Duque y Uribe, el mal gobierno frente al 2022
Popayán, 27 de enero
de 2021
El presidente Duque cree que gobierna
y que lo hace bien. O parece creer que actuando como si todo estuviera bien, la
mayoría de los colombianos van a pensar igual. Todos sus ademanes, mensajes, decisiones
y acciones están pensadas para enviar esa imagen. Para él y sus colaboradores, los
cientos de líderes asesinados o los 52 mil muertos por Covid-19 no existen o no
se siente responsable de ellos. El vive en su programa de televisión, es su
realidad virtual.
Pero, su principal mentor no piensa
igual. Por algo dijo… “¡Cuidado con el 22!”
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Hay que recordar que Duque se
hizo elegir con la actitud-discurso de Fajardo, las intenciones-odios de Uribe
y el temor-miedo a Petro (supuesto “castro-chavismo”). Ha tratado de mantener
la imagen de moderación del primero; cumplir solapadamente los mandatos del
segundo; y desgastar al tercero, su contendor. No ha logrado tales propósitos.
En realidad el gobierno de Duque
es un desastre, no solo por el manejo que ha hecho de la pandemia sino por las
acciones que ha realizado. Casi todo le ha salido mal. No ha logrado los
efectos deseados. Su gobierno es reactivo, no tiene agenda propia, es un
desorden completo. Sus salidas en falso y llamados a la unión, no entusiasman a
nadie.
El listado de fracasos es protuberante,
veamos algunos:
a) Prometió tumbar a Maduro; lo
intentó pero todo salió mal. En el camino cayó el Grupo de Lima; Trump se
limitó a amagues y “fuegos artificiales”; la OEA manipulada por Almagro se ha
debilitado y los “neo-cons” de La Florida, que eran sus patrocinadores, hoy
están fuera de la Casa Blanca. Se quedó solo mientras Maduro empieza a ser reconocido
en Europa.
b) Se propuso destruir la
Justicia Transicional para garantizar la impunidad de Uribe y demás cómplices. Todos
los ataques han sido infructuosos, esa jurisdicción de justicia hoy está
fortalecida a nivel nacional e internacional, y el referendo que pretende unificar
las cortes no tiene posibilidad alguna en un año pre-electoral como el 2021.
c) En lo económico no da pie con
bola. La economía naranja se quedó en planes; la pandemia vino a agudizar los
problemas que heredó; los recaudos cayeron, la recesión es evidente, el
desempleo se disparó y el Estado está en bancarrota. Ahora está “feriando” los bienes-activos
del Estado (Ecopetrol, ISA) para sobreaguar las finanzas pero el barco está desfondado.
d) En el manejo de la pandemia
las cosas no marchan mejor. Al inicio aprobó cuarentenas prematuras más por la
presión de la alcaldesa de Bogotá que por convicción propia; no trazó un plan de
emergencia para enfrentar la situación en forma integral; luego flexibilizó las
restricciones para reactivar la economía y provocó la actual crisis
hospitalaria; y para rematar, ha perdido lo poco que le quedaba de credibilidad
con el asunto de la compra de vacunas.
e) En las relaciones
internacionales los resultados son dramáticos. La torpeza es mayúscula. Se la
jugó con Trump y ganó Biden; atentó contra la JEP y la comunidad internacional
la apoya; sus amigos regionales no pueden con su propio país (Bolsonaro,
Piñera, etc.), y está aislado. Con diplomáticos del talante de “Pachito” Santos,
la Blum y Ordóñez, no podía esperarse otro resultado.
f) En lo político logró el apoyo
de Cambio Radical, los liberales con César Gaviria a la cabeza, y el grueso del
Partido de la U, pero no ha podido aprobar iniciativas legislativas importantes.
Lo que realmente les interesaba era monopolizar los órganos de control
(procuraduría, contraloría, defensoría) y la Fiscalía General de la Nación, con
el objetivo de resistir hasta el 2022 y retener la presidencia a punta de
burocracia, corrupción y clientelismo.
Así, entonces, de la moderación de
Duque solo quedó la pose; desnudó su carácter derechista haciéndole mandados mal
hechos a Uribe; y no logró debilitar a Petro, a pesar qué el líder del
progresismo también tiene sus propios problemas.
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Con ese balance general, que si fuera
más detallado revelaría mayores falencias, graves delitos, terribles crímenes y
torpezas a granel, se podría pensar que las fuerzas democráticas tienen servida
la mesa para acceder al gobierno. Y en realidad, el panorama es prometedor.
Todos los sectores políticos que
no están con el gobierno de Duque saben que la tarea es derrotar
definitivamente la amenaza autoritaria de Uribe en 2022. El problema consiste
en que existen diversas miradas respecto de cómo hacerlo y hasta donde avanzar.
Las fuerzas del llamado “centro”
temen desencadenar un proceso que conduzca a afectar poderes que ellos no están
dispuestos a enfrentar. Es lo que ocurre con las Empresas Públicas de Medellín
EPM, en donde los contratistas del Grupo Empresarial Antioqueño GEA han quedado
en evidencia frente al manejo del proyecto Hidroituango, y los llamados “tibios”
han sido desenmascarados por los acontecimientos.
No obstante, de acuerdo a lo que
se puede percibir, tanto en Colombia como en el mundo, se viene acumulando y
potenciando un estallido social de amplias proporciones y de gran profundidad.
Los efectos de la recesión económica que venía de atrás y que ha sido agudizada
por la pandemia van a generar fuertes tensiones en la sociedad.
Pienso que ese estallido social será
un factor que va a “reordenar” la política en Colombia. El tal “centro” va a
explosionar y las verdaderas fuerzas democráticas van a ser puestas a prueba. Es
posible que si la movilización social no tiene las condiciones para estallar en
las calles, pueda ser canalizada hacia los escenarios electorales, y determinar
los resultados de las elecciones de 2022.
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