SUCEDIÓ ANTES DE LA PANDEMIA
Popayán, 14 de enero de 2021
Con ocasión de la muerte del negro Wilson en las calles de Popayán, voy
a relatar una anécdota ocurrida con otro negro querido, el poeta Elvio Cáceres,
gran amigo, coterráneo de mi barrio Alfonso López. "Sucedió antes de la
pandemia" (como me imagino que de ahora en adelante se va a decir durante
mucho tiempo), y la comparto con ustedes.
&&&&&&&&
Sucede que por internet conocí a un profesor de literatura cubano que
vino a la ciudad de Popayán a participar en un encuentro latinoamericano de
literatura. El me escribió por el correo electrónico y me dijo que quería
conversar un rato conmigo. Ya había terminado el seminario y quería salir un
rato a conocer algo de este entorno citadino.
Caminamos por el centro histórico de la ciudad y lo invité al Café
Colombia, antes de que se convirtiera en un casino, para que nos tomáramos un
aguardiente caucano y calentar la sangre y la conversación. Él, un profesor
cubano, antillano, caribeño y de espíritu abierto, aceptó de buena gana.
Estábamos en una animada charla cuando apareció el amigo Elvio Cáceres.
Para quienes no lo conocen es un negro alto, de buen talante, alegre y
cariñoso, vendedor ambulante y poeta de altos quilates, que recorre las calles
de día y de noche vendiendo toda clase cachibaches para poder sobrevivir,
frecuentando bares y cantinas, y de vez en cuando se clava entre pecho y
espalda sus buenos aguardientes y rones.
Elvio ha publicado varios libros de poemas y, es para mí uno de los
mejores poetas que conozco, aunque no soy experto en el tema. Debo reconocer
que algunos intelectuales y profesores payaneses valoran su trabajo literario,
lo apoyan y le han colaborado para sus publicaciones. En alguna ocasión que con
algunos jóvenes organizamos un evento de lectura de poemas en el auditorio que
existe donde estaba la antigua piscina de Pueblito Patojo, que contó con la
presencia de William Ospina, invité a Elvio a que nos acompañara, y de verdad
que se lució con su arte poético y brilló al lado del invitado principal.
Nuestro poeta negro y callejero estaba feliz y por poco "se sale de la
ropa".
Volviendo al momento con el profesor cubano, Elvio también se tomó
algunos tragos y, en medio del entusiasmo espirituoso provocado por el licor,
lo estimulé a que le declamara algunos de sus poemas a mi amigo venido de Cuba.
Lo hizo de inmediato con mucho entusiasmo y con su virtuosismo conocido,
dejándole una buena impresión al profesor de literatura, quien conmocionado
porque un extraordinario poeta tuviera que ganarse la vida como vendedor
ambulante, le dijo a Elvio lo siguiente:
- Hombre compañero, si vivieras en Cuba el gobierno te patrocinaría y
podrías dedicar tu vida a producir más literatura y arte, y seguramente
publicarías mucho más.
Y remató, después de una breve pausa, seguramente entusiasmado por los
aguardientes y por el momento que estaba pasando, diciendo:
- Si tú quieres, ahora que regrese puedo hacer trámites ante el gobierno
y mi universidad para ver la posibilidad de que viajaras y te instalaras en
nuestro país. ¡Sé que es posible!
Al escuchar estas palabras a Elvio le brillaron los ojos de felicidad,
alguna lágrima alcanzó a aparecer, mostró esa sonrisa amplia y sincera que
siempre porta, se tomó su buen tiempo, y luego miró al profesor con cierta
tristeza y algo de ironía. Finalmente le respondió así:
- ¡Ah! ¡Qué bueno fuera! Muchas gracias profesor por ese ofrecimiento,
pero no puedo siquiera considerar su oferta. Si lo aceptara y me fuera para
Cuba... ¿cómo podría seguir haciendo poesía?
El profesor quedó más maravillado con esa respuesta que con la misma
poesía de Elvio. Cada vez que me escribe me pregunta por él. Recuerdo que
alguna mercadería le compró a nuestro vendedor ambulante, pero sé que el solo
ofrecimiento ha sido uno de los mejores premios que ha recibido en su vida mi
querido amigo poeta negro y payanés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario