lunes, 26 de enero de 2015

¡A DERROTAR LA CASTA POLÍTICA CAUCANA!

El Cauca frente a las elecciones regionales y locales
¡A DERROTAR LA CASTA POLÍTICA CAUCANA!
Bogotá, 26 de enero de 2015
En las próximas elecciones departamentales – específicamente en el Cauca – no se juega el tema de la Paz. Se enfrentarán dos bloques: la coalición del Gobernador Ortega Narváez, quien representa los intereses de las grandes empresas transnacionales que aspiran a canalizar los recursos de las regalías exclusivamente para construir grandes obras de infraestructura, y de paso financiar los sobornos con que compra a la Casta Política Caucana, y por otro lado, una gran convergencia de fuerzas sociales y políticas que representan los intereses de la mayoría de la población, especialmente de los pequeños y medianos productores agrarios, pero también de los pequeños y medianos empresarios industriales y comerciantes urbanos, profesionales y tecnólogos que aspiran a fortalecer sus emprendimientos o conseguir trabajo calificado en los procesos de industrialización del café, la caña panelera, y demás materias primas que ya producimos en la región.    
Lo que ocurre en el Cauca
Hechos de máxima importancia ocurren en el Cauca. Son ejemplo de lo que pasa en el país a la sombra del proceso de Paz. Se utiliza – sutilmente – esa causa para engañar al pueblo. El gobierno trata de evitar que salga a flote lo que hay de oscuro y truculento en la “política santista”. Por ello, a pesar de que apoyemos los diálogos y defendamos el proceso que debe conducir a la terminación del conflicto armado, es muy importante no perder de vista la complejidad de la situación, que tiene que ver con  los límites borrosos, imprecisos y difusos que existen entre el “uribismo” y el “santismo”, fruto de su origen común, que se manifiesta en su entrelazamiento y particular imbricación de sus fuerzas y protagonistas.
El Gobernador del Cauca Temístocles Ortega Narváez consolidó una gran coalición con los parlamentarios liberales. Logró armar una verdadera aplanadora burocrática. La “Convergencia Parlamentaria” integrada por congresistas del partido liberal, la “U” y Alianza Verde, quedó hecha añicos. La combinación de intereses individuales, apetitos y componendas burocráticas, presiones de Palacio para garantizar el apoyo al paquete neoliberal que ya prepara para el “post-conflicto”, llevaron a que esa tímida ruptura con los gamonales tradicionales se quedara a medio camino.
Paralelamente el Vicepresidente Vargas Lleras viene a la región a descrestar a provincianos con proyectos viales de gran importancia pero todos al servicio del gran capital trans-nacionalizado.
Por otro lado los campesinos caucanos realizan una masiva manifestación encabezada por la ANUC. Dicha movilización ha sido invisibilizada por los medios de comunicación pero representa un salto cualitativo en la lucha agraria del Cauca. Los campesinos  se manifestaron en oposición a los “decretos autonómicos” y a los manejos de la burocracia indígena pero, a la vez, mantuvieron su independencia frente a las fuerzas uribistas y racistas que quieren agudizar los enfrentamientos entre campesinos mestizos y afros con los campesinos indios.
Además, un candidato con pasados oscuros intenta canalizar el desorden para llegar a la Gobernación a hacer lo que las mafias realizaron en la Costa Caribe y en el Valle del Cauca. En fin… muchas cosas suceden en el Cauca.
Algunos detalles de la “política” regional
Durante el transcurso de las elecciones presidenciales de 2014, con la iniciativa del Comité por la Defensa de la Democracia se organizó y dio vida en el Cauca a una “Convergencia Parlamentaria” con congresistas liberales, del partido de la “U” y de la Alianza Verde. Durante el corto período de su existencia se propuso una “nueva forma de acción política” y se realizaron algunas actividades con organizaciones sociales y los gremios que mostraban una nueva actitud. Se empezó así – aún con poquedad y temor –, a abrir y construir espacios de diálogo con las fuerzas vivas del departamento.
Por eso apoyamos con entusiasmo dichos esfuerzos. Estaban en la dirección correcta de discutir a fondo qué modelo de desarrollo se debe pensar para este departamento, qué políticas se deben concertar para que el llamado “progreso” le garantice a la mayoría de los caucanos bienestar y riqueza,  y de qué manera se continúa construyendo una economía que las comunidades campesinas agrarias (mestizas, afros, indígenas y blancas) han venido consolidando en medio de enormes esfuerzos y sacrificios.
Sin embargo, de un momento a otro los parlamentarios liberales olvidaron sus promesas de “hacer una nueva política en el Cauca”. Corrieron intempestivamente a refugiarse al lado de Temístocles Ortega, Aurelio Iragorri Hormaza y Jesús Ignacio García Valencia. Crisanto Pizo lo único que pide es la alcaldía de El Tambo. Bonilla Soto la de Santander de Quilichao y Velasco Chávez la alcaldía de Popayán para colocar a su hermana. Aurelio Iragorri ya trabaja para que su hijo se convierta en el próximo gran gamonal del Cauca. Y García Valencia prepara pista para que su hijo sea representante a la Cámara en el próximo período. Así es la política caucana.
Además, los burócratas indios quedaron como invitados de piedra en esos acuerdos… “moscos en leche” diría un comentarista prosaico. John Jairo Cárdenas – parlamentario del partido de la “U” – quedó aislado y parece que ha decidido apoyar un candidato que irrumpe en la política caucana cargado de dinero de dudosa procedencia. Y Oscar Ospina, de la Alianza Verde, quien resultó elegido representante a la Cámara con el apoyo del Gobernador, se ha alejado de esa alianza gobiernista y burocrática.  Ese es en términos generales el panorama político de ésta región.
Los límites difusos entre “santistas” y “uribistas”
Algunos sectores políticos de izquierda y progresistas plantean que en las elecciones locales y regionales la tarea central y prioritaria es derrotar al “uribismo” y consolidar las fuerzas que apoyan el proceso de Paz. Por ello, llaman a conformar alianzas amplias en todo el país, incluyendo a todos los sectores que están la Unidad Nacional que apoyan al presidente Santos y su política de Paz.
Esta posición pareciera ser la más lógica pero no tiene en cuenta las realidades municipales y departamentales. El caso del Cauca puede ser ilustrativo de las particularidades que adquiere la política cuando se mira en detalle desde lo concreto.
En el Cauca en la segunda vuelta presidencial Santos obtuvo una rotunda victoria. Obtuvo 312.472 votos (72,21%) frente a 108.013 votos (24,96%) obtenidos por Zuluaga. Estos resultados son contundentes. Podría haber sido mayor la diferencia si Aurelio Iragorri Hormaza hubiera actuado con claridad y transparencia.  El ex-senador Iragorri Hormaza no se presentó como candidato para no inhabilitar a su hijo, pero además postuló en su reemplazo a una candidata de bajo perfil, lo que llevó a que de forma indirecta apoyara a su sobrina política Paloma Valencia, quien es una furibunda representante de Uribe a nivel nacional y regional. Además, Iragorri Hormaza estaba siendo seducido para ser candidato a la Gobernación por una coalición de fuerzas uribistas.
Este es un solo ejemplo de lo difícil que es separar el “santismo” del “uribismo” en las regiones. En el Cauca diversos políticos que han sido dirigentes históricos del partido liberal, que se muestran como “socialdemócratas” en el ámbito nacional, al lado de Samper y Serpa, no dudaron en hacer alianzas con los paramilitares y narcotraficantes. Usaban el discurso “gaitanista” de Hernando Agudelo Villa mientras se robaban el presupuesto de la salud y la educación, como ocurrió con el sonado caso de la “estafa de Probolsa”. Compartieron durante varios períodos los recursos de la salud con Juan Carlos Martínez Sinisterra nombrando funcionarios provenientes de otros departamentos que eran impuestos por el mafioso vallecaucano. Hoy posan de defensores de la Paz y se alinean con quien tiene el poder. Si Zuluaga hubiera sido elegido ya harían parte de su gobierno.
Por ello, fórmulas generales – por más bien que estén planteadas y tengan buena intención -, no sirven a la hora de tomar determinaciones regionales y locales.
¿Qué hay de fondo en estos hechos?
Lo que sucede en el departamento del Cauca es un ejemplo diáfano del comportamiento del gobierno de Santos, quien representa los intereses de la burguesía trans-nacionalizada. A pesar que el movimiento social caucano y una buena parte de la izquierda lo acompañaron en su elección, en ningún momento se ha dignado abrir un serio espacio de diálogo con las comunidades. Trata de cooptarlas con pequeñas dádivas e impone su política neoliberal, que es una muestra de lo que intentan aplicar en la fase del “post-conflicto” o “post-acuerdos de Paz”. Es, nada más y nada menos, que profundizar lo que ya vienen haciendo.
El Vicepresidente Vargas Lleras acaba de visitar la región para anunciar una serie de obras, inversiones, estudios técnicos e inicio de trabajos relacionados con la doble calzada Popayán-Cali, el anillo vial del Macizo Colombiano y la carretera al mar. Todos estos proyectos – aunque benefician a la población y no podemos rechazarlos – están, fundamentalmente al servicio de los grandes mega-proyectos minero-energéticos que están en pleno desarrollo en la región.
La gran burguesía transnacionalizada – “colombiana” y mundial – en el Cauca realiza actualmente grandes inversiones en exploración petrolera (esquistos del Valle del Patía) a cargo de la transnacional Gran Tierra Energy. Igualmente la compañía australiana-sudafricana AngloGold Ashanti y otras empresas, avanzan en trabajos de exploración de oro en municipios como El Tambo, La Sierra, La Vega, Bolívar, Suarez y otros municipios en las cordilleras occidental y central. Además está proyectada la construcción de varias hidroeléctricas (Patía, Julumito, otras). Los estudios para explotación de la biodiversidad de los bosques húmedos del Cauca están avanzados y la estrategia de “densificación de la población” (sacar a los campesinos del campo) concertada por el gobierno de Uribe con la Compañía Energética de Occidente, está en plena ejecución.
El desarrollo vial y energético es importante y necesario pero debe estar conectado y al servicio de la consolidación del sector agrario del Cauca que está en manos, fundamentalmente, de pequeños y medianos productores agropecuarios.  
Hoy el departamento del Cauca es el segundo productor de café y el primero en número de productores. Tenemos una zona que está ubicada 35-40 kms de lado y lado de la carretera panamericana que aglutina a más de 200.000 familias productoras de café, caña panelera, pequeña ganadería de doble propósito (carne y leche), frutales, hortalizas y legumbres, piscicultura, yuca para producción de almidón, papa, cebolla, cacao y muchos productos más.
Pero la verdad es que ese gran capital social que utiliza varias formas de “procomún colaborativo”[1] para gestionar, gerenciar y sostener sus procesos productivos, administrar acueductos regionales y pequeños sistemas de riego, exportar café y otros productos al exterior, y atender otras necesidades materiales y espirituales, que se materializan en asociaciones y cooperativas de productores y usuarios del agua, grupos de trabajo pre-cooperativo, mutuales, mingas, y diversas modalidades de cooperación y colaboración organizada, está siendo desconocida tanto por el gobierno nacional como departamental.
Las inversiones para el sector agropecuario son ridículas. El departamento del Cauca no destina más del 2% del presupuesto para proyectos productivos del sector agropecuario. Y los proyectos que se impulsan en convenios con el gobierno nacional o de cooperación internacional, están en manos de ONGs que implementan una visión tecnocrática ajena a las realidades económicas, sociales y culturales de las comunidades campesinas y por ello casi siempre terminan fracasando. Realmente son pequeños negocios de algunos técnicos y burócratas que canalizan recursos del ministerio de Agricultura pero que no tienen un propósito serio de largo plazo y lo que hacen es quebrar a los campesinos y sacarlos del campo. Ese es, realmente su verdadero propósito. 
La realidad es que mientras se les proponga a los pequeños y medianos productores agrarios continuar incrementando la producción de materias primas sin desarrollar procesos que le agreguen valor, no se los ayuda sino que se los conduce a una sin salida. Continuar exportando materias primas no es ninguna solución. El parlamentario liberal Crisanto Pizo Mazabuel propone desde hace varios años la “industrialización de nuestros productos”, pero hasta ahora no se le conoce un solo proyecto concreto para realizar su propuesta. Lo mismo plantea – cuando se acuerda – el senador Luis Fernando Velasco, pero siempre termina proponiendo iniciativas de inversión extranjera como los “call center” y otro tipo de “desarrollo de enclave” que no significa una verdadera consolidación productiva a partir de lo que existe – café, caña panelera, ganadería, etc. –, sino amagues, distractores, proyectos demagógicos para ganar unos votos de ocasión.  
En el Cauca se puede y debe avanzar en un modelo de desarrollo integral. Que no descarte las inversiones en infraestructura pero que se centre en organizar masivamente a la población para que aprovechando esos “procomunes colaborativos”, pueda explotar los recursos naturales, humanos, espirituales y materiales, con visión moderna y globalizada pero respetando los derechos de la naturaleza y construyendo verdadera autonomía, garantizando seguridad alimentaria y bienestar y felicidad para las grandes mayorías.
La industrialización de nuestras materias primas es posible. Podemos procesar nuestro café y disputarle a nivel internacional las ganancias a las empresas transnacionales colocando nuestro excelente producto en tiendas propias que vendan la tasa de café directamente al consumidor europeo, estadounidense y japonés. Podemos y debemos procesar nuestro propio alcohol etílico – base de nuestro aguardiente – actualmente importado del Ecuador, procesando la melaza de caña panelera lo cual, a la vez, sirve para regular el precio de la panela. Y así con los demás productos.
Todo ello requiere y exige voluntad política. Por eso el “movimiento democrático” del Cauca debe aprovechar que la gran mayoría de los políticos se han unido en una gran “manguala burocrática”, han mostrado fehacientemente su verdadero rostro clientelar y corrupto, para organizar una gran convergencia y escoger un candidato que no esté comprometido con la Casta Política Caucana, que tenga un perfil empresarial exitoso, muestre realizaciones concretas, tenga sensibilidad social,  independencia de carácter y represente una clara visión de la realidad productiva y de las necesidades de nuestro departamento.
Si lo hacemos, tal vez podremos ser testigos de un nuevo “florazo” con otro tipo de protagonistas, que derrote a esa casta politiquera y entierre por fin la vieja clase política que tanto daño les ha causado a los caucanos. ¡Si se puede!   



[1] El “procomún colaborativo” es un modelo de gobernanza para el bien común. La manera de producir y gestionar en comunidad bienes y recursos, tangibles e intangibles, que nos pertenecen a todos, o mejor, que no pertenecen a nadie. Un antiguo concepto jurídico-filosófico, que en los últimos años ha vuelto a coger vigencia y repercusión pública, gracias al software libre y al movimiento open source, al premio Nobel de Economía concedido a Elinor Ostrom en 2009, por sus aportaciones al gobierno de los bienes comunes y los trabajos de Jeremy Rifkin.

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