoras y de avanzada democrática, lo
que caracterizó a Bateman fue su gran sentido de la oportunidad histórica, sus
esfuerzos por conectar con la mentalidad y las necesidades de la gente, su
irreverencia costeña, su espíritu democrático y la alegría revolucionaria que
trasmitía, y por sobre todo, su sentido práctico para generar organización “no
burocrática”.
Quien tuviera una idea o un plan interesante,
relativamente viable, que más o menos se correspondiera con los objetivos y
metas propuestas por el M19, recibía tanto del “comandante Pablo” como de los
demás dirigentes un “¡Hágale hermano!, pero tenía la obligación de hacerse
responsable de la tarea hasta sus últimas consecuencias. Así construyó Bateman
una organización que más que en ideas se apoyaba en una fuerte y efectiva “red
de afectos”.
En 1980 Bateman a la cabeza del
M19 lanzó la iniciativa del “diálogo nacional”. Dicho diálogo fue rechazado por
el grueso de la oligarquía y las guerrillas “comunistas” no entendieron ese
mensaje/estrategia, como tampoco lo comprendieron cuando esa “conversación
nacional” se realizó -parcialmente- al calor de la asamblea constituyente.
Gustavo Petro en lo fundamental
se ha mantenido dentro de esa línea. Tal vez no ha logrado construir una organización
nacional como lo fue el M19 pero ha ayudado a desencadenar un movimiento
popular que poco a poco va cuajando alrededor del Pacto Histórico que se ha convocado,
y que se está impulsando y construyendo. La esencia del “diálogo” es igual pero
ahora el “pacto” tiene claramente identificados a quienes no podrán ser parte
del mismo.
Hoy el momento es diferente al
que protagonizó el M19 pero las tareas centrales son las mismas. Si se observa
hacia atrás con una mirada crítica pero realista, podríamos decir que
finalmente los sueños y la estrategia planteada por Bateman -después de 4 décadas
de haberse propuesto- tiene todas las condiciones para empezar a materializarse.
Si el Pacto Histórico se
retroalimenta de los frustrados “diálogos nacionales y regionales” que se han
realizado en el pasado, y si no se asume como una tarea definitiva o como una
meta final, sino como un proceso que se irá desarrollando en el tiempo (más
allá del ejercicio electoral o de las ejecutorias de un gobierno), es muy
seguro que después de tantas frustraciones y violencias, el pueblo y la
sociedad colombiana aprendan a dialogar y a avanzar en paz.
Seguramente Jaime Bateman Cayón si
estuviera vivo diría… ¡Palabra que sí!
E-mail: ferdorado@gmail.com /
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