EL ARTE DE LA TRANSICIÓN
Por: Heinz Dieterich
Steffan
(Tomado de
Aporrea.org)
1. La sonrisa del León
La actual transición de América
Latina plantea como cuestión de vida o muerte política la sabiduría del poeta
iraquí Al-Mutanabbi, del Siglo X: "Cuando ves los dientes del león, nunca
pienses que te sonríe". Esa metáfora proporciona el software para detectar
los engaños y traiciones de la política, que son inseparables de la lucha por
el poder. Quién no entiende este aspecto de la política, no puede triunfar en
ella, porque es el código para la ciencia de las alianzas. Es decir, la
metodología que permite distinguir entre coaliciones positivas y negativas,
necesarias y posibles, tácticas y estratégicas. Y que nadie se engañe. Para la
política (y la guerra), las alianzas son lo que es el agua para el pez: el medio
vital de sobrevivencia.
2. Alianzas y Triunfo
El actor que pretende transformar
la realidad, por ejemplo, un nuevo presidente-gabinete, que encabeza el
subsistema estatal llamado gobierno --llamémosle El Transitor-- tiene que
distinguir entre las fuerzas estructurales de la lucha y las fuerzas
operativas, so pena de fracasar. Los vectores estructurales para el triunfo se
encuentran en el diagnóstico correcto de la correlación de fuerzas que existe
entre El Transitor y sus adversarios. Este diagnóstico correcto tiene que
abarcar las cuatro formas de poder existentes, el político, el económico, el
cultural y el militar.
Los vectores operativos del
triunfo, en cambio, se identifican en el reino de lo posible (Bismarck) y se
realizan a través de la capacidad de establecer alianzas. Las sinergias de
ambos análisis se concretan en el orden de batalla. Este orden proporciona dos
tipos de datos claves: a) le informa a todos los participantes de la transición
sobre su status quo (situación) en el conflicto, es decir, si se encuentran en
una posición defensiva u ofensiva; b) indica el despliegue aconsejable de las
fuerzas transitorias para las batallas y momentos decisivos. El actor que logra
más y mejores alianzas, vencerá en el enfrentamiento de los proyectos históricos.
Él que se aísla, pierde. Por eso, idiotas prepotentes –idiotas en el sentido
romano-- como Trump y Maduro, están condenados al fracaso. Lamentablemente para
los pueblos, esto no significa que no pueden causar mucho daño antes de caer.
3. Transición bonita y transición realista
La inteligencia (comprensión) de
las fauces enemigas es la clave del éxito de la política transicional, porque
aconseja dejar atrás las ilusiones de la transición bonita, como aquella del
"dividendo de la paz", que se iba a producir con la implosión de la Unión
Soviética. Querer realizar transformaciones sólo por medio del convencimiento,
del amor, de la pedagogía, del ejemplo del buen pastor o de la empatía con
"el otro", significa vivir en un universo paralelo al real existente
del planeta azul. Macro transiciones sociales no triunfan porque son bonitas,
sino porque son realistas. O acaso ¿la Revolución Inglesa y la Francesa,
basadas en los ironsides (caballería) de Cromwell y la guillotina, fueron
dotadas de hermosura? Triunfaron, en términos bíblicos, porque aplicaron el
verbo y la espada. En lenguaje político del Siglo 21: usaron el software y el
hardware (represión) de la hegemonía nacional.
4. Parque Jurásico
La sociedad de clase se
desenvuelve sobre dos vectores (dinámicas) principales: los intereses y el
poder. Ambos existen en forma objetiva (fáctica) y subjetiva (virtual) y
determinan la conectividad entre las cuatro relaciones sociales elementales en
las que actúa el ser humano: la economía, la cultura, la política y lo militar.
Construyen, en otras palabras, el "tejido social" concreto, sobre el
cual se mueven los actores sociales. Desde el punto de vista del poder
estratifican toda la sociedad en bloques horizontales y jerárquicas de poder, a
los cuales los ciudadanos tienen que integrarse voluntaria- u obligatoriamente.
Este es el entorno real a que se enfrenta un nuevo gobierno que pretende
mejorar la situación de un país. No es el jardín de Edén, sino el Parque
Jurásico, hecho por el cual es igualmente absurdo pedir que resuelva todos sus
problemas, que afirmar, que no va a resolver ninguno de ellos.
5. La izquierda Santa Claus
El Transitor que quiere modificar
esta configuración del viejo régimen (ancien régime), para cumplir con el
programa y el pueblo que le llevó al gobierno, se encuentra con tres centros de
gravitación del poder diferentes: bloques, grupos e instituciones de poder, que
le son hostiles; otros que le son (todavía) indiferentes y una tercera
tendencia que simpatiza con la transición planeada. Esos centros de fuerza son
el referente principal para la praxis transformadora del nuevo gobierno de
transición, porque tienden a desviar la programática original de cambio hacia
la derecha o hacia la izquierda. Mientras los intereses y la presión de las
derechas es previsible, la desviación por presión de la izquierda Santa Claus
es más difusa. Demandas y demagogias puristas, fundamentalistas, sectaristas,
narcisistas, que se infiltran en el análisis objetivo del paralelogramo de
fuerzas de los contendientes y los nombramientos del nuevo equipo
gubernamental, al igual que la idea de que "ahora tenemos el poder para
cambiar todo", cuando los transitores apenas controlan un subsistema débil
del poder real --el gobierno frente a la fuerza del Estado y de los poderes
fácticos-- llevan al desmoronamiento de la transición. Rechazar esas presiones
que, con frecuencia, devienen de la arrogancia intelectual de "la
izquierda Santa Claus", de planteamientos confusos de la liberal identity
theory (teoría de las identidades) o de la seudo-izquierda criolla, es vital
para el triunfo.
6. Newton y las masas
Fuerza es igual a masa por
aceleración, así determinaba el genial Isaac Newton --en su Segunda Ley del
Movimiento-- el comportamiento de los objetos fuera de equilibrio. En esta
situación se encuentra, mutatis mutandis (aproximadamente), un gobierno de
transición, porque modifica el estado de inercia del antiguo régimen. Si
sustituimos "aceleración" por "concientización" en la
ecuación de Newton, podemos decir, que la fuerza de El Transitor para implementar
su nuevo proyecto histórico es, esencialmente, una función de la
concientización de las masas, porque son el dique de resistencia ante los
sabotajes de las fuerzas del status quo ante (antes del triunfo) y del
oportunismo y sectarismo político. La elaboración de una convincente narrativa
científica-popular del "Nuevo Normal" (new normal) y la formación
política de las masas en ella, son, por lo tanto, las variables, que deciden
sobre la fuerza y el éxito de los proyectos en pugna. Considerando que ninguna
fuerza de transición actual (partidos políticos, sindicatos, universidades
etc.) tiene un proyecto de formación educativa en lo político, que merezca el
nombre; y que los presidentes socialdemócratas Lula, Kirchner, Correa, Morales
y Ortega fallaron abismalmente ante tal tarea, las perspectivas del futuro para
la Patria Grande no son alentadoras.
7. Tiempo y confusión
En la lucha entre la antigua
ortodoxia y la nueva, entre lo estático y lo dinámica, el tiempo es decisivo.
Como recordaba el revolucionario peronista John. W. Cook, en la lucha de ideas
no existe la tierra de nadie. Lo que no ocupa una Weltanschauung (visión del
mundo), lo ocupa otra. Dentro de la tendencia al caos ideológico, que genera el
reacomodo de los elementos del sistema durante la transición, hay mucha
confusión acerca de quién representa realmente los intereses objetivos de los
segmentos de poder estatales y sociales. La propensión al caos y la posibilidad
de equivocación es grande. La historia sobre alianzas políticas equivocadas de
la pequeña burguesía (Hitler), grupos populares, clases medias e instituciones,
con sectores contrarios al progreso transicional, es abundante. Como, por
ejemplo, los campesinos de la Vendée en la Revolución Francesa; la entrega del
rebelde del Tahuantinsuyo, Tupac Amaru, por caciques e indígenas nativos a la
monarquía española; el desuso de los fondos estatales del Banco Central por la
Comuna de Paris y el papel golpista de la Confederación de Trabajadores de
Venezuela (CTV) en el golpe militar del 2002.
8. El Dios de la Transición
Ianuarius (Jano), el Dios romano
de las puertas, comienzos y transiciones, era bifronte: tenía una cara hermosa
y otra terrible. Tal imagen refleja adecuadamente la realidad del Estado.
Porque todo Estado es, paralelamente, agente civilizador e instancia opresora.
Idealmente, como Estado de derecho, protege al ciudadano común del abuso y de
la violencia de los poderosos, usando su legítimo monopolio de poder (armado).
Pero, al mismo tiempo, es un órgano de las clases dominantes, cuyos intereses
principales impone. Pedir a un gobierno de transición progresista, que bloquee
la función de represión clasista del Estado, es legítimo y necesario. Sin
embargo, demandar que no use la policía para defender la legalidad y legitimidad
de sus medidas transitorias y del orden público, es ilusorio y suicida, porque
lo condena a la desestabilización y caída.
9. El líder transicional
El triunfo electoral y la
superación de dinámicas caotizadoras post-electorales requiere inevitablemente un
centro de poder conductor, que esté en relación dialéctica real con las masas y
los bloques de poder. Lo que sucede, cuando por falta de liderazgo no se
establece la direccionalidad e integración necesaria de las fuerzas de
transformación estatales y sociales en una gobernanza nacional adecuada, lo
vemos en Venezuela y, crecientemente, en Argentina, Brasil, Estados Unidos y
Nicaragua. La entropía del sistema aumenta y se acerca al punto del colapso vía
el magnicidio, el golpe militar, el levantamiento de masas o la intervención
externa.
10. Transición y Ciencia
Para decirlo con toda claridad.
La ciencia ha demostrado, que la direccionalidad y auto-similaridad a toda
escala de los grandes sistemas biológicos y sociales, son precondiciones
funcionales imprescindibles para su sobrevivencia y éxito. Lo mismo es válido
para los proyectos históricos de los gobiernos de transición y los intereses
históricos de los pueblos.
Pero, estando tan lejos de la
ciencia y tan cerca de Santa Claus, la Izquierda latinoamericana probablemente
no escuchará el mensaje.
México, D. F., 8 de agosto de
2018
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